Bil­du resu­me en votos la res­pues­ta vas­ca a la pre­po­ten­cia espa­ño­lis­ta – Car­los Aznarez

Fren­te a la ava­lan­cha de votos que ha obte­ni­do la dere­cha espa­ño­la a tra­vés del Par­ti­do Popu­lar (PP) y tam­bién de otras agru­pa­cio­nes como es el caso de Con­ver­gen­cia I Unió de Cata­lu­ña, la espec­ta­cu­lar elec­ción rea­li­za­da por la coa­li­ción inde­pen­den­tis­ta Bil­du vuel­ve a dife­ren­ciar a la Nación Vas­ca de sus veci­nos. Allí, es evi­den­te que un impor­tan­te sec­tor de la pobla­ción reite­ró la apues­ta de con­se­guir la inde­pen­den­cia por vía pací­fi­ca y con una cla­ra defi­ni­ción nacio­na­lis­ta y de izquierda.
Bil­du obtu­vo nada más y nada menos que 317.977 votos, lo que le otor­ga 1.137 con­ce­ja­les y nume­ro­sas alcal­días, derro­tan­do alter­na­ti­va­men­te en varios pue­blos y ciu­da­des al Par­ti­do Nacio­na­lis­ta Vas­co (PNV), al PSOE y al PP. Superó de esta mane­ra el techo his­tó­ri­co obte­ni­do por la coa­li­ción Eus­kal Herri­ta­rrok, hace años, duran­te otra tre­gua de ETA.

Bil­du, cuya apa­ri­ción en esce­na ha sido tam­bién muy par­ti­cu­lar pues­to que obtu­vo su lega­li­za­ción “sólo por un voto” del Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal y en el últi­mo minu­to de pla­zo para comen­zar la cam­pa­ña elec­to­ral, supo apro­ve­char esta cir­cuns­tan­cia y gene­rar en la pobla­ción vas­ca la idea de que era nece­sa­rio levan­tar las ban­de­ras de la rebel­día y la insu­mi­sión, y arre­me­ter así con­tra las pro­pues­tas repre­si­vas que venían des­de Madrid.

Inte­gra­da mayo­ri­ta­ria­men­te por la izquier­da aber­tza­le que aún está ile­ga­li­za­da, la coa­li­ción sumó en un peque­ño “fren­te” a otros dos par­ti­dos: Eus­ko Alkar­ta­su­na y Alter­na­ti­ba. Acos­tum­bra­dos a la mili­tan­cia calle­je­ra, los segui­do­res de la izquier­da inde­pen­den­tis­ta rea­li­za­ron el mila­gro, en poco menos de dos sema­nas y sin recur­sos eco­nó­mi­cos, de hacer una cam­pa­ña ilu­sio­nan­te que pro­me­te cam­bios radi­ca­les en los ayun­ta­mien­tos. La res­pues­ta de la pobla­ción no se hizo espe­rar: con su 22 % de votos, Bil­du es la segun­da fuer­za en el País Vas­co, y por sólo 14 mil votos no alcan­zó el lide­raz­go, que por aho­ra sigue estan­do en manos del PNV, que fue la fuer­za más votada.

Tam­bién es des­ta­ca­ble el papel juga­do en Nava­rra, un encla­ve que des­de hace años es gober­na­do por la extre­ma dere­cha pero don­de la izquier­da aber­tza­le ha puja­do por impo­ner sus pro­pues­tas de “inde­pen­den­cia y socia­lis­mo”, dan­do tam­bién la bata­lla por la defen­sa del eus­ke­ra, la len­gua vas­ca. Allí, vol­vió a triun­far la dere­cha, pero esta vez, sus diri­gen­tes han entra­do en páni­co debi­do al cre­ci­mien­to impa­ra­ble de Bil­du, quien jun­to con otra coa­li­ción nacio­na­lis­ta (Nafa­rroa Bai) se han con­ver­ti­do en la lla­ve para res­tar poder al actual gober­na­dor ultra Miguel Sanz.

Sin embar­go, lo más impor­tan­te de lo ocu­rri­do este pasa­do domin­go, que de acuer­do a un voce­ro inde­pen­den­tis­ta, es una “autén­ti­ca vic­to­ria for­ja­da barrio a barrio y pue­blo a pue­blo”, es lo que vie­ne de aquí en más. Por un lado, gene­rar las con­di­cio­nes para que en poco tiem­po que fal­ta para las elec­cio­nes auto­nó­mi­cas, que es cuan­do se eli­ge al Len­da­ka­ri , se pue­da dibu­jar un esce­na­rio que has­ta hace poco pare­cía impo­si­ble. Se tra­ta­ría de lograr que un diri­gen­te inde­pen­den­tis­ta asu­ma ese car­go por vota­ción popular.

En ese sen­ti­do, es muy pro­ba­ble que con el cli­ma crea­do por el subi­dón de votos, y la abier­ta apues­ta aber­tza­le para seguir reco­rrien­do la vía polí­ti­ca y dejar atrás la expe­rien­cia arma­da– a par­tir de la tre­gua “per­ma­nen­te” de ETA- , pue­da lograr­se que el por­ta­voz his­tó­ri­co del inde­pen­den­tis­mo, Arnal­do Ote­gi, recu­pe­re por fin, su liber­tad y se con­vier­ta en el can­di­da­to ideal para diri­gir el gobierno vas­co, debi­do al gran caris­ma del que goza en la pobla­ción. No en vano, lo lla­man “el Gerry Adams vas­co”, en refe­ren­cia al diri­gen­te del Sinn Fein y ex mili­tan­te del IRA irlan­dés, que con­du­jo las nego­cia­cio­nes de paz en ese país.

Tam­bién hay que desear una impor­tan­te pre­sión en la calle por par­te de los inde­pen­den­tis­tas para exi­gir que los 705 pre­sos y pre­sas vas­cas sean libe­ra­dos poco a poco y se inte­gren a la polí­ti­ca plan­tea­da en el actual mar­co. De hecho, en los fes­te­jos del domin­go, el gri­to más escu­cha­do en boca de la mul­ti­tud, jun­to con el de “Inde­pen­den­tzia”, fue el de Eukal pre­soak, etxe­ra“ y “Amnis­tía”.

De todos modos, la ale­gría por lo con­se­gui­do, no indi­ca que todo va a ser un lecho de rosas. Si bien, Bil­du ha obte­ni­do por can­ti­dad de sufra­gios la alcal­día de Donos­ti-San Sebas­tián y la posi­bi­li­dad de pre­si­dir la Dipu­tación de Gipuz­koa, habrá que espe­rar qué tipo de alian­zas, nego­cia­cio­nes y palos en la rue­da, pro­du­ci­rán los otros par­ti­dos para evi­tar que esto suce­da. Lo mis­mo, pero al revés, ocu­rri­rá en otros pue­blos, don­de la bur­gue­sía vas­ca peneu­vis­ta nece­si­ta­rá los votos aber­tza­les para gober­nar o no per­der los car­gos que aho­ra sus­ten­tan. De esos enjua­gues, que muchas veces –y con razón- irri­tan a los votan­tes, pero tam­bién de la polí­ti­ca con­cre­ta que los nue­vos elec­tos de Bil­du desa­rro­llen en los pue­blos, sur­gi­rán las posi­bi­li­da­des de que la izquier­da inde­pen­den­tis­ta siga pisan­do fuer­te y dibu­je nue­vas vic­to­rias. Por lo pron­to, su irrup­ción inne­ga­ble en votos, ha pren­di­do todas las alar­mas en los polí­ti­cos del PP y el PSOE. Con dis­cur­sos raya­nos en la his­te­ria, la dere­cha acu­sa a los socia­lis­tas de haber abier­to las puer­tas “para que ETA lle­gue a las ins­ti­tu­cio­nes”. Y vice­ver­sa, ya que el PSOE cul­pa al PP de faci­li­tar con sus posi­cio­nes extre­mis­tas “que ETA crezca”.

Nada más lejos de la reali­dad. ETA des­pués de medio siglo de lucha polí­ti­co-mili­tar, en la que enfren­tó por todos los medios posi­bles lo que a su enten­der es la abier­ta colo­ni­za­ción espa­ño­la de Eus­kal Herria, reco­no­ció públi­ca­men­te –de la mis­ma mane­ra que lo hizo el IRA en Irlan­da- que en la actual eta­pa, las armas están de más y que la bata­lla “por la inde­pen­den­cia y hacia el socia­lis­mo” debe­rá dar­se por vía de la polí­ti­ca, lo que no sig­ni­fi­ca sólo la elec­to­ral sino la que sur­ge de la acu­mu­la­ción de fuer­zas a tra­vés de la orga­ni­za­ción popu­lar. A par­tir de esas defi­ni­cio­nes se empe­zó a cons­truir un nue­vo camino para los inde­pen­den­tis­tas, y vis­to lo ocu­rri­do en las urnas, los resul­ta­dos son más que satis­fac­to­rios. Por lo demás, muchas de las rei­vin­di­ca­cio­nes pro­gra­má­ti­cas de Bil­du están con­te­ni­das en las deman­das plan­tea­das en las pla­zas por miles de jóve­nes, y no tan jóve­nes, a los que el mun­do cono­ce como los “indig­na­dos”. No es casual enton­ces lo suce­di­do en Eus­kal Herria, don­de la indig­na­ción popu­lar por tan­tos años de ocu­pa­ción, repre­sión, saqueo, tor­tu­ra, cár­cel y ase­si­na­tos, hoy está hacien­do ger­mi­nar la flor tan ansia­da de la futu­ra independencia.

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