Cul­tu­ra. ‘Boys don’t cry’: la vio­len­cia tráns­fo­ba que no dejó a Tee­na Bran­don ser Bran­don Teena

Por Car­la Boye­ra, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de julio de 2021.

Una pelí­cu­la dura sobre todo por­que no es una pelí­cu­la, es una his­to­ria real. Han pasa­do casi trein­ta años des­de la vio­len­cia con­tra Bran­don Tee­na y los dis­cur­sos de odio con­tra las per­so­nas trans siguen intactos.

El espe­jo es la pri­me­ra prue­ba que hay que pasar cuan­do nos move­mos en un sis­te­ma bina­rio de géne­ro hombre/​mujer. El espe­jo tam­bién son los ojos que tene­mos enfren­te, la mira­da aje­na en torno a la cual cons­trui­mos sis­te­mas socia­les de per­te­nen­cia y vali­da­ción. Esto lo sabe bien la vein­tea­ñe­ra Tee­na Bran­don (increí­ble la trans­mu­ta­ción de Hilary Swank, que le pro­cu­ró un Glo­bo de Oro y un Óscar por su inter­pre­ta­ción en esta pelí­cu­la) que está inten­tan­do cam­biar la mira­da aje­na para ser reco­no­ci­do, legi­ti­ma­do y leí­do como Bran­don Tee­na: en la opo­si­ción masculino/​femenino, el bino­mio nombre/​apellido tam­bién for­ma par­te del jue­go del espe­jo don­de el (des)orden sí afec­ta al pro­duc­to. Como ini­cia­do en el ritual de per­for­mar la mas­cu­li­ni­dad, Bran­don Tee­na se cor­ta el pelo, lle­va un códi­go de ropa mas­cu­lino y adop­ta los movi­mien­tos y com­por­ta­mien­tos aso­cia­dos a la mas­cu­li­ni­dad hege­mó­ni­ca (cómo se suje­ta un ciga­rro, cómo se bebe cer­ve­za de la bote­lla): cada ges­to es un examen social, y esto inclu­ye meter­se en peleas para impre­sio­nar o defen­der a las chi­cas (son los noven­ta). La mas­cu­li­ni­dad, nota a pie de pági­na, no sólo se per­for­ma des­de los cuer­pos con bio­pe­ne ni des­de los cuer­pos trans FTM*, las bio­mu­je­res tam­bién pode­mos ser mas­cu­li­nas.

Resul­ta reve­la­dor obser­var cómo dia­lo­gan la homo­fo­bia y la trans­fo­bia cuan­do en la meta­mor­fo­sis de Tee­na Bran­don a Bran­don Tee­na, su pri­mo Lonny le dice: «Si fue­ras un tío de ver­dad, te folla­ría» y Bran­don le res­pon­de: «Que­rrás decir que si tú fue­ras un tío de ver­dad, me folla­rías». Sen­ci­lla­men­te sublime.

¿Qué es lo que hay que hacer si uno quie­re empe­zar la anda­du­ra de un nue­vo yo? Sin duda algu­na cam­biar de pue­blo, y más si los pue­blos son como nos lo mues­tra la direc­to­ra y guio­nis­ta les­bia­na Kim­berly Peir­ce en su ópe­ra pri­ma: cir­cui­tos cerra­dos don­de las posi­bi­li­da­des de hacer pros­pe­rar los lazos sexo-afec­ti­vos se pare­cen bas­tan­te a cuan­do los perros corre­tean como en círcu­los tra­tan­do de mor­der­se la cola. Son esos pue­blos-jau­la de los que todes les ado­les­cen­tes sue­ñan con esca­par. Los pue­blos son nor­mas y sis­te­mas de pen­sa­mien­to, son ruti­nas y cos­tum­bres que riman con herrumbre.

Mien­tras se desa­rro­lla la pelí­cu­la y avan­za la his­to­ria vemos en qué con­sis­te la comunidad/​familia que con­for­man los per­so­na­jes prin­ci­pa­les; ¿a qué gru­púscu­lo socio-fami­liar ha ido a parar Bran­don? Can­da­ce es madre sol­te­ra y per­for­ma la mís­ti­ca de la femi­ni­dad y la mater­ni­dad, John es la mas­cu­li­ni­dad que lide­ra, es el jefe, el macho alfa, es el por­te­ro que está en la puer­ta de la mas­cu­li­ni­dad pidien­do los car­nés y vigi­lan­do la mas­cu­li­ni­dad aje­na. Su papel es de padre/­ma­ri­do/her­mano-mayor de Lana y con la madre de Lana, Juliet, man­tie­ne una rela­ción ambi­gua: cuan­do jue­ga a ser el padre de Lana, se per­mi­te encuen­tros car­ga­dos de ero­tis­mo con la madre, mien­tras que cuan­do se pien­sa her­mano mayor o novio pue­de ope­rar como hijo adop­ti­vo en la rela­ción con la madre.

En el gru­po va siem­pre Tom, no cono­ce­mos mucho de su his­to­ria pero sabe­mos que se auto­le­sio­na y es un per­so­na­je fun­da­men­tal para refor­zar y vali­dar la mas­cu­li­ni­dad de John; Tom es el aplau­so social que jalea todos los tru­cos y ocu­rren­cias del cir­co de la mas­cu­li­ni­dad que John repre­sen­ta. Final­men­te está Lana, una ado­les­cen­te deca­den­te y auto­des­truc­ti­va que odia su vida, ton­tea con el alcohol y las dro­gas y se man­tie­ne pre­ca­ria­men­te tra­ba­jan­do en una fábri­ca de empa­que­ta­do de espi­na­cas. Lana será la his­to­ria de amor román­ti­co de Bran­don, a tra­vés de ella nos lle­ga la hete­ro­se­xua­li­dad de Bran­don de mane­ra ine­quí­vo­ca, ale­ján­do­nos de una his­to­ria o dra­ma bolle­ro. Vein­tiún años antes de que se publi­ca­ra la obra clá­si­ca sobre estu­dios queer de Judith/​Jack Hal­bers­tam y die­ci­sie­te antes de que ‘El mani­fies­to con­tra­se­xual’ de Paul B. Pre­cia­do vie­ra la luz, la fra­se «los ver­da­de­ros penes no son sino dil­dos», cobra sen­ti­do y con­sis­ten­cia en losen­cuen­tros sexua­les de Bran­don y Lana.

Bran­don no es mas­cu­li­ni­dad macho-guio­na­da y John es cons­cien­te de ello cuan­do le dice a Lana «¿Qué ves en él?» Enten­de­mos que al macho le cues­te ver qué hay de sexy en una mas­cu­li­ni­dad no-macha. Toda­vía hoy hay muchos inten­tan­do des­ci­frar esas pre­gun­tas y toda­vía hoy la res­pues­ta sigue sien­do pato­lo­gi­zar todo aque­llo que no se entien­de. La trans­fo­bia tie­ne infi­ni­tas mane­ras de mani­fes­tar­se a tra­vés de situa­cio­nes que se arti­cu­lan como ins­ti­tu­cio­nes tan­to socia­les y cul­tu­ra­les, como judi­cia­les, poli­cia­les y médicas.

En el momen­to del film que des­en­ca­de­na el dra­ma final sue­na de fon­do Boys don’t cry de The Cure y pen­sa­mos que el amor todo lo pue­de y nues­tro lado trans­fe­mi­nis­ta quie­re dar­le las gra­cias a Lana y besar­le la fren­te por enten­der­lo todo tan rápi­do sin nece­si­dad de haber­se leí­do una línea, por­que a veces ser un ser humano y res­pe­tar al otro no nece­si­ta de lec­tu­ras aca­de­mi­cis­tas, pero en el entorno de Lana, por des­gra­cia, las alar­mas sal­tan de una mane­ra mucho más trans-odian­te y vio­len­ta: con la mas­cu­li­ni­dad de Bran­don bajo sos­pe­cha, asis­ti­mos al jui­cio que se desa­rro­lla entre el salón y el cuar­to de baño de la casa de Juliet y su hija Lana. Como con­clu­sión del mis­mo, las mas­cu­li­ni­da­des de Tom y John se ven trai­cio­na­das y humi­lla­das: una vez roto el pac­to patriar­cal entre hom­bres, la miso­gi­nia, la homo­fo­bia y la trans­fo­bia salen a bor­bo­to­nes en una esce­na de alta vio­len­cia don­de la direc­to­ra no nos quie­re aho­rrar nada como espec­ta­dorxs. En los códi­gos de honor entre machos, se lucha y se com­pi­te entre igua­les, pero, ¿qué com­pe­ti­ción es esa con­tra un dil­do de plás­ti­co que para col­mo siem­pre está duro y erec­to? Suce­de así que las lógi­cas TERF con­flu­yen con las lógi­cas macho­pa­triar­ca­les: el pene de ver­dad es el macho de ver­dad y lo demás son suce­dá­neos. «Todo esto es cul­pa mía» dice el labio roto de Bran­don y podría­mos decir­le, colec­ti­va­men­te, como can­ta­ron Las Tesis, que la cul­pa no era tuya, Bran­don, ni de dón­de esta­bas ni de cómo ves­tías. «Ten­go una cri­sis de iden­ti­dad sexual» es otra mane­ra de decir: este pue­blo y estas per­so­nas no están pre­pa­ra­das para asi­mi­lar mi liber­tad sexual ni corporal.

La pelí­cu­la tie­ne algo de road trip y de Bil­dungs­ro­man y nos mues­tra lo com­ple­jo que es bus­car nues­tro camino en la épo­ca con­vul­sa de la post-ado­les­cen­cia, máxi­me si eres un joven trans de ape­nas 21 años en el mar­co de una Nor­te­amé­ri­ca rural retró­gra­da, igno­ran­te y cate­ta. Una pelí­cu­la dura sobre todo por­que no es una pelí­cu­la, es una his­to­ria real**. Han pasa­do casi trein­ta años des­de la vio­len­cia con­tra Bran­don Tee­na y los dis­cur­sos de odio con­tra las per­so­nas trans siguen intactos.

*FTM: fema­le to male (de chi­ca a chi­co por sus siglas en inglés)

** Para escu­char los tes­ti­mo­nios reales de las per­so­nas que ins­pi­ra­ron los per­so­na­jes en la pelí­cu­la podéis ver­lo aquí (está en inglés y sin subtitular)

Arte-fac­tos para apro­bar el examen de la masculinidad

Fuen­te: Kaosenlared.

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