«Boddy Sushi», escán­da­lo­sa moda machis­ta para pro­mo­ver el turis­mo en Canarias

Mien­tras el pue­blo cana­rio sufre las polí­ti­cas ultra libe­ra­les de los gobier­nos cen­tral y auto­nó­mi­co, la bur­gue­sía ocio­sa ya no sabe qué hacer para seguir mal­gas­tan­do dine­ro y satis­fa­cien­do sus egos enfer­mos. Hoy vien­do la pren­sa me encuen­tro con una nue­va moda expor­ta­da de Japón, de los barrios bajos de este país orien­tal, don­de se prac­ti­ca en los pros­tí­bu­los y casas de pla­cer exclu­si­vos para hom­bres. Se tra­ta del Boddy Sushi, don­de se colo­ca a una mujer sobre una mesa, en este caso una mode­lo, que acos­ta­da le lle­nan el cuer­po de comi­da como si fue­ra una ban­de­ja, para que los babo­sos comen­sa­les, en su mayo­ría de sexo mas­cu­lino, pue­dan degus­tar sobre un cuer­po feme­nino, entre risas y comen­ta­rios veja­to­rios, los man­ja­res de la coci­na asiática.

La “mujer-mesa”debe estar bien quie­ta y casi des­nu­da, solo con un tan­ga, mien­tras esta pan­di­lla de enfer­mos se mue­re de gus­to y se jar­tan de comi­da con sus caras de hipó­cri­tas con­sen­ti­dos. Un nue­vo esno­bis­mo simi­lar a los muchos que se prac­ti­ca­ban con los escla­vos negros, don­de los uti­li­za­ban para muchos “fines”, todos enca­mi­na­dos a nutrir las men­tes cri­mi­na­les de los esclavistas.

Ya pare­ce no que­dar ver­güen­za en cier­tas empre­sas y enti­da­des de estas islas, don­de vale todo y ni siquie­ra se paran a pen­sar en los dere­chos huma­nos más ele­men­ta­les, con­tri­bu­yen­do con esta nue­va abe­rra­ción social a piso­tear la dig­ni­dad y los dere­chos de las muje­res, colo­cán­do­las ante la socie­dad como obje­tos sexua­les, que solo sir­ven para la satis­fac­ción de cua­tro sinvergüenzas.

Lo más gra­ve es que esta exe­cra­ble nue­va “acti­vi­dad culi­na­ria” desa­rro­lla­da en el Casino de Las Pal­mas, la ven­den las ins­ti­tu­cio­nes y la pren­sa de cana­rias como algo gran­de en aras de pro­mo­ver el turis­mo, de seguir ven­dien­do las islas como el lugar de diver­sión y de des­car­gue sexual, para quie­nes toda­vía pue­den per­mi­tir­se en la Euro­pa del robo y la aus­te­ri­dad pagar­se una vacaciones.

Esta nue­va degra­da­ción hacia las muje­res, que ima­gino será con­tes­ta­da ade­cua­da­men­te des­de los colec­ti­vos femi­nis­tas, con­tras­ta con un pue­blo cana­rio hun­di­do en la mise­ria social y eco­nó­mi­ca, con par­te de una cas­ta polí­ti­ca de ladro­nes y delin­cuen­tes, que viven a lo gran­de, mien­tras uno de cada tres niños/​as de las islas sufren malnu­tri­ción, con miles de fami­lias que no per­ci­ben nin­gún ingre­so eco­nó­mi­co, tenien­do que men­di­gar en los come­do­res socia­les o revol­vien­do en la basu­ra la comi­da del día.

Pero esta cala­ña empre­sa­rial, polí­ti­ca y has­ta sin­di­cal, que se reúnen por Navi­dad en el Gabi­ne­te de los millo­na­rios, para hin­char­se de abra­zos, risas, eruc­tos, comi­da y bebi­da paga­da con dine­ro man­cha­do de san­gre y explo­ta­ción, no cejan en su empe­ño de seguir piso­tean­do los dere­chos de nues­tra gen­te, de con­ti­nuar el expo­lio de una tie­rra des­tro­za­da en el cora­zón de su iden­ti­dad, de su eco­lo­gía, por cons­truc­cio­nes masi­vas en pla­yas vír­ge­nes, en mon­ta­ñas, arra­san­do por la rique­za natu­ral y moral de todo un pue­blo, que con­tem­pla tris­te como ya no que­da casi nada, que el cemen­to y el hor­mi­gón no se podrán comer cuan­do el turis­mo desaparezca.

La fri­vo­li­dad del Boddy Sushi defi­ne a la per­fec­ción a esta pan­di­lla sinies­tra que diri­ge Cana­rias, tan­to en lo polí­ti­co, como en lo empre­sa­rial, que pre­pa­ran con pri­sas su expo­si­ción en la pró­xi­ma Feria del Turis­mo (Fitur), para atraer a visi­tan­tes a los que ven­den una Cana­rias “paraí­so tro­pi­cal”, cuan­do su reali­dad es otra de ham­bre, mise­ria y des­em­pleo, de cien­tos de miles de per­so­nas deses­pe­ra­das, de una juven­tud sin futu­ro. Para que aho­ra esta ban­da de zán­ga­nos, se dedi­quen a pro­mo­ver esta nue­va igno­mi­nia y humi­lla­ción sobre las muje­res. Su indig­ni­dad no tie­ne lími­tes y lo están demos­tran­do con creces.

¿Es este el pre­sen­te y el futu­ro que quie­ren estos pro­ce­res mise­ra­bles para nues­tras hijas?

¿La moda vio­len­ta y machis­ta de reg­gae­ton, del Boddy Sushi, de la mafia de la pros­ti­tu­ción y los burdeles?

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