Con­tra el esti­lo de cli­ché del partido

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El cama­ra­da Kai Feng aca­ba de seña­lar­nos el pro­pó­si­to de la reu­nión de hoy. Qui­sie­ra hablar aho­ra acer­ca de cómo el sub­je­ti­vis­mo y el sec­ta­ris­mo han hecho del esti­lo de cli­ché del par­ti­do su ins­tru­men­to de pro­pa­gan­da o for­ma de expre­sión. Lucha­mos con­tra el sub­je­ti­vis­mo y el sec­ta­ris­mo, mas si no liqui­da­mos al mis­mo tiem­po el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, los dos con­ser­va­rán un lugar don­de escon­der­se. Si ter­mi­na­mos con ese esti­lo, dare­mos jaque mate al sub­je­ti­vis­mo y al sec­ta­ris­mo, exhi­bien­do a esos dos mons­truos en sus ver­da­de­ros colo­res. Enton­ces que­da­rán corno una rata que cru­za la calle segui­da por los gri­tos de «¡Matad­la!», y así podre­mos ani­qui­lar­los fácilmente.

No es muy gra­ve si uno escri­be en esti­lo de cli­ché del par­ti­do sólo para sí mis­mo. Pero si da a leer lo escri­to a otra per­so­na, se dupli­ca el núme­ro de lec­to­res, y eso ya cau­sa un daño mayor. Y si fija en la pared su escri­to, si lo repro­du­ce en mimeó­gra­fo, lo publi­ca en los perió­di­cos o lo impri­me en for­ma de libro, el pro­ble­ma es ver­da­de­ra­men­te serio, por­que su influen­cia pue­de alcan­zar a mucha gen­te. Los que escri­ben en esti­lo de cli­ché del par­ti­do siem­pre desean que sus artícu­los sean leí­dos por mucha gen­te. Por lo tan­to, es de nece­si­dad impe­rio­sa denun­ciar y liqui­dar ese estilo.

El esti­lo de cli­ché del par­ti­do es una varian­te del esti­lo de cli­ché extran­je­ro, que Lu Sin com­ba­tió hace tiem­po1. ¿Por qué, enton­ces, lo lla­ma­mos esti­lo de cli­ché del par­ti­do? Por­que, apar­te del olor extran­je­ro, tie­ne un tufi­llo a sue­lo natal. ¡Tal vez se lo pue­da con­si­de­rar como una crea­ción! ¿Quién dice que nues­tra gen­te no crea nada? ¡He aquí un ejem­plo! (Car­ca­ja­da general)

El esti­lo de cli­ché del par­ti­do ya tie­ne una lar­ga his­to­ria en nues­tras filas; par­ti­cu­lar­men­te en el perío­do de la Revo­lu­ción agra­ria, lle­gó en oca­sio­nes a ser un pro­ble­ma muy serio.

Des­de el ángu­lo his­tó­ri­co, el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es una reac­ción con­tra el Movi­mien­to del 4 de mayo.

Duran­te este movi­mien­to, la gen­te de ideas nue­vas se opu­so a la len­gua clá­si­ca y pre­co­ni­zó la len­gua escri­ta moder­na, com­ba­tió el vie­jo dog­ma y pro­pug­nó la cien­cia y la demo­cra­cia. Todo esto fue muy jus­to. El movi­mien­to era enton­ces vivo, vigo­ro­so, pro­gre­sis­ta y revo­lu­cio­na­rio. Las cla­ses domi­nan­tes de aquel tiem­po incul­ca­ban a los estu­dian­tes las doc­tri­nas con­fu­cia­nas y obli­ga­ban al pue­blo a vene­rar esas doc­tri­nas como un dog­ma reli­gio­so; todos los auto­res escri­bían en len­gua clá­si­ca. En una pala­bra, lo que enton­ces escri­bían y ense­ña­ban las cla­ses domi­nan­tes y sus acó­li­tos era de esti­lo este­reo­ti­pa­do y dog­má­ti­co, tan­to en la for­ma como en el con­te­ni­do. Se tra­ta­ba del vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma. Un gran méri­to del Movi­mien­to del 4 de mayo con­sis­tió en que puso al des­nu­do ante el pue­blo la feal­dad del vie­jo esti­lo de cli­ché y del vie­jo dog­ma y lla­mó al pue­blo a luchar con­tra ambos. Otro gran méri­to, liga­do con el pre­ce­den­te, fue su lucha con­tra el impe­ria­lis­mo; pero, de todos modos, la lucha con­tra el vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma fue una de sus gran­des con­tri­bu­cio­nes. Más tar­de, sin embar­go, hicie­ron su apa­ri­ción el esti­lo de cli­ché y el dog­ma extran­je­ros. Cier­ta gen­te de nues­tro par­ti­do, gen­te que con­tra­ve­nía al mar­xis­mo, los desa­rro­lló has­ta con­ver­tir­los en sub­je­ti­vis­mo, sec­ta­ris­mo y esti­lo de cli­ché del par­ti­do. Estos son el nue­vo esti­lo de cli­ché y el nue­vo dog­ma. Se encuen­tran tan pro­fun­da­men­te enrai­za­dos en la men­te de muchos cama­ra­das que inclu­so hoy hemos de rea­li­zar gran­des esfuer­zos en el tra­ba­jo de reedu­ca­ción. Vemos, pues, que el vivo, vigo­ro­so, pro­gre­sis­ta y revo­lu­cio­na­rio movi­mien­to del perío­do del 4 de mayo, que luchó con­tra el vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma feu­da­les, fue con­ver­ti­do lue­go por cier­ta gen­te en su con­tra­rio, dan­do ori­gen al nue­vo esti­lo de cli­ché y al nue­vo dog­ma. Estos últi­mos no son vivos ni vigo­ro­sos sino muer­tos y rígi­dos; no son pro­gre­sis­tas sino retró­gra­dos; no son revo­lu­cio­na­rios sino un obs­tácu­lo para la revo­lu­ción. Esto sig­ni­fi­ca que el esti­lo de cli­ché extran­je­ro, o esti­lo de cli­ché del par­ti­do, es una reac­ción con­tra la natu­ra­le­za mis­ma del Movi­mien­to del 4 de mayo. Sin embar­go, este movi­mien­to tuvo tam­bién sus defec­tos. Muchos de los diri­gen­tes de enton­ces care­cían aún del espí­ri­tu crí­ti­co mar­xis­ta, y sus méto­dos eran en gene­ral los de la bur­gue­sía, es decir, méto­dos for­ma­lis­tas. Tenían toda la razón al com­ba­tir el vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma y pre­co­ni­zar la cien­cia y la demo­cra­cia. Pero, para valo­rar la situa­ción de aquel tiem­po, la his­to­ria y lo extran­je­ro, care­cían del espí­ri­tu crí­ti­co del mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co, con­si­de­ra­ban lo que cali­fi­ca­ban de malo como algo abso­lu­ta e ínte­gra­men­te malo, y lo que cali­fi­ca­ban de bueno como algo abso­lu­ta e ínte­gra­men­te bueno. Esta mane­ra for­ma­lis­ta de abor­dar los pro­ble­mas influ­yó en la evo­lu­ción sub­si­guien­te del movi­mien­to; el cual se divi­dió en dos corrien­tes en el cur­so de su desa­rro­llo. Un sec­tor here­dó su espí­ri­tu cien­tí­fi­co y demo­crá­ti­co y lo trans­for­mó sobre la base del mar­xis­mo; eso fue lo que hicie­ron los comu­nis­tas y algu­nos mar­xis­tas que no mili­ta­ban en el par­ti­do. El otro tomó el camino de la bur­gue­sía, lo cual sig­ni­fi­có el desa­rro­llo del for­ma­lis­mo hacia la dere­cha. Pero den­tro del Par­ti­do Comu­nis­ta tam­po­co había una­ni­mi­dad: una par­te de sus miem­bros, sin haber asi­do fir­me­men­te el mar­xis­mo, se des­via­ron y caye­ron en erro­res for­ma­lis­tas, es decir, en el sub­je­ti­vis­mo, el sec­ta­ris­mo y el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, lo cual cons­ti­tu­yó el desa­rro­llo del for­ma­lis­mo hacia la «izquier­da». De lo ante­rior se dedu­ce que el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es, por un lado, una reac­ción con­tra los fac­to­res posi­ti­vos del Movi­mien­to del 4 de mayo, y por el otro, una heren­cia, con­ti­nua­ción o desa­rro­llo de sus fac­to­res nega­ti­vos; en modo alguno es un fenó­meno for­tui­to. Es útil que com­pren­da­mos este pun­to. Si duran­te el Movi­mien­to del 4 de mayo era revo­lu­cio­na­rio e indis­pen­sa­ble luchar con­tra el vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma­tis­mo, hoy para noso­tros lo es tam­bién cri­ti­car a la luz del mar­xis­mo el nue­vo esti­lo de cli­ché y el nue­vo dog­ma­tis­mo. Sin la lucha con­tra el vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma­tis­mo en el perío­do del Movi­mien­to del 4 de mayo, la men­te del pue­blo chino no hubie­ra podi­do libe­rar­se de esas tra­bas y Chi­na no hubie­se teni­do espe­ran­za de liber­tad e inde­pen­den­cia. El Movi­mien­to del 4 de mayo no fue más que el comien­zo de esta empre­sa, y la libe­ra­ción com­ple­ta del pue­blo chino de la domi­na­ción del vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma­tis­mo requie­re aún gran­des esfuer­zos y sigue sien­do una inmen­sa obra en el camino de la trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria. Si hoy no lucha­mos con­tra el nue­vo esti­lo de cli­ché y el nue­vo dog­ma­tis­mo, la men­te del pue­blo chino se verá some­ti­da a otro tipo de for­ma­lis­mo. Si no anu­la­mos el efec­to pro­du­ci­do por el veneno del esti­lo de cli­ché del par­ti­do en una par­te de nues­tros cama­ra­das (cla­ro que sólo en una par­te), si no corre­gi­mos los erro­res dog­má­ti­cos que ellos han come­ti­do, será impo­si­ble des­per­tar el vivo y vigo­ro­so espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio, erra­di­car el vicio de tomar una acti­tud inco­rrec­ta hacia el mar­xis­mo, y difun­dir y desa­rro­llar amplia­men­te el autén­ti­co mar­xis­mo; ade­más, no sere­mos capa­ces de sos­te­ner una enér­gi­ca lucha con­tra la influen­cia del vie­jo esti­lo de cli­ché y el vie­jo dog­ma exis­ten­te entre todo el pue­blo, ni con­tra la del esti­lo de cli­ché y el dog­ma extran­je­ros entre mucha gen­te del país, y por con­si­guien­te no logra­re­mos el obje­ti­vo de des­truir y barrer estas influencias.

El sub­je­ti­vis­mo, el sec­ta­ris­mo y el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, los tres, son anti­mar­xis­tas y no res­pon­den a las nece­si­da­des del pro­le­ta­ria­do sino a las de las cla­ses explo­ta­do­ras. Son refle­jo de la ideo­lo­gía peque­ño­bur­gue­sa en nues­tro par­ti­do. Chi­na es un país don­de la peque­ña bur­gue­sía es muy nume­ro­sa; nues­tro par­ti­do está rodea­do de esa enor­me cla­se, un gran núme­ro de sus miem­bros pro­vie­nen de ella, y es inevi­ta­ble que ingre­sen en el par­ti­do con su lar­ga o cor­ta cola peque­ño­bur­gue­sa. Si no se refre­na el fana­tis­mo de los revo­lu­cio­na­rios peque­ño­bur­gue­ses ni se rec­ti­fi­ca su uni­la­te­ra­li­dad, pue­den fácil­men­te engen­drar sub­je­ti­vis­mo y sec­ta­ris­mo, una de cuyas for­mas de expre­sión es el esti­lo de cli­ché extran­je­ro, o esti­lo de cli­ché del partido.

No es fácil arran­car y barrer estas cosas. Hay que hacer­lo en la for­ma debi­da, es decir, emplean­do argu­men­tos per­sua­si­vos. Si nues­tros argu­men­tos son con­vin­cen­tes y ade­cua­dos, sur­ti­rán efec­to. En el pro­ce­so de la argu­men­ta­ción, debe­mos empe­zar por pro­vo­car una gran con­mo­ción en el pacien­te, gri­tán­do­le: «¡Estás enfer­mo!», y lue­go, cuan­do sude de mie­do, acon­se­jar­le sin­ce­ra­men­te que se haga tratar.

Ana­li­ce­mos aho­ra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do para ver dón­de está el mal. Vamos a pre­sen­tar, a la mane­ra del vie­jo esti­lo de cli­ché, un «ensa­yo en ocho par­tes»2, admi­nis­tran­do un veneno como antí­do­to de otro, y lo lla­ma­re­mos «Los ocho car­gos principales».

El pri­mer car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es que lle­na de pala­bras vacías un núme­ro inter­mi­na­ble de pági­nas. Algu­nos cama­ra­das gus­tan de escri­bir artícu­los lar­gos pero sin sus­tan­cia, que son como las «ven­das de los pies de una mujer indo­len­te, tan lar­gas como hedion­das». ¿Por qué per­sis­ten en escri­bir artícu­los tan lar­gos y por aña­di­du­ra tan hue­ros? No hay más que una expli­ca­ción: están deci­di­dos a impe­dir que las masas los lean. Ante esos escri­tos tan exten­sos y vacíos, las masas menean la cabe­za al pri­mer vis­ta­zo. Así, ¿qué ganas pue­den tener de leer­los? Tales artícu­los sólo pue­den enga­ñar a los inge­nuos, exten­der entre ellos una influen­cia per­ni­cio­sa e incul­car­les malas cos­tum­bres. La gue­rra con­tra la agre­sión que la Unión Sovié­ti­ca sos­tie­ne des­de el pasa­do 22 de junio es de pro­por­cio­nes gigan­tes­cas; no obs­tan­te, el dis­cur­so de Sta­lin del 3 de julio no fue más lar­go que un edi­to­rial de nues­tro Dia­rio de la Libe­ra­ción. Si uno de nues­tros seño­res hubie­ra escri­to dicho dis­cur­so, habría resul­ta­do una cosa terri­ble: un dis­cur­so de dece­nas de miles de carac­te­res por lo menos. Aho­ra, en tiem­pos de gue­rra, debe­mos estu­diar la mane­ra de escri­bir artícu­los bre­ves y sus­tan­cio­sos. Aun­que toda­vía no hay bata­llas en Yenán, nues­tras tro­pas com­ba­ten todos los días en el fren­te y la gen­te de la reta­guar­dia está muy ocu­pa­da en su tra­ba­jo. Si los artícu­los son dema­sia­do lar­gos, ¿quién los va a leer? Algu­nos cama­ra­das del fren­te gus­tan tam­bién de escri­bir lar­gos infor­mes. Gas­tan muchas ener­gías para redac­tar­los y los man­dan aquí con el pro­pó­si­to de que los lea­mos. Pero, ¿quién tie­ne el cora­je de leer­los? Si los artícu­los lar­gos y vacíos no son bue­nos, ¿qué decir de los cor­tos insus­tan­cia­les? Tam­po­co lo son. Debe­mos ter­mi­nar con toda pala­bre­ría. Pero la pri­me­ra y prin­ci­pal tarea es echar de inme­dia­to al basu­re­ro las lar­gas y hedion­das ven­das de la mujer indo­len­te. Pue­de haber quie­nes pre­gun­ten: «¿Qué hacer con El Capi­tal, que es tan lar­go?» Es muy sim­ple: con­ti­nuar leyén­do­lo. Hay un dicho popu­lar que reza: «Que en una nue­va mon­ta­ña otra sea tu can­ción». Y otro dice: «Aco­mo­da el ape­ti­to a la comi­da, y haz el tra­je según la talla». Todo lo que hace­mos debe estar en con­for­mi­dad con la situa­ción, sin excep­tuar el escri­bir artícu­los y pro­nun­ciar dis­cur­sos. A lo que nos opo­ne­mos es al esti­lo de cli­ché que se mani­fies­ta en los artícu­los lar­gos y vacíos, pero esto no quie­re decir que todo deba ser cor­to para ser bueno. Cla­ro que en tiem­pos de gue­rra nece­si­ta­mos artícu­los cor­tos, pero sobre todo, sus­tan­cio­sos. Los artícu­los sin con­te­ni­do son los menos jus­ti­fi­ca­bles y los más con­de­na­bles. Lo mis­mo pue­de decir­se de los dis­cur­sos; debe­mos ter­mi­nar con toda cla­se de pero­ra­tas difu­sas y sin sustancia.

El segun­do car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es que se da ínfu­las con miras a inti­mi­dar a la gen­te. Algu­nos artícu­los escri­tos en ese esti­lo no sólo son lar­gos y vacíos, sino que se mues­tran pre­sun­tuo­sos para inti­mi­dar a la gen­te, lo que lle­va en sí un veneno de la peor espe­cie. Escri­bir artícu­los lar­gos y vacíos pue­de cali­fi­car­se de un acto infan­til, pero dar­se ínfu­las con la inten­ción de inti­mi­dar a la gen­te es más que eso: es prác­ti­ca­men­te una cana­lla­da. Cri­ti­can­do a per­so­nas de este tipo, Lu Sin dijo: «Insul­tar e inti­mi­dar no es en modo alguno luchar»3. Lo que es cien­tí­fi­co jamás teme a la crí­ti­ca, por­que la cien­cia es ver­dad y no tie­ne mie­do a la refu­ta­ción. Pero el sub­je­ti­vis­mo y el sec­ta­ris­mo que se expre­san en artícu­los y dis­cur­sos en esti­lo de cli­ché del par­ti­do, tie­nen un mie­do mor­tal a la refu­ta­ción; son de una gran cobar­día, y por eso asu­men una acti­tud pre­sun­tuo­sa para inti­mi­dar a la gen­te, cal­cu­lan­do que con ame­na­zas pue­den redu­cir­la al silen­cio y «vol­ver triun­fan­tes a la cor­te». La pre­sun­ción, lejos de refle­jar la ver­dad, cons­ti­tu­ye un obs­tácu­lo para ella. La ver­dad no asu­me una acti­tud pre­sun­tuo­sa para inti­mi­dar, sino que habla y actúa con hones­ti­dad y sen­ci­llez. Antes, en los artícu­los y dis­cur­sos de muchos cama­ra­das solían apa­re­cer dos expre­sio­nes: «lucha des­pia­da­da» y «gol­pes impla­ca­bles». Estos pro­ce­di­mien­tos son total­men­te nece­sa­rios para hacer fren­te al enemi­go u opo­ner­se a las ideo­lo­gías enemi­gas, pero es erró­neo uti­li­zar­los para tra­tar con nues­tros pro­pios cama­ra­das. Suce­de con fre­cuen­cia que en el par­ti­do se infil­tran enemi­gos e ideo­lo­gías enemi­gas, como se seña­la en el pun­to 4 de la Con­clu­sión del Com­pen­dio de His­to­ria del Par­ti­do Comu­nis­ta (bol­che­vi­que) de la URSS. Con­tra esa gen­te sin duda debe­mos recu­rrir a la lucha des­pia­da­da y a los gol­pes impla­ca­bles, pues esos mal­va­dos usan estos mis­mos pro­ce­di­mien­tos con­tra el par­ti­do; si los tole­ra­mos, ire­mos dere­cho a caer en sus tram­pas. Pero no debe­mos emplear estos medios para tra­tar con los cama­ra­das que hayan come­ti­do erro­res oca­sio­nal­men­te, caso en el cual es nece­sa­rio uti­li­zar el méto­do de la crí­ti­ca y la auto­crí­ti­ca, seña­la­do en el pun­to 5 de la Con­clu­sión de la obra cita­da. La razón por la cual en el pasa­do aque­llos cama­ra­das gri­ta­ban en favor de la «lucha des­pia­da­da» y los «gol­pes impla­ca­bles» con­tra los cama­ra­das que come­tían erro­res oca­sio­nal­men­te, es que, por un lado, no hacían nin­gún aná­li­sis del blan­co de su ata­que, y por el otro, se daban ínfu­las para ame­dren­tar a la gen­te. Esta tác­ti­ca de inti­mi­da­ción es inad­mi­si­ble, no impor­ta a quién le sea apli­ca­da, por­que es com­ple­ta­men­te inefi­caz si se emplea con­tra el enemi­go, y no pue­de sino cau­sar per­jui­cio si se uti­li­za con­tra los pro­pios cama­ra­das. Es una tác­ti­ca a la que sue­len recu­rrir las cla­ses explo­ta­do­ras y los lum­pem­pro­le­ta­rios, pero el pro­le­ta­ria­do no la nece­si­ta. Para el pro­le­ta­ria­do, el arma más afi­la­da y efi­caz no es otra que una seria y com­ba­ti­va acti­tud cien­tí­fi­ca. El Par­ti­do Comu­nis­ta no vive de la inti­mi­da­ción, sino de la ver­dad del mar­xis­mo-leni­nis­mo, de la bús­que­da de la ver­dad en los hechos, de la cien­cia. Huel­ga decir que es infa­me la idea de alcan­zar fama y bue­na posi­ción dán­do­se ínfu­las. En resu­men, cuan­do las enti­da­des ofi­cia­les tomen deci­sio­nes o den ins­truc­cio­nes, y cuan­do los cama­ra­das escri­ban artícu­los o pro­nun­cien dis­cur­sos, deben basar­se en la ver­dad del mar­xis­mo-leni­nis­mo y esfor­zar­se por­que su labor sea útil. Sólo actuan­do de esta mane­ra podre­mos alcan­zar la vic­to­ria de la revo­lu­ción; de otro modo no se logra­rá nada.

El ter­cer car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es que dis­pa­ra la fle­cha sin tener un blan­co, que no tie­ne en cuen­ta a quién se diri­ge. Hace algu­nos años, se vio en la mura­lla de Yenán la siguien­te con­sig­na: «¡Obre­ros y cam­pe­si­nos, uníos para alcan­zar la vic­to­ria de la Gue­rra de resis­ten­cia con­tra el Japón!» La idea de esta con­sig­na era inta­cha­ble, pero en la pala­bra (obre­ros), el carác­ter esta­ba escri­to como , con el ras­go ver­ti­cal en zig­zag. ¿Y el carác­ter ? Con tres ras­gos más en su pata dere­cha, se había con­ver­ti­do en. El cama­ra­da que los había escri­to era sin duda un dis­cí­pu­lo de los anti­guos letra­dos, pero ¡cuán incom­pren­si­ble es que se escri­ban así estos carac­te­res en la mura­lla de una ciu­dad como Yenán cuan­do sos­te­ne­mos la Gue­rra de resis­ten­cia con­tra el Japón! Tal vez el autor había jura­do impe­dir que la gen­te sen­ci­lla leye­ra su con­sig­na; es bien difí­cil encon­trar otra expli­ca­ción. Si los comu­nis­tas desean real­men­te hacer pro­pa­gan­da, deben tener en cuen­ta a quién se diri­gen, quién va a leer sus artícu­los y manus­cri­tos o a escu­char sus dis­cur­sos y char­las; si actúan de otro modo, es como si hubie­ran deci­di­do impe­dir que la gen­te los leye­ra o los escu­cha­ra. Con fre­cuen­cia, muchos se ima­gi­nan que lo que han escri­to y dicho es fácil de com­pren­der; sin embar­go, la reali­dad es com­ple­ta­men­te dis­tin­ta. Si sus artícu­los y dis­cur­sos están en esti­lo de cli­ché del par­ti­do, ¿cómo los va a enten­der la gen­te? El dicho «tocar el laúd ante un buey» impli­ca la idea de bur­lar­se del audi­to­rio. Si inter­pre­ta­mos el dicho de otra mane­ra, res­pe­tan­do al audi­to­rio, la bur­la se vuel­ve con­tra el que toca. ¿Para qué ras­guear el ins­tru­men­to sin con­si­de­rar quién es su audi­to­rio? Peor aún es cuan­do el son que se toca es el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, que es como un cuer­vo que insis­te en graz­nar ante las masas popu­la­res. Cuan­do uno dis­pa­ra una fle­cha, debe apun­tar al blan­co; cuan­do uno toca el laúd, debe tener en cuen­ta quién es su audi­to­rio. ¿Pue­de uno escri­bir artícu­los o pro­nun­ciar dis­cur­sos sin tener en cuen­ta quié­nes son sus lec­to­res u oyen­tes? Cuan­do tra­ba­mos amis­tad con una per­so­na, quien­quie­ra que sea, ¿pode­mos lle­gar a ser ínti­mos ami­gos si no nos cono­ce­mos a fon­do, si el uno no sabe qué pien­sa el otro? Los que hacen el tra­ba­jo de pro­pa­gan­da no lle­ga­rán a nin­gu­na par­te si se dedi­can a par­lo­tear a su capri­cho sin inves­ti­gar, estu­diar ni ana­li­zar a su auditorio.

El cuar­to car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es su len­gua­je insí­pi­do, que recuer­da a un pie­san4. Esos tipos que los habi­tan­tes de Shanghai lla­man «peque­ños pie­san» son tan rese­cos y feos como el esti­lo de cli­ché del par­ti­do. ¿No es cier­to que un artícu­lo o un dis­cur­so que se limi­ta a repe­tir unos cuan­tos tér­mi­nos en tono esco­lar y sin ras­tro de vive­za ni vigor, tie­ne un len­gua­je insí­pi­do y un aspec­to repe­len­te, como un pie­san? Cuan­do se tra­ta de una per­so­na que ingre­só en la escue­la pri­ma­ria a los sie­te años, pasó a la secun­da­ria sien­do ado­les­cen­te y ter­mi­nó sus estu­dios en la uni­ver­si­dad a los vein­te y tan­tos, no pode­mos repro­char­le la pobre­za y mono­to­nía de su len­gua­je, pues nun­ca ha esta­do en con­tac­to con las masas popu­la­res. Pero somos revo­lu­cio­na­rios y tra­ba­ja­mos para las masas; si no apren­de­mos su len­gua­je, no podre­mos tra­ba­jar bien. Aho­ra inclu­so muchos de nues­tros cama­ra­das que tra­ba­jan en la pro­pa­gan­da no estu­dian el idio­ma. Su pro­pa­gan­da es muy insí­pi­da, sus artícu­los tie­nen pocos lec­to­res y sus dis­cur­sos pocos oyen­tes. ¿Por qué debe­mos apren­der el idio­ma, y más aún, estu­diar­lo con gran empe­ño? Por­que el idio­ma no se domi­na fácil­men­te; para domi­nar­lo hay que hacer un esfuer­zo tenaz. Pri­me­ro, debe­mos apren­der el len­gua­je de las masas popu­la­res. El voca­bu­la­rio popu­lar es muy rico y vivo, y refle­ja la vida real. Como muchos de noso­tros no domi­na­mos el idio­ma, nues­tros artícu­los y dis­cur­sos con­tie­nen pocas fra­ses vivas, pre­ci­sas y vigo­ro­sas; no se pare­cen a un hom­bre salu­da­ble, sino a un pie­san des­agra­da­ble­men­te exte­nua­do, con un cuer­po esque­lé­ti­co. Segun­do, debe­mos asi­mi­lar de las len­guas extran­je­ras lo que nos sea nece­sa­rio. No pode­mos adop­tar mecá­ni­ca­men­te expre­sio­nes extran­je­ras, ni abu­sar de ellas, sino asi­mi­lar de esas len­guas todo aque­llo que sea bueno y con­ven­ga a nues­tras nece­si­da­des. Como el anti­guo voca­bu­la­rio chino era insu­fi­cien­te, ya hemos incor­po­ra­do a nues­tro voca­bu­la­rio corrien­te muchas expre­sio­nes extran­je­ras. Por ejem­plo, lo que cele­bra­mos hoy es una reu­nión de kam­pu (cua­dros), y el tér­mino kam­pu es de ori­gen extran­je­ro. Debe­mos seguir asi­mi­lan­do muchas cosas nue­vas del extran­je­ro, no sólo las ideas pro­gre­sis­tas sino tam­bién expre­sio­nes nue­vas. Ter­ce­ro, tam­bién hemos de apren­der lo que haya de vivo en el idio­ma de nues­tros ante­pa­sa­dos. Como no nos hemos esfor­za­do lo sufi­cien­te en el estu­dio del idio­ma, no hemos podi­do uti­li­zar en for­ma ple­na y ade­cua­da lo mucho que hay de vivo en el len­gua­je anti­guo. Des­de lue­go, nos opo­ne­mos fir­me­men­te al uso de las expre­sio­nes y alu­sio­nes muer­tas; en esto no cabe duda algu­na, pero debe­mos here­dar lo que es bueno y sigue sien­do útil. En la actua­li­dad, los que están dema­sia­do enve­ne­na­dos por el esti­lo de cli­ché del par­ti­do se nie­gan a hacer un esfuer­zo tenaz para estu­diar lo que hay de útil en el len­gua­je popu­lar, en las len­guas extran­je­ras y en el len­gua­je anti­guo; por eso, las masas no aco­gen bien su pro­pa­gan­da insí­pi­da y seca, y noso­tros tam­po­co nece­si­ta­mos de esos pro­pa­gan­dis­tas tan medio­cres e incom­pe­ten­tes. ¿Quié­nes son pro­pa­gan­dis­tas? No sólo los maes­tros, perio­dis­tas, artis­tas y escri­to­res, sino tam­bién todos nues­tros cua­dros. Tome­mos a los man­dos mili­ta­res, por ejem­plo. Aun­que no hacen decla­ra­cio­nes públi­cas, tie­nen que hablar con los sol­da­dos y tra­tar con el pue­blo. ¿Qué es eso sino una for­ma de pro­pa­gan­da? Cuan­do una per­so­na habla con otras, está hacien­do pro­pa­gan­da. Y a menos que uno sea mudo, tie­ne que hablar con otros. Por eso, es de nece­si­dad impe­rio­sa que nues­tros cama­ra­das estu­dien el idioma.

El quin­to car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es que dis­po­ne las cosas según el orden A, B, C, D… como en una boti­ca de medi­ci­na chi­na. Si uste­des echan una ojea­da en el inte­rior de una de esas boti­cas, verán arma­rios con nume­ro­sas gave­tas, cada una de las cua­les lle­va una eti­que­ta con el nom­bre de un medi­ca­men­to: angé­li­ca, digi­tal, rui­bar­bo, sul­fa­to sódi­co,… todo lo que se quie­ra. Nues­tros cama­ra­das han hecho suyo este méto­do. En sus artícu­los y dis­cur­sos, en sus libros e infor­mes, pri­me­ro usan los nume­ra­les chi­nos en mayús­cu­la, lue­go en minús­cu­la, des­pués los sig­nos de los sis­te­mas deci­mal y duo­de­ci­mal del zodía­co chino, para seguir con las letras A, B, C, D en mayús­cu­la, lue­go en minús­cu­la, los núme­ros ára­bes, y qué sé yo cuán­tas cosas más. ¡Qué suer­te que los anti­guos chi­nos y los extran­je­ros hayan crea­do todos estos sig­nos para que noso­tros poda­mos ins­ta­lar boti­cas sin nin­gún esfuer­zo! Un artícu­lo que esté lleno de tales núme­ros y sig­nos, que no plan­tee pro­ble­mas, no los ana­li­ce ni los resuel­va y que no se mani­fies­te ni a favor ni en con­tra de nada, care­ce­rá de con­te­ni­do real, y con toda su ver­bo­rrea, no pasa­rá de ser una boti­ca de medi­ci­na chi­na. No quie­ro decir que esos sig­nos no pue­dan usar­se, sino que el méto­do para abor­dar los pro­ble­mas es equi­vo­ca­do. El méto­do toma­do de la boti­ca de medi­ci­na chi­na, que delei­ta a tan­tos cama­ra­das, es en ver­dad el más rudi­men­ta­rio, infan­til y vul­gar. Es un méto­do for­ma­lis­ta, que cla­si­fi­ca las cosas de acuer­do con sus ras­gos exte­rio­res y no con sus cone­xio­nes inter­nas. Si en un artícu­lo, dis­cur­so o infor­me uno no hace más que poner en orden un mon­tón de con­cep­tos sin mutuas cone­xio­nes inter­nas, basán­do­se en los ras­gos exte­rio­res de las cosas, enton­ces está jugan­do con los con­cep­tos y pue­de indu­cir a los demás al mis­mo jue­go, y a que se con­for­men con una dis­po­si­ción de los fenó­me­nos en el orden A, B, C, D,… en lugar de ser­vir­se de su cere­bro para pen­sar en los pro­ble­mas y estu­diar la esen­cia de las cosas. ¿Qué es un pro­ble­ma? Es la con­tra­dic­ción en una cosa. Allí don­de la con­tra­dic­ción no está resuel­ta, hay un pro­ble­ma. Cuan­do exis­te un pro­ble­ma, uno debe tener una posi­ción a favor de una par­te y en con­tra de la otra, y tie­ne que plan­tear­lo. Para esto, hay que hacer, en pri­mer tér­mino, una inves­ti­ga­ción y un estu­dio en líneas gene­ra­les de los dos aspec­tos fun­da­men­ta­les del pro­ble­ma o con­tra­dic­ción, de mane­ra que se pue­da com­pren­der la natu­ra­le­za de ésta. He aquí el pro­ce­so de des­cu­bri­mien­to del pro­ble­ma. Por medio de una inves­ti­ga­ción y un estu­dio en líneas gene­ra­les, se pue­de des­cu­brir y plan­tear el pro­ble­ma, pero no resol­ver­lo. Para resol­ver­lo es pre­ci­so hacer una inves­ti­ga­ción y estu­dio sis­te­má­ti­cos y minu­cio­sos. Este es el pro­ce­so de aná­li­sis. Para plan­tear el pro­ble­ma tam­bién se requie­re el aná­li­sis, pues ante un mon­tón de fenó­me­nos con­fu­sos e intrin­ca­dos, sin ana­li­zar no se sabrá dón­de está el pro­ble­ma o con­tra­dic­ción. El pro­ce­so de aná­li­sis de que aquí se tra­ta es un pro­ce­so de aná­li­sis sis­te­má­ti­co y minu­cio­so. Suce­de con fre­cuen­cia que, aun des­pués de plan­tea­do un pro­ble­ma, es impo­si­ble resol­ver­lo por­que no se han pues­to de mani­fies­to las cone­xio­nes inter­nas entre los fenó­me­nos, por­que no se ha pasa­do por un pro­ce­so de aná­li­sis sis­te­má­ti­co y minu­cio­so, y en con­se­cuen­cia, no se pue­de ver cla­ra­men­te los ras­gos del pro­ble­ma, ni sin­te­ti­zar­lo, ni lle­gar a su solu­ción en la for­ma debi­da. Un artícu­lo o dis­cur­so que sea impor­tan­te y esté des­ti­na­do a orien­tar, siem­pre debe plan­tear un pro­ble­ma espe­cí­fi­co, ana­li­zar­lo y hacer lue­go una sín­te­sis a fin de pre­ci­sar su natu­ra­le­za y pro­por­cio­nar el méto­do para su solu­ción; en todo esto el méto­do for­ma­lis­ta no sir­ve para nada. Como este méto­do for­ma­lis­ta, infan­til, rudi­men­ta­rio, vul­gar y que no exi­ge nin­gu­na acti­vi­dad cere­bral está muy de moda en nues­tro par­ti­do, debe­mos denun­ciar­lo; sólo así todo el mun­do podrá apren­der a uti­li­zar el méto­do mar­xis­ta para obser­var, plan­tear, ana­li­zar y resol­ver los pro­ble­mas, sólo así podre­mos rea­li­zar bien nues­tro tra­ba­jo y lograr la vic­to­ria de nues­tra cau­sa revolucionaria.

El sex­to car­go con­tra el esti­lo de cli­ché del par­ti­do es que no tie­ne sen­ti­do de res­pon­sa­bi­li­dad y don­de­quie­ra que apa­re­ce per­ju­di­ca a la gen­te. Todas las fal­tas denun­cia­das más arri­ba se deben en par­te a la inma­du­rez y en par­te al insu­fi­cien­te sen­ti­do de res­pon­sa­bi­li­dad. Tome­mos, por ejem­plo, el lava­do de la cara. Todos nos lava­mos dia­ria­men­te la cara, y muchos, más de una vez al día, y des­pués de lavar­nos, nos mira­mos al espe­jo a modo de «inves­ti­ga­ción y estu­dio» (car­ca­ja­da gene­ral), temien­do que algo no esté bien. Fíjen­se, ¡qué sen­ti­do de res­pon­sa­bi­li­dad! Si nues­tros artícu­los y dis­cur­sos se hicie­ran de esta mane­ra, serían más o menos acep­ta­bles. No se debe mos­trar lo que no es pre­sen­ta­ble. Hay que enten­der que lo pre­sen­ta­do influi­rá en el pen­sa­mien­to y en la acción de otros. Si un hom­bre oca­sio­nal­men­te deja de lavar­se la cara uno o dos días, eso des­de lue­go no está bien; si, des­pués de lavár­se­la, le que­dan toda­vía una o dos man­chas, por cier­to no ten­drá un buen aspec­to; sin embar­go, nin­guno de los dos casos encie­rra un gran peli­gro para nadie. La cues­tión es dis­tin­ta cuan­do se tra­ta de escri­bir artícu­los o pro­nun­ciar dis­cur­sos, que están des­ti­na­dos espe­cial­men­te a influir sobre otras per­so­nas. Sin embar­go, nues­tros cama­ra­das toman esta tarea a la lige­ra, lo que sig­ni­fi­ca poner lo secun­da­rio por enci­ma de lo impor­tan­te. Mucha gen­te escri­be artícu­los o pro­nun­cia dis­cur­sos sin pre­vio estu­dio ni pre­pa­ra­ción y des­pués de escri­bir un artícu­lo, no se moles­ta en revi­sar­lo varias veces, como se mira­ría al espe­jo des­pués de lavar­se la cara, sino que lo envía des­preo­cu­pa­da­men­te para su publi­ca­ción. El resul­ta­do sue­le ser el siguien­te: «De un tirón mil pala­bras sali­das de la plu­ma, pero a diez mil li del tema». Escri­to­res de este tipo tie­nen aires de genios, pero en reali­dad cau­san daño en todas par­tes. Hay que corre­gir esta mala cos­tum­bre, este esca­so sen­ti­do de responsabilidad.

El sép­ti­mo car­go es que espar­ce veneno en todo el par­ti­do y obs­ta­cu­li­za a la revo­lu­ción. El octa­vo car­go es que, al difun­dir­se, oca­sio­na desas­tres al país y al pue­blo. Estos dos car­gos son evi­den­tes por sí mis­mos y no requie­ren más expli­ca­ción. En otras pala­bras, si en vez de rec­ti­fi­car el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, se le da rien­da suel­ta, las con­se­cuen­cias serán muy gra­ves. En el esti­lo de cli­ché del par­ti­do se ocul­ta el veneno del sub­je­ti­vis­mo y del sec­ta­ris­mo; per­mi­tir la difu­sión de este veneno cau­sa­rá daño al par­ti­do y al país.

Los ocho car­gos arri­ba expues­tos cons­ti­tu­yen nues­tra decla­ra­ción de gue­rra al esti­lo de cli­ché del partido.

Como for­ma de expre­sión, el esti­lo de cli­ché del par­ti­do no sólo es inade­cua­do para tra­du­cir el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio, sino que muy fácil­men­te pue­de sofo­car­lo. Para desa­rro­llar el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio, debe­mos des­car­tar ese esti­lo y adop­tar en su lugar un esti­lo lite­ra­rio mar­xis­ta-leni­nis­ta, vivo, fres­co y vigo­ro­so. Este últi­mo exis­te des­de hace mucho tiem­po, pero aún no se ha enri­que­ci­do, ni exten­di­do amplia­men­te. Una vez que haya­mos ter­mi­na­do con el esti­lo de cli­ché extran­je­ro y con el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, logra­re­mos enri­que­cer y exten­der amplia­men­te el nue­vo esti­lo, y de este modo, impul­sa­re­mos la cau­sa revo­lu­cio­na­ria del partido.

El esti­lo de cli­ché del par­ti­do no se limi­ta a los artícu­los y dis­cur­sos, apa­re­ce tam­bién en nues­tras reunio­nes: «1. Aper­tu­ra; 2. Infor­mes; 3. Dis­cu­sión; 4. Con­clu­sio­nes, y 5. Clau­su­ra». ¿Aca­so no es tam­bién una for­ma del esti­lo de cli­ché del par­ti­do el repe­tir este r��gido orden del día en todas las reunio­nes, sean gran­des o peque­ñas, y por todas par­tes? Con fre­cuen­cia, los «infor­mes» pre­sen­ta­dos en las reunio­nes con­tie­nen los mis­mos pun­tos: «1. La situa­ción inter­na­cio­nal; 2. La situa­ción nacio­nal; 3. La situa­ción en la Región fron­te­ri­za, y 4. La situa­ción en nues­tra sec­ción»; a menu­do las reunio­nes duran de la maña­na a la noche, y has­ta los que no tie­nen nada que decir tor­nan la pala­bra, como si en caso de no hacer­lo, fal­ta­ran a su deber. En resu­men, esto sig­ni­fi­ca des­pre­cio por las con­di­cio­nes reales y tes­ta­ru­do ape­go a las rígi­das y vie­jas for­mas y cos­tum­bres. ¿No debe­mos corre­gir tam­bién estas actitudes?

Actual­men­te, muchos pro­pug­nan la trans­for­ma­ción de nues­tro esti­lo lite­ra­rio en un sen­ti­do nacio­nal, cien­tí­fi­co y de masas. Eso está muy bien. Pero trans­for­ma­ción sig­ni­fi­ca un cam­bio de la cabe­za a los pies, por den­tro y por fue­ra. Hay quie­nes pro­pug­nan la «trans­for­ma­ción» mien­tras ellos mis­mos no han cam­bia­do ni siquie­ra un poco. Yo acon­se­ja­ría a estos cama­ra­das que empe­za­ran por cam­biar un poco ellos mis­mos antes de pro­ce­der a su «trans­for­ma­ción»; si actúan de otra mane­ra, no se libra­rán del dog­ma­tis­mo ni del esti­lo de cli­ché del par­ti­do; esto es lo que se lla­ma «mirar muy alto tenien­do cor­tos los bra­zos», «ser muy ambi­cio­so pero con esca­sas apti­tu­des», y con ello no se logra­rá nin­gún resul­ta­do. Aquel que habla de una trans­for­ma­ción en el sen­ti­do de gran­des masas, pero que en reali­dad prac­ti­ca una trans­for­ma­ción en el sen­ti­do de «peque­ñas masas», debe tener mucho cui­da­do, por­que si un día se encuen­tra en la calle con alguien de las masas que le diga: «Señor, sír­va­se mos­trar­me un poqui­to de su “trans­for­ma­ción”», se halla­rá en un gran aprie­to. Los que se pro­nun­cian por la trans­for­ma­ción en el sen­ti­do de masas, no sólo de pala­bra, sino con un ver­da­de­ro deseo de rea­li­zar­la, deben apren­der hones­ta­men­te de la gen­te sen­ci­lla; de otro modo, su «trans­for­ma­ción» que­da­rá en el aire. Aque­llos que cla­man todos los días por una trans­for­ma­ción en el sen­ti­do de gran­des masas pero no saben decir siquie­ra tres fra­ses en el len­gua­je de la gen­te sen­ci­lla, evi­den­te­men­te nun­ca se han deci­di­do a apren­der de ella, y en el fon­do de su cora­zón siguen desean­do una trans­for­ma­ción en el sen­ti­do de «peque­ñas masas».

En esta reu­nión se han repar­ti­do ejem­pla­res de Guía para la pro­pa­gan­da, folle­to que con­tie­ne cua­tro docu­men­tos; acon­se­jo a los cama­ra­das que los lean una y otra vez.

El pri­mer docu­men­to, com­pues­to de extrac­tos del Com­pen­dio de His­to­ria del Par­ti­do Comu­nis­ta (bol­che­vi­que) de la URSS, tra­ta de la mane­ra como Lenin lle­va­ba la pro­pa­gan­da. Des­cri­be, entre otras cosas, cómo Lenin redac­ta­ba octavillas:

La «Unión de lucha por la eman­ci­pa­ción de la cla­se obre­ra» de Peters­bur­go fue, bajo la direc­ción de Lenin, la pri­me­ra orga­ni­za­ción de Rusia que lle­vó a cabo la fusión del socia­lis­mo con el movi­mien­to obre­ro. Cuan­do esta­lla­ba una huel­ga en cual­quier fábri­ca, la «Unión de lucha», que cono­cía mag­ní­fi­ca­men­te, a tra­vés de los obre­ros que toma­ban par­te en sus círcu­los de estu­dios, la situa­ción en cada empre­sa, reac­cio­na­ba inme­dia­ta­men­te, con la publi­ca­ción de hojas y pro­cla­mas socia­lis­tas. En estas hojas, se denun­cia­ban los abu­sos de que los patro­nos hacían obje­to a los obre­ros, se expli­ca­ba cómo debían luchar éstos para defen­der sus intere­ses y se repro­du­cían sus rei­vin­di­ca­cio­nes. Estas hojas con­ta­ban toda la ver­dad acer­ca de los horro­res del capi­ta­lis­mo, de la míse­ra vida de los obre­ros, de su tra­ba­jo bru­tal y ago­ta­dor, con jor­na­das de l2 a 14 horas, de su caren­cia total de dere­chos. Y en estas mis­mas hojas se for­mu­la­ban las rei­vin­di­ca­cio­nes polí­ti­cas correspondientes. 

Fíjen­se: ¡«cono­cía mag­ní­fi­ca­men­te» y «con­ta­ban toda la verdad»!

A fines de 1894, Lenin redac­tó, en cola­bo­ra­ción con el obre­ro Bábush­kin, la pri­me­ra de estas hojas de agi­ta­ción y una pro­cla­ma diri­gi­da a los huel­guis­tas de la fábri­ca de Semi­áni­kov, en Petersburgo. 

Para escri­bir una octa­vi­lla, se debe con­sul­tar a los cama­ra­das que estén bien infor­ma­dos de la situa­ción. Era sobre la base de esta inves­ti­ga­ción y estu­dio sobre la que Lenin escri­bía sus artícu­los y rea­li­za­ba su labor.

Cada una de ellas [esas hojas] levan­ta­ba y for­ta­le­cía el espí­ri­tu de los obre­ros. Estos veían que los socia­lis­tas les apo­ya­ban y les defen­dían. 5

¿Esta­mos de acuer­do con Lenin? Si lo esta­mos, debe­mos tra­ba­jar siguien­do su espí­ri­tu. Es decir, tene­mos que tra­ba­jar como Lenin, y no lle­nar inter­mi­na­bles pági­nas con pala­bras vacías, ni dis­pa­rar la fle­cha sin tener un blan­co, ni hacer caso omi­so de aque­llos a quie­nes nos diri­gi­mos, ni con­si­de­rar­nos infa­li­bles, ni fanfarronear.

El segun­do docu­men­to está com­pues­to de extrac­tos del infor­me de Dimi­trov ante el VII Con­gre­so de la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta. ¿Qué dijo Dimi­trov? Lo siguiente:

Hay que apren­der a hablar con las masas no en el len­gua­je de las fór­mu­las libres­cas, sino en el de los que luchan por la cau­sa de las masas, de los que en cada pala­bra, en cada idea refle­jan el pen­sar y el sen­tir de millo­nes de seres.
[…] es impo­si­ble que las amplias masas hagan suyas nues­tras deci­sio­nes si no apren­de­mos a hablar un len­gua­je ase­qui­ble a ellas. Esta­mos lejos de saber hablar siem­pre con sen­ci­llez, con­cre­ta­men­te, con imá­ge­nes fami­lia­res y ase­qui­bles a las masas. Aún no somos capa­ces de pres­cin­dir de las fór­mu­las abs­trac­tas apren­di­das de memo­ria. En reali­dad, mirad nues­tras octa­vi­llas, perió­di­cos, reso­lu­cio­nes y tesis, y veréis que con fre­cuen­cia están escri­tos en un len­gua­je tal y redac­ta­dos de una mane­ra tan pesa­da, que son difí­ci­les de enten­der inclu­so para los fun­cio­na­rios de nues­tros par­ti­dos, no diga­mos ya para los sim­ples obreros. 

¿Qué les pare­ce? ¿No es ver­dad que pone el dedo en la lla­ga de nues­tros defec­tos? Obvia­men­te, el esti­lo de cli­ché del par­ti­do exis­te tan­to en Chi­na como en los paí­ses extran­je­ros; por lo que se ve, es una enfer­me­dad uni­ver­sal. (Risas) Pero, de todos modos, debe­mos curar­nos pron­to de nues­tra enfer­me­dad, de acuer­do con las indi­ca­cio­nes del cama­ra­da Dimitrov:

Cada uno de noso­tros debe asi­mi­lar a fon­do, como una ley, como una ley bol­che­vi­que, la siguien­te regla elemental:
Cuan­do escri­bas o hables, pien­sa siem­pre en el sim­ple obre­ro que la de enten­der­te, creer en tu lla­ma­mien­to y seguir­te de bue­na gana. Debes pen­sar en aquel para quien escri­bes y a quien hablas6.

He aquí la rece­ta que nos pres­cri­be la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta para curar la enfer­me­dad, rece­ta a la que debe­mos ate­ner­nos. ¡Es una regla!

El ter­cer docu­men­to, toma­do de las Obras Com­ple­tas de Lu Sin, es la res­pues­ta del autor a la revis­ta Osa Mayor7 acer­ca de cómo escri­bir. ¿Qué dijo Lu Sin? For­mu­ló en total ocho reglas para escri­bir, algu­nas de las cua­les voy a citar aquí.

Regla 1: Pres­ta aten­ción a todo tipo de cosas; obser­va más, y no escri­bas tan pron­to como hayas vis­to sólo un poco. 

Dice que debe­mos «pres­tar aten­ción a todo tipo de cosas», y no a una sola cosa o a la mitad de una. Nos ins­ta a «obser­var más», a no lan­zar sólo una o media ojea­da. ¿Y cómo actua­mos noso­tros? ¿No sole­mos pro­ce­der com­ple­ta­men­te al con­tra­rio, empe­zan­do a escri­bir ape­nas hemos vis­to un poco?

Regla 2: No te fuer­ces a escri­bir cuan­do no ten­gas nada que decir. 

¿Y de qué mane­ra actua­mos noso­tros? ¿No sole­mos for­zar­nos a escri­bir pro­fu­sa­men­te cuan­do en reali­dad no tene­mos nada que decir? Es irres­pon­sa­ble tor­nar la plu­ma y «for­zar­se a escri­bir» sin inves­ti­ga­ción ni estu­dio previos.

Regla 4: Lee tu escri­to por lo menos dos veces des­pués de haber­lo ter­mi­na­do, y pro­cu­ra en lo posi­ble supri­mir sin nin­gu­na pie­dad las pala­bras, fra­ses y párra­fos super­fluos. Es pre­fe­ri­ble con­den­sar en un rela­to el mate­rial para una nove­la a esti­rar el mate­rial de un rela­to para escri­bir una novela. 

Con­fu­cio acon­se­jó: «Pien­sa dos veces»8; Jan Yu dijo tam­bién: «El éxi­to de lo que se hace está en la refle­xión»9. Uno y otro se refe­rían a cues­tio­nes de los tiem­pos anti­guos. Hoy las cosas son mucho más com­pli­ca­das y en oca­sio­nes ni siquie­ra bas­ta con pen­sar en ellas tres o cua­tro veces. Lu Sin nos reco­men­dó leer lo escri­to «por lo menos dos veces», pero ¿cuán­tas veces como máxi­mo? Eso no lo dijo; en mi opi­nión, si se tra­ta de un artícu­lo impor­tan­te, es con­ve­nien­te leer­lo más de diez veces, revi­sán­do­lo a con­cien­cia antes de que se publi­que. Los artícu­los refle­jan la reali­dad obje­ti­va, pero, como la reali­dad es intrin­ca­da y com­ple­ja, debe­mos estu­diar­la una y otra vez antes de que poda­mos refle­jar­la con pro­pie­dad; actuar con negli­gen­cia a este res­pec­to es igno­rar las nocio­nes más ele­men­ta­les del arte de escribir.

Regla 6: No inven­tes cali­fi­ca­ti­vos u otras cosas pare­ci­das que nadie entien­de excep­to tú mismo. 

Hemos «inven­ta­do» dema­sia­das expre­sio­nes «que nadie entien­de». A veces, una sola fra­se con­tie­ne has­ta cua­ren­ta o cin­cuen­ta carac­te­res, y está lle­na de «cali­fi­ca­ti­vos u otras cosas pare­ci­das que nadie entien­de». Muchos que nun­ca se can­san de pro­cla­mar­se segui­do­res de Lu Sin, ¡son pre­ci­sa­men­te quie­nes han vuel­to la espal­da a sus enseñanzas!

El últi­mo docu­men­to, toma­do del infor­me adop­ta­do en la VI Sesión Ple­na­ria del Comi­té Cen­tral ele­gi­do en el VI Con­gre­so Nacio­nal del Par­ti­do Comu­nis­ta de Chi­na, tra­ta de cómo desa­rro­llar un esti­lo nacio­nal de pro­pa­gan­da. En esta sesión, cele­bra­da en 1938, diji­mos: «Si [los comu­nis­tas] habla­sen del mar­xis­mo sepa­rán­do­lo de las carac­te­rís­ti­cas de Chi­na, su mar­xis­mo no pasa­ría de ser abs­trac­to y vacío». Es decir, hay que com­ba­tir la pala­bre­ría sobre el mar­xis­mo, y noso­tros, comu­nis­tas, que vivi­mos en Chi­na, debe­mos estu­diar el mar­xis­mo ligán­do­lo con la reali­dad de la revo­lu­ción china.

El infor­me dice:

Debe eli­mi­nar­se el esti­lo de cli­ché extran­je­ro, debe haber menos can­ti­ne­las abs­trac­tas y vacías, y debe man­dar­se a des­can­sar al dog­ma­tis­mo, dan­do paso al esti­lo y espí­ri­tu chi­nos lle­nos de vida y loza­nía, que gus­tan a la gen­te sen­ci­lla de nues­tro país. Sepa­rar el con­te­ni­do inter­na­cio­na­lis­ta de la for­ma nacio­nal es la prác­ti­ca de quie­nes no entien­den nada de inter­na­cio­na­lis­mo. Noso­tros, por el con­tra­rio, debe­mos ligar los dos estre­cha­men­te. Los gra­ves erro­res que a este res­pec­ta se come­ten en nues­tras filas deben ser corre­gi­dos a conciencia. 

En este docu­men­to se pro­pug­na­ba la eli­mi­na­ción del esti­lo de cli­ché extran­je­ro, pero algu­nos cama­ra­das siguen fomen­tán­do­lo en la prác­ti­ca. En él se pedía que hubie­ra menos can­ti­ne­las abs­trac­tas y vacías, pero algu­nos cama­ra­das se obs­ti­nan en repe­tir­las con mayor ener­gía. Allí se ins­ta­ba a que se man­da­ra a des­can­sar al dog­ma­tis­mo, pero algu­nos cama­ra­das lo lla­man a levan­tar­se de la cama. En resu­men, este infor­me adop­ta­do por la VI Sesión Ple­na­ria del Comi­té Cen­tral a muchos les entra por un oído y les sale por el otro; actúan como si se opu­sie­ran a él deliberadamente.

Aho­ra el Comi­té Cen­tral ha deci­di­do que se des­car­ten de una vez por todas el esti­lo de cli­ché del par­ti­do, el dog­ma­tis­mo y sus seme­jan­tes, y por eso he veni­do y habla­do un buen rato. Espe­ro que los cama­ra­das pien­sen en lo que he dicho y lo ana­li­cen, y que cada cual haga un aná­li­sis de su caso par­ti­cu­lar. Cada uno debe exa­mi­nar­se bien a sí mis­mo, dis­cu­tir con sus ami­gos ínti­mos y con los cama­ra­das que tra­ba­jan jun­to con él sobre lo que haya acla­ra­do en su examen, y ven­cer de mane­ra efec­ti­va sus pro­pias debilidades.

Mao Zedong

8 de febre­ro de 1942

[Dis­cur­so pro­nun­cia­do por el cama­ra­da Mao Zedong ante una reu­nión de cua­dros en Yenán.]

  1. La opo­si­ción al esti­lo de cli­ché, nue­vo y vie­jo, es el con­se­cuen­te espí­ri­tu de las obras de Lu Sin. EL esti­lo de cli­ché extran­je­ro fue desa­rro­lla­do des­pués del Movi­mien­to del 4 de Mayo por inte­lec­tua­les bur­gue­ses y peque­ño­bur­gue­ses de con­cep­tos mez­qui­nos. Difun­di­do por ellos, este esti­lo tuvo vigen­cia por lar­go tiem­po entre las filas revo­lu­cio­na­rias del cam­po cul­tu­ral. Con­tra dicho esti­lo Lu Sin se mani­fes­tó en muchas de sus obras, y lo cri­ti­có en los siguien­tes tér­mi­nos: «El esti­lo de cli­ché, sea vie­jo o nue­vo, debe ser extir­pa­do radi­cal­men­te […] Otro tipo de cli­ché es, por ejem­plo, el de aque­llas per­so­nas que sólo saben “insul­tar”, “inti­mi­dar” y “pro­nun­ciar su fallo”, pero no quie­ren uti­li­zar, de mane­ra con­cre­ta y en con­cor­dan­cia con la reali­dad, las fór­mu­las extraí­das de la cien­cia, para expli­car los nue­vos hechos y fenó­me­nos coti­dia­nos, y se limi­tan a copiar fór­mu­las ya con­fec­cio­na­das y a apli­car­las sin dis­cer­ni­mien­to a todos y cada uno de los hechos». («Res­pues­ta a Chu Siu-sia».)
  2. Véa­se Pro­ble­mas estra­té­gi­cos de la gue­rra revo­lu­cio­na­ria de Chi­na, nota 36, Obras Esco­gi­das de Mao Zedong, t. II.
  3. Títu­lo de una obra de Lu Sin, escri­ta en 1932 e inclui­da en la colec­ción Dia­lec­tos mix­tos, Obras Com­ple­tas de Lu Sin, t. V. 
  4. Los habi­tan­tes de Shanghai lla­ma­ban pie­san a los vaga­bun­dos que vivían de la men­di­ci­dad o el robo y que, por lo gene­ral, esta­ban muy delgados.
  5. Com­pen­dio de his­to­ria del Par­ti­do Comu­nis­ta (bol­che­vi­que) de la URSS, I, 3.
  6. J. Dimi­trov: Por la uni­dad de la cla­se obre­ra con­tra el fas­cis­mo, con­clu­sio­nes del VII Con­gre­so de la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta, par­te VI: «No es sufi­cien­te tener una línea justa».
  7. Revis­ta men­sual publi­ca­da de 1931 a 1932 por la Unión de Escri­to­res de Izquier­da de Chi­na. El artícu­lo de Lu Sin Res­pues­ta a la revis­ta Osa Mayor apa­re­ce en la colec­ción Dos cora­zo­nes, Obras Com­ple­tas de Lu Sin, t. IV.
  8. Cita­do de las Ana­lec­tas de Con­fu­cio, libro V: «Kung­ye Chang».
  9. Jan Yu (768−824) fue un céle­bre escri­tor de la dinas­tía Tang. En su obra Acer­ca de cómo estu­diar, escri­bió: «El éxi­to de lo que se hace está en la refle­xión, y el fra­ca­so, en la irreflexión».

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