Entre­vis­ta a Pedro Páez Pérez La nue­va arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra: alter­na­ti­va via­ble aquí y ahora

“Hay un pro­ce­so muy gra­ve que se está des­ple­gan­do a gran rapi­dez pero como que nos nega­mos a acep­tar tal gra­ve­dad para reco­no­cer que esta­mos ante una cri­sis civi­li­za­to­ria, una cri­sis estruc­tu­ral del sis­te­ma. La sali­da no es la ame­na­za de gue­rra por aquí, la ame­na­za de des­es­ta­bi­li­za­ción por acá, recor­tes de la inver­sión social, de la inver­sión en cien­cia, en cul­tu­ra, en los sala­rios, des­man­te­la­mien­to de las con­quis­tas socia­les, etc. como pro­po­ne el capi­tal. Fren­te a esto, pre­ci­sa­men­te lo que se está arman­do en Amé­ri­ca Lati­na con la pro­pues­ta de la nue­va arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra pue­de con­ver­tir­se en toda una nue­va diná­mi­ca para la eco­no­mía mun­dial”. Esta ase­ve­ra­ción es de Pedro Páez Pérez, quien has­ta media­dos de noviem­bre se desem­pe­ñó como Pre­si­den­te de la Comi­sión Pre­si­den­cial Ecua­to­ria­na para el dise­ño de la Nue­va Arqui­tec­tu­ra Finan­cie­ra. A su jui­cio, “es el momen­to para que la pobla­ción diga bas­ta, que empie­ce a orga­ni­zar la vida de una mane­ra que nos recu­pe­re como huma­nos, que nos recu­pe­re con lo mejor de los avan­ces de la civi­li­za­ción, con el buen vivir”. En estos tér­mi­nos se desa­rro­lló el diá­lo­go que sos­tu­vo con ALAI.

- En momen­tos mar­ca­dos por el des­con­cier­to resul­tan­te de la cri­sis eco­nó­mi­ca, ¿cómo se inser­ta la pro­pues­ta de la nue­va arqui­tec­tu­ra financiera?

Cabe pre­ci­sar que lo que tene­mos ante nues­tros ojos es una cri­sis del sis­te­ma. Esa deses­pe­ra­ción de volú­me­nes cada vez más gigan­tes­cos de capi­tal, fru­to del pro­ce­so de con­cen­tra­ción y cen­tra­li­za­ción del capi­tal, por encon­trar nue­vas opor­tu­ni­da­des de inver­sión está ahí, sin éxi­to. Como es una cri­sis de sobre­pro­duc­ción si esos capi­ta­les gigan­tes­cos se invir­tie­ran en inno­va­cio­nes tec­no­ló­gi­cas efec­ti­vas en la eco­no­mía real, crea­rían más pro­duc­ción que agra­va­ría la cri­sis de sobre­pro­duc­ción y baja­ría la tasa de ganan­cia. Por lo mis­mo, el capi­tal opta por evi­tar estas inver­sio­nes tec­no­ló­gi­cas, no por fal­ta de inno­va­cio­nes, no por fal­ta de cien­cia y tec­no­lo­gía, pues los des­cu­bri­mien­tos des­de hace muchí­si­mos años están bajo sie­te can­da­dos y esto es jus­ta­men­te uno de los sín­to­mas más gra­ves de la actual cri­sis del sistema.

En estas cir­cuns­tan­cias lo que si es ren­ta­ble para el capi­tal es, pri­me­ro, tra­tar de pro­du­cir lo mis­mo en sitios don­de se paga menos sala­rios, don­de haya tra­ba­jo escla­vo, don­de no se pague por la natu­ra­le­za, don­de no se pague impues­tos, no haya nin­gún tipo de están­da­res socia­les. Es una locu­ra, por­que no se pue­de seguir pro­du­cien­do lo mis­mo, pagan­do menos, gene­ran­do menos. La otra opción es esca­par de la inver­sión físi­ca y lan­zar­se a la inver­sión vir­tual en el mun­do finan­cie­ro y fru­to de eso es la hiper­tro­fia para­si­ta­ria, y ese mons­truo que se ha crea­do quie­re inde­pen­di­zar­se, pero no pue­de por­que no se pue­den gene­rar ganan­cias espe­cu­la­ti­vas si es que no hay pro­duc­ción real. Esta pre­ten­di­da inde­pen­di­za­ción del apa­ra­to espe­cu­la­ti­vo lle­ga a una pro­por­ción de mil qui­nien­tos millo­nes de millo­nes de dóla­res en esti­ma­dos y deri­va­dos finan­cie­ros con­tra 63 millo­nes de millo­nes que es el pro­duc­to interno bru­to mundial.

Esta lógi­ca de un poder cada vez más con­cen­tra­do y de codi­cia de una mino­ría oli­gár­qui­ca está lle­van­do al mun­do a un calle­jón sin sali­da. Es cla­ri­to que si empie­zas a hacer ajus­tes en todo lado estás cro­no­me­tran­do la pró­xi­ma depre­sión. Esta es una cri­sis de fal­ta de mer­ca­do, si estás asfi­xian­do los pocos mer­ca­dos que tie­nes, ¿qué espe­ras? Las bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas, la des­es­ta­bi­li­za­ción, la gue­rra. ¿Cuán­tos fren­tes de gue­rra ha crea­do el actual Pre­mio Nobel de la Paz? Es increí­ble. Y ni siquie­ra les intere­sa ganar las gue­rras por­que ganan en la ven­ta de armamento.

Esta es la agen­da oli­gár­qui­ca que tene­mos que parar­la ya, es el momen­to para que la pobla­ción diga bas­ta, que empie­ce a orga­ni­zar la vida de una mane­ra que nos recu­pe­re como huma­nos, que nos recu­pe­re con lo mejor de los avan­ces de la civi­li­za­ción, con el buen vivir. Y la nue­va arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra, pre­ci­sa­men­te, va en este sen­ti­do. Aquí esta­mos hablan­do del Ban­co del Sur, en Euro­pa están hablan­do, por ejem­plo, de más dere­chos para los migran­tes y de reduc­ción de la jor­na­da labo­ral, etc. Hay una can­ti­dad de opor­tu­ni­da­des enor­mes que nece­si­ta­mos canalizar.

- Si se tra­ta de actuar ya, ¿qué está en con­di­cio­nes de ofre­cer esta pro­pues­ta para las urgen­cias en curso?

La nue­va arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra per­mi­te dar res­pues­tas via­bles en pla­zos cor­tí­si­mos. El Ban­co del Sur, por ejem­plo, bien pue­de empe­zar a tra­ba­jar con fide­co­mi­sos para cada uno de los pro­yec­tos, pre­ci­san­do en cada con­tra­to de fide­co­mi­so que se tra­ta de un pro­yec­to del Ban­co del Sur y se inte­gra­rá a la ins­ti­tu­ción ape­nas empie­ce a fun­cio­nar ple­na­men­te. Con eso per­mi­ti­mos, por ejem­plo, que en el pro­yec­to de sobe­ra­nía ali­men­ta­ria par­ti­ci­pen los paí­ses que están invo­lu­cra­dos en el Ban­co del Sur pero que tam­bién los paí­ses que quie­ran empe­zar de a poqui­to en el tema.

El pro­yec­to de sobe­ra­nía ali­men­ta­ria es un pro­yec­to muy emble­má­ti­co y de bajo cos­to que plan­tea la cons­truc­ción de silos a nivel local, con­tro­la­dos por los pro­duc­to­res loca­les, con mano de obra local, con el res­pal­do de los muni­ci­pios, pero conec­ta­do en red para que el Con­se­jo de Minis­tros de UNASUR vaya vigi­lan­do todo el tiem­po y moni­to­rean­do la cons­ti­tu­ción de reser­vas estra­té­gi­cas de cada uno de los pro­duc­tos bási­cos. Eso te per­mi­te tener un mane­jo de inven­ta­rios muy ágil, muy efi­cien­te, que ‑en pri­mer tér­mino- evi­te el des­per­di­cio de las cose­chas que en Lati­noa­mé­ri­ca repre­sen­ta casi el 45%.

Tener un sis­te­ma de inven­ta­rios con el ade­cua­do regis­tro per­mi­te ade­más movi­li­zar­se hacia don­de se encuen­tran esos gra­nos antes que se echen a per­der o antes que comien­cen a echar­se a per­der; per­mi­te a nivel glo­cal, lo local y lo glo­bal, esta­bi­li­zar los pre­cios para evi­tar que los espe­cu­la­do­res hagan su agos­to en detri­men­to del pro­duc­tor y del con­su­mi­dor; per­mi­te tener un con­tin­gen­te para cual­quier sequía, cual­quier inun­da­ción, cual­quier terre­mo­to, para apo­yar, por ejem­plo, a nues­tros her­ma­nos hai­tia­nos que toda­vía no tie­nen una res­pues­ta efec­ti­va de par­te del res­to de la Amé­ri­ca Latina.

De la mis­ma mane­ra, te per­mi­te desa­rro­llar una infra­es­truc­tu­ra des­de la cual pue­den orga­ni­zar­se luchas ulte­rio­res entorno a polí­ti­cas agra­rias, a polí­ti­cas cam­pe­si­nas, a polí­ti­cas de tec­no­lo­gías ade­cua­das, a polí­ti­cas de capa­ci­ta­ción, a polí­ti­cas de recu­pe­ra­ción del cono­ci­mien­to ances­tral de la gen­te, a polí­ti­cas nutri­cio­na­les para los sec­to­res más vul­ne­ra­bles de la pobla­ción, a polí­ti­cas de salud, a polí­ti­cas en con­tra la deser­ti­fi­ca­ción, a polí­ti­cas de gene­ra­ción de más infra­es­truc­tu­ra, pues si ya está ahí el silo, por ejem­plo, se podría tra­ba­jar con un ban­co de fomen­to para dar cré­di­to en semi­llas e insu­mos y que te paguen el cré­di­to con el pro­duc­to que vas a poner en el silo a tra­vés de un sis­te­ma de cer­ti­fi­ca­dos de depó­si­to. Sobre esa base inclu­si­ve se podría esta­ble­cer polí­ti­cas con­ti­nen­ta­les de dere­chos y garan­tías ciu­da­da­nas, el dere­cho de ali­men­ta­ción de la gen­te que que­da­ría como algo esta­ble­ci­do como un míni­mo de la con­vi­ven­cia social del mun­do que esta­mos tra­tan­do de cons­truir en Amé­ri­ca Lati­na. En fin, cada uno de estos pro­yec­tos abre nue­vas posi­bi­li­da­des, nue­vas opciones.

Eso obvia­men­te va a tener un efec­to disua­si­vo fren­te a las bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas de los mer­ca­dos mun­dia­les ya que de pron­to podrían ser repli­ca­dos con lo que hacen los orga­nis­mos de inte­gra­ción en Áfri­ca, en Euro­pa, en Asia, y podrían esta­ble­cer otro tipo de comer­cio entre los pue­blos des­de otro tipo de éti­ca, des­de otro tipo de hori­zon­te, que no sea la ganan­cia por la ganancia.

Lo pro­pio se pue­de ver en el cam­po de la sobe­ra­nía en salud: pro­duc­ción de medi­ca­men­tos gené­ri­cos, inves­ti­ga­ción de aque­llas enfer­me­da­des que no son estu­dia­das por­que no son nego­cios para las tras­na­cio­na­les, esta­ble­ci­mien­to de un sis­te­ma de labo­ra­to­rios que defien­da la salud de la gen­te fren­te al hecho que hay una can­ti­dad de medi­ca­men­tos huma­nos, vete­ri­na­rios, insec­ti­ci­das, fun­gi­ci­das, que son prohi­bi­dos en Esta­dos Uni­dos y en Euro­pa, y que nos ven­den a noso­tros. ¿Quién está velan­do por la salud de noso­tros? ¿Quién sabe qué es lo que pasa con los efec­tos a lar­go pla­zo de cier­tos quí­mi­cos, de cier­tos medicamentos?

- ¿Sería uno de los com­po­nen­tes efec­ti­vos de la inte­gra­ción entre pueblos?

Cla­ro. Este es el otro tipo de tran­sac­cio­nes que va a res­pon­der a unas lógi­cas dis­tin­tas. Si se dis­po­ne de esta pla­ta­for­ma don­de la gen­te valo­ra el tra­ba­jo de la otra gen­te, inde­pen­dien­te­men­te de lo que pasa en los mer­ca­dos “tra­di­cio­na­les”, ya es deci­sión de la comu­ni­dad el que empie­ce a valo­rar­se un día de min­ga, por ejem­plo, que por hoy no se valo­ra; o que la gen­te empie­ce a valo­rar el tra­ba­jo de las madres, de las hijas, de las her­ma­nas; o que la gen­te empie­ce a valo­rar el tra­ba­jo que hacen los artis­tas, la sabi­du­ría de los anti­guos de la comu­ni­dad; todos estos ele­men­tos pue­den dar­se sin tener que pasar por la pla­ta. Pero si tie­ne que pasar por el hecho de que todos pue­dan tener acce­so a una vida dig­na, acce­so a otras con­di­cio­nes inclu­si­ve de pro­duc­ción. Todo eso va resi­dir en las deci­sio­nes de la comunidad.

En los hechos, enton­ces, esta­mos des­fe­ti­chi­zan­do a la mone­da, a esto que nos pare­ce casi tan natu­ral como los terre­mo­tos, lo que es la mone­da, la finan­za, las cri­sis. De modo que vamos a dar­nos cuen­ta de que la mone­da, las finan­zas, la ban­ca, la eco­no­mía no son nada si no son hechas por los hom­bres, por las rela­cio­nes entre la gen­te, y vamos a recu­pe­rar lo humano a des­fo­si­li­zar las rela­cio­nes entre la gen­te, a des­fe­ti­chi­zar las rela­cio­nes entre la gen­te, y a recu­pe­rar el poder, a empo­de­rar­nos. Es decir, en la medi­da en que deja­mos de estar apan­ta­lla­dos por un poder externo a noso­tros, empe­za­mos a recu­pe­rar lo que es nues­tro, la capa­ci­dad de deci­dir sobre nues­tro des­tino, deci­dir res­pec­to a las prio­ri­da­des de nues­tra comu­ni­dad, even­tual­men­te las prio­ri­da­des de nues­tra nación, de toda Amé­ri­ca Latina.

- Eso impli­ca una revo­lu­ción cultural…

Sí. Hay una can­ti­dad de cosas que esta­mos abso­lu­ta­men­te en capa­ci­dad de hacer en pla­zos cor­tí­si­mos que no sola­men­te van a cam­biar el aspec­to espe­cí­fi­co de lo que se está finan­cian­do sino que cam­bian el cli­ma social, cam­bian la cul­tu­ra del rela­cio­na­mien­to entre las cla­ses, cam­bian el tema de los apre­mios de la gen­te, cam­bian las expec­ta­ti­vas, inclu­si­ve de sec­to­res impor­tan­tes de la bur­gue­sía inde­pen­dien­te­men­te de que sean de dere­cha o de izquierda.

Esta­mos hablan­do de una invi­ta­ción para que acto­res sig­ni­fi­ca­ti­vos le digan no a la gue­rra, no a la des­es­ta­bi­li­za­ción, no a las bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas, no a la pola­ri­za­ción social, no a la exclu­sión. No pue­de ser que haya más PhDs del más alto nivel en físi­ca, en cien­cias espa­cia­les, en mate­má­ti­ca, tra­tan­do de inven­tar nue­vos meca­nis­mos de frau­de finan­cie­ro que lo que hay en médi­cos inves­ti­gan­do curas a las enfer­me­da­des más bási­cas de la gen­te. Esto es una ver­güen­za. Las solu­cio­nes están a nues­tro alcan­ce, pero para ello la gen­te tie­ne que reu­nir­se y hacer valer su voz, dejar de tener miedo.

Esa es la pro­pues­ta que con­cre­ta­men­te lo hace­mos via­ble aquí y aho­ra. La nue­va arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra te da esa posi­bi­li­dad inme­dia­ta en la cons­truc­ción de UNASUR y en la pro­yec­ción hacia la CELAC, en estas dos velo­ci­da­des con las que esta­mos cons­tru­yen­do la inte­gra­ción lati­no­ame­ri­ca­na. Si no lo hace­mos el pro­ce­so de inte­gra­ción se va al dia­blo por­que bási­ca­men­te el Pac­to Andino que vie­ne de un pro­yec­to dis­tin­to y el Mer­co­sur que nace de un ori­gen neo­li­be­ral de una u otra mane­ra han ido con­ver­gien­do en torno a una pro­pues­ta bási­ca­men­te liga­da a la noción de las ven­ta­jas com­pa­ra­ti­vas del libre comercio.

Enton­ces, la cri­sis inter­na­cio­nal va a achi­car mer­ca­dos, pre­sio­nan­do el supe­rá­vit o el défi­cit que cada país tie­ne con res­pec­to al res­to del mun­do. Esta reduc­ción del exce­den­te externo vamos a tener que com­pen­sar­lo con el pico­teo, con algún país aquí de la región. Eso lo pue­de hacer un país o pue­den hacer­lo dos paí­ses pero no pue­den hacer­lo todos los paí­ses. Es decir, la cri­sis no sola­men­te va a exa­cer­bar las con­di­cio­nes de asi­me­tría estruc­tu­ral entre nues­tros paí­ses sino que adi­cio­nal­men­te va a amar­gar nues­tras rela­cio­nes, así de sen­ci­llo. Es impo­si­ble sos­te­ner un pro­ce­so de inte­gra­ción en las con­di­cio­nes de Amé­ri­ca Lati­na sobre las bases del libre cam­bio, pero sí pode­mos sobre la base de crea­ción de estos sis­te­mas sobe­ra­nos de cré­di­tos, de estos meca­nis­mos que van hacer que los recur­sos cir­cu­len de una mane­ra dis­tin­ta, crean­do las con­di­cio­nes para un apa­ra­to pro­duc­ti­vo mucho más com­ple­men­ta­rio para crear la posi­bi­li­dad de inte­gra­ción de otras fuer­zas socia­les, de otros acto­res socia­les, de otros acto­res eco­nó­mi­cos, de otras lógi­cas eco­nó­mi­cas, de otros pro­duc­tos en la crea­ción de nue­vos mer­ca­dos. Pero mer­ca­dos que ope­ren des­de una lógi­ca dife­ren­te, que con­tri­bu­yen al inter­cam­bio de la gen­te, a la vali­da­ción del tra­ba­jo de la gen­te. Esto es lo que jus­ta­men­te va a defi­nir otros tipos de desarrollo.

P.-S.

Artícu­lo publi­ca­do en la Revis­ta Amé­ri­ca Lati­na en Movi­mien­to Nº 471 «De indig­na­cio­nes y alter­na­ti­vas».


2011-12
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