La lucha de cla­ses en Euro­pa y las raí­ces de la cri­sis mun­dial- Fra­nçois Chesnais

Este artícu­lo tra­ta de repa­sar la raíz y la natu­ra­le­za de las cri­sis capi­ta­lis­tas que se han hecho par­ti­cu­lar­men­te noto­rias con la actual cri­sis y situar a esta en la “his­to­ria lar­ga”. La cri­sis que está en cur­so esta­lló al tér­mino de una fase muy lar­ga (más de cin­cuen­ta años) de acu­mu­la­ción casi inin­te­rrum­pi­da: la úni­ca fase de esta dura­ción en toda la his­to­ria del capi­ta­lis­mo. Por otro lado, la muy difí­cil situa­ción de los tra­ba­ja­do­res en cual­quier par­te del mun­do resul­ta de la posi­ción de fuer­za gana­da por el capi­tal, gra­cias a la mun­dia­li­za­ción del ejér­ci­to indus­trial de reser­va con la exten­sión de la libe­ra­ción de los inter­cam­bios y de la inver­sión direc­ta en China.

Des­pués de haber sido pre­sen­ta­da duran­te mucho tiem­po como “deu­da de los Esta­dos”, la cri­sis de los ban­cos euro­peos y del euro se desa­rro­lló con rapi­dez cre­cien­te a par­tir de octu­bre (2011). Su mar­co es la cri­sis eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra mun­dial en cur­so des­de hace más de cua­tro años y cons­ti­tu­ye un momen­to de la mis­ma en el terreno espe­cí­fi­ca­men­te finan­cie­ro. En las pri­me­ras fases de la cri­sis, el epi­cen­tro de la mis­ma estu­vo en Wall Street y la City. La dimen­sión y alcan­ce del sha­dow ban­king sys­tem y la debi­li­dad de las medi­das de segu­ri­dad intro­du­ci­das des­pués de las decla­ra­cio­nes del G20 de Lon­dres en mayo 2009 hacen que estos dos cen­tros neu­rál­gi­cos de las finan­zas, tar­de o tem­prano, mar­cha­rán hacia nue­vas con­vul­sio­nes finan­cie­ras. Por el momen­to, el esce­na­rio está en Euro­pa y la zona del euro. Des­de media­dos de octu­bre, para seguir la cri­sis harían fal­ta un artícu­lo o más por sema­na. Lo impi­den tan­to la perio­di­ci­dad de Carré rou­ge como los obje­ti­vos del colec­ti­vo que la edi­ta. Este artícu­lo toma dis­tan­cia de la situa­ción inmediata.

La cri­sis finan­cie­ra euro­pea es la mani­fes­ta­ción, en la esfe­ra de las finan­zas, de la situa­ción de semi­pa­rá­li­sis en que se encuen­tra la eco­no­mía mun­dial. En este momen­to es su mani­fes­ta­ción más visi­ble, pero de nin­gún modo la úni­ca. Las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad apli­ca­das simul­tá­nea­men­te en la mayor par­te de los paí­ses de la Unión Euro­pea (UE) con­tri­bu­yen a la espi­ral rece­si­va mun­dial, pero no cons­ti­tu­yen su úni­ca cau­sa. Fue­ron elo­cuen­tes los enca­be­za­mien­tos de la nota de pers­pec­ti­va de sep­tiem­bre de 2011 de la OCDE: “La acti­vi­dad mun­dial está cer­ca del estan­ca­mien­to”, “El comer­cio mun­dial se con­tra­jo, los des­equi­li­brios mun­dia­les per­sis­ten”, “En el mer­ca­do del tra­ba­jo, las mejo­ras son cada vez menos per­cep­ti­bles”, “La con­fian­za ha dis­mi­nui­do”, etcé­te­ra. Lue­go de las pro­yec­cio­nes de Euros­tat a media­dos de noviem­bre de una con­trac­ción eco­nó­mi­ca de la UE, a la que no esca­pa­ría ni siquie­ra Ale­ma­nia, la nota de la OCDE del 28 de noviem­bre seña­la un “con­si­de­ra­ble dete­rio­ro”, con un cre­ci­mien­to del 1,6% para el con­jun­to de la OCDE y del 3,4% para el con­jun­to de la eco­no­mía mundial.

Com­pren­si­ble­men­te, la aten­ción de los tra­ba­ja­do­res y los jóve­nes de Euro­pa está cen­tra­da en las con­se­cuen­cias del “fin de tra­yec­to” y el “sál­ve­se quien pue­da” de las bur­gue­sías euro­peas. La cri­sis polí­ti­ca de la UE y la zona euro, así como las inter­mi­na­bles vaci­la­cio­nes del BCE alre­de­dor del finan­cia­mien­to direc­to de los paí­ses en mayo­res difi­cul­ta­des, son sus mani­fes­ta­cio­nes más visi­bles. Se tien­de a endu­re­cer las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad y a mon­tar un ope­ra­ti­vo de “sal­va­ta­je total” del que no esca­pe país alguno. Sin embar­go, la situa­ción euro­pea no pue­de ser com­pren­di­da inde­pen­dien­te­men­te de la con­si­de­ra­ción de la situa­ción de la eco­no­mía mun­dial en su totalidad.

La CNUCED comien­za su infor­me seña­lan­do que “el gra­do de inte­gra­ción e inter­de­pen­den­cia eco­nó­mi­cas en el mun­do actual no tie­ne pre­ce­den­tes” (CNUCED, 2011).Este reco­no­ci­mien­to es un inne­ga­ble pro­gre­so inte­lec­tual en el que muchos comen­ta­do­res e, inclu­so, mili­tan­tes de izquier­da bien podrían ins­pi­rar­se. El cam­po de la cri­sis es el del “sis­te­ma de cam­bio inter­na­cio­nal más desa­rro­lla­do” del que ya habla Marx en sus tem­pra­nos escri­tos eco­nó­mi­cos (Marx, 1971: 161). Hoy, tras la rein­te­gra­ción de Chi­na y la ple­na incor­po­ra­ción de la India en la eco­no­mía capi­ta­lis­ta mun­dial, la den­si­dad de las rela­cio­nes de inter­co­ne­xión y la velo­ci­dad de inter­ac­cio­nes en el mer­ca­do mun­dial alcan­zan un nivel jamás vis­to ante­rior­men­te. Este es el mar­co en el que deben ser abor­da­das las cues­tio­nes esen­cia­les: la sobre­acu­mu­la­ción y super­pro­duc­ción, los super­po­de­res de las ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras y la com­pe­ten­cia intercapitalista.

No hay nin­gún “fin de cri­sis” a la vista

En el usual len­gua­je eco­nó­mi­co de ins­pi­ra­ción key­ne­sia­na, el tér­mino “sali­da de la cri­sis” indi­ca el momen­to en que la inver­sión y el empleo se recu­pe­ran. En tér­mi­nos mar­xis­tas, es el momen­to en que la pro­duc­ción de valor y plus valor (toman­do y hacien­do tra­ba­jar a los asa­la­ria­dos y ven­dien­do las mer­can­cías a fin de rea­li­zar su apro­pia­ción por el capi­tal) está basa­da en la acu­mu­la­ción de nue­vos equi­pos y la crea­ción de nue­vas capa­ci­da­des de pro­duc­ción. Son muy raras las eco­no­mías que, como es el caso de Chi­na, a pesar de estar inser­tas en rela­cio­nes de inter­de­pen­den­cia, sigan dis­fru­tan­do de cier­ta auto­no­mía de modo tal que la sali­da de la cri­sis pue­da con­ce­bir­se a nivel de la eco­no­mía del Esta­do-nación. Todas las demás están inser­tas en rela­cio­nes de inter­de­pen­den­cia que deter­mi­nan que el cie­rre del ciclo del capi­tal (Dinero-Mercancía-Producto-Mercancía’-Dinero’) de la mayor par­te de las empre­sas (en cual­quier caso, de todas las gran­des) se reali­ce en el extran­je­ro. Y los mayo­res gru­pos direc­ta­men­te des­lo­ca­li­zan todo el ciclo de una par­te de sus filiales.

A esto se debe el alcan­ce del ato­lla­de­ro regis­tra­do duran­te el últi­mo G20. A más de cua­tro años del comien­zo de la cri­sis (agos­to 2007) y tres des­de las con­vul­sio­nes pro­vo­ca­das por la quie­bra del ban­co Leh­mannn (sep­tiem­bre 2008), el con­jun­to de la situa­ción está mar­ca­do por la inca­pa­ci­dad, al menos por el momen­to, del “capi­tal” –los gobier­nos, los ban­cos cen­tra­les, el FMI y los gru­pos pri­va­dos de cen­tra­li­za­ción y poder del capi­tal colec­ti­va­men­te con­si­de­ra­dos– para encon­trar medios que per­mi­tan crear una diná­mi­ca como la indi­ca­da a nivel de la eco­no­mía mun­dial o, como míni­mo, en muy gran­des sec­to­res de la mis­ma. La cri­sis de la zona euro y sus impac­tos sobre un sis­te­ma finan­cie­ro opa­co y vul­ne­ra­ble son una expre­sión de esto. Pero esa inca­pa­ci­dad no impli­ca pasi­vi­dad polí­ti­ca. Lo que ocu­rre sim­ple­men­te es que la acción de la bur­gue­sía está cada vez mas movi­da exclu­si­va­men­te por la volun­tad de pre­ser­var la domi­na­ción de cla­se, en toda su des­nu­dez. En lo que hace de mane­ra inme­dia­ta y direc­ta a los tra­ba­ja­do­res de Euro­pa, los cen­tros de deci­sión capi­ta­lis­ta bus­can acti­va­men­te solu­cio­nes capa­ces de pro­te­ger los ban­cos y evi­tar el inmen­so cho­que finan­cie­ro que sig­ni­fi­ca­ría el default de pago de Ita­lia o Espa­ña, hacien­do caer más que nun­ca todo el peso de la cri­sis sobre las cla­ses popu­la­res. Un tes­ti­mo­nio de esto es el des­em­bar­co (con pocos días de inter­va­lo), en la cúpu­la de los gobier­nos grie­go e ita­liano, de comi­sio­na­dos del capi­tal finan­cie­ro que fue­ron desig­na­dos direc­ta­men­te por este, “eva­dien­do los pro­ce­di­mien­tos demo­crá­ti­cos”. Lo tes­ti­mo­nia asi­mis­mo la dan­za de rumo­res sobre pro­yec­tos de “gober­nan­cia” auto­ri­ta­ria que están sien­do dis­cu­ti­dos en el seno de la zona euro. Esto tie­ne impli­ca­cio­nes polí­ti­cas aún más gra­ves para los tra­ba­ja­do­res, por­que vie­ne acom­pa­ña­do por el refuer­zo del carác­ter pro­cí­cli­co de las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad y pri­va­ti­za­ción que con­tri­bu­ye a la nue­va rece­sión en marcha.

Los ince­san­tes lla­ma­dos que des­de el otro lado del Atlán­ti­co Nor­te hacen Barak Oba­ma y el Secre­ta­rio del Teso­ro Tim Geith­ner para que los diri­gen­tes euro­peos den una rápi­da res­pues­ta a la cri­sis del euro tra­du­cen el hecho de que “el motor ame­ri­cano”, como dicen los perio­dis­tas, está “ave­ria­do”. Des­de 1998 (rebo­te de la cri­sis asiá­ti­ca), el fun­cio­na­mien­to macro­eco­nó­mi­co esta­dou­ni­den­se fue cons­trui­do casi ente­ra­men­te sobre la base del endeu­da­mien­to de los hoga­res, las PyMEs y las colec­ti­vi­da­des loca­les. Este “régi­men de cre­ci­mien­to” está muy arrai­ga­do: refor­zó con tan­ta fuer­za el jue­go de los meca­nis­mos de dis­tri­bu­ción des­igual de los ingre­sos [1] que los diri­gen­tes no tie­nen otra pers­pec­ti­va a la cual afe­rrar­se que el momen­to –lejano– en que la gen­te pue­da (o esté en reali­dad obli­ga­da a) endeu­dar­se nuevamente.

Las dife­ren­cias “irre­con­ci­lia­bles” entre Demó­cra­tas y Repu­bli­ca­nos hacen a dos cues­tio­nes inter­co­nec­ta­das: cuál sería la mejor mane­ra de des­en­deu­dar al Esta­do Fede­ral des­de esa pers­pec­ti­va y si pue­de o, inclu­so debe endeu­dar­se más para alcan­zar tal obje­ti­vo. La inca­pa­ci­dad de con­ce­bir cual­quier otro “régi­men de cre­ci­mien­to” refle­ja la casi into­ca­ble fuer­za eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca de la oli­gar­quía polí­ti­co-finan­cie­ra que cons­ti­tu­ye ese 1%. El movi­mien­to OWS es un pri­mer signo del res­que­bra­ja­mien­to de esta domi­na­ción, pero, has­ta que no se pro­duz­ca un terre­mo­to mun­dial que inclu­ya a los Esta­dos Uni­dos, la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca nor­te­ame­ri­ca­na segui­rá redu­ci­da a las inyec­cio­nes de dine­ro del Ban­co Cen­tral (la Fed), o sea, a hacer fun­cio­nar la máqui­na de fabri­car bille­tes, sin que nadie sepa has­ta cuán­do pue­de durar eso. Chi­na e India pue­den ayu­dar, como lo hicie­ron en 2009, a limi­tar la con­trac­ción de la pro­duc­ción y del comer­cio. En par­ti­cu­lar, Chi­na segui­rá –pero con más difi­cul­ta­des que antes– ayu­dan­do a sur­fear la con­trac­ción mun­dial. Con la ple­na inte­gra­ción de India y de Chi­na en la eco­no­mía se pro­du­jo un sal­to cua­li­ta­ti­vo en la dimen­sión del ejér­ci­to indus­trial de reser­va a dis­po­si­ción del capi­ta­lis­mo mun­dial en su con­jun­to. Adi­cio­nal­men­te, debe recor­dar­se que en Chi­na se encuen­tran algu­nos de los más impor­tan­tes focos de sobre­acu­mu­la­ción y de sobre­pro­duc­ción. Se habla mucho del efec­to de tije­ras entre la gran baja de los PIB de los paí­ses capi­ta­lis­tas indus­tria­les “vie­jos” y el ascen­so de los “gran­des emer­gen­tes”, y la cri­sis tam­bién ace­le­ró la fina­li­za­ción del perío­do de hege­mo­nía mun­dial de los Esta­dos Uni­dos (hege­mo­nía eco­nó­mi­ca, finan­cie­ra y mone­ta­ria des­de los años 1930, hege­mo­nía mili­tar no com­par­ti­da a par­tir de 1992). Sin embar­go, Chi­na no está de nin­gu­na mane­ra en con­di­cio­nes de tomar la pos­ta de los Esta­dos Uni­dos como poten­cia hegemónica.

Lo nove­do­so de la gran cues­tión polí­ti­ca del período

Este artícu­lo tra­ta de repa­sar la raíz y la natu­ra­le­za de las cri­sis capi­ta­lis­tas que se han hecho par­ti­cu­lar­men­te noto­rias con la actual cri­sis y situar a esta en la “his­to­ria lar­ga”. La cri­sis que está en cur­so esta­lló al tér­mino de una fase muy lar­ga (más de cin­cuen­ta años) de acu­mu­la­ción casi inin­te­rrum­pi­da: la úni­ca fase de esta dura­ción en toda la his­to­ria del capi­ta­lis­mo. Pre­ci­sa­men­te, la cri­sis pue­de durar muchos años, has­ta una déca­da, por­que tie­ne como sus­tra­to una sobre­acu­mu­la­ción de capa­ci­da­des de pro­duc­ción espe­cial­men­te ele­va­da y, como excre­cen­cia, una acu­mu­la­ción de capi­tal fic­ti­cio de un mon­to tam­bién sin pre­ce­den­te. Por otro lado, la muy difí­cil situa­ción de los tra­ba­ja­do­res en cual­quier par­te del mun­do –por dife­ren­cia­da que sea la mis­ma de con­ti­nen­te a con­ti­nen­te e, inclu­so, de país a país, debi­do a sus ante­rio­res tra­yec­to­rias his­tó­ri­cas– resul­ta de la posi­ción de fuer­za gana­da por el capi­tal, gra­cias a la mun­dia­li­za­ción del ejér­ci­to indus­trial de reser­va con la exten­sión de la libe­ra­ción de los inter­cam­bios y de la inver­sión direc­ta en China.

Si en un hori­zon­te tem­po­ral pre­vi­si­ble no hay “sali­da de la cri­sis” para el capi­tal, de mane­ra com­ple­men­ta­ria y anta­gó­ni­ca, el futu­ro de los tra­ba­ja­do­res y de los jóve­nes depen­de, en gran medi­da, si no ente­ra­men­te, de la capa­ci­dad para abrir­se espa­cios y dar­se “tiem­pos de res­pi­ra­ción” polí­ti­cos pro­pios, a par­tir de diná­mi­cas que, hoy, solo ellos pue­den movi­li­zar. Esta­mos en una situa­ción mun­dial en la cual lo deci­si­vo ha pasa­do a ser la capa­ci­dad que logren estos movi­mien­tos –naci­dos sin avi­so– para orga­ni­zar­se de tal modo que con­ser­ven una diná­mi­ca de “auto­ali­men­ta­ción”, inclu­so en situa­cio­nes en las que no exis­tan, a cor­to pla­zo, des­en­la­ces polí­ti­cos cla­ros o defi­ni­dos. En Túnez, Gre­cia o Egip­to, pero tam­bién en los Esta­dos Uni­dos el movi­mien­tos OWS, en el espe­cial con­tex­to nacio­nal de la prin­ci­pal poten­cia capi­ta­lis­ta del mun­do y un espa­cio geo­grá­fi­co con­ti­nen­tal, lo mejor que los mili­tan­tes pue­den hacer es ayu­dar a que los acto­res de los movi­mien­tos con esta poten­cia­li­dad afron­ten los diver­sos y nume­ro­sos obs­tácu­los con que cho­can, y defen­der la idea de que, en últi­ma ins­tan­cia, las cues­tio­nes socia­les deci­si­vas son “quién con­tro­la la pro­duc­ción social, con qué obje­ti­vo, según qué prio­ri­da­des y cómo pue­de ser cons­trui­do polí­ti­ca­men­te ese con­trol social”. Posi­ble­men­te sea este el sen­ti­do de los pro­ce­sos y con­sig­nas “tran­si­cio­na­les” hoy en día. Algu­nos podrán decir que siem­pre fue así… Pero, dicho en los tér­mi­nos que aca­bo de uti­li­zar, para gran can­ti­dad de mili­tan­tes cons­ti­tu­ye una for­mu­la­ción en gran medi­da –si no com­ple­ta­men­te– novedosa.

La valo­ri­za­ción “sin fin y sin lími­tes” del capi­tal como motor de la acumulación

Antes de reto­mar la cri­sis ini­cia­da en 2007, es pre­ci­so expli­ci­tar los resor­tes de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta. Deten­gá­mo­nos un ins­tan­te en la teo­ría de la acu­mu­la­ción en el lar­go pla­zo. El obje­ti­vo es ayu­dar, par­tien­do de una com­pren­sión pre­ci­sa de los resor­tes del movi­mien­to de acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta, a faci­li­tar la expli­ci­ta­ción de la natu­ra­le­za de las cri­sis y a situar cada gran cri­sis en la his­to­ria social y polí­ti­ca mun­dial. Como escri­bió Paul Mat­tick, al comen­tar una indi­ca­ción de Engels, “nin­gu­na cri­sis real pue­de ser enten­di­da si no se la sitúa en el con­tex­to más amplio de desa­rro­llo social glo­bal” (Mat­tick, 1977: 39). La mag­ni­tud y los ras­gos espe­cí­fi­cos de las gran­des cri­sis son la resul­tan­te de los medios a los que el capi­tal (en un sen­ti­do que inclu­ye a los gobier­nos de los paí­ses capi­ta­lis­tas más impor­tan­tes) uti­li­zó en el perío­do pre­ce­den­te para “supe­rar estos lími­tes inma­nen­tes” antes de ver “que vuel­ven a levan­tar­se estos mis­mos lími­tes toda­vía con mayor fuer­za” (Marx, 1973: III, 248). Las cri­sis esta­llan en el momen­to en que el capi­tal que­da nue­va­men­te “reatra­pa­do” por sus con­tra­dic­cio­nes, enfren­ta­do a las barre­ras que él mis­mo se crea. Mien­tras más impor­tan­tes hayan sido los medios uti­li­za­dos para supe­rar sus lími­tes, más pro­lon­ga­do haya sido el tiem­po en que esos medios de supera­ción logra­ron su obje­ti­vo, y más pudie­ron dife­rir su reve­la­ción, más impor­tan­te será la cri­sis y más difí­cil la bús­que­da de nue­vos medios para “supe­rar estos lími­tes inma­nen­tes”. De este modo, la his­to­ria inva­de la teo­ría de las crisis.

Cada gene­ra­ción lee y relee a Marx. Y lo hace tan­to para seguir la evo­lu­ción his­tó­ri­ca como tam­bién para dar cuen­ta de la expe­rien­cia de difi­cul­ta­des teó­ri­cas con las que tro­pe­zó. Duran­te muchas déca­das pre­do­mi­nó la pro­ble­má­ti­ca del desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas en sus dis­tin­tas varian­tes, con las remi­nis­cen­cias de las teo­rías del pro­gre­so que la mis­ma podía toda­vía arras­trar. Hoy, el Marx que, como mili­tan­te-inves­ti­ga­dor, hay que leer es el que ayu­da a com­pren­der lo que sig­ni­fi­ca la toma del poder de las finan­zas D, el dine­ro en toda su bru­ta­li­dad, aquel sobre el que escri­bió en los Manus­cri­tos de 1857 – 58 dicien­do que “el capi­tal […] en tan­to repre­sen­tan­te de la for­ma uni­ver­sal de la rique­za –el dine­ro– cons­ti­tu­ye el impul­so desen­fre­na­do y des­me­su­ra­do de pasar por enci­ma de sus pro­pias barre­ras” (Ibíd.: 276). O tam­bién el que sos­tie­ne, en El capi­tal, que la “la cir­cu­la­ción del dine­ro como capi­tal lle­va en sí mis­mo su fin, pues la valo­ri­za­ción del valor sólo se da den­tro de este pro­ce­so cons­tan­te­men­te reno­va­do. El movi­mien­to del capi­tal es, por tan­to, ince­san­te” (Ibíd.: I, 108). A lo lar­go del siglo XX, mucho más que en el momen­to en que Marx lo estu­dia­ra, el capi­tal evi­den­ció un pro­fun­do nivel de indi­fe­ren­cia en cuan­to al uso social de las mer­can­cías pro­du­ci­das o a la fina­li­dad de las inversiones.

Des­de hace trein­ta años, la “rique­za abs­trac­ta” ha toma­do cada vez más la for­ma de masas de capi­tal-dine­ro en bus­ca de valo­ri­za­ción colo­ca­das en las manos de ins­ti­tu­cio­nes –gran­des ban­cos, socie­da­des de segu­ro, fon­dos de pen­sión y Hed­ge Funds – cuyo “ofi­cio” es el de valo­ri­zar sus habe­res de mane­ra pura­men­te finan­cie­ra, sin salir de la esfe­ra de los mer­ca­dos de títu­los y de acti­vos fic­ti­cios “deri­va­dos” de títu­los, sin pasar por la pro­duc­ción. En tan­to que las accio­nes y los títu­los de deu­da –públi­ca, de las empre­sas o los hoga­res– solo son “vales”, dere­chos a apro­piar­se de una par­te del valor y de la plus­va­lía, con­cen­tra­cio­nes inmen­sas de dine­ro se vuel­can al “ciclo cor­to Dine­ro-Dine­ro” que repre­sen­ta la supre­ma expre­sión de lo que Marx lla­ma el feti­chis­mo del dine­ro. Expre­sa­da median­te for­mas cada vez más abs­trac­tas, fic­ti­cias, “nocio­na­les” (tér­mino uti­li­za­do por los eco­no­mis­tas de las finan­zas) de dine­ro, la indi­fe­ren­cia ante las con­se­cuen­cias de la valo­ri­za­ción sin fin y sin lími­tes del capi­tal impreg­na la eco­no­mía y la polí­ti­ca, inclu­so en “tiem­pos de paz”.

Los ras­gos prin­ci­pa­les del capi­tal a inte­rés que fue­ron des­ta­ca­dos por Marx –man­te­ner­se “al mar­gen del pro­ce­so de pro­duc­ción” y pre­sen­tar “el inte­rés como el ver­da­de­ro fru­to del capi­tal, como lo ori­gi­na­rio, y con la ganan­cia trans­fi­gu­ra­da aho­ra como ganan­cia de empre­sa­rio, como sim­ple acce­so­rio y adi­ta­men­to aña­di­do en el pro­ce­so de repro­duc­ción” (Ibíd.: III, 374)– hoy enfren­tan a los diri­gen­tes capi­ta­lis­tas con toda la socie­dad, con el con­jun­to de la socie­dad. Lo que ocu­rre a nivel de la dis­tri­bu­ción (el 1% fren­te al 99%, según dice la con­sig­na de los mili­tan­tes de OWS) es solo la expre­sión más fácil­men­te per­cep­ti­ble de pro­ce­sos mucho más pro­fun­dos. En la cús­pi­de de los gran­des gru­pos finan­cie­ros –tan­to en los lla­ma­dos “con pre­do­mi­nio indus­trial” como en los demás – , exis­te una fusión casi com­ple­ta entre el “capi­tal-pro­pie­dad” y el “capi­tal-fun­ción”, que Marx iden­ti­fi­ca­ra para opo­ner­los par­cial­men­te. “La era de los mana­gers” dejó lugar a otra en la cual hay una iden­ti­dad de visión casi com­ple­ta entre los accio­nis­tas y los diri­gen­tes. Para un capi­tal en el que las finan­zas están en el pues­to de man­do, la bús­que­da “desen­fre­na­da y des­me­su­ra­da” de la valo­ri­za­ción debe ser con­du­ci­da mucho más impla­ca­ble­men­te si el sis­te­ma está en cri­sis. Los “vales” sobre la pro­duc­ción en for­ma de divi­den­dos o intere­ses están ame­na­za­dos y alcan­zan mon­tos que des­pués de los años 1920 nun­ca habían sido tan ele­va­dos. Es por esto que, ya sea que se tra­te de los tra­ba­ja­do­res que el capi­tal emplea pese a la situa­ción de sobre­pro­duc­ción, o de los recur­sos bási­cos que se rari­fi­can o inclu­so de la posi­ción a adop­tar fren­te al cam­bio cli­má­ti­co y sus pre­vi­si­bles con­se­cuen­cias, el refle­jo pre­do­mi­nan­te en el capi­tal toma­do de con­jun­to es inten­si­fi­car la explo­ta­ción de “las dos fuen­tes ori­gi­na­les de toda rique­za: la tie­rra y el hom­bre” (Ibíd.: I, 424) y esto, ili­mi­ta­da­men­te, has­ta el ago­ta­mien­to, sean cua­les fue­ren las con­se­cuen­cias. No pue­do exten­der­me acá en el aná­li­sis de las cues­tio­nes eco­ló­gi­cas y su inter­ac­ción con el movi­mien­to de la acu­mu­la­ción y sus con­tra­dic­cio­nes, pero cabe seña­lar que, con la cri­sis, estas inter­ac­cio­nes se hacen aún más estre­chas, como lo mues­tra el últi­mo infor­me de la Agen­cia Inter­na­cio­nal de la Ener­gía (Rever­chon, 2011).

Cen­tra­li­za­ción y con­cen­tra­ción del capi­tal e inten­si­fi­ca­ción de la com­pe­ten­cia intercapitalista

La idea aso­cia­da a la expre­sión “los amos del mun­do”, la de una socie­dad pla­ne­ta­ria del tipo de Metró­po­lis de Fritz Lang, aca­ba de ser refor­za­da por la difu­sión de un estu­dio esta­dís­ti­co muy impor­tan­te sobre las inter­co­ne­xio­nes finan­cie­ras entre los más gran­des ban­cos y empre­sas trans­na­cio­na­les, publi­ca­do por el Ins­ti­tu­to Fede­ral Sui­zo de la Tec­no­lo­gía de Zurich (Vita­li et al.). Sería nece­sa­rio un artícu­lo ente­ro para exa­mi­nar la meto­do­lo­gía, los datos de base y las con­clu­sio­nes de este ambi­cio­so estu­dio, cuyos resul­ta­dos tie­nen impor­tan­tes impli­ca­cio­nes pero deben ser cru­za­dos con otros hechos. ¿Qué sen­ti­do tie­ne cla­si­fi­car a cin­co gru­pos finan­cie­ros fran­ce­ses (Axa en el cuar­to lugar y la Socié­té Géné­ra­le en el pues­to vein­ti­cua­tro) entre los cin­cuen­ta pri­me­ros gru­pos mun­dia­les en base al núme­ro de sus lazos (carac­te­ri­za­dos como de “con­trol”) con otros ban­cos y empre­sas? ¿Cómo recon­ci­liar esta infor­ma­ción, con la exi­gen­cia de acu­dir al sal­va­ta­je de esos mis­mos gru­pos? ¿No será que la den­si­dad de inter­co­ne­xio­nes finan­cie­ras tra­du­ce sobre todo el flu­jo de ope­ra­cio­nes finan­cie­ras en las que los gru­pos en cues­tión son inter­me­dia­rios, y los nume­ro­sos lazos solo ten­drían el esta­tu­to de nudos del sis­te­ma y no el de cen­tra­li­za­do­res de valor y de plusvalía?[2]

En todo caso, la publi­ci­dad dada al estu­dio exi­ge hacer dos tipos de obser­va­cio­nes teó­ri­cas que son, al mis­mo tiem­po, indis­pen­sa­bles para com­pren­der la situa­ción mun­dial. Los pro­ce­sos de libe­ra­li­za­ción y pri­va­ti­za­ción for­ta­le­cie­ron muchí­si­mo los meca­nis­mos de cen­tra­li­za­ción y de con­cen­tra­ción del capi­tal, tan­to a nivel nacio­nal como de mane­ra trans­na­cio­nal. Son pro­ce­sos que alcan­za­ron tan­to al “Sur” como al “Nor­te”. En deter­mi­na­dos sec­to­res de los paí­ses lla­ma­dos “emer­gen­tes” –la ban­ca y los ser­vi­cios finan­cie­ros, la agro­in­dus­tria, la mine­ría y los meta­les bási­cos– hemos vis­to la cen­tra­li­za­ción y la con­cen­tra­ción del capi­tal y su expan­sión hacia los paí­ses veci­nos. En Bra­sil y Argen­ti­na, por ejem­plo, la for­ma­ción de pode­ro­sas “oli­gar­quías” moder­nas mar­chó a la par de fuer­tes pro­ce­sos endó­ge­nos de acu­mu­la­ción finan­cia­ri­za­da y la valo­ri­za­ción de “ven­ta­jas com­pa­ra­ti­vas” acor­des a las nece­si­da­des en mate­rias pri­mas de esta acu­mu­la­ción mun­dial en la que Chi­na pasó a ser el pivote.

Espe­cial­men­te en Bra­sil se han cons­ti­tui­do oli­go­po­lios que riva­li­zan con sus pares nor­te­ame­ri­ca­nos o aus­tra­lia­nos en la extrac­ción y la trans­for­ma­ción de meta­les y la agro­in­dus­tria. Debi­do a la mun­dia­li­za­ción, las inter­co­ne­xio­nes entre los ban­cos y entre ban­cos y empre­sas com­pro­me­ti­das con la pro­duc­ción indus­trial y los ser­vi­cios, ha pasa­do a ser más fuer­te­men­te trans­na­cio­nal que en cual­quier otro momen­to. El cam­po de acción de lo que Lenin lla­ma­ba “entre­la­za­mien­to”, es la eco­no­mía mun­dial. No por eso el capi­tal es mono­lí­ti­co. El entre­la­za­mien­to no borra la com­pe­ten­cia entre los oli­go­po­lios que, en oca­sión de la cri­sis, recu­pe­ran ras­gos nacio­na­les y com­por­ta­mien­tos poco coope­ra­ti­vos. Lo que hoy pre­va­le­ce en el are­na mun­dial es lo que Marx lla­ma “la anar­quía de la pro­duc­ción”, cuyo agui­jón es la com­pe­ten­cia, inclu­so si el mono­po­lio y el oli­go­po­lio son la for­ma abso­lu­ta­men­te domi­nan­te de los “múl­ti­ples capi­ta­les” que con­ju­ga el capi­tal con­si­de­ra­do como tota­li­dad. Los Esta­dos, o más exac­ta­men­te, algu­nos Esta­dos, los que toda­vía tie­nen medios para ello, son cada vez más los agen­tes acti­vos de esta com­pe­ten­cia. El úni­co Esta­do que en Euro­pa con­ti­nen­tal con­ser­va esos medios es Ale­ma­nia. No ocu­rre lo mis­mo en Fran­cia, don­de la bur­gue­sía se hizo nue­va­men­te finan­cie­ra y ren­tis­ta, dejó que se pro­du­je­ra un pro­ce­so de des­in­dus­tria­li­za­ción, se ence­rró en la opción ener­gé­ti­ca de lo nuclear y ve aho­ra que sus “cam­peo­nes nacio­na­les” caen uno tras otro. Por eso las dudas res­pec­to a la pre­sen­cia de ban­cos fran­ce­ses entre los cin­cuen­ta “amos del mundo”.

La otra gran obser­va­ción refe­ri­da a la cen­tra­li­za­ción-con­cen­tra­ción del capi­tal nos devuel­ve a nues­tro hilo con­duc­tor. La razón por la cual las leyes coer­ci­ti­vas de la com­pe­ten­cia des­ha­cen las ten­den­cias que van en el sen­ti­do del acuer­do entre los oli­go­po­lios mun­dia­les, es que el capi­tal, por cen­tra­li­za­do que sea, no tie­ne, sin embar­go, el poder de libe­rar­se de las con­tra­dic­cio­nes que le son con­sus­tan­cia­les, así como no pue­de blo­quear el momen­to en que vuel­ve a encon­trar­se con sus “lími­tes inmanentes”.

El capi­tal “reatra­pa­do” por los méto­dos ele­gi­dos duran­te cua­ren­ta años para supe­rar las barre­ras inmanentes

Como ya diji­mos, la actual cri­sis se pro­du­ce al tér­mino de la fase de acu­mu­la­ción inin­te­rrum­pi­da más lar­ga de toda la his­to­ria del capi­ta­lis­mo. Las bur­gue­sías apro­ve­cha­ron ple­na­men­te la polí­ti­ca apli­ca­da por la URSS y más tar­de por la Chi­na (espe­cial­men­te en Indo­ne­sia entre 1960 y 1965) para con­te­ner la revo­lu­ción social anti­ca­pi­ta­lis­ta y anti­im­pe­ria­lis­ta en don­de esta apa­re­cie­ra y para que­brar al movi­mien­to anti buro­crá­ti­co, des­de Ber­lín en 1953 y Buda­pest en 1965 has­ta Tia­nan­men en 1989. El capi­tal –los gobier­nos de los prin­ci­pa­les paí­ses capi­ta­lis­tas con sus cam­bian­tes rela­cio­nes con los núcleos pri­va­dos de cen­tra­li­za­ción del capi­tal y de poder de las finan­zas y de la gran indus­tria– pudie­ron encon­trar, a par­tir de 1978 – 1980, res­pues­tas a las barre­ras resul­tan­tes de sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas. En 1973 – 1975, con la rece­sión, ter­mi­nó el perío­do lla­ma­do “los trein­ta glo­rio­sos” cuyo fun­da­men­to fue –nun­ca será super­fluo repe­tir­lo– la inmen­sa des­truc­ción de capi­tal pro­duc­ti­vo y de medios de trans­por­te y comu­ni­ca­ción pro­vo­ca­da por el efec­to suce­si­vo de la cri­sis de los años 1930 y de la Segun­da Gue­rra Mun­dial. El capi­tal se encon­tró nue­va­men­te con­fron­ta­do con sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas, bajo la for­ma de lo que algu­nos han lla­ma­do “cri­sis estruc­tu­ral del capitalismo”.

Se die­ron tres res­pues­tas suce­si­vas –que no se reem­pla­za­ron, sino que se super­pu­sie­ron unas a otras– que per­mi­tie­ron al capi­tal pro­lon­gar la acu­mu­la­ción de más de trein­ta años. Fue en pri­mer lugar –tras un últi­mo inten­to de “relan­za­mien­to key­ne­siano” en 1975 – 77– la adop­ción, a par­tir de 1978, de polí­ti­cas neo­con­ser­va­do­ras de libe­ra­li­za­ción y de des­re­gla­men­ta­ción con que se tejió la mun­dia­li­za­cion del capi­tal. La “ter­ce­ra revo­lu­ción indus­trial” de las Tec­no­lo­gías de la Infor­ma­ción y la Comu­ni­ca­ción estu­vo estre­cha­men­te aso­cia­da con esto. Pero si bien las TIC fue­ron un fac­tor que con­tri­bu­yó a ase­gu­rar su éxi­to, se tra­tó de una res­pues­ta ante todo polí­ti­ca. Estu­vo basa­da en el fuer­te basa­men­to ideo­ló­gi­co-polí­ti­co cons­trui­do por Frie­drich Hayek y Mil­ton Fried­man (Dar­dot & Laval, 2009). Lue­go, el “régi­men de cre­ci­mien­to” antes des­cri­to, en el cual el sos­tén cen­tral de la acu­mu­la­ción pasa­ron a ser el endeu­da­mien­to pri­va­do y, en menor medi­da, el endeu­da­mien­to públi­co. Y la ter­ce­ra res­pues­ta fue la incor­po­ra­ción, por eta­pas, de Chi­na en los meca­nis­mos de la acu­mu­la­ción mun­dial, coro­na­da con su ingre­so en la Orga­ni­za­ción Mun­dial del Comercio.

Toman­do como hilo con­duc­tor la idea de que el capi­tal se encuen­tra con que “vuel­ven a levan­tar­se los mis­mos lími­tes toda­vía con mayor fuer­za” y, par­tien­do de los tres fac­to­res que aca­bo de seña­lar, pue­de apre­ciar­se la mag­ni­tud y la pro­ba­ble dura­ción de la gran cri­sis comen­za­da en agos­to de 2007.

La sobre­acu­mu­la­ción como fun­da­men­tal sus­tra­to de la crisis

La excep­cio­nal dura­ción de la fase de acu­mu­la­ción, que tuvo momen­tos de des­ace­le­ra­ción y una can­ti­dad cre­cien­te de adver­ten­cias (espe­cial­men­te la cri­sis asiá­ti­ca de 1988), pero nun­ca un ver­da­de­ro cor­te, a la que se suma la inte­gra­ción de Chi­na, al fina­li­zar ese perío­do, en el mer­ca­do mun­dial, hacen que la sobre­acu­mu­la­ción sea la mayor barre­ra que el capi­tal encuen­tra, nue­va­men­te, fren­te sí. Más allá de los ras­gos espe­cí­fi­cos de cada gran cri­sis, la razón pri­me­ra de todas ellas es la sobre­acu­mu­la­ción de capi­tal. La insa­cia­ble sed de plus­va­lía del capi­tal y el hecho que el capi­tal “se para­li­za, no don­de lo exi­ge la satis­fac­ción de las nece­si­da­des, sino allí don­de lo impo­ne la pro­duc­ción y rea­li­za­ción de la ganan­cia” (Marx, 1973: III, 276), expli­can que las cri­sis siem­pre sean cri­sis de sobre­acu­mu­la­ción de medios de pro­duc­ción, cuyo coro­la­rio es la sobre­pro­duc­ción de mer­can­cías. Esta sobre­acu­mu­la­ción y sobre­pro­duc­ción son “rela­ti­vas”, su pun­to de refe­ren­cia es la tasa míni­ma de ganan­cia con la cual los capi­ta­lis­tas con­ti­núan invir­tien­do y pro­du­cien­do. La ampli­tud de la sobre­acu­mu­la­ción hoy se debe a que las con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas que con­du­je­ron a la cri­sis y a su dura­ción ocul­ta­ron duran­te mucho tiem­po el sub­ya­cen­te movi­mien­to de caí­da de la ganan­cia. Es algo com­ple­ta­men­te dis­tin­to a la clá­si­ca eufo­ria de los booms de fin de ciclo. Menos aún se tra­ta de accio­nes impu­tables a los traders.

En el caso de los Esta­dos Uni­dos y los paí­ses de la UE, hubo una des­ac­ti­va­ción de los meca­nis­mos de adver­ten­cia debi­do al endeu­da­mien­to cada vez más ele­va­do posi­bi­li­ta­do por las “inno­va­cio­nes finan­cie­ras”. En el caso de Chi­na, son razo­nes polí­ti­cas las que impi­den que la caí­da de la tasa de ganan­cia lle­gue a fre­nar la acu­mu­la­ción de nue­vas capa­ci­dad pro­duc­ti­vas y, menos aún, a dete­ner­la (Gau­lard, 2010).

En cada gran cri­sis, la sobre­acu­mu­la­ción de capa­ci­da­des de pro­duc­ción y la super­pro­duc­ción de mer­can­cías se da en sec­to­res e indus­trias espe­cí­fi­cas. La cri­sis con­du­ce por con­ta­gio al esta­do de super­pro­duc­ción en otras indus­trias y sec­to­res. El nivel de aná­li­sis per­ti­nen­te es sec­to­rial y, fre­cuen­te­men­te, nacio­nal. A par­tir del momen­to en que la cri­sis finan­cie­ra comen­zó, en 2007 – 2008, a difi­cul­tar los meca­nis­mos de endeu­da­mien­to y pro­vo­car la con­trac­ción del cré­di­to (el “cre­dit crunch”), algu­nos sec­to­res (el inmo­bi­lia­rio y la cons­truc­ción en los EEUU, Irlan­da, Espa­ña y el Rei­no Uni­do) y algu­nas indus­trias (la auto­mo­triz en los EEUU y todos los paí­ses fabri­can­tes en Euro­pa) evi­den­cian estar con una muy fuer­te sobre­ca­pa­ci­dad. Aún hoy se encuen­tran stocks de edi­fi­cios de habi­ta­cio­nes y ofi­ci­nas sin ven­der ni alqui­lar. En las indus­trias eléc­tri­cas y mecá­ni­cas, las sobre­ca­pa­ci­da­des de los riva­les oli­go­pó­li­cos más débi­les (Renault, Peu­geot, Fiat, Good­year) y de sus pro­vee­do­res fue­ron reab­sor­bi­das por el cie­rre de esta­ble­ci­mien­tos y la des­truc­ción o des­lo­ca­li­za­ción de las maqui­na­rias. Pero las sobre­ca­pa­ci­da­des mun­dia­les se man­tie­nen intactas.

A fines de 2008 y el 2009 hubo una des­truc­ción de “capi­tal físi­co”, de capa­ci­da­des de pro­duc­ción en Euro­pa y los EEUU. Los efec­tos de sanea­mien­to con vis­tas a una “recu­pe­ra­ción” fue­ron con­tra­rres­ta­dos por la con­ti­nua­ción de la acu­mu­la­ción en Chi­na. De 2000 a 2010, el cre­ci­mien­to de la inver­sión fija bru­ta en Chi­na fue de un pro­me­dio del 13,3% por año, de tal modo que el por­cen­ta­je de la inver­sión fija en el PBI sal­tó del 34% al 46%. Esta expan­sión de la inver­sión no se debe tan­to al aumen­to de los gas­tos guber­na­men­ta­les del que los otros miem­bros del G20 se feli­ci­ta­ron en 2009, sino que, más bien, es la resul­tan­te de meca­nis­mos pro­fun­dos reve­la­do­res de pro­ce­sos incon­tro­la­dos o se debe a una ver­da­de­ra a fuga hacia ade­lan­te. Los pri­me­ros están rela­cio­na­dos con la encar­ni­za­da com­pe­ten­cia que las pro­vin­cias y las gran­des muni­ci­pa­li­da­des man­tie­nen por la inver­sión en las indus­trias manu­fac­tu­re­ras y la cons­truc­ción. Está en jue­go el pres­ti­gio, pero tam­bién los ingre­sos ocul­tos de sec­to­res ente­ros de la “buro­cra­cia-bur­gue­sía” chi­na. Los minis­te­rios en Bei­jing reco­no­cen la exis­ten­cia de sobre­ca­pa­ci­da­des muy impor­tan­tes en las indus­trias pesadas.[3]

¿Por qué, enton­ces, no inter­vie­nen? Por­que las rela­cio­nes polí­ti­cas y socia­les carac­te­rís­ti­cas de Chi­na han ence­rra­do al Par­ti­do Comu­nis­ta Chino en la siguien­te situa­ción. Como con­di­ción para un míni­mo de paz social (ver la mul­ti­pli­ca­ción de huel­gas y el artícu­lo de Jac­ques Chas­taign), la direc­ción del PCC pro­me­tió al pue­blo “el cre­ci­mien­to” e, inclu­so, ha cal­cu­la­do que una tasa de cre­ci­mien­to del 7 – 8% era el míni­mo com­pa­ti­ble con la esta­bi­li­dad polí­ti­ca. Pero el cre­ci­mien­to no pue­de des­can­sar sobre el con­su­mo de la mayo­ría de la pobla­ción, el PCC no pue­de con­ce­der a los tra­ba­ja­do­res las con­di­cio­nes polí­ti­cas que le per­mi­tan luchar por alza de sala­rios, ni esta­ble­cer ser­vi­cios públi­cos (salud, edu­ca­ción uni­ver­si­ta­ria, segu­ros a la vejez), pues­to que en la tra­di­ción polí­ti­ca chi­na, de la cual Tie­nan­men fue el gran jalón, esto sería inter­pre­ta­do como un signo de debi­li­ta­mien­to de su con­trol polí­ti­co. Los 7 – 8 % de tasa de cre­ci­mien­to fue­ron obte­ni­dos, enton­ces, median­te una demen­cial expan­sión del sec­tor de bie­nes de inver­sión (el sec­tor I en los esque­mas de repro­duc­ción amplia­da). La caí­da, entre 2000 y 2010, del por­cen­ta­je del con­su­mo pri­va­do en el PBI del 46% al 34% da una dimen­sión de la encru­ci­ja­da en que se colo­có el PCC. El exce­den­te comer­cial de Chi­na es “sola­men­te” del 5 – 7% del PBI, pero sus ven­tas repre­sen­tan casi el 10% de las expor­ta­cio­nes mundiales.

Las expor­ta­cio­nes son la sopa­pa de la sobre­acu­mu­la­ción de Chi­na y el canal a tra­vés del cual esta crea un efec­to depre­si­vo sobre todos los paí­ses que sufren la com­pe­ten­cia de los pro­duc­tos chi­nos. Esto pro­vo­ca un efec­to de rebo­te de tal modo que, des­de el verano, Chi­na expe­ri­men­ta una dis­mi­nu­ción de sus expor­ta­cio­nes. La des­truc­ción de las capa­ci­da­des de pro­duc­ción de la indus­tria manu­fac­tu­re­ra de muchos paí­ses de los que se habla poco (tex­til en Marrue­cos, en Egip­to y Túnez, por ejem­plo), pero tam­bién en otros de los que se habla más, en don­de fue con­tra­par­ti­da de la expor­ta­ción de pro­duc­tos resul­tan­tes de las ramas tec­no­ló­gi­cas de meta­les ferro­sos y no ferro­sos y de la agro­in­dus­tria (caso de Bra­sil), expre­sa el peso que la super­pro­duc­ción chi­na hace caer sobre el mer­ca­do mun­dial en su conjunto.

Peso aplas­tan­te del capi­tal fic­ti­cio y poder casi incon­ce­bi­ble de los bancos

Vol­va­mos aho­ra a las finan­zas y al capi­tal fic­ti­cio, que ven­go tra­tan­do des­de 2007 en mis artícu­los y en el recien­te libro Les det­tes illé­gi­ti­mes. Efec­ti­va­men­te, el segun­do ras­go espe­cí­fi­co de la cri­sis actual es que esta­lló des­pués de haber recu­rri­do, como míni­mo duran­te vein­te años, al endeu­da­mien­to como la gran for­ma de sos­tén de la deman­da en los paí­ses de la OCDE. Este pro­ce­so con­lle­vó una crea­ción extre­ma­da­men­te ele­va­da de títu­los que tie­nen el carác­ter de “vales” sobre la pro­duc­ción pre­sen­te y futu­ra. Estos “vales” tie­nen un fun­da­men­to cada vez más estre­cho. Al lado de los divi­den­dos sobre las accio­nes y de los intere­ses sobre prés­ta­mos a los Esta­dos, estu­vo el cre­ci­mien­to del cré­di­to al con­su­mo y del cré­di­to hipo­te­ca­rio, que son pun­cio­nes direc­tas sobre los sala­rios. El peso del capi­tal se ejer­ce sobre los asa­la­ria­dos, simul­tá­nea­men­te, en el lugar de tra­ba­jo y como deu­dor ante los ban­cos. Son, pues, “vales” cada vez más frá­gi­les los que sir­vie­ron como base para una acu­mu­la­ción (uti­li­zo este pala­bra a fal­ta de una mejor) de acti­vos “fic­ti­cios a la enési­ma poten­cia”. La cri­sis de los cré­di­tos hipo­te­ca­rios sub­pri­me des­tru­yó momen­tá­nea­men­te una peque­ña par­te. Pero ni siquie­ra los ban­cos cen­tra­les cono­cen real­men­te su astro­nó­mi­co mon­to, ni –en razón del sis­te­ma finan­cie­ro “en la penum­bra”– los cir­cui­tos y tene­do­res exac­tos. Ape­nas dis­po­ne­mos de muy vagas esti­ma­cio­nes. Lo que hemos deno­mi­na­do finan­cia­ri­za­ción ha sido la inmer­sión casi estruc­tu­ral en una situa­ción des­crip­ta por Marx en un párra­fo poco comen­ta­do del pri­mer capí­tu­lo del libro II de El capital.

Seña­la que, por extra­ño que pue­da pare­cer en pleno triun­fo del capi­tal indus­trial, “El pro­ce­so de pro­duc­ción no es más que el esla­bón inevi­ta­ble, el mal nece­sa­rio para poder hacer dine­ro. Por eso todas las nacio­nes en que impe­ra el sis­te­ma capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción se ven asal­ta­das perió­di­ca­men­te por la qui­me­ra de que­rer hacer dine­ro sin uti­li­zar como medio el pro­ce­so de pro­duc­ción” (Marx, 1973: II, 52). A par­tir de los años 1980, en los paí­ses capi­ta­lis­tas cen­tra­les enca­be­za­dos por los Esta­dos Uni­dos, la “qui­me­ra” comen­zó a tomar un carác­ter casi estruc­tu­ral. Las finan­zas han dado a esta qui­me­ra, fru­to del feti­chis­mo del dine­ro, res­pal­dos polí­ti­co-ins­ti­tu­cio­na­les muy fuer­tes. Con­si­guió hacer que el “poder de las finan­zas”, y las feti­chis­tas creen­cias que el mis­mo arras­tra, se sus­ten­ten en un gra­do de mun­dia­li­za­ción espe­cial­men­te finan­cie­ra iné­di­to en la his­to­ria del capitalismo.

La pie­za cla­ve de este poder es la deu­da públi­ca del los paí­ses de la OCDE. En un pri­mer tiem­po, a par­tir de 1980, el ser­vi­cio de la deu­da pro­du­jo, por medio de los impues­tos, una inmen­sa trans­fe­ren­cia de valor y plus­va­lor hacia los fon­dos de inver­sión y los ban­cos, con el canal de la deu­da del Ter­cer Mun­do, por supues­to, pero a una esca­la mucho más ele­va­da por las de los paí­ses capi­ta­lis­tas avan­za­dos. Esta trans­fe­ren­cia es una de las cau­sas de la pro­fun­da modi­fi­ca­ción en la dis­tri­bu­ción del ingre­so entre el capi­tal y el tra­ba­jo. A medi­da que más refor­za­ba el capi­tal su poder social y polí­ti­co, en mejo­res con­di­cio­nes esta­ban las empre­sas, los tene­do­res de títu­los y los mayo­res patri­mo­nios de actuar polí­ti­ca­men­te para libe­rar­se de las car­gas impo­si­ti­vas. La obli­ga­ción de que los gobier­nos recu­rrie­ran a los prés­ta­mos cre­ció con­ti­nua­men­te. A par­tir del pri­mer gobierno de Clin­ton, en los Esta­dos Uni­dos comen­za­ron a ver­se, no ya polí­ti­cas mone­ta­rias de regu­la­ción de las finan­zas, sino un prin­ci­pio de “cap­tu­ra del Esta­do” por los gran­des ban­cos (John­son & Kwak, 2010). La desig­na­ción de Robert Rubin, Pre­si­den­te de Gold­mann Sachs, cons­ti­tu­yó un momen­to de esa cap­tu­ra. La cri­sis de sep­tiem­bre de 2008, con Henry Paul­son en las palan­cas de man­do, com­ple­tó el pro­ce­so. Este con­du­jo a la fase actual, que está mar­ca­da por una con­tra­dic­ción carac­te­rís­ti­ca del res­pal­do al cre­ci­mien­to duran­te un perío­do tan prolongado.

En los meses que vie­nen toma­re­mos con­cien­cia de mane­ra cada vez más agu­da –no sólo los redac­to­res y lec­to­res de esta publi­ca­ción, ¡sino tam­bién los “acto­res” y los que deci­den! – . Los “mer­ca­dos”, es decir, los ban­cos y los inver­so­res finan­cie­ros, dic­tan la con­duc­ta de los gobier­nos occi­den­ta­les ponien­do como eje –como tan cla­ra­men­te pudo ver­se en Gre­cia– la defen­sa de los intere­ses eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos de los acree­do­res, sean cua­les fue­ren las con­se­cuen­cias en tér­mi­nos de sufri­mien­to social. Pero en razón del mon­to y de las con­di­cio­nes de acu­mu­la­ción de acti­vos fic­ti­cios, en cual­quier momen­to pue­de des­en­ca­de­nar­se una gran cri­sis finan­cie­ra, aun­que no pue­dan pre­ver­se ni el momen­to ni el lugar del sis­te­ma finan­cie­ro en que esta­lle. Las razo­nes van más allá de las carac­te­rís­ti­cas de las ope­ra­cio­nes ban­ca­rias en las que gene­ral­men­te se pone el acen­to –natu­ra­le­za de los acti­vos fic­ti­cios, depu­ra­ción muy incom­ple­ta de los acti­vos tóxi­cos de 2007, espe­cial­men­te por los ban­cos euro­peos, dimen­sión de lo que aca­ba de desig­nar­se como “efec­to palanca”,[4] etcé­te­ra – . El capi­tal sufre de una agu­da fal­ta de plus­va­lía, caren­cia que la sobre­ex­plo­ta­ción de los tra­ba­ja­do­res emplea­dos (con­se­cuen­cia del ejér­ci­to indus­trial de reser­va), así como el pilla­je de recur­sos del pla­ne­ta, com­pen­san cada vez menos. Si la masa de capi­tal pues­to en la extrac­ción de plus­va­lía se estan­ca o retro­trae, lle­ga un momen­to en que nin­gún incre­men­to de la tasa de explo­ta­ción pue­de con­tra­rres­tar sus efec­tos. Es lo que ocu­rre cuan­do el poder de los ban­cos es casi incon­ce­bi­ble y cuan­do exis­te, como nun­ca ante­rior­men­te, una masa muy impor­tan­te y muy vul­ne­ra­ble de “vales” sobre la pro­duc­ción, así como pro­duc­tos deri­va­dos y otros acti­vos “fic­ti­cios a la enési­ma poten­cia”. Con­tra un telón de fon­do de sobre­acu­mu­la­ción y de super­pro­duc­ción cró­ni­cos, tene­mos diver­sas consecuencias.

En pri­mer lugar, se da paso a polí­ti­cas eco­nó­mi­cas y mone­ta­rias que per­si­guen dos obje­ti­vos que pro­du­cen efec­tos con­tra­dic­to­rios. Es pre­ci­so, median­te las pri­va­ti­za­cio­nes, abrir al capi­tal sec­to­res pro­te­gi­dos social­men­te, para ofre­cer­les opor­tu­ni­da­des de ganan­cia has­ta tan­to o, mejor dicho, con la espe­ran­za de que se recons­ti­tu­yan con­di­cio­nes de con­jun­to para la “sali­da de la cri­sis” y, para eso, son apli­ca­dos y reite­ra­dos pro­yec­tos de pri­va­ti­za­ción y de “aper­tu­ra a la com­pe­ten­cia”. Pero es tam­bién pre­ci­so tra­tar de evi­tar que se pro­duz­ca un hun­di­mien­to eco­nó­mi­co que nece­sa­ria­men­te repre­sen­ta­ría la des­truc­ción de una par­te del capi­tal fic­ti­cio, comen­zan­do por el que ten­ga la for­ma de acreen­cias, de títu­los de la deu­da, pero el carác­ter pro­cí­cli­co (acen­tuan­do la rece­sión) del pri­mer obje­ti­vo tie­ne el efec­to de refor­zar la posi­bi­li­dad de tal hun­di­mien­to. Exis­te, para­le­la­men­te, la con­tra­dic­ción, algo seme­jan­te pero dife­ren­te, que con­sis­te en la impo­si­ción por los “mer­ca­dos” de polí­ti­cas de aus­te­ri­dad por temor al default de pagos, pro­vo­can­do que este sea cada vez más inevi­ta­ble por el solo hecho mecá­ni­co de la acen­tua­da con­trac­ción de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca. Y otra impor­tan­te con­se­cuen­cia del poder de las finan­zas y de su inca­pa­ci­dad para limi­tar la des­truc­ción de capi­tal fic­ti­cio en los paí­ses de la OCDE es la exis­ten­cia de esta inmen­sa masa de dine­ro –masa fic­ti­cia pero con efec­tos reales– que con­ti­nua­men­te pasa de una a otra for­ma de colo­ca­ción, crean­do una muy fuer­te ines­ta­bi­li­dad finan­cie­ra, gene­ran­do bur­bu­jas que pue­den ser des­en­ca­de­nan­tes de cri­sis gene­ra­li­za­da y fre­cuen­te­men­te agu­di­zan­do –espe­cial­men­te cuan­do la espe­cu­la­ción se rea­li­za con los pro­duc­tos ali­men­ta­rios– con­flic­tos sociales.

La extre­ma debi­li­dad de los ins­tru­men­tos de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca Final­men­te, el últi­mo gran ras­go de la cri­sis es que la mis­ma esta­lló y se desa­rro­lló des­pués que las polí­ti­cas de libe­ra­li­za­ción y des­re­gla­men­ta­ción hubie­ran lle­ga­do a des­truir las con­di­cio­nes geo­po­lí­ti­cas y macro­so­cia­les en las que ins­tru­men­tos anti­cí­cli­cos de cier­ta efi­ca­cia habían sido pre­pa­ra­dos pre­ce­den­te­men­te. Para el capi­tal, las polí­ti­cas de libe­ra­li­za­ción han teni­do su “lado bueno”, pero tie­nen tam­bién su “lado malo”. La libe­ra­li­za­ción puso a los tra­ba­ja­do­res a com­pe­tir de país a país y de con­ti­nen­te a con­ti­nen­te como nun­ca antes.

Abrió la vía a la des­re­gla­men­ta­ción y a las pri­va­ti­za­cio­nes. Las posi­cio­nes del tra­ba­jo ante el capi­tal fue­ron muy debi­li­ta­das, eli­mi­nan­do has­ta el pre­sen­te “el mie­do a las masas” como agui­jón de las con­duc­tas del capi­tal. El otro lado de la meda­lla está cons­ti­tui­do por esta caren­cia de ins­tru­men­tos anti­cí­cli­cos, debi­do a que no se ha encon­tra­do nin­gún sus­ti­tu­to a los del key­ne­sia­nis­mo, así como a la inten­sa riva­li­dad entre los gran­des pro­ta­go­nis­tas de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta mun­dia­li­za­da, en una fase en la que la poten­cia hege­mó­ni­ca esta­ble­ci­da ha per­di­do todos los medios de su hege­mo­nía –con la excep­ción de los medios mili­ta­res de los que pue­de uti­li­zar solo una par­te, y has­ta el momen­to sin gran éxi­to – . El úni­co ins­tru­men­to dis­po­ni­ble es la emi­sión de mone­da, la plan­cha de impre­sión de bille­tes por cuen­ta de los gobier­nos (en el caso de los Esta­dos Uni­dos, don­de la Fed com­pra una par­te de los bonos del Teso­ro), pero, sobre todo, en bene­fi­cio de los ban­cos. Este terreno es tam­bién el úni­co en que cier­ta for­ma de coope­ra­ción inter­na­cio­nal fun­cio­na. El anun­cio el 30 de noviem­bre 2011 de la crea­ción de liqui­de­ces en dóla­res, de común acuer­do entre Ban­cos cen­tra­les y por ini­cia­ti­va de la Fed, para con­tra­rres­tar el ago­ta­mien­to de las fuen­tes de refi­nan­cia­mien­to de los ban­cos euro­peos por par­te de sus homó­lo­gos esta­dou­ni­den­ses, ha sido el últi­mo ejemplo.

Resis­tir y lan­zar­se en aguas en las que has­ta aho­ra nun­ca nave­ga­mos Al igual que otros [5] he expli­ca­do la nece­si­dad inevi­ta­ble, abso­lu­ta, de pre­pa­rar­se para la pers­pec­ti­va de un gran crack finan­cie­ro y para tomar los ban­cos. Pero este artícu­lo requie­re de una con­clu­sión más amplia. A nivel mun­dial, no se avi­zo­ra nin­gu­na “sali­da de la cri­sis” en un hori­zon­te tem­po­ral pre­vi­si­ble. Para los gran­des cen­tros sin­gu­la­res de valo­ri­za­ción del capi­tal, que son los gru­pos indus­tria­les euro­peos, es tiem­po de migrar hacia cie­los más bene­vo­len­tes, hacia eco­no­mías que com­bi­nen una taza de explo­ta­ción alta y un mer­ca­do domés­ti­co impor­tan­te. Las con­di­cio­nes de la repro­duc­ción social de las cla­ses popu­la­res están ame­na­za­das. El ascen­so de la pobre­za y la pau­pe­ri­za­ción ram­pan­te que afec­ta a capas cada vez más impor­tan­tes de asa­la­ria­dos lo demuestra.

El Rei­no Uni­do fue uno de los labo­ra­to­rios, antes inclu­so del esta­lli­do de la crisis.[6] Mien­tras más dure, más se ale­ja­rá para los asa­la­ria­dos cual­quier otro futu­ro que no sea la pre­ca­ri­za­ción y la caí­da del nivel de vida. Las pala­bras cla­ve que se repi­ten son “adap­ta­ción”, “sacri­fi­cio nece­sa­rio”. Cada tan­to, para man­te­ner un míni­mo de legi­ti­mi­dad, los sin­di­ca­tos pue­den lla­mar a jor­na­das de acción. La huel­ga de un día de los emplea­dos públi­cos en el Rei­no Uni­do es el ejem­plo más recien­te. Pero, como escri­bí antes, el por­ve­nir de los tra­ba­ja­do­res y de los jóve­nes depen­de, sobre todo, si no ente­ra­men­te, de su capa­ci­dad para dar­se espa­cios y “tiem­pos de res­pi­ra­ción” pro­pios, a par­tir de diná­mi­cas que solo ellos mis­mos pue­den moto­ri­zar. Otro mun­do es posi­ble, segu­ra­men­te, pero no podrá dise­ñar­se sino en la medi­da en que la acción abra camino al pen­sa­mien­to que, más que nun­ca, no pue­de sino ser colec­ti­vo. Es una com­ple­ta inver­sión de los perío­dos en que exis­tían, al menos apa­ren­te­men­te, pla­nes pre­es­ta­ble­ci­dos de la socie­dad futu­ra, fue­sen los de algu­nos socia­lis­tas utó­pi­cos o los de la Komin­tern de Dimi­trov. En el siglo XVI, los nave­gan­tes ingle­ses for­ja­ron la bella expre­sión “unchar­ted waters”: aguas que nun­ca se nave­ga­ron y para las cua­les no hay nin­gún mapa o car­ta marí­ti­ma. Hoy esta­mos en esa situación.

Notas:

1. La con­sig­na del movi­mien­to Ocu­par Wall Street “Somos el 99%”, refle­ja la tre­men­da dis­tan­cia entre los muy, muy altos ingre­sos y los del res­to de los norteamericanos.

2. Algu­nas de las pre­gun­tas que sería pre­ci­so res­pon­der para ver si el estu­dio de Zurich pue­de apli­car­se a una pro­ble­má­ti­ca rela­cio­na­da con el capi­tal finan­cie­ro de Hil­fer­ding y Lenin.

3. El sitio de la edi­ción en inglés del dia­rio del PCC abun­da en ejemplos.

http://​english​.peo​ple​daily​.com​.cn/​B​a​sta tipear las pala­bras “Chi­na over­ca­pa­city” para encon­trar­los. Pue­de con­sul­tar­se tam­bién el estu­dio rea­li­za­do por la Cáma­ra de Comer­cio de Europa:

http://​www​.roland​ber​ger​.com/​m​e​d​i​a​/​p​d​f​/​R​o​l​a​n​d​_​B​e​r​g​e​r​_​O​v​e​r​c​a​p​a​c​i​t​y​_​i​n​_​C​h​i​n​a​_​2​0​0​9​1​2​0​1​.​pdf

4. Ver mi libro Les det­tes illé­gi­ti­mes y el de Louis Gill, La cri­se finan­ciè­re et moné­tai­re mon­dia­le. Endet­te­ment, spé­cu­la­tion, austérité.

5. En pri­mer lugar, Fré­dé­ric Lordon.

6. Ver el libro de Owen Jones, Chavs. The Demo­ni­za­tion of the Wor­king Class.

Biblio­gra­fía

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Dar­dot, Pie­rre; Laval, Chris­tian. La nou­ve­lle rai­son du mon­de. Essai sur la socié­té néo­li­bé­ra­le. La Décou­ver­te: París, 2009.

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Fra­nçois Ches­nais es Pro­fe­sor emé­ri­to en la Uni­ver­si­dad de París 13-Ville­ta­neu­se; inves­ti­ga­dor mar­xis­ta del Con­se­jo cien­tí­fi­co de ATTAC-Fran­cia, direc­tor de Carré rou­ge, y miem­bro del Con­se­jo ase­sor de Herra­mien­ta. Es autor de La Mon­dia­li­sa­tion du capi­tal y coor­di­na­dor de La finan­ce mon­dia­li­sée, raci­nes socia­les et poli­ti­ques, con­fi­gu­ra­tion, con­sé­quen­ces. La finan­ce capi­ta­lis­te, últi­mo libro bajo su direc­ción, aca­ba de ser publi­ca­do por Edi­cio­nes Herra­mien­ta. E‑mail: chesnaisf@​free.​fr.

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