Tor­tu­ra­do­res y compañía

Has­ta noviem­bre de 1984, en Eus­kal Herria hubo no pocos casos de tor­tu­ras en los que nume­ro­sos agen­tes fue­ron con­de­na­dos en fir­me. Eso sí, el Gobierno espa­ñol indul­tó a la mayo­ría de ellos y nin­guno estu­vo más allá de unos pocos días entre rejas, aun­que varios de ellos fue­ran con­de­na­dos en más de una ocasión.

Aque­llas con­de­nas se debie­ron a que, tras el fran­quis­mo, los tor­tu­ra­do­res siguie­ron sin dar una gran impor­tan­cia a no dejar mar­cas. Lo que hacían era pro­cu­rar hacer­las des­apa­re­cer duran­te los últi­mos días de inco­mu­ni­ca­ción, que se pro­lon­ga­ba enton­ces por diez días, apli­can­do todo tipo de pomadas.

Dichos casos de tor­tu­ras, bas­tan­tes de ellos muy escan­da­lo­sos, pusie­ron en ver­da­de­ros aprie­tos a las auto­ri­da­des y es obvio que los tor­tu­ra­do­res reci­bie­ron la orden de pres­cin­dir de vie­jos méto­dos fran­quis­tas que deja­ban seña­les, como la «barra», el «qui­ró­fano» y el «potro», y per­fec­cio­nar téc­ni­cas más sofis­ti­ca­das, que no dejan hue­lla físi­ca algu­na, como la «bol­sa».

Fue enton­ces cuan­do no poca gen­te empe­zó a negar cre­di­bi­li­dad a las ale­ga­cio­nes de tor­tu­ras. Un cam­bio de acti­tud que expli­ca­ron dicien­do que la tor­tu­ra dejó de ser un gra­ve pro­ble­ma here­da­do del fran­quis­mo, por­que se aca­bó prác­ti­ca­men­te con esa lacra. Aho­ra bien, lo úni­co que des­apa­re­cie­ron, casi siem­pre, fue­ron las mar­cas, no la prác­ti­ca de la tor­tu­ra, que se fue hacien­do cada vez más efi­caz y pro­fe­sio­nal. Y siguió pro­vo­can­do un inmen­so sufri­mien­to a las víctimas.

Prue­ba de ello es que los orga­nis­mos inter­na­cio­na­les de pre­ven­ción de la tor­tu­ra, Amnis­tía Inter­na­cio­nal y el Arar­te­ko, entre otros, siguie­ron denun­cian­do lo mis­mo que denun­cia­ban a prin­ci­pios de los ochen­ta esas per­so­nas que des­pués se empe­za­ron a des­en­ten­der de la lacra de la tor­tu­ra. Ade­más, según un estu­dio lle­va­do a cabo, a peti­ción del Gobierno Vas­co, por un equi­po diri­gi­do por el pres­ti­gio­so foren­se Fran­cis­co Etxe­be­rria, más de 2.300 ciu­da­da­nos de la Comu­ni­dad Autó­no­ma Vas­ca han sufri­do malos tratos/​torturas des­de 1985.

La polí­ti­ca segui­da por quie­nes, des­de 1985, han nega­do toda cre­di­bi­li­dad a las denun­cias de tor­tu­ras ha sido la de poner sor­di­na a dichas denun­cias, sal­vo cuan­do los casos han sido tan escan­da­lo­sos que no han teni­do otro reme­dio que hablar de ellos. Por ejem­plo, el de Igor Por­tu y Mat­tin Sara­so­la, a los que la Guar­dia Civil detu­vo por azar el 6 de enero de 2008 en Arrasate.

En su caso, se vol­vió a repe­tir lo que ya venía suce­dien­do des­de muchos años atrás: de nue­vo, fue un tri­bu­nal de Eus­kal Herria, la Audien­cia de Gipuz­koa, la que dic­tó el fallo con­de­na­to­rio en pri­me­ra ins­tan­cia; los con­de­na­dos vol­vie­ron a ser agen­tes de la Guar­dia Civil; y de nue­vo, el Supre­mo anu­ló las con­de­nas y absol­vió a todos los agentes.

Ade­más, los tor­tu­ra­do­res vol­vie­ron a ser encu­bier­tos por las más diver­sas estruc­tu­ras del Esta­do: la judi­ca­tu­ra, las auto­ri­da­des, los medios de comu­ni­ca­ción… Un buen ejem­plo de ello fue lo suce­di­do en rela­ción a cómo encon­tró la Guar­dia Civil los zulos de que dis­po­nía el coman­do de Por­tu y Sara­so­la. Unos zulos cuya loca­li­za­ción logra­ron median­te la tor­tu­ra y que tan­to el Minis­tro del Inte­rior como el juez encar­ga­do del caso y el dia­rio El País se empe­ña­ron en atri­buir a la exce­len­te labor pro­fe­sio­nal de la Guar­dia Civil, recu­rrien­do para ello a la men­ti­ra pura y dura./p>

El pri­me­ro en men­tir fue el Minis­tro del Inte­rior Rubal­ca­ba quien, en una rue­da de pren­sa, afir­mó que la Guar­dia Civil aca­ba­ba de loca­li­zar un zulo con deto­na­do­res y explo­si­vos «por un cro­quis que lle­va­ba uno de los dos dete­ni­dos en Mon­dra­gón en la tar­de de ayer».

El juez que orde­nó inco­mu­ni­car­los, Gran­de-Mar­las­ka, vol­vió a men­tir al res­pec­to en el auto en que dic­tó pri­sión con­tra Mat­tin Sara­so­la. Lo hizo cuan­do afir­mó que los zulos fue­ron loca­li­za­dos, «no por su decla­ra­ción, sino por la ingen­te y enco­mia­ble labor de la Guar­dia Civil, que ha sabi­do inter­pre­tar la docu­men­ta­ción aprehen­di­da». Aho­ra bien, antes de dic­tar aquel auto, sabía que, un día des­pués de ser dete­ni­do, Sara­so­la «acce­dió» a dibu­jar los cro­quis en los que ubi­ca­ba los luga­res en los que se encon­tra­ban los zulos del coman­do. Los dibu­jó, de madru­ga­da, en su pri­me­ra decla­ra­ción poli­cial, y el juez Mar­las­ka los tuvo en sus manos, ya que iban adjun­tos a dicha declaración.

Unos días des­pués, el dia­rio El País publi­có en pri­mi­cia dichos cro­quis y afir­mó que la Guar­dia Civil encon­tró los zulos gra­cias a esos cro­quis, afir­man­do que fue­ron dibu­ja­dos por Por­tu («grá­fi­cos hechos por Igor Por­tu») y loca­li­za­dos gra­cias a los «regis­tros» efec­tua­dos por la Guar­dia Civil. Tan­to lo uno como lo otro era abso­lu­ta­men­te fal­so. De arri­ba abajo.

Por lo tan­to, la men­ti­ra sobre el modo en que la Guar­dia Civil loca­li­zó los zulos del coman­do la ini­ció Rubal­ca­ba, fue Mar­las­ka quien tomó su rele­vo y la guin­da la puso El País. Tres pro­ta­go­nis­tas y tres dife­ren­tes modos de divul­gar la mis­ma men­ti­ra con el mis­mo obje­ti­vo: ocul­tar que la Guar­dia Civil loca­li­zó los zulos del coman­do gra­cias a las decla­ra­cio­nes que arran­có bajo tor­tu­ras a Mat­tin Sara­so­la y a los cro­quis que le obli­gó a dibu­jar estan­do incomunicado.

Así es como se han com­por­ta­do las auto­ri­da­des, los jue­ces de la Audien­cia Nacio­nal, los prin­ci­pa­les medios de comu­ni­ca­ción, el Tri­bu­nal Supre­mo… Todos ellos han encu­bier­to a los tor­tu­ra­do­res y por ello son res­pon­sa­bles direc­tos de la tor­tu­ra. Han sido la com­pa­ñía que les es nece­sa­ria para poder actuar con total impu­ni­dad, la red que les garan­ti­za una pro­tec­ción abso­lu­ta, inclu­so en los casos más escan­da­lo­sos como el de Por­tu y Sarasola.

Cuan­do los casos son tan fla­gran­tes, no les bas­ta con uti­li­zar su arma favo­ri­ta, el silen­cio con el que han cubier­to duran­te déca­das miles de casos de tor­tu­ra. Enton­ces, como aca­bo de mos­trar, no le hacen ascos ni a las men­ti­ras puras y duras.

¡Que cara­du­ras!

Xabier Maka­za­ga, inves­ti­ga­dor del terro­ris­mo de Estado

1 de agos­to de 2022

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