Ore­re­ta, Altsa­su y los post conflictos

Un repre­sen­tan­te polí­ti­co, en un acto ins­ti­tu­cio­nal de home­na­je a per­so­nas muer­tas tras accio­nes de Eus­ka­di Ta Aska­ta­su­na, ha habla­do de post con­flic­to. Según sus pala­bras, pare­ce que en Eus­kal Herria hubo un con­flic­to. Con­flic­to que aho­ra no exis­te y que, por lo tan­to, el país está nor­ma­li­za­do. Vivi­mos por fin, en una socie­dad en la que todos los pro­yec­tos polí­ti­cos pue­den defen­der­se, mate­ria­li­zar­se, den­tro de esa nor­ma­li­dad que proclaman.

Este país idí­li­co, que sufrió un con­flic­to, pero que aho­ra ya no exis­te, vive sin embar­go, una reali­dad que se empe­ña en des­men­tir las pala­bras de dicho repre­sen­tan­te ins­ti­tu­cio­nal. El con­flic­to sigue, con toda cru­de­za, gol­pean­do a dece­nas de jóve­nes y no tan jóve­nes y recor­dán­do­nos coti­dia­na­men­te que la repre­sión, la nega­ción de dere­chos, las injus­ti­cias con­ti­núan ahí, don­de esta­ban y don­de están des­de hace gene­ra­cio­nes. Este pue­blo sigue vivien­do bajo la opre­sión y la con­ti­nua ocu­pa­ción mili­tar y poli­cial del que un cla­ro ejem­plo es Altsa­su, con los cien­tos de con­tro­les anti­te­rro­ris­tas rea­li­za­dos, no solo por la guar­dia civil sino por todos los cuer­pos poli­cia­les que cam­pan por sus anchas en Eus­kal Herria, hacien­do pre­sen­te con­ti­nua­men­te en qué situa­ción nos encon­tra­mos. Y don­de ahí opre­sión hay con­flic­to, aun­que algu­nos se empe­ñen en negarlo.

Pedir 50 años de cár­cel a unos jóve­nes vas­cos, por haber par­ti­ci­pa­do en una tri­ful­ca en un bar de su loca­li­dad a altas horas de la noche y con­si­de­rar­lo terro­ris­mo dan fe de lo que afir­ma­mos. Por mucho que dicha tri­ful­ca haya sido con guar­dias civi­les, en una pelea en la que poco o nada está cla­ro, en una pelea que nos recuer­da más bien a la clá­si­ca pro­vo­ca­ción con la inten­ción de cau­sar los hechos que esta­mos vivien­do. Este tipo de situa­ción, de pro­vo­ca­ción, ha sido rea­li­za­do con­ti­nua­men­te por todas las poli­cías que ocu­pan nues­tro país, bus­can­do que­mar a la mili­tan­cia y al pue­blo organizado.

Lo que sí está cla­ro es que el Esta­do, por medio de sus fis­ca­les desea enviar un men­sa­je de mie­do a la juven­tud vas­ca, juven­tud de un pue­blo como Altsa­su, que en dece­nas de oca­sio­nes ha pedi­do de mane­ra demo­crá­ti­ca y median­te actos pací­fi­cos que no desea la pre­sen­cia de la «bene­mé­ri­ta» en el pueblo.

Ven­gar­se de esa juven­tud rebel­de, acti­va, par­ti­ci­pa­ti­va, que se orga­ni­za y que tra­na­ja para su pue­blo es la úni­ca expli­ca­ción a seme­jan­te des­pro­pó­si­to. Ven­gar­se y ate­mo­ri­zar­la. No hay pre­ce­den­te en seme­jan­te peti­ción fis­cal y resul­ta curio­so que viva­mos en un país en que te sale más caro par­ti­ci­par de una pelea que se sal­dó con un heri­do, que ase­si­nar a una mujer.

Hacer una peti­ción fis­cal de terro­ris­mo con­tra cua­tro jóve­nes que fue­ron dete­ni­dos tras una des­me­di­da car­ga poli­cial al tér­mino de una mani­fes­ta­ción en Iru­ñea obe­de­ce a las mis­mas lógi­cas del Estado.

No desean una juven­tud que se movi­li­za, que sale a la calle a pedir sus dere­chos, que está ale­ja­da de los caño­nes que el Esta­do ha dise­ña­do para la gen­te joven… Cual­quier joven que se movi­li­ce, que se enfren­te a la repre­sión, inme­dia­ta­men­te va a ser cata­lo­ga­do como terro­ris­ta. Aun­que no haya toma­do par­te en nin­gu­na acción arma­da, aun­que no sea miem­bro de nin­gu­na orga­ni­za­ción que prac­ti­que la lucha arma­da. Bas­ta con movi­li­zar­se para que te eti­que­ten como terrorista.

El con­cep­to de terro­ris­mo, lo están esti­ran­do, como se esti­ran los chi­cles. A con­ve­nien­cia del Esta­do para usar­lo en su estra­te­gia opre­so­ra. Los Esta­dos opre­so­res saben que en Eus­kal Herria hay aún un buen núme­ro de jóve­nes que se nie­gan a resig­nar­se a que su futu­ro pase por vivir en una socie­dad que les nin­gu­nea, les explo­ta, les nie­ga sus inquie­tu­des cul­tu­ra­les, nacio­na­les, de cla­se… Es un avi­so a nave­gan­tes y una mues­tra de que el con­flic­to per­vi­ve, el Esta­do lo tie­ne cla­ro y por eso usa sus resor­tes represivos.

Quien pare­ce no tener­lo cla­ro son esos repre­sen­tan­tes ins­ti­tu­cio­na­les que nos hablan de post con­flic­to. Viven en sus mun­dos idí­li­cos, ale­ja­dos de la reali­dad, igno­rán­do­la y pre­ten­dien­do que la juven­tud, el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co crea en esa reali­dad fic­ti­cia que han crea­do, hacién­do­le creer que úni­ca­men­te a tra­vés del tra­ba­jo ins­ti­tu­cio­nal con­se­gui­rá doble­gar a los opre­so­res y repre­so­res, con­se­gui­rá sacar a las pre­sas y pre­sos polí­ti­cos vas­cos de las cár­ce­les. Para ellas y ellos, una juven­tud que se mue­ve al mar­gen de su ins­ti­tu­cio­na­lis­mo, es una juven­tud moles­ta. Por eso la igno­ran y nos hablan de post conflicto.

De par­te de Boltxe Kolek­ti­boa todo nues­tro apo­yo y soli­da­ri­dad a los jóve­nes de Altsa­su y Ore­re­ta y a todas las repre­sa­lia­das y represaliados.

Boltxe Kolek­ti­boa

10 de julio de 2017

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