Reco­rri­do de ida y vuelta

Intro­duc­ción

Ana­li­zan­do la situa­ción social y polí­ti­ca des­de Anda­lu­cía, nos encon­tra­mos en un momen­to crí­ti­co carac­te­ri­za­do por el empo­bre­ci­mien­to de la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra y una des­afec­ción polí­ti­ca que tien­de a rom­per los mar­cos del bipar­ti­dis­mo sos­tén del régi­men de la tran­si­ción espa­ño­la de 1978. La pro­fun­da cri­sis glo­bal en la que nos encon­tra­mos des­de los años 2007 – 2008 han ido endu­re­cien­do las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les y de recor­tes que han afec­ta­do a los sec­to­res más humil­des de la socie­dad, a las cla­ses tra­ba­ja­do­ras y popu­la­res que son quie­nes están car­gan­do con los cos­tes de dicha cri­sis. El pago a acree­do­res finan­cie­ros, la mul­ti­pli­ca­ción de las polí­ti­cas de gue­rra, la libe­ra­li­za­ción de ser­vi­cios y las pri­va­ti­za­cio­nes (don­de el Tra­ta­do Trans­atlán­ti­co de Comer­cio e Inver­sión ‑TTIP- no es más que otra de sus caras) supo­nen inten­tos deses­pe­ra­dos de recu­pe­rar una tasa de bene­fi­cios per­di­dos a base de explo­tar más, si cabe, de mane­ra cuan­ti­ta­ti­va y cua­li­ta­ti­va, la vida de las pobla­cio­nes, la natu­ra­le­za y sus recur­sos tra­di­cio­na­les (cono­ci­mien­tos, téc­ni­cas de cul­ti­vo, modos de vida ‑cultura‑, etc.).

En Anda­lu­cía, esta reali­dad se ha uni­do a una estruc­tu­ra socio-eco­nó­mi­ca resul­ta­do de déca­das de polí­ti­cas que ha per­pe­tua­do y agra­va­do la depen­den­cia de nues­tra tie­rra al Esta­do espa­ñol y euro­peo. Polí­ti­cas que han pro­mo­vi­do una agri­cul­tu­ra exten­si­va con menor valor aña­di­do que otros como el indus­trial y finan­cie­ro y cuyos cen­tros de poder y las ganan­cias han esta­do fue­ra del terri­to­rio. Una eco­no­mía basa­da en mono­cul­ti­vos, como el turis­mo y el inmo­bi­lia­rio, que ha pro­vo­ca­do más paro, con­ta­mi­na­ción, pobre­za y pre­ca­rie­dad labo­ral. La entra­da del Esta­do espa­ñol en la Unión Euro­pea creó una depen­den­cia aún mayor de Anda­lu­cía a intere­ses exte­rio­res y una pro­fun­di­za­ción del lati­fun­dis­mo. Solo hay que mirar los núme­ros de las ayu­das de la Polí­ti­ca Agrí­co­la Común (PAC) para ver que éstas se con­cen­tran en los gran­des pro­pie­ta­rios de tie­rras y obvian el cri­te­rio fun­da­men­tal de crea­ción de empleo y desa­rro­llo social. Tam­bién ha pro­vo­ca­do una inten­si­fi­ca­ción del mono­cul­ti­vo en este sec­tor, como es el caso del oli­var y la pro­duc­ción de acei­te de oli­va de alta cali­dad. Inclu­so aun­que los pro­ce­sos de trans­for­ma­ción se pro­duz­can en nues­tra tie­rra, una ausen­cia de fis­ca­li­dad de los gobier­nos esta­tal y anda­luz dejan que ter­mi­nen en empre­sas bri­tá­ni­cas ‑es el caso de la indus­tria cer­ve­ce­ra Cruz­cam­po- y ello sin entrar en quien tie­ne la pro­pie­dad y el con­trol de nues­tros recur­sos e indus­trias (Moreno y Del­ga­do, 2013: 90 – 95).

Anda­lu­cía se pue­de con­si­de­rar, en este sen­ti­do, el sur-Peri­fe­ria den­tro del nor­te-Cen­tro que en ple­na cri­sis del capi­ta­lis­mo glo­bal se está lle­van­do la peor par­te den­tro de los paí­ses del Cen­tro: Emi­gra­ción de su pobla­ción joven más cua­li­fi­ca­da, pér­di­da de salud, altas cotas de pre­ca­rie­dad labo­ral y tasas de paro escan­da­lo­sas y récord en la Unión Euro­pea. A esta situa­ción de opre­sión se aña­de impo­ner a su terri­to­rio una fron­te­ra mili­ta­ri­za­da (Gibral­tar y dos bases de la OTAN) y ser asien­to de las indus­trias más con­ta­mi­nan­tes cuyas plus­va­lías se han apro­pia­do agen­tes exter­nos (polos indus­tria­les en Huel­va y la Bahía de Alge­ci­ras) a lo que se aña­de la actual poten­cia­ción de la peli­gro­sa mine­ría a cie­lo abier­to (Cruz-Rojo y Gil de San Vicen­te, 2015: 247 – 352). En defi­ni­ti­va, su papel se refuer­za como expen­de­dor de mano de obra bara­ta, terri­to­rio base para la explo­ta­ción lati­fun­dis­ta agro­ex­por­ta­do­ra y terri­to­rio-fron­te­ra de la Euro­pa civi­li­za­da y mili­ta­ri­za­da fren­te a la ame­na­zan­te Áfri­ca. La reor­ga­ni­za­ción del Man­do Áfri­ca de Esta­dos Uni­dos ‑AFRICOM- en la base de Morón o el refuer­zo arma­men­tís­ti­co de las bases y des­ta­ca­men­tos esta­bles en Anda­lu­cía; la des­lo­ca­li­za­ción de empre­sas y des­in­dus­tria­li­za­ción de anti­guos polos eco­nó­mi­cos; o la inmo­vi­li­dad del cam­po anda­luz en lo que a tenen­cia de la tie­rra se refie­re; son prue­bas de estas tendencias.

Ser cons­cien­te de esta reali­dad nacio­nal, que se mani­fies­ta de dife­ren­tes for­mas según los terri­to­rios y nacio­nes don­de nos encon­tre­mos, tam­bién impli­ca no per­der de vis­ta el con­tex­to inter­na­cio­nal. Ana­li­zar las manio­bras y movi­mien­tos que se están pro­du­cien­do por la cri­sis pro­fun­da del capi­ta­lis­mo glo­bal que mues­tran en toda su cru­de­za la ausen­cia de valo­res huma­nís­ti­cos en la Unión Euro­pea ante la situa­ción de refu­gia­dos y pobla­ción migran­te. Cri­sis den­tro de la cual está, lógi­ca­men­te, el Esta­do espa­ñol. Muy rela­cio­na­do con lo ante­rior, hay que recor­dar las dra­má­ti­cas con­se­cuen­cias que para los pue­blos de la peri­fe­ria ha supues­to en el pasa­do y en el pre­sen­te el terror, la vio­len­cia y la explo­ta­ción más bru­tal ejer­ci­da por el impe­ria­lis­mo; y que pre­ci­sa­men­te por ello, han sido sus pue­blos los que más han dado ejem­plo de resis­ten­cias y vic­to­rias para el socia­lis­mo mun­dial. Como muy bien expli­ca Samir Amin, las gen­tes del Sur han sido deci­si­vas en la trans­for­ma­ción del mun­do como demues­tra la his­to­ria del siglo XX, des­de la revo­lu­ción rusa, chi­na, cuba­na y del pue­blo viet­na­mi­ta, jun­to a la difi­cul­tad que tie­nen los pue­blos del Nor­te en cues­tio­nar la pro­pie­dad del capi­tal y el orden mun­dial impe­ria­lis­ta (Amin en: Fanon, 2009: 16, 23 – 25).

Vol­vien­do a Euro­pa, el gobierno de Syri­za de Gre­cia ha demos­tra­do que en la Unión Euro­pea no caben alter­na­ti­vas al neo­li­be­ra­lis­mo y que no les tiem­bla la mano en con­de­nar a la rui­na y a la pobre­za a un país ente­ro con tal de no rom­per con el pago a sus acree­do­res y seguir la hoja de ruta de la aus­te­ri­dad. Por otro lado, hay que des­ta­car las limi­ta­cio­nes pro­pias del gobierno de Syri­za den­tro de Gre­cia, y la impo­si­bi­li­dad de avan­zar hacia otra rela­ción con Euro­pa, el famo­so refe­rén­dum don­de el pue­blo grie­go dijo no, pero que se dese­chó des­de el pro­pio gobierno y que sir­ve de ejem­plo de cómo gober­nar no sig­ni­fi­ca tomar el poder, a dife­ren­cia de lo que la inter­pre­ta­ción refor­mis­ta y social­de­mó­cra­ta de las izquier­das con­si­de­ran. Es por ello que a nivel euro­peo, no se ven expre­sa­das fór­mu­las eco­nó­mi­cas fue­ra del ámbi­to del key­ne­sia­nis­mo que se con­si­de­ren alter­na­ti­vas, reales, fren­te a las medi­das neo­li­be­ra­les impe­ran­tes. Ya que estas estas últi­mas medi­das, jun­to con el mili­ta­ris­mo en alza, son vita­les para el man­te­ni­mien­to de un capi­ta­lis­mo mun­dial en pro­fun­das con­tra­dic­cio­nes eco­nó­mi­cas, polí­ti­cas y éticas.

En el Esta­do espa­ñol, pese a la des­afec­ción social, se pro­du­cen dife­ren­tes movi­li­za­cio­nes, des­de el esta­lli­do del 15M, las Mareas Socia­les, la defen­sa del dere­cho a la vivien­da o la orga­ni­za­ción del 22M. Es en este con­tex­to de pro­tes­tas que se ver­te­bra can­di­da­tu­ras ciu­da­da­nas y un espa­cio polí­ti­co-elec­to­ral como es Pode­mos. A nivel terri­to­rial, a la situa­ción excep­cio­nal ‑en el sen­ti­do posi­ti­vo- de la lucha del pue­blo vas­co, des­ta­ca el inde­pen­den­tis­mo cata­lán como expre­sión del enfren­ta­mien­to con el Régi­men del 78 y una orga­ni­za­ción que, sem­bra­da duran­te años, ha veni­do en ofre­cer una autén­ti­ca vic­to­ria elec­to­ral a una orga­ni­za­ción inde­pen­den­tis­ta de izquier­da, muni­ci­pa­lis­ta y anti­ca­pi­ta­lis­ta, como es la CUP. Fren­te a esta plas­ma­ción polí­ti­co-ins­ti­tu­cio­nal ‑o pre­ci­sa­men­te por ella‑, y sal­vo hon­ro­sas excep­cio­nes, la orga­ni­za­ción real de teji­do sin­di­cal, veci­nal, aso­cia­ti­vo, etc. no es tan acu­sa­do, y ya han comen­za­do a aflo­rar crí­ti­cas sobre su efec­to des­mo­vi­li­za­dor. Lo que si es nece­sa­rio recal­car es la casi inexis­ten­cia de orga­ni­za­cio­nes o movi­mien­tos que plan­teen una cla­ra rup­tu­ra del capi­ta­lis­mo y una alter­na­ti­va socia­lis­ta, y nos vol­ve­mos a cen­trar en Andalucía.

Por­que la expe­rien­cia es tozu­da, sin movi­li­za­ción social, sin tra­ba­jo polí­ti­co de base, sin teji­do veci­nal, sin­di­cal y popu­lar; sin orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que actúen en el seno de dichos movi­mien­tos con una direc­ción polí­ti­ca, toda prác­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal cae­rá en saco roto. Segui­rá la ausen­cia de una rela­ción de fuer­zas posi­ti­va para apli­car los cam­bios des­de las bases y con un recha­zo a la eco­no­mía capi­ta­lis­ta en toda su exten­sión, más allá de la crí­ti­ca al neo­li­be­ra­lis­mo de los pro­gra­mas eco­nó­mi­cos de Pode­mos, Izquier­da Uni­da o el Plan B euro­peo. Tam­bién es fun­da­men­tal conec­tar el tra­ba­jo prác­ti­co con unos obje­ti­vos teó­ri­co-polí­ti­cos que impli­quen supe­rar el capi­ta­lis­mo y tra­zar una estra­te­gia y una guía para la acción, una filo­so­fía de la pra­xis como herra­mien­ta teó­ri­co-prác­ti­ca de ayu­da para la trans­for­ma­ción social en su camino al socialismo.

Filo­so­fía de la pra­xis para el estu­dio y trans­for­ma­ción del capi­ta­lis­mo en socie­da­des concretas

Con­si­de­ra­mos fun­da­men­tal, en la línea teó­ri­co-polí­ti­ca de un mar­xis­mo crí­ti­co, o filo­so­fía de la pra­xis, seguir pro­fun­di­zan­do en las prin­ci­pa­les con­tra­dic­cio­nes del capi­ta­lis­mo ‑en un lugar y espa­cio dado- si que­re­mos trans­for­mar de mane­ra radi­cal dicha reali­dad, en este caso Anda­lu­cía. Por­que el estu­dio del capi­ta­lis­mo, en su máxi­ma rique­za y en su mayor gene­ra­li­dad, no pue­de ir des­li­ga­do de la bús­que­da acti­va de su eli­mi­na­ción y de su sus­ti­tu­ción por otro sis­te­ma socio-eco­nó­mi­co libre de la explo­ta­ción huma­na y natu­ral que con­lle­va el pri­me­ro. Bús­que­da que con­si­de­ra­mos la apor­ta­ción fun­da­men­tal de Karl Marx como Rosa Luxem­burg (1899: 27,28) nos mues­tra con estas bri­llan­tes palabras:

¿Cuál es la cla­ve que le per­mi­tió a Marx des­en­tra­ñar los fenó­me­nos capi­ta­lis­tas y resol­ver, como si nada, pro­ble­mas cuya solu­ción los genios más bri­llan­tes de la eco­no­mía polí­ti­ca bur­gue­sa ni siquie­ra lle­ga­ron a barrun­tar? Fue su con­cep­ción de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta como fenó­meno his­tó­ri­co, no solo en la medi­da en que lo reco­no­cen en el mejor de los casos los eco­no­mis­tas clá­si­cos, es decir, en lo que res­pec­ta al pasa­do feu­dal del capi­ta­lis­mo, sino tam­bién en lo que con­cier­ne al futu­ro socia­lis­ta del mundo.

Par­ti­mos de Marx y Engels, del mar­xis­mo clá­si­co y tam­bién del pos­te­rior, pero rei­vin­di­cán­do­lo de otra mane­ra. En rela­ción con el tema que tra­ta­mos fue el comu­nis­ta ita­liano Anto­nio Grams­ci (1891−1937) quien acu­ña el con­cep­to de filo­so­fía de la pra­xis, entre otras muchas apor­ta­cio­nes teó­ri­cas, en su cor­ta vida mili­tan­te. Su con­cep­to de hege­mo­nía de la cla­se domi­nan­te que no solo se refe­ría a la eco­no­mía y a la polí­ti­ca sino tam­bién a lo que lla­mó cul­tu­ra del poder, a tra­vés de la edu­ca­ción, la reli­gión y los medios de comu­ni­ca­ción; plan­tean­do la unión de la super­es­truc­tu­ra y la infra­es­truc­tu­ra lo que expre­só como socie­dad civil, con su cul­tu­ra, ideo­lo­gía, apa­ra­to del Esta­do y otros esen­cia­les ele­men­tos que con­for­man una socie­dad con­cre­ta, abor­dan­do el tema nacio­nal como nece­sa­rio avan­ce para el socia­lis­mo inter­na­cio­nal. Otra de sus gran­des con­tri­bu­cio­nes fue seña­lar que la cla­ses socia­les no son abso­lu­tas o inmu­ta­bles, sino cam­bian­tes, según las diná­mi­cas socia­les de la his­to­ria con­cre­ta de cada país y como él lo apli­có en la Ita­lia fas­cis­ta que le tocó vivir.

Grams­ci fue todo un ejem­plo de mili­tan­cia comu­nis­ta y revo­lu­cio­na­ria, que le cos­tó tor­tu­ras y años de cár­cel. En la épo­ca con­vul­sa de la socie­dad ita­lia­na y euro­pea plan­tea­ba una revo­lu­ción de su país unien­do la lucha cam­pe­si­na y obre­ra, y pro­po­nien­do la toma del poder tenien­do en cuen­ta que dicho poder inclu­ye un con­jun­to de rela­cio­nes uni­das dia­léc­ti­ca­men­te en un todo social fren­te a la vul­ga­ri­za­ción del mar­xis­mo. Advir­tien­do que la con­di­cio­nes obje­ti­vas no hacen la revo­lu­ción: hacen fal­ta las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras en su pro­ce­so de luchas eco­nó­mi­cas, pero tam­bién polí­ti­cas y cul­tu­ra­les en la cons­truc­ción de un con­tra­po­der popu­lar (Gil de San Vicen­te, 2012: 189 – 198).

Com­par­ti­mos tam­bién las ideas del filó­so­fo alge­ci­re­ño (Cádiz), exi­lia­do en Méxi­co tras el gol­pe fas­cis­ta espa­ñol, Adol­fo Sán­chez Váz­quez (1915−2011), que entien­de el mar­xis­mo como una filo­so­fía de la pra­xis. Esto no sig­ni­fi­ca que sea una teo­ría prag­má­ti­ca, sino por el con­tra­rio, que inten­ta rea­li­zar el aná­li­sis de la reali­dad social lo más exac­to y obje­ti­vo posi­ble, con el fin de poder guiar los fines esta­ble­ci­dos (revo­lu­cio­na­rios) de la mejor mane­ra. Se con­si­de­ra un defen­sor de la obra de Grams­ci, sobre todo en lo rela­ti­vo al tra­ba­jo que se debe hacer en el cam­po cul­tu­ral y moral, res­pe­tan­do las idio­sin­cra­sias y carac­te­rís­ti­cas pro­pias de cada pue­blo y, en este sen­ti­do, no subor­di­nar­lo a la polí­ti­ca. Cri­ti­ca al mar­xis­mo occi­den­tal (el que sur­ge como nega­ción de aquel que se da en los paí­ses del socia­lis­mo real) como euro­cén­tri­co, ya que no con­si­de­ra las apor­ta­cio­nes de auto­res mar­xis­tas de Áfri­ca, Asia o lati­no­ame­ri­ca­nos, ni apli­ca las ideas de Grams­ci cuan­do inten­ta desa­rro­llar alter­na­ti­vas a la social­de­mo­cra­cia europea.

Sán­chez Váz­quez, con­si­de­ra la pra­xis como ele­men­to cen­tral de supera­ción del idea­lis­mo en la defen­sa del mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co1. Dis­tin­gue la con­cien­cia ordi­na­ria de la con­cien­cia filo­só­fi­ca de pra­xis. La con­cien­cia ordi­na­ria lle­va a la prác­ti­ca uti­li­ta­ria que se hace de mane­ra per­so­nal y a‑teórica, ais­la­do de la teo­ría (empi­ris­mo sim­ple), a lo sumo tras una refle­xión per­so­nal o indi­vi­dual. Supe­rar la con­cien­cia ordi­na­ria requie­re una pra­xis social, una con­cien­cia que aúna la teo­ría con la prác­ti­ca social, una cons­truc­ción de his­to­ria huma­na y social. En este sen­ti­do se cri­ti­ca el teo­ri­cis­mo y la inter­pre­ta­cio­nes meca­ni­cis­tas o neo­po­si­ti­vis­tas del mar­xis­mo por­que se olvi­da la impor­tan­cia de la pra­xis, como herra­mien­ta eman­ci­pa­do­ra de la lucha de cla­ses. Pra­xis que impli­ca tam­bién la gene­ra­ción de cono­ci­mien­tos, ínti­ma­men­te uni­dos a la ela­bo­ra­ción de fines en la acti­vi­dad de la con­cien­cia (o acti­vi­dad huma­na). Se actúa cono­cien­do, de la mis­ma mane­ra que se cono­ce, actuan­do (Sán­chez Váz­quez, 1972: 158). El cono­ci­mien­to humano se inte­gra en la doble e infi­ni­ta tarea del ser humano de trans­for­mar la natu­ra­le­za exte­rior y la suya pro­pia. Es la acti­vi­dad de la con­cien­cia, para trans­for­mar la reali­dad natu­ral o social que nece­si­ta de una teo­ría que tie­ne como obje­to satis­fa­cer una deter­mi­na­da nece­si­dad huma­na, y […] el resul­ta­do es una nue­va reali­dad, que sub­sis­te inde­pen­dien­te­men­te del suje­to o de los suje­tos con­cre­tos que la engen­dra­ron con su acti­vi­dad sub­je­ti­va […]. (Sán­chez Váz­quez, 1972: 160). Es por ello que la teo­ría se ha ido acre­cen­tan­do con­for­me aumen­ta­ba la trans­for­ma­ción prác­ti­ca de la natu­ra­le­za, según las nece­si­da­des del desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas (Sán­chez Váz­quez, 1972: 173 – 200). Y la prác­ti­ca tie­ne una par­te obje­ti­va y otra sub­je­ti­va, obje­ti­va en tan­to que mani­pu­la ele­men­tos obje­ti­vos, aje­nos al suje­to, pero ideal, sub­je­ti­va, en tan­to le guía una teo­ría que tie­ne fuer­te impor­tan­cia en la reali­dad social, en los fines pro­pues­tos, en el cono­ci­mien­to nun­ca abso­lu­to de la reali­dad que se trans­for­ma con­ti­nua­men­te (Sán­chez Váz­quez, 1972: 197 – 200).

Este bre­ve repa­so de la prin­ci­pal obra de Adol­fo Sán­chez Váz­quez mues­tra de for­ma meta­fó­ri­ca el via­je de ida y vuel­ta de un anda­luz y meji­cano, pero sobre todo su apli­ca­ción a las situa­cio­nes con­cre­tas de los paí­ses que nece­si­tan su libe­ra­ción. Resal­ta, jun­to a lo ante­rior, la impor­tan­cia de la cien­cia en las acti­vi­da­des pro­duc­ti­vas, que se da de for­ma para­le­la o simi­lar a la impor­tan­cia de la teo­ría revo­lu­cio­na­ria para la pra­xis polí­ti­ca. Por­que no sólo se estu­dia la revo­lu­ción des­de las expe­rien­cias prác­ti­cas, sino tam­bién des­de el aná­li­sis de las con­tra­dic­cio­nes del sis­te­ma actual: de ahí el inte­rés en estu­diar el capi­ta­lis­mo y su sur­gi­mien­to. Teo­ría como fun­da­men­to cien­tí­fi­co de la sus­ti­tu­ción revo­lu­cio­na­ria del capi­ta­lis­mo por el socia­lis­mo, pero sin olvi­dar el aná­li­sis de las muchas rami­fi­ca­cio­nes que emer­gen de la cul­tu­ra de los opre­so­res y de los opri­mi­dos, don­de inclui­mos de for­ma des­ta­ca­da el estu­dio de la opre­sión hete­ro­pa­triar­cal como lue­go veremos.

En este sen­ti­do, el mar­xis­mo es una apro­xi­ma­ción dife­ren­te a la filo­so­fía ‑por su carác­ter prác­ti­co y transformador‑, a la socio­lo­gía ‑por su carác­ter dia­léc­ti­co y mili­tan­te- o a una opción mera­men­te polí­ti­ca ‑por supo­ner un méto­do de aná­li­sis y no una rece­ta polí­ti­ca de apli­ca­ción a casos par­ti­cu­la­res-. De este modo, nos intere­sa traer aquí la refle­xión filo­só­fi­co-polí­ti­ca de Car­los Marx, resu­mi­da en la XI Tesis de Feuer­bach: Los filó­so­fos no han hecho más que inter­pre­tar de diver­sos modos el mun­do, pero de lo que se tra­ta es de trans­for­mar­lo. Y a par­tir de estas carac­te­rís­ti­cas de lo que se tra­ta es de inten­tar desa­rro­llar el mar­xis­mo más dia­léc­ti­co y crí­ti­co, como méto­do, no como guía cerra­da, que pue­da apor­tar refle­xio­nes, crí­ti­cas y auto­crí­ti­cas a las luchas con­cre­tas de los diver­sos movi­mien­tos y orga­ni­za­cio­nes socia­les. Y en este sen­ti­do es nece­sa­rio des­ta­car las apor­ta­cio­nes de Car­los Maria­te­gui, quien en fechas tan tem­pra­nas como la déca­da de 1920 tra­tó el pro­ble­ma indí­ge­na en el Perú2.

Car­los Maria­te­gui pro­fun­di­zó en el dere­cho indio a la edu­ca­ción, a la cul­tu­ra, pero para él esos aspec­tos deben inte­grar­se en las deman­das de acce­so a sus tie­rras comu­na­les para avan­zar al socia­lis­mo. Ya que las luchas y rei­vin­di­ca­cio­nes indí­ge­nas, mien­tras se man­ten­ga en el plano cul­tu­ral o abs­trac­to, care­ce de con­cre­ción his­tó­ri­ca: debe haber rei­vin­di­ca­ción eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca. El socia­lis­mo le lle­va a plan­tear el pro­ble­ma en tér­mi­nos nue­vos. No es un pro­ble­ma étni­co o moral, como dicen los libe­ra­les, sino social, eco­nó­mi­co y polí­ti­co. Pasa de ver al indio como nega­ción huma­na, para­fra­sean­do a Marx, a ver­lo en su con­tex­to socio-eco­nó­mi­co. Ana­li­za la colo­ni­za­ción de su país por fuer­zas inter­na­cio­na­les capi­ta­lis­tas, impe­ria­lis­tas, ayu­da­das por las cla­ses domi­nan­tes loca­les. Colo­ni­za­ción en todas las face­tas, denun­cian­do, por ejem­plo, como las mani­fes­ta­cio­nes reli­gio­sas, fue­ron intro­du­ci­das por ser­vi­cios secre­tos anglo­sa­jo­nes en el siglo XIX y XX (Lowy, 2007: 108 – 126).

Maria­te­gui defien­de a los cam­pe­si­nos siguien­do el mode­lo revo­lu­cio­na­rio que se verá en Cuba (Ché) y Chi­na (Mao), entre otros. Asi­mis­mo, hizo una serie de refle­xio­nes que cho­ca­ban con el mode­lo de paso al socia­lis­mo que se cano­ni­za­ba en Euro­pa (euro­cén­tri­co y etno­cén­tri­co): la vía al socia­lis­mo con el paso pre­vio por la demo­cra­cia capi­ta­lis­ta. Des­ta­ca la impor­tan­cia del pasa­do comu­na­lis­ta, el ayllu: Uni­dad fami­liar exten­sa o comu­ni­dad indí­ge­na que exis­tía en perio­dos pre-colom­bi­nos, y que se man­tie­ne en la actua­li­dad. La mil­pa como uni­dad pro­duc­ti­va, uni­dad de tie­rra cul­ti­va­ble o par­ce­la, en el mun­do andino y la min­ka como ayu­da mutua entre cam­pe­si­nos o comu­ni­da­des3. El socia­lis­mo que pide para Amé­ri­ca Lati­na se mues­tra en estas bellas palabras:

La his­to­ria es dura­ción. No vale el gri­to ais­la­do, por muy lar­go que sea su eco; vale la pré­di­ca cons­tan­te, con­ti­nua, per­sis­ten­te. No vale la idea per­fec­ta, abso­lu­ta, abs­trac­ta, indi­fe­ren­te a los hechos, a la reali­dad cam­bian­te y móvil; vale la idea ger­mi­nal, con­cre­ta, dia­lêc­ti­ca, ope­ran­te, rica en poten­cia y capaz de movi­mien­to […] En nues­tra ban­de­ra ins­cri­bi­mos esta sola, sen­ci­lla y gran­de pala­bra: Socia­lis­mo. (Maria­te­gui, 1928: 1.)

Este autor como, Grams­ci y Lukacs en Euro­pa, incor­po­ra­ron la impor­tan­cia de los aspec­tos sub­je­ti­vos ‑aun­que tam­bién comu­nis­tas de la talla de Wilheim Reich y Ale­xan­dra Kollon­tai- que fue­ron excep­cio­nes en el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio mar­xis­ta, y cri­ti­ca­ron el mate­ria­lis­mo vul­gar y meca­ni­cis­ta del refor­mis­mo. En lati­noa­mé­ri­ca, des­ta­can a prin­ci­pios del siglo XX: Julio Anto­nio Mella (del par­ti­do comu­nis­ta cubano), San­dino en Nica­ra­gua, o, pos­te­rior­men­te, auto­res como Eli de Gor­ta­ri en Méxi­co, Bolí­var Eche­va­rría en Ecua­dor y el cono­ci­do revo­lu­cio­na­rio Ché Gue­va­ra, cuyas obras y mili­tan­cias son fun­da­men­ta­les para ver este mar­xis­mo teó­ri­co-prác­ti­co, dia­léc­ti­co, con­cre­to o nacio­na­li­za­do. Que ha cre­ci­do teó­ri­ca­men­te en una con­ti­nua rela­ción con la pra­xis, en una uni­dad dia­léc­ti­ca, en base a estu­dios con­cre­tos de reali­da­des pecu­lia­res y en base a la nece­si­dad de su transformación.

Defen­de­mos la nece­si­dad de encon­trar un pun­to medio teó­ri­co-prác­ti­co que dé cuen­ta de las pecu­lia­ri­da­des de cada terri­to­rio, pero que se inte­gre en un aná­li­sis glo­bal de las con­tra­dic­cio­nes y carac­te­rís­ti­cas del capi­ta­lis­mo, con el fin de poten­ciar la acción de los movi­mien­tos y orga­ni­za­cio­nes que luchan en base a la expe­rien­cias revo­lu­cio­na­rias de nues­tro recien­te pasa­do. Con­si­de­ra­mos que el cor­pus del mar­xis­mo como teo­ría-matriz englo­ba y sub­su­me todo aque­llo que tie­ne que ver con el sis­te­ma de explo­ta­ción capi­ta­lis­ta, con el res­to de con­tra­dic­cio­nes que le son intrín­se­cas: eco­ló­gi­ca, hete­ro-patriar­cal, nacio­nal; que lo expli­ca todo de mane­ra inter­re­la­cio­na­da e his­tó­ri­ca (Gil de San Vicen­te, 2011: 17 – 21). Que la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta actual tie­ne un com­po­nen­te his­tó­ri­co de opre­sión de cla­se, étni­co-nacio­nal, patriar­cal y de la natu­ra­le­za. Que el estu­dio de estas reali­da­des per­mi­te desa­rro­llar estra­te­gias polí­ti­cas, de pra­xis, para trans­for­mar­la. Que el mun­do no es caó­ti­co, sino que sigue nor­mas en base a intere­ses de la cla­se en el poder. Que el capi­ta­lis­mo sobre todo se ha impues­to, ha impues­to su libre mer­ca­do, en base al puño de hie­rro del terror y la vio­len­cia, del terro­ris­mo del esta­do. Que la cien­cia, la edu­ca­ción, la tec­no­lo­gía, entre otros cono­ci­mien­tos, han sur­gi­do a la par de la nece­si­dad de intere­ses eco­nó­mi­cos y mili­ta­res para con­tro­lar el mun­do y domi­nar­lo; de la nece­si­dad de cono­cer­lo para con­quis­tar­lo y colo­ni­zar­lo. Aun­que lle­ve en su seno, como todas las demás expe­rien­cias su con­tra­rio: La cul­tu­ra, la polí­ti­ca, la cien­cia, la edu­ca­ción y la tec­no­lo­gía al ser­vi­cio del pueblo.

El capi­ta­lis­mo, así, se ha vis­to con­cep­tua­li­za­do como un mode­lo de explo­ta­ción de una cla­se bur­gue­sa, con un desa­rro­llo his­tó­ri­co de las cla­ses domi­na­das y de la pro­pia cla­se bur­gue­sa, en base a la lucha de cla­ses que se ha desa­rro­lla­do en el seno del sis­te­ma. Que la racio­na­li­dad de cada empre­sa­rio con­cre­to, en su par­ce­la de explo­ta­ción capi­ta­lis­ta, en su bús­que­da del máxi­mo bene­fi­cio; se vuel­ve irra­cio­nal en el con­jun­to del sis­te­ma bur­gués, del capi­tal, que lo lle­va a cri­sis cons­tan­tes y a su deca­den­cia eco­nó­mi­ca y éti­ca. Fue Rosa Luxem­bur­go (1899: 11) quien ana­li­zó y com­pren­dió esa rela­ción dia­léc­ti­ca entre la empre­sa capi­ta­lis­ta media­na que, según el momen­to de expan­sión o regre­sión de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta mun­dial, pene­tra y cre­ce o ter­mi­na desapareciendo:

Es fal­so que la his­to­ria de la empre­sa capi­ta­lis­ta media­na avan­za en línea rec­ta has­ta su extin­ción gra­dual. El cur­so de este pro­ce­so es, por el con­tra­rio, bien dia­léc­ti­ca, y avan­za en medio de con­tra­dic­cio­nes. Los sec­to­res capi­ta­lis­tas media­nos se encuen­tra, al igual que los obre­ros, bajo la influen­cia de dos ten­den­cias anta­gó­ni­cas, una ascen­den­te y otra des­cen­den­te. En este caso la ten­den­cia des­cen­den­te es el alza con­ti­nua de la esca­la de la pro­duc­ción, que sobre­pa­sa perió­di­ca­men­te las dimen­sio­nes de las par­ce­las media­nas de capi­tal y las eli­mi­na una y otra vez del terreno de la com­pe­ten­cia mun­dial. La ten­den­cia ascen­den­te es, en pri­mer lugar, la depre­cia­ción perió­di­ca del capi­tal exis­ten­te, que dis­mi­nu­ye nue­va­men­te […] La repre­sen­ta, ade­más, la pene­tra­ción de la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta en nue­vas esfe­ras. La lucha de la empre­sa media­na con­tra el gran capi­tal no pue­de con­si­de­rar­se como una bata­lla de trá­mi­te pare­jo en la que las tro­pas del ban­do más débil retro­ce­den con­ti­nua­men­te en for­ma direc­ta y cuan­ti­ta­ti­va. Antes bien debe ver­se como la des­truc­ción perió­di­ca de las empre­sas peque­ñas, que vuel­ven a cre­cer rápi­da­men­te para ser des­trui­das una vez más por la gran indus­tria. Las dos ten­den­cias pelo­tean a los estra­tos capi­ta­lis­tas media­nos. La ten­den­cia des­cen­den­te debe­rá triun­far al final. El desa­rro­llo de la cla­se obre­ra es dia­me­tral­men­te opuesto.

[…] Si uno reco­no­ce que los peque­ños capi­ta­lis­tas son los pio­ne­ros del pro­gre­so tec­no­ló­gi­co, y si es cier­to que éste cons­ti­tu­ye el pul­so vital de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta, enton­ces es cla­ro que los peque­ños capi­ta­lis­tas son par­te inte­gral del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta y solo des­apa­re­ce­rán con éste […] La tasa de ganan­cia, es decir, el incre­men­to rela­ti­vo de capi­tal ‑dijo Marx- es impor­tan­te en pri­mer tér­mino para los nue­vos inver­so­res de capi­tal, que se agru­pan en for­ma inde­pen­dien­te. Ape­nas la for­ma­ción de capi­tal cae exclu­si­va­men­te en manos de un puña­do de gran­des capi­ta­lis­tas, el fue­go revi­vi­fi­can­te de la pro­duc­ción se extin­gue y muere.

¡Hay algo más actual que estas líneas magis­tra­les de Rosa Luxem­burg! Mon­dra­gón, Cruz­cam­po, Coosur, Aben­goa, son ejem­plos recien­tes y cer­ca­nos de cómo las empre­sas o coope­ra­ti­vas que fue­ron media­nas ter­mi­nan engu­lli­das en el sis­te­ma capi­ta­lis­ta mun­dial, des­apa­re­ci­das o inte­gra­das en su sis­te­ma. De cómo en perio­do de cri­sis pro­fun­da, como la actual, las cla­ses bur­gue­sas en el poder solo hablan de empren­de­do­res loca­les, de poten­ciar el cono­ci­mien­to para crear nue­vos nichos de nego­cios que tie­nen que ten­der a ser com­pe­ti­ti­vas en el mer­ca­do inter­na­cio­nal, por un lado; y por el otro, abren las puer­tas de par en par a gran­des inver­sio­nes de empre­sas trans­na­cio­na­les extrac­ti­vis­tas y con­ta­mi­nan­tes (mine­ría, indus­trias petro­quí­mi­cas en Anda­lu­cía). La cla­se tra­ba­ja­do­ra mien­tras tan­to acre­cien­ta su empo­bre­ci­mien­to, tra­ba­jo pre­ca­rio y paro. Sin olvi­dar que este pro­ce­so cícli­co se pro­du­ce en un movi­mien­to ascen­den­te y des­cen­den­te como las olas en las tor­men­tas des­ata­das por el sis­te­ma global.

Y es que la lógi­ca del capi­tal es el máxi­mo bene­fi­cio eco­nó­mi­co; las bur­gue­sías y los Esta­dos com­pi­ten entre sí para acu­mu­lar capi­tal, tie­rras, oro, pro­duc­ción y no que­dar­se atrás en la com­pe­ti­ción inter­na­cio­nal de dicha acu­mu­la­ción, a no ser domi­na­do en esta lucha inter­im­pe­ria­lis­ta. Evi­tar debi­li­tar­se fren­te a otros Esta­dos y fren­te a su pro­pio pue­blo explo­ta­do que pue­de rebe­lar­se. La irra­cio­na­li­dad del sis­te­ma glo­bal se vuel­ve vio­len­cia y nece­si­ta de la mili­ta­ri­za­ción para ata­car a los pue­blos, aun­que pri­me­ro se ceba sobre los más explo­ta­dos de la peri­fe­ria. Y no tan peri­fe­ria, solo hay que obser­var la san­gría cruel e hipó­cri­ta que el Capi­tal (con Esta­dos Uni­dos a la cabe­za) está pro­vo­can­do en Siria. Y, como vere­mos a con­ti­nua­ción, esta vio­len­cia, este terro­ris­mo, estu­vo en la base del sur­gi­mien­to del sis­te­ma capi­ta­lis­ta y nece­si­ta recu­rrir a él en el pasa­do y en la actua­li­dad; en la bús­que­da de capi­tal. Ser cons­cien­te de esta situa­ción, que no es total­men­te nue­va, es una cues­tión teó­ri­ca que afec­ta a las metas y orien­ta­cio­nes de los movi­mien­tos y orga­ni­za­cio­nes socia­les y polí­ti­cas, es pra­xis, autén­ti­ca filo­so­fía de la praxis.

Géne­sis del capitalismo

El aná­li­sis con­cre­to de la reali­dad con­cre­ta, pasa por un impres­cin­di­ble estu­dio his­tó­ri­co de cómo hemos lle­ga­do a esta situa­ción. Ya que es de vital impor­tan­cia ver los con­di­cio­nan­tes que han hecho posi­ble el esta­do actual del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, su sur­gi­mien­to y desa­rro­llo. Sur­gi­mien­to que tie­ne mucho que ver con la cone­xión entre Euro­pa y Amé­ri­ca en el mar­co de este colo­quio. Sin poder pro­fun­di­zar lo que nos gus­ta­ría en este tema por fal­ta de espa­cio, sí es nece­sa­rio seña­lar que en los siglos XV y XVI se ponen en mar­cha una serie de fenó­me­nos, en el ori­gen del capi­ta­lis­mo, a los que tene­mos que seguir enfren­tán­do­nos hoy en día. Habla­mos de una acu­mu­la­ción pri­mi­ti­va u ori­gi­na­ria de capi­tal, carac­te­ri­za­da por la vio­len­cia y el terro­ris­mo sobre los pue­blos con el fin de con­se­guir su per­pe­tua­ción. Ésta tie­ne su base en la escla­vi­tud como prác­ti­ca pro­duc­ti­va, sobre todo, en los terri­to­rios ame­ri­ca­nos, fru­to de un comer­cio trian­gu­lar entre las metró­po­lis euro­peas, Áfri­ca como “expen­de­dor” de escla­vos y una gran par­te de Amé­ri­ca como zona colo­ni­za­da que ofre­ce mate­rias pri­mas extraí­das median­te el some­ti­mien­to y explo­ta­ción de la pobla­ción indí­ge­na4.

El nue­vo modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, que se daría de for­ma mar­gi­nal en cier­tos sec­to­res de la indus­tria y agri­cul­tu­ra ingle­sa, holan­de­sa o fran­ce­sa (siglos XVII y XVIII), en un pri­mer momen­to se basó en este escla­vis­mo; en una cre­cien­te explo­ta­ción de la natu­ra­le­za (vis­ta como algo mecá­ni­co a la que se podía expri­mir pro­duc­ti­va­men­te gra­cias al desa­rro­llo de la cien­cia); así como en un mayor con­trol de la socie­dad, de su repro­duc­ción a tra­vés del some­ti­mien­to del cuer­po de la mujer, su sexua­li­dad, liber­tad y sus roles socia­les (con­cre­ta­das en las polí­ti­cas pro­na­ta­lis­tas com­bi­na­das con la asis­ten­cia públi­ca en Fran­cia e Ingla­te­rra, el regis­tro demo­grá­fi­co y la inter­ven­ción del Esta­do en la super­vi­sión de la sexua­li­dad, la pro­crea­ción y la vida familiar).

Este aspec­to de la acu­mu­la­ción pri­mi­ti­va, la refe­ri­da a la apro­pia­ción de tipo repro­duc­ti­vo y el aumen­to de la opre­sión patriar­cal sobre las muje­res, no fue sufi­cien­te­men­te ana­li­za­da y con­si­de­ra­da por el mar­xis­mo a pesar de su esen­cial impor­tan­cia. Por lo que cree­mos nece­sa­rio un mayor esfuer­zo teó­ri­co y, sobre todo, prác­ti­co; una insis­ten­cia en la pra­xis para una autén­ti­ca libe­ra­ción de la mujer. Por­que esta opre­sión, que ha dura­do mile­nios, requie­re de todo un aba­ni­co de aná­li­sis y prác­ti­cas obje­ti­vas y sub­je­ti­vas al que vol­ve­re­mos en el últi­mo apar­ta­do de nues­tra ponen­cia. En este sen­ti­do es impres­cin­di­ble el tex­to de Sil­via Fede­ri­ci, El Cáli­ban y la bru­ja5, que mues­tra que una par­te fun­da­men­tal, cen­tral, de esta apro­pia­ción pri­mi­ti­va, fue la de tipo repro­duc­ti­vo, patriar­cal, que sigue con­di­cio­nan­do la actual reali­dad de las muje­res. La auto­ra ana­li­za el ori­gen y desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo des­de un pun­to de vis­ta femi­nis­ta, pero tam­bién de la lucha de cla­ses. De como la caza de bru­jas que eje­cu­tó y tor­tu­ró a cien­tos de miles de muje­res duran­te los siglos XVI y XVII, bajo una cri­sis demo­grá­fi­ca y eco­nó­mi­ca, pro­vo­có una nue­va divi­sión sexual del tra­ba­jo que con­fi­nó a las muje­res al tra­ba­jo repro­duc­ti­vo en el sur­gi­mien­to del capi­ta­lis­mo (Fede­ri­ci, 2010: 26). En esos siglos, las polí­ti­cas de tie­rra y tra­ba­jo de la era mer­can­ti­lis­ta; tan­to la per­se­cu­ción de las bru­jas como la tra­ta de escla­vos y los cer­ca­mien­tos de las tie­rras comu­na­les, su con­trol y pri­va­ti­za­ción, cons­ti­tu­ye­ron un aspec­to cen­tral de la acu­mu­la­ción y for­ma­ción del pro­le­ta­ria­do moderno en Euro­pa como en el Nue­vo Mun­do (Sige­rist, 2011: 94, 95)6. Y que, por tan­to, la expro­pia­ción de los medios de pro­duc­ción de los tra­ba­ja­do­res euro­peos y la escla­vi­tud de los pue­blos de Amé­ri­ca y Áfri­ca en las minas y plan­ta­cio­nes del Nue­vo Mun­do no fue­ron los úni­cos fac­to­res de la acu­mu­la­ción, ya que este pro­ce­so requi­rió la trans­for­ma­ción del cuer­po y el some­ti­mien­to de las muje­res para la repro­duc­ción de la fuer­za de tra­ba­jo (Fede­ri­ci, 2010: 249, 250).

La colo­ni­za­ción del con­ti­nen­te ame­ri­cano, comen­zó a sen­tar las bases de una explo­ta­ción de los gru­pos indí­ge­nas (tra­ba­jos for­za­dos median­te la mit’a7), de su rique­za natu­ral y sus cono­ci­mien­tos. Esta domi­na­ción de comu­ni­da­des, mate­rias pri­mas y sabe­res, y se poten­ció, fun­da­men­tal­men­te, en el siglo XIX con el esta­ble­ci­mien­to, ya en una lógi­ca com­ple­ta­men­te capi­ta­lis­ta, de las repú­bli­cas oli­gár­qui­cas en Amé­ri­ca cuyo mar­co polí­ti­co fue­ron los recién inven­ta­dos esta­do-nación. El avan­ce del capi­tal, fre­na­do en par­te en el siglo XX por los movi­mien­tos de resis­ten­cia y opo­si­ción orga­ni­za­da de sus muje­res y hom­bres, con­ti­nua has­ta nues­tros días. Des­de enton­ces, el capi­ta­lis­mo lati­no­ame­ri­cano tomó un papel subor­di­na­do, en un mode­lo neo­co­lo­nial, a los intere­ses del cen­tro impe­ria­lis­ta, y con los pro­ble­mas prác­ti­cos ‑polí­ti­cos, revo­lu­cio­na­rios- que ello con­lle­va, como expu­so la obra de Maria­te­gui de for­ma magis­tral en su pug­na con el APRA (Par­ti­do Apris­ta Peruano)8.

Anda­lu­cía, por su par­te, se esta­ble­ce como terri­to­rio fun­da­men­tal­men­te lati­fun­dis­ta y de explo­ta­ción agro­pe­cua­rio tras la con­quis­ta de Al-Anda­lus (siglos XIII-XV). En su tie­rra tam­bién se vivie­ron los pro­ce­sos de some­ti­mien­to de las muje­res y con­trol de su sexua­li­dad, pero no se desa­rro­lla­ron estruc­tu­ras capi­ta­lis­tas de pro­duc­ción, más allá del papel que la Casa de Con­tra­ta­ción en la Carre­ra de Indias jugó en la lle­ga­da de meta­les pre­cio­sos redis­tri­bui­dos a la Euro­pa capi­ta­lis­ta, y que se vio refle­ja­da en el dina­mis­mo de la agri­cul­tu­ra y el comer­cio de la Baja Anda­lu­cía. Debe­mos des­ta­car cómo con la pér­di­da de las colo­nias, en el siglo XIX, hay pro­yec­tos de la bur­gue­sía anda­lu­za (fun­da­men­tal­men­te mala­gue­ña, sevi­lla­na y gadi­ta­na) para desa­rro­llar un mode­lo eco­nó­mi­co capi­ta­lis­ta de tipo indus­trial, posi­bi­li­dad que fue sega­da por las pro­pias oli­gar­quías terra­te­nien­tes anda­lu­zas y las bur­gue­sías cata­la­nas y vas­cas, en el nacien­te mode­lo de esta­do-nación espa­ñol cen­tra­li­za­do. Será este momen­to el que mar­que la ten­den­cia actual, muy bien expli­ca­da por Manuel Del­ga­do Cabe­za (2013: 93 – 128), de un terri­to­rio peri­fé­ri­co, de explo­ta­ción de mate­rias pri­mas y de mano de obra bara­ta para el res­to del Esta­do, con impor­tan­cia en el mono­cul­ti­vo turís­ti­co y de explo­ta­ción agrí­co­la inten­si­va cos­te­ra, y exten­si­va interior.

Por una nue­va socie­dad anda­lu­za fue­ra del capitalismo

Defen­de­mos que es más nece­sa­rio que nun­ca plan­tear­se la sus­ti­tu­ción del sis­te­ma capi­ta­lis­ta por otro socia­lis­ta o comu­ni­ta­rio. Como tam­bién con­si­de­ra­mos esen­cial recons­truir la pro­pia his­to­ria de explo­ta­cio­nes del sis­te­ma capi­ta­lis­ta (de cla­se, patriar­cal, nacio­nal, de la natu­ra­le­za) para cono­cer sus carac­te­rís­ti­cas actua­les en Anda­lu­cía, don­de nos encon­tra­mos, pero tam­bién cono­cer y soli­da­ri­zar­nos con la his­to­ria de las luchas de los pue­blos de cual­quier lugar del mun­do, por­que exis­ten nexos inter­na­cio­na­les muy poten­tes que hace que nues­tros pro­ble­mas y luchas con­cre­tas y par­ti­cu­la­res ten­gan mucho en común con las de otros pue­blos cer­ca­nos y lejanos.

Que Anda­lu­cía no solo es una nación opri­mi­da por el Esta­do espa­ñol, ya que éste par­ti­ci­pa a su vez de un sis­te­ma, de una dic­ta­du­ra del capi­tal y de la cla­se bur­gue­sa inter­na­cio­nal que se resis­te a ver­se des­po­ja­da de sus pri­vi­le­gios. Resis­ten­cia que adquie­re muchos ropa­jes visi­bles e invi­si­bles sien­do uno fun­da­men­tal su carác­ter repre­si­vo, la actual Ley de Segu­ri­dad Ciu­da­da­na es solo una de las pun­tas de ese Ice­berg. Como aspec­to inter­na­cio­nal de este carác­ter vio­len­to y mili­ta­ris­ta, es paten­te la ame­na­za que supo­ne a cual­quier movi­mien­to eman­ci­pa­dor las bases mili­ta­res de la OTAN asen­ta­das en nues­tro territorio.

Estas cues­tio­nes son silen­cia­das por el refor­mis­mo y por las ilu­sio­nes de una demo­cra­cia par­la­men­ta­ria en el Esta­do espa­ñol y en otros Esta­dos euro­peos que mues­tran cada vez más des­ca­ra­da­men­te su carác­ter reac­cio­na­rio e impe­ria­lis­ta, de mani­pu­la­ción ideo­ló­gi­ca a tra­vés de sus gran­des medios de comu­ni­ca­ción. Situa­cio­nes que deben con­ti­nua­men­te denun­ciar­se no sola­men­te como un medio defen­si­vo de los movi­mien­tos y orga­ni­za­cio­nes socia­les y polí­ti­cas; sino tam­bién por­que hay que mos­trar que nin­gún ver­da­de­ro poder popu­lar: nin­gún cam­bio en pro­fun­di­dad se dará en el actual mar­co buro­crá­ti­co-mili­tar. Aquí esta­mos alu­dien­do a la defen­sa y bús­que­da de un sobe­ra­nía polí­ti­ca del pue­blo anda­luz, para lo cual debe­mos poten­ciar mode­los muni­ci­pa­lis­tas y asam­blea­rios que per­mi­tan una demo­cra­cia real sobre la que sus­ten­tar la nue­va socie­dad. A nivel pro­po­si­ti­vo, tam­bién que­re­mos seña­lar la nece­sa­ria trans­for­ma­ción de la pro­pie­dad pri­va­da de medios de pro­duc­ción por una pro­pie­dad colec­ti­va y comu­ni­ta­ria, don­de se defien­da la sobe­ra­nía eco­nó­mi­ca para todo nues­tro pueblo.

Esta sobe­ra­nía eco­nó­mi­ca, debe ir, por su par­te, de la mano de una sobe­ra­nía ali­men­ta­ria, ya que enten­de­mos que nues­tra tie­rra es lo sufi­cien­te­men­te rica en recur­sos natu­ra­les, sabe­res y cul­tu­ras tra­di­cio­na­les y sos­te­ni­bles en esta mate­ria, como para que ten­ga­mos que impor­tar la mayo­ría de ali­men­tos que con­su­mi­mos, tal como ocu­rre en la actua­li­dad. Por supues­to, nece­si­ta­mos desa­rro­llar una sobe­ra­nía tec­no­ló­gi­ca, ener­gé­ti­ca, de pro­duc­tos manu­fac­tu­ra­dos, de la salud, etc. que de cuen­ta de las nece­si­da­des bási­cas de nues­tra pobla­ción sin depen­der del actual mar­co de pro­duc­ción y repro­duc­ción capi­ta­lis­ta glo­ba­li­za­do, que exter­na­li­za cos­tes ambien­ta­les y huma­nos en paí­ses más pobres y explo­ta­dos de la peri­fe­ria, a cos­ta de nues­tro bien­es­tar. Aquí, entra­ría­mos tam­bién en la fun­da­men­tal crí­ti­ca a la feti­chi­za­ción de la mer­can­cía y del valor de cam­bio ‑del con­su­mo- que en este sis­te­ma se con­vier­te en sagra­do, para sus­ti­tuir­lo por una eco­no­mía del valor de uso, del buen vivir del que la cul­tu­ra y modo de vida anda­lu­za apor­ta tan­to, en el que satis­fa­cer las nece­si­da­des bási­cas de la pobla­ción y sus rique­zas crea­ti­vas sea el motor de la socie­dad y de sus inquietudes.

Este­mos en Anda­lu­cía o en otra nación opri­mi­da de Euro­pa, de Lati­noa­mé­ri­ca o de cual­quier lugar del mun­do, cons­ta­ta­mos la actua­li­dad del aná­li­sis de la eco­no­mía polí­ti­ca de Marx y de la dia­léc­ti­ca en gene­ral. Que la ley ten­den­cial a una menor tasa de ganan­cia y las con­se­cuen­tes cri­sis eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, pro­duc­to de las con­tra­dic­cio­nes del sis­te­ma capi­ta­lis­ta glo­bal, nos obli­ga a orien­tar la sali­da hacia el socia­lis­mo, fren­te al capi­ta­lis­mo y el impe­ria­lis­mo. Que nues­tra cons­cien­cia polí­ti­ca de la situa­ción actual tam­bién nos debe movi­li­zar en lo per­so­nal y social. Con­tra la buro­cra­cia, la obe­dien­cia y la sumi­sión hacia el Esta­do y sus múl­ti­ples opre­sio­nes que alcan­zan has­ta nues­tras vidas más per­so­na­les, con­tra la sumi­sión a la fami­lia bur­gue­sa patriar­cal, con­tra la opre­sión hete­ro­pa­triar­cal median­te la resis­ten­cia eman­ci­pa­do­ra de las muje­res y tam­bién de los hom­bres. Por­que no pode­mos ser creí­bles en nues­tra lucha polí­ti­ca si nues­tra lucha per­so­nal está coja, si nues­tra vida más per­so­nal está lle­na de contradicciones.

Por tan­to, en Anda­lu­cía, tene­mos mucho que tra­ba­jar para poten­ciar nues­tras cons­cien­cias libe­ra­do­ras en los con­tex­tos per­so­na­les, socia­les y polí­ti­cos, inter­re­la­cio­na­dos dia­léc­ti­ca­men­te. En la actua­li­dad nece­si­ta­mos insis­tir más en los aspec­tos polí­ti­cos de nues­tra cons­cien­cia de pue­blo, sin olvi­dar­nos de las con­tra­dic­cio­nes en el ámbi­to per­so­nal y fren­te a la opre­sión hete­ro­pa­triar­cal. Nos ayu­da­re­mos de la teo­ría y de la prác­ti­ca, de las ense­ñan­zas de la lucha de cla­ses, de las expe­rien­cias de resis­ten­cias colec­ti­vas pasa­das y pre­sen­tes. Aumen­tar nues­tras capa­ci­da­des crí­ti­cas y auto­crí­ti­cas den­tro de los movi­mien­tos socia­les y sin­di­ca­les ‑en lo polí­ti­co- y de los ejem­plos que muje­res, aun­que tam­bién cada vez más hom­bres, nos mues­tran al deci­dir vivir sus vidas libres, no sumi­sas a todo tipo de feti­ches de segu­ri­dad ‑en lo per­so­nal. La prác­ti­ca eman­ci­pa­do­ra en todos estos impres­cin­di­bles terre­nos mode­la nues­tro pen­sa­mien­to y lo hace auto­crí­ti­co para seguir esa lucha de com­pro­mi­so, de pra­xis radi­cal, que va a la raíz de los pro­ble­mas. Des­de los más con­cre­tos a los más gene­ra­les, y aun­que ambos con­tex­tos son fun­da­men­ta­les, será des­de lo per­so­nal y local don­de el movi­mien­to se hace y lo orien­ta hacia lo más gene­ral, por­que es a par­tir de la base de las orga­ni­za­cio­nes mili­tan­tes y la base de nues­tras vidas cohe­ren­tes con el nivel de impli­ca­ción y capa­ci­dad de lucha, como podre­mos tejer hilos de resis­ten­cia popular.

Si opta­mos por el cam­bio, por la lucha revo­lu­cio­na­ria, debe­mos diri­gir­la estra­té­gi­ca­men­te hacia los obje­ti­vos de una socie­dad, y una vida, cla­ra­men­te dife­ren­te, anta­gó­ni­ca con la civi­li­za­ción del capi­tal y anta­gó­ni­ca con la cómo­da, pero fal­sa, vida y fami­lia indi­so­lu­ble bur­gue­sa. En defi­ni­ti­va, de for­ma pro­gre­si­va y a los nive­les que las per­so­nas y gru­pos mili­tan­tes pue­dan y quie­ran, hay que optar por el cam­bio en todos esos aspec­tos para lograr la feli­ci­dad, la bue­na vida, que los anda­lu­ces y anda­lu­zas tie­nen de for­ma muy pro­fun­da en su cul­tu­ra más genui­na y ances­tral. Cuan­do las muje­res y hom­bres de Anda­lu­cía demos­tra­mos, nos deci­di­mos, ante los pro­ble­mas, por una opción libre y ple­na, por el ideal de feli­ci­dad huma­na, aun­que en muchos aspec­tos sea­mos derro­ta­dos, repre­sa­lia­dos, en muchos otros sali­mos for­ta­le­ci­dos y nues­tro esfuer­zo se per­pe­tua­rá en las nue­vas generaciones.

Y en esta dia­léc­ti­ca de la lucha de cla­ses, en esta dis­yun­ti­va o dile­ma, luchar o dejar hacer, obe­de­cer al Amo o a la Ama9, el mie­do es un ele­men­to muy a tener pre­sen­te. El mie­do no solo a la repre­sión en todos sus aspec­tos, sino tam­bién a la liber­tad como tan bien ana­li­zó Erich Fromm, el mie­do a lo des­co­no­ci­do, a cam­biar nues­tra cómo­da nor­ma­li­dad. El mie­do que nos inmo­vi­li­za, cons­cien­te o incons­cien­te­men­te, y que Wilheim Reich estu­dió des­de su dis­ci­pli­na, la psi­co­lo­gía, expli­can­do los com­por­ta­mien­tos irra­cio­na­les en el duro momen­to polí­ti­co que le tocó vivir. Que lo que es nece­sa­rio expli­car, no es por que el opri­mi­do se suble­va o el des­gra­cia­do se sepa­ra o se enfren­ta a su situa­ción de mise­ria afec­ti­va, sino por qué la mayo­ría de los opri­mi­dos no se suble­van y la mayo­ría de los que viven en una mise­ra­ble rela­ción afec­ti­va no rom­pen con su situación.

Y es que los cam­bios his­tó­ri­cos para las per­so­nas y paras los pue­blos supo­nen deci­sión, elec­ción y acción a nivel indi­vi­dual y colec­ti­vo. Nun­ca podre­mos estar segu­ros que nues­tra opción sea cer­te­ra, pero si esta­mos segu­ras que los movi­mien­tos, las luchas de los de aba­jo crean nichos, expe­rien­cias para los actua­les y futu­ros hom­bres y muje­res nue­vas; y por­que en el pro­ce­so, se mejo­ran nues­tras con­di­cio­nes de vida. La gran actua­li­dad del mar­xis­mo no es solo ser guía para la lucha con­tra su enemi­go his­tó­ri­co, para noso­tras tam­bién radi­ca en que nos expli­ca que vivien­do en el filo de la nava­ja, por ejem­plo fue­ra de la como­di­dad de la pare­ja bur­gue­sa e hipó­cri­ta, pero vivien­do feli­ces como muje­res y hom­bres eman­ci­pa­dos y colec­ti­vos (abier­tos a cual­quier for­ma­to de ver­da­de­ras rela­cio­nes afec­ti­vas), esta­mos cons­tru­yen­do des­de ya embrio­nes de la nue­va socie­dad andaluza.

Muy rela­cio­na­do con los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos y per­so­na­les en los que nos hemos exten­di­do por su impor­tan­cia para la lucha mili­tan­te, es la opre­sión sobre las muje­res, un asun­to de suma prio­ri­dad. Los pro­ce­sos his­tó­ri­cos que muy some­ra­men­te hemos ana­li­za­do en el apar­ta­do ante­rior, expli­can como la opre­sión hete­ro­pa­triar­cal sigue mani­fes­tán­do­se de muchas for­mas, no solo por una peor situa­ción social y eco­nó­mi­ca de las muje­res, sino tam­bién por la per­pe­tua­ción del terro­ris­mo machis­ta, los efec­tos de las vio­la­cio­nes, el mal­tra­to ‑sibi­lino a veces- o la impo­si­ción de la belle­za como una con­di­ción de acep­ta­ción social que han con­tri­bui­do al dis­cur­so sobre el cuer­po en nues­tros tiempos.

La lucha femi­nis­ta es más nece­sa­ria que nun­ca, una pra­xis que requie­re una alta cons­cien­cia de dicha opre­sión ‑muchas veces sutil y sub­te­rrá­nea- por par­te de muje­res y hom­bres, y que empie­zan en las muje­res, aun­que ‑con cier­to retra­so lógi­co- tam­bién en los hom­bres. La vio­len­cia machis­ta que sufren actual­men­te las muje­res en Anda­lu­cía y otros terri­to­rios que esta­mos ana­li­zan­do, es una mues­tra cruel de un sis­te­ma que tie­ne en el poder ‑obje­ti­vo y sobre todo subjetivo‑, a los hom­bres blan­cos, hete­ro­pa­triar­ca­les de todas las cla­ses socia­les, pero sobre todo los que ocu­pan pues­tos de res­pon­sa­bi­li­dad y poder, inclu­so den­tro de movi­mien­tos socia­les y orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Por tan­to, la cohe­ren­cia polí­ti­ca y social, es humo si no se ve acom­pa­ña­da de un cohe­ren­cia per­so­nal anti­pa­triar­cal que requie­re de una pra­xis revo­lu­cio­na­ria como un todo. El tra­ba­jo de cons­cien­cia de cla­se, nacio­nal y anti­pa­triar­cal en nues­tros terri­to­rios, en Anda­lu­cía en par­ti­cu­lar, requie­re de una lucha muy dura en todos los aspec­tos de nues­tras vidas, en el día a día de las muje­res y de los hombres.

Para ter­mi­nar, nos gus­ta­ría vol­ver a rei­vin­di­car espa­cios como este, ya que nos ayu­dan a ver que los cam­bios socia­les y trans­for­ma­do­res sólo son posi­bles crean­do peque­ños nichos de con­tra-poder popu­lar en un pro­ce­so de cons­truc­ción colec­ti­va, en dife­ren­tes ámbi­tos, con los gru­pos, aso­cia­cio­nes, sin­di­ca­tos y asam­bleas que, aun­que con mucha difi­cul­tad, están sur­gien­do en nues­tra tie­rra. Ya hemos comen­ta­do la impor­tan­cia de inves­ti­gar y denun­ciar qué se ocul­ta deba­jo de la super­fi­cie, tras la facha­da de la ideo­lo­gía domi­nan­te. Será en nues­tra acción en todos los con­tex­tos comen­ta­dos, y a tra­vés del méto­do dia­léc­ti­co, que nos ayu­da­re­mos a enten­der y rela­cio­nar mejor el aná­li­sis de la situa­ción con­cre­ta y gene­ral, refle­xi­va, cons­cien­te de dicha reali­dad y de los pro­pios pen­sa­mien­tos: la filo­so­fía de la pra­xis. Que en los pro­ce­sos eman­ci­pa­do­res pode­mos rom­per con la nor­ma­li­dad está­ti­ca y sacar las con­tra­dic­cio­nes inter­nas, uni­dad y lucha entre ellas, de noso­tras mis­mas y de la socie­dad. La dia­léc­ti­ca es el méto­do que hace que el mar­xis­mo sea la menos dog­má­ti­ca de las doc­tri­nas y, ade­más, don­de las viven­cias per­so­na­les y colec­ti­vas de la lucha per­so­nal y social es dolor y pasión, ale­grías y sufri­mien­tos, es, en suma, vida mis­ma, pero ante todo vida libre. Por­que esas muje­res y hom­bres libres nos recuer­dan que la deci­sión valien­te y rebel­de en los momen­tos extre­mos es lo que carac­te­ri­za a la espe­cie humana.

Con­cep­ción Cruz Rojo, mili­tan­te del Sin­di­ca­to Anda­luz de Trabajadoras/​es de la Uni­ver­si­dad de Sevilla.

Sevi­lla, 2 de octu­bre de 2016

Este escri­to es una exten­sión de la ponen­cia pre­sen­ta­da en el colo­quio Poder y Peri­fe­rias. Nues­tra Amé­ri­ca [Abya Yala] – Nues­tra Anda­lu­cía, US-Sevi­lla, UNAM-Méxi­co DF y UC-Ber­ke­ley, 4 de diciem­bre de 2013÷20−21 de febre­ro de 2014 y 17 de abril de 2014.

Biblio­gra­fía

  • Cruz-Rojo C. y Gil de San Vicen­te I.: Dere­chos huma­nos como arma de des­truc­ción masi­va, Boltxe Lubu­ruak, Bil­bo, 2015.
  • Del­ga­do M.: Eco­no­mía, terri­to­rio y des­igual­da­des regio­na­les, Revis­ta de estu­dios regio­na­les, nº 75, 2006, pp. 93 – 128.
  • Fanon, F.: Piel negra, más­ca­ras blan­cas, Edi­cio­nes Akal, S.A., Huma­nes (Madrid), 2009.
  • Fede­ri­ci, S.: El Cali­bán y la bru­ja. Muje­res, cuer­po y acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria, Edi­to­rial Crí­ti­ca, Bar­ce­lo­na, 2010.
  • Gil de San Vicen­te, I.: Mar­xis­mo ver­sus socio­lo­gía, Boltxe Lubu­ruak, Bil­bo, 2012.
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  • Luxem­burg, R.: Refor­ma o revo­lu­ción, Edi­cio­nes digi­ta­les Izquier­da Revo­lu­cio­na­ria, Ber­lín, 1899 (https://​www​.mar​xists​.org/​e​s​p​a​n​o​l​/​l​u​x​e​m​/​0​1​R​e​f​o​r​m​a​o​r​e​v​o​l​u​c​i​o​n​_​0​.​pdf).
  • Lowy, M.: El mar­xis­mo en Amé­ri­ca Lati­na. Anto­lo­gía des­de 1909 has­ta nues­tros días (Edi­ción actua­li­za­da), LOM Edi­cio­nes, San­tia­go de Chi­le, 2007.
  • Maria­te­gui, JC.: Amau­ta, año III, nº 17, Lima, sep­tiem­bre de 1928.
  • Moreno, I., Del­ga­do, M.: Anda­lu­cía: una cul­tu­ra y una eco­no­mía para la vida, Atra­pa­sue­ños, Sevi­lla, 2013.
  • Sán­chez Váz­quez, A.: Los tra­ba­jos y los días, Fede­ri­co Álva­rez (Ed.), facul­tad de filo­so­fía y letras, UNAM, Méxi­co, 1995.
  • Sán­chez Váz­quez, A.: Filo­so­fía de la pra­xis, Gri­jal­bo, Méxi­co, 1972.
  • Sige­rist, H.: Hitos en la his­to­ria de la salud públi­ca, Siglo XXI edi­to­res, Méxi­co, D. F, 2011.
  1. La Pra­xis es acti­vi­dad huma­na que se diri­ge a un fin ideal que la guía; el resul­ta­do está deter­mi­na­do por el futu­ro que se quie­re con­se­guir. Es la con­cien­cia la que deter­mi­na la acti­vi­dad pro­pia­men­te huma­na: el resul­ta­do tie­ne dos nive­les de exis­ten­cia, el ideal y el efec­ti­vo. El resul­ta­do real no tie­ne por­que ade­cuar­se al resul­ta­do ideal, sino que el segun­do guía al pri­me­ro por la prác­ti­ca trans­for­ma­do­ra huma­na. La his­to­ria huma­na es pro­duc­to de las con­tra­dic­cio­nes entre seres indi­vi­dua­les que actúan cons­cien­te­men­te con for­mas de orga­ni­za­ción según los pen­sa­mien­tos de cla­ses, de intere­ses o pro­yec­tos de per­so­nas. Fines que sur­gen de cier­ta con­cien­cia y posi­ción ante el mun­do que se quie­re cam­biar, no de mane­ra abs­trac­ta, sino social­men­te inscrita. 
  2. Los frag­men­tos e ideas fun­da­men­ta­les de Maria­te­gui han sido extraí­das del libro de Michael Lowy El mar­xis­mo en Amé­ri­ca Lati­na. Anto­lo­gía des­de 1909 has­ta nues­tros días (Edi­ción actua­li­za­da), 2007, LOM Edi­cio­nes, San­tia­go de Chi­le, pp. 108 – 126.
  3. Sis­te­ma de tra­ba­jo colec­ti­vo entre comu­ni­da­des de la región andi­na, sobre todo para hacer tra­ba­jo de uti­li­dad tam­bién colec­ti­va (repa­rar cami­nos puen­tes, etc.). 
  4. Marx comen­ta­ba que el capi­tal emer­gió cho­rrean­do san­gre y mugre de los pies a la cabe­za. En el Nue­vo Mun­do, mul­ti­tud de per­so­nas die­ron su vida sacan­do pla­ta y mer­cu­rio de las minas, en Euro­pa orien­tal se ori­gi­nó una segun­da ser­vi­dum­bre, en la occi­den­tal se die­ron los cer­ca­mien­tos de tie­rras y la caza de bru­jas y, en el hori­zon­te, el sur­gi­mien­to del trá­fi­co de esclavos.
  5. El títu­lo se basa en la obra de Sha­kes­pea­re, La Tem­pes­tad, cuyos pro­ta­go­nis­tas son el Cali­bán (el rebel­de anti­co­lo­nial, sím­bo­lo del pro­le­ta­ria­do mun­dial) y la Bru­ja que encar­na a la here­je, la curan­de­ra, la espo­sa des­obe­dien­te, la mujer que se ani­ma a vivir sola o que enve­ne­na la comi­da del amo.
  6. Unos cien años atrás en Esta­dos Uni­dos ‑y esto se pue­de apli­car pro­ba­ble­men­te a cual­quier país indus­tria­li­za­do- una de cada cin­co per­so­nas satis­fac­to­ria­men­te emplea­das era obre­ra, y cua­tro eran posee­do­res de sus pro­pios medios de pro­duc­ción, en cali­dad de agri­cul­to­res inde­pen­dien­tes, arte­sa­nos y comer­cian­tes. Actual­men­te, lue­go de dos revo­lu­cio­nes indus­tria­les, cua­tro de cada cin­co son obre­ros o emplea­dos asa­la­ria­dos, lo que sig­ni­fi­ca que la mayo­ría de la pobla­ción depen­de para vivir del mer­ca­do labo­ra.. Sige­rist, H.: Hitos en la his­to­ria de la salud públi­ca, Siglo XXI edi­to­res, Méxi­co, D. F, 2011, pp. 94,95.
  7. La mit’a es un sis­te­ma de tra­ba­jo obli­ga­to­rio de la comu­ni­dad para el Esta­do, por el cual cada comu­ni­dad andi­na da de for­ma perió­di­ca tra­ba­ja­do­res para el Esta­do, pri­me­ro incai­co, lue­go colo­nial español.
  8. En el con­tex­to polí­ti­co de ascen­so del fas­cis­mo en Euro­pa y de las estra­te­gias de Fren­te Popu­lar, en su país, Maria­te­gui se enfren­ta a la idea de que la bur­gue­sía nacio­nal pue­de rea­li­zar una revo­lu­ción demo­crá­ti­ca, avan­zar hacia unas repú­bli­cas ver­da­de­ra­men­te inde­pen­dien­tes eco­nó­mi­ca­men­te, ya que el sis­te­ma exis­ten­te es semi-feu­dal, según afir­ma­ba el APRA. Argu­men­ta­ba que las bur­gue­sías eran las pri­me­ras bene­fi­cia­rias de un mode­lo eco­nó­mi­ca depen­dien­te del impe­ria­lis­mo y semi­co­lo­nial, y, por lo tan­to, que no pue­den ser agen­tes revo­lu­cio­na­rios ni van a modi­fi­car esen­cial­men­te el sta­tus quo; que la revo­lu­ción socia­lis­ta es la úni­ca sali­da a la situa­ción de lo repú­bli­cas latinoamericanas.
  9. Aquí nos refe­ri­mos a la figu­ra del Amo como sím­bo­lo del Esta­do opre­sor, pero tam­bién del hom­bre, padre y espo­so, o novio. Y a la figu­ra de la Ama como sím­bo­lo de la ideo­lo­gía opre­so­ra, del feti­che de la como­di­dad burguesa.

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