La vida secre­ta de Ara­bia – Pepe Escobar

Mien­tras la Pri­ma­ve­ra Ára­be se con­vier­te en verano, la con­tra­rre­vo­lu­ción va ganan­do. Tira­nos –pero no sis­te­mas– han caí­do en Túnez y Egip­to. La “revo­lu­ción” libia es un enga­ño sola­pa­do: La gue­rra aérea de la OTAN, más los espías y las fuer­zas espe­cia­les occi­den­ta­les, ayu­dan a sos­pe­cho­sos desertores/​exiliados sobre el terreno. En Bah­réin, Yemen y Siria han derro­ta­do a las poblaciones.

En lo que res­pec­ta a Washing­ton y algu­nas selec­tas capi­ta­les euro­peas, la “esta­bi­li­dad” pre­va­le­ce, con Israel y Ara­bia Sau­dí como pila­res aho­ra que Egip­to ha tras­ta­bi­lla­do; y el Club Con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio del Gol­fo, baña­do en petró­leo, tam­bién cono­ci­do como Coope­ra­ción del Gol­fo (GCC) es sóli­do como una roca en el Hima­la­ya. No se per­mi­te revi­sio­nis­mo alguno. “Demo­cra­cia”, sí –mien­tras no repre­sen­te una ame­na­za para los “intere­ses occidentales”-.

Y, sin embar­go, lo que está al ace­cho en las som­bras nos dice más sobre lo que que­da por venir. Lla­mé­mos­lo la vida secre­ta de Arabia.

No apto para la gui­llo­ti­na, todavía

Tome­mos Qatar –expues­to a la luz públi­ca, de nue­vo, por­que fuen­tes que no son de la FIFA (el orga­nis­mo que con­tro­la el fút­bol) juran que el emi­ra­to com­pró la Copa del Mun­do 2022. Sin embar­go, Doha tie­ne que patear pelo­tas más urgen­tes, como en la visi­ta del emir de Qatar al pre­si­den­te arge­lino Abde­la­ziz Bou­te­fli­ka para pedir­le cor­tés­men­te que deje de reabas­te­cer al coro­nel Mua­mar Gada­fi en Libia con nume­ro­sos tan­ques y vehícu­los blindados.

Todo depen­de de quién esté real­men­te a car­go en Arge­lia, Bou­te­fli­ka o tlos rafi­can­tes de armas “delin­cuen­tes” ten­ta­dos por los fon­dos petro­le­ros de Gada­fi, y una fron­te­ra desér­ti­ca de 1.100 kiló­me­tros de lar­go, per­fec­tos para el contrabando.

El GCC es uná­ni­me: quie­re que Gada­fi se vaya. Qatar es la cara del GCC en Libia. Hay caza­bom­bar­de­ros qata­ríes que for­man par­te de la fuer­za de ata­que de la OTAN. Hay con­se­je­ros qata­ríes en Mis­ra­ta jun­to a los ‘rebel­des’. Qatar tam­bién manio­bra con su poder blan­do con la Siria de Asad; Damas­co, enfu­re­ci­do, aca­ba de can­ce­lar más de 6.400 millo­nes de dóla­res en pro­yec­tos qata­ríes en Siria.

Y esto mien­tras la can­ti­dad de sirios muer­tos por la maqui­na­ria de repre­sión del pre­si­den­te Bashar al-Asad supera aho­ra la can­ti­dad de egip­cios muer­tos por la maqui­na­ria de repre­sión de Hos­ni Muba­rak. Según la ley del recuen­to de las víc­ti­mas que deter­mi­na la dife­ren­cia entre regí­me­nes “delin­cuen­tes” y “nues­tros” hijuepu­tas, Asad debe­ría estar lis­to para la gui­llo­ti­na. El pro­ble­ma es que el con­sor­cio anglo-fran­cés-esta­dou­ni­den­se no ha encon­tra­do una alter­na­ti­va “acep­ta­ble” a Asad (no hay nin­gu­na); por lo tan­to san­cio­nes blan­das y el bene­fi­cio de la duda.

Mien­tras tan­to, Qatar está con­ven­cien­do al GCC para que abra un Ban­co de Desa­rro­llo de Medio Orien­te –ins­pi­ra­do en el Ban­co Euro­peo de Recons­truc­ción y Desa­rro­llo (EBRD)– esen­cial­men­te para apo­yar a Esta­dos prac­ti­can­tes de la Pri­ma­ve­ra Ára­be con algu­nas dece­nas de miles de millo­nes de dóla­res al año. Nin­gún man­da­más del GCC nota la iro­nía de que el ban­co no se ocu­pe del pro­pio GCC, en nada democrático.

La Casa de Saud está aho­ra sere­na, cal­ma y due­ña de sí mis­ma, con­fia­da en que pron­to goza­rá ple­na­men­te de su acuer­do de 60.000 millo­nes de dóla­res en armas con Washing­ton, mien­tras el Rei­no Uni­do ya entre­na su Guar­dia Nacio­nal, des­ple­ga­da con máxi­mo efec­to repre­sor en el vecino Bahréin.

Según el Minis­te­rio Bri­tá­ni­co de Defen­sa, todo tie­ne que ver con “entre­na­mien­to en armas, habi­li­dad mili­tar y peri­cia mili­tar gene­ral, así como mane­jo de inci­den­tes, eli­mi­na­ción de bom­bas, bús­que­da, orden públi­co y entre­na­mien­to de fran­co­ti­ra­do­res”. Todo esto es muy útil en Bahréin.

El rey sau­dí Abdu­llah podrá odiar a Gada­fi, pero en cuan­to a Asad en Siria –no impor­ta el recuen­to de víc­ti­mas– se mue­ve len­ta­men­te de duna en duna, sabo­rean­do la pers­pec­ti­va de Siria domi­na­da por los Her­ma­nos Musul­ma­nes. En Libia, la Casa de Saud no pue­de dejar de rego­ci­jar­se por el fuer­te con­tin­gen­te isla­mis­ta que figu­ra en el con­se­jo tran­si­to­rio “rebel­de” que, a pro­pó­si­to, se nie­ga a reve­lar la iden­ti­dad de la mayo­ría de sus miembros.

La Casa de Saud fue direc­ta­men­te a Pakis­tán, Mala­sia, Indo­ne­sia y a los “esta­nes” cen­troa­siá­ti­cos en bus­ca de apo­yo diplo­má­ti­co –y tal vez algu­nas que otras armas– para aplas­tar las pro­tes­tas pro demo­cra­cia en Bah­réin. ¿Cómo dejar de valo­rar la som­bría pers­pec­ti­va de los waha­bíes de la línea dura dis­cu­tien­do con sus bue­nos ami­gos del Direc­to­ra­do de Inte­li­gen­cia Inter-Ser­vi­cios paquis­ta­ní sobre cómo pasar del con­trol de mul­ti­tu­des a secues­tros y a algún que otro ase­si­na­to selectivo?

Pero tal vez la par­te más sucu­len­ta sea la reac­ción esta­dou­ni­den­se de que esta per­pe­tua, ultra reac­cio­na­ria, alian­za Pak-Sau­dí esta­ría inter­fi­rien­do con el impul­so de Washing­ton de “guiar levan­ta­mien­tos popu­la­res” hacia una “con­clu­sión demo­crá­ti­ca” ¿Quién enga­ña a quién?

Caba­llo de Tro­ya en tu casa

El levan­ta­mien­to sirio es por lo menos en un 80% un movi­mien­to juve­nil, sobre todo secu­lar, con una con­sig­na que podría resu­mir­se en “todos uni­dos, sin des­ple­gar sím­bo­los par­ti­da­rios, con­fe­sio­na­les o étni­cos”. El rumor domi­nan­te en Damas­co es que todo lo que se oye son solo rumores.

Lo que es segu­ro es que a esos jóve­nes les está dis­pa­ran­do en masa la maqui­na­ria repre­so­ra de Asad; los alaui­tas están muer­tos de mie­do; las mili­cias pro guber­na­men­ta­les inci­tan al caos inclu­so median­te ata­ques con­tra el ejér­ci­to y la poli­cía; y la bur­gue­sía en Damas­co y Alep­po toda­vía no entra en acción, tal vez sepa que se tra­ta de un pro­ce­so a fue­go lento.

En Bah­réin las muje­res pro­fe­sio­na­les, muchas de poco más de 20 años, son arres­ta­das en sus sitios de tra­ba­jo. Muchas han des­apa­re­ci­do en pri­sio­nes de esti­lo mili­tar. Las pocas que han sido libe­ra­das denun­cian duros aco­sos sexua­les e inclu­so tortura.

Bah­réin es un miem­bro del GCC que uti­li­za la tor­tu­ra sobre sus muje­res para aplas­tar un movi­mien­to por la demo­cra­cia. Es una mejo­ra cer­ti­fi­ca­da sobre la des­crip­ción ruti­na­ria de Ara­bia Sau­dí como la mayor pri­sión de muje­res del mundo.

La Casa de Saud tam­bién está muy ocu­pa­da en Egip­to aho­ra que el Con­se­jo Mili­tar egip­cio reci­bió unos bue­nos 4.000 millo­nes de dóla­res de Riad. Es ins­truc­ti­vo saber que el maris­cal de cam­po Tan­ta­wi –el actual hom­bre fuer­te “tran­si­to­rio” de El Cai­ro– fue agre­ga­do mili­tar egip­cio en Pakis­tán duran­te la yihad afga­na de los años ochenta.

De modo que Tan­ta­wi es un niño mima­do del ISI, así como un niño mima­do del prín­ci­pe sau­dí Ban­dar. Con Tan­ta­wi como Caba­llo de Tro­ya de la Casa de Saud, apues­ta mucho más en Egip­to a los Her­ma­nos Musul­ma­nes que a una Pla­za Tah­rir secular.

Lo que se ajus­ta mara­vi­llo­sa­men­te a su pro­pio deseo ardien­te (no tan secre­to): un mode­lo paquis­ta­ní para Egip­to, con el ejér­ci­to en el fon­do y un gobierno civil de facha­da diri­gi­do por par­ti­dos islá­mi­cos que ganan en las urnas. Pero ese régi­men lige­ra­men­te islá­mi­co solo sería acep­ta­ble si rin­die­ra plei­te­sía al neo­li­be­ra­lis­mo y a los acuer­dos de Camp David con Israel.

La Casa de Saud aprue­ba este pro­yec­to por un moti­vo muy sim­ple. Sabe que su supues­ta hege­mo­nía en el mun­do ára­be solo dura­rá mien­tras Egip­to carez­ca de impor­tan­cia polí­ti­ca. Y la mane­ra de lograr­lo es a tra­vés de una isla­mi­za­ción –el camino waha­bí– del Esta­do y de la polí­ti­ca en su con­jun­to. La Pla­za Tah­rir, oja­lá, luche has­ta el fin en su con­tra. Por lo menos pue­de haber unos pocos moti­vos para espe­rar que el pró­xi­mo Verano Ára­be no sea desalentador.

.* Rebe­lión.

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