Los BRICS rom­pen las san­cio­nes y cons­tru­yen un nue­vo mundo

Los tres días de actos de los BRICS en Pekín tenían dos opcio­nes. La pri­me­ra opción (la que pro­ba­ble­men­te habría atraí­do más a la opi­nión públi­ca rusa) era que los máxi­mos diri­gen­tes de Bra­sil, Rusia, India, Chi­na y Sudá­fri­ca adop­ta­ran un docu­men­to final que dije­ra en tér­mi­nos claros:

Si un gru­po de paí­ses occi­den­ta­les quie­re tra­tar con noso­tros median­te ame­na­zas y, espe­cial­men­te, san­cio­nes eco­nó­mi­cas, es decir, prohi­bi­cio­nes y res­tric­cio­nes al comer­cio y al desa­rro­llo, eso es asun­to suyo. Noso­tros, los cin­co paí­ses, decla­ra­mos solem­ne­men­te que segui­mos cola­bo­ran­do entre noso­tros inde­pen­dien­te­men­te de las san­cio­nes de Esta­dos Uni­dos o de la Unión Euro­pea. Las san­cio­nes son ile­ga­les y deben seguir sien­do la elec­ción per­so­nal de un país u otro, sin impo­ner­las a nadie más.

Pero, por un lado, estas pala­bras se han oído en todas las decla­ra­cio­nes de las ante­rio­res cum­bres de los BRICS. Y esta vez, si se exa­mi­na dete­ni­da­men­te el docu­men­to final –la decla­ra­ción de Pekín– se encon­tra­rá una refe­ren­cia al hecho de que los cin­co se reafir­man en sus posi­cio­nes ante­rio­res y recla­man un comer­cio bajo las reglas de la Orga­ni­za­ción Mun­dial del Comercio.

Pero el jue­go es dife­ren­te aho­ra y las gran­des decla­ra­cio­nes no nos lle­va­rán a nin­gu­na par­te. Occi­den­te ha lan­za­do una gue­rra eco­nó­mi­ca, psi­co­ló­gi­ca y de otros tipos a gran esca­la con­tra dos miem­bros del BRICS, Rusia y Chi­na, y en estas con­di­cio­nes hay que tra­ba­jar de otra mane­ra. En par­ti­cu­lar, hay que tener en cuen­ta las san­cio­nes secun­da­rias, en las que las empre­sas de ter­ce­ros paí­ses que inten­tan hacer nego­cios con alguien que ha sido afec­ta­do por las san­cio­nes son las más pro­pen­sas a ser tra­ta­das. Sería extre­ma­da­men­te ton­to desa­fiar a alguien ver­bal­men­te y sufrir daños en el proceso.

Por ello, el país anfi­trión de la reu­nión, Chi­na, optó por un enfo­que dife­ren­te, más inte­li­gen­te, más pare­ci­do a una par­ti­da de peo­nes que a una fre­né­ti­ca irrup­ción de pie­zas en el table­ro de ajedrez.

En par­ti­cu­lar, las con­ver­sa­cio­nes sobre los meca­nis­mos para des­ac­ti­var las san­cio­nes se lle­va­ron a cabo en una fase pre­pa­ra­to­ria, con un aná­li­sis exhaus­ti­vo de todo: los suyos, los sis­te­mas de pago cerra­dos, los víncu­los logís­ti­cos recién crea­dos y todo lo demás. Ade­más, estas con­ver­sa­cio­nes tuvie­ron que ampliar­se de for­ma drás­ti­ca. En Pekín, los cin­co líde­res mar­ca­ron en su mayo­ría el tono del even­to a tra­vés de una video­con­fe­ren­cia, pero los empre­sa­rios de dos doce­nas de gran­des eco­no­mías emer­gen­tes estu­vie­ron pre­sen­tes en direc­to en la pri­me­ra par­te del even­to: la cum­bre empre­sa­rial. Y en la reu­nión de clau­su­ra, un diá­lo­go de alto nivel, había altos diri­gen­tes de otros 13 paí­ses, todos ellos Esta­dos muy importantes.

Cabe des­ta­car que ya ha habi­do muchas per­so­nas que han que­ri­do unir­se a los BRICS. Pero nues­tros cin­co paí­ses no que­rían que esto suce­die­ra. La idea era que los líde­res de regio­nes ente­ras, la eli­te del mun­do real, se reu­nie­ran aquí: Sudá­fri­ca es la voz de Áfri­ca; India es la voz del sur de Asia, y así sucesivamente.

Pero las cosas han cam­bia­do, y en mayo de este año el país que lo pre­si­de, Chi­na, lan­zó un pro­ce­so de recons­truc­ción de las filas y de trans­for­ma­ción de los BRICS en algo dife­ren­te y nue­vo: una alian­za de casi todo el mun­do en desa­rro­llo con­tra el exas­pe­ran­te Occi­den­te. En esta oca­sión, se cele­bra­ron deba­tes muy serios sobre este tema, pero se deci­dió no hacer públi­cos los resul­ta­dos. Sin embar­go, está cla­ro que muchas de las tre­ce per­so­nas que par­ti­ci­pa­ron en el diá­lo­go de alto nivel son can­di­da­tos. Y algu­nos de los que no participaron.

Pero el públi­co reci­bió un men­sa­je muy efi­caz. Era algo así: Occi­den­te cons­tru­ye muros entre los pue­blos, obs­ta­cu­li­za su desa­rro­llo eco­nó­mi­co con sus san­cio­nes. Y noso­tros, la alter­na­ti­va a Occi­den­te, cons­trui­mos puen­tes y carre­te­ras, unien­do a la gen­te. Ade­más, somos bue­nos en esto, mien­tras que Occi­den­te, al jugar con las san­cio­nes, se ha meti­do en su pro­pia tram­pa y se ha enfren­ta­do a una catás­tro­fe eco­nó­mi­ca. Para noso­tros, es al revés.

Y a este res­pec­to, en la cum­bre de Pekín y en torno a ella sur­gie­ron muchos datos y cifras de peso. Por ejem­plo, no impor­ta el PIB glo­bal que pro­duz­can los miem­bros de los BRICS. Lo impor­tan­te es que el año pasa­do repre­sen­ta­ron el 50% del cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co mun­dial. Así que se están impul­san­do a sí mis­mos y al mun­do, y Occi­den­te está desem­pe­ñan­do el papel contrario.

En con­cre­to, el año pasa­do el comer­cio de bie­nes (exclui­dos los ser­vi­cios) de nues­tros cin­co paí­ses alcan­zó los 8,55 billo­nes de dóla­res, lo que supo­ne un aumen­to del 33,4%. Este cre­ci­mien­to es sen­sa­cio­nal. En gene­ral, mues­tra cla­ra­men­te dón­de está el epi­cen­tro del desa­rro­llo mun­dial, dón­de se está cons­tru­yen­do el futuro.

El men­sa­je que se des­pren­de de todas las reunio­nes cele­bra­das en Pekín es que el gru­po BRICS se ha con­ver­ti­do en una pla­ta­for­ma mun­dial para tra­zar el rum­bo del futu­ro. Las vías no son decla­ra­ti­vas, sino con­cre­tas. El docu­men­to final de la reu­nión está lleno de deta­lles, es decir, refe­ren­cias a pro­gra­mas y meca­nis­mos que fun­cio­nan en los BRICS: en agri­cul­tu­ra, nue­vas tec­no­lo­gías, nue­vos tipos de ener­gía, bio­tec­no­lo­gía. Hay muchos meca­nis­mos de este tipo, y se están crean­do más. Y espe­cial­men­te en el ámbi­to finan­cie­ro, que empe­zó a con­ver­tir­se en una alter­na­ti­va a Occi­den­te en el pri­mer año de tra­ba­jo de los BRICS, es decir, des­de 2006.

En el foro se men­cio­nó con bas­tan­te fre­cuen­cia a Rusia. Por un lado, ha ofre­ci­do a sus socios –espe­cial­men­te a Chi­na e India– enor­mes opor­tu­ni­da­des al sumi­nis­trar­les petró­leo y gas a pre­cios que guar­dan poca rela­ción con el furio­so mer­ca­do ener­gé­ti­co occi­den­tal. En otras pala­bras, hemos pro­por­cio­na­do a Orien­te una enor­me ven­ta­ja y com­pe­ti­ti­vi­dad que, por ejem­plo, Euro­pa se ha nega­do a sí mis­ma al for­zar los sumi­nis­tros rusos. En res­pues­ta –des­de que las san­cio­nes están en vigor– varios ciu­da­da­nos chi­nos e indios han habla­do de entrar en nues­tro sec­tor de redes comer­cia­les para sus­ti­tuir a los que se han ido.

Y tam­bién han habla­do de muchas otras cosas, pero menos abier­ta­men­te. Y no solo indios o chinos.

En cuan­to a las san­cio­nes, recor­de­mos que el gru­po BRICS, des­de su crea­ción, ha sido un meca­nis­mo para rom­per­las, si es que sur­gen. Lo han hecho, y en serio. Y el mayor gol­pe por su par­te no ha sido la con­de­na de las san­cio­nes en decla­ra­cio­nes perió­di­cas, sino la fal­ta total de deba­te. El desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos en Pekín envió un men­sa­je sim­ple y cla­ro a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal: ¿san­cio­nes? ¿De qué estás hablan­do? Nos va bien, esta­mos hablan­do de una fuer­te ace­le­ra­ción de la coope­ra­ción y el cre­ci­mien­to, y esta­mos dis­cu­tien­do nue­vos pro­yec­tos. Pero pue­des hacer lo que quie­ras con tus san­cio­nes, no nos interesa.

Ale­xei Druzhi­nin /​RIA Novosti

26 de junio de 2022

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