Méxi­co. Esta­dos Uni­dos le debe a la nación mexi­ca­na al menos 37 billo­nes de dóla­res en indem­ni­za­cio­nes por pobre­za, vio­len­cia y daño ambiental

Por Tama­ra Pear­son*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de noviem­bre de 2021.

foto: Un niño en un mer­ca­do en Pue­bla, Mexi­co. (Tama­ra Pearson)

La mayo­ría de las per­so­nas están fami­lia­ri­za­das con la devas­ta­do­ra deu­da del ter­cer mun­do, ¿pero qué pasa con la deu­da que tie­nen los paí­ses domi­nan­tes, como Esta­dos Uni­dos, por el daño que le han cau­sa­do a paí­ses como Méxi­co? Según mis cuen­tas, Esta­dos Uni­dos debe­ría pagar­le a Méxi­co un míni­mo de 37 billo­nes de dóla­res por los últi­mos dos déca­das de daños. Esa cifra repre­sen­ta casi dos años del PIB de Esta­dos Uni­dos, o 35 años del PIB de Méxi­co (un hecho que por sí solo demues­tra la enor­me des­igual­dad entre los vecinos). 

Des­pués de los años de Donald Trump, el nue­vo gobierno de Joe Biden ase­gu­ra que inten­ta esta­ble­cer una mejor rela­ción con Méxi­co a tra­vés de la “coope­ra­ción”. A prin­ci­pios de octu­bre, Esta­dos Uni­dos y Méxi­co comen­za­ron a dis­cu­tir un nue­vo plan con­jun­to de segu­ri­dad. “Lue­go de 13 años de la Ini­cia­ti­va Méri­da, es tiem­po para un nue­vo enfo­que inte­gral para nues­tra coope­ra­ción en segu­ri­dad, uno que nos pon­ga como socios igua­li­ta­rios en la defi­ni­ción de nues­tras prio­ri­da­des com­par­ti­das”, dijo el secre­ta­rio de Esta­do de Esta­dos Uni­dos Antony Blinken. 

El comu­ni­ca­do con­jun­to sobre el diá­lo­go de segu­ri­dad, tam­bién repre­sen­tó un ses­go pre­ten­cio­so: “Como dos nacio­nes con una socie­dad dura­de­ra basa­da en sobe­ra­nía, res­pe­to mutuo y el víncu­lo extra­or­di­na­rio de fami­lia y amis­tad… cada uno reco­no­ce­mos nues­tra res­pon­sa­bi­li­dad com­par­ti­da y pro­me­te­mos avan­zar como socios para encon­trar solu­cio­nes res­pal­da­das por la justicia…”. 

En reali­dad, “la rela­ción esta­ble­ci­da con Esta­dos Uni­dos es suma­men­te des­igual”, me dijo en entre­vis­ta Óscar Espino, miem­bro del Con­gre­so Nacio­nal Indí­ge­na de Méxi­co (CNI).

Sólo podría exis­tir una rela­ción salu­da­ble entre Méxi­co y Esta­dos Uni­dos si pri­me­ro se reco­no­ce y com­pren­de el daño que Esta­dos Uni­dos le ha cau­sa­do. A con­ti­nua­ción, hago un des­glo­se de los daños: 

Esta­dos Uni­dos pro­mue­ve la vio­len­cia y la ven­ta de armas de fue­go en México

En 2007, Esta­dos Uni­dos lle­vó a Méxi­co su lla­ma­da “gue­rra con­tra las dro­gas” glo­bal, una cam­pa­ña de apo­yo e inter­ven­ción mili­tar, bajo el nom­bre de la Ini­cia­ti­va Méri­da, con la cual le pro­por­cio­nó fon­dos a Méxi­co para entre­na­mien­to y equi­po militar. 

El ini­cio de la Ini­cia­ti­va Méri­da coin­ci­de con un repen­tino y con­ti­nuo aumen­to en las tasas de homi­ci­dios y des­apa­ri­cio­nes en Méxi­co. Los cár­te­les del nar­co­trá­fi­co aumen­ta­ron en un 900% de 2006 a 2012. En 2004, había 18 des­apa­ri­cio­nes for­za­das al año, para 2011 eran 3 mil 111. Con el aumen­to del cri­men orga­ni­za­do lle­ga­ron los secues­tros, más femi­ni­ci­dios, trá­fi­co de muje­res para explo­ta­ción sexual, tortura,y un temor gene­ra­li­za­do y una des­con­fian­za en la socie­dad mexi­ca­na que no es endé­mi­ca de la cultura. 

La vio­len­cia, por su par­te, creó refu­giadxs (unas 357,000 per­so­nas han sido des­pla­za­das de sus hoga­res debi­do a la vio­len­cia o con­flic­to des­de 2009), quie­nes pos­te­rior­men­te fue­ron dete­ni­dos y depor­ta­dos fre­cuen­te­men­te en su inten­to por entrar a Esta­dos Uni­dos. Las res­tric­cio­nes en la fron­te­ra esta­dou­ni­den­se tam­bién faci­li­ta­ron el aumen­to del cri­men orga­ni­za­do en la zona, una vez que las per­so­nas se ven obli­ga­das a pagar­les a tra­fi­can­tes para cru­zar la fron­te­ra. Tan solo en el últi­mo año fis­cal de Esta­dos Uni­dos, más de 600,000 mexi­canxs fue­ron deportadxs. 

La Ini­cia­ti­va Méri­da tam­bién fue una mane­ra con la que Esta­dos Uni­dos aumen­tó su ven­ta de armas de fue­go a Méxi­co. Cada año, apro­xi­ma­da­men­te 873,000 armas entran des­de Esta­dos Uni­dos. Casi 4 millo­nes de crí­me­nes se come­ten cada año con estas armas. Las empre­sas esta­dou­ni­den­ses Smith & Wes­son, Beret­ta, Cen­tury Arms, Colt, Glock, Ruger y Barrett, fabri­can deli­be­ra­da­men­te armas de fue­go para el mer­ca­do del cri­men orga­ni­za­do en Méxi­co. Colt, por ejem­plo, comer­cia­li­za sus pro­duc­tos con nom­bres como .38 El Jefe, .88 El Gri­to y .38 Emi­liano Zapa­ta 1911. Los mode­los de armas, al igual que muchos pro­duc­tos esta­dou­ni­den­ses en Méxi­co, se han con­ver­ti­do en sím­bo­los de estatus. 

Méxi­co pre­sen­tó una deman­da con­tra Esta­dos Uni­dos por el daño oca­sio­na­do por su indus­tria arma­men­tis­ta. Pero, para Miguel Parra, un voce­ro rará­mu­ri de Mogó­ta­vo, en el muni­ci­pio de Uri­que, en el nor­te de Méxi­co, “la indus­tria arma­men­tis­ta nos afec­ta direc­ta­men­te ya que pro­mue­ve la vio­len­cia en los luga­res don­de vivi­mos… eso es por­que si no hay gue­rra, no hay ven­ta de armas”. 

Por los daños cau­sa­dos por Esta­dos Uni­dos a tra­vés de la Ini­cia­ti­va Méri­da, revi­sé el núme­ro de vidas per­di­das cada año en ase­si­na­tos y des­apa­ri­cio­nes for­za­das (per­so­nas que nun­ca fue­ron encon­tra­das), que están por enci­ma de los nive­les pre­vios a la ini­cia­ti­va. Son un total de 236.099 vidas des­de 2007, a 1 millón de dóla­res por cada una de ellas, da un total de 236.000 millo­nes de dólares.

Pero eso no es sufi­cien­te. “Si les pre­gun­ta­mos a lxs fami­lia­res de las víc­ti­mas de des­apa­ri­ción for­za­da o de las polí­ti­cas de segu­ri­dad de Esta­dos Uni­dos… de la vio­len­cia pro­vo­ca­da por armas de fue­go y el nar­co­trá­fi­co… no creo que haya con­di­ción eco­nó­mi­ca algu­na que pue­da res­pon­der a tan­to dolor”, agre­gó Espino. 

Usar a Méxi­co como basurero

Para Méxi­co, todo cam­bió con la fir­ma del TLCAN en 1994. El acuer­do comer­cial entre Méxi­co, Esta­dos Uni­dos y Cana­dá, expu­so a Méxi­co a muchas más impor­ta­cio­nes y expor­ta­cio­nes. Las mul­ti­na­cio­na­les esta­dou­ni­den­ses no tar­da­ron en ins­ta­lar cien­tos de fábri­cas para apro­ve­char los sala­rios y cos­tos de ser­vi­cios más bajos en Méxi­co, así como las cláu­su­las del TLCAN que obli­ga­ban a Méxi­co a tole­rar casi todas las con­se­cuen­cias en mate­ria ambien­tal y de contaminación. 

El Capí­tu­lo 11 del TLCAN, por ejem­plo, seña­la que lxs inver­so­res extran­jerxs que con­si­de­ren que sus ganan­cias se ven afec­ta­das por regu­la­cio­nes ambien­ta­les o de salud públi­ca, pue­den deman­dar al gobierno para obte­ner una com­pen­sa­ción mone­ta­ria. Y fue jus­to lo que hizo la cor­po­ra­ción Metal­Clad de Esta­dos Uni­dos. Las auto­ri­da­des loca­les deter­mi­na­ron que la com­pa­ñía de eli­mi­na­ción de resi­duos con­ta­mi­na­ría el abas­te­ci­mien­to local de agua y orde­nó su cie­rre. Así que Metal­clad pre­sen­tó una deman­da. Y la ganó. 

Bási­ca­men­te, Esta­dos Uni­dos envió bue­na par­te de su indus­tria con­ta­mi­nan­te a Méxi­co, lxs mexi­canxs pro­du­je­ron los bie­nes, que pos­te­rior­men­te fue­ron envia­dos de regre­so a Esta­dos Uni­dos para su con­su­mo. Las cifras del gobierno mexi­cano reve­la­ron que el cos­to del daño ambien­tal cau­sa­do por el TLCAN, tan sólo en 1999, fue de 47,000 millo­nes de dóla­res, y daños anua­les por la con­ta­mi­na­ción de al menos 36,000 millo­nes de dóla­res por año. 

Mexi­ca­li, en la fron­te­ra con Esta­dos Uni­dos, solía ser una tran­qui­la ciu­dad agrí­co­la. En la déca­da de 1980, Esta­dos Uni­dos comen­zó a esta­ble­cer fábri­cas allí y, pos­te­rior­men­te aumen­ta­ron con la fir­ma del TLCAN. Actual­men­te, gra­cias a empre­sas como Kellogg’s, Gulfs­tream, Raytheon, Collins Aeros­pa­ce, Natio­nal Oil­well Var­co, Auto­li­te y Coca-Cola, Mexi­ca­li tie­ne uno de los peo­res nive­les de cali­dad del aire en Méxi­co, así como ele­va­das tasas de asma y muer­tes por enfer­me­da­des respiratorias. 

El Con­se­jo Nacio­nal de Cien­cia y Tec­no­lo­gía, Conacyt, iden­ti­fi­có 50 regio­nes que sufren de emer­gen­cias ambien­ta­les en Méxi­co. Los “infier­nos ambien­ta­les”, como los defi­nió, están todos ubi­ca­dos cer­ca de corre­do­res indus­tria­les que ope­ran bajo el tra­ta­do de libre comercio. 

La úni­ca cifra dis­po­ni­ble que ana­li­za espe­cí­fi­ca­men­te el daño cau­sa­do por las empre­sas esta­dou­ni­den­ses es el núme­ro de 1999 del TLCAN. Así que tomé esa cifra y cal­cu­lé su valor en los siguien­tes años con­si­de­ran­do la expan­sión de las mul­ti­na­cio­na­les aquí y pos­te­rior­men­te res­tan­do un por­cen­ta­je para Cana­dá. El cos­to sería de 1.52 billo­nes de dólares. 

Gene­rar pobre­za a tra­vés del comer­cio injus­to, el robo de recur­sos y la explo­ta­ción labo­ral extrema 

Actual­men­te, hay unas 18,000 empre­sas esta­dou­ni­den­ses ope­ran­do en Méxi­co. Los suel­dos extre­ma­da­men­te bajos que pagan están cau­san­do la pobre­za que el gobierno de Biden ha afir­ma­do que quie­re ata­car de raíz para evi­tar una mayor migración. 

Las empre­sas esta­dou­ni­den­ses pagan a lxs tra­ba­ja­do­res mexi­canxs entre 2.402.70 dóla­res la hora, com­pa­ra­do con el sala­rio típi­co en Esta­dos Uni­dos de 30 dóla­res la hora. Eso sig­ni­fi­ca que las empre­sas esta­dou­ni­den­ses pue­den aho­rrar­se el 70% de sus cos­tos de mano de obra y redu­cir los cos­tos ope­ra­ti­vos en apro­xi­ma­da­men­te un 80% (cuan­do inclu­yes los cos­tos más bajos de alqui­ler y servicios). 

Las con­di­cio­nes en las fábri­cas y luga­res como Ama­zon y Wal­mart, tam­bién están pro­vo­can­do daños en la salud físi­ca y men­tal. En las fábri­cas, las per­so­nas a veces tie­nen que estar para­das duran­te 21 horas segui­das para que la fábri­ca aho­rre espa­cio y se ase­gu­re que no se duer­man. Con fre­cuen­cia lxs empleadxs están expuestxs a quí­mi­cos, tie­nen pro­ble­mas res­pi­ra­to­rios y no toman sufi­cien­te agua en todo el día para alcan­zar sus metas de producción. 

En Ama­zon en Méxi­co, hay horas extras obli­ga­das, sema­nas de 60 horas y los des­pi­dos injus­ti­fi­ca­dos son comu­nes. Wal­mart ha uti­li­za­do a ancia­nos para embol­sar las com­pras sin pagar­les un suel­do (a pesar de obli­gar­los a cum­plir tur­nos), por lo que depen­den de pro­pi­nas para reci­bir ingre­sos. Lxs tra­ba­ja­do­res ganan 13 pesos la hora (63 cen­ta­vos de dólar), que no sue­le ser sufi­cien­te para un alqui­ler, ya no diga­mos otros gastos. 

Uti­li­zan­do la tasa de aho­rro del 80% por el uso de mano de obra mexi­ca­na y el cos­to de ser­vi­cios, así como las cifras del Buró de Aná­li­sis Eco­nó­mi­co de Esta­dos Uni­dos (BEA) de ganan­cias netas para mul­ti­na­cio­na­les en Méxi­co (que sólo toma en cuen­ta a las empre­sas con ingre­sos supe­rio­res a los 25 millo­nes de dóla­res) y ajus­tan­do la infla­ción, calcu­lo que Esta­dos Uni­dos le debe a Méxi­co al menos 336,000 millo­nes de dóla­res des­de 2000 por moti­vos de explotación. 

Y mien­tras Esta­dos Uni­dos y otras empre­sas extran­je­ras no pagan prác­ti­ca­men­te nada por el agua de Méxi­co, tam­bién hay com­pa­ñías como Coca-Cola que embo­te­llan el agua de Méxi­co y lue­go se la ven­den a luga­re­ñxs a cam­bio de una ganan­cia; y Cons­te­lla­tion Brands, que tam­bién toma el agua mexi­ca­na para con­ver­tir­la en cer­ve­za, la cual ven­de pos­te­rior­men­te en Esta­dos Uni­dos, y lo úni­co que lxs mexi­canxs reci­ben a cam­bio es una seve­ra esca­sez de agua. 

Las empre­sas extran­je­ras tam­bién extraen 60,800 barri­les del petró­leo mexi­cano dia­ria­men­te, mien­tras que otras explo­tan la tie­rra mexi­ca­na y la envían hacia el nor­te en la for­ma de mine­ra­les y meta­les. En los últi­mos dos años, com­pa­ñías de Esta­dos Uni­dos y Cana­dá han reci­bi­do el 87% de las con­ce­sio­nes de mine­ría en Méxi­co. Estas empre­sas se que­dan con prác­ti­ca­men­te todas las ganan­cias pro­ce­den­tes de los recur­sos mexi­ca­nos, y sólo pagan cuo­tas de entre 0,4% al 2% del total del valor de las minas, y sólo entre 6 y 129 pesos (menos de 10 dóla­res) por hec­tá­rea por la tie­rra con­ce­sio­na­da. En tan­to, lxs agri­cul­to­res e indí­ge­nas son expul­sadxs de sus tie­rras y, alre­de­dor de las minas, abun­dan los con­flic­tos socia­les y ambien­ta­les, la vio­len­cia y la corrupción. 

¿Cuán­to ha roba­do Esta­dos Uni­dos a tra­vés de sus minas en Méxi­co des­de el año 2000? Ana­li­cé las expor­ta­cio­nes mine­ras anua­les de Esta­dos Uni­dos, tomé en con­si­de­ra­ción los míse­ros impues­tos e hice el ajus­te infla­cio­na­rio, y el total es de 154,400 millo­nes de dólares. 

Pero qui­zás lo peor de todo es la pobre­za gene­ral pro­vo­ca­da por el TLCAN, que reor­ga­ni­zó por com­ple­to la eco­no­mía de Méxi­co y, por lo tan­to, tam­bién el fun­cio­na­mien­to de sus estruc­tu­ras socia­les y tra­di­cio­na­les. Los pro­duc­tos esta­dou­ni­den­ses reem­pla­za­ron a los pro­duc­tos mexi­ca­nos y modi­fi­ca­ron las die­tas de los mexi­ca­nos, el sis­te­ma de tian­guis que fun­cio­na­ba tan bien, inclu­so antes de la inva­sión espa­ño­la, fue bási­ca­men­te reem­pla­za­do por Wal­marts, y Méxi­co aho­ra impor­ta maíz, que no es sólo la base de su die­ta, sino una par­te fun­da­men­tal de la iden­ti­dad y filo­so­fía de lxs mexicanxs. 

Espino des­cri­bió cómo las empre­sas mexi­ca­nas pasan pro­ble­mas para sobre­vi­vir y cómo las empre­sas esta­dou­ni­den­ses, en lugar de crear empleos, ter­mi­na­ron por alen­tar a las per­so­nas a migrar de las áreas rura­les a ciu­da­des indus­tria­les. “Real­men­te, nun­ca hubo opor­tu­ni­da­des de tra­ba­jo que bene­fi­cia­ran a las y los mexi­ca­nos”, ase­gu­ró. “Los intere­ses eco­nó­mi­cos de Esta­dos Uni­dos deter­mi­nan la polí­ti­ca que le impo­ne a Méxi­co y que ha pro­vo­ca­do un saqueo ambien­tal y social”, agregó. 

Esta­dos Uni­dos deli­be­ra­da­men­te man­tu­vo y cau­só pobre­za en Méxi­co, des­pués de los efec­tos de la colo­ni­za­ción. Con el TLCAN, millo­nes de per­so­nas per­die­ron su tra­ba­jo y sus tie­rras, y Méxi­co tuvo que cam­biar su cons­ti­tu­ción para que la tie­rra que se les cedió per­ma­nen­te­men­te a lxs cam­pe­sinxs mexi­canxs pudie­ra ser ven­di­da, incau­ta­da y adqui­ri­da por extran­jerxs. Lxs agri­cul­to­res de maíz reci­bie­ron un 70% menos por sus cose­chas una vez que se cua­dru­pli­ca­ron las impor­ta­cio­nes de maíz sub­si­dia­do des­de Esta­dos Uni­dos. Cuan­do el TMEC reem­pla­zó al TLCAN en julio de 2020, se man­tu­vo este injus­to régi­men comercial. 

Si a Méxi­co le hubie­ran per­mi­ti­do man­te­ner la tasa de cre­ci­mien­to que tuvo entre 1960 y 1980, actual­men­te podría tener una pro­duc­ción per cápi­ta simi­lar a la de Por­tu­gal o Corea del Sur, argu­men­tó el Cen­tro de Inves­ti­ga­ción en Eco­no­mía y Polí­ti­ca (CEPR), y muy pocxs mexi­canxs habrían teni­do la nece­si­dad de migrar a Esta­dos Uni­dos. En su lugar, des­de que se imple­men­tó el TLCAN en 1994 y has­ta 2012, la tasa de pobre­za y los suel­dos en Méxi­co prác­ti­ca­men­te no han cambiado. 

Antes del TLCAN, Méxi­co y Corea del Sur cre­cían a un rit­mo simi­lar y tenían el mis­mo PIB per cápi­ta PPA cuan­do fue imple­men­ta­do, así que uti­li­cé el cre­ci­mien­to del PIB per cápi­ta de Corea del Sur duran­te los últi­mos 20 años com­pa­ra­do con el de Méxi­co, para cal­cu­lar el impac­to eco­nó­mi­co del TLCAN. A lo lar­go de 20 años, la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca de Esta­dos Uni­dos (y de Cana­dá) hacia Méxi­co pri­vó al país de 35.325 billo­nes de dólares. 

El daño total

Des­de lue­go que nin­gu­na can­ti­dad podría real­men­te com­pen­sar el dolor o el sufri­mien­to. La cifra total de 37.235 billo­nes de dóla­res inclu­ye todos los núme­ros men­cio­na­dos ante­rior­men­te, excep­to la explo­ta­ción sala­rial, que sería par­te de la cifra gene­ral de pobre­za. Hay una mucho mayor dis­po­ni­bi­li­dad de infor­mes de mer­ca­do, datos nacio­na­les y otra infor­ma­ción para paí­ses ricos que para Méxi­co, y tuve que usar las cifras dis­po­ni­bles, y pos­te­rior­men­te trian­gu­lar­las y sumar­las para cada año. 

Los 37 billo­nes de dóla­res son el míni­mo. La cifra no inclu­ye el trau­ma gene­ra­li­za­do de la vio­len­cia y la pobre­za, la fal­ta de sobe­ra­nía ante un país domi­nan­te o el actual men­sa­je de que Esta­dos Uni­dos y su “demo­cra­cia”, pro­duc­tos y cul­tu­ra son supe­rio­res a los de Méxi­co. No inclu­ye la for­ma en que la pobre­za des­po­ja de poder a los huma­nos y los deja inde­fen­sos y sin espe­ran­za, ni cómo inhi­be a una niñez prós­pe­ra del des­cu­bri­mien­to y el cre­ci­mien­to, res­trin­ge la liber­tad o afec­ta el auto­es­ti­ma. No inclu­ye cómo el daño ambien­tal, más allá de las impli­ca­cio­nes pre­su­pues­ta­rias, des­tru­ye los hoga­res cul­tu­ra­les, las his­to­rias y la for­ma de vida de las personas. 

Para Parra, la impo­si­ción de fron­te­ras estric­ta­men­te con­tro­la­das, en don­de las per­so­nas de Esta­dos Uni­dos fácil­men­te pue­den entrar a Méxi­co, pero lxs indí­ge­nas mexi­canxs no pue­den mover­se libre­men­te, tie­ne un enor­me impac­to psicológico. 

“Como indí­ge­nas, no tene­mos fron­te­ras”, dijo. Ir de un lado a otro es natu­ral, “pero como indí­ge­nas, vivi­mos una reali­dad que a veces no enten­de­mos… las fron­te­ras son un con­trol polí­ti­co y social”. 

Así que, si bien no lo englo­ba todo, lo que la cifra pue­de indi­car es el gra­do con lo que Esta­dos Uni­dos se bene­fi­cia de una rela­ción des­igual, explo­ta­do­ra y abu­si­va hacia Méxi­co, y lo insu­fi­cien­tes que son los peque­ños ges­tos para crear cual­quier tipo de des­igual­dad y justicia. 

Lo que apli­ca para Esta­dos Uni­dos y Méxi­co, tam­bién apli­ca de for­ma gene­ral para Esta­dos Uni­dos y Lati­noa­mé­ri­ca, y para la rela­ción entre regio­nes ricas y paí­ses más pobres. ¿Cuán­to ten­dría que pagar Esta­dos Uni­dos para com­pen­sar por los gol­pes de Esta­do que ha coor­di­na­do en Lati­noa­mé­ri­ca y su exten­sas con­se­cuen­cias, o por otras inter­ven­cio­nes, san­cio­nes, polí­ti­cas eco­nó­mi­cas, y finan­cia­mien­to de con­tras y cual­quier otra tác­ti­ca antirrevolucionaria? 

A nivel mun­dial, los paí­ses ricos no ayu­dan a los paí­ses pobres a desa­rro­llar­se. Les roban dine­ro y recur­sos a gran esca­la para que, en la reali­dad, los paí­ses pobres desa­rro­llen a los paí­ses ricos a pun­ta de pis­to­la, ya sea meta­fó­ri­ca o literal. 

Más allá de las indem­ni­za­cio­nes, “se nece­si­ta un plan de jus­ti­cia. Par­te de eso sería la liber­tad para que lxs indí­ge­nas se des­pla­cen a dón­de sea”, dijo Parra.

Para Espino, depen­de de Méxi­co pro­te­ger­se de las “polí­ti­cas de saqueo de recur­sos” de Esta­dos Uni­dos. Espe­ra que lle­gue el día en que Méxi­co real­men­te sea sobe­rano y capaz de autogestionarse.

*Tama­ra Pear­son, @pajaritaroja, ha ejer­ci­do como perio­dis­ta duran­te dos déca­das, de las cua­les ha tra­ba­ja­do como edi­to­ra y perio­dis­ta en Lati­noa­mé­ri­ca en los últi­mos 14 años. Es auto­ra de la nove­la “The But­terfly Pri­son” y su obra pue­de ser con­sul­ta­da en su blog

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