El dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción, patrio­tis­mo, inter­na­cio­na­lis­mo, impe­ria­lis­mo y cos­mo­po­li­tis­mo por Luis Ocam­po, mili­tan­te de IZCA

Bajo la eti­que­ta de »patrio­tis­mo y/​o nacio­na­lis­mo», se han movi­do y aun se mue­ven corrien­tes ideo­ló­gi­cas con con­te­ni­dos diver­sos e inclu­so con­tra­pues­tos, des­de lo que podría­mos lla­mar una pers­pec­ti­va progresista.

Cier­ta­men­te el tema del patrio­tis­mo o del nacio­na­lis­mo, como cual­quie­ra de entre aque­llos que a tra­vés de la his­to­ria han con­tri­bui­do a con­fi­gu­rar las con­cien­cias colec­ti­vas de los diver­sos gru­pos socia­les, es com­ple­jo y como no, con­tro­ver­ti­do. El tema de los patrio­tis­mos, de los nacio­na­lis­mos para hablar con rigor, requie­re ser abor­da­do sin apriorismos.

Las nacio­nes con o sin esta­do son reali­da­des de pri­me­ra impor­tan­cia en el seno de las cua­les se dan los prin­ci­pa­les fenó­me­nos socia­les para sus colec­ti­vi­da­des respectivas.

Las cla­ses popu­la­res no pode­mos tener una acti­tud nihi­lis­ta ante el hecho nacio­nal, por que ello equi­val­dría a tener una acti­tud nihi­lis­ta ante lo que podría­mos lla­mar »el mar­co natu­ral de los con­flic­tos socia­les». Por el con­tra­rio, el blo­que social intere­sa­do en trans­for­mar una socie­dad tie­ne que saber arti­cu­lar nacio­nal­men­te su pro­yec­to social alternativo.

Los trabajadores/​as no somos raros per­so­na­jes al mar­gen de las diver­sas reali­da­des nacio­na­les, una espe­cie de mar­cia­nos con mono o bata, los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras, tene­mos patria.

Aho­ra bien, el pun­to de vis­ta sobre la nación, es dife­ren­te según sea el blo­que social que inter­pre­ta esa realidad.

Los patrio­tis­mos, los nacio­na­lis­mos tie­nen dife­ren­tes con­te­ni­dos de cla­se y en fun­ción de ello con­lle­van dife­ren­tes pro­yec­tos sociales.

A gran­des ras­gos podría­mos dife­ren­ciar dos gran­des cate­go­rías: el nacio­na­lis­mo opre­sor, expan­sio­nis­ta, aso­cia­do a los diver­sos impe­ria­lis­mos; y el nacio­na­lis­mo popu­lar-revo­lu­cio­na­rio, aso­cia­do a los diver­sos movi­mien­tos de libe­ra­ción nacio­nal, o de resis­ten­cia antiimperialista.

La prác­ti­ca tota­li­dad de los movi­mien­tos popu­la­res desa­rro­lla­dos des­pués de la II Gue­rra Mun­dial que han con­se­gui­do trans­for­ma­cio­nes polí­ti­co-socia­les sus­tan­cia­les en su mar­co geo­grá­fi­co, han teni­do en muy bue­na medi­da como motor el patrio­tis­mo popu­lar revo­lu­cio­na­rio: Cuba,Mozambique, Viet­nam, Nicaragua,…

Tam­bién en Euro­pa Occi­den­tal los pro­yec­tos nacio­nal popu­la­res: Irlan­da, Eus­ka­di, Cór­ce­ga,… tie­nen una gran sig­ni­fi­ca­ción polí­ti­ca y social.

Estos pro­ce­sos han pues­to sobre la mesa dos tipos de cues­tio­nes de gran importancia:

Pri­me­ro, el con­te­ni­do social de los movi­mien­tos patrió­ti­cos y la arti­cu­la­ción de la lucha nacio­nal y social.

Segun­do, los suje­tos acti­vos, es decir, los sec­to­res socia­les intere­sa­dos en impul­sar los movi­mien­tos nacio­na­les, o la cues­tión de la hege­mo­nía de cla­se en los movi­mien­tos nacio­nal – populares.

NACIÓN Y NACIONALISMO

Se pue­de enten­der el nacio­na­lis­mo como la expre­sión ideo­ló­gi­ca-polí­ti­ca de la rei­vin­di­ca­ción o defen­sa de un deter­mi­na­do pro­yec­to o reali­dad nacional.

Uno de los ejes sobre los que se mue­ve este escri­to es el de la refle­xión sobre la rela­ción entre una deter­mi­na­da reali­dad obje­ti­va que con­fi­gu­ra una for­ma­ción social espe­cí­fi­ca y la cons­truc­ción de un movi­mien­to nacio­nal-popu­lar, como fenó­meno subjetivo.

La rela­ción entre patrio­tis­mo- nacio­na­lis­mo, e inter­na­cio­na­lis­mo; y entre cos­mo­po­li­tis­mo e impe­ria­lis­mo será otro tema de refle­xión, como tam­bién, algu­nas con­si­de­ra­cio­nes sobre el dere­cho de autodeterminación.

Y por últi­mo, el con­flic­to per­ma­nen­te entre nacio­na­lis­mo espa­ñol opre­sor y las resis­ten­cias nacio­nal- popu­la­res en el Esta­do Español.

Obvia­men­te, sobre cada uno de estos temas solo se apun­tan algu­nos ele­men­tos introductorios.

Las nacio­nes son reali­da­des his­tó­ri­ca­men­te con­for­ma­das, no tie­nen pues, un carác­ter inmu­ta­ble, pero son cier­ta­men­te reali­da­des his­tó­ri­cas con­for­ma­das sobre ancla­jes muy pro­fun­dos, y , des­de lue­go, sus »tiem­pos» de géne­sis y desa­rro­llo son lar­gos; par­ti­cu­lar­men­te si en este con­cep­to de desa­rro­llo inclui­mos la arti­cu­la­ción ins­ti­tu­cio­nal de la nación como tal.

Ello es debi­do a que en la con­for­ma­ción de una reali­dad nacio­nal influ­ye muy diver­sos y com­ple­jos ele­men­tos: terri­to­ria­les, eco­nó­mi­cos, polí­ti­cos, cul­tu­ra­les, lin­güís­ti­cos, …que habi­tual­men­te madu­ran de una for­ma con­flic­ti­va, y en oca­sio­nes, anta­gó­ni­ca con otros pro­yec­tos nacionales.

La con­fi­gu­ra­ción de los diver­sos hechos nacio­na­les, ha sufri­do su muy par­ti­cu­lar pro­ce­so, pero hay algu­nos aspec­tos comu­nes o uni­ver­sa­les, en lo que podría­mos lla­mar el naci­mien­to de una nación.

1.La exis­ten­cia de una reali­dad socio-eco­nó­mi­ca, cul­tu­ral, y a veces lin­güís­ti­ca, con iden­ti­dad pro­pia inter­na­men­te, y, dife­ren­cia­da exter­na­men­te de otras reali­da­des, enmar­ca­das en los terri­to­rios domi­na­dos por un úni­co estado.

Este pro­ce­so de uni­fi­ca­ción inte­rior-dife­ren­cia­ción exte­rior, tie­ne un carác­ter pri­mor­dial y esta con­di­cio­na­do por los dife­ren­tes roles que el blo­que domi­nan­te y su Esta­do adju­di­can a los dife­ren­tes pue­blos- terri­to­rios, sobre los que ejer­cen su domi­na­ción: divi­sión del tra­ba­jo, desa­rro­llo des­igual, inter­cam­bio desigual…

Este pro­ce­so es el que podría­mos deno­mi­nar la cons­ti­tu­ción de la nación en un plano objetivo.

Lo que podría­mos deno­mi­nar la cons­ti­tu­ción de la NACIÓN EN SI.

2.La con­fi­gu­ra­ción de un blo­que social, habi­tual­men­te inter­cla­sis­ta, pero hege­mo­nei­za­do por algu­na de las frac­cio­nes de cla­se que lo com­po­nen, cuyos intere­ses están aso­cia­dos a la arti­cu­la­ción polí­ti­co-ins­ti­tu­cio­nal de ese hecho nacio­nal y, que por tan­to van a enca­be­zar y poten­ciar el movi­mien­to nacio­nal correspondiente.

Esto es lo que podría­mos deno­mi­nar la cons­ti­tu­ción de la nación en un plano sub­je­ti­vo, es decir la cons­ti­tu­ción de la NACIÓN PARA SÍ.

El patrio­tis­mo, el nacio­na­lis­mo pues, no es más que la expre­sión sub­je­ti­va, de una reali­dad obje­ti­va, aprehen­di­da cons­cien­te­men­te por un deter­mi­na­do blo­que social. la con­fi­gu­ra­ción de la nación como cate­go­ría socio-eco­nó­mi­ca, pre­ce­de a la cons­ti­tu­ción del movi­mien­to nacio­nal corres­pon­dien­te, aun­que inme­dia­ta­men­te entre ellos se esta­blez­ca una inter­re­la­ción mutua, una inter­re­la­ción dia­léc­ti­ca, que será la que con­duz­ca, o no, a la pro­pia orga­ni­za­ción polí­ti­ca y social de la nación como tal.

Nacio­na­lis­mo e internacionalismo.

Uno de los argu­men­tos favo­ri­tos de la pseu­do izquier­da esta­ta­lis­ta para ata­car al nacio­na­lis­mo popu­lar es el de acha­car­le un carác­ter intrín­se­co de inso­li­da­ri­dad, el de con­tra­po­ner nacio­na­lis­mo-popu­lar e internacionalismo.

Cier­ta­men­te ese dis­cur­so, por lla­mar­lo de algu­na mane­ra, es tan delez­na­ble en sus obje­ti­vos, como pobre en su fun­da­men­ta­ción teórica.

LO UNIVERSAL Y LO PARTICULAR: El nacio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio, no nie­ga los aspec­tos de uni­ver­sa­li­dad de las con­tra­dic­cio­nes, muy al con­tra­rio, el patrio­tis­mo popu­lar esta muy aten­to a esos aspec­tos y son bien cono­ci­das las inter­re­la­cio­nes entre los pue­blos que han hecho sus trans­for­ma­cio­nes bajo esa ban­de­ra: Cuba, Nica­ra­gua, Viet­nam, Mozambique…

O las rela­cio­nes de soli­da­ri­dad mutua entre diver­sos movi­mien­tos nacio­nal-popu­la­res en el Esta­do Español.

Pero el nacio­na­lis­mo-popu­lar revo­lu­cio­na­rio ade­más de reco­ger los aspec­tos de uni­ver­sa­li­dad de las con­tra­dic­cio­nes afir­ma su par­ti­cu­la­ri­dad, y esto, la par­ti­cu­la­ri­dad de las con­tra­dic­cio­nes es pre­ci­sa­men­te lo que se les olvi­da a los estatalistas-cosmopolitistas.

Enten­de­mos la soli­da­ri­dad entre los pue­blos, como inter­na­cio­na­lis­mo, pre­ci­sa­men­te a par­tir de la afir­ma­ción de cada reali­dad par­ti­cu­lar, del res­pe­to mutuo de, y, entre cada una de ellas, y a par­tir de ahí, esta­ble­cer los lazos de rela­ción que con­ven­ga según pre­ci­sa­men­te la uni­ver­sa­li­dad de las
contradicciones.

El caso del Esta­do Espa­ñol es un ejem­plo de gran rique­za en este sen­ti­do, el esta­ta­lis­mo- cos­mo­po­li­tis­mo, en nom­bre de un inter­na­cio­na­lis­mo abs­trac­to, nie­ga la par­ti­cu­la­ri­dad de las reali­da­des nacio­na­les, nie­ga la exis­ten­cia de diver­sas nacio­nes en el Esta­do, y su dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción y por tan­to a la inde­pen­den­cia, de esa mane­ra se con­vier­te en uno de los mejo­res alia­dos del Esta­do opre­sor español.

El cos­mo­po­li­tis­mo en nom­bre de un fal­so moder­nis­mo, lo que hace es favo­re­cer la impo­si­ción de la cul­tu­ra, del blo­que domi­nan­te cen­tra­lis­ta o metro­po­li­tano, a un con­jun­to de pue­blos, median­te un pro­ce­so de colo­ni­za­ción cul­tu­ral, en el que siem­pre están pre­sen­tes en mayor o menor medi­da for­mas de violencia.

Natu­ral­men­te la colo­ni­za­ción cul­tu­ral, no es más que un fren­te par­cial de lo que es un pro­ce­so glo­bal de domi­na­ción, que tam­bién incor­po­ra los nive­les polí­ti­co, mili­tar, económico, …

SOBRE EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN

En la con­cep­ción del dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción nos encon­tra­mos habi­tual­men­te con dos planteamientos:

1.Uno que podría­mos lla­mar for­ma­lis­ta o jurí­di­co, que con­si­de­ra que el dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción con­sis­te fun­da­men­tal­men­te en que en un momen­to dado, una comu­ni­dad nacio­nal, a tra­vés de un refe­ren­dúm o simi­la­res se pro­nun­cia sobre los víncu­los que desea man­te­ner o esta­ble­cer con un deter­mi­na­do Esta­do, o con otras comu­ni­da­des nacionales.

2.Otro plan­tea­mien­to, en el que no se exclu­ye el pri­me­ro, que nos pare­ce más efi­caz, es el que aso­cia estre­cha­men­te los con­cep­tos de auto­or­ga­ni­za­ción popu­lar y autodeterminación.

Pare­ce obvio que si se ejer­cie­se el dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción for­mal­men­te en un refe­ren­dúm, sin un gra­do de auto­or­ga­ni­za­ción del pueblo:político, sin­di­cal, social,… sin medios de comu­ni­ca­ción pro­pios que defien­dan la posi­ción de sobe­ra­nía nacio­nal, por muy jus­to que ese obje­ti­vo fue­se, la bata­lla polí­ti­co-ideo­ló­gi­co-elec­to­ral con el Esta­do, sería tan des­igual, con­tan­do éste con todo su apa­ra­to admi­nis­tra­ti­vo, mediá­ti­co, repre­si­vo, que la derro­ta sería mas que probable.

Es mas, podría legi­ti­mar­se a tra­vés de esa manio­bra for­mal­men­te demo­crá­ti­ca la posi­ción del blo­que dominante.

El dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción tie­ne que ir estre­cha­men­te vin­cu­la­do a un pro­ce­so de autor­ga­ni­za­ción popu­lar, a un pro­ce­so de cons­truc­ción de fuer­zas pro­pias, polí­ti­ca e ideológicamente.

De algu­na for­ma se tra­ta de ir levan­tan­do des­de aba­jo, un cier­to sis­te­ma de poder popu­lar pro­pio, en todos sus fren­tes, capaz de resis­tir y en ulti­ma ins­tan­cia ven­cer, la fuer­za del poder del blo­que reaccionario.

La for­mu­la­ción abs­trac­ta a un indi­vi­duo o a una nación sobre si quie­re ser libre, esto es, auto­de­ter­mi­nar­se, solo resul­ta correc­ta en la medi­da en que antes se vayan dan­do las con­di­cio­nes nece­sa­rias para la toma de con­cien­cia de la pro­pia situación.

La auto­de­ter­mi­na­ción no es un acto pun­tual, no pue­de ser una cesión gra­tui­ta, sino que sig­ni­fi­ca un esfuer­zo orga­ni­za­ti­vo, la lucha prác­ti­ca por unos obje­ti­vos, y la con­quis­ta final de esos mismos.

El aspec­to nuclear de la auto­de­ter­mi­na­ción, esta se basa en al con­se­cu­ción de la sobe­ra­nía, que apa­re­ce como pro­duc­to de una prác­ti­ca ante­rior. Auto­de­ter­mi­nar­se exi­ge tener un blo­que social que diri­ja el pro­ce­so y un pro­yec­to social eco­nó­mi­co y polí­ti­co que vin­cu­le a todos los sec­to­res intere­sa­dos en la autodeterminación.

En oca­sio­nes, el sim­ple ejer­ci­cio for­mal del dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción sobra por­que la fuer­za del movi­mien­to nacio­nal popu­lar, sobre­pa­sa la capa­ci­dad de agre­sión o de domi­na­ción de un deter­mi­na­do Esta­do, en un pro­ce­so como el que describíamos.

En otras oca­sio­nes, que sue­len coin­ci­dir con situa­cio­nes en las que estra­té­gi­ca­men­te nadie esta en con­di­cio­nes pre­vi­si­bles de derro­tar al con­tra­rio, en situa­cio­nes que podría­mos lla­mar de »tablas», las cosas se resuel­ven por la vía del ejer­ci­cio for­mal del dere­cho de autodeterminación.

Esta era la situa­ción a la que apa­ren­te­men­te se había lle­ga­do en el Sahá­ra hace unos cuen­tos años, pero que hoy pare­ce cambiante.

La opre­sión nacio­nal y colo­nial tie­ne un carác­ter glo­bal, se desa­rro­lla abso­lu­ta­men­te en todos los frentes.

En algu­nos casos esta domi­na­ción se pue­de hacer con rela­ti­va suti­le­za y por tan­to la vía de la per­sua­sión pue­de tener un papel impor­tan­te, pero en la mayo­ría de los casos la per­sua­sión no alcan­za para impo­ner deter­mi­na­dos pro­yec­tos y el Esta­do opre­sor tie­ne que recu­rrir a la repre­sión pura y dura, y sistemática.

Pues bien, es en estos pro­ce­sos en los que el Esta­do en con­tra de la volun­tad de la mayo­ría de una pobla­ción, impo­ne sus pla­nes por la fuer­za de la vio­len­cia, es en los que pier­de su legi­ti­mi­dad ante esa población.

Por que en esos pro­ce­sos apa­re­ce cla­ra­men­te el Esta­do como un ins­tru­men­to de opre­sión y de defen­sa de intere­ses aje­nos; y es en ese espa­cio de per­di­da de legi­ti­mi­dad del Esta­do, don­de cobra legi­ti­mi­dad un pro­ce­so de resis­ten­cia, de defen­sa de los intere­ses pro­pios, a tra­vés de todos los medios, con­tra una vio­len­cia ofen­si­va y de defen­sa de intere­ses ajenos.

En el Esta­do Espa­ñol como en otros esta­dos mul­ti­na­cio­na­les, exis­te una diná­mi­ca de enfren­ta­mien­to entre un pro­yec­to nacio­nal, el espa­ñol, opre­sor y nega­dor de diver­sas reali­da­des nacio­na­les que tie­nen como motor ideo­ló­gi­co al espa­ño­lis­mo y que repre­sen­ta a los intere­ses del blo­que social en el poder des­de hace casi cin­co siglos, y los diver­sos movi­mien­tos nacio­nal- popu­la­res que exis­ten en el Estado.

Ese pro­yec­to nacio­nal esta­tal, »el espa­ñol» a dife­ren­cia de lo que ocu­rre en otros Esta­dos tra­di­cio­nal­men­te opre­so­res, la Gran Bre­ta­ña por ejem­plo, no se asien­ta sobre la hege­mo­nía glo­bal y de domi­na­ción con­si­guien­te de una deter­mi­na­da nación his­tó­ri­ca sobre otras de su contexto.

Lec­tu­ra que a veces se ha pre­ten­di­do apli­car al caso del Esta­do Espa­ñol, adju­di­can­do ese papel de nación domi­na­do­ra a Castilla.

Recha­za­mos radi­cal­men­te esa con­cep­ción. El nacio­na­lis­mo espa­ño­lis­ta es un nacio­na­lis­mo nue­vo, »supe­ra­dor y subli­ma­dor» de las nacio­nes exis­ten­tes en la penín­su­la ibé­ri­ca en el momen­to del ini­cio de su cons­truc­ción y no basa­do en la domi­na­ción de nin­gu­na reali­dad nacio­nal pre­via­men­te exis­ten­te, sino aso­cia­do a los intere­ses del blo­que social de domi­na­ción que se con­fi­gu­ra arti­cu­lán­do­se pre­ci­sa­men­te alre­de­dor de ese nue­vo pro­yec­to nacional.-imperial.

Las refle­xio­nes de Orte­ga y Gaset en su »Espa­ña inver­te­bra­da» entre otros auto­res, son bien elo­cuen­tes de la fal­ta de bases soli­das, del pro­yec­to nacio­nal espa­ñol, muy a su pesar.

Cier­ta­men­te en la con­fi­gu­ra­ción del pro­yec­to nacio­nal espa­ñol, se ins­tru­men­ta­li­zan ele­men­tos pro­ce­den­tes de Cas­ti­lla como es el caso de la len­gua, ele­men­tos jurí­di­cos, admi­nis­tra­ti­vos y cul­tu­ra­les. Ello con­lle­va que el con­flic­to nacio­nal, Cas­ti­lla-Esta­do Espa­ñol, ten­ga en pri­mer lugar ele­men­tos socio económicos.

Tres líneas de refle­xión pue­den ser­vir­nos para acer­car­nos a este tema:

1.Que la pri­me­ra opo­si­ción popu­lar masi­va, polí­ti­ca y mili­tar­men­te orga­ni­za­da de defen­sa de una comu­ni­dad nacio­nal, fren­te a los inten­tos de cons­truc­ción de lo que serían las bases del Esta­do Impe­rial Espa­ñol, se dan pre­ci­sa­men­te en Cas­ti­lla con la gue­rra de las Comunidades.

2.Que la com­po­si­ción del blo­que domi­nan­te que par­tir del SXVI y muy par­ti­cu­lar­men­te par­tir del Siglo XIX rige los des­ti­nos de los res­tos del impe­rio espa­ñol, se va a nutrir de los diver­sos Pue­blos del Estado.

3.Que la cons­truc­ción de ese Esta­do, cen­tra­lis­ta e impe­ria­lis­ta, va a supo­ner la rui­na para Cas­ti­lla, su invo­lu­ción eco­nó­mi­ca y demo­grá­fi­ca, que de ser un país pros­pe­ro y desa­rro­lla­do, pasa­rá a ser un país empo­bre­ci­do y en pro­ce­so de invo­lu­ción has­ta lle­gar a la bru­tal situa­ción de colo­nia­lis­mo inte­rior que hoy padecemos.

La apa­ri­ción más tar­día en Cas­ti­lla del nacio­na­lis­mo popu­lar, pare­ce pro­pi­cia­da por la pro­pia ins­tru­men­ta­li­za­ción e iden­ti­fi­ca­ción que el poder ha hecho a nivel pro­pa­gan­dís­ti­co de Cas­ti­lla-Espa­ña, así mis­mo, la ausen­cia de un con­flic­to lin­güís­ti­co, la com­pra de »la inte­li­gen­cia» por el poder admi­nis­tra­ti­vo y la ausen­cia de una bur­gue­sía nacio­nal cas­te­lla­na, influ­yen en este retraso.

Sin embar­go el carác­ter del nacio­na­lis­mo-revo­lu­cio­na­rio en Cas­ti­lla aún sien­do tar­dío tie­ne un cla­ro con­te­ni­do pro­gre­sis­ta, popu­lar y de cla­se, por el pro­pio pun­to de partida.

La ausen­cia de una bur­gue­sía cas­te­lla­na y cas­te­lla­nis­ta es una gran ven­ta­ja estra­té­gi­ca para el movi­mien­to popu­lar castellano.

La exis­ten­cia de un Patrio­tis­mo Popu­lar soli­da­rio con el res­to de los pue­blos del Esta­do y por tan­to defen­sor de los dere­chos de esos pue­blos, en lo que el blo­que domi­nan­te y muy espe­cial­men­te el PP con­si­de­ran su terri­to­rio exclu­si­vo, Cas­ti­lla, cree­mos que cobra una espe­cial impor­tan­cia en la coyun­tu­ra polí­ti­ca en la que vivi­mos. Y con­si­de­ra­mos que es el ins­tru­men­to real­men­te más efi­caz para avan­zar en la cons­truc­ción de una Cas­ti­lla sobe­ra­na, anti­fas­cis­ta y soli­da­ria con los Pue­blos del Esta­do y del mundo.

Luis Ocam­po, Izquier­da Castellana

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