Yemen: Esta­dos Uni­dos no lucha con­tra al Qae­da, sino con­tra la demo­cra­cia por Michel Collom


Un pan­ta­lón se incen­dia cer­ca de Detroit y llue­ven misi­les en Yemen: ¿efec­to mari­po­sa? Para Moha­med Has­san la ame­na­za terro­ris­ta es sólo un pre­tex­to. En este nue­vo capí­tu­lo de nues­tra serie «Com­pren­der el mun­do musul­mán» nues­tro espe­cia­lis­ta nos expli­ca el ver­da­de­ro reto de Yemen: luchar con­tra la demo­cra­cia en el Gol­fo para con­ser­var el con­trol del petró­leo. 

Yemen ha sal­ta­do a las por­ta­das de los perió­di­co des­de el aten­ta­do falli­do del avión Ams­ter­dam-Detroit: es ahí don­de se habría adies­tra­do al joven terro­ris­ta nige­riano. ¿Cómo este país, alia­do de Esta­dos Uni­dos, se ha podi­do con­ver­tir en un refu­gio para al Qaeda?

En pri­mer lugar debe­mos obser­var este fenó­meno que se repi­te: cada vez que un régi­men apo­ya­do por Esta­dos Uni­dos está ame­na­za­do apa­re­ce terro­ris­tas. En el caso de los paí­ses musul­ma­nes, esto recae sobre al Qae­da. Este gru­po fan­tas­ma apa­re­ce ahí don­de unos movi­mien­tos nacio­na­lis­tas o anti­im­pe­ria­lis­tas hacen tam­ba­lear­se a gobier­nos títe­res apo­ya­dos por Esta­dos Uni­dos. Es lo que ocu­rre hoy en Yemen. Este país está diri­gi­do por un régi­men corrup­to alia­do de Washing­ton. Pero está ame­na­za­do por unos movi­mien­tos de resistencia.

Y de pron­to apa­re­ce este joven nige­riano que embar­ca con explo­si­vos en un avión con des­tino a Detroit. No tie­ne sen­ti­do. Este supues­to terro­ris­ta esta­ba en las lis­tas de vigi­lan­cia des­de que su padre pre­vino a las auto­ri­da­des esta­dou­ni­den­ses. Ade­más, Esta­dos Uni­dos dis­po­ne de impor­tan­tes dis­po­si­ti­vos de segu­ri­dad y de mate­rial pun­te­ro: ¡con sus saté­li­tes podrían decir si uno come un boca­di­llo de atún o de pollo! Esta his­to­ria de terro­ris­mo pare­ce una cues­tión inter­na que mues­tra que a Esta­dos Uni­dos se le esca­pa la situa­ción de Yemen y que sus intere­ses están en peligro.

¿Por qué Yemen se ha vuel­to tan impor­tan­te para Esta­dos Unidos?

El pre­si­den­te de Yemen, Ali Abdu­llah Saleh, lle­va trein­ta años en el poder. Su régi­men es corrup­to, pero está ali­nea­do con la polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos. Un gru­po de resis­ten­tes en el nor­te del país y de sepa­ra­tis­tas en el sur ame­na­zan la esta­bi­li­dad del país. Si un movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio derro­ca a Saleh, esto podría tener un impac­to en toda la región y ani­mar a los resis­ten­tes que luchan den­tro de los Esta­dos pro-impe­ria­lis­tas de la región, par­ti­cu­lar­men­te con­tra el régi­men feu­dal de Ara­bia Saudí.

Ade­más, cuan­do en Yemen esta­lla­ron los com­ba­tes con­tra los resis­ten­tes del nor­te la Liga Ára­be diri­gi­da por Egip­to con­de­nó inme­dia­ta­men­te a los rebel­des y dio su apo­yo al gobierno yeme­ní. Toda­vía estoy espe­ran­do que esta mis­ma Liga con­de­ne las agre­sio­nes de Israel con­tra Líbano y la fran­ja de Gaza. El Con­se­jo de Coope­ra­ción del Gol­fo, una orga­ni­za­ción con­sa­gra­da a los intere­ses occi­den­ta­les que agru­pa a algu­nos paí­ses pro­duc­to­res de petró­leo, tam­bién con­de­nó a los resis­ten­tes de Yemen. Para Esta­dos Uni­dos, que está en ple­na rece­sión, su colo­nia sau­dí no pue­de ser ame­na­za­da por movi­mien­tos de resis­ten­cia. En efec­to, Ara­bia Sau­dí pro­por­cio­na una par­te impor­tan­te de petró­leo a Washing­ton y cons­ti­tu­ye un pre­cio­so alia­do en el Gol­fo. Si la región se vol­vie­ra ines­ta­ble, esto ten­dría gra­ves con­se­cuen­cias para Esta­dos Unidos.

¿Quié­nes son estos resis­ten­tes del nor­te del país?¿Cuáles son sus reivindicaciones?

Des­de hace varios años el gobierno se enfren­ta en el nor­te de país a la resis­ten­cia arma­da de hutis, que toman su nom­bre del fun­da­dor de este movi­mien­to, Hus­sein al-Huti. Murió en com­ba­te hace cua­tro años y su her­mano tomó el rele­vo. Al igual que la mayo­ría de los yeme­níes en el nor­te los hutis son zay­di­tas. El Islam se divi­de en varias corrien­tes como el sun­nis­mo o el chiís­mo. A su vez estas corrien­tes se des­plie­gan en dife­ren­tes ramas y el zay­dis­mo es una rama del chiísmo.

El pro­pio pre­si­den­te Saleh es zay­di­ta, pero los hutis no reco­no­cen su auto­ri­dad. El hecho es que Yemen es un país muy pobre: su eco­no­mía des­can­sa prin­ci­pal­men­te en una agri­cul­tu­ra en decli­ve, algu­nas ren­tas petro­lí­fe­ras, un poco de pes­ca así como en la ayu­da inter­na­cio­nal y el dine­ro envia­do por los tra­ba­ja­do­res en el extran­je­ro. Con todo esto, sólo un puña­do de per­so­nas del entorno del pre­si­den­te se bene­fi­cia de las pocas rique­zas del país mien­tras que la pobla­ción es cada vez más pobre. La mayo­ría de los yeme­níes tie­nen menos de trein­ta años pero nin­gu­na pers­pec­ti­va de futu­ro: en 2009 el paro lle­ga­ba al 40%. Por lo tan­to, los hutis inter­pe­la­ron al gobierno acer­ca del sub­de­sa­rro­llo de la región, de la fal­ta de agua y de los pro­ble­mas de infra­es­truc­tu­ras. Pero el pre­si­den­te Saleh no res­pon­dió a sus lla­ma­mien­tos. Des­pués los hutis empren­die­ron una lucha arma­da. Su bas­tión es la ciu­dad de Saa­da, lo cual es muy sim­bó­li­co: en esta ciu­dad se ins­ta­ló hace más de diez siglos el fun­da­dor del zay­dis­mo yemení.

Los com­ba­tes cer­ca de Saa­da cau­san estra­gos. Hay varios miles de refu­gia­dos y el gobierno acu­sa a Irán de apo­yar a los rebeldes …

Esta acu­sa­ción es fal­sa. Irán es un país de mayo­ría chií, pero los zay­di­tas de Yemen, por su mane­ra de rezar y por muchas otras cosas, en reali­dad son más cer­ca­nos de los sun­níes. Si la resis­ten­cia yeme­ní tie­ne sufi­cien­tes armas para seguir el com­ba­te duran­te los pró­xi­mos diez años es por­que se bene­fi­cia de la ayu­da de una par­te del ejér­ci­to yeme­ní. En efec­to, muchos de los sol­da­dos y ofi­cia­les tam­bién son zay­di­tas. Los com­ba­tes en la región ya han cau­sa­do más de 150.000 refu­gia­dos y los mili­ta­res zay­di­tas ven que sus her­ma­nos sufren. Algu­nos inclu­so se unen a la resistencia.

Por con­si­guien­te, el pre­si­den­te Saleh tie­ne que movi­li­zar a sun­níes opor­tu­nis­tas en el seno del ejér­ci­to para luchar con­tra la resis­ten­cia en el nor­te, lo que no deja de tener con­se­cuen­cias: este pre­si­den­te zay­di­ta, que ya uti­li­zó sus con­vic­cio­nes reli­gio­sas para movi­li­zar a la pobla­ción y al ejér­ci­to, hoy ape­la a unos sun­níes para luchar con­tra otros zay­di­tas. Saleh está per­dien­do todo el apo­yo que le que­da­ba en el nor­te del país.

¡Y el sur pide la sece­sión! Ver­da­de­ra­men­te pare­ce que el pre­si­den­te está en una mala posi­ción… 

La his­to­ria de Yemen es esen­cial para enten­der lo que ocu­rre hoy. En su con­fi­gu­ra­ción actual el país nació de la fusión en 1990 de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Popu­lar de Yemen del Sur y de la Repú­bli­ca Ára­be de Yemen del Nor­te. Estos dos Esta­dos tuvie­ron reco­rri­dos diferentes…

La crea­ción del nor­te se remon­ta a más de diez siglos antes de la lle­ga­da de los zay­di­tas a Saa­da. Pero en 1962 esta­lla una revo­lu­ción para derro­car al régi­men feu­dal e ins­ta­lar un repú­bli­ca. Nas­ser, el pre­si­den­te egip­cio defen­sor de la inde­pen­den­cia ára­be, apo­ya al movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio. Por su par­te, Esta­dos Uni­dos, Gran Bre­ta­ña, Ara­bia Sau­dí y el sha de Irán envían mer­ce­na­rios para soco­rrer a los ele­men­tos reac­cio­na­rios del anti­guo régi­men feu­dal y debi­li­tar a Nas­ser. El con­flic­to desem­bo­ca en una gue­rra horri­ble en la que pier­den la vida más de diez mil sol­da­dos egip­cios. Final­men­te el gobierno repu­bli­cano no es derro­ta­do pero sale muy debi­li­ta­do del con­flic­to. No tie­ne medios para ini­ciar una revo­lu­ción cul­tu­ral, para demo­cra­ti­zar com­ple­ta­men­te al país ni para indus­tria­li­zar­lo. Aun­que el imán-rey que diri­gía el país huyó a Ara­bia Sau­dí, una gran par­te de Yemen del Nor­te con­ti­núa en una situa­ción feudal.

¿Y en el sur?

Yemen del Sur tuvo un reco­rri­do dife­ren­te. Lo colo­ni­za­ron los bri­tá­ni­cos para blo­quear la expan­sión de los fran­ce­ses, que se habían apro­pia­do de Dji­bou­ti, y de los rusos, que se exten­dían has­ta Asia cen­tral. Pero tam­bién se tra­ta­ba de man­te­ner el domi­nio bri­tá­ni­co en el Gol­fo Ará­bi­go y en el paso estra­té­gi­co de Hor­muz. Gran Bre­ta­ña fue quien cons­tru­yó la ciu­dad por­tua­ria de Adén en Yemen del Sur. Esta ciu­dad se vol­vió muy impor­tan­te para el impe­rio Bri­tá­ni­co. Se podría decir que era el Hong Kong o el Macao de la épo­ca. Igual­men­te se envió a muchos extran­je­ros a la región.

La pirá­mi­de social esta­ba com­pues­ta de la siguien­te mane­ra en esta socie­dad colo­nial: los bri­tá­ni­cos pre­si­dían en la cima y a con­ti­nua­ción venían las comu­ni­da­des soma­líes e indias que cons­ti­tuían una espe­cie de tam­pón con la últi­ma cla­se, los yeme­níes. Era una estra­te­gia clá­si­ca de los colo­nos bri­tá­ni­cos: uti­li­zar a un gru­po de indi­vi­duos con­tra otro para pre­ser­var­se a ellos mis­mos. Al hacer­lo, todas la per­so­nas a las que Gran Bre­ta­ña con­si­de­ra­ba peli­gro­sas en su colo­nia india (como los nacio­na­lis­tas o los comu­nis­tas) eran envia­dos al exi­lio en Adén.

Como hemos vis­to para Soma­lia, ¿estos pre­sos polí­ti­cos van a influen­ciar en cur­so de la his­to­ria en la región?

Com­ple­ta­men­te. En 1967 unos movi­mien­tos inde­pen­den­tis­tas hacen huir a los colo­nos bri­tá­ni­cos y dos años des­pués nace la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Popu­lar de Yemen. La gobier­na el Par­ti­do Socia­lis­ta Yeme­ní, una coa­li­ción de diver­sos ele­men­tos pro­gre­sis­tas en par­te here­da­dos de los pre­sos de Adén. En ella hay comu­nis­tas, nacio­na­lis­tas, libe­ra­les, baathis­tas pro­ce­den­tes de Siria o Iraq… Todos estos acto­res se encuen­tran reu­ni­dos bajo la insig­nia del Par­ti­do Socialista.

Yemen del Sur se con­vier­te enton­ces en el Esta­do ára­be más pro­gre­sis­ta de la región y cono­ce sus mejo­res años con una refor­ma agra­ria, igual­dad entre los sexos, etc. Sin embar­go, el Par­ti­do Socia­lis­ta sigue estan­do com­pues­to de muchos ele­men­tos con orí­ge­nes diver­sos. Los comu­nis­tas enmar­can el par­ti­do y man­tie­nen una cier­ta cohe­sión, pero cada vez que hay que hacer fren­te a un reto impor­tan­te las con­tra­dic­cio­nes esta­llan cla­ra­men­te. A cau­sa de una fal­ta de base indus­trial y del carác­ter peque­ño bur­gués de la coa­li­ción, estas con­tra­dic­cio­nes desem­bo­can en ase­si­na­tos, ¡lite­ral­men­te, sus miem­bros se matan entre sí! El par­ti­do cono­ce­rá enton­ces tres san­grien­tas revo­lu­cio­nes inter­nas y la últi­ma le será fatal. La mayo­ría de los cua­dros ideo­ló­gi­cos que diri­gían el par­ti­do son ase­si­na­dos y el ala libe­ral se pone a la cabe­za del movi­mien­to. Por con­si­guien­te, es un par­ti­do Socia­lis­ta muy débil el que gobier­na Yemen del Sur cuan­do se lle­va a cabo la reuni­fi­ca­ción de ambos Yemen en 1990. Aun­que las par­tes nor­te y sur del país tuvie­ran unos reco­rri­dos rela­ti­va­men­te dife­ren­tes, siem­pre habían ins­cri­to en sus agen­das res­pec­ti­vas al uni­fi­ca­ción del país.

Enton­ces, ¿por qué hay que espe­rar has­ta 1990 para que se unan el nor­te y el sur?

En el nor­te el Esta­do era muy débil des­de la gue­rra. Esta­ba diri­gi­do por unos libe­ra­les des­pro­vis­tos de ideas ver­da­de­ra­men­te revo­lu­cio­na­rias y con­tro­la­dos por los paí­ses del Gol­fo, sobre todo, Ara­bia Sau­dí. En efec­to, el vecino sau­dí pro­por­cio­na­ba armas y dine­ro a la cla­se feu­dal para debi­li­tar al gobierno cen­tral. Para Ara­bia Sau­di, un Yemen del Nor­te tri­ba­li­za­do era más fácil de con­tro­lar. El sur, en cam­bio, se había con­ver­ti­do en un bas­tión de las ideas pro­gre­sis­tas. En ple­na Gue­rra Fría era con­si­de­ra­do un enemi­go de la región y había que situar­lo en cuarentena.

Pero en 1990 las cosas habían cam­bian­do. Para empe­zar, la Unión Sovié­ti­ca se había des­mo­ro­na­do y la Gue­rra Fría había aca­ba­do. Ade­más, el Par­ti­do Socia­lis­ta Yeme­ní ya no repre­sen­ta­ba una gran ame­na­za. En efec­to, sus diri­gen­tes ideo­ló­gi­cos habían sido supri­mi­dos duran­te al ter­ce­ra revo­lu­ción inter­na del país. Por con­si­guien­te, la reuni­fi­ca­ción de Yemen ya no pre­sen­ta­ba un gran peli­gro para los paí­ses de la región y para los intere­ses estra­té­gi­cos de los occi­den­ta­les. Ali Abdu­llah Saleh, que ya era pre­si­den­te de la Repú­bli­ca Ára­be de Yemen des­de 1978, diri­gió el país. Hoy con­ti­núa en el poder.


En 1990 Yemen es el úni­co país jun­to con Cuba que se opo­ne a la gue­rra en Iraq. Vein­te años des­pués, si bien Cas­tro se sigue enfren­ta­do a los «yan­kees », Saleh, por su par­te, se ha situa­do al lado de Esta­dos Uni­dos en su gue­rra con­tra el terro­ris­mo. ¿Cómo expli­ca usted este cambio?

La opo­si­ción a la gue­rra de Iraq no fue fru­to de la polí­ti­ca de Saleh, sino de los miem­bros del Par­ti­do Socia­lis­ta Yeme­ní que ocu­pa­ban algu­nos pues­tos cla­ve en el nue­vo gobierno. Sin embar­go, aun­que el Par­ti­do Socia­lis­ta siem­pre había desea­do la uni­fi­ca­ción de Yemen sobre una base pro­gre­sis­ta, esta­ba dema­sia­do debi­li­ta­do por sus revo­lu­cio­nes inter­nas para hacer pasar com­ple­ta­men­te su polí­ti­ca. Ade­más Ara­bia Sau­dí, fiel alia­do de Esta­dos Uni­dos, hizo pagar muy caro a Yemen esta toma de pos­tu­ra con­tra la gue­rra en Iraq. En efec­to, el rei­no sau­dí expul­só a un millón de tra­ba­ja­do­res yeme­níes que se bene­fi­cia­ban de un esta­tu­to espe­cial para tra­ba­jar libre­men­te al otro lado de la fron­te­ra. Esto pro­vo­có una gra­ve cri­sis eco­nó­mi­ca en Yemen al tiem­po que envia­ba una señal al pre­si­den­te Saleh. Éste revi­só su polí­ti­ca para con­ver­tir­se gra­dual­men­te en la mario­ne­ta del impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se que cono­ce­mos hoy.


¿Y los ele­men­tos pro­gre­sis­tas del sur deja­ron hacer?

La reuni­fi­ca­ción supu­so una gran decep­ción para los diri­gen­tes del sur. Se lan­za­ron a este pro­ce­so sin una ver­da­de­ra estra­te­gia. Y, como hemos vis­to, el Par­ti­do Socia­lis­ta esta­ba muy débil. Por con­si­guien­te, el cen­tro de poder gra­vi­ta­ba al nor­te en tor­mo al pre­si­den­te Saleh. El régi­men esta­ba corrom­pi­do, la expul­sión de los yeme­níes que tra­ba­ja­ban en Ara­bia Sau­dí pro­vo­có una impor­tan­te cri­sis y la situa­ción eco­nó­mi­ca se deterioró.

Todos estos fac­to­res lle­va­ron al sur a pedir la sece­sión. Los sepa­ra­tis­tas esta­ban apo­ya­dos por Ara­bia Sau­dí que por varias razo­nes pre­fe­ría ver un vecino divi­di­do y débil. En pri­mer lugar, por­que man­te­nía dis­cu­sio­nes con su vecino sobre el tra­za­do de la fron­te­ra: en efec­to Yemen recla­ma­ba unos terre­nos situa­dos en Ara­bia Sau­dí. A con­ti­nua­ción, por­que un Yemen uni­do con unos bue­nos diri­gen­tes podría traer pro­ble­mas a las cla­ses feu­da­les de los paí­ses del Gol­fo como Ara­bia Saudí.

Final­men­te estas ten­sio­nes entre el nor­te y el sur desem­bo­ca­ron en un con­flic­to. El pre­si­den­te de con­fe­sión zay­di­ta movi­li­zó a la pobla­ción del nor­te y a una gran fran­ja del ejér­ci­to en torno a sus con­vic­cio­nes reli­gio­sas para luchar con­tra el sur de mayo­ría sun­ní. Los sepa­ra­tis­tas fue­ron ven­ci­dos lo que debi­li­tó aún más a los anti­guos miem­bros del Par­ti­do Socia­lis­ta en el seno del gobierno yeme­ní. Final­men­te esta gue­rra ofre­ció al nor­te y a Saleh la oca­sión de asen­tar su domi­nio en los pla­nos mili­tar y político.

Quin­ce años des­pués el sur vuel­ve a pedir la sepa­ra­ción. ¿Cree usted que esta vez el pre­si­den­te Saleh sal­drá tan bien parado?

No, evi­den­te­men­te. Saleh tie­ne que hacer fren­te a pro­ble­mas por todas par­tes. El sur vuel­ve a recla­mar un repar­to equi­ta­ti­vo del poder des­pués de que este gobierno corrup­to prác­ti­ca­men­te haya devuel­to al país a un esta­do feu­dal. La situa­ción no es acep­ta­ble para los yeme­níes del sur que tie­nen un pasa­do pro­gre­sis­ta. Pero tam­po­co lo es para los hutis al nor­te. Y en este caso el pre­si­den­te Saleh ya no pue­de movi­li­zar a una gran par­te de la pobla­ción y del ejér­ci­to en torno a sus con­vic­cio­nes reli­gio­sas, ¡los hutis tam­bién son zay­di­tas! De hecho, la resis­ten­cia hutis­ta ha per­mi­ti­do poner al des­nu­do la ver­da­de­ra polí­ti­ca de este gobierno como no habría podi­do hacer­lo nin­gu­na estra­te­gia en tan poco tiem­po. La pobla­ción des­cu­bre lo que ocu­rre ver­da­de­ra­men­te y el des­con­ten­to cada vez es mayor.

¿Cuá­les son las razo­nes de la cóle­ra del pue­blo yemení?

En pri­mer lugar, la situa­ción social y eco­nó­mi­ca. Mien­tras que el régi­men se bene­fi­cia de rique­zas, el pue­blo es cada vez más pobre. Tam­bién está el hecho de que Yemen se haya con­ver­ti­do en un bas­tión del impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se y que Saleh se haya pues­to al lado de Washing­ton en su gue­rra con­tra el terro­ris­mo. Los yeme­níes ven lo que ocu­rre en Afga­nis­tán, Pakis­tán e Iraq. Para ellos es una gue­rra con­tra los musul­ma­nes. Por mucho que Barack Hus­sein Oba­ma ten­ga un nom­bre musul­mán y haga todos los dis­cur­sos que quie­ra, no hay otras pala­bras para defi­nir esta guerra.

Ade­más, el gobierno yeme­ní ni siquie­ra es capaz de pro­te­ger a sus pro­pios ciu­da­da­nos. Des­pués de los aten­ta­dos del 11 de sep­tiem­bre, algu­nos fue­ron rap­ta­dos y secues­tra­dos sin moti­vo. Es lo que le ocu­rrió a un emi­nen­te jefe reli­gio­so yeme­ní. Cuan­do se diri­gía a Esta­dos Uni­dos para ver a su hijo, fue dete­ni­do y envia­do a Guan­tá­na­mo sin un moti­vo váli­do. Fue final­men­te libe­ra­do tras seis años de deten­ción, pero falle­ció tres sema­nas más tar­de por­que su deten­ción le había hecho enfer­mar. ¡Ver­da­de­ra­men­te, esta gue­rra con­tra el terro­ris­mo no cuen­ta con la apro­ba­ción de todos en el seno del pue­blo yemení!

Por últi­mo, Saleh reco­no­ció las fron­te­ras de Ara­bia Sau­dí en la dispu­ta que opo­nía a ambos paí­ses. Tam­bién auto­ri­zó a los bom­bar­de­ros sau­díes para bom­bar­dear la región don­de están esta­ble­ci­dos los rebel­des hutis. Esta situa­ción es inacep­ta­ble para los yeme­níes. Por ello [Saleh] nece­si­ta el apo­yo de Esta­dos Uni­dos que agi­ta el fan­tas­ma de al Qae­da para poder actuar libre­men­te en el país.


Enton­ces, ¿Yemen se va a con­ver­tir en el ter­cer fren­te de Esta­dos Uni­dos tras Afga­nis­tán e Iraq?

Creo que ya lo es. El ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se ya ha envia­do misi­les y gru­pos espe­cia­les al lugar. Tam­bién pro­por­cio­na mucho mate­rial a Yemen, pero bue­na par­te de éste pasa a manos de los resis­ten­tes debi­do a los víncu­los que man­tie­nen con los zay­di­tas del ejér­ci­to yeme­ní. Hace seis meses que Saleh lan­zó una impor­tan­te ofen­si­va con­tra los hutis. Tam­bién pidió refuer­zos a los ejér­ci­tos sau­dí y esta­dou­ni­den­se. No me extra­ña­ría que den­tro de poco Israel se unie­ra a la par­ti­da. Pero, a pesar de todo, no logran aca­bar con la resis­ten­cia hutis­ta. Ésta se alber­ga en una región mon­ta­ño­sa, como los tali­bán. Es cono­ci­da toda la difi­cul­tad que tie­ne luchar con­tra los rebel­des en este tipo de terreno. Ade­más, lo hutis dis­po­nen de sufi­cien­tes armas para luchar toda­vía duran­te mucho tiempo.

¿Un nue­vo fra­ca­so a la vis­ta para Esta­dos Unidos?

La his­to­ria pare­ce repe­tir­se para Esta­dos Uni­dos. Por mucho que este país esté diri­gi­do aho­ra por un ex-musul­mán, su polí­ti­ca no ha cam­bia­do. Ade­más, el dis­cur­so de Oba­ma pue­de ser muy pare­ci­do al de Geor­ges W. Bush: pro­me­te per­se­guir a los terro­ris­tas ahí don­de estén. ¿Washing­ton agi­ta el fan­tas­ma de al Qae­da para luchar con­tra los rebel­des escon­di­dos en las mon­ta­ñas de Yemen? Bush hizo lo mis­mo hace más de ocho años con Afga­nis­tán y esta gue­rra toda­vía no ha terminado.

La cues­tión es saber cuán­to tiem­po va a durar esto toda­vía. El his­to­ria­dor Paul Ken­nedy reve­ló que el des­fa­se entre la base eco­nó­mi­ca y la expan­sión mili­tar era uno de los prin­ci­pa­les fac­to­res de decli­ve de los gran­des impe­rios. Si la eco­no­mía de una gran poten­cia pier­de velo­ci­dad pero aumen­tan sus gas­tos mili­ta­res, esta gran poten­cia está con­de­na­da a hun­dir­se y a vol­ver­se muy débil. Ésta es la situa­ción de Esta­dos Unidos.

Moha­med Has­san* es un espe­cia­lis­ta de la geo­po­lí­ti­ca y del mun­do ára­be. Nació en Addis Abe­ba (Etio­pía) y par­ti­ci­pó en los movi­mien­tos de estu­dian­tes en el mar­co de la revo­lu­ción socia­lis­ta de 1974 en su país. Estu­dió cien­cias polí­ti­cas en Egip­to antes de espe­cia­li­zar­se en la admi­nis­tra­ción públi­ca en Bru­se­las. Diplo­má­ti­co de su país de ori­gen en la déca­da de 1990, tra­ba­jó en Washing­ton, Pekín y Bru­se­las. Co-autor de L’Irak sous l’occupation (EPO, 2003), tam­bién ha par­ti­ci­pa­do en obras sobre el nacio­na­lis­mo ára­be y los movi­mien­tos islá­mi­cos, y sobre el nacio­na­lis­mo fla­men­co. Es uno de los mejo­res cono­ce­do­res con­tem­po­rá­neos del mun­do ára­be y musulmán.

Tra­du­ci­do del fran­cés por Bea­triz Mora­les Bas­tos para Inves­ti­g’Ac­tion

Artícu­los publi­ca­dos en nues­tra serie «Com­pren­der el mun­do musulmán»:

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Moha­med Has­san* es un espe­cia­lis­ta en geo­po­lí­ti­ca y en el mun­do ára­be. Nació en Addis Abe­ba (Etio­pía) y par­ti­ci­pó en los movi­mien­tos de estu­dian­tes en el mar­co de la revo­lu­ción socia­lis­ta de 1974 en su país. Estu­dió cien­cias polí­ti­cas en Egip­to antes de espe­cia­li­zar­se en admi­nis­tra­ción públi­ca en Bru­se­las. Diplo­má­ti­co de su país de ori­gen en los años noven­ta, tra­ba­jó en Washing­ton, Pekín y Bru­se­las. Es co-autor de L’Irak sous l’occupation (EPO, 2003) y tam­bién ha par­ti­ci­pa­do en diver­sas obras sobre el nacio­na­lis­mo ára­be y los movi­mien­tos islá­mi­cos, y sobre el nacio­na­lis­mo fla­men­co. Es uno de los mejo­res cono­ce­do­res con­tem­po­rá­neos del mun­do ára­be y musulmán.

Ima­gen: Las aven­tu­ras del pre­cio Nobel de la paz : Barack se va a Yemen. Gré­goi­re Lalieu, Inves­ti­g’Ac­tion.

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