Pales­ti­na. La lucha por ganar­se la vida en Gaza comien­za a la edad escolar

Resu­men Medio Orien­te /​16 de sep­tiem­bre de 2021 – Con el ini­cio del nue­vo cur­so esco­lar en la ase­dia­da Fran­ja de Gaza, algo menos de 300.000 alum­nos de entre 6 y 17 años se pre­sen­ta­ron a las cla­ses; más de 20.000 asis­ten a la escue­la por pri­me­ra vez, a menu­do en aulas super­po­bla­das. A pesar de la difí­cil situa­ción de Gaza y de las repe­ti­das ofen­si­vas mili­ta­res israe­líes, los niños de Gaza sue­len dis­fru­tar de la escuela.

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Sin embar­go, hay cien­tos que se levan­tan tem­prano todos los días, pero no van a la escue­la. Reco­rren las calles en bus­ca de tra­ba­jo para ganar algo de dine­ro para sus fami­lias. Mah­moud Al-Borsh, de 13 años, es uno de ellos. Sale de su casa a las 6 de la maña­na todos los días y no vuel­ve has­ta las 6 de la tar­de, sin tener siquie­ra el dine­ro sufi­cien­te para com­prar el jabón nece­sa­rio para lavar su ropa.

«Me levan­to en cuan­to sien­to el sol en el cie­lo, me pre­pa­ro para tra­ba­jar y sal­go», me dijo. «No siem­pre sé a dón­de ir, pero empie­zo por las bol­sas de basu­ra y los con­te­ne­do­res de la zona cer­ca­na a mi casa». Su tra­ba­jo, tal como es, con­sis­te en reco­ger cha­ta­rra y plás­ti­co. Es muy difí­cil, y tra­ba­ja todo el día, a menu­do ter­mi­nan­do con tan sólo 10 she­kels (3 dóla­res) en el bol­si­llo. Tam­bién es muy peli­gro­so, por­que la cha­ta­rra podría haber sido uti­li­za­da para con­te­ner pro­duc­tos quí­mi­cos peli­gro­sos y líqui­dos peligrosos.

En los terri­to­rios ocu­pa­dos, la basu­ra domés­ti­ca no se depo­si­ta en con­te­ne­do­res sepa­ra­dos, uno para las latas, otro para el plás­ti­co y el car­tón, y otro para los pro­duc­tos pere­ce­de­ros y otras cosas. Todo va en una bol­sa de nylon y se pone en la puer­ta para que lo reco­jan los tra­ba­ja­do­res de la lim­pie­za. Por eso, dece­nas de jóve­nes como Mah­moud Al-Borsh salen de casa tem­prano, para revi­sar las bol­sas antes de que lle­gue el equi­po de lim­pie­za. Muchos de ellos siguen al camión de la basu­ra has­ta el ver­te­de­ro y rebus­can allí obje­tos vendibles.

Según la Ofi­ci­na Cen­tral de Esta­dís­ti­cas de Pales­ti­na, casi 5.000 de los 372.600 niños tra­ba­ja­ban en Gaza en 2018, con eda­des com­pren­di­das entre los 10 y los 17 años. Casi 2.000 niños tra­ba­ja­ban a tiem­po par­cial antes o des­pués de la escuela.

Al-Borsh desa­fía el cli­ma calu­ro­so y la con­ges­tión del trá­fi­co para ir a tra­ba­jar cuan­do otros niños van a la escue­la. «Me entris­te­ce ver a los otros niños ir a la escue­la, por­que espe­ro poder unir­me a ellos algún día. Sin embar­go, estoy muy con­ten­to de poder ganar algo de dine­ro para ali­men­tar a mi fami­lia». Hay diez per­so­nas en su fami­lia inme­dia­ta, así que todo lo que trae a casa es muy bienvenido.

Sin embar­go, está per­dien­do la espe­ran­za sobre sus pers­pec­ti­vas de edu­ca­ción. «¿Cómo voy a apren­der a leer y escri­bir des­pués de haber per­di­do todas las cla­ses de pri­ma­ria y de pre­pa­ra­ción?». Ade­más, ha oído hablar de alguien que estu­dió inge­nie­ría infor­má­ti­ca en la uni­ver­si­dad y aho­ra ven­de maíz her­vi­do en la calle. ¿De qué sir­ve la edu­ca­ción si al final no hay tra­ba­jo bajo el ase­dio israe­lí a Gaza?

El comer­cian­te de cha­ta­rra y plás­ti­co Abu Yah­ya me dijo que com­pra artícu­los a por lo menos 50 niños cada día. «Todos ellos están en edad escolar».

Las difí­ci­les con­di­cio­nes de vida, expli­có, han empu­ja­do a estos niños a con­se­guir cual­quier tipo de tra­ba­jo, aun­que no ganen mucho dine­ro con ello. «Lo máxi­mo que pue­den espe­rar», dijo Abu Yah­ya, «es pro­ba­ble­men­te 15 she­kels (4,50 dóla­res) al día. Pero para una fami­lia que vive bajo el umbral de la pobre­za y nece­si­ta deses­pe­ra­da­men­te ali­men­tos, eso es una con­tri­bu­ción impor­tan­te al presupuesto.»

Bus­qué al inge­nie­ro infor­má­ti­co men­cio­na­do por Al Borsh y lo encon­tré en la cor­ni­sa jun­to al Medi­te­rrá­neo. Se lla­ma Ham­di Lub­bad y tie­ne 26 años. Estu­dió inge­nie­ría infor­má­ti­ca en una de las uni­ver­si­da­des de Gaza, pero no encon­tró tra­ba­jo, así que ven­de maíz her­vi­do para man­te­ner a su familia.

El inge­nie­ro infor­má­ti­co pales­tino Ham­di Lubbad

«Des­pués de ter­mi­nar mi licen­cia­tu­ra, pasé dos años bus­can­do tra­ba­jo, pero no pude encon­trar nin­guno», expli­có. «Nece­si­ta­ba un tra­ba­jo por­que ten­go que con­se­guir comi­da y medi­ci­nas para mi madre, que tie­ne cán­cer. Así que pen­sé en tener este carri­to. Lo uso para ven­der maíz her­vi­do en verano y sah­lab ‑una bebi­da pales­ti­na calien­te- en invierno».

Lub­bad comer­cia bajo el nom­bre de «El Inge­nie­ro»; no quie­re que la gen­te pien­se que es incul­to. Para él es impor­tan­te que sepan que es inge­nie­ro y que ven­der maíz no es su opción labo­ral pre­fe­ri­da. La mayo­ría de la gen­te enten­de­rá que el blo­queo israe­lí impues­to des­de 2007 es el cul­pa­ble de la fal­ta de opor­tu­ni­da­des laborales.

Según Lub­bad, no es el úni­co uni­ver­si­ta­rio que tie­ne un tra­ba­jo en la cor­ni­sa. Con­tó dece­nas de per­so­nas que ven­den maíz, elec­tro­do­més­ti­cos, ciga­rri­llos, bebi­das calien­tes o frías, etc. «La gen­te como noso­tros no nece­si­ta mucho dine­ro para sacar ade­lan­te estos peque­ños nego­cios», añadió.

Moham­mad Abu Jay­yab, direc­tor del perió­di­co Al-Eqtisadiyeh

«La desas­tro­sa situa­ción eco­nó­mi­ca de la Fran­ja de Gaza es el resul­ta­do direc­to del ase­dio israe­lí», afir­mó Moham­mad Abu Jay­yab, redac­tor jefe del perió­di­co Al-Eqti­sa­di­yeh. «El des­em­pleo está en nive­les récord». Toda la situa­ción, advir­tió, es casi «irre­pa­ra­ble».

La ayu­da huma­ni­ta­ria inter­na­cio­nal, seña­ló, es para emer­gen­cias, no a lar­go pla­zo. «Des­pués de un par de sema­nas, las fami­lias nece­si­tan otras cosas ade­más de ali­men­tos. Nece­si­tan ropa, elec­tro­do­més­ti­cos, repa­ra­cio­nes en la casa, elec­tri­ci­dad, agua pota­ble; cosas que no ofre­cen los donan­tes ni las orga­ni­za­cio­nes benéficas.»

El dipu­tado Jamal Al-Kho­da­ri es el jefe del Comi­té Popu­lar con­tra el Ase­dio Israe­lí a Gaza. Me dijo que más del 85% de las fami­lias pales­ti­nas de Gaza sufren inse­gu­ri­dad ali­men­ta­ria. «Viven por deba­jo del umbral ofi­cial de pobre­za y no tie­nen nada en casa para comer o beber ape­nas unos días des­pués de reci­bir cupo­nes de comi­da de las orga­ni­za­cio­nes bené­fi­cas inter­na­cio­na­les». Ade­más, como seña­ló el vice­mi­nis­tro de Tra­ba­jo de Gaza, Ihab Al-Ghus­sein, «hay 270.000 pro­fe­sio­na­les y licen­cia­dos uni­ver­si­ta­rios que bus­can tra­ba­jo en la Fran­ja de Gaza». Los nue­vos licen­cia­dos se suman a la bús­que­da de esos esqui­vos empleos al final de cada cur­so académico.

Los tres ‑Abu Jay­yab, Al-Kho­da­ri y Al-Ghus­sein- reite­ra­ron que Israel debe poner fin al ase­dio impues­to a Gaza. Si no lo hace, el encla­ve ase­dia­do se diri­ge a una situa­ción eco­nó­mi­ca y social aún más desas­tro­sa, y nadie sabe a dón­de nos lle­va­rá. No pode­mos decir que no haya­mos sido advertidos.

Fuen­te: Moni­tor Medio Orien­te en Español 

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