Ocurrió el hecho el 17 de marzo de 1937 en París. La guerra contra el fascismo en España se hallaba en su apogeo. Acababan de entrar los italianos en Málaga ‑100.000 italianos, cuatro divisiones‑, los moros ‑150.000 intervinieron en la guerra traídos desde las tierras del Norte de África, 80.000 dejaron su piel en los frentes de guerra‑, y miles de técnicos alemanes, además de miles de portugueses fascistas. El Frente Popular había ganado las elecciones en febrero de 1936, y el Frente Popular francés también había ganado las elecciones en Francia cuyo Presidente era el nefando León Blum.
La necedad de Blum y de los socialistas franceses favorecieron que los fascistas de la “Cruces de Fuego” actuaran descaradamente con atentados constantes contra los trabajadores. En todos los lugares usaban las mismas técnicas, así que no es chocante lo ocurrido el 17 de marzo. Asesinaron a varios trabajadores, agentes de policía e incluso el jefe de Gabinete de Prensa del Consejo de Gobierno de Blum.
Al igual que hicieran los fascistas españoles en el Teatro Calderón de Valladolid años antes buscaron el modo de provocar a los trabajadores, disparar a mansalva y con alevosía. En Valladolid el hecho fue aún más canallesco, pues utilizaron los servicios de las jovencitas fascistas para pasar camufladas las armas en el cine y luego los “machos” de Falange disparaban desde los palcos hacia abajo (algunas de aquellas fascistas fueron “galardonadas con la Y de Plata” de la que se sentían muy satisfechas).
En París, en 1937, en el cine Olimpia, proyectaron una película sobre el Frente Popular en España y ello sirvió al partido fascista francés para provocar una matanza contra los manifestantes que se habían congregado ante el cine por el gran escándalo y voces de los fascistas. Parapetados estos tras las ventanas comenzaron a disparar contra los obreros y manifestantes. Entonces llegó la policía francesa al lugar, y en lugar de proteger a los agredidos manifestantes de los que habían muerto varios, protege –y esto sí que es la historia de siempre- a los fascistas.
Hay en el relato de los hechos algo que es interesante, “la consabida palabra de honor de la fuerza pública”:
Estas afirmaciones del Jefe de policía francesa en marzo de 1937, ¿no son acaso las mismas que hemos oído millones de veces durante los últimos 30 años de demofascismo?
Rescatada la página del baúl de la Historia parece escrito ayer mismo. Cada cual extraiga sus conclusiones.