Lenin


La doc­tri­na de Marx sus­ci­ta en todo el mun­do civi­li­za­do la mayor hos­ti­li­dad y el odio de toda la cien­cia bur­gue­sa (tan­to la ofi­cial como la libe­ral), que ve en el mar­xis­mo algo así como una «sec­ta per­ni­cio­sa». Y no pue­de espe­rar­se otra acti­tud, pues en una socie­dad que tie­ne como base la lucha de cla­ses no pue­de exis­tir una cien­cia social «impar­cial». De uno u otro modo, toda la cien­cia ofi­cial y libe­ral defien­de la escla­vi­tud asa­la­ria­da, mien­tras que el mar­xis­mo ha decla­ra­do una gue­rra impla­ca­ble a esa escla­vi­tud. Espe­rar que la cien­cia sea impar­cial en una socie­dad de escla­vi­tud asa­la­ria­da, sería la mis­ma absur­da inge­nui­dad que espe­rar impar­cia­li­dad por par­te de los fabri­can­tes en lo que se refie­re al pro­ble­ma de si deben aumen­tar­se los sala­rios de los obre­ros dis­mi­nu­yen­do los bene­fi­cios del capital. 

— Lenin

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