Bra­sil. Gigan­te de la agro­in­dus­tria ocu­pa y vio­la tres cemen­te­rios qui­lom­bo­las y uno indí­ge­na en Pará

Por Cata­ri­na Bar­bo­sa. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de julio de 2021.

«Mi abue­la fue ente­rra­da más o menos en medio del cemen­te­rio. Aho­ra ya no sé dón­de esta­ba su tum­ba, por­que enci­ma plan­ta­ron pal­ma acei­te­ra», dice Rai­mun­do Serrão, un qui­lom­bo­la de la Comu­ni­da­de da Bal­sa, en el al nores­te del esta­do de Pará. Se prohi­bió la entra­da al lugar para vigi­lar a sus fami­lia­res y la tie­rra aho­ra está ocu­pa­da por monocultivos.

La fami­lia del hom­bre vivió duran­te muchas gene­ra­cio­nes a ori­llas del río Aca­rá, tan­to es así que sus bisa­bue­los y abue­los están ente­rra­dos en dos de los cua­tro cemen­te­rios que fue­ron toma­dos por la agro­in­dus­tria de la pal­ma aceitera.

El lugar don­de fue ente­rra­da la abue­la del qui­lom­bo­la es el más anti­guo de los cemen­te­rios, pero gran par­te de él fue toma­do por plan­ta­cio­nes de pal­ma acei­te­ra. Según el infor­me ela­bo­ra­do por inves­ti­ga­do­res del Pro­yec­to Nue­va Car­to­gra­fía Social Ama­zó­ni­ca y el Cen­tro de Altos Estu­dios de la Ama­zo­nía, de la Uni­ver­si­dad Fede­ral de Pará NAEA /​UFPA, hay indi­cios de que el sitio data de prin­ci­pios del siglo XX.

En los cemen­te­rios, ade­más de los fami­lia­res de Rai­mun­do, hay otros qui­lom­bo­las e inclu­so indí­ge­nas, pero el ingre­so de des­cen­dien­tes está prohi­bi­do por Agro­pal­ma , el mayor pro­duc­tor de pal­ma acei­te­ra de Amé­ri­ca Lati­na, cuya empre­sa se encuen­tra en el terri­to­rio de los quilombolas.

Cemen­te­rios qui­lom­bo­las e indígenas

En par­te del área, ocu­pa­da por la empre­sa pri­va­da, hay cua­tro cemen­te­rios, tres son qui­lom­bo­las y uno es indí­ge­na, de la etnia Tem­bé. Los nom­bres de los luga­res, que para muchas reli­gio­nes es un lugar sagra­do, son: cemen­te­rio de Nos­sa Senho­ra da Batalha; Cemen­te­rio de Livra­men­to; Cemen­te­rio San­to Antô­nio y Cemen­te­rio Indí­ge­na Tembé.

La rela­ción de escla­vi­tud o tra­ba­jo, un sis­te­ma de tra­ba­jo aná­lo­go a la escla­vi­tud, pue­de ser com­pro­ba­da por los res­tos mor­ta­les y lápi­das de por­tu­gue­ses, qui­lom­bo­las e indí­ge­nas que aún hoy se encuen­tran en el lugar.

En el cemen­te­rio de Livra­men­to, por ejem­plo, hay una lápi­da con la siguien­te ins­crip­ción, gra­ba­da en már­mol: «Aquí repo­san los res­tos mor­ta­les del ino­cen­te José Gonçal­ves Maia. Nació el 21 de sep­tiem­bre de 1922. El 20 de abril de 1928 fue lla­ma­do este úni­co mun­do para unir­se a la legión de arcán­ge­les en la man­sión Rosa­da de gran eter­ni­dad dejan­do en los cora­zo­nes de tu que­ri­do ‘padre’ y her­ma­nos un eterno anhe­lo. Rue­ga a Dios por nosotros».

Sepul­tu­ra de José Gonçal­ves Maia, muer­to a los seis años, en el cemen­te­rio de Livra­men­to. 
Niño murió el 20 de abril de 1928. Foto: Cata­ri­na Barbosa

A pocos metros de la lápi­da del hijo del gran­je­ro, en igual­dad de con­di­cio­nes, aun­que al final de sus vidas, se encuen­tran los res­tos mor­ta­les de qui­lom­bo­las que tra­ba­ja­ron para la fami­lia Maia. Las cru­ces son menos pom­po­sas, hechas de made­ra, pero no menos impor­tan­tes para quie­nes han vivi­do resis­tien­do las des­igual­da­des duran­te siglos y siglos.

Beno­nias Nona­to, que tie­ne fami­lia­res ente­rra­dos en el cemen­te­rio de Livra­men­to, y su hijo Rai­mun­do Nona­to eran car­pin­te­ros espe­cia­li­za­dos en la cons­truc­ción de ataú­des de made­ra. Cuan­do una per­so­na murió en el pue­blo, se lla­mó a los dos de inme­dia­to para que fue­ran a la resi­den­cia del difunto.

En un artícu­lo escri­to por los pro­fe­so­res Rosa Ace­ve­do y Eliel­son Perei­ra, ambos de la UFPA, se narra la for­ma en que fue­ron ente­rra­das las personas:

“El señor Beno­nias y Rai­mun­do, más cono­ci­do como Amo­ro­so, per­ma­ne­cie­ron horas y horas tallan­do la urna. Pos­te­rior­men­te la cubrie­ron con un paño blan­co lla­ma­do murim. Lue­go de que el cadá­ver fue lava­do y ves­ti­do con ropa para el entie­rro, el tras­la­do a Comen­zó el cemen­te­rio. En ese momen­to, llan­tos, ora­cio­nes y dis­cur­sos emo­cio­na­les recor­da­ron el recuer­do de los falle­ci­dos. Como la téc­ni­ca del embal­sa­ma­mien­to no exis­tía en ese momen­to, los cuer­pos debían ser ente­rra­dos rápi­da­men­te, y las muer­tes ni siquie­ra esta­ban inclui­das en los regis­tros. frio».

Beno­nias recuer­da inclu­so que, en ese momen­to, el úni­co medio de trans­por­te eran las canoas, y las dis­tan­cias eran muy lar­gas: “Cuan­do íba­mos a ente­rrar una, a una de estas horas venía­mos sudan­do. broncearse.»

La des­truc­ción

Los qui­lom­bo­las dicen que, a media­dos de la déca­da del 2000, la maqui­na­ria pesa­da de Agro­pal­ma ingre­só al cemen­te­rio de Livra­men­to, don­de está ente­rra­da la abue­la de Rai­mun­do Serrão, y remo­vió par­te de las tum­bas, así como las cru­ces y arte­fac­tos que mar­ca­ban el lugar.

Tum­ba de José Gonçal­ves Maia, de seis años, en el cemen­te­rio de Livra­men­to. 
Niño murió el 20 de abril de 1928. Agro­pal­ma plan­tó pal­ma acei­te­ra en 120 metros del área del cemen­te­rio. 
Foto: Cata­ri­na Barbosa

En el cemen­te­rio de Livra­men­to, es posi­ble ver que la plan­ta­ción de pal­ma acei­te­ra está cer­ca de las tum­bas. Rai­mun­do Serrão dice que Agro­pla­ma plan­tó pal­ma acei­te­ra en 120 metros de área que per­te­ne­cía al cemen­te­rio, y que la empre­sa solo se detu­vo cuan­do fue con­fron­ta­da por los qui­lom­bo­las. “Se lle­va­ron (la maqui­na­ria que vio­ló el sitio), pero lo des­trui­do fue des­trui­do. Cómo no van a tener res­pe­to por un lugar sagra­do, por­que para noso­tros es un lugar sagra­do, don­de están nues­tros fami­lia­res”, pregunta.

Cle­men­te Sou­za, más cono­ci­do como Que­lé, recuer­da que, en 2019, los qui­lom­bo­las fue­ron a lim­piar otro cemen­te­rio, Nos­sa Senho­ra da Batalha, ubi­ca­do en la extin­ta aldea de Nos­sa Senho­ra da Batalha, cuan­do fue­ron sor­pren­di­dos por los guar­dias de segu­ri­dad de Agro­pal­ma, quie­nes inten­ta­ron arrestarlos.

“No quie­ren que cor­te­mos un arbus­to allí, que lim­pie­mos la zona, el cemen­te­rio. Fui­mos a hacer una ins­pec­ción allí y solo lim­pia­mos un lugar, y ellos se ente­ra­ron y pusie­ron a la poli­cía para que nadie más pudie­ra entrar ”, dice Clemente.

El cemen­te­rio indígena

Ade­más de los tres cemen­te­rios qui­lom­bo­las, hay un cemen­te­rio indí­ge­na encon­tra­do tan­to por el estu­dio de la Uni­ver­si­dad Fede­ral de Pará (UFPA) como por las pro­pias his­to­rias de la gen­te. Rai­mun­do Serrão cuen­ta que en 1965 hubo un bro­te de saram­pión en la aldea de Tem­bé. «Les cau­sa­ba fie­bre, hacía frío, y ellos (los aldea­nos enfer­mos) iban al bor­de del fue­go para calen­tar­se. Cuan­do hacía calor, hacía calor, cuan­do lle­ga­ba la fie­bre que hacía calor, lue­go caían en el agua. No sabían lo que era el saram­pión, no esta­ban acos­tum­bra­dos a enfer­mar­se así, y se caían al agua y morían ”, dice el quilombola.

Otra per­so­na que recuer­da a los indí­ge­nas es Beno­nias, el car­pin­te­ro de ataú­des. “Cuan­do murie­ron, fue­ron al cemen­te­rio de Turiaçu (uno de los agu­je­ros que da acce­so al río Aca­rá), pero el cemen­te­rio esta­ba lejos, lejos del pue­blo. Y cuan­do regre­sa­ron de los entie­rros, ya eran dos, otros tres muer­tos «, dice.

Árbol con acei­te de pal­ma en su raíz. 
– Cré­di­tos: Eliel­son Perei­ra /​Archi­vo personal

Beno­ni­nas des­cri­be la enfer­me­dad como imper­fec­cio­nes en el cuer­po y, poco des­pués, la muer­te. Que­dan unos 18 Tem­bé del pueblo.

El sitio aho­ra está rodea­do de plan­ta­cio­nes de pal­ma acei­te­ra y la úni­ca razón por la que Agro­pal­ma no lo des­tru­yó es por­que es una tie­rra inun­da­da por la cre­ci­da del río Acará.

Suce­sión de vio­la­cio­nes de derechos

El Con­ve­nio 169 de la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT) deter­mi­na que cual­quier tra­ba­jo que impac­te a las comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les debe, nece­sa­ria­men­te, no solo con­sul­tar, sino tam­bién con­tar con el con­sen­ti­mien­to de los miem­bros de la comunidad.

Estos qui­lom­bo­las tie­nen dife­ren­tes his­to­rias sobre la vio­len­cia con que fue­ron expul­sa­dos​de su terri­to­rio por hom­bres arma­dos en un sis­te­ma que era acep­tar o morir. Sin embar­go, ade­más de eso, los cemen­te­rios aún se encuen­tran lis­ta­dos como sitios arqueo­ló­gi­cos a ser pro­te­gi­dos por la ley 3.924 , del 26 de julio de 1961, vigen­te en el país.

El artícu­lo 1 de la nor­ma dice: «Los monu­men­tos arqueo­ló­gi­cos o pre­his­tó­ri­cos de cual­quier natu­ra­le­za exis­ten­tes en el terri­to­rio nacio­nal y todos los ele­men­tos que en ellos se encuen­tren se encuen­tran bajo la cus­to­dia y pro­tec­ción del poder públi­co, de acuer­do con lo esta­ble­ci­do en el artícu­lo 180 de la Ley Fede­ral Constitución».

Sin embar­go, Agro­pal­ma, que se ins­ta­ló en la región en 1982 ‑es decir, des­pués de la Ley 3924 , de 1961, y la exis­ten­cia de las comu­ni­da­des- es quien hoy uti­li­za el terri­to­rio, con el mono­cul­ti­vo de pal­ma aceitera.

«De sos­te­ni­ble, no tie­ne nada»

En su sitio web, Agro­pal­ma se auto­de­no­mi­na «el mayor pro­duc­tor de acei­te sos­te­ni­ble de Amé­ri­ca Lati­na», pero para el qui­lom­bo­la Rai­mun­do Nona­to, que tam­bién tie­ne fami­lia­res ente­rra­dos en el cemen­te­rio de Livra­men­to, el anun­cio no es cierto.

“Dice que pre­ser­va el medio ambien­te, pero no pre­ser­va el medio ambien­te para nada. Ya lle­gué al río Aca­rá, metí la mano en el acei­te y se me esca­pó por las manos. Ya hemos encon­tra­do acei­te de pal­ma varias veces en este río «, cuenta.

Acei­te de pal­ma en el río Aca­rá, en Pará Los qui­lom­bo­las encon­tra­ron la con­ta­mi­na­ción al nave­gar por el río. 
Foto: Eliel­son Pereira 

La empre­sa tie­ne en su con­tra el récord de una serie de derra­mes de acei­te de pal­ma acei­te­ra en el río Aca­rá (mar­zo, agos­to y octu­bre de 2019). Estos hechos fue­ron denun­cia­dos tan­to a las Secre­ta­rías Muni­ci­pa­les de Medio Ambien­te de Aca­rá y Tai­lan­dia, como a la Secre­ta­ría de Esta­do de Medio Ambien­te de Pará (Semas). Las acu­sa­cio­nes denun­cian con­ta­mi­na­ción por tibór­nia, resi­duos de la pro­duc­ción de pal­ma acei­te­ra, que es reuti­li­za­da por la empre­sa pri­va­da en for­ma de fer­ti­li­zan­te, ade­más de derra­mes de petró­leo al río.

En el Infor­me de Sos­te­ni­bi­li­dad 2019 , ela­bo­ra­do por la empre­sa Agro­pal­ma solo admi­te el derra­me de acei­te de pal­ma, ocu­rri­do el 3 de agos­to de 2019, y dice que la con­ta­mi­na­ción se con­tro­ló al día siguien­te. Sin embar­go, el artícu­lo tuvo acce­so a foto­gra­fías y videos toma­dos el 14 de octu­bre de 2019, que indi­can la pre­sen­cia del con­ta­mi­nan­te, al menos has­ta esa fecha.

Ade­más, muchos qui­lom­bo­las afir­man que la con­ta­mi­na­ción es recu­rren­te. Uno de ellos es Joa­quim Pimen­ta, quien actual­men­te vive en Vila Pal­ma­res, un dis­tri­to de Tai­lan­dia, don­de tam­bién resi­den varios qui­lom­bo­las expul­sa­dos​de las ori­llas del río Acará.

Lo que divi­de a la pal­ma acei­te­ra de la comu­ni­dad es solo una calle de piça­ra (tie­rra pavi­men­ta­da). Así, el hom­bre recuer­da la últi­ma vez que arro­ja­ron tibór­nia en la plan­ta­ción de pal­ma acei­te­ra. «Fue deses­pe­ra­ción. Soy par­te de dos gru­pos de WhatsApp, y fue toda la noche que la gen­te dijo que se sen­tía mal, que el olor era asfi­xian­te, algu­nos inclu­so fue­ron al hospital».

Joa­quim dice que hay muchas vio­la­cio­nes, pero que ni el gobierno esta­tal ni la empre­sa actúan de mane­ra res­pon­sa­ble en rela­ción a la vida de las per­so­nas. “Lucha­mos, no es por­que que­ra­mos nada de nadie, no. Solo que­re­mos lo que es nues­tro por dere­cho. Des­de el momen­to que tan­to Agro­pal­ma como el esta­do res­pe­tan nues­tros dere­chos, para mí es lo que impor­ta”, dice.

Ade­más de prohi­bir que las per­so­nas visi­ten a sus seres que­ri­dos, Agro­pal­ma prohí­be a los qui­lom­bo­las pes­car en el río Aca­rá y, según los infor­mes, cuen­ta con la ayu­da de poli­cías mili­ta­res que ope­ran en Tai­lan­dia para man­te­ner un ser­vi­cio de segu­ri­dad pri­va­da irre­gu­lar para la empresa.

«La pes­ca está prohi­bi­da. En el momen­to en que me arres­ta­ron, dije­ron que esta­ba pes­can­do den­tro del área de Agro­pal­ma . Yo digo: ¿el río es pro­pie­dad de Agro­pal­ma o de la Unión? Enton­ces, como es de la Unión, Agro­pal­ma no tie­ne poder sobre el río ”, dice Adil­son Pimen­ta, quien fue lle­va­do a la comi­sa­ría por­que esta­ba pescando.

Acei­te de pal­ma en manos del qui­lom­bo­la Rai­mun­do Nonato.

Sin embar­go, el qui­lom­bo­la dice que la ver­da­de­ra razón por la que la empre­sa prohí­be a las per­so­nas ingre­sar al río Aca­rá es por­que el petró­leo se vier­te cons­tan­te­men­te al río. “Estas fil­tra­cio­nes, de las que tene­mos evi­den­cia con fotos y videos, solo las tene­mos por­que, aún con la res­tric­ción de la empre­sa, está­ba­mos en el río. Si nadie pue­de entrar, con­ta­mi­nan el río direc­ta­men­te”, dice.

Para Adil­son, Agro­pal­ma tie­ne la auto­ri­dad para auto­de­no­mi­nar­se una empre­sa con «sos­te­ni­bi­li­dad ambien­tal» y para pre­ser­var 64.000 hec­tá­reas de bos­ques pri­ma­rios con alto valor de con­ser­va­ción. «¿Qué con­ser­va­ción es esta que con­ta­mi­na el río? ¿Qué con­ser­va­ción es esta que plan­ta pal­ma acei­te­ra sobre los ante­pa­sa­dos​de la gen­te, no creo que eso sea lo que dice la publicidad».

¿Qué dicen Agro­pal­ma y el gobierno del Esta­do de Pará?

Bus­ca­do por Bra­sil de Fato , Agro­pal­ma dijo que «tie­ne una rela­ción muy pro­fe­sio­nal y trans­pa­ren­te con la comu­ni­dad cir­cun­dan­te». En cuan­to a la exis­ten­cia de cemen­te­rios en el sitio, Agro­pal­ma seña­ló lo siguien­te: «la empre­sa sólo tuvo cono­ci­mien­to, lue­go de que la Defen­so­ría Públi­ca lle­vó a jui­cio tal soli­ci­tud, la cual fue des­es­ti­ma­da por el juz­ga­do, sin nin­gu­na mani­fes­ta­ción por par­te de la empre­sa, como lo hizo No exis­te, a jui­cio del magis­tra­do, docu­men­ta­ción y /​o infor­ma­ción sufi­cien­te para iden­ti­fi­car la ubi­ca­ción del cemen­te­rio. Los pro­pios auto­res soli­ci­ta­ron pos­te­rior­men­te la extin­ción de la hazaña ”.

En cuan­to a la con­ta­mi­na­ción ambien­tal, res­pon­dió que «todos los resi­duos de pro­duc­ción que gene­ra Agro­pal­ma se uti­li­zan en la pro­pia empre­sa, como fer­ti­li­zan­tes orgá­ni­cos (que se uti­li­zan en el área orgá­ni­ca cer­ti­fi­ca­da) y como bio­ma­sa, uti­li­za­da como com­bus­ti­ble en las cal­de­ras de las indus­trias extrac­ti­vas para la gene­ra­ción de vapor y elec­tri­ci­dad. No dese­cha­mos nin­gún resi­duo en la naturaleza «.

Res­pec­to a temas que invo­lu­cran al gobierno del Esta­do de Pará y la Poli­cía Mili­tar, Bra­sil de Fato se comu­ni­có con los cuer­pos, por correo elec­tró­ni­co y por telé­fono, pero has­ta la publi­ca­ción de este infor­me no hubo respuesta.

Fuen­te: Bra­sil de Fato

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