«Eres lo que lées», es el curioso lema de estos elementos
Arnaldo Otegi niega que haya escrito carta alguna en la que diga que quienes dentro de la izquierda abertzale no apuestan por los contenidos del documento hecho público en Altsasu el 14 de noviembre o no están en sus cabales «o trabajan para el enemigo».
El pasado 22 de diciembre, los periódicos del Grupo Noticias ‑y «Deia» con especial alarde tipográfico en primera página- daban cuenta de que el dirigente independentista había dado «un nuevo paso en su apuesta por sacar adelante la estrategia política por él liderada dentro del proceso de debate interno de la izquierda abertzale ilegalizada»; y presentaba como tal «nuevo paso» el que, según afirmaban, había enviado «una carta a otro preso de la cárcel de Zuera (Zaragoza) en la que cuestiona la actitud del sector alineado con las tesis más duras».
Los diarios jeltzales (denominación utilizada por el PNV para definirse a sí mismo) ‑que aseguraron saber del contenido de la carta por «fuentes conocedoras de la situación»- destacaban que «algunos comentarios expresados» en el citado escrito «muestran la importante brecha abierta en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, dentro y fuera de las cárceles». también añadían que Arnaldo Otegi incluía críticas al colectivo de presos.
Desmentido telefónico
La pasada semana, Arnaldo Otegi pudo comunicar telefónicamente con su abogada, Jone Goirizelaia, a la que negó rotundamente que hubiera escrito carta alguna en los términos recogidos por esos diarios. Según especificó la letrada, el dirigente independentista le comentó que «ha escrito varias cartas desde la cárcel pero ninguna de ellas con ese contenido».
Otegi pidió a su abogada que siguiera adelante con la denuncia que ya había anunciado en cuanto se conoció la filtración. Jone Goirizelaia se encontraba ayer redactando el escrito para presentar ante los tribunales competentes y tenía la intención de requerir a quienes han atribuido esas palabras a su defendido que aporten la supuesta carta en la que han basado esas afirmaciones.
Desde un primer momento la defensa de Otegi había previsto el inicio de acciones legales, puesto que aunque el contenido de la carta fuera cierto ‑lo que ahora, además, se ha desmentido- su filtración a los medios desde quienes hayan interceptado la comunicación y su publicación en un periódico violaban el secreto postal y el derecho a la intimidad del preso. Goirizelaia recordó que la intervención de las comunicaciones sólo puede utilizarse para la prevención de delitos y siempre bajo responsabilidad judicial.
Los diarios que publicaron el escrito que atribuyeron a Otegi no tuvieron empacho además en destacar que había remitido la carta por «correspondencia oficial» y escrita en castellano, lo que tendría una intencionalidad, puesto que ‑según afirmaban- «denota que el remitente asume que la dirección del centro o Instituciones Penitenciarias van a acceder al contenido de la misma y, por tanto, corre fundados riesgos de ser aireado y publicitado». Es más, el Grupo Noticias añadía que «al optar por este procedimiento, se puede entender que Otegi pretende visualizar y remarcar que su apuesta es decidida».
Manejos intoxicadores
En la comunicación con su abogada, Arnaldo Otegi encuadró esta operación en la que se le ha pretendido involucrar en la campaña de intoxicación que sobre el debate en el seno de la izquierda abertzale está desarrollando desde hace meses el Ministerio del Interior.
Pero Otegi remarcó que, en este caso, Interior no ha actuado solo, sino que ha tenido que negociar, pactar o hablar con los responsables de «Deia» y del Grupo Noticias o con aquellos partidos próximos a este conglomerado editorial, afin al PNV.
Llama la atención que en la noticia ofrecida el pasado 22 de diciembre se decía que Arnaldo Otegi había escrito su supuesta carta desde la prisión de Soto del Real, donde apenas estuvo unos días después de su detención. Luego pasó un tiempo en la cárcel de Estremera y en la actualidad se encuentra preso en Navalcarnero,
La defensa de Arnaldo Otegi ha tomado ya la decisión de presentar una denuncia contra instancias oficiales y medios por estos hechos en los que se mezclan la vulneración de la intimidad con el falseamiento de datos.
Es probable que la denuncia que se estaba redactando ayer vaya acompañada del requerimiento de que se aporte a la causa la carta que los medios del «Grupo Noticias» atribuyeron a Arnaldo Otegi.
En el balance provisional de las asambleas que la izquierda abertzale hizo público el domingo ya señaló que «los intentos de algunos medios de comunicación y agentes políticos de condicionar el debate mediante la intoxicación y la manipulación no han tenido el efecto que esperaban. Por el contrario ‑añadían más adelante‑, ha quedado al descubierto el nerviosismo que el propio debate y el escenario político que se puede abrir en Euskal Herria provocan en algunos partidos políticos».
Las conclusiones del proceso se sabrán en febrero y los portavoces de PSE y PP ya empiezan a asumir el debate como una realidad, aunque insisten en pedir hechos en lugar de palabras y únicamente en una dirección. Tanto el portavoz parlamentario y de la Ejecutiva del PSE, José Antonio Pastor, como para el del PP, Leopoldo Barreda, demandan la ruptura con ETA, pero el contenido de las declaraciones ya no es el mismo que cuando se anunció el inicio de este debate.
La intoxicación y el papel de los medios (Editorial de Gara)
El vivo interés de los aparatos del Estado español por torpedear el proceso de debate abierto en el seno de la izquierda abertzale quedaba de manifiesto el pasado 22 de diciembre cuando el Grupo Noticias se hacía eco del contenido de una supuesta carta de Arnaldo Otegi remitida desde Soto del Real a otro prisionero político vasco y en la que, de nuevo supuestamente, hacía una serie de valoraciones políticas que no dejaban en muy buen lugar al citado grupo periodístico. ¿Por qué? No sólo porque, de haber sido reales, habrían pertenecido al ámbito privado y protegido de la comunicación postal, sino porque, además, eran falsas. La carta nunca se escribió, nunca se envió y, por supuesto, nunca existió sino en las mugrientas cocinas de la intoxicación radicadas en Madrid.
Los cocineros responsables de tan burda perversión informativa sabían que, tarde o temprano, el engaño saldría a la luz. Pero no se lo pensaron dos veces. Contaban con la segura colaboración de unos medios de comunicación que, en todo lo referido al independentismo vasco, hace tiempo que perdieron cualquier escrúpulo a la hora de dar pábulo a filtraciones con evidente interés de manipulación informativa. Lejos de contrastar o confirmar la información, les faltó tiempo, no sólo para dar pábulo a la mentira, sino para añadirle enrevesadas y sofisticadas especulaciones de cosecha propia, y convirtiendo un simple y llano embuste en arma arrojadiza contra el independentismo.
Este episodio, uno más, viene a confirmar una realidad incontestable: los medios de comunicación no son meros observadores en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado español. En mayor o menor medida, según los casos, se constituyen en agentes activos prestos a servir de correa de transmisión a la estrategia del Estado español, olvidando a sabiendas su sagrado compromiso con la imparcialidad y la honestidad informativas. La «carta fantasma» de Arnaldo Otegi se convierte así en todo un llamamiento a la reflexión.