Defen­dien­do nues­tra sobe­ra­nía: bases mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses en Áfri­ca y el futu­ro de la uni­dad africana

Algu­nas de las bases mili­ta­res cono­ci­das de AFRICOM per­ma­nen­tes y semi­per­ma­nen­tes en el con­ti­nen­te afri­cano, 2019.

¿Cómo se visua­li­za la hue­lla del Imperio?

Las imá­ge­nes de este dos­sier car­to­gra­fían algu­nas de las bases mili­ta­res de AFRICOM en el con­ti­nen­te afri­cano, tan­to las «dura­de­ras» como las «no dura­de­ras», como se deno­mi­nan ofi­cial­men­te. Las fotos sate­li­ta­les fue­ron reco­pi­la­das por el artis­ta de datos Josh Begley, que diri­gió un pro­yec­to de car­to­gra­fía para res­pon­der a la pre­gun­ta: «¿cómo se mide una hue­lla militar?»

Para este dos­sier, el Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal de Inves­ti­ga­ción Social pro­yec­tó físi­ca­men­te las imá­ge­nes y las coor­de­na­das de estos luga­res ocul­tos en un mapa de Áfri­ca, recons­tru­yen­do visual­men­te el apa­ra­to de mili­ta­ri­za­ción actual. Al mis­mo tiem­po, los alfi­le­res e hilos que conec­tan estos luga­res nos recuer­dan los «cuar­tos de gue­rra» de la domi­na­ción colo­nial. El con­jun­to de imá­ge­nes es un tes­ti­mo­nio visual de la con­ti­nua «frag­men­ta­ción y subor­di­na­ción de los pue­blos y gobier­nos del con­ti­nen­te», tal y como lo des­cri­be este dossier.

[Que­re­mos] recha­zar el esta­do de super­vi­ven­cia, aflo­jar las pre­sio­nes, libe­rar nues­tro cam­po de un inmo­vi­lis­mo o regre­sión medie­val, demo­cra­ti­zar nues­tra socie­dad, abrir nues­tras men­tes a un uni­ver­so de res­pon­sa­bi­li­dad colec­ti­va para atre­ver­nos a inven­tar el futu­ro. Rom­per y recons­truir la admi­nis­tra­ción a tra­vés de una ima­gen dife­ren­te del fun­cio­na­rio [públi­co], sumer­gir a nues­tro ejér­ci­to en el pue­blo a tra­vés del tra­ba­jo pro­duc­ti­vo y recor­dar­les ince­san­te­men­te que, sin for­ma­ción patrió­ti­ca, un sol­da­do es sólo un cri­mi­nal en poten­cia. Este es nues­tro pro­gra­ma político.

Tho­mas San­ka­ra (pre­si­den­te de Bur­ki­na Faso) ante la ONU, 4 de octu­bre de 1984.

El 30 de mayo de 2016, el Con­se­jo de Paz y Segu­ri­dad de la Unión Afri­ca­na (PSC por su sigla en inglés) cele­bró su reu­nión núme­ro 601. Aun­que la agen­da era amplia, lxs inte­gran­tes del PSC lle­ga­ron a la reu­nión preo­cu­padxs por una serie de con­flic­tos: el colap­so del Esta­do libio y el impac­to que había teni­do en la región del Sahel, las luchas con­ti­nuas en la región del lago Chad con la per­sis­ten­cia de Boko Haram, y las gue­rras que mar­ca­ron la región de los Gran­des Lagos (con la pér­di­da de sobe­ra­nía de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go en su flan­co orien­tal). La «res­pon­sa­bi­li­dad pri­ma­ria de ase­gu­rar la pre­ven­ción efec­ti­va de con­flic­tos», seña­ló el PSC, «recae en los Esta­dos miem­bros», es decir, los 55 paí­ses del con­ti­nen­te afri­cano, des­de Arge­lia has­ta Zimbabue.

El PSC no nece­si­ta­ba lec­cio­nes de nadie sobre sus pro­pias limi­ta­cio­nes, que eran dos:

  1. Frag­men­ta­ción inter­na. Solo meses antes de esa reu­nión de mayo, el PSC había auto­ri­za­do el des­plie­gue de 5.000 efec­ti­vos de la Misión Afri­ca­na de Pre­ven­ción y Pro­tec­ción en Burun­di. Esto se debió, en par­te, a las dura­de­ras cau­sas del pro­lon­ga­do con­flic­to en los Gran­des Lagos que inclu­yó la Gue­rra Civil de Burun­di (1993−2005), así como la cri­sis polí­ti­ca cau­sa­da por la asfi­xia del sis­te­ma polí­ti­co por par­te del pre­si­den­te Pie­rre Nku­run­zi­za, que des­en­ca­de­nó pro­tes­tas y repre­sión esta­tal en 2015. El pre­si­den­te Nku­run­zi­za impul­só una agen­da entre los jefes de gobierno afri­ca­nos para blo­quear la deci­sión del PSC. La Unión Afri­ca­na deci­dió que la situa­ción en Burun­di se había cal­ma­do, pese a que la ONU encon­tró evi­den­cia de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad. Este fue un ejem­plo de la frag­men­ta­ción de los líde­res afri­ca­nos, que impi­dió que el PSC con­si­ga avan­zar una agenda.

  2. Pre­sio­nes exter­nas. Entre febre­ro y mar­zo de 2011, el PSC se reu­nió para dise­ñar una hoja de ruta com­ple­ta para hacer retro­ce­der el con­flic­to en Libia. Una misión del PSC se con­gre­gó en Nuak­chot, Mau­ri­ta­nia, para via­jar a Trí­po­li, Libia, y comen­zar las nego­cia­cio­nes sobre la base del párra­fo 7 del comu­ni­ca­do del PSC. Este párra­fo —cono­ci­do como la «hoja de ruta»— con­te­nía una ele­gan­te vía de cua­tro pun­tos, inclu­yen­do el cese de hos­ti­li­da­des, la entre­ga de ayu­da huma­ni­ta­ria a tra­vés de la coope­ra­ción, la pro­tec­ción de la ciu­da­da­nía extran­je­ra y la adop­ción e imple­men­ta­ción de refor­mas polí­ti­cas para eli­mi­nar las cau­sas de la cri­sis. Tan­to el gobierno de Libia como la opo­si­ción recha­za­ron ini­cial­men­te la hoja de ruta, pero el diá­lo­go per­ma­ne­ció abier­to, razón por la cual una misión del PSC esta­ba lis­ta para ir a Trí­po­li. El día antes de que la misión pudie­ra par­tir, Fran­cia y Esta­dos Uni­dos comen­za­ron a bom­bar­dear Libia. Este bom­bar­deo suce­dió con el aus­pi­cio de la Orga­ni­za­ción del Tra­ta­do del Atlán­ti­co Nor­te (OTAN) y de la Reso­lu­ción 1973 del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU (vota­da por tres paí­ses afri­ca­nos: Gabón, Nige­ria y Sudá­fri­ca). Esta «inter­ven­ción huma­ni­ta­ria» rápi­da­men­te exce­dió el man­da­to de la ONU de pro­te­ger a la ciu­da­da­nía, avan­zan­do hacia un cam­bio de régi­men con una inmen­sa vio­len­cia que pro­vo­có víc­ti­mas civi­les. El des­pre­cio mos­tra­do por los esta­dos del Atlán­ti­co Nor­te por la Unión Afri­ca­na y el PSC ha pasa­do prác­ti­ca­men­te desapercibido.

Tras la gue­rra de la OTAN con­tra Libia, la región del Sahel expe­ri­men­tó una serie de con­flic­tos, muchos de ellos impul­sa­dos por el sur­gi­mien­to de for­mas de mili­ta­ris­mo, pira­te­ría y con­tra­ban­do. Con el pre­tex­to de esos con­flic­tos e incen­ti­va­dos por la gue­rra de la OTAN, Fran­cia y Esta­dos Uni­dos inter­vi­nie­ron mili­tar­men­te en todo el Sahel. En 2014, Fran­cia esta­ble­ció el G‑5 Sahel, un acuer­do mili­tar que incluía a Bur­ki­na Faso, Chad, Mali, Mau­ri­ta­nia y Níger: y expan­dió o abrió nue­vas bases en Gao, Mali; Yame­na, Chad; Nia­mey, Níger; y Uaga­du­gú, Bur­ki­na Faso. Esta­dos Uni­dos, por su par­te, cons­tru­yó una enor­me base de avio­nes no tri­pu­la­dos en Aga­dez, Níger, des­de don­de lle­va a cabo sus ata­ques con dro­nes y la vigi­lan­cia aérea de todo el Sahel y el desier­to del Saha­ra. Esta es una de las muchas bases esta­dou­ni­den­ses en el con­ti­nen­te afri­cano. Esta­dos Uni­dos tie­ne 29 ins­ta­la­cio­nes mili­ta­res cono­ci­das en 15 paí­ses del con­ti­nen­te, mien­tras que Fran­cia tie­ne bases en 10 paí­ses. Nin­gún otro país de fue­ra del con­ti­nen­te tie­ne tan­tas bases mili­ta­res en África.

Arba Minch, Etio­pía 6.040864 | 37.5881181

El núme­ro de bases mili­ta­res extran­je­ras en el con­ti­nen­te afri­cano alar­mó al PSC, que lo plan­teó como una cues­tión impor­tan­te en su reu­nión de mayo de 2016:

El Con­se­jo obser­va con pro­fun­da preo­cu­pa­ción la exis­ten­cia de bases mili­ta­res extran­je­ras y el esta­ble­ci­mien­to de otras nue­vas en algu­nos paí­ses afri­ca­nos, jun­to con la inca­pa­ci­dad de los Esta­dos miem­bros afec­ta­dos para moni­to­rear efi­caz­men­te el movi­mien­to de armas hacia y des­de esas bases. En este sen­ti­do, el Con­se­jo enfa­ti­za la nece­si­dad de que los Esta­dos miem­bros sean siem­pre cir­cuns­pec­tos cuan­do cele­bren acuer­dos que con­duz­can al esta­ble­ci­mien­to de bases mili­ta­res extran­je­ras en sus países.

Des­de 2016, poco se ha avan­za­do res­pec­to a la decla­ra­ción del PSC. Es deci­dor que la ins­ti­tu­ción no haya nom­bra­do a los paí­ses que tie­nen más bases en el con­ti­nen­te, una cues­tión de can­ti­dad que tie­ne un impac­to en la cali­dad de la supre­sión de la sobe­ra­nía afri­ca­na. Si el PSC hubie­ra nom­bra­do a Esta­dos Uni­dos y Fran­cia como los prin­ci­pa­les paí­ses que tie­nen bases mili­ta­res en Áfri­ca, habría teni­do que reco­no­cer las razo­nes par­ti­cu­la­res por las cua­les estos dos paí­ses con­ti­núan requi­rien­do una pre­sen­cia mili­tar para sus objetivos.

Es impor­tan­te reco­no­cer que estos acon­te­ci­mien­tos no son la nor­ma en la his­to­ria moder­na de Áfri­ca ni son inevi­ta­bles. En 1965, el expre­si­den­te de Gha­na, Kwa­me Nkru­mah, publi­có un impor­tan­te libro: Neo­co­lo­nia­lis­mo: la últi­ma eta­pa del impe­ria­lis­mo, que refle­xio­na­ba sobre el fenó­meno de las bases mili­ta­res. Estas habían sido muy comu­nes en todo el con­ti­nen­te duran­te el tiem­po del alto colo­nia­lis­mo, des­de la base bri­tá­ni­ca de Salis­bury en la anti­gua Rode­sia (actual­men­te Hara­re, Zim­ba­bue) a la base fran­ce­sa en Mers El Kébir en Arge­lia. Los ejér­ci­tos bri­tá­ni­co y esta­dou­ni­den­se tenían bases en Libia, des­de la Base Aérea Whee­lus has­ta los pues­tos mili­ta­res de Tobruk y El Adén. A cam­bio de la tie­rra y el dere­cho a acuar­te­lar tro­pas en estos luga­res, Rei­no Uni­do y Esta­dos Uni­dos pro­por­cio­na­ban «ayu­da» a Libia, que Nkru­mah dijo —con razón— que era un pago por la pér­di­da de sobe­ra­nía. Aquí está la eva­lua­ción de Nkru­mah sobre estas bases en África:

Una poten­cia mun­dial que ha deci­di­do, basán­do­se en prin­ci­pios de estra­te­gia glo­bal, que es nece­sa­rio tener una base mili­tar en este o aquel Esta­do inde­pen­dien­te nomi­nal, debe ase­gu­rar que el país en el que esté esta­ble­ci­da la base sea ami­ga­ble. Esta es otra razón de la bal­ca­ni­za­ción. Si la base está situa­da en un país cons­ti­tui­do en tal for­ma eco­nó­mi­ca que no pue­de sub­sis­tir sin la «ayu­da» sus­tan­cial de la poten­cia mili­tar que posee la base, enton­ces, se argu­ye, pue­de ase­gu­rar­se la segu­ri­dad de la base. Como tan­tas otras pre­sun­cio­nes en las que se basa el neo­co­lo­nia­lis­mo, esta es fal­sa. La pre­sen­cia de bases extran­je­ras hace sur­gir la hos­ti­li­dad popu­lar con­tra los acuer­dos neo­co­lo­nia­les que las per­mi­ten con más rapi­dez y fuer­za que cual­quier otra cosa, y estas bases van des­apa­re­cien­do en toda Áfri­ca. Libia es un ejem­plo del fra­ca­so de esta política.

En 1964, el egip­cio Gamal Abdel Nas­ser pidió la remo­ción de esas bases, y en 1970, des­pués de que el coro­nel Muam­mar Gad­da­fi derro­ca­ra a la monar­quía, las bases fue­ron reti­ra­das. Cin­co años antes, Nkru­mah juz­gó correc­ta­men­te el esta­do de áni­mo del pue­blo libio, el mis­mo áni­mo que hay des­de 1965 has­ta la actua­li­dad. Des­de su crea­ción en 2007, el Coman­do Afri­cano del gobierno esta­dou­ni­den­se (AFRICOM) no ha con­se­gui­do encon­trar un hogar en el con­ti­nen­te afri­cano; su sede está en Stutt­gart, Ale­ma­nia. Los pue­blos afri­ca­nos con­ti­núan pre­sio­nan­do a sus gobier­nos para que no cedan a las exi­gen­cias esta­dou­ni­den­ses de tras­la­dar la sede de AFRICOM de Euro­pa a África.

El neo­co­lo­nia­lis­mo, seña­la­ba Nkru­mah, bus­ca frag­men­tar Áfri­ca, debi­li­tar sus ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les, evi­tar la uni­dad y la sobe­ra­nía afri­ca­nas, e inser­tar ahí su poder para subor­di­nar las aspi­ra­cio­nes del con­ti­nen­te a la con­so­li­da­ción pan­afri­ca­na. Ni la Orga­ni­za­ción de la Uni­dad Afri­ca­na (1963−2002) ni la Unión Afri­ca­na (des­de 2002) han sido capa­ces de hacer reali­dad los dos prin­ci­pios más impor­tan­tes del pan­afri­ca­nis­mo: la uni­dad polí­ti­ca y la sobe­ra­nía terri­to­rial. La pre­sen­cia cons­tan­te de bases mili­ta­res extran­je­ras no solo sim­bo­li­za la fal­ta de uni­dad y sobe­ra­nía; tam­bién refuer­za la frag­men­ta­ción y subor­di­na­ción de los gobier­nos y pue­blos del continente.

Nza­ra, Sudán del Sur 4.634998 | 28.26727

La entre­ga de nues­tra soberanía

En 2018, el Depar­ta­men­to de Defen­sa de Esta­dos Uni­dos pro­pu­so que este país y Gha­na fir­ma­ran un Sta­tus of For­ces Agree­ment (SOFA) [Acuer­do sobre el Esta­tu­to de las Fuer­zas], que por 20 millo­nes de dóla­res per­mi­ti­ría al ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se expan­dir su pre­sen­cia en Gha­na. En mar­zo, un des­con­ten­to gene­ra­li­za­do res­pec­to de este acuer­do lle­vó a gran­des sec­to­res de la pobla­ción a las calles. Los par­ti­dos de opo­si­ción, preo­cu­pa­dos por la posi­bi­li­dad de que Esta­dos Uni­dos cons­tru­ye­ra una base mili­tar en el país, plan­tea­ron sus obje­cio­nes en el par­la­men­to. Para abril, el pre­si­den­te Gha­na Nana Aku­fo-Addo decla­ró que su gobierno «no había ofre­ci­do ni ofre­ce­rá una base mili­tar a Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca». La emba­ja­da esta­dou­ni­den­se en Accra repi­tió esta decla­ra­ción, afir­man­do que «Esta­dos Uni­dos no ha soli­ci­ta­do ni pla­nea esta­ble­cer una base o bases mili­ta­res en Áfri­ca». El acuer­do SOFA fue fir­ma­do en mayo de 2018.

No se requie­re una lec­tu­ra dete­ni­da del tex­to del acuer­do para saber que, de hecho, exis­te la posi­bi­li­dad de que Esta­dos Uni­dos cons­tru­ya una base en el país. El artícu­lo 5, por ejem­plo, dice:

Por el pre­sen­te, Gha­na faci­li­ta a las fuer­zas esta­dou­ni­den­ses y a los con­tra­tis­tas de Esta­dos Uni­dos el acce­so y uso irres­tric­to de las ins­ta­la­cio­nes y áreas acor­da­das, y otras según lo acor­da­do mutua­men­te. Las ins­ta­la­cio­nes y áreas acor­da­das, o par­tes de ellas, pro­por­cio­na­das por Gha­na serán desig­na­das para uso exclu­si­vo de las fuer­zas esta­dou­ni­den­ses o para ser uti­li­za­das con­jun­ta­men­te por Gha­na y las fuer­zas esta­dou­ni­den­ses. Gha­na tam­bién pro­por­cio­na­rá acce­so y uso de una pis­ta de ate­rri­za­je que cum­pla los reque­ri­mien­tos de las fuer­zas estadounidenses.

Con este artícu­lo, se per­mi­te a Esta­dos Uni­dos crear sus pro­pias ins­ta­la­cio­nes mili­ta­res en Gha­na. Bajo cual­quier defi­ni­ción, esto quie­re decir que pue­de esta­ble­cer una base. La cesión de la sobe­ra­nía de Gha­na tam­bién sale a luz cuan­do el acuer­do SOFA esta­ble­ce, en su artícu­lo 6, que Esta­dos Uni­dos «ten­drá prio­ri­dad en el acce­so y uso de las ins­ta­la­cio­nes y áreas acor­da­das» y que dicho uso y acce­so por par­te de otros «podrá ser auto­ri­za­do con el expre­so con­sen­ti­mien­to tan­to de las fuer­zas de Esta­dos Uni­dos como las de Ghana».

Uaga­du­gú, Bur­ki­na Faso 12.361688 | ‑1.511828

Más aún, el artícu­lo 3 dice que las tro­pas esta­dou­ni­den­ses «pue­den poseer y por­tar armas en Gha­na mien­tras estén en ser­vi­cio ofi­cial» y que las tro­pas esta­dou­ni­den­ses ten­drán «los pri­vi­le­gios, excep­cio­nes e inmu­ni­da­des equi­va­len­tes a los con­ce­di­dos al per­so­nal admi­nis­tra­ti­vo y téc­ni­co de una misión diplo­má­ti­ca». En otras pala­bras, las tro­pas esta­dou­ni­den­ses pue­den ir arma­das y, si son acu­sa­das de un deli­to, no serán juz­ga­das en los tri­bu­na­les de Ghana.

En mar­zo de 2018, Kwe­si Pratt del Socia­list Forum Gha­na (SFG) [Foro Socia­lis­ta de Gha­na] cues­tio­nó en una esta­ción de radio al minis­tro de Defen­sa de dicho país, Domi­nic Niti­wul. Este dijo que no había nada pecu­liar en el acuer­do, ya que otros paí­ses afri­ca­nos, como Sene­gal, habían fir­ma­do acuer­dos de este tipo. Gha­na —dijo Niti­wul— había fir­ma­do acuer­dos pare­ci­dos con Esta­dos Uni­dos en 1998 y 2007, pero estos fue­ron hechos en secre­to por­que no había exen­ción tri­bu­ta­ria. Pratt advir­tió que Gha­na esta­ría «renun­cian­do su sobe­ra­nía» al fir­mar este acuer­do. El sen­ti­mien­to gene­ra­li­za­do en el país era con­tra­rio a la base, por lo que tan­to el gobierno de Gha­na como el de Esta­dos Uni­dos nega­ron que eso fue­ra a ocurrir.

Pero Pratt tenía razón. La pre­sen­cia esta­dou­ni­den­se en el Aero­puer­to Inter­na­cio­nal de Koto­ka en Accra se con­vir­tió en el cora­zón de la Red Logís­ti­ca de Áfri­ca Occi­den­tal del ejér­ci­to de Esta­dos Uni­dos. Para 2018, vue­los sema­na­les des­de la Base Aérea de Rams­tein en Ale­ma­nia ate­rri­za­ban en Accra con sumi­nis­tros (inclu­yen­do armas y muni­cio­nes) para al menos 1.800 efec­ti­vos de las fuer­zas espe­cia­les esta­dou­ni­den­ses repar­ti­dos por Áfri­ca Occi­den­tal. El gene­ral de bri­ga­da Leo­nard Kosins­ki dijo en 2019 que este vue­lo sema­nal era «bási­ca­men­te una ruta de auto­bu­ses». En el aero­puer­to de Koto­ka, Esta­dos Uni­dos man­tie­ne un espa­cio de segu­ri­dad coope­ra­ti­va. Esta es una base en todo menos en el nombre.

La hue­lla de Esta­dos Unidos

El con­ti­nen­te afri­cano no tie­ne un núme­ro inusual­men­te gran­de de bases mili­ta­res extran­je­ras. Estas pue­den encon­trar­se en todo el mun­do, des­de las bases esta­dou­ni­den­ses en Japón, has­ta las bases bri­tá­ni­cas en Aus­tra­lia. En el mun­do no hay un país que ten­ga una hue­lla mili­tar mayor que Esta­dos Uni­dos. Según el Plan de Ope­ra­cio­nes Empre­sa­ria­les de la Defen­sa Nacio­nal de Esta­dos Uni­dos (2018−2022), el ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se ges­tio­na una «car­te­ra glo­bal que con­sis­te en más de 568.000 acti­vos (edi­fi­cios e infra­es­truc­tu­ra) ubi­ca­dos en 4.800 luga­res en todo el mundo».

En 2019, AFRICOM ela­bo­ró una lis­ta de algu­nas de sus bases mili­ta­res cono­ci­das en el con­ti­nen­te afri­cano, dis­tin­guien­do entre las que tie­nen una «hue­lla dura­de­ra» (bases per­ma­nen­tes) y aque­llas con una «hue­lla no dura­de­ra» o lily pads («nenú­fa­res») (bases semipermanentes).

Hue­lla duradera Hue­lla duradera
1. Che­be­lley, Yibuti
2. Camp Lemon­nier, Yibuti
3. Enteb­be, Uganda
4. Mom­ba­sa, Kenia
5. Man­da Bay, Kenia 
6. Libre­vi­lle, Gabón
7. San­ta Ele­na, Isla de la Ascensión
8. Accra, Ghana 
9. Uaga­du­gú, Bur­ki­na Faso
10. Dakar, Senegal 
11. Aga­dez, Níger
12. Nia­mey, Níger
13. Yame­na, Chad
14. Kis­ma­yo, Somalia
15. Moga­dis­cio, Somalia
16. Wajir, Kenia
17. Koto­ka, Ghana
1. Bizer­te, Túnez
2. Arlit, Níger
3. Dir­kou, Níger
4. Dif­fa, Níger
5. Oua­llam, Níger
6. Bama­ko, Mali
7. Garoua, Camerún
8. Maroua, Camerún
9. Mis­ra­ta, Libia
10. Trí­po­li, Libia
11. Bale­do­gle, Somalia
12. Bosa­so, Somalia
13. Gal­ka­yo, Somalia

La lis­ta no inclu­ye las bases don­de Esta­dos Uni­dos uti­li­za «ins­ta­la­cio­nes de la nación anfi­trio­na», como en Sin­go, Ugan­da o en Theis, Senegal.

La gran pre­sen­cia de las Fuer­zas Arma­das esta­dou­ni­den­ses en el con­ti­nen­te afri­cano no es una sor­pre­sa. Esta­dos Uni­dos tie­ne la mayor fuer­za mili­tar del pla­ne­ta, tan­to en tér­mi­nos del vas­to núme­ro de recur­sos que des­ti­na a sus fuer­zas arma­das, así como en tér­mi­nos del alcan­ce de estas a tra­vés de su estruc­tu­ra de bases y de su capa­ci­dad aérea y naval. Nin­gu­na otra fuer­za mili­tar en el mun­do se igua­la a la de Esta­dos Uni­dos, que gas­ta más que los 11 paí­ses siguien­tes jun­tos. Chi­na, que sigue a Esta­dos Uni­dos en gas­to mili­tar, solo des­em­bol­sa un ter­cio de lo que gas­ta este en un año.

La hue­lla del ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se en el con­ti­nen­te afri­cano no es solo cuan­ti­ta­ti­va­men­te mayor que la de las bases de cual­quier otro país no afri­cano, sino que la mera esca­la de su pre­sen­cia y acti­vi­da­des mili­ta­res le con­fie­re un carác­ter cua­li­ta­ti­va­men­te dife­ren­te, que inclu­ye la capa­ci­dad de Esta­dos Uni­dos para defen­der sus intere­ses en el con­ti­nen­te e inten­tar impe­dir cual­quier com­pe­ten­cia seria a su con­trol de recur­sos y mer­ca­dos. Hay dos tareas que el ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se cum­ple en el continente:

  1. Fun­cio­nes de gen­dar­me. Las fuer­zas arma­das esta­dou­ni­den­ses ope­ran no solo para pro­por­cio­nar ven­ta­ja a su país y sus éli­tes gober­nan­tes, sino que fun­cio­nan —jun­to con los ejér­ci­tos de los demás paí­ses de la OTAN, inclui­da Fran­cia— como garan­tes de los intere­ses cor­po­ra­ti­vos occi­den­ta­les y de los prin­ci­pios del capi­ta­lis­mo. Nkru­mah lle­gó a la mis­ma con­clu­sión en 1965, al afir­mar que «las mate­rias pri­mas de Áfri­ca son una con­si­de­ra­ción impor­tan­te en la acu­mu­la­ción mili­tar de los paí­ses de la OTAN. (…) Sus indus­trias, espe­cial­men­te las fábri­cas estra­té­gi­cas y nuclea­res, depen­den en gran medi­da de las mate­rias pri­mas que pro­vie­nen de los paí­ses menos desa­rro­lla­dos». Los infor­mes mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses esbo­zan sis­te­má­ti­ca­men­te la res­pon­sa­bi­li­dad de sus diver­sas fuer­zas arma­das para ase­gu­rar un flu­jo esta­ble de mate­rias pri­mas para las cor­po­ra­cio­nes —espe­cial­men­te ener­gía— y para man­te­ner la cir­cu­la­ción sin obs­tácu­los de mer­can­cías a tra­vés de los cana­les de trans­por­te. Entre estos infor­mes se encuen­tran Natio­nal Energy Policy [Polí­ti­ca Nacio­nal Ener­gé­ti­ca] (mayo 2001) del Gru­po Nacio­nal de Desa­rro­llo de Polí­ti­ca Ener­gé­ti­ca, lide­ra­do por el exvi­ce­pre­si­den­te Dick Che­ney; y Asses­sing and Strengthe­ning the Manu­fac­tu­ring and Defen­se Indus­trial Base and Supply Chain Resi­liency of the Uni­ted Sta­tes (sep­tiem­bre 2018) [Eva­lua­ción y for­ta­le­ci­mien­to de la base indus­trial manu­fac­tu­re­ra y de defen­sa y de la resis­ten­cia de la cade­na de sumi­nis­tro de Esta­dos Uni­dos] del Gru­po de Tarea Inter­agen­cial para lle­var a cabo la Orden Eje­cu­ti­va 13806. En este sen­ti­do, el ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se, jun­to a sus socios de la OTAN, actúa como un gen­dar­me, no para la comu­ni­dad mun­dial, sino para los bene­fi­cia­rios del capi­ta­lis­mo. Jun­to a Esta­dos Uni­dos está Fran­cia, cuya pre­sen­cia mili­tar en Níger está estre­cha­men­te vin­cu­la­da a los impe­ra­ti­vos del sec­tor ener­gé­ti­co fran­cés, que requie­re del ura­nio de las minas de Arlit. Una de cada tres bom­bi­llas fran­ce­sas fun­cio­na con el ura­nio de ese pue­blo en Níger, que está copa­do por tro­pas francesas.

  2. La Nue­va Gue­rra Fría. A medi­da que han aumen­ta­do los intere­ses comer­cia­les pri­va­dos y públi­cos chi­nos en el con­ti­nen­te afri­cano, y que las empre­sas chi­nas con­sis­ten­te­men­te supe­ran las ofer­tas de las empre­sas occi­den­ta­les, la pre­sión de Esta­dos Uni­dos para con­te­ner a Chi­na en el con­ti­nen­te se ha incre­men­ta­do. La New Afri­ca Stra­tegy (2019) [Nue­va Estra­te­gia para Áfri­ca] del gobierno esta­dou­ni­den­se carac­te­ri­za la situa­ción en tér­mi­nos com­pe­ti­ti­vos: «las gran­des poten­cias en com­pe­ten­cia como Chi­na y Rusia están expan­dien­do rápi­da­men­te su influen­cia finan­cie­ra y polí­ti­ca por toda Áfri­ca. Están enfo­can­do sus inver­sio­nes deli­be­ra­da y agre­si­va­men­te en la región para ganar una ven­ta­ja com­pe­ti­ti­va sobre Esta­dos Uni­dos». La Unión Euro­pea tam­bién emi­tió un infor­me lla­ma­do Towards a Com­prehen­si­ve Stra­tegy with Afri­ca (2020) [Hacia una estra­te­gia glo­bal con Áfri­ca], don­de, aun­que no men­cio­na direc­ta­men­te a Chi­na, se preo­cu­pa por la «com­pe­ten­cia por los recur­sos naturales».

Estos dos pun­tos: la fun­ción de gen­dar­me y la Nue­va Gue­rra Fría, requie­ren mayor elaboración.

Aga­dez, Niger 16.950278 | 8.013889

Explo­ta­ción de recursos

Áfri­ca es la segun­da masa terres­tre más gran­de del mun­do con la segun­da mayor pobla­ción con­ti­nen­tal (1.340 millo­nes de per­so­nas en 2020), más que la pobla­ción de Amé­ri­ca del Nor­te y Euro­pa jun­tas (1.100 millo­nes). Asia es el con­ti­nen­te más gran­de con la mayor pobla­ción (4.640 millo­nes de personas).

El sub­sue­lo de Áfri­ca alber­ga una serie de impor­tan­tes recur­sos natu­ra­les: 98% del cro­mo del mun­do, 90% del cobal­to, 90% del pla­tino, 70% del col­tán, 70% de la tan­ta­li­ta, 64% del man­ga­ne­so, 50% del oro, 33% del ura­nio, así como una par­te sig­ni­fi­ca­ti­va de las reser­vas mun­dia­les de otros mine­ra­les como bau­xi­ta, dia­man­tes, tan­ta­lio, wol­fra­mio y esta­ño. El con­ti­nen­te tie­ne el 30% de todas las reser­vas mine­ra­les, 12% de las reser­vas de petró­leo cono­ci­das, 8% de las de gas natu­ral y 65% de la tie­rra cul­ti­va­ble del mun­do. El Pro­gra­ma de Nacio­nes Uni­das para el Medio Ambien­te esti­mó que el capi­tal natu­ral de Áfri­ca repre­sen­ta entre el 30% y el 50% de la rique­za total de los paí­ses afri­ca­nos. En 2012, la ONU esti­mó que los recur­sos natu­ra­les repre­sen­ta­ban un 77% del total de expor­ta­cio­nes y el 42% del total de los ingre­sos gubernamentales.

La depen­den­cia de los Esta­dos afri­ca­nos de la expor­ta­ción de mate­rias pri­mas de varios tipos —debi­do al poder de las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les y la fal­ta de indus­tria­li­za­ción sufi­cien­te en una serie de paí­ses afri­ca­nos— los ha colo­ca­do en una posi­ción de depen­den­cia del capi­tal extran­je­ro. Esta con­di­ción de depen­den­cia fue estruc­tu­ra­da por las polí­ti­cas de los gober­nan­tes colo­nia­les, que man­tu­vie­ron una acti­vi­dad eco­nó­mi­ca en Áfri­ca basa­da en la extrac­ción y el cul­ti­vo de mate­rias pri­mas, que des­pués eran ven­di­das a tra­vés de con­ce­sio­nes colo­nia­les a los paí­ses de sus gober­nan­tes. Esta depen­den­cia fue here­da­da por gene­ra­cio­nes de eli­tes post­co­lo­nia­les, que reci­bían ren­tas de ella y no hacían nada por cam­biar la estruc­tu­ra. Los Esta­dos afri­ca­nos, enton­ces, depen­den de ingre­sos del exte­rior, pro­ce­den­tes de la expor­ta­ción de mate­rias pri­mas, de los pro­gra­mas de ayu­da de gobier­nos occi­den­ta­les y de la ayu­da institucional.

Enteb­be CSL, Ugan­da 0.046175 | 32.45588

Esta depen­den­cia crea vías para mani­pu­la­cio­nes por par­te de estos gobier­nos extran­je­ros que tie­nen intere­ses per­ma­nen­tes en Áfri­ca. Los gobier­nos de turno usan los recur­sos natu­ra­les de los que dis­po­nen para ase­gu­rar­se la ayu­da de socios exter­nos, sin pres­tar mucha aten­ción a los requi­si­tos y con­di­cio­nes de esa ayu­da. Las con­di­cio­nes de ayu­da des­po­jan a los paí­ses afri­ca­nos de los ingre­sos nece­sa­rios. Por ejem­plo, la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Áfri­ca de la ONU repor­ta que en los últi­mos 50 años los flu­jos finan­cie­ros ilí­ci­tos han resul­ta­do en la pér­di­da de al menos un billón de dóla­res, «una suma casi equi­va­len­te a toda la ayu­da al desa­rro­llo ofi­cial que el con­ti­nen­te ha reci­bi­do en ese mis­mo perío­do». Se tra­ta de fon­dos pre­cia­dos que podrían haber­se uti­li­za­do para diver­si­fi­car las eco­no­mías afri­ca­nas, cons­truir infra­es­truc­tu­ra fal­tan­te y mejo­rar los bene­fi­cios socia­les en el con­ti­nen­te. La depen­den­cia eco­nó­mi­ca redu­ce las opcio­nes para los gobier­nos afri­ca­nos, que se subor­di­nan cada vez más a las poten­cias e intere­ses extran­je­ros. Entre los gobier­nos que están subor­di­na­dos eco­nó­mi­ca­men­te, la volun­tad polí­ti­ca de resis­tir­se a la inter­ven­ción mili­tar, des­de esta­ble­cer nue­vas bases extran­je­ras has­ta per­mi­tir a mili­ta­res extran­je­ros ope­ren en múl­ti­ples otras for­mas, es ínfima.

En la últi­ma épo­ca han sur­gi­do varias pla­ta­for­mas pan­afri­ca­nas para rec­ti­fi­car esta depen­den­cia, inclu­yen­do el Mar­co Afri­cano Alter­na­ti­vo para los Pro­gra­mas de Ajus­te Estruc­tu­ral para la Recu­pe­ra­ción y la Trans­for­ma­ción Socio­eco­nó­mi­ca (1989), la Visión Mine­ra de Áfri­ca (2008), la Decla­ra­ción de Gabo­ro­ne para el Desa­rro­llo Sos­te­ni­ble en Áfri­ca (2012), la Decla­ra­ción de Arusha sobre la Estra­te­gia afri­ca­na para el desa­rro­llo sos­te­ni­ble post Rio+20 (2012), el comu­ni­ca­do del Foro Afri­cano de Desa­rro­llo en la octa­va cum­bre (2014), que cul­mi­nó con la adop­ción por par­te de la Unión Afri­ca­na del pri­mer Plan Dece­nal de Imple­men­ta­ción (2014−2023), esbo­za­do en el ter­cer docu­men­to de la Agen­da 2063: El Áfri­ca que que­re­mos (2015). Cada uno de estos docu­men­tos —con dife­ren­tes nive­les de énfa­sis— seña­la la nece­si­dad de rom­per la depen­den­cia de las expor­ta­cio­nes de mate­rias pri­mas, ges­tio­nar mejor los con­tra­tos fir­ma­dos con empre­sas mul­ti­na­cio­na­les y uti­li­zar los recur­sos obte­ni­dos de las expor­ta­cio­nes para mejo­rar las con­di­cio­nes de vida social, tal y como se reco­ge en los acuer­dos de la ONU sobre los Obje­ti­vos de Desa­rro­llo Sostenible.

La inca­pa­ci­dad de apro­ve­char ade­cua­da­men­te los recur­sos e impul­sar un pro­gra­ma de desa­rro­llo cen­tra­do en la gen­te pro­du­ce un con­tex­to social pro­pi­cio para con­flic­tos polí­ti­cos y mili­ta­res, inclu­yen­do insur­gen­cias que a menu­do se divi­den según líneas étni­cas y reli­gio­sas, y para la expan­sión de la migra­ción den­tro el con­ti­nen­te y hacia Euro­pa. Estos dos resul­ta­dos de la pro­fun­da cri­sis eco­nó­mi­ca de los Esta­dos afri­ca­nos —con­flic­to y migra­ción— son la excu­sa super­fi­cial para que paí­ses como Esta­dos Uni­dos y Fran­cia esta­blez­can bases mili­ta­res en el continente.

  • Con­flic­to. El gobierno esta­dou­ni­den­se ha esta­ble­ci­do rela­cio­nes mili­ta­res regu­la­res —inclu­yen­do bases lily­pad— en São Tomé y Prín­ci­pe en el Gol­fo of Gui­nea. Por un lado, las expli­ca­cio­nes para la pre­sen­cia esta­dou­ni­den­se allí no evi­tan decir direc­ta­men­te que se tra­ta del tras­la­do del petró­leo de Nige­ria y del Gol­fo de Gui­nea a Esta­dos Uni­dos. Nige­ria, miem­bro de la Orga­ni­za­ción de Paí­ses Expor­ta­do­res de Petró­leo (OPEP), es el oncea­vo mayor pro­duc­tor de petró­leo en el mun­do. Por otro lado, el gobierno esta­dou­ni­den­se afir­ma que tie­ne una pre­sen­cia en el Gol­fo de Gui­nea para fre­nar el cre­ci­mien­to de las mili­cias islá­mi­cas, espe­cial­men­te de ISIS y Al-Qae­da, inclu­so aun­que los fun­cio­na­rios de gobierno coin­ci­den en que estos gru­pos no tie­nen una pre­sen­cia ame­na­za­do­ra allí.

    En Áfri­ca Cen­tral, AFRICOM ha par­ti­ci­pa­do por más de una déca­da en el entre­na­mien­to del ejér­ci­to de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go (RDC), espe­cial­men­te en Camp Base, una base mili­tar en las afue­ras de Kisan­ga­ni. De acuer­do con un comu­ni­ca­do de AFRICOM en 2010, el entre­na­mien­to mili­tar for­ma­ría «par­te de una aso­cia­ción mul­ti­la­te­ral a lar­go pla­zo entre EE. UU. y RDC para pro­mo­ver la refor­ma del sec­tor de segu­ri­dad en el país [lo que] ayu­da­ría al gobierno de RDC en sus esfuer­zos en mar­cha para trans­for­mar las Fuer­zas Arma­das de RCD». Las rela­cio­nes entre RDC y AFRICOM se han pro­fun­di­za­do des­de entonces.

    En 2007 se hizo un gran des­cu­bri­mien­to de petró­leo (alre­de­dor de 1.700 millo­nes de barri­les) en la fron­te­ra entre Con­go y Ugan­da, en la región del Lago Alber­to. No sor­pren­de, enton­ces, que esta región se haya mili­ta­ri­za­do fuer­te­men­te. Esto es par­ti­cu­lar­men­te evi­den­te en el pue­blo de Beni, en Kivu del Nor­te. Beni es el epi­cen­tro de dece­nas de espan­to­sos ase­si­na­tos atri­bui­dos a menu­do a un gru­po rebel­de ugan­dés lla­ma­do Allied Demo­cra­tic For­ces (ADF) [Fuer­zas Demo­crá­ti­cas Alia­das], que ha ope­ra­do en Con­go des­de comien­zos de la déca­da de 1990. El 27 de enero de 2021, una dele­ga­ción de fun­cio­na­rios de AFRICOM lle­gó a RDC para dis­cu­tir con el ejér­ci­to con­go­le­ño la nece­si­dad de «coope­ra­ción y com­pro­mi­sos, esfuer­zos de segu­ri­dad y esta­bi­li­dad, y tra­ba­jar jun­tos para pro­fe­sio­na­li­zar más el ejér­ci­to de RDC y for­ta­le­cer los lazos».

    El 10 de mar­zo de 2021, el Depar­ta­men­to de Esta­do esta­dou­ni­den­se desig­nó a ADF como «orga­ni­za­ción terro­ris­ta extran­je­ra» y «terro­ris­tas glo­ba­les espe­cial­men­te desig­na­dos», aun­que las orga­ni­za­cio­nes loca­les y el Gru­po de Exper­tos sobre Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go de la ONU dice que no hay evi­den­cia de víncu­los de ADF con ISIS. El Depar­ta­men­to de Esta­do esta­dou­ni­den­se adop­tó esta pos­tu­ra basán­do­se en lo que sos­tie­ne la Brid­ge­way Foun­da­tion, la rama bené­fi­ca de la empre­sa de inver­sio­nes Brid­ge­way Capi­tal Mana­ge­ment, con sede en Texas. Esta desig­na­ción per­mi­te un aumen­to de la pre­sen­cia mili­tar esta­dou­ni­den­se en el Con­go. El área prin­ci­pal de esta pre­sen­cia será la adya­cen­te a las reser­vas de petró­leo. Los mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses con­ti­nua­rán pro­por­cio­nan­do esta­bi­li­dad a los «hom­bres duros» afri­ca­nos, que depen­den del apo­yo de Esta­dos Uni­dos para su continuidad.

  • Migra­ción. Una migra­ción a gran esca­la en todo el con­ti­nen­te ha sido pro­vo­ca­da por los pro­gra­mas de aus­te­ri­dad impul­sa­dos por el FMI y la inca­pa­ci­dad de los Esta­dos afri­ca­nos para admi­nis­trar la ven­ta de recur­sos de for­ma que pro­por­cio­ne una vida dig­na para su pobla­ción. Una cuar­ta par­te de los cer­ca de 41,3 millo­nes de migran­tes des­pla­za­dos por la vio­len­cia y los con­flic­tos ha inten­ta­do migrar a Euro­pa, mien­tras que el res­to se ha des­pla­za­do den­tro del con­ti­nen­te. Lxs migran­tes que quie­ren ir a Euro­pa cru­zan el desier­to del Saha­ra has­ta Libia —rota por la gue­rra de la OTAN — , y lue­go atra­vie­san el Medi­te­rrá­neo. El via­je es peli­gro­so, pero cuan­do la ONU encues­tó a las per­so­nas que con­si­guie­ron cru­zar are­nas y aguas, más del 90% de ellas dice que lo haría de nuevo.

    Los inten­tos euro­peos de dete­ner el flu­jo de migran­tes que cru­zan el Medi­te­rrá­neo han sido inú­ti­les. Se han emplea­do ejér­ci­tos extran­je­ros en el Sahel para limi­tar la migra­ción y man­te­ner a lxs migran­tes lo más lejos posi­ble de la fron­te­ra con Euro­pa. Esta es en par­te la razón por la que Fran­cia esta­ble­ció la Ini­cia­ti­va G5 del Sahel y por la que Esta­dos Uni­dos cons­tru­yó una gran base de dro­nes en Aga­dez, que pro­por­cio­na impor­tan­te vigi­lan­cia aérea de la migra­ción en la región. Lo que han hecho los paí­ses euro­peos es expor­tar sus fron­te­ras lejos de su pro­pio terri­to­rio y ase­gu­rar­se de que la dura inter­dic­ción de per­so­nas refu­gia­das y migran­tes se haga fue­ra de la cober­tu­ra de sus pro­pios medios de comu­ni­ca­ción. Se tra­ta de una espe­cie de exter­na­li­za­ción de la cri­sis de refu­giadxs: Occi­den­te con­si­gue impul­sar sus terri­bles polí­ti­cas anti­mi­gran­tes al mis­mo tiem­po en que logra pare­cer ino­cen­te mien­tras sus filia­les hacen su tra­ba­jo sucio. Euro­pa ha movi­do su fron­te­ra sur des­de el lími­te nor­te del Medi­te­rrá­neo has­ta el bor­de sur del desier­to del Saha­ra, aho­ra sal­pi­ca­do de bases mili­ta­res, des­de Mau­ri­ta­nia has­ta Chad.

    Los argu­men­tos super­fi­cia­les de pre­ven­ción de con­flic­tos y ges­tión de la migra­ción son luga­res comu­nes. Pero, de vez en cuan­do, algu­nos fun­cio­na­rios esta­dou­ni­den­ses acla­ran las moti­va­cio­nes más pro­fun­das. Como dijo en 2008 el como­do­ro John Nowell, quien diri­ge la Afri­ca Part­nership Sta­tion [Esta­ción de Aso­cia­ción con Áfri­ca] de AFRICOM, «No esta­ría­mos aquí si no fue­ra por los intere­ses [de Esta­dos Uni­dos]». Por «aquí», el como­do­ro Nowell se refe­ría al con­ti­nen­te africano.

La Nue­va Gue­rra Fría

En la Qua­dren­nial Defen­se Review [Revi­sión cua­drie­nal de la Defen­sa] de 2006 del gobierno esta­dou­ni­den­se, los auto­res escri­bie­ron que: «de las poten­cias prin­ci­pa­les y emer­gen­tes, Chi­na es la nación con mayor poten­cial para com­pe­tir mili­tar­men­te con Esta­dos Uni­dos y dis­po­ner de tec­no­lo­gías mili­ta­res dis­rup­ti­vas que con el tiem­po podrían con­tra­rres­tar las ven­ta­jas tra­di­cio­na­les de Esta­dos Uni­dos». De hecho, la capa­ci­dad mili­tar de Chi­na es prin­ci­pal­men­te defen­si­va, ya que ha cons­trui­do su capa­ci­dad mili­tar para defen­der su cos­ta y su terri­to­rio. El minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res chino, Wang Yi, ha enfa­ti­za­do que su país está com­pro­me­ti­do con el mul­ti­la­te­ra­lis­mo: «Chi­na nun­ca bus­ca la hege­mo­nía glo­bal», dijo el 24 de abril de 2021. Lo que los pla­ni­fi­ca­do­res esta­dou­ni­den­ses indi­can con mayor pre­ci­sión es que no les gus­ta­ría ver que el poder polí­ti­co y comer­cial chino desa­fia­ra la hege­mo­nía glo­bal de Esta­dos Uni­dos. Como dijo el como­do­ro Nowell, los intere­ses esta­dou­ni­den­ses son la razón de la pre­sen­cia del país en la región, cual­quier ame­na­za a esos intere­ses debe ser soca­va­da por cual­quier medio necesario.

Camp Lemon­nier, Dji­bou­ti 11.544409 | 43.14707

En 2013, el gobierno chino inau­gu­ró la ini­cia­ti­va de la Nue­va Ruta de la Seda (NRS). En 2000, antes de su for­ma­li­za­ción, se creó el Foro de Coope­ra­ción Chi­na-Áfri­ca entre Bei­jing e ini­cial­men­te 44 paí­ses afri­ca­nos (des­de enton­ces, 53 de los 55 paí­ses del con­ti­nen­te han esta­ble­ci­do rela­cio­nes con Chi­na en el mar­co del Foro). Des­de 2013, Chi­na ha inver­ti­do en casi todos los paí­ses afri­ca­nos y todos ellos —excep­to Eswa­ti­ni (antes Sua­zi­lan­dia)— han roto lazos con Tai­wán y reco­no­ci­do a la Repú­bli­ca Popu­lar China.

A lo lar­go de los años, Chi­na ha fir­ma­do varios memo­ran­dos de enten­di­mien­to con la Unión Afri­ca­na, inclu­yen­do uno en 2015 den­tro del mar­co de la Agen­da 2063 para apo­yar la cons­truc­ción de infra­es­truc­tu­ra. Chi­na ha inver­ti­do gran­des can­ti­da­des de dine­ro en infra­es­truc­tu­ra cla­ve, como el pro­yec­to ferro­via­rio Mali-Gui­nea y la ferro­vía Sudán-Sene­gal; en infra­es­truc­tu­ra ener­gé­ti­ca, el pro­yec­to hidro­eléc­tri­co de Mam­bi­lla, de 2600 MW en Nige­ria y la repre­sa Bui, de 400 MW en Gha­na; tam­bién en tele­co­mu­ni­ca­cio­nes como equi­pa­mien­to para Etio­pía, Gha­na, Kenia y Sudán. En diciem­bre de 2020, comen­zó la cons­truc­ción de la nue­va sede de los Cen­tros Afri­ca­nos para el Con­trol y Pre­ven­ción de Enfer­me­da­des, finan­cia­dos por Chi­na con 80 millo­nes de dóla­res, al sur de Adis Abe­ba, Etio­pía. Actual­men­te hay alre­de­dor de 600 pro­yec­tos de la NRS ter­mi­na­dos en todo el mundo.

La ayu­da chi­na —a dife­ren­cia de la ayu­da del FMI, de las inver­sio­nes comer­cia­les occi­den­ta­les o de la ayu­da al desa­rro­llo en el extran­je­ro — no lle­ga con el vicio de con­di­cio­na­li­da­des debi­li­tan­tes. Las prue­bas de que los tér­mi­nos son más favo­ra­bles cons­tan en varios acuer­dos fir­ma­dos por Chi­na, pero más que eso, pro­vie­nen de la teo­ría chi­na del capi­tal pacien­te, que has­ta aho­ra se ha adop­ta­do den­tro de los lími­tes de Chi­na, pero que poco a poco, a tra­vés de los ban­cos esta­ta­les chi­nos, ha sur­gi­do como un impor­tan­te inver­sor fue­ra de su terri­to­rio. Chi­na es aho­ra el segun­do país que más invier­te en el mun­do, con el Chi­na Export-Import Bank y el Chi­na Deve­lop­ment Bank como los prin­ci­pa­les inver­sio­nis­tas. Los prés­ta­mos que otor­gan estas ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les son inver­sio­nes a lar­go pla­zo y no tie­nen calen­da­rios cor­tos de reem­bol­so. Chi­na entien­de per­fec­ta­men­te que sus prés­ta­mos se con­ce­den para libe­rar cue­llos de bote­lla de infra­es­truc­tu­ra y así apo­yar el desa­rro­llo social. Se les da fle­xi­bi­li­dad a los paí­ses que reci­ben prés­ta­mos ya que los bene­fi­cios se pre­vén a lar­go pla­zo. Por ejem­plo, el 30% de las inver­sio­nes en Asia cen­tral y el 80% de las inver­sio­nes en Pakis­tán no se recuperarán.

Más que desa­rro­llar su pro­pia polí­ti­ca de ayu­da al desa­rro­llo humano y comer­cial que bene­fi­cia­ría al pue­blo afri­cano, Esta­dos Uni­dos ha abier­to una «Nue­va Gue­rra Fría» con­tra Chi­na en el con­ti­nen­te afri­cano. El desa­rro­llo de AFRICOM en 2007 jun­to con la esca­la­da de bases mili­ta­res de Esta­dos Uni­dos y sus alia­dos en la región del Sahel, el Cuerno de Áfri­ca y otros luga­res, for­man par­te de esta Nue­va Gue­rra Fría. Bási­ca­men­te, esta gue­rra ha sido estruc­tu­ra­da median­te una gue­rra de (des)información que con­sis­te en dos ele­men­tos principales:

  • El nue­vo colo­nia­lis­mo de Chi­na. Sor­pren­den­te­men­te, las anti­guas poten­cias colo­nia­les, que con­ti­núan su polí­ti­ca neo­co­lo­nial hacia Áfri­ca —como ilus­tró Nkru­mah y es evi­den­te en su estruc­tu­ra de base— aho­ra se vuel­ven hacia Chi­na y la acu­san de ser una poten­cia colo­nial. La retó­ri­ca prin­ci­pal uti­li­za­da en esta gue­rra de (des)información es que Chi­na supues­ta­men­te uti­li­za sus recur­sos finan­cie­ros para engan­char a los paí­ses en una tram­pa de deu­da que los obli­ga a entre­gar sus recur­sos a pre­cios bajos. El tér­mino «diplo­ma­cia de la tram­pa de la deu­da» se uti­li­za con­tra Chi­na; sin embar­go, no fue Chi­na la que impu­so los pro­gra­mas de ajus­te estruc­tu­ral que arras­tra­ron a la mayo­ría de los paí­ses afri­ca­nos a una tram­pa de la deu­da catas­tró­fi­ca, que duran­te la pan­de­mia solo se ha pro­fun­di­za­do. No fue Chi­na, sino el FMI, quien lle­vó ade­lan­te un mar­co de polí­ti­cas impul­sa­do por el Depar­ta­men­to del Teso­ro de EE. UU. Mien­tras este país acu­sa a Chi­na de «negar­se a rene­go­ciar los tér­mi­nos [de los prés­ta­mos] y des­pués tomar con­trol de la pro­pia infra­es­truc­tu­ra», la reali­dad es que los pres­ta­mis­tas chi­nos han can­ce­la­do, dife­ri­do y rees­truc­tu­ra­do los tér­mi­nos de los prés­ta­mos exis­ten­tes (antes y duran­te la pan­de­mia) y jamás han con­fis­ca­do los acti­vos sobe­ra­nos de un país. Dos pro­fe­so­res esta­dou­ni­den­ses senior publi­ca­ron un artícu­lo en The Atlan­tic en febre­ro de 2021 con el deci­dor títu­lo «The Chi­ne­se ‘Debt Trap’ is a Myth» [La «tram­pa de la deu­da» chi­na es un mito]. La acu­sa­ción de colo­nia­lis­mo con­tra Chi­na la hacen paí­ses que tie­nen una his­to­ria bien docu­men­ta­da de colo­nia­lis­mo y neo­co­lo­nia­lis­mo en África.

  • La capa­ci­dad mili­tar de Chi­na. Las anti­guas poten­cias colo­nia­les acu­san a Chi­na de aumen­tar su pre­sen­cia mili­tar en Áfri­ca. Reavi­van­do un cuen­to vie­jo y fal­so, el coman­dan­te de AFRICOM, el gene­ral Town­send, recien­te­men­te afir­mó sin fun­da­men­to que Chi­na bus­ca cons­truir una base naval en Áfri­ca Occi­den­tal. De hecho, la pre­sen­cia mili­tar chi­na es irri­so­ria com­pa­ra­da con la hue­lla mili­tar occi­den­tal. En 2008, Chi­na se unió a las manio­bras anti­pi­ra­te­ría en el Cuerno de Áfri­ca y en el Gol­fo de Adén, ope­ra­cio­nes basa­das en la Reso­lu­ción 1816 (2008) del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU, que reque­ría a sus Esta­dos miem­bros pro­por­cio­nar al gobierno de tran­si­ción de Soma­lia «todos los medios nece­sa­rios para repri­mir actos de pira­te­ría y robo arma­do». Des­pués de una déca­da de tales ope­ra­cio­nes, Chi­na esta­ble­ció su pri­me­ra base mili­tar en el extran­je­ro en Yibu­ti. El pro­pó­si­to de esta base era doble: uno, pro­por­cio­nar apo­yo logís­ti­co para buques escol­ta de los tan­que­ros chi­nos en el Gol­fo de Adén, y dos, apo­yar las cam­pa­ñas anti­pi­ra­te­ría mul­ti­na­cio­na­les. Al mis­mo tiem­po, en la alta­men­te mili­ta­ri­za­da región del Cuerno de Áfri­ca, el gobierno chino finan­ció la cons­truc­ción de la ferro­vía eléc­tri­ca Etio­pía-Yibu­ti, con un pro­yec­to de 4.000 millo­nes de dóla­res, mien­tras que el Chi­na Export-Import Bank otor­gó fon­dos por más de 300 millo­nes de dóla­res para una tube­ría para lle­var agua pota­ble de Etio­pía a Yibu­ti. El enfo­que chino en torno a la paz es cua­li­ta­ti­va­men­te dife­ren­te a las acti­vi­da­des mili­ta­res extran­je­ras —que se enfo­can en fun­cio­nes de gen­dar­me y en el arma­men­to — , pues opta por cen­trar­se en el desa­rro­llo eco­nó­mi­co impul­sa­do por la infra­es­truc­tu­ra y la reduc­ción de la pobreza.

La Unión Africana

En 2016, la Unión Afri­ca­na (UA) plan­teó la cues­tión de las bases mili­ta­res extran­je­ras en el con­ti­nen­te afri­cano. El deba­te no se ha pro­fun­di­za­do des­de enton­ces. La depen­den­cia de la Unión Afri­ca­na de finan­cia­mien­to y recur­sos extran­je­ros para sus ope­ra­cio­nes, inclui­da man­te­ner la paz, ha limi­ta­do su liber­tad para tomar deci­sio­nes inde­pen­dien­tes, estra­té­gi­cas y tác­ti­cas en su ope­ra­ción. Para el man­te­ni­mien­to de la paz, por ejem­plo, los Esta­dos afri­ca­nos recau­dan ape­nas el 2% del cos­to de las ope­ra­cio­nes de paz y segu­ri­dad de la UA, mien­tras que los finan­cia­do­res extran­je­ros —como la Unión Euro­pea— apor­tan el 98% de los fon­dos. Esto ha limi­ta­do la capa­ci­dad del Con­se­jo de Paz y Segu­ri­dad para impul­sar su pro­pia agen­da y es la razón por la cual la UA no ha podi­do con­ti­nuar efi­caz­men­te el deba­te sobre las bases mili­ta­res extranjeras.

El 15 de octu­bre de 2003, Nile Gar­di­ner y James Cara­fano de la Heri­ta­ge Foun­da­tion de Esta­dos Uni­dos publi­ca­ron un libro blan­co lla­ma­do US Mili­tary Assis­tan­ce for Afri­ca: A Bet­ter Solu­tion [Asis­ten­cia mili­tar esta­dou­ni­den­se para Áfri­ca: una mejor solu­ción, en tra­duc­ción libre]. En él argu­men­ta­ron que el gobierno esta­dou­ni­den­se debe­ría crear un Coman­do para Áfri­ca que inter­ven­dría en este con­ti­nen­te «cuan­do los intere­ses nacio­na­les vita­les (esta­dou­ni­den­ses) se vie­ran ame­na­za­dos», en la mis­ma tra­di­ción que se siguió en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be con el esta­ble­ci­mien­to del Coman­do del Sur de Esta­dos Uni­dos en 1963. Esto se hizo reali­dad en 2007. Dos paí­ses afri­ca­nos, Botsua­na y Libe­ria, expre­sa­ron que esta­rían com­pla­ci­dos de alber­gar la sede de AFRICOM. En ese momen­to Sudá­fri­ca mani­fes­tó su opo­si­ción a que AFRICOM se tras­la­de al con­ti­nen­te. Debi­do a la inter­ven­ción de la UA, Botsua­na y Libe­ria retrocedieron.

El espí­ri­tu de impe­dir que la sede de AFRICOM se ins­ta­le en el con­ti­nen­te sigue vigen­te en los pue­blos afri­ca­nos. No obs­tan­te, esto no ha dete­ni­do a los jefes de Esta­do de Esta­dos Uni­dos y de otros paí­ses afri­ca­nos. En una reu­nión con el secre­ta­rio de Esta­do esta­dou­ni­den­se Blin­ken, el 27 de abril de 2021, el pre­si­den­te de Nige­ria, Muham­ma­du Buha­ri, pidió a Esta­dos Uni­dos tras­la­dar la sede de AFRICOM de Stutt­gart, Ale­ma­nia, al con­ti­nen­te afri­cano para ayu­dar a com­ba­tir la insur­gen­cia. La cre­cien­te pre­sión de los disi­den­tes, islá­mi­cos y otros, ha aumen­ta­do la ines­ta­bi­li­dad en Nige­ria y pue­de haber sido un fac­tor que con­tri­bu­ye al pedi­do del pre­si­den­te Buha­ri, aun­que no lle­gó a suge­rir que Nige­ria fue­ra la sede. La posi­ción de este país es un cam­bio impor­tan­te des­de su posi­ción ini­cial que, hace una déca­da, era con­tra­ria a la pre­sen­cia de AFRICOM en el con­ti­nen­te. Sin embar­go, las bases mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses pro­li­fe­ra­ron a par­tir de esa fecha. La UA se refi­rió al peli­gro de esta pro­li­fe­ra­ción en 2016 pero, inclu­so en ese momen­to, todo lo que la UA pudo jun­tar fue­ron las tibias pala­bras «preo­cu­pa­ción» y «cir­cuns­pec­ción». A pesar de estas pala­bras, AFRICOM se insi­nuó en la UA con un agre­ga­do al PSC y equi­po en la Divi­sión de Pre­ven­ción de Con­flic­tos y Aler­ta Tem­pra­na de la UA, así como en la Divi­sión de Ope­ra­cio­nes de Apo­yo a la Paz. Con la entra­da de AFRICOM en la UA en nom­bre de la «inter­ope­ra­bi­li­dad» para vin­cu­lar a las fuer­zas mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses con las fuer­zas de paz de la UA, Esta­dos Uni­dos ha comen­za­do a dar for­ma al mar­co de segu­ri­dad de la UA de for­ma más directa.

En su libro sobre neo­co­lo­nia­lis­mo, Nkru­mah escribió:

El peli­gro para la paz mun­dial sur­ge, no de la acción de quie­nes bus­can el fin del neo­co­lo­nia­lis­mo, sino de la inac­ción de los que per­mi­ten que con­ti­núe. (…) Si no ha de ocu­rrir, la Gue­rra Mun­dial debe ser evi­ta­da median­te una acción posi­ti­va. Esta acción posi­ti­va está den­tro de la fuer­za de los pue­blos de estas regio­nes del mun­do que aho­ra sufren bajo el neo­co­lo­nia­lis­mo, pero está solo den­tro de su fuer­za si actúan de inme­dia­to, con reso­lu­ción y unidad.

Estas pala­bras de 1965 siguen sien­do vigen­tes en la actualidad.

Camp Sim­ba, Ken­ya ‑2.171847 | 40.897016

Dos­sier nº 42 | Publi­ca­ción con­jun­ta con Socia­list Move­ment of Gha­na Research Group

5 de julio de 2021

Fuen­te: https://​the​tri​con​ti​nen​tal​.org/​e​s​/​d​o​s​s​i​e​r​-​4​2​-​m​i​l​i​t​a​r​i​z​a​c​i​o​n​-​a​f​r​i​ca/

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