Cuba. Car­ta a un pri­mo o las sie­te pla­gas de la Isla de la dignidad

Por René Gon­zá­lez Seh­we­rert, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de agos­to de 2021.

Que­ri­do primo:

No te voy a negar que exis­te un cla­mor de mucha gen­te ‑entre los que me encuen­tro- recla­man­do solu­cio­nes. Mucho menos jus­ti­fi­car que alguien viva como Car­me­li­na mien­tras tan­ta gen­te se sacri­fi­ca. El pro­ble­ma es que eso es la nor­ma en todo el pla­ne­ta y a nadie pare­ce impor­tar­le. Bas­ta que un pue­blo haga una revo­lu­ción para supe­rar­lo y le tocan tres pla­gas de inmediato.

1- Lo apa­lean, estran­gu­lan y agre­den para que no pue­da solu­cio­nar nada de lo que se propuso.

2- Cul­pan al gobierno que ha tra­ta­do de hacer­lo de las caren­cias impues­tas por el estran­gu­la­dor que le agrede.

3- Como si fue­ra poco, hay que lue­go agre­dir la inte­li­gen­cia colec­ti­va del res­to del pla­ne­ta, mag­ni­fi­can­do todo lo malo que suce­da allí, en el espa­cio vic­ti­mi­za­do, como si en ese res­to de pla­ne­ta no se hicie­ra peor todos los días, ante el silen­cio cóm­pli­ce de todos.

Me gus­ta­ría leer lo que escri­bió Fer­nan­do Pérez. Tal vez ten­ga pun­tos de coin­ci­den­cia con él, que es una per­so­na a quien aquí todos —inclu­yen­do las auto­ri­da­des— res­pe­ta­mos. Es obvio que tene­mos que cam­biar muchas cosas, pero ¿No ha sido una per­ver­si­dad tra­tar de asfi­xiar­nos por 62 años para que cam­bie­mos según la con­ve­nien­cia de quie­nes impu­sie­ron a nues­tros padres, e impo­nen hoy mis­mo alre­de­dor del mun­do, peo­res con­di­cio­nes? ¿No es hora de sumar­se al cla­mor mun­dial con­tra ese blo­queo que nos asfi­xia por ya dema­sia­do tiem­po, y cuyo úni­co pro­pó­si­to es hacer­nos ren­dir por ham­bre y desesperación?

En el fon­do, la dis­yun­ti­va se redu­ce a eso: Los que se rin­den y los que no. Yo no pue­do juz­gar al que se rinda.

Obvia­men­te, tene­mos que defen­der­nos de los que en su ren­di­ción se con­vier­ten ade­más en nues­tros vic­ti­ma­rios. Muchas víc­ti­mas se han con­ver­ti­do en vic­ti­ma­rios a lo lar­go de la his­to­ria. Para ejem­plo los crí­me­nes del sio­nis­mo con­tra Pales­ti­na. No me cons­ta que hubie­ra o no exce­sos poli­cia­les duran­te los dis­tur­bios que se suce­die­ron en los días pasa­dos. Es pro­ba­ble que los hubiera.

Un país pací­fi­co, segu­ro, que lucha en cal­ma con­tra todos los demo­nios, se vio de pron­to sobre­pa­sa­do por una vio­len­cia que le es aje­na, impues­ta por intere­ses tam­bién aje­nos. Me dices que esos jóve­nes, ves­ti­dos con uni­for­mes y escu­dos, bates, cas­co, etc, a los que cali­fi­cas de ado­les­cen­tes, espe­ran­do con un bas­tón para dete­ner la mar­cha —¿o a las cami­sas par­das?— te par­ten el alma.

Te pue­do enten­der, pero no pue­do dejar de pre­gun­tar­me: ¿Qué te hubie­ran hecho creer si se tra­ta­ra de gigan­to­nes, con esa mis­ma indu­men­ta­ria, y un bas­tón, dis­pues­tos a par­tir el alma de los mani­fes­tan­tes, como suce­de todos los días a lo lar­go y ancho del pla­ne­ta? ¿Qué te hubie­ran dicho la CNN en espa­ñol, o el ABC, o El Comercio?¡Ah!, por­que a las tres pla­gas que te men­cio­né antes se suma una cuar­ta: A ese pue­blo agre­di­do, asal­ta­do, bajo una lla­ve de estran­gu­la­ción que se ha apre­ta­do sobre una pan­de­mia que ya ha apre­ta­do a todo el pla­ne­ta, no le es per­mi­ti­do ni equivocarse.

Saque­mos algu­nas cuen­tas de cuan­to ha cos­ta­do al pue­blo cubano el repun­te del neo­fas­cis­mo en los últi­mos cua­tro o cin­co años:

—El asal­to bru­tal a los ingre­sos de los pro­gra­mas médi­cos de Cuba en Bra­sil, Ecua­dor y Boli­via, negán­do­nos varios miles de millo­nes en ingre­sos y negan­do el ele­men­tal dere­cho a la vida a millo­nes de lati­no­ame­ri­ca­nos, sin que nadie parez­ca notarlo.

— La apli­ca­ción del Títu­lo III de la Ley Helms Bur­ton, redu­cien­do sus­tan­cial­men­te las posi­bi­li­da­des del país de hacer nego­cios con el res­to del mundo.

—La agre­sión bes­tial a la fami­lia cuba­na, al irrum­pir en su dere­cho de enviar reme­sas, ante el silen­cio de quie­nes dicen cla­mar por los dere­chos huma­nos de los cubanos.

— Más de 200 medi­das con­tra la eco­no­mía y las finan­zas del país, anun­cia­das públi­ca­men­te ante la indi­fe­ren­cia de los defen­so­res de los dere­chos huma­nos en Cuba, por el pre­si­den­te de los Esta­dos Uni­dos de América.

Todo eso antes del arri­bo de una quin­ta pla­ga: La COVID-19, y su devas­ta­dor impac­to en el prin­ci­pal rubro eco­nó­mi­co de la isla: El turis­mo. Pero que­da una sex­ta pla­ga: Apro­ve­char la COVID para arre­ciar el cer­co, obs­ta­cu­li­zar o impe­dir el ingre­so de insu­mos médicos.

¿Te ani­mas a cal­cu­lar el impac­to sobre el pue­blo cubano, tan­to en tér­mi­nos de miles de millo­nes como de sufri­mien­to humano? Pero cuan­do pare­ce que ya tene­mos sufi­cien­te, que no podría­mos sopor­tar otro gol­pe, se pro­du­ce el pico de infes­ta­ción en la pan­de­mia y sur­ge, de entre quie­nes han esta­do aplau­dien­do cada una de esas medi­das de estran­gu­la­ción, hacien­do gala de inau­di­to cinis­mo e hipo­cre­sía, una pér­fi­da esto­ca­da al cora­zón ni más ni menos que del pue­blo que bajo agre­sión ha enfren­ta­do de mane­ra ejem­plar el COVID: La per­ver­sa eti­que­ta de SOSCuba.

Y sobre ese pue­blo pen­de aho­ra la sép­ti­ma pla­ga: Un “corre­dor huma­ni­ta­rio”, de la mano de la maqui­na­ria béli­ca más devas­ta­do­ra y agre­si­va de la his­to­ria. ¿Te sue­nan Yugos­la­via, Afga­nis­tán, Iraq, Siria? Es sobre ese telón de fon­do, cons­trui­do meticu­losa y per­ver­sa­men­te duran­te años alre­de­dor del pue­blo cubano, que de pron­to sue­nan las trom­pe­tas, lla­man­do a degüe­llo, aho­ra a tra­vés de las redes socia­les y de los cada vez más per­ver­ti­dos medios de inco­mu­ni­ca­ción. ¡Coñ­ñooo pri­mo! Solo que la mura­lla de Nico­lás Gui­llén no es la de Jericó.

Los revo­lu­cio­na­rios, efec­ti­va­men­te, han sali­do a las calles, pero no a “enfren­tar las masas”. Ellos son las masas. Lue­go de sofo­ca­da la inten­to­na —que es lo que fue, una inten­to­na— han sali­do con ban­de­ras, con him­nos y con ideas.

Con esas ideas ten­dre­mos que bus­car solu­cio­nes, auto­cri­ti­car­nos don­de haya que hacer­lo, escu­char­nos unos a los otros, aten­der mejor los cla­mo­res de la gen­te, ampliar los espa­cios de par­ti­ci­pa­ción, ser más inclu­si­vos, rom­per la iner­cia, atraer y no excluir, cons­truir una demo­cra­cia más efec­ti­va y menos for­mal. Por­que la socie­dad que que­re­mos cons­truir no está con­ce­bi­da para con­vi­vir con esos nive­les de vio­len­cia. Eso, pri­mo, se lo deja­mos a quie­nes nos agre­den, nos estran­gu­lan, nos ata­can y lue­go, cuan­do tene­mos que defen­der­nos, nos cri­ti­can. Dale primo.

Un abra­zo. Te quiero.

fuen­te: Cubadebate

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