Vigen­cia del pro­gra­ma revo­lu­cio­na­rio de Blas Infan­te en la Anda­lu­cía del siglo XXI

La figu­ra de Blas Infan­te ha sido ocul­ta­da fun­da­men­tal­men­te por dos hechos his­tó­ri­cos: el pri­me­ro es su pro­pia muer­te. Dete­ni­do el 2 de agos­to de agos­to de 1936, su espo­sa Angus­tias Gar­cía que­mó tras su deten­ción todos los docu­men­tos que le pare­cie­ron «polí­ti­ca­men­te peli­gro­sos» para la vida de su espo­so. No sir­vió de mucho, pues­to que el fran­quis­mo y su máxi­mo res­pon­sa­ble en la pro­vin­cia de Sevi­lla, Pedro Parias (que aún hoy dis­fru­ta del honor de dar­le nom­bre a un cole­gio públi­co en Peña­flor), no duda­ron en ase­si­nar­lo. Per­di­mos, por tan­to, la par­te de la obra infan­tia­na más revo­lu­cio­na­ria y cla­ri­fi­ca­do­ra. El segun­do hecho his­tó­ri­co es el pro­ce­so polí­ti­co acon­te­ci­do des­pués del franquismo.

La tran­si­ción, pilo­ta­da por la Tri­la­te­ral y la bur­gue­sía, hacia una monar­quía par­la­men­ta­ria espa­ño­la exi­gía hacer de Blas Infan­te Pérez –un anda­lu­cis­ta revo­lu­cio­na­rio, anti­ca­pi­ta­lis­ta, inter­na­cio­na­lis­ta y con ten­den­cias anar­qui­zan­tes– un regio­na­lis­ta ado­ce­na­do con un carác­ter refor­mis­ta pro­pio de una orden mona­cal. En este aspec­to ha sido impa­ga­ble la labor rea­li­za­da por el des­apa­re­ci­do Par­ti­do Anda­lu­cis­ta, la Fun­da­ción Blas Infan­te y algu­nos plu­mí­fe­ros que pulu­lan a su alre­de­dor, cuya mayor preo­cu­pa­ción ha sido vivir a cos­ta de ven­der un Blas Infan­te –el que sea con tal de que paguen por él– acor­de con las nece­si­da­des del Régi­men del 78.

Aun así, su abun­dan­te obra, en for­ma de escri­tos edi­ta­dos, inter­ven­cio­nes, entre­vis­tas…, nos faci­li­ta que tan sólo echan­do un sim­ple vis­ta­zo se pue­de encon­trar a ese Blas Infan­te tan dife­ren­te del que nos ven­de la Jun­ta «con­tra Anda­lu­cía» (¿se pue­de deno­mi­nar de otra mane­ra?) como par­te del Régi­men del 78. A unas horas del 10 de agos­to quie­ro recu­pe­rar algu­nas refle­xio­nes de Blas Infan­te que no se sue­len leer y que me pare­cen de ple­na actua­li­dad en esta Anda­lu­cía que, a fecha de agos­to de 2017, sigue sien­do dependiente.

¿Cómo veía Blas Infan­te a los polí­ti­cos del turno? El dic­ta­men para esos polí­ti­cos que se repar­tían los sillo­nes a tra­vés de puche­ra­zos y enca­si­lla­dos (hoy lo hacen a tra­vés de finan­cia­cio­nes ile­ga­les, del mar­ke­ting polí­ti­co y ope­ra­cio­nes de gue­rra sucia con­tra la disi­den­cia) es inape­la­ble: «Un polí­ti­co es como gene­ral­men­te suce­de en Espa­ña, un ani­mal incons­cien­te y ladrón que roba y piso­tea al pue­blo des­ga­rrán­do­le con sus uñas rapa­ces, sin otros méto­dos peda­gó­gi­cos y edu­ca­do­res que el libro del Códi­go Penal y el arma de la Guar­dia Civil». El poder eje­cu­ti­vo –fiel emplea­do (cuan­do no for­ma par­te direc­ta) de las oli­gar­quías– se sos­tie­ne sobre el judi­cial y las Fuer­zas de Orden Públi­co para per­pe­tuar su domi­nio sobre la cla­se tra­ba­ja­do­ra con­vir­tien­do la polí­ti­ca en un ámbi­to obje­to de heren­cias fami­lia­res. Anda­lu­cía no pin­ta nada en este jue­go. Sigue sien­do el patio tra­se­ro de Espa­ña que los par­ti­dos de turno se dispu­tan para que nada cam­bie. Lo dijo Blas hace casi un siglo y es tan actual: «He vis­to entre­ga­da esta tie­rra a aven­tu­re­ros de la polí­ti­ca, a adve­ne­di­zos que hacen de ella asien­to de su cre­ti­na vani­dad y base de su mez­quino interés».

Anda­lu­cía es una colo­nia; así la con­si­de­ra­ba Blas Infan­te y así la segui­mos con­si­de­ran­do los y las mili­tan­tes de la izquier­da inde­pen­den­tis­ta. Y el pri­mer obje­ti­vo del colo­ni­za­do, su pri­mer pro­pó­si­to para cam­biar su ser social, es jus­ta­men­te dejar de ser­lo: «Anda­lu­cía es la Irlan­da espa­ño­la, cuyo sue­lo fér­til, rico y pro­duc­ti­vo, está con­ver­ti­do, por una cruel para­do­ja, en el país del ham­bre. Para que en noso­tros renaz­ca la ale­gría, debe­mos los anda­lu­ces redi­mir­nos con­quis­tan­do nues­tra pro­pia tie­rra». Una colo­nia del Esta­do espa­ñol que, como poten­cia colo­nial, no tie­ne refor­ma posi­ble. Lo con­fir­ma el Mani­fies­to de la Nacio­na­li­dad sig­na­do en Cór­do­ba en 1919 por Infan­te y otros anda­lu­cis­tas revo­lu­cio­na­rios: «Decla­ré­mo­nos sepa­ra­tis­tas de este Esta­do que, con rela­ción a los indi­vi­duos y los pue­blos, con­cul­ca sin freno los fue­ros de jus­ti­cia y del inte­rés y, sobre todo, los sagra­dos fue­ros de la liber­tad, ese Esta­do que nos des­ca­li­fi­ca ante nues­tra pro­pia con­cien­cia y ante la con­cien­cia de los pue­blos extranjeros».

Hoy afir­ma­mos que no habrá una «Espa­ña bue­na» para Anda­lu­cía, pues­to que en los pila­res de su exis­ten­cia está la explo­ta­ción del Pue­blo Tra­ba­ja­dor Anda­luz, pero ya lo afir­ma­ba Blas Infan­te en los años 20: «Para la Espa­ña actual no hay solu­ción polí­ti­ca posi­ble por­que tam­po­co exis­ten, para ella, posi­bi­li­da­des bio­ló­gi­cas». El Esta­do no es más que el resul­ta­do de una expan­sión terri­to­rial de la noble­za cas­te­lla­na veni­da a menos a lo lar­go de los siglos, has­ta casi vol­ver a su demar­ca­ción terri­to­rial ori­gi­nal en la actua­li­dad. Nada pare­ci­do a una unión libre de pue­blos. Tam­bién en esto coin­ci­di­mos con Infan­te, que afir­ma­ba: «De modo que Espa­ña exis­te mer­ced a la unión de esos pue­blos, es el resul­ta­do de ellos ¿Y la madre es, pues, Espa­ña? Espa­ña no es ni madre ni hija. Espa­ña fue y es una hacien­da uni­fi­ca­da por el dere­cho divino de los reyes». En Espa­ña, la bur­gue­sía es la cla­se más inú­til por vivir de los demás e impe­dir la vida de la mayo­ría: «No hay nada más inú­til que la vida de un señorito».

La estra­te­gia a sos­te­ner ante el Esta­do no fue siem­pre la mis­ma por el anda­lu­cis­mo revo­lu­cio­na­rio. A par­tir de 1933 se pro­du­jo un giro tác­ti­co incon­clu­so de difí­cil valo­ra­ción des­de el pre­sen­te, por la irrup­ción de la Gue­rra Civil, que arra­só con el anda­lu­cis­mo revo­lu­cio­na­rio ase­si­nan­do a Blas Infan­te y Anto­nio Ari­za, entre otros. Has­ta enton­ces, el anda­lu­cis­mo revo­lu­cio­na­rio sos­tu­vo unas con­cep­cio­nes bas­tan­te cla­ras sobre la acti­tud a man­te­ner hacia el Esta­do bur­gués: «Por que el Esta­do espa­ñol no es la expre­sión jurí­di­ca de una for­ma social; por que sus pode­res no son pode­res socia­les sino pode­res repre­sen­ta­ti­vos de los fue­ros de una cla­se dic­ta­do­ra. La Cla­se plu­to­crá­ti­co bur­gue­sa…». La acti­tud había de ser de intran­si­gen­cia y defen­sa de la orga­ni­za­ción inde­pen­dien­te de la cla­se tra­ba­ja­do­ra anda­lu­za, tal y como des­de Nación Anda­lu­za plan­tea­mos: «Yo os exhor­to a que per­ma­nez­cáis en vues­tras orga­ni­za­cio­nes; a que las for­ta­lez­cáis, cada vez más…». Y de recha­zo a los ven­de­do­res de ilu­sio­nes incon­cre­tas, de espe­ran­za a los deses­pe­ra­dos y a los defen­so­res de un buen gobierno en Madrid por­que, tan­to enton­ces como aho­ra, que haya un gobierno espa­ñol (sea del color que sea) siem­pre será malo para la Anda­lu­cía tra­ba­ja­do­ra: «Todos cuan­tos inten­tos se reali­cen para afir­mar en el áni­mo del pue­blo una espe­ran­za en solu­cio­nes más o menos radi­ca­les, pro­ve­nien­tes de la acción tui­ti­va de los Pode­res actual­men­te cons­ti­tui­dos, es res­tar inú­til­men­te ener­gías a su des­con­ten­to expec­tan­te, a su volun­tad revolucionaria…».

Las tác­ti­cas antes y aho­ra han de ser prin­ci­pal­men­te la difu­sión y la con­cien­ción del Pue­blo Tra­ba­ja­dor Anda­luz, la movi­li­za­ción por las peque­ñas luchas coti­dia­nas, pero nin­gún movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio renun­cia­rá a la uti­li­za­ción de otros ins­tru­men­tos como ni antes ni aho­ra la bur­gue­sía renun­cia a sus ejér­ci­tos y sus Fuer­zas de Orden Públi­co para repri­mir a la cla­se tra­ba­ja­do­ra o echar­los de su casa por­que no pue­den pagar un reci­bo de su hipo­te­ca: «La acción cir­cuns­tan­cial de la vio­len­cia, del fana­tis­mo o del error, si han de ser pro­ve­cho­sas para la vida, han de estar diri­gi­dos por la Razón; por el enten­di­mien­to rec­to, que como ins­tru­men­to y solo como ins­tru­men­to, o arma de com­ba­te, los ven­ga a usar en un deter­mi­na­do ins­tan­te, para sus cons­cien­tes fines». Sien­do cons­cien­te de que esa acción deter­mi­nan­te y cate­gó­ri­ca pue­de ser­vir para crear una nue­va con­cien­cia: «El ejér­ci­to del pro­le­ta­ria­do debe orde­nar­se como ins­tru­men­to para la crea­ción del alma comu­nis­ta; o lo que es lo mis­mo, del poder capa­ci­ta­do para lle­var a cabo esta misión». Tal fue así como se pla­neó, cier­to es que sin el cono­ci­mien­to de Blas Infan­te, la pro­cla­ma­ción de la Repú­bli­ca Anda­lu­za o esta­do Libre de Anda­lu­cía en junio de 1931 por par­te de los inte­gran­tes de la Can­di­da­tu­ra Repu­bli­ca­na Revo­lu­cio­na­ria Fede­ra­lis­ta Anda­lu­za. Y jun­to a esta, la acti­tud mili­tan­te de aquell@s que saben que sir­ven a un bien mayor que el indi­vi­duo que es la liber­tad colec­ti­va del Pue­blo Tra­ba­ja­dor Anda­luz: «De desear es que sobre la pira de már­ti­res anda­lu­ces, amon­to­na­dos por la mise­ria y la tira­nía polí­ti­ca y espi­ri­tual que infli­gie­ra la domi­na­ción espa­ño­la duran­te el últi­mo lus­tro de siglos, cai­gan pron­to anda­lu­ces cons­cien­tes, abra­za­dos en el ins­tan­te de la ago­nía a la ban­de­ra ver­de y blan­ca. De desear es que sus fran­jas de divi­nos colo­res sean pron­to sal­pi­ca­das de man­chas roji­zas, con­ve­nien­te es que la san­gre de los sacri­fi­ca­dos, por Anda­lu­cía, ven­ga a poner en nues­tra ban­de­ra el color de rojo fue­go, que pren­da en los veni­de­ros con­duc­to­res de Anda­lu­cía y en el cora­zón de los lucha­do­res actua­les, un incen­dio de pasio­nes ardien­tes y heroi­cas por esta patria adorable».

La nece­si­dad impe­rio­sa de revo­lu­cio­nar Anda­lu­cía era expre­sa­da por Blas Infan­te para que­brar las rela­cio­nes de domi­na­ción del Pue­blo Tra­ba­ja­dor Anda­luz y la segui­mos com­par­tien­do hoy, con más pre­mu­ra si cabe: «Se pre­ci­sa y es urgen­te la Revo­lu­ción, que ven­ga a hacer dis­cu­rrir la evo­lu­ción his­to­ri­co­so­cial por estos derro­te­ros». El carác­ter de la Repú­bli­ca Anda­lu­za ha de ser cua­li­ta­ti­va­men­te dis­tin­to al de un Esta­do espa­ñol («Los Tiem­pos nue­vos des­tru­ye­ron la cho­za sin edi­fi­car el pala­cio, y los hom­bres se encuen­tran a la intem­pe­rie»), pues­to que no será un fin en sí mis­mo, sino un paso inter­me­dio hacia la cons­truc­ción de una socie­dad comu­nis­ta sin explo­ta­do­res ni explo­ta­dos: «No una revo­lu­ción que ven­ga a entro­ni­zar la dic­ta­du­ra de una cla­se sobre las demás, sino una revo­lu­ción que supri­ma todas las cla­ses». Fren­te al gobierno de la bur­gue­sía –la dic­ta­du­ra plu­to­crá­ti­ca – , habrá de ins­ti­tuir un gobierno del pue­blo, una dic­ta­du­ra del pue­blo tra­ba­ja­dor: «Dic­ta­du­ra edu­ca­do­ra, que nada fíe a la cons­truc­ción legal». Una dic­ta­du­ra que inci­da ante todo en la cons­truc­ción de una nue­va con­cien­cia social, gene­ran­do un nue­vo ser social: «Dic­ta­du­ra peda­gó­gi­ca, revo­lu­cio­na­ria que ten­ga por fin la crea­ción huma­na, con­cep­to uno con el de la feli­ci­dad de los hom­bres». En esa Repú­bli­ca Anda­lu­za, el tra­ba­jo será un dere­cho pero tam­bién una obli­ga­ción para tod@s y no habrá una mino­ría que viva del tra­ba­jo de los demás: «Nadie quie­re tra­ba­jar. Todos ansían aumen­tar la falan­ge des­pre­cia­ble de seño­ri­tos. La cha­la­ne­ría y la espe­cu­la­ción es el nego­cio del día».

Una noche del 10 al 11 de agos­to de 1936 ase­si­na­ron a Blas Infan­te Pérez. Es nues­tra tarea cum­plir y desa­rro­llar su pro­gra­ma polí­ti­co has­ta hacer del socia­lis­mo infan­tis­ta la guía de acción de la revo­lu­ción andaluza.

¡Viva Anda­lu­cía libre y socialista!

Car­los Rios

9 de agos­to de 2017

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