En los últimos 10 días, ha salido a la luz una noticia que ha llamado la atención de algunas personas: un surcoreano ha desertado a Corea del Norte. Sin duda, para el público occidental esto puede parecer una excepción o, como mínimo, una sospresa mayúscula. Sin embargo, no estamos ante un hecho tan anecdótico.
Kang Tong Rim, trabajaba en una granja de cerdos en Polgyo, en la provincia de Jolla del Sur. Antes, había trabajado para la Samsung, en la rama de los semiconductores. Pero la brutal crisis económica que afecta al mundo capitalista parece que también alcanzó al gigante Samsung, que despidió a Kang Tong Rim de su puesto de trabajo.
¿Ha emigrado Kang Tong Rim debido a la desesperación de no encontrar empleo? Puede ser, aunque en el momento en que cruzó la frontera, Kang ya tenía empleo en la granja. Quizás la situación de precariedad laboral y desempleo que sufre la clase trabajadora del sur de Corea, hizo más atractiva la idea de emigrar al norte, donde todos los trabajadores tienen asegurado un empleo estable, atención sanitaria, vivienda y cursos de formación gratuitos. Pero Kang ya se sentía atraído por Corea del Norte antes. Entre 2001 y 2003, cuando sirvió en el Ejército Surcoreano, Kang intentó cruzar en varias ocasiones la frontera, pero sin éxito.
¿Es Kang Ton Rim un antiguo nostálgico comunista? En ningún caso. Kang acaba de cumplir los 30 años y es una persona joven y con toda la vida por delante. Su opción de cruzar la frontera sólo tiene un significado: a pesar de la bestial campaña de propaganda anti-comunista, ha optado por vivir bajo el socialismo.
Pero Kang Ton Rim no es un caso único. En los últimos años ha habido más ejemplos de intentos de deserción hacia Corea del Norte. No todos han tenido éxito. Para aquellos que fracasan, les espera todo el “peso del Estado de Derecho” de la “democracia surcoreana”.
La Ley de Seguridad Nacional (la antigua Ley Anti-comunista de Corea del Sur) prohíbe cualquier tipo de contacto con Corea del Norte, la creación de un partido comunista, tener libros de Kim Il Sung o enviar una carta a los familiares, entre otras cosas. Bajo la Ley de Seguridad Nacional, se ha llegado incluso a juzgar a militares por tener libros de Chomsky o a turistas por visitar Pyongyang. Conociendo estos precedentes, no es de extrañar que a los desertores sólo les pueda esperar la cárcel. El último ejemplo se vivió el pasado mes de octubre, cuando un hombre de 54 años fue condenado a la cárcel por intento de deserción aunque, por ahora, ha conseguido eludir su ingreso. Entre 2007 y 2008, un hombre de 45 años fue encarcelado durante 18 meses por intentar cruzar la frontera norcoreana.
Pero estos son sólo algunos ejemplos de casos recientes. La historia de la división de Corea cuenta con numerosas deserciones. Choe Tok-sin, ministro surcoreano de exteriores, desertó durante los años 80 al Norte. Allí, se afilió al Partido Chondoísta Chongu, uno de los tres partidos con representación parlamentaria en Corea del Norte. Cuando murió, era miembro de su Comité Central. Escribió libros como “Mis 30 años en Corea del Sur” o “La nación y yo”, en los que narra los entresijos del poder bajo el régimen capitalista surcoreano.
A pesar de que los ejemplos son muy numerosos, hay dos que son especialmente reseñables.
El primero de ellos es el de la comunidad de coreanos residentes en Japón. Las familias coreanas en Japón son descendientes de los muchos trabajadores que emigraron al archipiélago nipón ‑en condiciones más o menos forzosas- durante el régimen colonial. Durante los años 60, hubo un movimiento masivo de retorno a Corea. A pesar de que el 93% de los coreanos residentes en Japón procedían de la parte sur de Corea, una mayoría optó por trasladarse a la parte norte. Alrededor de 100’000 coreanos emigraron a Corea del Norte.
El segundo ejemplo lo encontramos unos años antes, durante la Guerra de Corea. Si bien es cierto que hubo un movimiento de personas en ambos sentidos (del Norte al Sur y viceversa), centenares de miles de surcoreanos pasaron a vivir en Corea del Norte tras la guerra. No se han publicado cifras exactas, pero sí que existen algunas que nos dan una idea aproximada. Quiero señalar un ejemplo:
En Corea del Norte, desde 1945 ‑año de la independencia‑, se llevó a cabo una política intensiva de alfabetización y educación. En 1949, Corea del Norte se convirtió en el primer país asiático libre de analfabetismo. En 1953, termina la Guerra de Corea y se comienzan nuevos planes en la Educación. Debido a los bajos niveles educativos de los surcoreanos, se crea un programa especial para que puedan estudiar de forma normal en el Norte de Corea. En este programa participan 368’000 personas.
Por otro lado, Corea del Sur también proclama tener a desertores norcorenos. Sin embargo, las cifras varían según las fuentes, entre 2’000 y 17’000. Sin embargo, estas cifras suelen tener un fuerte cariz propagandístico y han sido puestas en duda en numerosas ocasiones. Por ejemplo, en el año 2000, el gobierno surcoreano afirmó que había en torno a 15’000 norcoreanos viviendo en su territorio. 8 años después, la cifra era de 17’000. Sin embargo, durante todo este tiempo, no se han publicado los nombres y apellidos de los 2’000 supuestos nuevos desertores.
En ocasiones, se ha demostrado que algunos casos de deserciones por parte de norcoreanos eran meros montajes, como un supuesto asalto a una embajada extranjera. Por lo tanto, es necesario tratar las cifras con cierto recelo.
En fin, creo que sólo nos queda darle la enhorabuena a Kang Tong Rim y desearle que disfrute de su nueva vida en la Corea socialista. El gobierno surcoreano, para intentar quitarle hierro al asunto, ha comenzado una campaña de desprestigio contra él, diciendo que antes de su deserción ya estaba en búsqueda y captura por una supuesta agresión a su jefe. No es más que propaganda de consumo interno; a Kang, ya no tiene que importarle. Para él, ese mundo de mentira y de frustración ya se quedó atrás.