Es cierto que Panamá creció económicamente, al menos hasta la llegada de la crisis que vino para quedarse. Pero desde que existe el capitalismo, y su economía de mercado que “hace feliz a la gente”, nunca cesaron de aumentar las diferencias entre las clases sociales. En ese país, los desposeídos abundan entre los indígenas y campesinos, y en las zonas rurales un niño, de cada tres, padece desnutrición. Panamá se caracteriza por una pésima distribución de la riqueza (las élites se lo llevan todo), el poder adquisitivo de las capas populares es tan bajo que enfrentan graves dificultades para comprar alimentos, a causa de la subida de precios, salarios miserables y un gran número de desempleados.
La otra cara de la moneda está representada por las grandes fortunas, como la del presidente Ricardo Martinelli, un multimillonario, magnate de supermercados, que llegó al Gobierno con promesas de combatir la pobreza, pero‑, despreciando a los los que decía que iba a ayudar- ha tomado la decisión de pedir (por orden de la Casa Blanca donde habita el tolerante Obama) la retirada de la misión médica cubana “Operación Milagro”, que ha devuelto la vista a cerca de 50.000 personas, la mayoría sin recursos, afectadas de cataratas, desprendimientos de retina y glaucoma, entre otras patologías oculares, y todo ello gratuitamente.
Dice el ministro de Salud panameño, Franklin Vergara, que su Gobierno tomará el relevo con el programa “Visión 2020”, detrás del cual están, según el Frente Nacional por la Defensa de Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO), los familiares del presidente y las clínicas privadas. Con esa carta de presentación no creo que “Visión 2020” llegue a lugares donde el negocio no sea rentable. Vergara ha explicado que la presencia cubana cuesta al ministerio 88.000 dólares mensuales, sin embargo la norma de las misiones cubanas en el exterior, es que La Habana corra con los gastos (incluidos equipos y medicinas) de salarios y viajes del personal sanitario.
En fin. A partir de ahora, miles de infortunados panameños con problemas de visión, susceptibles de ser corregidos, han sido condenados a la ceguera, mientras que los millonarios Vergara y Martinelli, no tendrán problemas en utilizar, si lo necesitan, los servicios de las clínicas más prestigiosas de Estados Unidos. Panamá es otro ejemplo de cómo la democracia burguesa se preocupa por los seres humanos… que tengan la billetera llena.