Vien­tres de alqui­ler: una enmien­da a la totalidad


La auto­de­ter­mi­na­ción ya no es una exi­gen­cia colec­ti­va, polí­ti­ca y com­ba­ti­va (…) sino la legi­ti­ma­ción de pro­ce­sos indi­vi­dua­les. Esta indi­vi­dua­li­za­ción de los con­flic­tos polí­ti­cos no solo nos debi­li­ta si no que, ade­más, es apo­lí­ti­ca y nos hace per­der de vis­ta nues­tras utopías.

Rote Zora, 1987

La «ges­ta­ción subro­ga­da» se ha cola­do en la agen­da mediá­ti­ca y polí­ti­ca. A pesar de que se tra­ta de un fenó­meno ya cono­ci­do y explí­ci­ta­men­te prohi­bi­do, un par de aso­cia­cio­nes de «usua­rios», con el apo­yo del lobby de la repro­duc­ción asis­ti­da (que mue­ve millo­nes de euros al año y que sur­fea con nota­ble salud la cri­sis) están pre­sio­nan­do para lega­li­zar el mer­ca­do de los vien­tres de alqui­ler. Con el apo­yo de Ciu­da­da­nos y de la mayo­ría del Par­ti­do Popu­lar, han lan­za­do una Ini­cia­ti­va Legis­la­ti­va Popu­lar y diver­sas pro­pues­tas legis­la­ti­vas en los par­la­men­tos auto­nó­mi­cos, entre ellos el de la Comu­ni­dad Autó­no­ma de Cata­lun­ya. El impul­so lega­li­za­dor se está plan­tean­do —e inclu­so corean­do des­de tri­bu­nas «femi­nis­tas»— en tér­mi­nos de «liber­tad», «nue­vos mode­los de fami­lia», «sobe­ra­nía de las muje­res sobre su pro­pio cuer­po» e, inclu­so, de «dere­chos de los niños».

Cuan­do hoy día habla­mos de vien­tres de alqui­ler, nos esta­mos refi­rien­do a un pro­ce­so muy agre­si­vo sobre el cuer­po de una mujer. Es un pro­ce­so que some­te a una mujer en edad fér­til a un tra­ta­mien­to de repro­duc­ción asis­ti­da con el obje­to de que ges­te un embrión bio­ló­gi­ca­men­te ajeno, res­pec­to al cual la emba­ra­za­da renun­cia a todos los dere­chos, a cam­bio de una con­tra­pres­ta­ción monetaria.

Inau­gu­ra­do ofi­cial­men­te en los años 80 —en la meca del libre mer­ca­do y en ple­na era Reagan — , el desa­rro­llo tec­no­ló­gi­co no ha hecho sino sofis­ti­car el cir­cui­to de los vien­tres de alqui­ler1. Actual­men­te, se ofre­ce la posi­bi­li­dad de esco­ger a la car­ta donan­tes de óvu­los, esper­ma, embrio­nes y ges­tan­tes, median­te un catá­lo­go autén­ti­ca­men­te euge­né­si­co, que jerar­qui­za arbi­tra­ria­men­te per­so­nas, colec­ti­vos y ras­gos étni­cos, y que deter­mi­na qué feno­ti­pos son mere­ce­do­res de ser per­pe­tua­dos y cuá­les no. Otra «ven­ta­ja» res­pec­to a los vien­tres de alqui­ler de los ochen­ta es que aho­ra se pue­de garan­ti­zar la «no con­ta­mi­na­ción» gené­ti­ca (social y cul­tu­ral) res­pec­to a la mujer que rea­li­za el emba­ra­zo, nor­mal­men­te reclu­ta­da en las antí­po­das socia­les, eco­nó­mi­cas y geo­grá­fi­cas de quie­nes las con­tra­tan: India, Ucra­nia, el sudes­te asiá­ti­co o la cla­se media empo­bre­ci­da de California.

El bien­es­tar y la salud de estas muje­res úni­ca­men­te son rele­van­tes en la medi­da en que alo­jan duran­te nue­ves meses un embrión-inver­sión. En no pocas oca­sio­nes estas muje­res sopor­tan emba­ra­zos múl­ti­ples que impli­can tam­bién nume­ro­sos ries­gos para su vida y salud. A pesar de los múl­ti­ples «con­tro­les de cali­dad» a que se some­te a las ges­tan­tes, las cria­tu­ras a veces salen «defec­tuo­sas» —con sín­dro­me de Down, mal­for­ma­cio­nes o enfer­me­da­des con­gé­ni­tas— y son recha­za­das por sus com­pra­do­res, pre-par­to (median­te la impo­si­ción de abor­tos selec­ti­vos) o post-parto.

Los vien­tres de alqui­ler están prohi­bi­dos, o fuer­te­men­te res­trin­gi­dos, en los paí­ses de ori­gen de las per­so­nas y fami­lias deman­dan­tes, moti­vo por el cual las leyes del libre mer­ca­do los orien­tan hacia aque­llos luga­res don­de esta prác­ti­ca está lega­li­za­da e inclu­so es fuen­te nor­ma­li­za­da de divi­sas extran­je­ras: paí­ses muy empo­bre­ci­dos o con los mayo­res índi­ces de des­igual­dad social del mun­do, como EE. UU. Y sobre las muje­res de dichos luga­res tras­la­dan una prác­ti­ca que es ile­gal en los paí­ses a los que regre­san con sus bebés recién com­pra­dos. De ahí las difi­cul­ta­des para con­se­guir el reco­no­ci­mien­to legal de la maternidad/​paternidad de la cria­tu­ra naci­da por encar­go e impor­ta­da al país de ori­gen de los compradores.

Sea cual sea su ori­gen, los niños tie­nen dere­cho a tener unos pro­ge­ni­to­res reco­no­ci­dos. Al rea­li­zar­se el par­to en un lugar que per­mi­te la supre­sión de la ges­tan­te, el orde­na­mien­to jurí­di­co vigen­te en el Esta­do espa­ñol se ve en la encru­ci­ja­da de no reco­no­cer a los bebés, o de dar car­ta de natu­ra­le­za a lo que los pape­les dicen, e ins­cri­bir en el Regis­tro Civil a los pro­ge­ni­to­res con­tra­tan­tes como pro­ge­ni­to­res bio­ló­gi­cos. La auto­ri­za­ción de esta ins­crip­ción está orien­ta­da a paliar el des­am­pa­ro legal en que estos bebés que­dan por el pro­pio hecho de haber sido com­pra­dos. No supo­ne nin­gu­na lega­li­za­ción de fac­to ni nin­gún reco­no­ci­mien­to implí­ci­to de una prác­ti­ca prohi­bi­da, cuyos con­tra­tos son expre­sa­men­te nulos2, a pesar de lo que algu­nas voces digan3. Borrar todo ras­tro o víncu­lo entre la cria­tu­ra y la mujer que la ha dado a luz pare­ce una prio­ri­dad polí­ti­ca de pri­mer orden.

Hoy día son muchas las muje­res que dan a sus hijos e hijas en adop­ción sin que ello supon­ga la renun­cia total y abso­lu­ta a su reco­no­ci­mien­to como madres y a los dere­chos que de ello se deri­van. Exis­te una cla­ra dife­ren­cia entre la tute­la (tener a car­go o cui­dar a alguien) de la filia­ción (reco­no­ci­mien­to como padre/​madre). Los con­tra­tos de vien­tres de alqui­ler exi­gen una renun­cia abso­lu­ta a los dere­chos fun­da­men­ta­les que la ley con­si­de­ra nula. Como nulos son los con­tra­tos de escla­vi­tud. A pesar de pre­ten­der fun­dar­se en pre­sun­tas «deci­sio­nes sobe­ra­nas» se tra­ta de con­tra­tos que exi­gen tal renun­cia de la sobe­ra­nía per­so­nal y cor­po­ral que com­pro­me­ten la pro­pia sobe­ra­nía de quien los fir­ma4. Repre­sen­tan la antí­te­sis de la afir­ma­ción y la auto­no­mía personales.

Si mira­mos lo que está suce­dien­do a nivel inter­na­cio­nal, pode­mos detec­tar una ten­den­cia pecu­liar. Paí­ses que han hecho del turis­mo sexual y repro­duc­ti­vo de las muje­res una colo­sal fuen­te de divi­sas, como por ejem­plo Tai­lan­dia y Méxi­co, están res­trin­gien­do los vien­tres de alqui­ler5. Para­le­la­men­te, paí­ses some­ti­dos al domi­nio de polí­ti­cas eco­nó­mi­cas de empo­bre­ci­mien­to gene­ra­li­za­do de la pobla­ción, están abrién­do­se a este mer­ca­do y faci­li­tan­do que su pobla­ción feme­ni­na y empo­bre­ci­da se pres­te a cubrir esta deman­da inter­na­cio­nal. Éste últi­mo es el caso de Gre­cia6 y, por lo que pare­ce, la dere­cha libe­ral, con todos los alia­dos que se ofrez­can, pre­ten­de some­ter a estas mis­mas prác­ti­cas a las muje­res del Esta­do español.

Las múl­ti­ples caras de la sobe­ra­nía reproductiva

Lo que hay en jue­go en este deba­te no es una cues­tión mar­gi­nal, sino un ata­que mayúscu­lo a la sobe­ra­nía sobre el pro­pio cuer­po de todas las muje­res y la posi­bi­li­dad de abrir la puer­ta, no sólo al trá­fi­co de niños y niñas, sino tam­bién al de órga­nos y otros teji­dos cor­po­ra­les que, afor­tu­na­da­men­te, habían que­da­do fue­ra de los dic­ta­dos del mer­ca­do. Si algu­na cosa ha carac­te­ri­za­do la his­to­ria de la cla­se tra­ba­ja­do­ra inter­na­cio­nal y, espe­cí­fi­ca­men­te, la de las muje­res de cla­se obre­ra, ha sido la de rei­vin­di­car­nos como per­so­nas y pro­cla­mar que no somos ni obje­tos —sexua­les o repro­duc­ti­vos — , ni mer­can­cías.

Hablar de sobe­ra­nía repro­duc­ti­va impli­ca abor­dar las razo­nes por las que muchas muje­res tra­ba­ja­do­ras que desean ser madres son disua­di­das de ser­lo por la pobre­za, el paro de lar­ga dura­ción y la libe­ra­li­za­ción de las cau­sas de des­pi­do. La autén­ti­ca sobe­ra­nía sobre nues­tra capa­ci­dad y salud repro­duc­ti­vas no resi­de en la liber­tad de poner­la en el mer­ca­do —como el femi­nis­mo libe­ral inten­ta ven­der­nos, nun­ca mejor dicho — , sino en tener la posi­bi­li­dad mate­rial de poder esco­ger ser madre o inte­rrum­pir volun­ta­ria­men­te el emba­ra­zo. Es en este con­tex­to don­de la céle­bre con­sig­na «Noso­tras pari­mos, noso­tras deci­di­mos» adop­ta un sen­ti­do eman­ci­pa­to­rio, ajeno a la mer­can­ti­li­za­ción de nues­tro cuer­po. Esta con­sig­na nació vin­cu­la­da a la rei­vin­di­ca­ción de nues­tro dere­cho a deci­dir sobre nues­tra repro­duc­ción desea­da, fren­te a la impo­si­ción de la mater­ni­dad como rol cen­tral y fun­da­men­tal de la con­di­ción de mujer, jus­to lo con­tra­rio de lo que la «subro­ga­ción» de la ges­ta­ción pre­ten­de. Cuan­do Ciu­da­da­nos y la dere­cha ultra­li­be­ral evo­can este lema en reali­dad están rei­vin­di­can­do la vie­ja can­ción de «Noso­tros com­pra­mos, noso­tros deci­di­mos», una melo­día hege­mó­ni­ca que natu­ra­li­za y per­pe­tua las des­igual­da­des socia­les que el femi­nis­mo con­se­cuen­te combate.

Los vien­tres de alqui­ler son un nego­cio que se nutre de la situa­ción de nece­si­dad de las muje­res empo­bre­ci­das. La eman­ci­pa­ción y auto­no­mía eco­nó­mi­ca, la sobe­ra­nía efec­ti­va de las muje­res sobre sus cuer­pos y vidas son ame­na­zas direc­tas a los intere­ses de esta indus­tria. La explo­ta­ción comer­cial del cuer­po de las muje­res requie­re de la exis­ten­cia de muje­res en situa­ción de ser incor­po­ra­das a este mer­ca­do. La defen­sa de la auto­no­mía de las muje­res es un espe­jis­mo de un mode­lo de nego­cio basa­do en la per­pe­tua­ción de rela­cio­nes colo­nia­les, extrac­ti­vas y de explo­ta­ción de las eco­no­mías más pobres, en gene­ral, y de las muje­res de estos paí­ses en par­ti­cu­lar. Esta­mos hablan­do de toda una indus­tria que se sos­tie­ne sobre la mer­can­ti­li­za­ción y la explo­ta­ción repro­duc­ti­va de muje­res a esca­la internacional.

Una ame­na­za a la sobe­ra­nía repro­duc­ti­va de las mujeres

Más allá de los con­di­cio­nan­tes estruc­tu­ra­les, es nece­sa­rio hablar del pro­ce­so de ges­ta­ción. El emba­ra­zo no pue­de diso­ciar­se del cuer­po y del ser de las muje­res. Las per­so­nas no sólo tene­mos un cuer­po, somos cuer­po. Estar emba­ra­za­da no es una acti­vi­dad exter­na a este cuer­po, no se tra­ta de un ser­vi­cio que se pro­vee, algo que se hace: es algo que se es. En vir­tud de esta mal lla­ma­da «téc­ni­ca repro­duc­ti­va», en cam­bio, las muje­res pasa­rían de ser apén­di­ces de las máqui­nas —como son tra­ta­das en tan­to que fuer­za de tra­ba­jo con­ven­cio­nal— a con­ver­tir­se en máqui­nas de incu­bar embrio­nes.

La reduc­ción de las muje­res a incu­ba­do­ras huma­nas den­tro de un cir­cui­to mer­can­til mar­ca­do por la lógi­ca del bene­fi­cio, y no por la de los dere­chos huma­nos, debe­ría haber acti­va­do todas las alar­mas del femi­nis­mo anti­ca­pi­ta­lis­ta. En tan­to que incu­ba­do­ras, a estas muje­res no se les supo­ne nin­gu­na sobe­ra­nía para deci­dir si con­ti­nuar o no con la ges­ta­ción. Si úni­ca­men­te son con­te­ne­do­res de una inver­sión millo­na­ria —el selec­to embrión— se corre el ries­go de que lo mejor para la salud de estas muje­res no coin­ci­da exac­ta y nece­sa­ria­men­te con lo que es mejor para garan­ti­zar la via­bi­li­dad del producto.

La pro­pues­ta de ley defen­di­da por Ciu­da­da­nos habla explí­ci­ta­men­te de cláu­su­las de renun­cia a deci­dir sobre el pro­pio cuer­po duran­te la ges­ta­ción. Cláu­su­las abso­lu­ta­men­te abu­si­vas, inclu­so des­de la pers­pec­ti­va libe­ral clá­si­ca, en la medi­da en que impli­can un com­pro­mi­so adqui­ri­do a prio­ri i que debe ser sos­te­ni­do duran­te nue­ve meses, lap­so tem­po­ral en el que, por la pro­pia natu­ra­le­za de los que se com­pra —la ges­ta­ción — , las con­di­cio­nes del con­sen­ti­mien­to de una de las par­tes —la mujer emba­ra­za­da— cam­bia sus­tan­cial­men­te. La lega­li­za­ción de los vien­tres de alqui­ler abre la puer­ta a la crea­ción de un pre­ce­den­te de sus­pen­sión del dere­cho al abor­to que fácil­men­te podría exten­der­se a otros supues­tos. Es decir, podría dar­se la posi­bi­li­dad de que el pro­pie­ta­rio de los esper­ma­to­zoi­des par­ti­ci­pan­tes en un embrión que se ges­ta en el cuer­po de una mujer pue­da ejer­cer dere­cho de veto sobre la con­ti­nua­ción o tér­mino del embarazo.

Liber­tad de com­prar vs. nece­si­dad de vender

Median­te el típi­co meca­nis­mo de apro­pia­ción y des­ac­ti­va­ción de la voca­ción de libe­ra­ción colec­ti­va de la lucha femi­nis­ta, los par­ti­da­rios de los vien­tres de alqui­ler hacen abs­trac­ción del carác­ter social, his­tó­ri­ca y mate­rial­men­te con­di­cio­na­do de la «auto­no­mía» de las ges­tan­tes y se pos­tu­lan como bas­tión de la defen­sa de la liber­tad indi­vi­dual de las muje­res para rea­li­zar este tipo de con­tra­tos. El arti­fi­cio es la ilu­sión libe­ral de que nos encon­tra­mos ante dos par­tes con­tra­tan­tes que están en igual­dad de con­di­cio­nes.

Y esta ilu­sión entra­ña una gran fala­cia, ya que este tipo de con­tra­tos no exis­ti­rían si las dos par­tes fue­ran igua­les, si las ges­tan­tes no fue­ran víc­ti­mas de la coer­ción eco­nó­mi­ca a la que la diná­mi­ca del capi­ta­lis­mo inter­na­cio­nal, patriar­cal e impe­ria­lis­ta some­te a millo­nes de muje­res, pre­sio­nán­do­las para ven­der su capa­ci­dad sexual o repro­duc­ti­va como medio de supervivencia.

Los emba­ra­zos por encar­go, por su pro­pia natu­ra­le­za, tien­den y ambi­cio­nan la cus­to­dia tota­li­ta­ria de las ges­tan­tes para pro­te­ger así una inver­sión millo­na­ria. Esta vigi­lan­cia inclu­ye des­de la prohi­bi­ción de la liber­tad de movi­mien­tos y un estric­to con­trol médi­co del cuer­po, die­ta, hábi­tos socia­les y rela­cio­nes sexua­les, socia­les, fami­lia­res… de las ges­tan­tes, has­ta su reclu­sión en autén­ti­cas gran­jas de muje­res, duran­te los meses que dura el emba­ra­zo. Garan­ti­zar la máxi­ma cali­dad del pro­duc­to —el bebé — , la máxi­ma satis­fac­ción del clien­te y la segu­ri­dad jurí­di­ca de la tran­sac­ción comer­cial exi­gen tam­bién una estre­cha vigi­lan­cia psi­co­ló­gi­ca de las emba­ra­za­das para poder­las entre­nar de mane­ra que no esta­blez­can víncu­los emo­cio­na­les con la cria­tu­ra, acep­ten que el bebé no les per­te­ne­ce y pue­da cor­tar­se de raíz cual­quier posi­bi­li­dad de arre­pen­ti­mien­to post­par­to, que tan­to des­lu­ce el mito del con­sen­ti­mien­to7.

Si se nor­ma­li­zan los vien­tres de alqui­ler como «alter­na­ti­va labo­ral» a la pobre­za y la pre­ca­rie­dad, indi­vi­dua­li­zan­do la solu­ción de pro­ble­mas sis­té­mi­cos y colec­ti­vos, se nor­ma­li­za­rá la vio­len­cia estruc­tu­ral que empu­ja a las muje­res a par­ti­ci­par en este mer­ca­do. Cla­ro que, una vez abier­ta la veda, ¿por qué debe­ría parar­se en los óvu­los, el esper­ma, los embrio­nes o los vien­tres? ¿Qué nos impe­di­ría la diver­si­fi­ca­ción del mer­ca­do hacia la ven­ta de órga­nos para ricos?

Fal­sos deba­tes, fal­sas trans­gre­sio­nes y los lími­tes del deseo

Con­tra­ria­men­te a lo que pre­ten­de dar a enten­der la ecléc­ti­ca retó­ri­ca uti­li­za­da para legi­ti­mar los vien­tres de alqui­ler, no nos encon­tra­mos ante una pro­pues­ta audaz que abre la puer­ta a «nue­vos mode­los de fami­lia». Hablá­ba­mos ante­rior­men­te de la obse­sión con la eli­mi­na­ción de todo ras­tro de la mujer ges­tan­te de los regis­tros ofi­cia­les de los bebés. La exi­gen­cia del víncu­lo bio­ló­gi­co como requi­si­to para con­si­de­rar como «pro­pio» un hijo o hija no hace sino per­pe­tuar la ver­sión más reac­cio­na­ria y con­ser­va­do­ra de la fami­lia. Las mis­mas voces que con­vier­ten en dere­cho abso­lu­to el deseo de des­cen­den­cia bio­ló­gi­ca, lite­ral­men­te a cual­quier pre­cio, se atre­ven a cali­fi­car de «femi­nis­tas liber­ti­ci­das» a las cada vez más nume­ro­sas voces con­tra­rias a los vien­tres de alqui­ler8.

Efec­ti­va­men­te, son estas mis­mas «femi­nis­tas liber­ti­ci­das» las que lle­van años bata­llan­do con­tra esta dere­cha ultra­neo­li­be­ral para que las fami­lias no hete­ro­nor­ma­ti­vas (gays, les­bia­nas y muje­res sin pare­ja) no sean dis­cri­mi­na­das en los pro­ce­sos de adop­ción o aco­gi­da de cria­tu­ras, ni tam­po­co en los tra­ta­mien­tos de fer­ti­li­dad o de inse­mi­na­ción arti­fi­cial en la sani­dad públi­ca. Estas liber­ta­des, que sí que hablan de diver­si­dad fami­liar, sin embar­go, no for­man par­te de la agen­da del lobby pro-vien­tres de alqui­ler. Cuan­do hablan de «dere­cho a la fami­lia» lo hacen úni­ca­men­te para legi­ti­mar —en vir­tud de un deseo abso­lu­to y de su capa­ci­dad eco­nó­mi­ca— la vul­ne­ra­ción de la salud repro­duc­ti­va de miles de muje­res de todo el mun­do, con el obje­ti­vo de acce­der a un tipo muy con­cre­to de fami­lia, que nada tie­ne de transgresor.

La ges­ta­ción «altruis­ta»: la fal­sa posi­ción moderada

A pesar de que la alter­na­ti­va «sua­ve», lla­ma­da «ges­ta­ción subro­ga­da altruis­ta», no res­pon­de a las exi­gen­cias de Ciu­da­da­nos, Par­ti­do Popu­lar ni aso­cia­cio­nes pro-vien­tres de alqui­ler, esta opción se nos pre­sen­ta cada vez más como una pre­sun­ta «ter­ce­ra vía». Esta pro­pues­ta tam­po­co es asu­mi­ble des­de un femi­nis­mo anti­ca­pi­ta­lis­ta con­se­cuen­te y mere­ce, como míni­mo, tres pun­tua­li­za­cio­nes. En pri­mer lugar, la moda­li­dad con­cre­ta de ges­ta­ción altruis­ta que se ha pues­to sobre la mesa con­tem­pla com­pen­sa­cio­nes eco­nó­mi­cas y/​o en espe­cie por las «moles­tias» cau­sa­das, las cua­les no dejan de estar vin­cu­la­das a cláu­su­las de pena­li­za­ción eco­nó­mi­ca. Un altruis­mo ejer­ci­do bajo la ame­na­za en caso de arre­pen­ti­mien­to es como pedir volun­ta­rios obli­ga­to­rios: una con­tra­dic­ción in ter­mi­nis.

En segun­do lugar, en lo que se refie­re al altruis­mo en mate­ria repro­duc­ti­va, las muje­res del Esta­do espa­ñol ya tene­mos cier­ta expe­rien­cia acer­ca de cómo y de qué mane­ra aca­ba con­cre­tán­do­se. Y es que el Esta­do espa­ñol es poten­cia mun­dial en una pie­za cla­ve del nego­cio de los vien­tres de alqui­ler: la dona­ción de óvu­los. Se tra­ta, efec­ti­va­men­te, de una moda­li­dad tan desin­te­re­sa­da que su pro­mo­ción, a dife­ren­cia de la dona­ción de san­gre o médu­la, está a la prác­ti­ca mono­po­li­za­da por las clí­ni­cas pri­va­das de repro­duc­ción asis­ti­da. Es un secre­to a voces9 que exis­ten pagos —clan­des­ti­nos, pues­to que tan­to la com­pra­ven­ta de órga­nos y teji­dos como la de óvu­los están total­men­te prohi­bi­das — . Lo que no se expli­ca con tan­ta fre­cuen­cia son los efec­tos secun­da­rios sobre la salud pre­sen­te y la fer­ti­li­dad futu­ra de las «donan­tes». La dona­ción de óvu­los exi­ge una hiper­es­ti­mu­la­ción ová­ri­ca con hor­mo­nas y pun­cio­nes con anes­te­sia local para la extrac­ción de óvu­los, con unos efec­tos secun­da­rios nada des­de­ña­bles. Las com­pli­ca­cio­nes médi­cas duran­te el pro­ce­so que­dan al mar­gen del con­tra­to altruis­ta» de «dona­ción», dejan­do a su suer­te a estas muje­res10.

En ter­cer lugar, lega­li­zar la moda­li­dad «altruis­ta» de los vien­tres de alqui­ler impli­ca reco­no­cer y legi­ti­mar como dere­cho lo que no es sino un deseo, una trans­for­ma­ción con­cep­tual cla­ve, de nue­vo, para exten­der­lo legí­ti­ma­men­te a otras moda­li­da­des, espe­cial­men­te si el altruis­mo espon­tá­neo no cubre toda la deman­da poten­cial11. Son fre­cuen­tes las argu­men­ta­cio­nes que esta­ble­cen para­le­lis­mos entre la ges­ta­ción subro­ga­da altruis­ta y la dona­ción altruis­ta de órga­nos —moda­li­dad, esta últi­ma, muy tasa­da, aco­ta­da y vigi­la­da — . Nos encon­tra­mos, nue­va­men­te, ante un inten­to tram­po­so que pre­ten­de equi­pa­rar la nece­si­dad de un órgano o el dere­cho a la salud con el dere­cho a com­pro­me­ter la salud y la sobe­ra­nía repro­duc­ti­va de una mujer por el deseo de per­pe­tuar­se bio­ló­gi­ca­men­te.

La liber­tad de mer­ca­do no es ni nun­ca será feminista

La ofen­si­va para lega­li­zar los vien­tres de alqui­ler plan­tea deba­tes inelu­di­bles a los femi­nis­mos. Dis­cu­sio­nes que no pode­mos obviar en una coyun­tu­ra en la que, tal como denun­cia­mos el pasa­do 8 de mar­zo, el capi­ta­lis­mo está redo­blan­do sus meca­nis­mos de vio­len­cia patriar­cal, sim­bó­li­ca, físi­ca, eco­nó­mi­ca y social con­tra las muje­res. El de los vien­tres de alqui­ler es un deba­te que nos obli­ga a afir­mar cate­gó­ri­ca­men­te que no pode­mos tole­rar como una fata­li­dad que los mer­ca­dos gene­ren una divi­sión entre muje­res y hom­bres de pri­me­ra (con dere­cho a inva­dir los cuer­pos de otras muje­res) y muje­res de segun­da, cuyo dere­cho a la salud y sobe­ra­nía repro­duc­ti­va, polí­ti­ca, eco­nó­mi­ca y social sea ame­na­za­do por el ries­go de con­ver­tir­se, en toda su cor­po­ra­li­dad, en puras mer­can­cías. El femi­nis­mo con­se­cuen­te no pue­de ceder al chan­ta­je de los deseos arbi­tra­rios de una mino­ría que ya hoy día está explo­tan­do la vul­ne­ra­bi­li­dad social de las muje­res del sudes­te asiá­ti­co y de los paí­ses más cas­ti­ga­dos por los pla­nes estruc­tu­ra­les de la Troika.

La soli­da­ri­dad de cla­se, femi­nis­ta e inter­na­cio­na­lis­ta exi­ge que nos opon­ga­mos a una vul­ne­ra­ción radi­cal del dere­cho de las muje­res a no ser des­hu­ma­ni­za­das, a ser seres huma­nos en toda su ple­ni­tud y no sólo medios para un fin cla­sis­ta, racis­ta y euge­né­si­co. El femi­nis­mo de cla­se no pue­de estar impa­si­ble ni legi­ti­mar el deseo de una éli­te para explo­tar repro­duc­ti­va­men­te nin­gu­na mujer del mun­do. No pode­mos caer en la tram­pa del etno­cen­tris­mo cla­sis­ta y neo­co­lo­nial que, mien­tras llo­ra de empa­tía ante la frus­tra­ción de unos por no poder ser padres/​madres bio­ló­gi­cos, des­hu­ma­ni­za y des­pre­cia el dere­cho a la salud y los dere­chos fun­da­men­ta­les de muje­res cuya capa­ci­dad de nego­cia­ción «con­trac­tual» vie­ne mar­ca­da por la nece­si­dad mate­rial12.

¿Es casua­li­dad que, en ple­na cri­sis capi­ta­lis­ta, de bús­que­da deses­pe­ra­da de nue­vos mer­ca­dos, repun­ten las «indus­trias repro­duc­ti­vas»13? ¿Pode­mos obviar que la pre­sión para la lega­li­za­ción de los vien­tres de alqui­ler se está pro­du­cien­do en el con­tex­to de mayor femi­ni­za­ción inter­na­cio­nal de la pobre­za? Si no pone­mos freno a la cosi­fi­ca­ción de las muje­res en esta coyun­tu­ra, lo que se nos está pre­sen­tan­do como una opción per­so­nal e indi­vi­dual aca­ba­rá con­sa­grán­do­se —jun­to con otras indus­trias foca­li­za­das sobre el cuer­po de las muje­res— como una alter­na­ti­va for­zo­sa para las muje­res más humil­des. La lega­li­za­ción de los vien­tres de alqui­ler pone en alqui­ler el úte­ro de todas las muje­res con pro­ble­mas económicos.

Con­clu­yen­do a modo de reca­pi­tu­la­ción de emer­gen­cia. Tener des­cen­den­cia es una capa­ci­dad bio­ló­gi­ca, no un dere­cho ni una nece­si­dad vital. Los deseos indi­vi­dua­les no son dere­chos uni­ver­sa­les ni su satis­fac­ción jus­ti­fi­ca la explo­ta­ción de nadie. Las muje­res de cla­se tra­ba­ja­do­ra no somos incu­ba­do­ras huma­nas al ser­vi­cio del capri­cho de una éli­te que impo­ne el deseo de una «fami­lia bio­ló­gi­ca», somos seres huma­nos com­ple­tos y nues­tra salud y sobe­ra­nía repro­duc­ti­va no deben con­di­cio­nar­se a nues­tra capa­ci­dad para esca­par del chan­ta­je del mer­ca­do y la vio­len­cia estruc­tu­ral del capi­ta­lis­mo patriar­cal. La soli­da­ri­dad de cla­se, femi­nis­ta e inter­na­cio­na­lis­ta exi­ge de noso­tras no sólo fre­nar la pre­ten­sión de lega­li­zar los vien­tres de alqui­ler en nues­tro terri­to­rio sino tam­bién seña­lar la explo­ta­ción y abu­so de poder que ejer­cen con sus bille­te­ras sobre nues­tras com­pa­ñe­ras de otros paí­ses del mun­do. El capi­ta­lis­mo patriar­cal ya no sólo hace de nues­tros cuer­pos un cam­po de bata­lla, sino que per­si­gue en ellos un nue­vo y flo­re­cien­te mer­ca­do. Es por ello que nos corres­pon­de recha­zar sin titu­beos esta reno­va­da ofen­si­va de acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta basa­da en la des­po­se­sión de nues­tra salud y sobe­ra­nía reproductivas.

Isa­bel Bení­tez, mili­tan­te de la Coor­di­na­do­ra Obre­ra Sin­di­cal, y Maria Cole­ra, mili­tan­te d’Endavant-OSAN i de la CUP de Barcelona.

3 de abril de 2017

Fuen­te: https://​mar​xis​mo​cri​ti​co​.com/​2​0​1​7​/​0​4​/​2​7​/​v​i​e​n​t​r​e​s​-​d​e​-​a​l​q​u​i​l​e​r​-​u​n​a​-​e​n​m​i​e​n​d​a​-​a​-​l​a​-​t​o​t​a​l​i​d​ad/

[Este artícu­lo es una tra­duc­ción revi­sa­da del tex­to ori­gi­nal­men­te publi­ca­do en L’Accent «Ven­tres de llo­guer qui pot pagar no ha de manar sobre el cos de cap dona» (http://​lac​cent​.cat/​v​e​n​t​r​e​s​-​d​e​-​l​l​o​g​u​e​r​-​q​u​i​-​p​o​t​-​p​a​g​a​r​-​n​o​-​h​a​-​d​e​-​m​a​n​a​r​-​s​o​b​r​e​-​e​l​-​c​o​s​-​d​e​-​c​a​p​-​d​o​na/).]

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  1. «Del baby boom al baby busi­ness», Direc­ta (https://​direc​ta​.cat/​d​e​l​-​b​a​b​y​-​b​o​o​m​-​a​l​-​b​a​b​y​-​b​u​s​i​n​ess).
  2. El artícu­lo 10 de la Ley 142006 sobre téc­ni­cas de repro­duc­ción huma­na asis­ti­da dice lite­ral­men­te: «Artícu­lo 10. Ges­ta­ción por sus­ti­tu­ción. 1. Será nulo de pleno dere­cho el con­tra­to por el que se con­ven­ga la ges­ta­ción, con o sin pre­cio, a car­go de una mujer que renun­cia a la filia­ción mater­na a favor del con­tra­tan­te o de un ter­ce­ro. 2. La filia­ción de los hijos naci­dos por ges­ta­ción de sus­ti­tu­ción será deter­mi­na­da por el par­to. 3. Que­da a sal­vo la posi­ble acción de recla­ma­ción de la pater­ni­dad res­pec­to del padre bio­ló­gi­co, con­for­me a las reglas generales».
  3. Cre­ce en Espa­ña la deman­da de fami­lias que piden con­tra­tar vien­tres de alqui­ler», La Van­guar­dia (http://​www​.lavan​guar​dia​.com/​v​i​d​a​/​2​0​1​3​0​4​2​8​/​5​4​3​7​1​5​7​6​7​0​8​/​p​r​o​l​i​f​e​r​a​n​-​e​m​p​r​e​s​a​s​-​v​i​e​n​t​r​e​-​a​l​q​u​i​l​e​r​-​e​s​p​a​n​a​.​h​tml).
  4. Es muy reco­men­da­ble el visio­na­do del deba­te «Ven­tres de llo­guer. Tot el femi­nis­me diu que no?» orga­ni­za­do por la Uni­tat d’Igualtat de la Uni­ver­si­tat de Valèn­cia, don­de par­ti­ci­pan Ali­cia Milla­res, doc­to­ra en Filo­so­fía y miem­bro de la pla­ta­for­ma No somos vasi­jas, y Bea­triz Gimeno, ex-pre­si­den­ta de la Fede­ra­ción de LGTB y dipu­tada en la Asam­blea de Madrid por Pode­mos (https://​www​.you​tu​be​.com/​w​a​t​c​h​?​v​=​H​Z​Z​8​Q​z​G​w​Lx4).
  5. «Tai­lan­dia deja­rá de ser el «úte­ro de alqui­ler del mun­do»», El Mun­do (http://​www​.elmun​do​.es/​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​l​/​2​0​1​5​/​0​2​/​2​0​/​5​4​e​7​1​a​c​7​2​2​6​0​1​d​9​8​1​f​8​b​4​5​6​c​.​h​tml). Uno de los casos que abri­ría el deba­te sería el des­cu­bri­mien­to del caso de un ciu­da­dano japo­nés que adqui­rió has­ta tre­ce bebés en dicho país y que levan­tó la sos­pe­cha de trá­fi­co de per­so­nas, como infor­mó en 2014 El Perió­di­co (http://​www​.elpe​rio​di​co​.com/​e​s​/​n​o​t​i​c​i​a​s​/​s​o​c​i​e​d​a​d​/​l​a​s​-​s​o​s​p​e​c​h​a​s​-​c​a​e​n​-​s​o​b​r​e​-​p​a​d​r​e​-​j​a​p​o​n​e​s​-​b​e​b​e​s​-​a​d​o​p​t​a​d​o​s​-​t​a​i​l​a​n​d​i​a​-​3​4​4​5​153). Igual­men­te, la pre­sión para la libe­ra­li­za­ción del mer­ca­do tam­bién está lle­gan­do a Chi­na, don­de los vien­tres de alqui­ler están prohi­bi­dos des­de 2001. Aquí se pue­de ver un deba­te sobre la cues­tión: https://​www​.you​tu​be​.com/​w​a​t​c​h​?​v​=​H​K​H​z​c​8​Q​p​2Ik
  6. Gre­cia per­mi­te recu­rrir a la ges­ta­ción subro­ga­da a dos pare­jas espa­ño­las», La Van­guar­dia (http://​inter​na​cio​nal​.elpais​.com/​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​l​/​2​0​1​5​/​1​2​/​1​4​/​a​c​t​u​a​l​i​d​a​d​/​1​4​5​0​1​1​4​6​6​7​_​0​4​7​9​8​2​.​h​tml).
  7. Ver las inves­ti­ga­cio­nes de la femi­nis­ta sue­ca Kaj­sa Ekis Ekman, aquí una inter­ven­ción en un deba­te en Méxi­co: https://​www​.you​tu​be​.com/​w​a​t​c​h​?​v​=​h​t​u​i​J​T​D​C​Aug
  8. Por des­ta­car algu­nas, en cas­te­llano, Eli­sa Ber­ni: «Res extra com­mer­cium» (http://​www​.eldia​rio​.es/​z​o​n​a​c​r​i​t​i​c​a​/​R​e​s​-​e​x​t​r​a​-​c​o​m​m​e​r​c​i​u​m​_​6​_​6​1​1​4​4​8​8​5​9​.​h​tml) y Bar­bi­japu­ta: «Vien­tres de alqui­ler (o, en neo­len­gua, ges­ta­ción subro­ga­da)» (http://​www​.eldia​rio​.es/​z​o​n​a​c​r​i​t​i​c​a​/​l​i​b​e​r​a​l​i​s​m​o​-​v​i​e​n​t​r​e​s​_​d​e​_​a​l​q​u​i​l​e​r​-​g​e​s​t​a​c​i​o​n​_​s​u​b​r​o​g​a​d​a​-​m​a​t​e​r​n​i​d​a​d​-​b​a​r​b​i​j​a​p​u​t​a​_​6​_​6​2​4​3​9​7​5​7​3​.​h​tml) ambas en dia​rio​.es
  9. «Donar óvu­los, altruis­mo con recom­pen­sa», El País (http://​elpais​.com/​d​i​a​r​i​o​/​2​0​0​6​/​0​7​/​1​1​/​s​a​l​u​d​/​1​1​5​2​5​6​8​8​0​1​_​8​5​0​2​1​5​.​h​tml).
  10. El víncu­lo direc­to de esta cap­ta­cióo de óvu­los y el nego­cio inter­na­cio­nal de vien­tres de alqui­ler que­dó ilus­tra­do al tras­cen­der que una clí­ni­ca de fer­ti­li­dad cata­la­na inclui­da en el pack de «ges­ta­ción por subro­ga­ción» ope­ra­ba sin licen­cia: «¿Por qué tener un hijo more­ni­to cuan­do podéis hacer los embrio­nes en Bar­ce­lo­na y lue­go man­dar­los a Méxi­co?, nos dije­ron». Ambas pare­jas acep­ta­ron la pro­pues­ta de Subro­ga­lia: crear sus embrio­nes en la Clí­ni­ca Iegra y lue­go man­dar­los a Méxi­co con esca­la en Lon­dres, Play­ground Maga­zi­ne (http://​www​.play​ground​mag​.net/​a​r​t​i​c​u​l​o​s​/​r​e​p​o​r​t​a​j​e​s​/​S​u​b​r​o​g​a​l​i​a​-​e​n​g​a​n​o​-​d​u​e​l​e​_​0​_​1​7​7​0​4​2​2​9​5​9​.​h​tml).
  11. «Unas 800 pare­jas espa­ño­las con­tra­tan vien­tres de alqui­ler en el extran­je­ro cada año», 20 minu­tos (http://​www​.20mi​nu​tos​.es/​n​o​t​i​c​i​a​/​2​1​2​7​7​3​5​/​0​/​v​i​e​n​t​r​e​s​-​a​l​q​u​i​l​e​r​/​p​a​r​e​j​a​s​-​e​s​p​a​n​o​l​a​s​/​c​o​n​t​r​a​t​a​n​-​e​x​t​r​a​n​j​e​ro/).
  12. Lla­ma la aten­ción la «neu­tra­li­dad» con la que la tele­vi­sión públi­ca cata­la­na abor­da la cues­tión, adop­tan­do la pers­pec­ti­va de una pare­ja cata­la­na que con­tra­ta a una mujer cali­for­nia­na para parir dos geme­los. «Nens que no vénen de Paris», 30 minuts, TV3 (http://​www​.ccma​.cat/​t​v​3​/​a​l​a​c​a​r​t​a​/​3​0​-​m​i​n​u​t​s​/​n​e​n​s​-​q​u​e​-​n​o​-​v​e​n​e​n​-​d​e​-​p​a​r​i​s​/​v​i​d​e​o​/​5​5​5​7​4​06/#).
  13. A pesar de que este artícu­lo no pre­ten­de entrar en la cues­tión de la pros­ti­tu­ción, es evi­den­te que el argu­men­ta­rio con­tra­rio a los vien­tres de alqui­ler es apli­ca­ble a esta, pero tam­bién a otras cues­tio­nes como la comer­cia­li­za­ción de leche mater­na en paí­ses del Ter­cer Mun­do. Cam­bo­ya, el ter­cer país con menor ren­ta per cápi­ta de Asia don­de una de cada tres muer­tes infan­ti­les (4.500 niños y niñas al año) tie­nen como cau­sa la malnu­tri­ción infan­til, prohi­bió en noviem­bre de 2016 los vien­tres de alqui­ler y, más recien­te­men­te, tam­bién la expor­ta­ción de leche mater­na (http://​www​.elcon​fi​den​cial​.com/​m​u​n​d​o​/​2​017 – 03-29/­le­che-mater­na-de-cam­bo­ya-para-madres-esta­dou­ni­den­ses-el-nego­cio-que-aca­ba-de-prohi­bir_1357542/).

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