Trí­po­li sin con­trol y con­ver­ti­da en una car­ni­ce­ría humana

Agen­cias y cade­nas mediá­ti­cas inter­na­cio­na­les (que decre­ta­ron la «caí­da» pre­ma­tu­ra del pre­si­den­te libio) coin­ci­den en su apre­cia­ción. Trí­po­li, la capi­tal de Libia, vive un esta­do de anar­quía y de «gue­rra civil». Nadie con­tro­la, y las úni­cas cer­te­zas son el caos y la incer­ti­dum­bre. En este esce­na­rio, se afir­ma la posi­bi­li­dad de que los «bom­bar­deos huma­ni­ta­rios» de la OTAN (léa­se des­truc­ción de Libia y masa­cre de dece­nas de miles de civi­les en 5 meses) se con­vier­tan en una «inva­sión terres­tre huma­ni­ta­ria» para con­tro­lar el petró­leo y res­tau­rar la gober­na­bi­li­dad en el país.

Por Manuel Frey­tas (*)
manuefreytas@​iarnoticias.​com

La capi­tal de Libia está inmer­sa en una ver­da­de­ra car­ni­ce­ría huma­na, con caos, anar­quía, incer­ti­dum­bre, y sin pun­tos pre­ci­sos de las posi­cio­nes enemigas. 

Se habla de una gue­rra urba­na san­grien­ta y sin pará­me­tros, con eje­cu­cio­nes, tor­tu­ras y «cace­rías» noc­tur­nas de alia­dos civi­les, tan­to del gobierno como de los mer­ce­na­rios. Los hos­pi­ta­les están colap­sa­dos por los heri­dos y muti­la­dos que no alcan­zan a ser atendidos. 

Los muer­tos (como ya suce­dió en Irak) per­ma­ne­cen horas en las calles sin ser reco­gi­dos. Ya casi no hay ener­gía, no hay ser­vi­cios esen­cia­les, la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca está para­li­za­da, y se vati­ci­na una catás­tro­fe ali­men­ta­ria. Las cifras de muer­tos y heri­dos en las últi­mas 72 horas se suman por miles, algu­nas hablan de 3.000 muer­tos y otros dupli­can esa cantidad. 

La con­fu­sión y la mani­pu­la­ción mediá­ti­ca para favo­re­cer a los inva­so­res, tocan extre­mos increí­bles. Lo que pare­cía un «paseo» para la coa­li­ción impe­rial inva­so­ra USA-OTAN que dise­ñó y coor­di­na a los gru­pos mer­ce­na­rios gol­pis­tas, se com­pli­có y se desmadró. 

Kada­fi, en una juga­da tác­ti­ca, se con­vir­tió en una «fan­tas­ma» que está en todos lados y no está en nin­guno. Con lo que que­da en pie de su línea de coman­do, el líder libio con­cen­tró su logís­ti­ca y sus tro­pas en los pun­tos más fuertes. 

Con tro­pas, tan­ques y bate­rías que pare­cían emer­ger de los sóta­nos, lo que que­da del ejér­ci­to del pre­si­den­te libio bom­bar­dea­ba y ata­ca­ba este miér­co­les a los gru­pos mer­ce­na­rios en dis­tin­tos pun­tos de Trípoli. 

La reali­dad, des­crip­ta en par­te por los corres­pon­sa­les extran­je­ros, echa por tie­rra el supues­to con­trol que se atri­bu­yen las fuer­zas sedi­cio­sas sobre la capi­tal de Libia.

Lo que antes era un enemi­go «visi­ble» (Kada­fi y su Ejér­ci­to) se ha con­ver­ti­do en un enemi­go «invi­si­ble» que ata­ca y desaparece. 

Para­le­la­men­te, un coman­do de gue­rra asi­mé­tri­ca, des­ple­ga­do entre la pobla­ción leal, rea­li­za embos­ca­das, aten­ta­dos y accio­nes de gue­rri­lla urba­na con­tra los gru­pos mer­ce­na­rios y con­tra los coman­dos y ofi­cia­les de fuer­zas espe­cia­les y de inte­li­gen­cia de EEUU, Rei­no Uni­do e Israel, que dise­ñan y coor­di­nan los ope­ra­ti­vos de toma y con­trol de Trípoli. 

En 24 horas (lue­go de la toma del bun­ker pre­si­den­cial por los sedi­cio­sos) la situa­ción, entre los jefes mer­ce­na­rios y los líde­res de las poten­cias inva­so­ras, varió de la eufo­ria triun­fa­lis­ta a la incer­ti­dum­bre.

Ana­lis­tas euro­peos y esta­dou­ni­den­ses ya hablan de una «rato­ne­ra» para los inva­so­res. Para­le­la­men­te, la pren­sa inter­na­cio­nal (colum­na ver­te­bral de «infor­ma­ción» de la coa­li­ción inva­so­ra USA-UE) pide casi abier­ta­men­te que EEUU y la OTAN des­plie­guen sus tro­pas en Libia.

Des­de el mar­tes, comen­ta­ris­tas y ana­lis­tas de algu­nas cade­nas como la CNN piden una «inter­ven­ción inter­na­cio­nal» para evi­tar que Libia cai­ga en el caos de los «gru­pos fun­da­men­ta­lis­tas» que inte­gran el coman­do «rebel­de» de la CNT. 

La per­cep­ción gene­ra­li­za­da entre los man­dos impe­ria­les de EEUU y Euro­pa es que los lla­ma­dos «rebel­des» son un mosai­co casi delin­cuen­cial de gru­pos mer­ce­na­rios fun­da­men­ta­lis­tas de dis­tin­ta extrac­ción, que una vez en el poder van a luchar entre sí por el repar­to del botín de gue­rra.

Este es el pun­to cen­tral que ensom­bre­ce y tor­na imprac­ti­ca­ble la estra­te­gia de con­quis­ta de Libia sin sacri­fi­cio de sol­da­dos y sin cos­to polí­ti­co para las poten­cias de la coa­li­ción USA-OTAN. 

Nin­gún ana­lis­ta del sis­te­ma le con­ce­de futu­ro a un gobierno títe­re (como en Irak o Afga­nis­tán) con­for­ma­do por gru­pos de mer­ce­na­rios for­ma­dos por la CIA, cuya úni­ca expe­rien­cia es gue­rrear por encar­go o entre sí por dine­ro y prebendas. 

En este esce­na­rio, se afir­ma la posi­bi­li­dad de que los «bom­bar­deos huma­ni­ta­rios» de la OTAN (léa­se des­truc­ción de Libia y masa­cre de dece­nas de miles de civi­les en 5 meses) se con­vier­tan en una «inva­sión terres­tre huma­ni­ta­ria» para con­tro­lar el petró­leo y res­tau­rar la gober­na­bi­li­dad en el país.

Y son incon­ta­bles las ver­sio­nes, sali­das prin­ci­pal­men­te de los bún­ke­res del poder esta­dou­ni­den­se y euro­peo, que dan por sen­ta­do que ya hay un plan mili­tar y un calen­da­rio de las poten­cias inva­so­ras (con EEUU a la cabe­za) para impo­ner la «paz» en Libia con bases y sol­da­dos como en Irak y Afga­nis­tán.

Mien­tras tan­to, los obje­ti­vos y meca­nis­mos eco­nó­mi­cos que ali­men­ta­ron la ope­ra­ción mili­tar de des­pe­da­za­mien­to de Libia y la masa­cre de su pobla­ción civil, ya se pusie­ron en marcha.

Mien­tras los líde­res y fun­cio­na­rios impe­ria­les pre­pa­ran un gobierno cola­bo­ra­cio­nis­ta de «tran­si­ción», las cor­po­ra­cio­nes, ban­cos e indus­tria de gue­rra USA-euro­peas pre­pa­ran su des­em­bar­co en Libia bajo el clá­si­co argu­men­to de «recons­truir» la infra­es­truc­tu­ra y la eco­no­mía del país des­trui­da por los bom­bar­deos de las mis­mas poten­cias que lle­gan en cali­dad de «sal­va­do­res».

EEUU y las poten­cias de la OTAN ya deci­die­ron des­con­ge­lar los acti­vos libios en el exte­rior, para que la admi­nis­tra­ción entran­te com­pre armas a las arma­men­tis­tas, las petro­le­ras recons­tru­yan la indus­tria del petró­leo y el mer­ca­do libio, y las tras­na­cio­na­les y los gru­pos finan­cie­ros par­ti­ci­pen acti­va­men­te del botín de la «recons­truc­ción» de Libia.

Y Libia, al cos­to de su des­truc­ción, masa­cre colec­ti­va y cri­sis huma­ni­ta­ria, pone nue­va­men­te en vigen­cia el prin­ci­pio limi­nar de Roths­child que guía his­tó­ri­ca­men­te a las ope­ra­cio­nes impe­ria­les de con­quis­ta: «Don­de no hay gue­rra, hay que inven­tar­la para hacer nego­cios».

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