No ata­car en las cua­tro direcciones

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Lue­go de la Segun­da Sesión Ple­na­ria del Sép­ti­mo Comi­té Cen­tral, cul­mi­nó con la vic­to­ria nacio­nal la revo­lu­ción de nue­va demo­cra­cia diri­gi­da por nues­tro Par­ti­do, se fun­dó la Repú­bli­ca Popu­lar Chi­na. Esta es una gran vic­to­ria sin pre­ce­den­tes en la his­to­ria de Chi­na, otra gran vic­to­ria de sig­ni­fi­ca­ción mun­dial des­pués de la Revo­lu­ción de Octu­bre. El cama­ra­da Sta­lin y muchos otros cama­ra­das extran­je­ros esti­man que la vic­to­ria de la revo­lu­ción chi­na es extra­or­di­na­ria­men­te gran­dio­sa. En cam­bio muchos de nues­tros cama­ra­das, sumer­gi­dos como han esta­do en la lucha no alcan­zan a per­ci­bir que es así. De ahí la nece­si­dad de hacer, entre los mili­tan­tes del Par­ti­do y las masas, una amplia pro­pa­gan­da sobre el enor­me sig­ni­fi­ca­do que tie­ne la vic­to­ria de la revo­lu­ción china.

Habien­do con­quis­ta­do esta gran vic­to­ria, aún tene­mos enfren­te luchas muy com­ple­jas y una mul­ti­tud de dificultades.

Hemos cum­pli­do la refor­ma agra­ria en regio­nes del Nor­te que abar­can a unos 160 millo­nes de habi­tan­tes, gran éxi­to que debe­mos reafirmar. 

Obtu­vi­mos la vic­to­ria de la Gue­rra de Libe­ra­ción sus­ten­tán­do­nos prin­ci­pal­men­te en estos 160 millo­nes de habi­tan­tes. Fue el triun­fo de la refor­ma agra­ria el que nos per­mi­tió con­quis­tar la vic­to­ria de la lucha por derro­car a Chiang Kai-shek. En el oto­ño de este año, empe­za­re­mos la refor­ma agra­ria en exten­sas regio­nes don­de viven unos 310 millo­nes de habi­tan­tes para echar aba­jo a la cla­se terra­te­nien­te en su tota­li­dad. Los enemi­gos que enfren­ta­mos en la refor­ma agra­ria son bas­tan­te fuer­tes y nume­ro­sos. A noso­tros se nos opo­nen, pri­me­ro, los impe­ria­lis­tas; segun­do, los reac­cio­na­rios de Tai­wán y del Tíbet; ter­ce­ro, las fuer­zas rema­nen­tes del Kuo­min­tang, los agen­tes secre­tos y los ban­do­le­ros; cuar­to, la cla­se terra­te­nien­te, y quin­to, las fuer­zas reac­cio­na­rias que ani­dan en las escue­las de misio­nes esta­ble­ci­das en Chi­na por los impe­ria­lis­tas y en los círcu­los reli­gio­sos, así como en las ins­ti­tu­cio­nes cul­tu­ra­les y edu­ca­cio­na­les del Kuo­min­tang, que hemos toma­do a nues­tro car­go. Todos ellos son nues­tros enemi­gos. Hemos de luchar con­tra ellos y rea­li­zar la refor­ma agra­ria en regio­nes mucho más exten­sas que antes. Se tra­ta de una lucha muy enco­na­da, una lucha jamás cono­ci­da en la historia.

Al pro­pio tiem­po, la vic­to­ria de la revo­lu­ción ha con­du­ci­do a cam­bios en la eco­no­mía. Estos, aun­que nece­sa­rios, supo­nen por el momen­to una car­ga muy pesa­da para noso­tros. Como con­se­cuen­cia de estos cam­bios y de los des­tro­zos que ha cau­sa­do la gue­rra a la indus­tria y el comer­cio, muchas per­so­nas se mues­tran des­con­ten­tas con noso­tros. Últi­ma­men­te se han tor­na­do muy ten­sas nues­tras rela­cio­nes con la bur­gue­sía nacio­nal, que vive en cons­tan­te zozo­bra y rumian­do su resen­ti­mien­to. Los inte­lec­tua­les y obre­ros des­ocu­pa­dos se sien­ten insa­tis­fe­chos con noso­tros, así como una par­te de los peque­ños arte­sa­nos. Y tam­bién se que­jan los cam­pe­si­nos en la mayor par­te de las zonas rura­les, por­que, ade­más de que aún no se ha eje­cu­ta­do allí la refor­ma agra­ria, el Esta­do les cobra grano en cali­dad de impuesto.

¿Cuál es nues­tra orien­ta­ción gene­ral en la actua­li­dad? Liqui­dar las fuer­zas rema­nen­tes del Kuo­min­tang, los agen­tes secre­tos y los ban­do­le­ros, derro­car a la cla­se terra­te­nien­te, libe­rar Tai­wán y el Tíbet y lle­var has­ta sus últi­mas con­se­cuen­cias la lucha con­tra el impe­ria­lis­mo. A fin de ais­lar y gol­pear a los enemi­gos que hoy tene­mos enfren­te, es nece­sa­rio lograr que todos los que den­tro del pue­blo están des­con­ten­tos con noso­tros pasen a apoyarnos.

Evi­den­te­men­te hay, por el momen­to, difi­cul­ta­des para el cum­pli­mien­to de esta tarea, pero debe­mos pro­cu­rar zan­jar­las por todos los medios.

Tene­mos que efec­tuar reajus­tes racio­na­les de la indus­tria y el comer­cio, ponien­do a fun­cio­nar las fábri­cas para­das, a fin de empren­der la solu­ción del pro­ble­ma de la des­ocu­pa­ción; ade­más, des­ti­na­re­mos dos mil millo­nes de jin de cerea­les para el sus­ten­to de los obre­ros des­ocu­pa­dos. Todo ello nos per­mi­ti­rá con­se­guir su apo­yo. La reduc­ción de los arrien­dos y los intere­ses, el com­ba­te con­tra los ban­do­le­ros y los tira­nos loca­les y la refor­ma agra­ria nos gran­jea­rán el apo­yo de las gran­des masas cam­pe­si­nas. Tam­bién debe­mos ayu­dar a los peque­ños arte­sa­nos a encon­trar una sali­da que les ase­gu­re la subsistencia.

En cuan­to a la bur­gue­sía nacio­nal, en vez de man­te­ner unas rela­cio­nes dema­sia­do tiran­tes con ella debe­mos mejo­rar­las por medio de los reajus­tes racio­na­les de la indus­tria y el comer­cio así como de los impuestos.

Para los inte­lec­tua­les, es pre­ci­so esta­ble­cer diver­sos cur­sos de adoc­tri­na­mien­to, escue­las polí­ti­co-mili­ta­res e ins­ti­tu­tos de la revo­lu­ción; debe­mos poner­los a nues­tro ser­vi­cio y al mis­mo tiem­po edu­car­los y remodelarlos.

Hay que ense­ñar­les diver­sas dis­ci­pli­nas tales como la his­to­ria del desa­rro­llo de la socie­dad y el mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co. Inclu­so para con los idea­lis­tas tene­mos mane­ras de con­se­guir que no se nos opon­gan. Mien­tras ellos hablan de la crea­ción del hom­bre por Dios, noso­tros habla­mos de la evo­lu­ción del mono al hombre.

A aque­llos inte­lec­tua­les de edad avan­za­da, diga­mos mayo­res de seten­ta años, debe­mos ase­gu­rar­les la sub­sis­ten­cia, siem­pre que apo­yen al Par­ti­do y al gobierno popular.

Todo el Par­ti­do debe tra­ba­jar con­cien­zu­da y pru­den­te­men­te por alcan­zar éxi­tos en la esfe­ra del fren­te único.

Es nece­sa­rio unir­nos con la peque­ña bur­gue­sía y la bur­gue­sía nacio­nal, colo­cán­do­las bajo la direc­ción de la cla­se obre­ra y toman­do como base la alian­za obre­ro-cam­pe­si­na. La bur­gue­sía nacio­nal des­apa­re­ce­rá en el futu­ro, pero aho­ra debe­mos unir­la en torno nues­tro en vez de apar­tar­la de noso­tros. Debe­mos, de un lado, man­te­ner la lucha con­tra la bur­gue­sía nacio­nal y, del otro, unir­nos con ella. Hay que expo­ner cla­ra­men­te este prin­ci­pio ante los cua­dros y demos­trar con los hechos que es correc­to y nece­sa­rio unir­nos con la bur­gue­sía nacio­nal, los par­ti­dos demo­crá­ti­cos, las per­so­na­li­da­des demo­crá­ti­cas y la inte­lec­tua­li­dad. Muchos de sus repre­sen­tan­tes eran antes enemi­gos nues­tros, pero se han des­pren­di­do del cam­po adver­sa­rio para pasar­se a nues­tro lado. Con éstos tam­bién debe­mos unir­nos, ya que en una u otra medi­da somos com­pa­ti­bles. La uni­dad con ellos favo­re­ce al pue­blo trabajador.

Es nece­sa­rio que en el pre­sen­te adop­te­mos esta táctica.

Es muy impor­tan­te unir­nos con las mino­rías nacio­na­les. En la tota­li­dad del país, éstas tie­nen apro­xi­ma­da­men­te una pobla­ción de trein­ta millo­nes. Las refor­mas socia­les en las zonas de mino­rías nacio­na­les cons­ti­tu­yen un asun­to de gran impor­tan­cia y debe­mos tra­tar­lo pru­den­te­men­te. De nin­gu­na mane­ra debe­mos actuar allí con pre­ci­pi­ta­ción, pues así pro­vo­ca­ría­mos pro­ble­mas. Si las con­di­cio­nes no están madu­ras, no con­vie­ne pro­ce­der a las refor­mas. Si sólo hay una con­di­ción madu­ra mien­tras que las demás están en cier­nes, tam­po­co con­vie­ne rea­li­zar refor­mas de impor­tan­cia. Por supues­to, con esto no quie­ro decir que nos abs­ten­ga­mos de hacer allí toda refor­ma posi­ble. Según esta­ble­ce el Pro­gra­ma Común, en las zonas de mino­rías nacio­na­les se pue­den refor­mar algu­nas cos­tum­bres y prác­ti­cas tra­di­cio­na­les. Pero esto debe ser obra de las pro­pias mino­rías nacio­na­les. Antes de que se ten­ga el apo­yo de las masas y de que se cuen­te con fuer­zas arma­das popu­la­res y con cua­dros de las mino­rías nacio­na­les, no se debe lle­var a cabo nin­gu­na refor­ma que ten­ga una enver­ga­du­ra de masas. Es indis­pen­sa­ble que ayu­de­mos a las mino­rías nacio­na­les a for­mar sus pro­pios cua­dros y que nos una­mos con las gran­des masas que las integran.

En una pala­bra, no debe­mos ata­car en las cua­tro direc­cio­nes. Si lo hicié­ra­mos, pon­dría­mos en ten­sión a todo el país, y esto sería muy malo. De nin­gu­na mane­ra debe­mos crear­nos dema­sia­dos enemi­gos, sino hacer cier­tas con­ce­sio­nes en una direc­ción y aflo­jar allí un poco la ten­sión para con­cen­trar fuer­zas y lan­zar ata­ques en otra. Debe­mos tra­ba­jar bien para que los obre­ros, cam­pe­si­nos y peque­ños arte­sa­nos nos apo­yen y para que la gran mayo­ría de la bur­gue­sía nacio­nal y de la inte­lec­tua­li­dad no se opon­ga a noso­tros. De este modo, que­da­rán ais­la­das las fuer­zas rema­nen­tes del Kuo­min­tang, los agen­tes secre­tos y los ban­do­le­ros, ais­la­da la cla­se terra­te­nien­te, ais­la­dos los reac­cio­na­rios de Tai­wán y el Tíbet, y ais­la­dos tam­bién de nues­tro pue­blo los impe­ria­lis­tas. Esta es nues­tra polí­ti­ca, ésta, nues­tra orien­ta­ción estra­té­gi­ca y tác­ti­ca y ésta, en fin, la línea de la pre­sen­te Sesión Ple­na­ria del Comi­té Central.

Mao Tse­tung

6 de junio de 1950

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