El ayer que somos

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No sé cuál es el pro­gra­ma con­cre­to y arti­cu­la­do, del PNV, del PSOE o del PP. Aun­que segu­ra­men­te, será el mis­mo de siem­pre. En cam­bio sé que des­de que gobier­nan, hace mas de cua­ren­ta años, su dis­cur­so y acción polí­ti­ca es la mis­ma y todo­po­de­ro­sa: man­te­ni­mien­to de la situa­ción a toda cos­ta. Es decir, una uni­dad de Espa­ña, que aprie­te pero no aho­gue. Y que par­ti­ci­pe en los nego­cios euro­peos, como mal menor, con una for­ma­ción social capi­ta­lis­ta con­sen­ti­da con el deta­lle gra­cio­so de un capi­ta­lis­mo asis­ten­cial. Para poder tra­gar­lo y que las masas no se pon­gan dema­sia­do exi­gen­tes… O que los nume­ro­sos jubi­la­dos dejen de votarles.

Sé, tam­bién, que el PNV no es nacio­na­lis­ta, el PSOE no es socia­lis­ta, ni el PP es popu­lar. Pero eso no es su pro­ble­ma, es el nues­tro. Aun­que no lo parez­ca… Otra cosa es que su acción polí­ti­ca sea, escru­pu­lo­sa­men­te con­gruen­te con su pro­gra­ma. Con su repe­ti­do pro­gra­ma. Y que hagan todo lo posi­ble, des­de hace más de cua­ren­ta años, por cum­plir en la acción polí­ti­ca, su dis­cur­so polí­ti­co. Y eso, por mucho que no ten­gan nada que ver con sus estra­te­gias, pro­gra­mas mayo­res o refe­ren­cias fun­da­cio­na­les históricas.

Hacen todo esto, ade­más, con gran for­tu­na. Según pare­ce por el vere­dic­to rein­ci­den­te de las urnas y el éxi­to obte­ni­do, en encues­tas y recuen­to de votos. Sin duda, nos vie­nen a decir, los más o menos des­en­can­ta­dos que un día (des­pués de muer­to Fran­co) pre­di­ca­ban sobre la veni­da de los nue­vos tiem­pos: esto es lo que hay que hacer. Engan­char­se, o fun­dar, un par­ti­do que pro­me­ta mucho en el plano mate­rial y social. Y lue­go, pue­da incum­plir estas pro­me­sas, impo­si­bles en el día a día. Pero len­ta­men­te, con cui­da­do y sin lla­mar mucho la aten­ción. Hacién­do­nos creer que, gra­cias a ello, esta­mos mejor que ayer. Y que ellos, o sea los ven­ce­do­res de las urnas, son la mejor alter­na­ti­va para hoy, maña­na y siempre.

La escue­la polí­ti­ca del fran­quis­mo alar­ga­do, que es la cons­ti­tu­ción del 78, nos ha ense­ña­do que no es nece­sa­rio hacer la revo­lu­ción, ni obte­ner la inde­pen­den­cia. Por­que nadie las recla­ma. A nadie le intere­san más que como pie­zas de museo y uto­pías de una his­to­ria infi­ni­ta. Y por­que siem­pre ganan las elec­cio­nes los par­ti­dos con­ser­va­do­res y unio­nis­tas. Es todo esto ¿muy vie­jo? Pues sí, tan vie­jo como la media de edad de los habi­tan­tes cen­sa­dos, con dere­cho a voto. Que se diri­gen obe­dien­tes a las urnas, cada cua­tro años. Y tan anti­guo que ya no exis­te, ni como tes­ti­go, de un dis­cur­so fosi­li­za­do e inoperante.

Sigue sien­do nece­sa­ria la inde­pen­den­cia?… O como decía Iba­rretxe… ¿Para qué, la inde­pen­den­cia?… ¿Quién la quie­re hoy?… ¿Quién es hoy inde­pen­dien­te? No es mejor… como pien­san los jel­ki­des feni­cios del PNV, depen­der pero no pagar. Pero, sin decir­lo así. ¿Aca­so, no es este el modus ope­ran­di, dis­cre­to y no con­fe­sa­ble, del nacio­na­lis­mo?. Para que, en la pró­xi­ma gene­ra­ción, los hijos de los inde­pen­den­tis­tas de antes, no quie­ran la inde­pen­den­cia. Por­que es muy com­pli­ca­do diri­gir, orga­ni­zar, refun­dar un Esta­do libre… cuan­do pode­mos vivir más cómo­dos, depen­dien­do de otro. Que ya está en mar­cha y con el que pode­mos nego­ciar favo­ra­bles Cupos y Con­cier­tos. En los amplios mer­ca­dos penin­su­la­res y euro­peos. ¿Para qué?, pre­gun­ta­ba Iba­rretxe… Para comer ber­zas, ame­na­za­ba Arza­llus. Que sean libres ellos. Noso­tros «escla­vos feli­ces», con una ren­ta per cápi­ta más que acep­ta­ble. Por enci­ma de la media euro­pea. Mien­tras los vetus­tos par­ti­dos de la izquier­da y la inde­pen­den­cia, siguen en standby. En modo de espe­ra, don­de no hay esperanza.

¿Aca­so sir­ve este dis­cur­so, mode­ra­do y com­pla­cien­te, de la revo­lu­ción falli­da y la inde­pen­den­cia inne­ce­sa­ria? ¿Pue­de lle­gar a ser tan efi­caz, como las lla­ma­das y ban­de­ri­nes de engan­che, de la Tran­si­ción, para las pre­ten­sio­nes de la izquier­da? ¿Se pue­de hacer la revo­lu­ción… sin ni siquie­ra guar­dar las for­mas? Entre fotos y brin­dis, con espa­ño­les y espa­ño­lis­tas del impe­rio? ¿Se pue­de pac­tar, fir­mar acuer­dos y votar en la mis­ma urna de los repre­sen­tan­tes del capi­ta­lis­mo de la explo­ta­ción? Inclu­so pasear con ellos, en las pri­me­ras filas de algu­nas mani­fes­ta­cio­nes des­ca­fei­na­das… Esas pro­ce­sio­nes cívi­cas, que cele­bran ani­ver­sa­rios, par­ti­ci­pan de las mis­mas con­de­nas, rezan a los mis­mos pre­su­pues­tos… Pues no sé… Pero, me pare­ce que no.

Los repre­sen­tan­tes de las gran­des ideas que iban a mover el mun­do, se han aco­pla­do aho­ra a las peque­ñas rei­vin­di­ca­cio­nes del Esta­do asis­ten­cial. ¿Para qué la inde­pen­den­cia?… ¿Para qué el comu­nis­mo, la pro­pie­dad social de los medios de pro­duc­ción? ¿O el repar­to igua­li­ta­rio de la rique­za?… Dema­sia­do que­bra­de­ro. «Yo no me he meti­do en polí­ti­ca para ir a la cár­cel». Con­fie­san algu­nos, en tími­da y ver­gon­zan­te cer­ca­nía, que les sir­ve de des­car­go de conciencia…Y… ¿si lue­go nos va mal y tene­mos que cerrar? ¿Por qué puer­ta gira­to­ria nos mete­re­mos? En qué tra­ba­jo nos aceptarán?

Hoy, las nue­vas preo­cu­pa­cio­nes son dis­tin­tas. Están en el plano del dis­fru­te esto­ma­cal. En la tran­qui­li­dad social de las vaca­cio­nes. En que no llue­va el fin de sema­na. En algún tóxi­co triun­fo depor­ti­vo que val­ga como ador­mi­de­ra… En recu­pe­rar la subi­da del IPC, en la pró­xi­ma nego­cia­ción sala­rial… Y, sin embar­go, con­tra toda evi­den­cia, el revo­lu­cio­na­rio o el inde­pen­den­tis­ta no solo debe­rían ser­lo… tam­bién debe­rían pare­cer­lo… en su acti­vi­dad, en su vida coti­dia­na. En su ser vital… No solo en pro­gra­mas, dis­cur­sos y una vez al año, en el Abe­rri Egu­na o el pri­me­ro de Mayo. Por­que más de cua­ren­ta años de frau­de polí­ti­co… empie­zan a ser muchos.

No obs­tan­te, las elec­cio­nes nun­ca defrau­dan. Aun­que enga­ñan, como casi siem­pre, a quien se deja. Las últi­mas (hoy mis­mo, 12 de julio de 2020) han teni­do como cla­ro ven­ce­dor a los habi­tua­les abs­ten­cio­nis­tas. Con más del 47%. Lo que suma­do a los nulos y en blan­co, lle­gan al 49%. Seña­lan­do un com­ple­jo mun­do de recha­zos, des­en­can­tos y desidias, que nun­ca es enten­di­do ni aten­di­do. Al que nun­ca se hace caso y que, por defi­ni­ción, es invi­si­ble. Ade­más de no estar lega­li­za­do. Pero que debe­ría ser­vir de ciclo de refle­xión, siquie­ra pri­va­da, para quie­nes han hecho cam­pa­ña. Y no han con­se­gui­do enga­ñar al desengaño.

La abs­ten­ción es tan legí­ti­ma como el voto más igno­ran­te o into­xi­ca­do. Pero su valor, siem­pre es menor. Tie­ne, de hecho, un valor nulo cual­quie­ra que sea su cuan­tía. Nin­gu­na ley elec­to­ral acep­ta, ni acep­ta­rá nun­ca, que un núme­ro ele­va­do de abs­ten­cio­nes, ni siquie­ra más de la mitad, pue­da ser­vir para anu­lar los demás resul­ta­dos. En la prác­ti­ca, la abs­ten­ción es ile­gal. No está pena­da por la ley, direc­ta­men­te. Pero sí indi­rec­ta­men­te, por­que no se reco­no­ce su valor polí­ti­co ni social. Aun­que pue­da tener­lo. Es un pata­leo que no va mas allá de la noche del recuento.

En las elec­cio­nes de 2020, des­pués de las abs­ten­cio­nes (48,82%), la mayo­ría de los votos han ido (como es tam­bién habi­tual) al PNV (39,12%). Aun­que haya per­di­do un impor­tan­te núme­ro de afec­tos, el par­ti­do de Sota ha gana­do otra vez, en esca­ños. Que es lo que cuen­ta y lo que da dine­ro, sub­ven­cio­nes y poder. Un abu­rri­mien­to, que se vie­ne repi­tien­do des­de los años ochen­ta. Des­pués el segun­do mas vota­do (27,84%), ha sido Bil­du. Coa­li­ción incon­gruen­te del his­tó­ri­co HB, con EA y Alter­na­ti­ba. Ade­más, Eus­kalhe­rria Bil­du ha sido el úni­co, jun­to a Vox, que ha gana­do tam­bién en votos, res­pec­to a elec­cio­nes ante­rio­res. Lo de Vox, tie­ne esca­so méri­to por­que sigue tenien­do pocos ami­gos por aquí y ha ter­mi­na­do por reco­ger el enfa­do elec­to­ral de los votan­tes más espa­ño­les del PP. Y su des­afec­to al esper­pen­to can­di­da­to «popu­lar» de este año. Lo de Bil­du, en cam­bio, resul­ta más inquie­tan­te. Indi­ca que cuan­to más se mode­ra el dis­cur­so de la coa­li­ción y su prác­ti­ca polí­ti­ca, acer­cán­do­se al PNV, es cuan­do más sube en votos.

Cla­ro que en una socie­dad, cada vez mas con­ser­va­do­ra y com­pla­cien­te, como la vas­ca, tam­po­co es que ten­ga mucho méri­to. Solo hay que igua­lar, poco a poco, en dis­cur­so y en pra­xis, al par­ti­do del pen­sa­mien­to Sota. Pare­ce que es lo que toca, en este ciclo de des­pués de ETA. Don­de vamos al encuen­tro del ayer pro­me­ti­do, por los regio­na­lis­tas de la ría. Don­de poda­mos, algún día, jun­tar­nos y llo­rar con el poe­ta: «Ya somos todo aque­llo con­tra lo que luchá­ba­mos a los vein­te años». Sabien­do, ade­más, que no debe­ría­mos preo­cu­par­nos tan­to. Por­que, des­pués de ETA… siem­pre nos que­da­rá el PNV. El par­ti­do de Sota y su opo­si­ción mode­ra­da, de bue­nos chi­cos. El par­ti­do que se encar­ga de que todo vaya lo más len­to y sen­sa­to posi­ble. Y todo sea des­pa­cio y estan­ca­do, como cuan­do tenía­mos vein­te años. Para seguir ins­ta­la­dos y cómo­dos, en el ayer que fuimos.

Jose­ma­ri Loren­zo Espinosa

28 de julio de 2020

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