Afga­nis­tán. Se ace­le­ra la decli­na­ción del impe­rio tras fuer­te gol­pe en el table­ro global

Por Eduar­do Luci­ta*, Resu­men Medio Orien­te, 27 de agos­to de 2021.

La derro­ta de EEUU en Afga­nis­tán agu­di­za la cri­sis de la socie­dad esta­dou­ni­den­se y le da cen­tra­li­dad a la decli­na­ción del impe­rio en favor de Chi­na y Rusia.

La deci­sión de Joe Biden de ace­le­rar la reti­ra­da de las tro­pas en Afga­nis­tán ter­mi­nó en una ver­da­de­ra deba­cle. Nume­ro­sos ana­lis­tas equi­pa­ran esta derro­ta con la sufri­da por EEUU en Viet­nam. Tal vez resul­te una mira­da algo super­fi­cial pues pasa por alto que esta derro­ta es esen­cial­men­te polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca más que mili­tar. Para el aca­dé­mi­co liba­nés Gil­bert Ach­car, «las fuer­zas sud­viet­na­mi­tas eran mucho más sóli­das que las del gobierno afgano, que logra­ron resis­tir duran­te dos años la ofen­si­va de las fuer­zas comu­nis­tas que el pro­pio EEUU fue inca­paz de derro­tar y que con­ta­ban con un apo­yo inter­na­cio­nal y regio­nal mucho mayor del que jamás han teni­do los tali­bán».
Tan­to el ejér­ci­to como la poli­cía afga­na, orga­ni­za­dos y equi­pa­dos con arma­men­to por EEUU nun­ca mos­tra­ron mayor dis­po­si­ción a la lucha y sufrie­ron la corrup­te­la de un régi­men arti­fi­cial orga­ni­za­do des­de arri­ba. Hay indi­cios de que estu­vie­ron infil­tra­dos des­de sus ini­cios. Todo expli­ca­ría por­que se des­mo­ro­na­ron tan rápi­do fren­te al talibán.

20 años después.

La ofen­si­va de EEUU, lan­za­da como res­pues­ta a los aten­ta­dos del 11‑S del 2001 con la excu­sa de com­ba­tir el terro­ris­mo y «libe­rar al país» (en reali­dad ocul­ta­ba una estra­te­gia impe­rial para posi­cio­nar­se en Asia Cen­tral) tuvo tam­bién un con­te­ni­do de key­ne­sia­nis­mo de gue­rra ayu­dan­do a recu­pe­rar una eco­no­mía en rece­sión (impor­tan­cia eco­nó­mi­ca del com­ple­jo militar/​industrial). Se da la para­do­ja que la actual derro­ta ocu­rre cuan­do la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se ha recu­pe­ra­do su lugar en el mun­do glo­ba­li­za­do. Está en fran­ca expan­sión (+7% esti­ma­do para este año) y arras­tran­do, jun­to con la chi­na (+8.5%), a la eco­no­mía mun­dial.
Dos déca­das des­pués los obje­ti­vos de ter­mi­nar con el tali­bán, de cons­truir una fuer­za mili­tar afga­na y for­jar un Esta­do nacio­nal «moderno» que­da­ron solo en enun­cia­dos. El fra­ca­so es en toda la línea y el poder ha vuel­to a manos de quie­nes lo deten­ta­ban 20 años atrás.
Dimen­sión de la derro­ta.
La derro­ta sacu­de el table­ro inter­na­cio­nal. Es que Afga­nis­tán está ubi­ca­do en el cora­zón del Asia, su impor­tan­cia estra­té­gi­ca devie­ne de ser pun­to de encuen­tro entre Eura­sia, Asia Cen­tral, Chi­na, India y el Orien­te Pró­xi­mo; de sus fron­te­ras con Pakis­tán, Irán y Chi­na y de su cer­ca­nía con varias poten­cias nuclea­res. Ade­más terri­to­rio estra­té­gi­co para el paso de oleo­duc­tos y gaso­duc­tos. Su prin­ci­pal acti­vi­dad es la agri­cul­tu­ra, aun­que solo el 5% de su tie­rra es cul­ti­va­ble (uno de los mayo­res pro­duc­to­res mun­dia­les de opio, que se extrae de cul­ti­vos ubi­ca­dos en zonas domi­na­das por los tali­ba­nes más radi­ca­li­za­dos y son su fuen­te de finan­cia­mien­to). Pero su terri­to­rio tam­bién con­tie­ne petró­leo, gas, hie­rro y oro, y sobre todo cobal­to y litio (esen­cia­les para la nue­va era tec­no­ló­gi­ca) lo que le otor­ga gran rele­van­cia para las poten­cias mun­dia­les.
Esta derro­ta pue­de ser un pun­to de infle­xión. Por un lado colo­ca a EEUU en su momen­to de mayor decli­na­ción fren­te a Chi­na en su dispu­ta estra­té­gi­ca y en para­le­lo dete­rio­ra las rela­cio­nes con las poten­cias euro­peas que Joe Biden esta­ba tra­tan­do de recu­pe­rar lue­go de los des­tra­tos de Donald Trump. Por el otro agu­di­za las con­tra­dic­cio­nes inter­nas en la socie­dad nor­te­ame­ri­ca­na, inclu­so los demó­cra­tas podrían per­der las elec­cio­nes de medio camino el año que vie­ne en ambas cáma­ras (en dipu­tados tie­nen una débil mayo­ría de 8 ban­cas, mien­tras que en sena­do­res están empa­ta­dos). Adi­cio­nal­men­te des­co­lo­ca a la comu­ni­dad atlán­ti­ca y a la OTAN, que se ali­nea­ron con EEUU y coor­ga­ni­za­ron la «Ope­ra­ción Liber­tad Dura­de­ra». La reti­ra­da anti­ci­pa­da y uni­la­te­ral de las tro­pas esta­dou­ni­den­ses sin avi­so a los euro­peos intro­du­ce nue­vos ele­men­tos de cri­sis en el blo­que mien­tras aumen­ta el des­cré­di­to de la diri­gen­cia polí­ti­ca, que alcan­za­ría a la ale­ma­na Ange­la Mer­kel (su par­ti­do podría per­der las pró­xi­mas elec­cio­nes, inclu­so ya se está hablan­do de un gobierno de coa­li­ción). Debe medir­se tam­bién el impac­to que el regre­so de los tali­ba­nes ten­drá en el mun­do islá­mi­co, espe­cial­men­te en Pakis­tán, Yer­mén, Siria, Soma­lia y en algu­nas nacio­nes de la ex URSS.

Con la OTAN reti­ran­do tam­bién sus tro­pas el pro­ta­go­nis­mo pasa a Rusia, Irán, Pakis­tán, que vive el triun­fo como pro­pio, y espe­cial­men­te a Chi­na que se ha con­ver­ti­do en el gran inter­lo­cu­tor con los tali­ba­nes. En julio pasa­do una dele­ga­ción visi­tó la Repú­bli­ca Popu­lar, se com­pro­me­tie­ron a que no vol­ve­rían a ser refu­gio y base de ata­ques de gru­pos tipo Al Qae­da, tam­bién incur­sio­na­ron en temas comer­cia­les y de inver­sión. Afga­nis­tán nece­si­ta recons­truir y cons­truir infra­es­truc­tu­ra que per­mi­ta inte­grar las dis­tin­tas zonas del país hoy inco­mu­ni­ca­das (lo que favo­re­ce a los seño­res de la gue­rra loca­les fren­te a la cen­tra­li­dad frus­tra­da de Kabul). En tan­to que Chi­na ve ahí la posi­bi­li­dad de exten­der la Nue­va Ruta de la Seda, que así que­da­ría a las puer­tas de India, has­ta aho­ra renuen­te a inte­grar­se al pro­yec­to.
Todo suce­de cuan­do no es de des­car­tar una nue­va ola de refu­gia­dos (esti­ma­da en 3.5 millo­nes de per­so­nas), que Euro­pa no está dis­pues­ta a reci­bir sino en cuen­ta gotas, mien­tras que Tur­quía sí y ganar así pres­ti­gio internacional.

Tiem­po de incer­ti­dum­bres.
El triun­fo de los tali­ba­nes y la segun­da gran derro­ta de EEUU han pues­to en movi­mien­to las prin­ci­pa­les pie­zas del table­ro glo­bal. Sus efec­tos serán dura­de­ros y se verán a futu­ro. ¿Qué impli­can­cias estra­té­gi­cas ten­drán? ¿Los que regre­san al poder serán los mis­mos que lo per­die­ron en el 2001? ¿El reco­no­ci­mien­to de Chi­na y Tur­quía los legi­ti­ma? ¿Afga­nis­tán se con­su­mi­rá en una nue­va gue­rra civil como en los ini­cios de los ’90 o los triun­fa­do­res logra­ran un man­do uni­fi­ca­do que con­ten­ga y dis­ci­pli­ne a las diver­sas tri­bus, etnias y al ISIS local? (los recien­tes aten­ta­dos en las cer­ca­nías del aero­puer­to de Kabul y las demo­ras en for­mar gobierno no son bue­nas seña­les) ¿Las muje­res man­ten­drán lo poco alcan­za­do en estos años en los cen­tros urba­nos, no así en el inte­rior. Logra­ran for­jar un movi­mien­to que las libe­re de tan­ta opre­sión y atra­so, cuan­do de algu­na for­ma han sido alia­das del inva­sor que les ofre­cía mejo­res con­di­cio­nes de vida y exis­ten­cia)
La decli­na­ción de EEUU ha avan­za­do varios casi­lle­ros y esto abre nume­ro­sos interrogantes.

*Inte­gran­te del colec­ti­vo EDI (Eco­no­mis­tas de Izquierda).

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