Aho­ra los ni – nis callan ante el terror de la OTAN y Al Qeda en Libia, siguien­do el guión

Edi­to­ria­la

Los ele­men­tos fashion de la izquier­da occi­den­tal se han har­ta­do de lla­mar ase­sino a Gadaf­fi y a su régi­men. Es curio­so pero todo el mun­do cono­ce lo que está suce­dien­do aho­ra… las matan­zas de sol­da­dos y lea­les a Gadaf­fi y estos, los de las liber­ta­des demo­crá­ti­cas se han reti­ra­do a sus pubs favo­ri­tos has­ta que el impe­ria­lis­mo mar­que el nue­vo objetivo.

En ese momen­to vol­ve­rán a la calle sin siquie­ra refle­xio­nar acer­ca de lo que ha suce­di­do en estos seis terri­bles meses para Libia, para su pue­blo hones­to y para el anti imperialismo.

Siem­pre siguen los pasos de la pren­sa impe­ria­lis­ta, se con­vier­ten en sus coros y cuan­do la tra­ge­dia se ha producido,apagados los focos de los media se reti­ran en silen­cio. Sobre el terreno comien­za la caza, hay que exter­mi­nar a quie­nes se opo­nen al capi­tal y se hace sin tes­ti­gos. Los media del impe­rio saben qué suce­de allí pero las ins­truc­cio­nes son cla­ras: nin­gún tes­ti­mo­nio, nin­gu­na ima­gen. Es tiem­po de caza y de muerte.

Los impos­to­res deben una expli­ca­ción, si su cau­sa es la de las liber­ta­des demo­crá­ti­cas y la de los dere­chos huma­nos, deben expli­car por­que aho­ra escon­den la cace­ria huma­na que desa­rro­llan los ase­si­nos de la OTAN, deben acla­rar si ellos mis­mos se sien­ten satis­fe­chos con esta vic­to­ria del impe­rio, en ese caso la pre­gun­ta pro­ce­den­te es ¿quien diri­ge real­men­te a estos gru­pos, quien ha infil­tra­do a sus direc­cio­nes y des­de, qué apa­ra­tos de inte­li­gen­cia del imperio?.

Tan­ta inca­pa­ci­dad ana­lí­ti­ca no se pue­de expli­car tan solo por la estu­pi­dez huma­na, detrás de los sesu­dos aná­li­sis que ensal­zan la inso­li­da­ri­dad con las víc­ti­mas del impe­ria­lis­mo hay un exce­len­te tra­ba­jo de infil­tra­ción. En las sec­tas de ultra izquier­da, sus rocam­bo­les­cas con­clu­sio­nes sir­ven al fas­cis­mo. Qui pro­duit?, ¿a quien bene­fi­cia tan­ta estu­pi­dez, inso­li­da­ri­dad e inca­pa­ci­dad men­tal junta?.

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