Sáha­ra Occi­den­tal. Fat­ma Moha­med Salem pide apo­yo inter­na­cio­nal para que se resuel­va el con­flic­to en paz

Por María Torre­llas, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 26 de agos­to de 2021

El Sáha­ra Occi­den­tal es la últi­ma colo­nia en Afri­ca. Actual­men­te en gue­rra con el inva­sor Marrue­cos. El saha­raui es un pue­blo pací­fi­co y hos­pi­ta­la­rio que lle­va mas de 45 años sopor­tan­do vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos, tor­tu­ras, des­apa­ri­cio­nes del inva­sor marro­quí, y lucha por su inde­pen­den­cia den­tro de los pue­blos afri­ca­nos. Estu­vi­mos char­lan­do para nues­tro pro­gra­ma radial, con la dele­ga­da del Fren­te Poli­sa­rio en Mur­cia, Esta­do espa­ñol, Fat­ma Moha­med Salem. Ella for­ma par­te de la pobla­ción que salió huyen­do en el 1975 de su tie­rra en el Sáha­ra Occi­den­tal para sal­var la vida, ante la inva­sión marro­quí y la hui­da del colo­ni­za­dor espa­ñol. Ha vivi­do des­de enton­ces en los Cam­pa­men­tos de las y los Refu­gia­dos en Tin­duf, al sur de Arge­lia. Estu­dió en Cuba, como tan­tas y tan­tos saha­rauis, y aho­ra cum­ple misión en Murcia.

-¿Cómo ves la situa­ción, pri­me­ro en este momen­to de la mujer saha­raui, en medio de la gue­rra con­tra Marrue­cos. Pri­me­ro, la mujer que está resis­tien­do en los terri­to­rios ocu­pa­dos, que está repri­mi­da, que está sien­do ata­ca­da; y lue­go tam­bién la mujer que está resis­tien­do en el sur de Arge­lia, en Tin­duf, vivien­do en ese desier­to de cli­ma tan ári­do y en esas car­pas don­de la vida es tan dura.

En pri­mer lugar, qui­sie­ra trans­mi­tir mis mayo­res agra­de­ci­mien­tos por dar­nos la opor­tu­ni­dad de dar voz de la mujer saha­raui en vues­tro país y en don­de pue­da lle­gar esa voz. Gra­cias por vues­tra soli­da­ri­dad incon­di­cio­nal, como siem­pre.
Hablan­do de la mujer saha­raui, pre­fie­ro hablar pri­me­ro de la mujer en las zonas ocu­pa­das, por­que son ellas las que están en la boca del lobo. Son ellas las que están bajo domi­nio, tor­tu­ra y veja­cio­nes del agre­sor y ocu­pan­te ile­gal del Saha­ra Occi­den­tal, que es Marrue­cos.
La mujer saha­raui ha demos­tra­do una vez más, su valen­tía, sus prin­ci­pios, sus valo­res, tenien­do en cuen­ta toda difi­cul­tad, toda pre­sión, todo tipo de tor­tu­ras y veja­cio­nes. Ahí tene­mos un ejem­plo actual, des­gra­cia­da­men­te, de Sul­ta­na Kha­ya, la acti­vis­ta saha­raui que lle­va meses bajo tor­tu­ra y veja­cio­nes dia­ria­men­te, sabien­do de ante­mano que se está gra­ban­do y se está difun­dien­do a nivel inter­na­cio­nal todo lo que le están hacien­do. Y lo que más me extra­ña y me due­le como mujer saha­raui, es la opi­nión inter­na­cio­nal de las orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos, que no han toma­do car­tas en el asun­to. Esto es incom­pren­si­ble, y des­de aquí lo quie­ro denun­ciar, por­que es algo incon­ce­bi­ble. Las vigi­lan las 24 hs. del día, y a cada rato entran y las tor­tu­ran. Ella está con­tan­do todo lo que se vive en las zonas ocu­pa­das. Ella lucha como cual­quier saha­raui por el mero hecho de pedir por el pro­ble­ma del Sáha­ra, para que se aca­be esa ocu­pa­ción ile­gal y se cele­bre un refe­rén­dum. Noso­tros, des­de aquí, des­de Espa­ña, enten­de­mos que des­gra­cia­da­men­te el gobierno espa­ñol siem­pre ha sido un apo­yo a Marrue­cos. Es incon­ce­bi­ble, pero es com­pren­si­ble tam­bién. Pero lo que no entien­do son las otras orga­ni­za­cio­nes que no han hecho nada que pue­da fre­nar esa tor­tu­ra a la fami­lia de Kha­ya, en con­cre­to. Esa fami­lia es un ejem­plo, y es una lla­ma­da de aten­ción de lo que se vive coti­dia­na­men­te en las zonas ocu­pa­das. Allá no pue­den hacer una mani­fes­ta­ción pací­fi­ca y pedir una solu­ción para el con­flic­to del Sáha­ra. Ellos no tie­nen armas. Ellos no están hacien­do nada del otro mun­do, sal­vo defen­der y pedir nues­tro dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción, y denun­ciar todo lo que se está come­tien­do de tor­tu­ras y de todo tipo de pre­sión a la pobla­ción saha­raui en las zonas ocu­pa­das. Des­de aquí quie­ro denun­ciar­lo y quie­ro pedir apo­yo, para que se sol­ven­te el pro­ble­ma de Sáha­ra, pero sobre todo, la vio­la­ción de dere­chos huma­nos: lo que están sufrien­do las que no apa­re­cen en los videos y las que nadie sabe de ellas, me refie­ro a la pren­sa inter­na­cio­nal. Irrum­pen en casa dia­ria­men­te, de noche, vio­lan a chi­cas, y les da igual si son jóve­nes, si son mayo­res, si están emba­ra­za­das, si están enfer­mas. No les impor­ta. Tan­to a muje­res como a hom­bres, pero en este caso hablo de las muje­res saha­rauis, que están muy opri­mi­das y tor­tu­ra­das en las zonas ocupadas.

Sul­ta­na Kha­ya, apre­sa­da en su casa en terri­to­rio ocu­pa­do y tor­tu­ra­da por las fuer­zas repre­so­ras marroquíes
  • Que­ría hablar un poco más de Sul­ta­na. Ella hace unos meses fue dete­ni­da por Marrue­cos. Como vos decís, fue tor­tu­ra­da. Ella ya venía de una mani­fes­ta­ción ante­rior en la que la habían heri­do en un ojo; y ade­más está ence­rra­da en su casa, por­que eso hay que dejar­lo en cla­ro, es una medi­da que toma el ocu­pan­te marro­quí para ence­rrar a Sul­ta­na con su fami­lia, y ade­más la casa de Sul­ta­na era un lugar de reu­nión, de resis­ten­cia. Enton­ces eso que vos estás con­tan­do está sien­do direc­ta­men­te en la casa de ella. Eso hay que acla­rar­lo por­que no se cono­ce bien.

-Eso es un mon­tón de veces, pero esta vez la tie­nen en su casa. No pue­den salir ni a tirar la basu­ra, con esto te lo digo todo. Esto es algo que nun­ca habían hecho con nadie, pero ella supo apro­ve­char la oca­sión y des­de su casa hacer la denun­cia de lo que está pasan­do en las zonas ocu­pa­das. Todas aquí, al nivel de Espa­ña, noso­tros lo hace­mos lle­gar a todas las aso­cia­cio­nes, orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les, ins­ti­tu­cio­nes y demás, pero no dio nin­gún resul­ta­do has­ta el momen­to.
A ella y su fami­lia la han agre­di­do sexual­men­te, se ha gra­ba­do todo lo que le han hecho: la han tor­tu­ra­do, le han heri­do, ha per­di­do un ojo, y aho­ra el otro, con tan­ta pali­za que le han dado está tam­bién resen­ti­do. Y es una situa­ción fren­te a la que nos sen­ti­mos impo­ten­tes por­que no pode­mos hacer más de lo que esta­mos hacien­do. Pero yo digo que en Lati­noa­mé­ri­ca sí que dais voz, pero Espa­ña, que es el país que por cul­pa (y lo digo aquí en voz alta) de Espa­ña, por no hacer una des­co­lo­ni­za­ción como toca a Sáha­ra Occi­den­tal; y por no tomar car­tas en el asun­to con tan­tas reso­lu­cio­nes de Nacio­nes Uni­das, don­de se ha apro­ba­do una reso­lu­ción para que se cele­bre un refe­rén­dum, ¿Por qué no jue­ga un papel neu­tral, el papel que les toca?
Eso que nos dicen a noso­tros los repre­sen­tan­tes del Fren­te Poli­sa­rio, todos los polí­ti­cos: “Noso­tros tene­mos una deu­da pen­dien­te con voso­tros, por­que ya pasó dema­sia­do tiem­po para sal­dar esa deu­da”. Yo no digo que rom­pan sus rela­cio­nes con Marrue­cos, no es nues­tro obje­ti­vo. Ni rela­cio­nes polí­ti­cas, ni geo­grá­fi­cas, ni eco­nó­mi­cas. Sim­ple­men­te jugar un papel neu­tral ver­da­de­ra­men­te, y defen­der las reso­lu­cio­nes de Nacio­nes Uni­das.
Pues has­ta el momen­to no han sido capa­ces. ¿Por qué? Esa es la pre­gun­ta del millón.

-Sí, hay muchos intereses.

-Tene­mos tam­bién que decir que a nivel de la socie­dad civil y de las aso­cia­cio­nes, tene­mos aquí en Espa­ña un apo­yo abso­lu­to. Las cosas como son. Los polí­ti­cos, te ten­go que decir que cuan­do están en la opo­si­ción, lo entien­den todo, nos apo­yan y demás, y cuan­do están en las elec­cio­nes, y una vez que salen gana­do­res, todo cam­bia y apo­yan a Marrue­cos. Has­ta el momen­to es así, y es algo que noso­tros no logra­mos enten­der, por­que si son intere­ses eco­nó­mi­cos o geo­grá­fi­cos, los ten­drían mejor con los saha­rauis por mil y una razo­nes que nos unen.

Cam­pa­men­tos de Refu­giadxs en Tinduf

-En 1975, cuan­do real­men­te ten­dría que haber habi­do esa des­co­lo­ni­za­ción; cuan­do Espa­ña se va por­que empie­za la lucha del Fren­te Poli­sa­rio por la libe­ra­ción, y huye. Tan­tas, tan­tas fami­lias huyen de la inva­sión, y se refu­gian en Tin­duf, en el sur de Arge­lia, en los cam­pa­men­tos de refu­gia­dos y refu­gia­das. Allá las muje­res jue­gan un papel fun­da­men­tal. Han con­se­gui­do crear ver­da­de­ra comu­ni­dad orga­ni­za­da. Uste­des, las muje­res saha­rauis, for­ma­ron las Wila­yas, que son las pro­vin­cias, como en su país de ori­gen. For­ma­ron la orga­ni­za­ción, la polí­ti­ca, la eco­no­mía, la cul­tu­ra. Cuén­ta­nos un poco des­de ahí, esa impor­tan­cia a la hora de cons­truir, por­que los hom­bres estu­vie­ron en la gue­rra por muchos años.

  • A ver, te cuen­to. Des­de el 14 de noviem­bre del 75, cuan­do el pue­blo saha­raui nos hemos vis­to, de la noche a la maña­na, con la inva­sión marro­quí, salió gra­na par­te de la pobla­ción huyen­do hacia el país más cer­cano que es Arge­lia. Nos aco­gió en las fron­te­ras con el Sáha­ra, en un terri­to­rio que se lla­ma Leh­me­de (desier­to) que en ára­be quie­re decir “ay, qué fuer­te”. En verano es inso­por­ta­ble: 60º bajo som­bra, y en invierno tam­bién, un frío muy fuer­te. Es un desier­to ári­do don­de casi nun­ca llue­ve y no hay vege­ta­ción algu­na, y es llano, tam­po­co hay mon­ta­ñas como para que se pro­duz­can llu­vias, o algu­na vege­ta­ción.
    Los cam­pa­men­tos se mon­ta­ron con Wila­yas, que quie­re decir “pro­vin­cias”, que tie­nen sus muni­ci­pios o dai­ras. La Wila­ya de El Aiún, por ejem­plo, que es la capi­tal del Sáha­ra, tie­ne sie­te muni­ci­pios, que son los pue­blos de alre­de­dor. Des­pués la Sma­ra, y así suce­si­va­men­te.
    Hemos orga­ni­za­do los cam­pa­men­tos lle­van­do los nom­bres de nues­tras ciu­da­des, pero tam­bién están orga­ni­za­dos polí­ti­ca­men­te y admi­nis­tra­ti­va­men­te. Cada cam­pa­men­to tie­ne el Comi­té de salud, el Comi­té de edu­ca­ción, el Comi­té de sani­dad, el Comi­té de jus­ti­cia y el Comi­té de cul­tu­ra. Todos los habi­tan­tes de cada muni­ci­pio per­te­ne­cen a un comi­té de estos. Lue­go están las célu­las polí­ti­cas, que se com­po­nen de 11 per­so­nas. Eso para tra­tar el tema polí­ti­co.
    El de edu­ca­ción se dedi­ca a tra­tar el tema de la edu­ca­ción de los niños y niñas, que son las muje­res que impar­ten char­las a toda la pobla­ción de la dai­ra, hablan­do de la impor­tan­cia de la edu­ca­ción. Y tam­bién men­ta­li­zar a las per­so­nas de que sus hijos deben de estu­diar, deben de tener un futu­ro. Hay que tener en cuen­ta de que la pobla­ción saha­raui en el 76 éra­mos una mez­cla: los que vivían en El Aiún, los que vivían en Bucraa, los que vivían en Daj­la, y los que eran nóma­das. No todo el mun­do tenía la mis­ma men­ta­li­dad, ni la mis­ma pre­pa­ra­ción cul­tu­ral.
    Los cam­pa­men­tos sólo fun­cio­nan por muje­res, son las alcal­de­sas, las con­ce­ja­las, las doc­to­ras, las maes­tras… Muje­res que empe­za­ron sola­men­te con la volun­tad, no esta­ban tam­po­co pre­pa­ra­das. Yo digo, soy una mujer saha­raui, pero tam­po­co quie­ro col­gar­me tan­tas meda­llas cuan­do sé, de ante­mano, que fue el Fren­te Poli­sa­rio quien dio esa opor­tu­ni­dad y esa impor­tan­cia a la mujer saha­raui.
    El gobierno saha­raui es quien for­mó a la mujer saha­raui, y la pre­pa­ró para que pue­da lle­var la vida civil toda en los cam­pa­men­tos, y admi­nis­tra­ti­va y polí­ti­ca­men­te, y para pre­pa­rar­la para el futu­ro.
    En mi caso, yo salí con 13 años des­de el Sáha­ra Occi­den­tal, y ejer­cí de enfer­me­ra sien­do una niña. Sien­do peque­ña, he vis­to niños de mi edad morir, y los he tra­ta­do. Me lla­ma­ron por­que habla­ron con mi abue­la, por­que yo sabía leer y escri­bir, por­que iba al cole­gio en el Sáha­ra, y los enfer­me­ros que había en mi dai­ra sólo habla­ban fran­cés. Venían de Arge­lia, de Mau­ri­ta­nia, y los medi­ca­men­tos esta­ban en cas­te­llano; enton­ces yo les leía, de entra­da, cuan­do empe­cé, las indi­ca­cio­nes de cada medi­ca­men­to. Lue­go empe­za­ba a curar una heri­da, lue­go a dar un jara­be, lue­go a inyec­tar y así has­ta el 79, que me man­da­ron a estu­diar a Cuba, con muchas chi­cas y chi­cos de mi gene­ra­ción. Nos hemos for­ma­dos miles y miles de saha­rauis, hemos hecho nues­tras carre­ras en Cuba. Y gra­cias a Cuba se man­tie­ne el cas­te­llano como segun­do idio­ma. Sin embar­go, no pode­mos decir eso de Espa­ña, que es la que debe­ría guar­dar ese tema de edu­ca­ción e idio­ma espa­ñol en Áfri­ca. Ha sido Cuba. Gra­cias a Cuba nos hemos for­ma­do muchí­si­ma, muchí­si­ma pobla­ción saha­raui, Arge­lia tam­bién y en Libia.
    La mujer saha­raui yo digo que somos unas pri­vi­le­gia­das por­que pode­mos luchar y alzar la voz sin nin­gún temor y sin nin­gún peli­gro, cosa que no suce­de en el Sáha­ra ocu­pa­do. Noso­tras sí pode­mos hacer­lo libre­men­te, tan­to en los cam­pa­men­tos como en el extran­je­ro.
    Hoy día la mujer saha­raui es tam­bién par­la­men­ta­ria, las hay minis­tras, en cada ins­ti­tu­ción, den­tro del gobierno saha­raui, en asun­tos exte­rio­res. Pero con todo ello no digo que hemos lle­ga­do a lo más alto. Cla­ro que no. No hay que olvi­dar que tam­bién somos un país ára­be musul­mán, y hay, por supues­to, machis­mo. Machis­mo lo hay en todos los sitios, y en el Sáha­ra igual. Aun­que, y tam­bién ten­go que decir que no lo hemos con­se­gui­do noso­tras, sino que for­ma par­te de nues­tra cul­tu­ra de la mujer saha­raui, de nues­tras abue­las y bisa­bue­las, que siem­pre han teni­do en la socie­dad voz y voto. Siem­pre han teni­do mucha impor­tan­cia. Por ejem­plo, te digo: un hom­bre saha­raui no pue­de alzar­le la voz a una mujer, y menos la mano, por­que es repu­dia­do por la socie­dad com­ple­ta. Es el feo más gran­de que pue­de tener un hom­bre. Pero eso no lo hemos con­se­gui­do sólo noso­tras, es nues­tra cul­tu­ra. El hom­bre tie­ne que dar mucha impor­tan­cia a la mujer, sabes? Y mira que nues­tras socie­da­des tie­nen una mez­cla increí­ble: tene­mos men­ta­li­dad lati­no­ame­ri­ca­na, por­que hemos estu­dia­do allá; otros tie­nen men­ta­li­dad ára­be de Libia, de Arge­lia, de Espa­ña, de todos los sitios. Hay una mez­cla de cul­tu­ras, pero tam­bién cuan­do vuel­ves y estás en tu socie­dad, te das cuen­ta, y uti­li­zas aque­llo que sir­ve a nues­tra sociedad.
Cam­pa­men­tos de Refugiadxs

-Estu­vi­mos con otras perio­dis­tas para hacer un repor­ta­je sobre la mujer saha­raui en 1983, en los cam­pa­men­tos. Jus­to en ple­na gue­rra. Ahí pudi­mos ver que todas eran muje­res, sola­men­te tres varo­nes. Vimos la vida dura de los cam­pa­men­tos, por­que ade­más de los tra­ba­jos que tenían: todos esos tra­ba­jos que has dicho, todas esas comi­sio­nes, cul­tu­ra, edu­ca­ción, socie­dad, eco­no­mía (que yo pen­sa­ba “esto es socia­lis­mo”, se repar­tía todo, todo es por igual, por­que se repar­ten las reme­sas que lle­gan de ayu­da y los tra­ba­jos tam­bién); vi tam­bién que ese desier­to tan duro, obli­ga­ba a las muje­res a hacer doble o tri­ple tra­ba­jo. Eso es lo que me impac­tó tan­to. Me emo­cio­na­ba ver a las muje­res saha­rauis siem­pre con ese áni­mo y sen­ti­do del humor.

  • Mira, cada mujer, apar­te del tra­ba­jo que he dicho de las comi­sio­nes, de infra­es­truc­tu­ra y demás, hay que tener en cuen­ta que somos las madres, espo­sas, amas de casa y tra­ba­ja­do­ras, en unas con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas. El agua hay que traer­la en un hora­rio, lo que te per­te­ne­ce de litros de agua, tie­nes que lavar la ropa de los niños, tie­nes que dejar tu jai­ma (car­pa) en orden toda lim­pia, por­que des­pués pasa el comi­té de sani­dad a ins­pec­cio­nar todas las jai­mas por si hay sucie­dad, para com­ba­tir todas esas enfer­me­da­des. Tie­nes que hacer tu tra­ba­jo y venir a tiem­po para hacer la comi­da. Y la comi­da, ¿qué es? Es la que se repar­te.
    Noso­tros ahí no pro­du­ci­mos nada por­que es un desier­to ári­do. Sólo depen­de­mos de la ayu­da inter­na­cio­nal huma­ni­ta­ria. Vie­ne men­sual­men­te, y la comi­da no es como lo que yo veo en la tele­vi­sión en otros paí­ses, don­de, des­gra­cia­da­men­te, hay refu­gia­dos que se pelean delan­te de los camio­nes para coger algo de comi­da. No, no. El comi­té de eco­no­mía son los que se encar­gan de reci­bir todo el car­ga­men­to y repar­tir­lo. Ya hay un archi­vo y una ofi­ci­na, don­de están todas las fami­lias con sus miem­bros: “Fat­ma tie­ne dos hijos, Fula­ni­to y Men­ga­ni­to, con fecha de naci­mien­to…” Saben dón­de vivo, nos cono­ce­mos todos.
    Hay una orga­ni­za­ción admi­nis­tra­ti­va, y se repar­te por igual. Lue­go, si yo reci­bo visi­tas o vuel­vo con algo espe­cial de Espa­ña, por supues­to que repar­to con mis ami­gas y mis veci­nos. Usted ha esta­do en los cam­pa­men­tos, y lo habrá vis­to. Y los que tie­nen más man­tas, y vie­nen visi­tas, lle­van man­tas de los veci­nos. O col­cho­nes, si tie­nen col­cho­nes; tene­do­res, pla­tos. Noso­tros por natu­ra­le­za somos muy uni­dos, y tam­bién la nece­si­dad te hace unir­te más, y te hace más fuer­te. Y te hace saber lle­var las con­di­cio­nes de la mejor mane­ra. Tie­nes que hacer de tri­pas, cora­zón; y demos­trar­le a tus hijos que esto es natu­ral, que no me cues­ta por­que nos ha toca­do vivir­lo, y tie­nes que luchar y seguir para ade­lan­te.
    Lue­go, a los hijos, cada madre saha­raui ten­drá que seguir expli­cán­do­les a sus hijos por qué esta­mos en ese desier­to. Que ese no es nues­tro lugar, que nues­tra tie­rra está al lado del mar. Y el mar, ¿qué es? Lo tie­nes que dibu­jar, expli­car­lo, y no lo entienden.
Con­me­mo­ra­cio­nes en los Campamentos

Yo fui maes­tra, y acom­pa­ña­ba a los niños que salen duran­te el verano. (Fat­ma se refie­re a que en el Esta­do espa­ñol fami­lias soli­da­rias invi­tan infan­cias saha­rauis a pasar el verano).

Tenía­mos que expli­car­les lo que es una casa, los ali­men­tos, una neve­ra, el gri­fo, el agua corrien­te, la luz. Expli­car­les lo más míni­mo que para voso­tros es natu­ral, para ellos es una nove­dad, y cuan­do vie­nen aquí a las ciu­da­des, alu­ci­nan.
Yo recuer­do un niño que me dijo la fami­lia: “Fat­ma, mira (la mujer vino llo­ran­do), me emo­cio­nó”, “Sidi, ¿por qué?”, le dije “¿Qué pasó?”. Dice, “Toda­vía no habla­ba cas­te­llano el niño, sola­men­te un poqui­to; y lo saca­ron a pasear y le com­pra­ron un hela­do. Le tiró de la mano a la madre para vol­ver a casa, y cuan­do vol­vie­ron a casa, fue corrien­do a la mochi­la que traían, y metió el hela­do. Y ella le dijo “No, eso no se guar­da. Debes comer­lo, yo te com­pro más”, y el le hacía una seña de que era para su her­mano. Que­ría com­par­tir con su her­mano aque­llo tan bueno y la mujer llo­ra­ba al con­tar­lo.
Es así, cuan­do los niños vie­nen aquí y ven todo que es una nove­dad, la gen­te se extra­ña de que eso no les afec­te psi­co­ló­gi­ca­men­te. Las fami­lias son tes­ti­gos de que los niños quie­ren vol­ver con su fami­lia bio­ló­gi­ca. No vie­nen de un núcleo fami­liar con­flic­ti­vo, ni de mal­tra­to, ni de dro­gas o alcohol; vie­nen por­que les ha toca­do vivir de esa mane­ra. Vie­nen aquí y dis­fru­tan, pero tam­bién quie­ren vol­ver con su fami­lia bio­ló­gi­ca, y lo pasan muy bien aquí.

-Muchas gra­cias por esta entre­vis­ta, y por supues­to que tene­mos que seguir esta cam­pa­ña, no sólo por las muje­res, sino por la liber­tad del pue­blo saharaui.

-Yo quie­ro daros las gra­cias por la opor­tu­ni­dad que me habéis dado, pero tam­bién hago un lla­ma­mien­to a todos los oyen­tes: el pue­blo saha­raui nece­si­ta una volun­tad polí­ti­ca, un apo­yo polí­ti­co incon­di­cio­nal. Que haya volun­tad polí­ti­ca para que se resuel­va el con­flic­to en el Sáha­ra. Noso­tros no somos un pue­blo con­flic­ti­vo his­tó­ri­ca­men­te, ni mucho menos. Nos ha toca­do luchar por lo nues­tro, y creo que hemos demos­tra­do de sobra los años que hemos pasa­do, más de 25 años, inten­tan­do una solu­ción pací­fi­ca. No nos que­dó más reme­dio que vol­ver a las armas, pero no es nues­tro deseo. Pido des­de aquí un apo­yo polí­ti­co para que ter­mi­ne la gue­rra, y se cele­bre un refe­rén­dum trans­pa­ren­te, para que el pue­blo saha­raui poda­mos deci­dir nues­tro dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción de mane­ra pacífica.

tras­crip­ción: Anto­ne­lla Di Candia

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