Docu­men­tal sobre un ex-pre­so: «No es un retra­to com­pla­cien­te, hur­ga­mos en luga­res incómodos»

http://gara.naiz.info/Repository/Imagenes/Pub_3/Issue_8414/p006_f01.jpg«Asier y yo cre­ci­mos jun­tos en las con­flic­ti­vas calles de la Iru­ñea de los ochen­ta. Des­pués, toma­mos cami­nos dife­ren­tes: Asier per­ma­ne­ció allí rea­li­zan­do acti­vi­da­des de cla­ro com­pro­mi­so polí­ti­co, y yo me tras­la­dé a Madrid».
Este esbo­zo nos aden­tra en «Asier ETA biok», un lar­go­me­tra­je docu­men­tal en el que el Aitor Merino («Ake­la­rre», «His­to­rias del Kro­nen», «Celos» o «Te doy mis ojos»- pro­ta­go­ni­za un reen­cuen­tro reple­to de emo­cio­nes con su ami­go, el expre­so polí­ti­co Asier Aranguren.

¿Qué moti­vos ins­pi­ra­ron la crea­ción de «Asier ETA biok»?
La pri­me­ra idea fue de Amaia, mi her­ma­na y codi­rec­to­ra de la pelí­cu­la, mien­tras Asier aún cum­plía con­de­na. Ambos resi­di­mos fue­ra de Eus­kal Herria des­de hace vein­te años, ella en Ecua­dor y yo en Madrid. Nece­si­tá­ba­mos hablar de Asier, el Asier mili­tan­te y, sobre todo, el Asier ami­go. Lle­vá­ba­mos tiem­po dán­do­le vuel­tas sin con­cre­tar nin­gu­na idea. El día ante­rior a su libe­ra­ción sen­tí un impul­so: que debía tomar una cáma­ra e ir a gra­bar­le, tomar ese tes­ti­mo­nio para des­pués com­par­tir­lo. Así empe­zó todo.
¿El reen­cuen­tro supo­ne una excu­sa argu­men­tal, pero hacia qué pará­me­tros nos guía la película?
Se tra­ta de un docu­men­tal auto­bio­grá­fi­co, narra­do por mí en pri­me­ra per­so­na, con mi rela­ción de amis­tad con Asier como eje cen­tral. Des­de el mis­mo momen­to en que seguí aquel pri­mer impul­so de tomar una cáma­ra y salir corrien­do a gra­bar, había una nece­si­dad de la que al comien­zo no era muy cons­cien­te. Lo que ori­gi­nó todo esto se había ido ges­tan­do duran­te los años en los que Asier estu­vo encar­ce­la­do: a mis ami­gos de Madrid, la mayo­ría tam­bién actri­ces y acto­res, les habla­ba mucho de Asier, de lo espe­cial que es para mí nues­tra amis­tad. ¿Pero cómo hacer­les enten­der mi amis­tad con un mili­tan­te de ETA? ¿Cómo hacer­les enten­der qué pudo lle­var­le a tomar una deci­sión que a mí mis­mo me cos­ta­ba asi­mi­lar? No se tra­ta­ría de jus­ti­fi­car, sino de cono­cer al otro. Y esta­ble­cer lazos. Por tan­to, la pelí­cu­la gira en tor­mo a estos tres ele­men­tos: Asier como per­so­na obser­va­da, yo como obser­va­dor, y mis ami­gos de Madrid como herra­mien­ta argu­men­tal que repre­sen­ta a quie­nes va real­men­te diri­gi­da la pelí­cu­la, es decir, al públi­co espa­ñol (en espe­cial, aun­que tam­bién al del res­to del mun­do, si es que logra­mos lle­gar a alguno de ellos, claro).
¿Cuá­les fue­ron las pri­me­ras reac­cio­nes de Asier cuan­do le expu­sis­te esta expe­rien­cia com­par­ti­da? ¿Qué Asier te encon­tras­te tras cum­plir su condena?
Me encon­tré al Asier de siem­pre ‚den­tro de lo rela­ti­vo que supo­ne el haber pasa­do ocho años encar­ce­la­do, con todo lo que esto impli­ca. Un Asier ilu­sio­na­do, lucha­dor, com­pro­me­ti­do con sus idea­les; una per­so­na ínte­gra y con­se­cuen­te. Qui­zás, lo que sí había cam­bia­do era mi mira­da sobre él. A lo lar­go de la gra­ba­ción, sur­gie­ron en mí cues­tio­nes que habían esta­do laten­tes, cues­tio­nes difí­ci­les que son par­te de la pelí­cu­la, y que que­re­mos tras­la­dar al espec­ta­dor. Este no es un retra­to com­pla­cien­te. Hur­ga­mos en luga­res incó­mo­dos, que due­len. Asier, des­de el prin­ci­pio, se ha mos­tra­do como es: tre­men­da­men­te gene­ro­so. Pero ambos sabe­mos que nos hemos embar­ca­do en un pro­yec­to del que no sal­dre­mos indem­nes. No sólo él ha sido gene­ro­so; tam­bién su com­pa­ñe­ra, la fami­lia y todos los alle­ga­dos que de algu­na mane­ra apa­re­cen en la pelí­cu­la. Des­de aquí mi agra­de­ci­mien­to, para el que me fal­tan palabras…
Hoy en día no resul­ta fácil lle­var a cabo un pro­yec­to cine­ma­to­grá­fi­co. Pero, en este caso con­cre­to, ¿se aña­die­ron mayo­res difi­cul­ta­des en cuan­to plan­teó un pro­yec­to de estas características?
Es cier­to que, tal y como está el patio, poner­se a hacer una pelí­cu­la de cual­quier géne­ro, ya sea docu­men­tal o de fic­ción, es una tarea de locos. De locos… de amor por el cine. Noso­tros esta­mos hacien­do entre menos de diez per­so­nas, no solo sin cobrar sino invir­tien­do mucho tiem­po, esfuer­zo y dine­ro, el tra­ba­jo que en con­di­cio­nes idea­les haría un equi­po de trein­ta o cua­ren­ta per­so­nas. Esa es una de las razo­nes por las que nos hemos lan­za­do al crowd­fun­ding (finan­cia­ción en gru­po a tra­vés de inter­net) por medio de Ver­ka­mi. Ade­más, debi­do al tema que se tra­ta, si espe­rá­ra­mos algo a nivel de ayu­das ins­ti­tu­cio­na­les del Esta­do peca­ría­mos de inge­nuos. Asier ETA biok es una copro­duc­ción con Ecua­dor. La úni­ca ayu­da públi­ca que hemos reci­bi­do ha sido del Con­se­jo Nacio­nal de Cine del Gobierno de ese país. Los euro­peos hemos ido allí duran­te déca­das a hacer docu­men­ta­les sobre sus Pue­blos Indí­ge­nas, su natu­ra­le­za sal­va­je, la her­mo­su­ra de los Andes, etc etc. Y resul­ta que aho­ra son ellos quie­nes apo­yan un pro­yec­to sobre los vas­cos, esos indí­ge­nas tes­ta­ru­dos del otro lado del atlán­ti­co. Me pare­ce una para­do­ja de lo más curiosa.
El mode­lo ele­gi­do para lograr el capi­tal eco­nó­mi­co ha sido el crowd­fun­ding. ¿Un mode­lo de estas carac­te­rís­ti­cas otor­ga al crea­dor mayor libertad?
Sí. Por un lado, lo hace­mos por nece­si­dad. Pero tam­bién es mara­vi­llo­so poder reci­bir el apo­yo del públi­co al que nos diri­gi­mos. Les da la opor­tu­ni­dad de impli­car­se per­so­nal­men­te en el pro­yec­to, de for­mar par­te de él de mane­ra direc­ta. Ya no somos menos de diez; el «noso­tros» se amplía. Es estupendo.
¿Teme que su carre­ra como actor se resien­ta, que tomen repre­sa­lias por abor­dar este tema?
Qui­zás me cie­rren algu­na puer­ta, aun­que quie­ro pen­sar que no. Pero si lo hacen, se abri­rán otras. Siem­pre hay que ele­gir, y el camino que me ape­te­ce es este. Pase lo que pase, bien­ve­ni­do será.
¿Qué encon­tra­rá el espec­ta­dor en «Asier ETA biok»?
‑Una pelí­cu­la hones­ta. La res­pon­sa­bi­li­dad de hablar sobre un ami­go al que quie­res y res­pe­tas, sobre mi tie­rra, sobre uno mis­mo, es enor­me. A Amaia y a mí nos cau­sa pavor no retra­tar a Asier con la dig­ni­dad que mere­ce, y al mis­mo tiem­po, ser capa­ces de ofre­cer una visión no caren­te de crí­ti­ca. Es un equi­li­brio muy deli­ca­do. Pero cree­mos que en ese reto tan difí­cil está el valor de la pelí­cu­la. Ója­la este­mos a la altura. 

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