A lo largo de toda su historia, las intervenciones de ETA, hayan sido armadas o estrictamente políticas, han tenido un efecto mayor en la escena política vasca y del Estado español. La última, donde la organización independentista da por cerrado “de manera definitiva” su accionar armado no ha sido una excepción y ha trastocado de un golpe todas las estrategias de los partidos políticos vascos, españoles, y aunque ello se vea algo más a futuro, incluso de los franceses.
Y no es para menos. Cerrar de manera sorpresiva y unilateral el enfrentamiento armado con los dos Estados que mantienen su negativa a que la ciudadanía vasca en su conjunto decida libre y democráticamente su futuro, ha puesto patas arriba todo el entramado político-policial en el que Madrid y Paris han basado en las últimas décadas su relación con el pueblo vasco.
Las estrategias de “todo es ETA”, el apartheid político contra una parte esencial de la ciudadanía, el acoso indiscriminado contra la juventud vasca, el ensañamiento con los y las presos políticos vascos, la ocupación militar de ciudades y pueblos, el ataque a todo movimiento popular de solidaridad o anti autoritario, quedan hoy en entredicho y su legitimidad, si alguna vez la tuvieron, ya no la defienden más que los sectores más retrógrados de las sociedades española y francesa.
Simplemente, porque a la cuestión vasca, al conflicto político que enfrenta de manera virulenta a los Estados con Euskal Herria, le llegó la hora de la verdad. Y no la verdad que algunos quisieran, aquella que los medios de comunicación alineados con Madrid y Paris desearan seguir alimentando donde los “demócratas” con valor y gallardía se enfrentaban a pecho descubierto con los violentos y los terroristas desalmados, sino la verdad de la ciudadanía vasca, donde sus decisiones sean respetadas y sus derechos como pueblo se hagan valer por encima de intereses partidistas mezquinos o de lógicas de Estado.
Una vez más, ETA los ha puesto a correr primero, y una vez asimilado el susto, a pensar cómo salir de este berenjenal sin dejar nada en el camino y sin enfrentar el meollo del problema: la autodeterminación de Euskal Herria. Si ya de por sí la “bomba mediática”, como la describió un periodista latinoamericano, tiene un efecto devastador para algunos, la cosa se complica a escasas semanas de una contienda electoral donde el gobierno del PSOE saliente, sin posibilidad alguna de reelección por sus pésimos balances se ve en la incapacidad absoluta de maniobrar políticamente y sólo le queda hacer gestión de daños y esperar que su sucesor tenga la suficiente altura de miras para sacar al Estado español de semejante atolladero.
La actual oposición del PP, predecible futuro gobierno, aspirante a gobernar en mayoría absoluta gracias al voto más derechista y atrasado de la sociedad española, tampoco tiene la tarea fácil y por el momento su discurso se encierra en las trincheras del revanchismo y de la inmovilidad aún a sabiendas que ya nada será igual, y que durante su gestión en el gobierno las cosas seguramente irán a peor pues la ciudadanía vasca hará valer sus derechos muy por encima de sus intereses como Estado. Consciente además de su debilidad orgánica en Euskal Herria por el escaso apoyo popular que tiene en tierras vascas, el PP tendrá que hacer el papel del lavador de cerebros para ir desactivando todo el odio hacia lo vasco y las libertades de Euskal Herria que han inculcado en la sociedad española como parte de su estrategia asimiladora durante décadas y hoy se convierte en su peor enemigo a la hora del cambio de estrategia obligado que se avecina por la decisión unilateral de ETA. Y en esto, sinceramente, y sin que cree precedente, les deseo el mayor de los éxitos.
Al PNV, viejo zorro de la política vasca y defensor a ultranza de los intereses de su partido y los de algunos de sus integrantes más notorios, la cosa no se le puso fea sino horrorosa. Con una izquierda abertzale pisándole los talones y disputándole la hegemonía electoral en el conjunto de Euskal Herria, con el riesgo de no alcanzar los suficientes diputados para conformar grupo parlamentario propio y desdibujar su presencia en el grupo mixto, con unas posibilidades reales de la presencia en Madrid de un grupo parlamentario independentista vasco, con una mayoría absoluta del PP que haría innecesaria su “colaboración ” en los grandes temas de Estado, los señorones de Ajuria Enea le han visto las orejas al lobo y para no perder la torta entera y recuperar algunos posibles trocitos se han disfrazado de patinadores y ahí andan dando tumbos en la pista en giros de 180° defendiendo lo que con tanto ahínco oponían ayer, o todo lo contrario, que al fin y al cabo es lo mismo en su lógica política siempre y cuando beneficie sus intereses.
Los defensores, cuando no diseñadores, de la genocida política de dispersión de los presos vascos van a exigir ahora que al menos se cumpla la ley y se atiendan las libertades de aquellos y aquellas presos que por las graves enfermedades que sufren deberían estar en sus casas con sus familiares. Que se suspendan los castigos colectivos y de ensañamiento con los familiares de los presos que suponen la dispersión carcelaria y se acerque a los presos y las presas a Euskal Herria como gesto humanitario. ¿Acaso no fue el PNV quien avaló, justificó, promovió e incluso diseñó la política de dispersión de los presos vascos en los últimos años? Algunos enfrentan la dura realidad de ser testigos de la perfecta memoria histórica con la que contamos los vascos y las vascas.
Lo mismo en cuanto nos ponemos a ver sus “nuevas proclamas políticas” y sus giros patinadores estratégico coyunturales. Cómo analizar sino las afirmaciones de Urkulu quien hasta fecha le ha puesto ya a la independencia de Euskal Herria. Ni Nostradamus hubiese sido tan explícito colocando el año 2015 como el del definitivo y esperado constitucionalismo vasco. El Plan Ibarretxe ya no vale nada, y si alguna vez su partido se lo creyó, cómo creerles ahora en plena decadencia y agarrándose a cualquier objeto flotante en medio de la tormenta política que sacude Euskal Herria?
Muy por el contrario, la izquierda abertzale, real motor de los tiempos y los cambios históricos que se suceden en nuestra tierra, impregnada de pueblo, arropada por la razón y legitimada mil veces por la honestidad demostrada en largas décadas de lucha y sufrimiento, con un potencial militante que para sí quisieran cualquiera de los otros, hace frente a la nueva situación con la voluntad de aportar en el camino de siempre, que no es otro que la consecución de un Estado vasco donde la ciudadanía sea el referente y no el objeto, donde las políticas sean diseñadas en beneficio de las mayorías y no de intereses particulares, donde las clases populares puedan desarrollar todas sus potencialidades, donde se busque la integración y el aporte de los inmigrantes, y donde la sociedad en su conjunto sea el ganador del quehacer político.
Los nuevos tiempos que aparecen en el panorama político-social vasco han de ser sin duda los que nos acerquen a la independencia de Euskal Herria, objetivo que siempre ha estado en la raíz del conflicto y ahora aparece como la única opción válida para hacer frente a la decadencia de los Estados-Nación presos de la lógica del capital y de los intereses de los poderosos de siempre. La independencia no es ya una de las opciones posibles, sino que se perfila como la herramienta que rescate el protagonismo popular y ciudadano, que devuelva a la sociedad toda el poder de gestionar y trabajar por un futuro digno libre de los egoísmos del mercado que sacrifica en cada una de sus crisis los intereses populares y coloca a banqueros y políticos corruptos como dueños de los destinos de los pueblos. La independencia de Euskal Herria sería la mejor aportación que los vascos y las vascas podríamos hacer a un mundo nuevo, solidario y libre de ataduras imperialistas, donde la palabra de los pueblos fuera ley y donde se mimara y respetara a la madre naturaleza como principal herencia para nuestros hijos e hijas.
Salud Euskal Herria. El sacrificio de nuestras mejores mujeres y nuestros mejores hombres, la tenacidad y la claridad de su combate nos ha traído hasta aquí, a este momento crucial en la historia de nuestro pueblo donde la independencia de Euskal Herria se ve más cerca que nunca. Hagamos pues honor a su memoria y a su legado y consecuentemente, sigamos adelante en esta lucha donde la sociedad vasca se empodere definitivamente de su futuro.
.* Koldo Durreit : Fundación Pakito Arriaran