Esta­do espa­ñol: ¿des­truc­ción o reforma?

Tomar el poder… ¿o des­truir el poder?

El «poder» pode­mos con­cep­tuar­lo como el «con­trol, impe­rio, domi­nio y juris­dic­ción que un ser humano dis­po­ne para con­cre­tar algo o impo­ner un man­da­to u orden».

Cuan­do el poder se refie­re a la polí­ti­ca, hace alu­sión a un con­jun­to de herra­mien­tas para lle­var a cabo un plan. Con­se­guir el poder, es con­se­guir el con­trol de las herra­mien­tas que nos lle­van a alcan­zar los fines propuestos.

Pero nin­gu­na herra­mien­ta sir­ve para todo. Las herra­mien­tas se cons­tru­yen para fines muy espe­cí­fi­cos, y con­cre­ta­men­te, para ser­vir a los intere­ses o nece­si­da­des de la per­so­na o gru­po que las fabrica.

El sur­gi­mien­to del capi­ta­lis­mo tras la con­quis­ta cas­te­lla­na de Al-Anda­lus y Amé­ri­ca da lugar a que la cla­se domi­nan­te resul­tan­te de la acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria, se dota­se de unas herra­mien­tas para defen­der sus intere­ses, per­pe­tuar la situa­ción de pri­vi­le­gio y poder, y al mis­mo tiem­po, justificarla.

De esta nece­si­dad sur­gen los Esta­dos bur­gue­ses que se cons­tru­yen como las herra­mien­tas nece­sa­rias e impres­cin­di­bles para man­te­ner el espa­cio de acu­mu­la­ción con­se­gui­do a tra­vés de las gue­rras y las unio­nes matri­mo­nia­les entre monarquías.

Este pro­ce­so de toma de poder por par­te de la bur­gue­sía tie­ne su ini­cio en el Tra­ta­do de West­fa­lia, al fina­li­zar la gue­rra de los 30 años (1648). Se intro­du­ce el con­cep­to de ciu­da­dano fren­te al de súb­di­to y la igual­dad legal (que igua­la a nobles y bur­gue­ses) en un nue­vo orden jurí­di­co que a par­tir de la Revo­lu­ción Fran­ce­sa (1789) adop­ta las for­mas de los actua­les Estados.

El reco­no­ci­mien­to de unas fron­te­ras esta­bles, la invio­la­bi­li­dad de la pro­pie­dad pri­va­da y la uni­dad indi­so­lu­ble de los Esta­dos, coin­ci­den­tes con la «uni­dad de mer­ca­do» pre­via a la cons­ti­tu­ción de los mis­mos, son los ejes sobre los que se cons­tru­yen las herra­mien­tas de domi­na­ción y acu­mu­la­ción de la burguesía.

El ascen­so social y eco­nó­mi­co de las bur­gue­sías creó el Esta­do moderno y las demo­cra­cias occidentales.

Estas demo­cra­cias se carac­te­ri­zan por la divi­sión de pode­res: eje­cu­ti­vo, legis­la­ti­vo y judi­cial, con la desig­na­ción de sus inte­gran­tes por sufra­gio uni­ver­sal don­de cada ciu­da­dano emi­te un voto. En el caso de la «demo­cra­cia» espa­ño­la, el poder judi­cial no es ele­gi­do por el pue­blo, sino por los par­ti­dos polí­ti­cos en el Con­gre­so y el Sena­do, y entre miem­bros del colec­ti­vo judicial.

Teó­ri­ca y apa­ren­te­men­te, el «poder» del pue­blo y su auto­de­ter­mi­na­ción esta­rían garan­ti­za­dos sino fue­ra por­que la bur­gue­sía se ha ase­gu­ra­do la corrup­ción del sis­te­ma en base a sus intere­ses eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos. La teo­ría de que cual­quier per­so­na u orga­ni­za­ción polí­ti­ca pue­de pre­sen­tar­se a unas elec­cio­nes en igual­dad con el res­to de fuer­zas polí­ti­cas, se hace insos­te­ni­ble por las pro­pias diná­mi­cas eco­nó­mi­cas del sis­te­ma, don­de en base a la liber­tad de mer­ca­do y a la ausen­cia de lími­tes y con­trol en la finan­cia­ción de los par­ti­dos polí­ti­cos, la teo­ría de la igual­dad de todos los par­ti­ci­pan­tes en un pro­ce­so elec­to­ral se hace irri­so­ria cuan­do vemos los pre­su­pues­tos elec­to­ra­les de los gran­des par­ti­dos del sis­te­ma, a pesar de no estar valo­ra­dos los espa­cios de «infor­ma­ción elec­to­ral» que los gran­des medios de comu­ni­ca­ción dedi­can de for­ma com­ple­ta­men­te arbi­tra­ria a unas for­ma­cio­nes polí­ti­cas u otras.

El sis­te­ma, de por sí, es un sis­te­ma corrup­to, aun­que legal, (la lega­li­dad la deci­de quién tie­ne la fuer­za, y no olvi­de­mos nun­ca de dón­de vie­ne esta «Demo­cra­cia») por la fal­ta de igual­dad entre todas las for­ma­cio­nes polí­ti­cas y entre las dife­ren­tes ideo­lo­gías que se pre­sen­tan a unos comicios.

Los gobier­nos ele­gi­dos «demo­crá­ti­ca­men­te», en reali­dad, no repre­sen­tan al pue­blo que les ha vota­do, sino a los gru­pos de pre­sión, a los lobbys que les han apo­ya­do, finan­cia­do y pro­mo­cio­na­do. Un solo ejem­plo bas­ta para cono­cer el fun­cio­na­mien­to de los polí­ti­cos pro­fe­sio­na­les y a qué intere­ses sir­ven: lo tene­mos en las eléc­tri­cas y las puer­tas gira­to­rias. Son las gran­des empre­sas y los gran­des capi­ta­les quie­nes deci­den las polí­ti­cas que se deben imple­men­tar, y son ellos mis­mos, quie­nes deci­den qué par­ti­do va a gober­nar. El domi­nio pri­va­do de los medios de comu­ni­ca­ción les da un poder de con­trol sobre la cla­se polí­ti­ca, de tal for­ma, que son ellos quie­nes deci­den los lími­tes de los gobier­nos, has­ta dón­de pue­den lle­gar y cua­les son las líneas rojas que no pue­den sobre­pa­sar, so pena de salir del sis­te­ma y de sus privilegios.

En este sen­ti­do, los lími­tes que la bur­gue­sía impo­ne a los repre­sen­tan­tes polí­ti­cos y a sus par­ti­dos son muy cla­ros: per­te­nen­cia a la OTAN y ali­nea­mien­to con las polí­ti­cas béli­cas de esta orga­ni­za­ción mili­tar, defen­sa a ultran­za de la Unión Euro­pea, acep­ta­ción del capi­ta­lis­mo como úni­co sis­te­ma posi­ble, res­pe­to a la pro­pie­dad pri­va­da de los medios de pro­duc­ción y Uni­dad de Espa­ña. En el Esta­do espa­ñol se pue­de hacer polí­ti­ca libre­men­te… siem­pre que no se tras­pa­sen las lineas rojas que aca­ba­mos de señalar.

El sis­te­ma (la bur­gue­sía agru­pa­da en ins­ti­tu­cio­nes como el IBEX 35, la ban­ca y otras), median­te la mani­pu­la­ción de los pro­ce­sos elec­to­ra­les se ase­gu­ra que nin­gún gobierno pue­da per­ju­di­car sus intere­ses eco­nó­mi­cos, a pesar de que tie­ne meca­nis­mos de con­trol para evi­tar polí­ti­cas per­ni­cio­sas para sus intere­ses: el tex­to cons­ti­tu­cio­nal limi­ta la acción de los gobier­nos y la impo­si­bi­li­dad de cam­biar­lo sin el acuer­do de los dos gran­des par­ti­dos del Régi­men, PP y PSOE, hace inú­til cual­quier inten­to de modi­fi­ca­ción que per­mi­tie­ra cam­biar las polí­ti­cas anti­so­cia­les por otras don­de la cla­se empre­sa­rial pudie­ra salir per­ju­di­ca­da. La per­te­nen­cia a la Unión Euro­pea, un orga­nis­mo con un fun­cio­na­mien­to muy ale­ja­do de las prác­ti­cas demo­crá­ti­cas, impo­si­bi­li­ta aún más la imple­men­ta­ción de polí­ti­cas que favo­rez­can a las cla­ses tra­ba­ja­do­ras. La otra gran alian­za de la que for­ma par­te el Esta­do espa­ñol, la OTAN, es quién real­men­te diri­ge las polí­ti­cas euro­peas y espa­ño­las, como se ha vis­to recien­te­men­te en el cam­bio de posi­cio­na­mien­to del Esta­do espa­ñol res­pec­to al Sáha­ra y el apo­yo incon­di­cio­nal a la OTAN en Ucra­nia, a pesar del cos­te que las cla­ses más des­fa­vo­re­ci­das están empe­zan­do a pagar en for­ma de infla­ción y segui­rán pagan­do en for­ma de más recor­tes socia­les. La OTAN es la mayor garan­tía de esta­bi­li­dad para la bur­gue­sía espa­ño­la, la garan­tía del man­te­ni­mien­to del sta­tu quo actual y el aval a las polí­ti­cas ultra­li­be­ra­les que bene­fi­cian a esa bur­gue­sía para­si­ta­ria española.

Y si a pesar de todo lo expues­to ante­rior­men­te, algu­na orga­ni­za­ción polí­ti­ca pudie­ra sal­tar­se todo el camino de obs­tácu­los lega­les y supe­rar las agre­sio­nes mediá­ti­cas, la bur­gue­sía acti­va­ría la palan­ca de las «cloa­cas» del Esta­do, como ha hecho tan­tas veces: ase­si­na­tos de opo­si­to­res duran­te la lla­ma­da «tran­si­ción», los GAL, aten­ta­dos de ban­de­ra fal­sa como el caso Sca­la en Bar­ce­lo­na, el inten­to de ase­si­na­to del líder inde­pen­den­tis­ta cana­rio Anto­nio Cubi­llo, el espio­na­je de par­ti­dos polí­ti­cos, la par­ti­ci­pa­ción de ele­men­tos de las «cloa­cas» en las tra­mas de corrup­ción eco­nó­mi­ca del PP, la cola­bo­ra­ción de las «cloa­cas poli­cia­les» con las «cloa­cas mediá­ti­cas», el «pro­ceś» cata­lán del 2017 don­de a las cloa­cas poli­cia­les y mediá­ti­cas se les sumó la «cloa­ca judi­cial», los mon­ta­jes poli­cia­les que lle­va­ron a Alfon, Pablo Hasel o a los jóve­nes de Alsa­sua a la cár­cel, etc.

Y si falla el con­trol por arri­ba de los par­ti­dos a tra­vés de los apo­yos finan­cie­ros y mediá­ti­cos, y si tam­bién falla el con­trol por aba­jo a tra­vés de las «cloa­cas», con el espio­na­je a los par­ti­dos que pudie­ran tras­pa­sar las líneas rojas, las prue­bas fal­sas, o el ase­si­na­to en últi­ma ins­tan­cia… nos que­da­ría el «como­dín» que sir­ve tan­to para un roto como para un des­co­si­do: el ejér­ci­to, al que la cons­ti­tu­ción espa­ño­la le con­ce­de el poder de emplear un auto gol­pe de Esta­do si estu­vie­ra en peli­gro la «Uni­dad de Espa­ña», es decir, si los intere­ses de la bur­gue­sía se vie­ran comprometidos.

Hay que recor­dar de dón­de vie­ne esta «demo­cra­cia», quién la hizo posi­ble y por­qué, para com­pren­der su fun­cio­na­mien­to y a qué intere­ses sirve:

A la muer­te del Dic­ta­dor Fran­cis­co Fran­co en el año 1975, la oli­gar­quía espa­ño­la, en defen­sa de sus intere­ses, deci­dió la par­ti­ci­pa­ción en la Unión Euro­pea, para lo cual era nece­sa­rio homo­lo­gar el Régi­men espa­ñol a las «demo­cra­cias occi­den­ta­les», deci­dien­do aco­me­ter el pro­ce­so en un ámbi­to mera­men­te for­mal, ase­gu­rán­do­se la impo­si­bi­li­dad de cam­bios reales que pudie­ran afec­tar al con­trol eco­nó­mi­co y polí­ti­co que el fran­quis­mo ejer­cía. El pri­mer paso era posi­bi­li­tar la plu­ra­li­dad y alter­nan­cia polí­ti­ca, para lo que fue­ron lega­li­za­dos el PSOE y el PCE de San­tia­go Carri­llo, par­ti­ci­pan­do ambos en la redac­ción de la nue­va Cons­ti­tu­ción que ase­gu­ró la con­ti­nui­dad del fran­quis­mo en el nue­vo Régi­men demo­crá­ti­co: no se juz­gó a los cri­mi­na­les fran­quis­tas, alcan­zan­do la impu­ni­dad con la ley de amnis­tía; aún no se ha reco­no­ci­do ni repa­ra­do a los fami­lia­res de los cien­tos de miles de repre­sa­lia­dos por el fran­quis­mo; no se pur­gó a los fran­quis­tas de las ins­ti­tu­cio­nes ni de los orga­nis­mos públi­cos, con­ti­nuan­do con sus pues­tos en el ejér­ci­to, la poli­cía y la adju­di­ca­tu­ra; se con­ti­núa finan­cian­do a la Igle­sia Cató­li­ca, una de las prin­ci­pa­les patas de la repre­sión fran­quis­ta; los empre­sa­rios que sir­vie­ron y se sir­vie­ron del fran­quis­mo están en el Ibex 35 y en la banca.

Una «Tran­si­ción» que lejos de ser «modé­li­ca» como los pro­pa­gan­dis­tas del Régi­men nos quie­ren hacer creer, fue san­grien­ta, con cen­te­na­res de repre­sa­lia­dos y ase­si­na­dos para evi­tar que la opo­si­ción al Régi­men cre­cie­ra a la izquier­da del PSOE y PCE, que actua­ron como cóm­pli­ces por su silen­cio y como blan­quea­do­res del Régi­men neo fran­quis­ta que con su mutis­mo con­vir­tie­ron en «Demo­cra­cia». Las cloa­cas del Esta­do hicie­ron su tra­ba­jo con total impu­ni­dad. Es la esen­cia del Esta­do y la mano invi­si­ble que mece la cuna de la Demo­cra­cia española.

Qué hacer con el Estado

Ante esta situa­ción de un Esta­do basa­do en la corrup­ción del sis­te­ma demo­crá­ti­co como mode­lo polí­ti­co para ase­gu­rar el poder y los pri­vi­le­gios de la bur­gue­sía, se nos plan­tea qué hacer, que acti­tud tomar ante el Esta­do para con­se­guir cam­bios que bene­fi­cien a la cla­se trabajadora.

Dos res­pues­tas prin­ci­pa­les ante el Esta­do: la de la social­de­mo­cra­cia o «izquier­da» par­la­men­ta­ria, que acep­ta los lími­tes impues­tos por el sis­te­ma: OTAN, UE, Capi­ta­lis­mo, Uni­dad de Espa­ña, etc, para poder par­ti­ci­par en el jue­go polí­ti­co, tener repre­sen­ta­ción en las ins­ti­tu­cio­nes y bene­fi­ciar­se polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca­men­te de los pri­vi­le­gios que el sis­te­ma con­ce­de a quie­nes se man­tie­nen den­tro de los pará­me­tros esta­ble­ci­dos, y si se pue­de… cuan­do ten­gan el poder eje­cu­ti­vo, mejo­rar en la medi­da de lo posi­ble las con­di­cio­nes de vida de la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Sin enfren­tar­se al Esta­do, sin enfren­tar­se a la bur­gue­sía y renun­cian­do a la lucha de cla­ses. Se bus­ca el acuer­do de los sec­to­res socia­les: gobierno, patro­nal y sin­di­ca­tos (los domes­ti­ca­dos; los real­men­te de cla­se no tie­nen par­ti­ci­pa­ción en las nego­cia­cio­nes) y como es de lógi­ca, la patro­nal no va a per­mi­tir un acuer­do con­tra­rio a sus intere­ses, más aún, en estas con­di­cio­nes de rela­ción de fuer­zas entre la bur­gue­sía y la cla­se tra­ba­ja­do­ra, don­de la des­mo­vi­li­za­ción popu­lar y la hege­mo­nía de los sin­di­ca­tos del Régi­men han deja­do huér­fa­na de lide­ra­to a las cla­ses trabajadoras.

La actua­ción de la «izquier­da» del Régi­men en el gobierno (PSOE-UP) del Esta­do ha demos­tra­do los lími­tes que el poder real impo­ne a los gobier­nos: Pen­sio­nes, SMI, Refor­ma labo­ral, pre­su­pues­tos, IMV, Sáha­ra, Ucra­nia, OTAN, etc., son algu­nas de las mues­tras de unas polí­ti­cas que no moles­tan a la bur­gue­sía, que ésta aplau­de por­que no toca sus bene­fi­cios, por­que apun­ta­la y for­ta­le­ce el Régi­men y el sis­te­ma de acu­mu­la­ción, al mis­mo tiem­po que con­si­gue reba­jar la pre­sión y des­mo­vi­li­zar a las cla­ses popu­la­res, a la espe­ra de con­se­guir unas mejo­ras que nun­ca lle­gan o que son insu­fi­cien­tes para paliar los gra­ves pro­ble­mas de una cla­se tra­ba­ja­do­ra cada día más empo­bre­ci­da por la infla­ción, el paro y los recor­tes socia­les a los que son sometidas.

La bur­gue­sía no rega­la nada. Los pri­vi­le­gios a los polí­ti­cos y a los par­ti­dos son a cam­bio de par­ti­ci­par en el jue­go demo­crá­ti­co para hacer creer a la pobla­ción que ellos deci­den con su voto, para ofre­cer­les alter­nan­cia de poder y alter­na­ti­vas den­tro del sis­te­ma: un polí­ti­co es más bara­to que 1,000 poli­cías y la efi­ca­cia del con­trol social a tra­vés de la «ilu­sión» demo­crá­ti­ca es más efec­ti­va y menos trau­má­ti­ca. Hacer que el escla­vo no sien­ta las cade­nas es el gran triun­fo de la bur­gue­sía en las demo­cra­cias occi­den­ta­les, y en este triun­fo, han juga­do un papel de impor­tan­cia vital las «izquier­das» del Régimen.

Estas polí­ti­cas social­de­mó­cra­tas, basa­das en el rela­to (Pablo Igle­sias decía que lo impor­tan­te en polí­ti­ca era el «rela­to», es decir, la mane­ra de con­tar las cosas, la for­ma de ven­der las medi­das polí­ti­cas, con­ven­cer a la gen­te de que no hay alter­na­ti­va más allá de las ofre­ci­das por ellos) y en el «mal menor» ante las polí­ti­cas de la dere­cha. La dife­ren­cia entre las polí­ti­ca de esas «izquier­das» y «dere­chas», está exclu­si­va­men­te en el rela­to, en la for­ma de plan­tear los hechos. Pero a fuer­za de «ir el cán­ta­ro a la fuen­te» ter­mi­na rom­pién­do­se, y eso es lo que le pasa a la social­de­mo­cra­cia cuan­do gobier­na con los lími­tes que le impo­ne la bur­gue­sía y su sis­te­ma polí­ti­co-eco­nó­mi­ca, que la gen­te ter­mi­na por no creer en el rela­to y el mal menor resul­ta insu­fi­cien­te cuan­do millo­nes de per­so­nas sufren las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas neo­li­be­ra­les que tam­bién imple­men­ta la social­de­mo­cra­cia. Lle­ga­dos a este pun­to de des­con­fian­za ante las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les de la «izquier­da» y la impo­ten­cia de esta para solu­cio­nar los gra­ves pro­ble­mas que ya está pade­cien­do la cla­se tra­ba­ja­do­ra, el resul­ta­do es más des­ape­go de la polí­ti­ca, ascen­so de la dere­cha e impul­so al fascismo.

La otra acti­tud res­pec­to al Esta­do bur­gués es la de enfren­tar­lo, com­ba­tir­lo y destruirlo

Como hemos vis­to más arri­ba, la posi­bi­li­dad de rever­tir la situa­ción de explo­ta­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra median­te la refor­ma del Esta­do bur­gués, es prác­ti­ca­men­te nula por la impo­si­bi­li­dad de lle­gar a un acuer­do entre cla­ses. La bur­gue­sía nun­ca va a renun­ciar a su poder y a sus pri­vi­le­gios; los va a defen­der con todos los medios a su alcan­ce. Y si en algún momen­to cede ante el empu­je de la cla­se tra­ba­ja­do­ra no será por con­ven­ci­mien­to, sino como estra­te­gia para vol­ver a recu­pe­rar el espa­cio perdido.

La cues­tión del Esta­do, ha sido un tema cen­tral en todos los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios des­de el S. XIX, sien­do tra­ta­do por todos los auto­res revo­lu­cio­na­rios en mayor o menor medi­da. Marx, Engels, Lenin… y muchos otros auto­res tan­to mar­xis­tas como anar­quis­tas han vis­to la nece­si­dad de aco­me­ter la tarea.

Para Lenin, «El Esta­do es el pro­duc­to y la mani­fes­ta­ción del carác­ter irre­con­ci­lia­ble de las con­tra­dic­cio­nes de cla­se. El Esta­do sur­ge en el sitio, en el momen­to y en el gra­do en el que las con­tra­dic­cio­nes de cla­se no pue­den obje­ti­va­men­te con­ci­liar­se. Y vice­ver­sa, la exis­ten­cia del Esta­do demues­tra que las con­tra­dic­cio­nes de cla­se son irreconciliables».

En su obra El Esta­do y la revo­lu­ción, Lenin ana­li­za el pen­sa­mien­to de Marx al res­pec­to: «Según Marx, el Esta­do es un órgano de domi­na­ción de cla­se, un órgano de opre­sión de una cla­se por otra, es la crea­ción del ‘orden’ que lega­li­za y afian­za esta opre­sión, amor­ti­guan­do los cho­ques entre las cla­ses». Y con­ti­núa Lenin… «la libe­ra­ción de la cla­se opri­mi­da es impo­si­ble, no sólo sin una revo­lu­ción vio­len­ta, sino tam­bién sin la des­truc­ción del apa­ra­to del Poder esta­tal que ha sido crea­do por la cla­se domi­nan­te y en el que toma cuer­po aquel ‘divor­cio’».

El Esta­do español

El Esta­do espa­ñol se empie­za a con­fi­gu­rar al fina­li­zar la con­quis­ta de Al-Anda­lus tras la Toma de Gra­na­da, aglu­ti­nan­do dife­ren­tes nacio­nes por con­quis­ta mili­tar, sien­do una exten­sión de Cas­ti­lla que reu­nió en el Esta­do las tie­rras conquistadas.

Cas­ti­lla muta en Espa­ña tras la crea­ción de un Esta­do que es con­for­ma­do sobre las con­quis­tas mili­ta­res, por lo que no está basa­do en una Nación natu­ral, sino en las rela­cio­nes de domi­nio entre la poten­cia con­quis­ta­do­ra y las nacio­nes conquistadas.

El Esta­do crea­do por la expan­sión mili­tar de Cas­ti­lla nece­si­ta­ba asi­mi­lar los terri­to­rios con­quis­ta­dos para pre­ser­var la uni­dad polí­ti­ca y terri­to­rial con­se­gui­da por la fuer­za mili­tar. Por este moti­vo, des­de la cul­mi­na­ción de la con­quis­ta de Anda­lu­cía se desa­rro­lla­ron las polí­ti­cas asi­mi­lis­tas: prohi­bi­ción de las len­guas autóc­to­nas, des­truc­ción de libros y obras en ára­be y dia­lec­tos anda­lu­síes, prohi­bi­ción de usos y cos­tum­bres, prohi­bi­ción de las reli­gio­nes no cató­li­cas, impo­si­ción del idio­ma cas­te­llano, adoc­tri­na­mien­to de la juven­tud en la his­to­ria y cul­tu­ra de los colo­nos a tra­vés de la Igle­sia Cató­li­ca; cas­ti­gos físi­cos y eco­nó­mi­cos a quie­nes incum­plie­ran las nor­ma­ti­vas, lle­gan­do en muchos casos a la pena de muer­te, etc.

Unas polí­ti­cas que bus­ca­ban la «uni­dad» de todos los terri­to­rios con­quis­ta­dos por Cas­ti­lla: uni­dad terri­to­rial, polí­ti­ca, lin­güís­ti­ca, reli­gio­sa y cul­tu­ral. Una «uni­dad» nece­sa­ria para el man­te­ni­mien­to de la explo­ta­ción de la pobla­ción autóc­to­na y el con­trol del territorio.

A tra­vés de la gue­rra cul­tu­ral que en los pue­blos del nor­te se mani­fies­ta de for­ma sub­te­rrá­nea al limi­tar el uso de sus len­guas y cos­tum­bres a favor del cas­te­llano, al mis­mo tiem­po que eran des­pres­ti­gia­das y minus­va­lo­ra­das des­de las ins­ti­tu­cio­nes, y que en el Sur, Anda­lu­cía, se mani­fes­ta­ban median­te pro­ce­sos judi­cia­les con­tra la per­sis­ten­cia de la cul­tu­ra autóc­to­na que a pesar de las prohi­bi­cio­nes seguía viva en par­te de la pobla­ción. La San­ta Inqui­si­ción se ocu­pó de hacer cum­plir las leyes en mate­ria lin­güís­ti­ca y cul­tu­ral y de cas­ti­gar a quie­nes las incumplieran.

Afor­tu­na­da­men­te, las len­guas y cul­tu­ras de los pue­blos del nor­te penin­su­lar no se per­die­ron y han podi­do ser recu­pe­ra­das y pues­tas en valor para la gue­rra cul­tu­ral con­tra las impo­si­cio­nes cas­te­lla­nas y el nacio­na­lis­mo espa­ñol. Por con­tra, en Anda­lu­cía, la vio­len­cia cul­tu­ral y físi­ca no ha per­mi­ti­do la con­ti­nui­dad cul­tu­ral. El pro­ce­so de asi­mi­la­ción a tra­vés de la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal y mili­tar con­tra la cul­tu­ra autóc­to­na ha cul­mi­na­do en un pue­blo anda­luz cre­yen­te en ser des­cen­dien­te de sus pro­pios con­quis­ta­do­res. La gue­rra cul­tu­ral que aún per­sis­te ha invi­si­bi­li­za­do los res­tos cul­tu­ra­les que de for­ma sub­te­rrá­nea per­sis­ten en nues­tro acer­vo cultural.

El Esta­do sur­gi­do de la con­quis­ta se ha con­ver­ti­do en Nación a tra­vés de la «uni­fi­ca­ción» por asi­mi­la­ción y del exter­mi­nio de la cul­tu­ra autóc­to­na anda­lu­za, a la que ha «roba­do» par­te de sus mar­ca­do­res cul­tu­ra­les en un pro­ce­so de «vam­pi­ri­za­ción» cul­tu­ral que ha hecho de la cul­tu­ra espa­ño­la una copia gro­tes­ca, arti­fi­cial y super­fi­cial del ori­gi­nal. Una Nación inven­ta­da para jus­ti­fi­car un Esta­do nece­si­ta­ba tam­bién una cul­tu­ra pro­pia; una cul­tu­ra que no tenía Cas­ti­lla y que tuvo que inven­tar con los «jiro­nes» de la cul­tu­ra andaluza.

Hacia la des­truc­ción del Estado

Como hemos vis­to, el Esta­do espa­ñol es irre­for­ma­ble en esen­cia por­que cual­quier for­ma de Esta­do cum­ple la fun­ción de mar­co legal y polí­ti­co para la acu­mu­la­ción de capi­tal por par­te de la bur­gue­sía. Los cam­bios polí­ti­cos que han desem­bo­ca­do en la sus­ti­tu­ción de un mode­lo de Esta­do por otro, siem­pre han esta­do moti­va­dos por los intere­ses de la bur­gue­sía en bus­ca de la ‘paz social’ que pro­pi­cie la acu­mu­la­ción de capi­tal. Monar­quía, I Repú­bli­ca, vuel­ta a la monar­quía, II Repú­bli­ca, Dic­ta­du­ra, Monar­quía par­la­men­ta­ria… todos los cam­bios de mode­lo de Esta­do han sido impul­sa­dos por la bur­gue­sía para defen­der sus intereses.

Una refor­ma del Esta­do, inclu­so con cam­bio de mode­lo a una Repú­bli­ca, no garan­ti­za un cam­bio en la rela­ción de fuer­zas entre pro­le­ta­ria­do y bur­gue­sía, inclu­so, los movi­mien­tos refor­mis­tas situa­dos en la «izquier­da» del sis­te­ma son con­tem­pla­dos por la bur­gue­sía como una opción en caso de ago­ta­mien­to del sis­te­ma actual.

En Anda­lu­cía hemos sufri­do todas las for­mas del Esta­do espa­ñol. En todas ellas el pue­blo anda­luz ha con­ti­nua­do explo­ta­do, alie­na­do, y nues­tros recur­sos han sido expo­lia­dos para el bene­fi­cio del capi­tal forá­neo y de los cen­tros indus­tria­les del Esta­do. La rela­ción del pue­blo anda­luz con el Esta­do siem­pre ha sido la de repre­sión cuan­do se han exi­gi­do los dere­chos rela­ti­vos a la sobe­ra­nía y a la auto­de­ter­mi­na­ción, o mejo­ras para la cla­se trabajadora.

Las expe­rien­cias repu­bli­ca­nas espa­ño­las, a las que par­te de la izquier­da espa­ño­la nos quie­re diri­gir, no supu­sie­ron un avan­ce en la sobe­ra­nía eco­nó­mi­ca de la cla­se tra­ba­ja­do­ra anda­lu­za, ni un avan­ce en la sobe­ra­nía polí­ti­ca del pue­blo anda­luz. La I Repú­bli­ca espa­ño­la con el Pre­si­den­te Nico­lás Sal­me­rón a la cabe­za, encar­gó al Gene­ral Pavía la repre­sión al pue­blo anda­luz tras pro­cla­mar­se en Des­pe­ña­pe­rros la «Inde­pen­den­cia de Anda­lu­cía». Miles de anda­lu­ces fue­ron repre­sa­lia­dos, cum­plien­do penas de cár­cel o des­tie­rro, inde­pen­dien­te­men­te de los que falle­cie­ron en combate.

La II Repú­bli­ca espa­ño­la tam­po­co supu­so un avan­ce en las nece­si­da­des polí­ti­cas y socia­les de Anda­lu­cía. Los supues­tos avan­ces de la II Repú­bli­ca no lle­ga­ron a Anda­lu­cía, don­de el sis­te­ma elec­to­ral era con­tro­la­do por los «caci­ques» que ven­dían sus votos al mejor pos­tor a cam­bio de influen­cias y pre­ben­das. El apo­yo de la II Repú­bli­ca al empre­sa­ria­do agrí­co­la e indus­trial anda­luz deri­vó en el ase­si­na­to de jor­na­le­ros en la loca­li­dad gadi­ta­na de Casas Vie­jas cuan­do estos, movi­dos por el ham­bre, ocu­pa­ron tie­rras y decla­ra­ron el comu­nis­mo liber­ta­rio; o el bom­bar­deo con pie­zas de arti­lle­ría de la taber­na «Casa Cor­ne­lio» en Sevi­lla, lugar de encuen­tro de tra­ba­ja­do­res comu­nis­tas y anar­quis­tas, tras la huel­ga Gene­ral Revo­lu­cio­na­ria que para­li­zó la acti­vi­dad indus­trial de la ciu­dad. El bom­bar­deo des­tru­yó este cen­tro de reu­nión del pro­le­ta­ria­do sevi­llano, dán­do­se la para­do­ja de que años des­pués, se cons­tru­yó sobre sus rui­nas la Basí­li­ca de la Maca­re­na, lugar don­de repo­san los res­tos del cri­mi­nal Quei­po de Llano.

La cons­truc­ción del socia­lis­mo al que aspi­ra­mos para con­se­guir una Anda­lu­cía Libre e igua­li­ta­ria, no se hará des­de las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do, ni median­te pro­ce­sos elec­to­ra­les, que como hemos vis­to están con­tro­la­dos por la mis­ma bur­gue­sía que no duda­ría en emplear cual­quier méto­do para no renun­ciar a sus pri­vi­le­gios. No hay otra «Espa­ña» posi­ble, no lle­ga­re­mos a una Anda­lu­cía Libre a tra­vés de las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do espa­ñol. No pue­de exis­tir una Anda­lu­cía Libre, una Cata­lun­ya, Eus­ka­le­rria, Gali­za o Cana­rias Libre mien­tras exis­ta el Esta­do español.

Solo la des­truc­ción del Esta­do nos ofre­ce­rá la posi­bi­li­dad de cons­truir una Repú­bli­ca Anda­lu­za en base al socia­lis­mo infan­tis­ta. La cla­ve de todo esto está en la lucha de cla­ses, en des­truir el poder de la bur­gue­sía, y para ello es nece­sa­rio des­truir sus ins­ti­tu­cio­nes. Y si des­trui­mos el Esta­do, ¿qué nos que­da, en qué situa­ción que­da­ría Anda­lu­cía y su cla­se trabajadora?

Sin el poder del Esta­do, la bur­gue­sía habría per­di­do su herra­mien­ta de con­trol sobre las cla­ses tra­ba­ja­do­ras y sobre los pue­blos; habría per­di­do sus pri­vi­le­gios. En cuan­to a la orga­ni­za­ción terri­to­rial de lo que aún es el Esta­do espa­ñol, pasa­ría­mos por un perío­do de recon­fi­gu­ra­ción basa­do en las nacio­nes y los pue­blos exis­ten­tes. Si no exis­te el Esta­do espa­ñol, no exis­te Espa­ña, por­que Espa­ña como nación nun­ca ha exis­ti­do como hemos demos­tra­do, y por­que la «Nación espa­ño­la» es una fic­ción sos­te­ni­da por el Estado.

Tras el «tsu­na­mi» que pro­vo­ca­ría la caí­da del Esta­do, pasa­ría­mos a un reajus­te de las «pla­cas tec­tó­ni­cas», es decir, del terri­to­rio que con­for­ma­ba el Esta­do y que esta­ría en pro­ce­sos de cons­truc­ción polí­ti­ca. Si ya no exis­te Espa­ña por­que no hay un Esta­do que la sos­ten­ga, lo que nos que­da son las nacio­nes y los pue­blos, y son estas nacio­nes y pue­blos quie­nes tie­nen que deci­dir sobre su cons­truc­ción polí­ti­ca y social y sobre su enca­je en cual­quier otro tipo de enti­da­des supra­na­cio­na­les, o de acuer­dos entre naciones.

Este plan­tea­mien­to gene­ra dudas en muchas per­so­nas por­que es difí­cil ais­lar la idea de «Espa­ña». Para muchos mili­tan­tes de orga­ni­za­cio­nes de izquier­das inde­pen­den­tis­tas, en el Esta­do espa­ñol con­vi­ven, aun­que sea por la fuer­za, varias nacio­nes: Eus­ka­le­rría, Cata­lun­ya, Gali­za, Anda­lu­cía, Cana­rias… y el res­to es Espa­ña. Ese «res­to» no es Espa­ña, y esta idea es impres­cin­di­ble para avan­zar hacia cons­truc­cio­nes terri­to­ria­les inde­pen­dien­tes, pues­to que mien­tras exis­ta Espa­ña no habrá posi­bi­li­dad de inde­pen­den­cia ni de socia­lis­mo en nin­gu­na de las nacio­nes que com­po­nen el Esta­do. Mien­tras exis­ta Espa­ña exis­ti­rá el Esta­do espa­ñol, y viceversa.

La idea de «Espa­ña» nos impo­si­bi­li­ta para luchar con­tra el Esta­do por­que limi­ta las luchas a cada uno de los terri­to­rios nacio­na­les o nos deri­va a una refor­ma del Esta­do para que este per­mi­ta cam­bios en la rela­ción de las nacio­nes opri­mi­das con Espa­ña. La bur­gue­sía espa­ño­la, a tra­vés de su ins­tru­men­to de domi­na­ción, el Esta­do, nun­ca va a per­mi­tir per­der par­te de su espa­cio de acu­mu­la­ción de capi­tal y por lo tan­to, nun­ca per­mi­ti­rá la sedi­ción de nin­gu­na de sus «pro­pie­da­des», y mucho menos para cons­truir un espa­cio de socialismo.

Hay que des­truir el Esta­do para que aflo­ren las nacio­nes y los pue­blos. Lo que des­de algu­nas nacio­nes opri­mi­das lla­man «Espa­ña», no será más que los res­tos del Esta­do tras el pro­ce­so de «decons­truc­ción» y des­co­lo­ni­za­ción, es decir, la vuel­ta a los orí­ge­nes, la vuel­ta a la eta­pa ante­rior al pro­ce­so de con­quis­ta y colo­ni­za­ción: Cas­ti­lla. La iden­ti­fi­ca­ción de Cas­ti­lla y del res­to de terri­to­rios penin­su­la­res que no recla­man una iden­ti­dad pro­pia y dife­ren­cia­da, con «Espa­ña», es un freno en las polí­ti­cas de lucha con­tra el Esta­do, por­que si par­ti­mos de este axio­ma de la exis­ten­cia de una Nación lla­ma­da Espa­ña, habre­mos per­di­do de vis­ta el obje­ti­vo de des­truir el Esta­do bur­gués por­que este Esta­do bur­gués lo iden­ti­fi­ca­mos con una Nación, Espa­ña, y cual­quier posi­bi­li­dad de sobe­ra­nía y auto­de­ter­mi­na­ción de las nacio­nes opri­mi­das por el Esta­do, pasa por la des­truc­ción de este.

Con­se­guir la inde­pen­den­cia sin des­truir el Esta­do es una ente­le­quia como hemos podi­do com­pro­bar a lo lar­go de la his­to­ria. Cuan­do se tra­ta de la «Uni­dad de Espa­ña», eufe­mis­mo para desig­nar la «Uni­dad de mer­ca­do» que bene­fi­cia el con­trol eco­nó­mi­co de la bur­gue­sía espa­ño­la, el Esta­do espa­ñol es capaz de sacar toda la vio­len­cia a su alcan­ce, como ya ha suce­di­do en todas las nacio­nes sin Esta­do cuan­do han avan­za­do en la con­se­cu­ción de la sobe­ra­nía, la inde­pen­den­cia y la auto­de­ter­mi­na­ción. El últi­mo ejem­plo es muy recien­te: el Pro­cés Cata­lán del 2017,

La des­truc­ción del Esta­do requie­re de la cola­bo­ra­ción de todas las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que se sitúan en la izquier­da anti­ca­pi­ta­lis­ta. Pero esta cola­bo­ra­ción debe tener un obje­ti­vo extre­ma­da­men­te cla­ro y con­cre­to: la des­truc­ción del Estado.

No es posi­ble nin­gún tipo de cola­bo­ra­ción con orga­ni­za­cio­nes que par­tien­do de un dis­cur­so con­des­cen­dien­te o per­mi­si­vo con el inde­pen­den­tis­mo y con los argu­men­tos de las nacio­nes para su auto­de­ter­mi­na­ción, inten­tan deri­var las fuer­zas acu­mu­la­das hacia la modi­fi­ca­ción del Esta­do, hacia la «toma del Esta­do», con pro­me­sas de una Espa­ña Fede­ral cons­trui­da des­de el poder del Esta­do y que acep­te la liber­tad de deci­dir de las nacio­nes opri­mi­das. De Espa­ña, nada es creí­ble; ni de la dere­cha ni de la izquier­da, ni la Repú­bli­ca bur­gue­sa ni la Repú­bli­ca socia­lis­ta. Nin­gún par­ti­do, nin­gu­na orga­ni­za­ción, nin­gu­na ins­ti­tu­ción y nin­gún Esta­do ha renun­cia­do al Poder con­se­gui­do. Y nin­gún Esta­do espa­ñol va a renun­ciar a su poder para entre­gar­lo a las nacio­nes oprimidas.

La liber­tad, la sobe­ra­nía y la Inde­pen­den­cia de Anda­lu­cía y su cla­se tra­ba­ja­do­ra solo pue­de venir por la lucha del pue­blo anda­luz, y solo des­de la Repú­bli­ca Anda­lu­za y sus ins­ti­tu­cio­nes se podrá defen­der el terri­to­rio, el dere­cho a deci­dir y las rela­cio­nes polí­ti­cas, socia­les y eco­nó­mi­cas que las anda­lu­zas hayan acor­da­do. Solo des­de la Inde­pen­den­cia, el pue­blo anda­luz podrá deci­dir sobre par­ti­ci­pa­ción en acuer­dos supra­na­cio­na­les, o sobre su par­ti­ci­pa­ción en espa­cios eco­nó­mi­cos determinados.

Mal­com X, el líder afro­ame­ri­cano, expre­sa­ba la mis­ma idea de la siguien­te mane­ra: «Nadie pue­de dar­te tu liber­tad. Nadie pue­de dar­te tu igual­dad o jus­ti­cia o cual­quier otra cosa. Si tú eres un hom­bre, cógelo».

La cons­truc­ción de la Anda­lu­cía Libre se tie­ne que hacer des­de la base, des­de aba­jo, des­de los muni­ci­pios y las comar­cas y des­de la liber­tad y la deci­sión común de cons­truir un espa­cio de socia­lis­mo y sobe­ra­nía de la cla­se tra­ba­ja­do­ra andaluza.

Los Fede­ra­les anda­lu­ces en el artícu­lo 1 de la Cons­ti­tu­ción Anda­lu­za fir­ma­da en Ante­que­ra en el año 1883 lo deja­ron bien cla­ro: «Anda­lu­cía es sobe­ra­na y autó­no­ma; se orga­ni­za en una demo­cra­cia repu­bli­ca­na repre­sen­ta­ti­va, y no reci­be su poder de nin­gu­na auto­ri­dad exte­rior al de las auto­no­mías can­to­na­les que le ins­ti­tu­yen por este Pacto».

Que nadie nos ven­ga con cuen­tos de sire­nas, que nadie ven­ga a «ven­der­nos la moto»: El Esta­do espa­ñol «es Esta­do y es espa­ñol» y lo pin­ten como lo pin­ten no lo vamos a com­prar. Des­pués de más de 500 años some­ti­dos no nos vamos a creer a los encan­ta­do­res de ser­pien­tes que pro­me­ten «rega­lar­nos» la liber­tad y la soberanía.

En Anda­lu­cía solo hay un camino para con­se­guir el socia­lis­mo: la INDEPENDENCIA.

Ali Man­zano

En Anda­lu­cía, a 27 de agos­to de 2022.

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