El dine­ro exis­te- Anto­nio Alvarez-Solis

La deci­sión del Gobierno Zapa­te­ro de supri­mir la ayu­da de 460 euros que reci­ben los des­em­plea­dos de lar­ga dura­ción raya en el cri­men. No bas­ta con decir que la medi­da sea injus­ta o inmo­ral. Para muchos ciu­da­da­nos esa supre­sión los deja des­nu­dos en mitad de la calle. Y eso com­por­ta la dene­ga­ción de auxi­lio más ele­men­tal. Por eso hay que hablar de crimen.

El Sr. Zapa­te­ro, entre­ga­do total­men­te a los pode­res domi­nan­tes, lo que ha demos­tra­do en su reu­nión con las cua­ren­ta empre­sas más impor­tan­tes de Espa­ña, habla con tono heroi­co del aho­rro en gas­to social como si se enfren­ta­se a una nece­si­dad peren­to­ria. Habla inclu­so del máxi­mo sacri­fi­cio de su carre­ra polí­ti­ca, mien­tras no exis­te por su par­te dis­cur­so humano alguno para paci­fi­car a los cien­tos de miles que a par­tir de febre­ro que­da­rán sin ayu­da algu­na para super­vi­vir. Para el Sr. Zapa­te­ro no exis­ten cien­tos de miles de his­to­rias ate­rra­do­ras silen­cia­das sobre un fon­do colo­sal de des­truc­ción, sino un pro­yec­to de ajus­te fis­cal cons­truí­do con teo­rías abs­trac­tas que sola­men­te se tor­nan con­cre­tas cuan­do se tra­ta de sumi­nis­trar ingen­tes can­ti­da­des de dine­ro a los gran­des tibu­ro­nes. Para esos gran­des escua­los se abren las exclu­sas del gene­ro­so apa­ra­to finan­cie­ro del Esta­do bajo la con­si­de­ra­ción de que esos figu­ro­nes, que bas­tar­dean la reali­dad sin temor alguno a los tri­bu­na­les, son los úni­cos seres capa­ci­ta­dos para crear socie­dad y riqueza.

Pero ¿qué socie­dad? ¿qué rique­za? ¿Cómo es posi­ble sos­te­ner, a la vis­ta del horren­do desas­tre, que quie­nes han dila­pi­da­do el esfuer­zo calla­do de vein­te gene­ra­cio­nes, usan­do el dine­ro para crear un poder ini­cuo, son los úni­cos indi­vi­duos a quie­nes cabe entre­gar­les los últi­mos recur­sos de la comu­ni­dad dolien­te e inclu­so las vidas de tan­tos tra­ba­ja­do­res? ¿Es eso socia­lis­mo? Toda­vía hay cán­di­dos, a los que no dis­cul­pa una igno­ran­cia cul­pa­ble, que apo­yan al Sr. Zapa­te­ro por el sim­ple hecho de des­cri­bir­se a si mis­mo como polí­ti­co de masas. Aún exis­ten ciu­da­da­nos que redu­cen su capa­ci­dad de jui­cio sobre la tris­te reali­dad que viven entre votar a unos socia­lis­tas trai­do­res a su his­to­ria ini­cial o a una lla­ma­da dere­cha libe­ral que es sim­ple­men­te la heren­cia con­so­li­da­da del fas­cis­mo más cruel. ¿Es que no pue­den esos millo­nes de seres sin capa­ci­dad de vida dig­na levan­tar­se con­tra la injus­ti­cia bajo la per­ver­ti­da creen­cia de que son momen­tos de difi­cul­tad para la úni­ca polí­ti­ca posi­ble, una polí­ti­ca en don­de el dine­ro ha des­apa­re­ci­do por los reales mane­jos de cua­tro finan­cie­ros que han opta­do por la delin­cuen­cia? Por lo vis­to la razón no es máqui­na que que­pa ya en la cabe­za del para­do o del tra­ba­ja­dor que male­xis­te en un inven­ta­do esce­na­rio de mendacidades.

Hay algo que debe ser dicho con abso­lu­ta cla­ri­dad. El dine­ro no se ha eva­po­ra­do; exis­te. Habla­mos del dine­ro real, no ese dine­ro ima­gi­na­rio que se mane­ja con impu­di­cia en los pape­les esta­ta­les o en las memo­rias de los gran­des orga­nis­mos inter­na­cio­na­les. Sola­men­te hay que bus­car­lo empa­pa­do en los san­grien­tos gas­tos de la gue­rra, en las tran­sac­cio­nes indig­nas, en la edi­fi­ca­ción de gran­de­zas repro­ba­bles, en la fabri­ca­ción de arro­gan­cias puni­bles, en el robo con vio­len­cia des­de las ins­ti­tu­cio­nes… En todas esas redes está pre­so el dine­ro nece­sa­rio para una ense­ñan­za efi­caz y moral, para el fun­cio­na­mien­to de una sani­dad sen­si­ble, para la edi­fi­ca­ción de vivien­das dig­nas, para la pro­duc­ción de cosas que den vida a una eco­no­mía autén­ti­ca­men­te social y que no sir­van sólo para el lujo estú­pi­do de las mino­rías hue­cas o para la crea­ción de facha­das per­ver­sas o el sos­te­ni­mien­to de ejér­ci­tos que crean el vicio luju­rio­so de la gue­rra… El dine­ro exis­te, pero hay que libe­rar­lo de los depre­da­do­res ‑entre ellos los esta­dos- median­te una gran polí­ti­ca de con­ver­sión de la socie­dad. Es hora de los gran­des esta­dis­tas que se enfren­ten a los pode­ro­sos en cor­so que han edi­fi­ca­do mar­cos estú­pi­da­men­te majes­tuo­sos para alo­jar su pequeñez.

El dine­ro exis­te y no hace fal­ta que vuel­va a fun­cio­nar la fabri­ca­ción de mone­da para reabrir con una cier­ta y pasa­je­ra segu­ri­dad rega­tos de aguas tur­bias. El dine­ro exis­te, Sr. Zapa­te­ro. Sólo hace fal­ta mane­jar con rigor la herra­mien­ta pre­su­pues­ta­ria. Ahí debe expre­sar­se la revo­lu­ción socia­lis­ta. Pre­gun­te usted al Sr. Rubal­ca­ba, por ejem­plo, por don­de se escu­rrió mucho dine­ro en tiem­pos de la infiel gober­na­ción del Sr. Gon­zá­lez. Pre­gun­te usted a su minis­tra de Hacien­da qué secre­tos guar­da la caja públi­ca que mane­ja­ron socia­lis­tas y «popu­la­res». Pre­gun­te y pro­ce­da en con­se­cuen­cia. Pero usted no hará esa polí­ti­ca de esta­dis­ta digno y ejemplar.

El dine­ro de la socie­dad aún exis­te sin nece­si­dad de arrui­nar aún más a la ciu­da­da­nía hon­ra­da. Sólo está mal gas­ta­do. Aho­ra se hará un nue­vo tras­pa­so de ese dine­ro al selec­to gru­po de manos res­pon­sa­bles de la colo­sal mal­ver­sa­ción vivi­mos. Y se pro­te­ge­rá la sus­trac­ción dicien­do de nue­vo que nada es tan efi­caz como lo pri­va­do mien­tras se des­tru­ye lo públi­co y colec­ti­vo que una ciu­da­da­nía ultra­ja­da cons­tru­yó con dolor y tra­ba­jo. «Acei­tu­ne­ros de Jaén/​decid­me en el alma ¿quién?/ ¿quién levan­tó esos oli­vos?». Y aho­ra hon­ran y hacen suyo a Miguel Her­nán­dez, poe­ta del pue­blo derro­ta­do ¡Es el Sis­te­ma, sim­ples, es el Sis­te­ma! No bus­que­mos erro­res corre­gi­bles en un puña­do dedi­ca­do a la pira­te­ría, por­que el Sis­te­ma es el ámbi­to soma­lí de quie­nes pre­di­can sus tuer­tas excel­si­tu­des en la tor­ci­da crea­ción de riqueza.

El dine­ro exis­te y no hay que orde­ñar a las masas para que, median­do men­ti­ra o vio­len­cia, segre­guen su últi­mo jugo.

Aho­ra se anun­cia un nue­vo asal­to a la caja fami­liar median­te la per­ver­sa invi­ta­ción a los tra­ba­ja­do­res para que entre­guen su aho­rro pos­tre­ro a los fon­dos de pen­sio­nes o de inver­sión para ase­gu­rar su futu­ro tras la jubi­la­ción. Habrá que com­prar Deu­da del Esta­do mien­tras la can­ci­ller ale­ma­na insi­núa ya que la Deu­da habrá de reci­bir el tra­ta­mien­to de las accio­nes mer­can­ti­les, que gene­ran ingre­sos cuan­do las cosas fun­cio­nan en las empre­sas par­ti­ci­pa­das y se refu­gian en la sus­pen­sión de pagos o en la quie­bra cuan­do el mer­ca­do les vuel­ve la espal­da. Ahí hoci­ca­rá en unos años la sagra­da Deu­da esta­tal, con lo que la últi­ma con­fian­za en el Esta­do se eva­po­ra­rá en un mun­do de mafias reves­ti­das de solem­ni­dad sacral por los lla­ma­dos exper­tos que han ven­di­do su alma al poder que recría su simien­te al mar­gen de la liber­tad y la demo­cra­cia. ¡Entre­guen lo que les que­da los ciu­da­da­nos, por­que sólo con un apa­ra­to finan­cie­ro sobre­ali­men­ta­do des­de el pese­bre públi­co podrá la vida resul­tar vivi­ble! Reme­dio perverso.

Por­que repi­to que se tra­ta del Sis­te­ma. No le démos vuel­tas. El Dia­blo nació cuan­do los gran­des pode­res con­vir­tie­ron la vida huma­na en un infierno. Quié­ran­lo o no espe­ra a la huma­ni­dad un resur­gir modes­to y equi­li­bra­do en la igual­dad y el sen­ti­do social, sin cum­bres, pero sin valles.

En ese mar­co lo pri­va­do habrá de subor­di­nar­se a lo social. Cada nación habrá de hacer­se car­go de si mis­ma y en esa socie­dad será impo­si­ble que sur­ja la genial y jocun­da galle­ga que ha regis­tra­do nota­rial­men­te la pro­pie­dad del Sol.

Hay que libe­rar las ener­gías, el sue­lo, las finan­zas cau­ti­vas, la cul­tu­ra y la ense­ñan­za, la sani­dad buro­cra­ti­za­da, los sec­to­res estra­té­gi­cos, la polí­ti­ca ama­ni­lla­da en los par­la­men­tos, la paz fácil, la igual­dad del gran mono des­nu­do, la amis­tad fér­til, la con­fian­za mutua… Hay que prio­ri­zar las uto­pías popu­la­res, por­que el dine­ro no es una fabri­ca­ción bol­sis­ta, sino eso que se suda en silen­cio cada día. Lo dijo Miguel Her­nán­dez antes que el Sis­te­ma comer­cia­li­za­se sus «Nanas de la cebolla».

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