Se lla­ma ase­si­na­to- Rodri Suarez

Un cobar­de cri­men fas­cis­ta per­pe­tra­do por un gru­po neo-nazi con­tra un segui­dor depor­ti­vis­ta. Eso fue lo que pasó en Madrid por mucho que se inten­te negar inten­tan­do repar­tir cul­pas entre unos y otros.

Un gru­po de segui­do­res del Depor acu­den a ver a su equi­po a Madrid, al Cal­de­rón, sabien­do que se jue­gan el tipo por­que per­te­ne­cen a los Ria­zor Blues, y tie­nen malas rela­cio­nes con los ultras loca­les del Fren­te Atlé­ti­co, de los que les sepa­ra bási­ca­men­te la ideo­lo­gía, pues no hay riva­li­dad entre ambos equi­pos. En resu­men, que nada tenía que ver, el fút­bol no pro­vo­có por sí mis­mo la tra­ge­dia de este domin­go, sino que ésta fue con­se­cuen­cia de un lar­go enfren­ta­mien­to entre fas­cis­tas y anti-fas­cis­tas (lo que no con­vier­te a éstos últi­mos en ejem­plo pleno de con­duc­ta, cier­ta­men­te, de hecho son muy con­tra­dic­to­rios; pero la cues­tión cen­tral que sepa­ra a Blues y Fren­te es polí­ti­ca. No se pue­de ana­li­zar lo ocu­rri­do excluyéndola).

Esos segui­do­res lle­gan a Madrid y se bajan de los auto­bu­ses, se diri­gen a bares. No están arma­dos, aun­que cuen­tan con algún mate­rial piro­téc­ni­co, total­men­te legal ‑hay fies­tas muni­ci­pa­les en las que se uti­li­zan- aun­que, obvia­men­te, pue­den ser peli­gro­sos. De pron­to son ata­ca­dos por 150 ultras, arma­dos has­ta los dien­tes. En vez de dejar­se pegar o limi­tar­se a huir, la mayo­ría de los segui­do­res del Depor deci­den hacer­le fren­te a la hor­da fas­cis­ta. Lle­van las de per­der. Son supe­ra­dos. Pero no es una bata­lla entre igua­les, como foros intere­sa­dos tra­tan de decir, no, es una agre­sión que encon­tró respuesta.

Bra­va­tas por las redes hay todos los días. Pero los Blues insis­ten en que no habían que­da­do para pegar­se con nadie. La lógi­ca indi­ca que de haber­lo hecho, habrían ele­gi­do un lugar más dis­cre­to que el apar­ca­mien­to pega­do al Esta­dio. Y ade­más resul­ta que quien fil­tra la posi­ble exis­ten­cia de una cita pre­via es la poli­cía, que tar­dó mucho en actuar (hay quien denun­cia que dejó hacer a los que tenían las de ganar) y que, en el caso de que cono­cie­se esa supues­ta cita: ¿cómo es que no pre­pa­ró un dis­po­si­ti­vo para evi­tar un cho­que violento?

Extra­ña­men­te, los mis­mos perio­dis­tas que ava­lan esa ver­sión poli­cial no se hacen tan rele­van­te pre­gun­ta. Ni hablan de como es posi­ble que las Fuer­zas del Orden no detec­ta­ran a dece­nas de neo-nazis arma­dos por Man­za­na­res des­de las ocho de la maña­na cuan­do los mis­mos vecinos/​as esta­ban asustados/​as por su pre­sen­cia (por cier­to, no sólo los Blues se vie­ron invo­lu­cra­dos en el suce­so, afec­tó a más deportivistas).

Los que son más nume­ro­sos y tie­nen armas ‑cier­ta­men­te que los coru­ñe­ses se defien­den con lo que pue­den- abu­san duran­te los incidentes.

Gol­pean a un depor­ti­vis­ta al que, incons­cien­te, lazan al río (pue­den ver­se algu­nas imá­ge­nes). Se lla­ma Jimmy. Falle­ce poco des­pués (hay serias sos­pe­chas de que se retra­só el anun­cio de su muer­te para que se pudie­se jugar el encuen­tro -show must go on- que el Depor acep­tó dispu­tar en una des­afor­tu­na­da afren­ta a su afi­ción). Lógi­ca­men­te, quien lan­za al Man­za­na­res a fina­les de noviem­bre a una per­so­na iner­te que aca­ba de reci­bir una pali­za lo que inten­ta es matar. O sea, que lo que suce­dió fue un ase­si­na­to. Es impor­tan­te que así se le llame.

Por lo tan­to, tene­mos nazis que ata­can y con­su­man un cri­men. La cosa es cla­ra: ase­si­na­to fas­cis­ta. Sin embar­go, sigue hablán­do­se de “pelea” o “reyer­ta”, siem­pre inten­tan­do situar en el mis­mo nivel a ver­du­gos y a víc­ti­mas (hay quien tira de la teo­ría de la cita pre­via para sos­te­ner esa equivalencia).

Aun­que así fue­ra, en los gru­pos hoo­li­gans exis­te una espe­cie de nor­mas de hon­ra para esas ‑deli­ran­tes y con­de­na­bles- bata­llas pactadas.

Por ejem­plo, que al que está en el sue­lo se le deja en paz y que no se pue­den usar armas blan­cas). Y no, no son com­pa­ra­bles los neo-nazis con los que no lo son, como tam­po­co los que por­tan cuchi­llos con los que no.

Y aquí las esvás­ti­cas y las nava­jas sólo las había de un ban­do, del madrileño.

Así que Jimmy no es lo mis­mo que los que lo mata­ron. Y sos­te­ner ‑como entre otros hizo Javier Tebás, pre­si­den­te de la LFP y ex-mili­tan­te de Fuer­za Nue­va- que no mere­ce con­do­len­cia por ser “un radi­cal” es bási­ca­men­te el mis­mo dis­cur­so de los que jus­ti­fi­can los aten­ta­dos del GAL por­que eran con­tra miem­bros de ETA. O sea más fas­cis­mo. Demasiado.

Por­que fue el fas­cis­mo el que ase­si­nó a ese segui­dor coru­ñés. Esa es la dra­má­ti­ca ver­dad. Que no la mani­pu­len, ni se olvide. 

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