Home­na­je a Gladys, en el 35 ani­ver­sa­rio de su muer­te- Eguzki

gladys

El 3 de junio se cum­pli­rán 35 años des­de que el guar­dia civil José Mar­tí­nez Salas mató en Tude­la, de un dis­pa­ro en la cabe­za, a Gladys del Estal. Con tal moti­vo, el pró­xi­mo domin­go, día 1, Eguz­ki ha orga­ni­za­do un acto en memo­ria de la eco­lo­gis­ta donos­tia­rra, que, como de cos­tum­bre, ten­drá lugar en Gladys Enea. La cita es a las 12, en la puer­ta del par­que, des­de don­de subire­mos has­ta la pra­de­ra, don­de, ante el mono­li­to de Gladys, depo­si­ta­re­mos unas flores.

¿Por qué insis­tir, 35 años des­pués, en recor­dar a Gladys? Ante todo, por­que fue nues­tra ami­ga, nues­tra com­pa­ñe­ra, y no la vamos a olvi­dar nun­ca. Pero hay más razones…

Cree­mos que la socie­dad no debe­ría olvi­dar cómo la mata­ron, así como no debe­ría olvi­dar que aquel acto que­dó impu­ne. La Audien­cia de Pam­plo­na con­si­de­ró la muer­te de Glayds como fru­to de un caso de impru­den­cia teme­ra­ria por par­te del guar­dia y le impu­so la pena míni­ma: 18 meses de pri­sión menor. José Mar­tí­nez Salas ni siquie­ra ingre­só en la cár­cel. En reali­dad, ni siquie­ra hay cons­tan­cia de que aque­lla acción supu­sie­ra un borrón en su expe­dien­te, pues­to que siguió en la Guar­dia Civil y, en 1992, fue con­de­co­ra­do con la Cruz del Méri­to Mili­tar. En los últi­mos tiem­pos, mucho se ha habla­do de las víc­ti­mas, de todas las víc­ti­mas, inclui­das las pro­du­ci­das por la vio­len­cia del Esta­do. Pero, hoy por hoy, Gladys sigue for­man­do par­te del gru­po de víc­ti­mas de segun­da o de ter­ce­ra, pues care­ce del debi­do reconocimiento.

Por otra par­te, Como hemos mani­fes­ta­do en más de una oca­sión, noso­tros no ren­di­mos cul­to a Gladys como si se tra­ta­ra de una espe­cie de san­ta lai­ca. Lo que hace­mos es recor­dar­la, por­que fue nues­tra com­pa­ñe­ra, como que­da dicho, y tam­bién por­que su lucha sigue sien­do nues­tra lucha. Y es que Gladys no esta­ba aquel 3 de junio de 1979 en Tude­la por casua­li­dad, sino que había acu­di­do a una con­cen­tra­ción anti­nu­clear. Gra­cias a ella y a otros muchos, Eus­kal Herria cerró la puer­ta a la ame­na­za nuclear, repre­sen­ta­da por los pro­yec­tos de cen­tra­les de Deba, Ispas­ter, Tude­la y Lemoiz. Sin embar­go, esa ame­na­za ha segui­do colán­do­se por la ven­ta­na a tra­vés de Garo­ña, “la cen­tral de las mil grie­tas”. Una cen­tral que, des­gra­cia­men­te, sigue estan­do de rabio­sa actua­li­dad, pues Nucle­nor (Iber­dro­la y Ende­sa a par­tes igua­les) han soli­ci­ta­do una nue­va licen­cia de acti­vi­dad, des­pués de que el Gobierno haya modi­fi­ca­do ad hoc toda la nor­ma­ti­va legal que lo impe­día. ¿Es mali­cio­so pen­sar que exis­te una real­ción efec­to-cau­sa entre la dis­po­si­ción de los gober­nan­tes a ple­gar­se a todos los reque­ri­mien­tos de las eléc­tri­cas y el hecho de que, con­clui­do su man­da­to, ter­mi­nen entran­do en nómi­na de estas?

Bien, pues tam­bién ten­dre­mos en cuen­ta estas cosas el domin­go, en el home­na­je a Gladys.

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