Cuba. Memo­ria: El Che y la bata­lla final para el triun­fo: San­ta Clara

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de diciem­bre de 2021.

La capital de la provincia de Villa Clara, por su ubicación estratégica, era una de las ciudades más custodiadas por la dictadura de Batista.

La bata­lla de San­ta Cla­ra comen­zó el 28 de diciem­bre de 1958, mien­tras que el día 29 de diciem­bre ini­ció el ase­dio a esa estra­té­gi­ca ciudad.

El triun­fo defi­ni­ti­vo de la Revo­lu­ción cuba­na hubie­ra sido impo­si­ble sin la vic­to­ria de la bata­lla de San­ta Cla­ra, lide­ra­da por Ernes­to Che Gue­va­ra, jun­to a su Colum­na 8: Ciro Redondo.

La capi­tal de la pro­vin­cia de Villa Cla­ra, en la región cen­tral de Cuba, por su ubi­ca­ción estra­té­gi­ca era una de las ciu­da­des más cus­to­dia­das por la dic­ta­du­ra de Ful­gen­cio Batis­ta, con el fin de con­te­ner el paso del Ejér­ci­to Rebel­de (ER) hacia el occi­den­te del país.

El Coman­dan­te en Jefe del ER, Fidel Cas­tro, enco­men­dó a dos de sus prin­ci­pa­les coman­dan­tes en la zona orien­tal de Cuba, el Che y Cami­lo Cien­fue­gos, a tomar el cen­tro de la Isla y con­ti­nuar el camino hacia La Haba­na (capi­tal), don­de esta­ban los prin­ci­pa­les man­dos, civil y militar.

Al lle­gar en octu­bre de 1958 al terri­to­rio cen­tral, en poco más de un mes ambos coman­dan­tes, con sus res­pec­ti­vas colum­nas, logra­ron libe­rar terri­to­rios mon­ta­ño­sos, cor­ta­ron las vías de comu­ni­ca­ción que enla­za­ban al orien­te y al occi­den­te de Cuba y cum­plie­ron el obje­ti­vo estra­té­gi­co de para­li­zar el tras­la­do de tro­pas enemi­gas por tie­rra hacia Oriente.

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La últi­ma gran batalla

La bata­lla de San­ta Cla­ra comen­zó el 28 de diciem­bre de 1958 con una dura­ción de cin­co días y el apo­yo del pue­blo san­ta­cla­re­ño, el Che com­ba­tió con 300 hom­bres con­tra un enemi­go varias veces supe­rior en núme­ro y armamentos.

“Y cuan­do ya a fina­les de diciem­bre nues­tras fuer­zas tenían vir­tual­men­te domi­na­da la pro­vin­cia de Orien­te, cor­ta­da en dos par­tes la isla por la pro­vin­cia de San­ta Cla­ra, el Che lle­vó a cabo una de sus últi­mas proezas en nues­tro país”, expre­só Fidel en un dis­cur­so el 28 de noviem­bre de 1971.

Días antes el dic­ta­dor, Batis­ta, había envia­do un tren blin­da­do hacia Orien­te con sol­da­dos y muni­cio­nes de refuer­zo y se habían ubi­ca­do en la Loma del Capi­ro, una posi­ción pri­vi­le­gia­da des­de don­de con­tro­lar los movi­mien­tos de las fuer­zas rebeldes.

No obs­tan­te, el Che reco­rrió con una escol­ta la vía férrea para encon­trar el pun­to vul­ne­ra­ble obs­truir el paso del vehícu­lo. “Aco­sa­dos por hom­bres que, des­de pun­tos cer­ca­nos y vago­nes inme­dia­tos lan­za­ban bote­llas de gaso­li­na encen­di­da, el tren se con­ver­tía –gra­cias a las cha­pas del blin­da­je- en un ver­da­de­ro horno para los sol­da­dos”, escri­bió el lucha­dor argentino.

Des­de la maña­na del 29 de diciem­bre se ini­ció el ase­dio a San­ta Cla­ra des­de la Uni­ver­si­dad Mar­ta Abreu como base de ope­ra­cio­nes. Las vías ama­ne­cie­ron lle­nas de barri­ca­das, los alre­de­dor de 350 sol­da­dos batis­tia­nos a bor­do del tren fue­ron derro­ta­dos y los rebel­des logra­ron ocu­par arma­men­to para cer­ca de 500 hombres.

Tam­bién ese día resul­tó ocu­pa­do el cuar­tel del ser­vi­cio de vigi­lan­cia de carre­te­ra. La misión incluía tomar las ciu­dad por posi­cio­nes y sus prin­ci­pa­les edi­fi­cios, entre ellos, el cuar­tel 31, la esta­ción de poli­cía, la audien­cia, la cár­cel, el Gran Hotel y el Gobierno pro­vin­cial, accio­nes que se logra­ron de mane­ra progresiva.

El 31 de diciem­bre sólo que­da­ban por ren­dir­se los ofi­cia­les y sol­da­dos den­tro la mayor for­ta­le­za mili­tar de la par­te cen­tral de Cuba, “Leon­cio Vidal”, aun­que la ins­ta­la­ción no lle­gó a ser ata­ca­da debi­do a la fuga del dic­ta­dor, Ful­gen­cio Batis­ta, el 1 de enero de 1959.

Esta bata­lla fue deci­si­va en el aco­rra­la­mien­to del ejér­ci­to de la dic­ta­du­ra y la hui­da de Cuba de su jefe, lo que per­mi­tió el triun­fo del Ejér­ci­to Rebel­de y la entra­da a La Haba­na de sus prin­ci­pa­les jefes ocho días des­pués hace 63 años.

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