El pen­sa­mien­to revo­lu­cio­na­rio de Marx y la lucha con­tra la ideo­lo­gía domi­nan­te (2). «La ideo­lo­gía alemana»

«El pri­mer acto his­tó­ri­co de estos indi­vi­duos, por el que se dis­tin­guen de los ani­ma­les, no es que pien­sen, sino que comien­zan a pro­du­cir sus medios de existencia.»

Des­pués de la Crí­ti­ca de la eco­no­mía polí­ti­ca de 1859, publi­ca­mos aho­ra algu­nos pasa­jes de La ideo­lo­gía ale­ma­na, un tex­to escri­to por Marx y Engels entre el oto­ño de 1845 y la pri­ma­ve­ra de 1846. Es una obra pós­tu­ma, ya que se publi­có por pri­me­ra vez en… 1932.

[…] Las pre­mi­sas de las que par­ti­mos no son bases arbi­tra­rias, dog­mas; son bases reales de las que solo se pue­de pres­cin­dir en la ima­gi­na­ción. Son los indi­vi­duos reales, su acción y sus con­di­cio­nes mate­ria­les de exis­ten­cia, las que ya se han encon­tra­do tal cual, así como las que nacen de su pro­pia acción. Por tan­to, estas bases son veri­fi­ca­bles por medios pura­men­te empíricos.

La pri­me­ra con­di­ción de toda la his­to­ria huma­na es, natu­ral­men­te, la exis­ten­cia de seres huma­nos vivos. El pri­mer acto his­tó­ri­co de estos indi­vi­duos, por el que se dis­tin­guen de los ani­ma­les, no es que pien­sen, sino que comien­zan a pro­du­cir sus medios de exis­ten­cia. El pri­mer esta­do de cosas que hay que seña­lar es, por tan­to, la com­ple­xión cor­po­ral de estos indi­vi­duos y las rela­cio­nes que les crea con el res­to de la natu­ra­le­za. No pode­mos, por supues­to, hacer aquí un estu­dio deta­lla­do de la cons­ti­tu­ción físi­ca del hom­bre mis­mo, ni de las con­di­cio­nes natu­ra­les que los hom­bres han encon­tra­do pre­pa­ra­das, geo­ló­gi­cas, oro­grá­fi­cas, hidro­grá­fi­cas, cli­má­ti­cas y otras. Aho­ra bien, este esta­do de cosas no solo con­di­cio­na la orga­ni­za­ción que ema­na de la natu­ra­le­za; la orga­ni­za­ción pri­mi­ti­va de los hom­bres, sus dife­ren­cias de raza en par­ti­cu­lar; tam­bién con­di­cio­na todo su desa­rro­llo o no desa­rro­llo pos­te­rior has­ta el momen­to actual. Toda la his­to­ria debe par­tir de estas bases natu­ra­les y de su modi­fi­ca­ción por la acción de los hom­bres en el cur­so de la historia.

Los hom­bres pue­den dis­tin­guir­se de los ani­ma­les por la con­cien­cia, por la reli­gión y por todo lo que se quie­ra. Ellos mis­mos comien­zan a dis­tin­guir­se de los ani­ma­les en cuan­to empie­zan a pro­du­cir sus medios de exis­ten­cia, un paso ade­lan­te que es la con­se­cuen­cia mis­ma de su orga­ni­za­ción cor­po­ral. Al pro­du­cir sus medios de exis­ten­cia, los hom­bres pro­du­cen indi­rec­ta­men­te su pro­pia vida material.

La for­ma en que los hom­bres pro­du­cen sus medios de exis­ten­cia depen­de, en pri­mer lugar, de la natu­ra­le­za de los medios de exis­ten­cia que ya les han sido dados y que tie­nen que repro­du­cir. Este modo de pro­duc­ción no debe con­si­de­rar­se úni­ca­men­te des­de el pun­to de vis­ta de la repro­duc­ción de la exis­ten­cia físi­ca de los indi­vi­duos. Por el con­tra­rio, repre­sen­ta ya un modo deter­mi­na­do de la acti­vi­dad de estos indi­vi­duos, un modo deter­mi­na­do de mani­fes­tar su vida, un modo deter­mi­na­do de vida. La for­ma en que los indi­vi­duos mani­fies­tan su vida refle­ja exac­ta­men­te lo que son. Por lo tan­to, lo que son coin­ci­de con su pro­duc­ción, tan­to con lo que pro­du­cen como con la for­ma de pro­du­cir­lo. Por lo tan­to, lo que los indi­vi­duos son depen­de de las con­di­cio­nes mate­ria­les de su producción. […]

Estos son los hechos: indi­vi­duos espe­cí­fi­cos que se dedi­can a la acti­vi­dad pro­duc­ti­va de una mane­ra espe­cí­fi­ca entran en rela­cio­nes socia­les y polí­ti­cas espe­cí­fi­cas. En cada caso indi­vi­dual, la obser­va­ción empí­ri­ca debe mos­trar la cone­xión entre la estruc­tu­ra social y polí­ti­ca y la pro­duc­ción, sin nin­gu­na espe­cu­la­ción o mis­ti­fi­ca­ción. La estruc­tu­ra social y el Esta­do son cons­tan­te­men­te el resul­ta­do del pro­ce­so vital de cier­tos indi­vi­duos; pero de estos indi­vi­duos no como pue­den apa­re­cer en su pro­pia repre­sen­ta­ción o en la de otros, sino como son en reali­dad, es decir, como tra­ba­jan y pro­du­cen mate­rial­men­te; por tan­to, como actúan sobre la base y den­tro de con­di­cio­nes y lími­tes mate­ria­les deter­mi­na­dos e inde­pen­dien­tes de su volun­tad. Las repre­sen­ta­cio­nes que estos indi­vi­duos se hacen a sí mis­mos son ideas sobre sus rela­cio­nes con la natu­ra­le­za, o sobre sus rela­cio­nes con los demás, o sobre su pro­pia natu­ra­le­za. Es evi­den­te que, en todos estos casos, estas repre­sen­ta­cio­nes son la expre­sión cons­cien­te, real o ima­gi­na­ria, de sus rela­cio­nes y acti­vi­dad reales, de su pro­duc­ción, de su comer­cio, de su orga­ni­za­ción polí­ti­ca y social. La hipó­te­sis con­tra­ria solo pue­de plan­tear­se si supo­ne­mos que fue­ra de las men­tes de los indi­vi­duos reales, mate­rial­men­te con­di­cio­na­dos, exis­te otra men­te, una men­te par­ti­cu­lar. Si la expre­sión cons­cien­te de las con­di­cio­nes reales de vida de estos indi­vi­duos es ima­gi­na­ria, si en sus repre­sen­ta­cio­nes ponen la reali­dad al revés, este fenó­meno no deja de ser una con­se­cuen­cia de su limi­ta­do modo de acti­vi­dad mate­rial y de las estre­chas rela­cio­nes socia­les que se deri­van de él […]

A dife­ren­cia de la filo­so­fía ale­ma­na, que des­cien­de del cie­lo a la tie­rra, aquí ascen­de­mos de la tie­rra al cie­lo. Es decir, no par­ti­mos de lo que la gen­te dice, ima­gi­na y repre­sen­ta, ni de lo que es en las pala­bras, los pen­sa­mien­tos, la ima­gi­na­ción y la repre­sen­ta­ción de los demás, para aca­bar con las per­so­nas reales; no, par­ti­mos de las per­so­nas en su acti­vi­dad real, y de su pro­ce­so vital real repre­sen­ta­mos tam­bién el desa­rro­llo de los refle­jos y ecos ideo­ló­gi­cos de este pro­ce­so vital. E inclu­so las fan­tas­ma­go­rías del cere­bro humano son subli­ma­cio­nes nece­sa­ria­men­te resul­tan­tes de su pro­ce­so vital mate­rial empí­ri­ca­men­te cons­ta­ta­ble, que tie­ne una base mate­rial. En con­se­cuen­cia, la moral, la reli­gión, la meta­fí­si­ca y todo el res­to de la ideo­lo­gía, así como las for­mas de con­cien­cia que les corres­pon­den, pier­den inme­dia­ta­men­te toda apa­rien­cia de auto­no­mía. No tie­nen his­to­ria, no tie­nen desa­rro­llo; por el con­tra­rio, son los hom­bres los que, desa­rro­llan­do su pro­duc­ción mate­rial y sus rela­cio­nes mate­ria­les, trans­for­man, con esta reali­dad pro­pia, tan­to su pen­sa­mien­to como los pro­duc­tos de su pen­sa­mien­to. No es la con­cien­cia la que deter­mi­na la vida, sino la vida la que deter­mi­na la con­cien­cia. En la pri­me­ra for­ma de ver las cosas, se par­te de la con­cien­cia como indi­vi­duo vivo, en la segun­da, que corres­pon­de a la vida real, se par­te de los pro­pios indi­vi­duos reales y vivos y se con­si­de­ra la con­cien­cia sólo como su conciencia […].

Moha­med Belaali

21 de junio de 2022

Fuen­te: https://​www​.belaa​li​.com/​2​0​2​2​/​0​6​/​l​a​-​p​e​n​s​e​e​-​r​e​v​o​l​u​t​i​o​n​n​a​i​r​e​-​d​e​-​m​a​r​x​-​e​t​-​l​e​-​c​o​m​b​a​t​-​c​o​n​t​r​e​-​l​-​i​d​e​o​l​o​g​i​e​-​d​o​m​i​n​a​n​t​e​.​h​tml

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