Argen­ti­na. MOCASE: «Los agro­tó­xi­cos y las fumi­ga­cio­nes matan» /​El caso de Vale­ria Araya

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de junio de 2021.

foto Vale­ria Ara­ya, denun­cian­te de los atro­pe­llos cons­tan­tes del gru­po Manaos.

El veneno de Orlan­do Cani­do se nos lle­vó a Vale­ria Ara­ya de la comu­ni­dad Yac­ku Cachi Bajo Hon­do del pue­blo Guay­cu­rú. Ella, jun­to a sus 8 hijxs puso el cuer­po para resis­tir a los inten­tos de des­alo­jos y fumi­ga­cio­nes por par­te del empre­sa­rio. Denun­cia­mos y se apro­bó un ampa­ro ambien­tal para res­guar­dar la salud de las muje­res, niñxs. Pero dicho ampa­ro no fue res­pe­ta­do por Canido.Seguiremos fir­mes por­que la Agro­eco­lo­gía es la res­pues­ta para no seguir ponien­do las víc­ti­mas. Por Vale­ria y por quie­nes aman la tie­rra, guar­dan­do bos­ques, semi­llas, agua y bio­di­ver­si­dad ¡Jus­ti­cia!

#agro­to­xi­cos­Ma­tan

Pará la Manaos

Por Nicoás Sagaián

“Todo suce­dió en cues­tión de minu­tos. De repen­te lle­ga­ron dos camio­ne­tas con 15 hom­bres a bor­do. Iban enca­pu­cha­dos y arma­dos con pis­to­las y esco­pe­tas, lis­tos para ata­car. Baja­ron a los gri­tos y tiran­do tiros para todos lados; dis­pa­ra­ron entre 600 y 700 tiros. Ame­na­za­ron a niños y muje­res, que­ma­ron vivien­das, incen­dia­ron el gal­pón comu­ni­ta­rio, mata­ron a seis de nues­tros 14 ani­ma­les y enve­ne­na­ron el úni­co pozo de agua dul­ce que tenemos.”

El rela­to por­me­no­ri­za­do lo hace Vale­ria Ara­ya, inte­gran­te de la comu­ni­dad de Iaku Cachi, que habi­ta el para­je Bajo Hon­do, ubi­ca­do a 80 kiló­me­tros de Qui­li­mí, San­tia­go del Este­ro. La sema­na pasa­da, jun­to a una dele­ga­ción del Movi­mien­to Cam­pe­sino de San­tia­go del Este­ro (Moca­se), lle­gó a Bue­nos Aires para denun­ciar en la Cáma­ra de Dipu­tados el accio­nar de los gru­pos arma­dos que des­de hace años hos­ti­gan a las fami­lias para que aban­do­nen su territorio.

El con­flic­to vie­ne des­de 2013, pero los hechos de vio­len­cia recru­de­cie­ron en los últi­mos meses. Los ata­ques, según el Moca­se, tie­nen un res­pon­sa­ble direc­to: el empre­sa­rio Orlan­do Cani­do, due­ño de la empre­sa de bebi­das Manaos, que pre­ten­de apo­de­rar­se de 4 mil hec­tá­reas que dice haber­las com­pra­do legal­men­te aun­que la pose­sión de esas tie­rras aún está en liti­gio en los Tri­bu­na­les provinciales.

“La situa­ción es seria. En el últi­mo ata­que, el 24 de sep­tiem­bre pasa­do, nues­tro vecino Pedro Pas­cual Cam­pos fue heri­do de bala en una pier­na y mi espo­so, Ramón Anto­nio Basual­do, fue arro­lla­do por una de las camio­ne­tas de los mato­nes”, cuen­ta Vale­ria. La mayo­ría de las 42 fami­lias que vive en el para­je se tuvo que refu­giar en el mon­te por mie­do a que los las­ti­ma­ran. “No pode­mos vivir así. Nece­si­ta­mos una res­pues­ta. Nece­si­ta­mos jus­ti­cia”, pide Valeria.

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Ésta no es la pri­me­ra vez que se rela­cio­na a Orlan­do Cani­do con hechos de vio­len­cia. El empre­sa­rio está denun­cia­do por “usur­pa­ción vio­len­ta de tie­rras y ame­na­zas” ante el juez de Ins­truc­ción en lo Cri­mi­nal y Correc­cio­nal de III Nomi­na­ción, Darío Alar­cón; y por “tenen­cia ile­gal y abu­so de armas de fue­go” en otra cau­sa abier­ta en 2014, en la que se lo acu­sa de haber inten­ta­do des­alo­jar por la fuer­za a cam­pe­si­nos de Lote 5 en el depar­ta­men­to de Juan Ibarra.

El 29 de sep­tiem­bre pasa­do, la jue­za Rosa Fal­co de Ranie­ri lo citó a decla­rar, pero Cani­do no se pre­sen­tó adu­cien­do “pro­ble­mas de salud”. Sema­nas atrás, en agos­to, el empre­sa­rio había sido anfi­trión de un acto jun­to al pre­si­den­te, Mau­ri­cio Macri, en la inau­gu­ra­ción de obras en la plan­ta embo­te­lla­do­ra de Manaos, en la loca­li­dad de Virrey del Pino, par­ti­do de La Matanza.

Recién el vier­nes pasa­do, Cani­do se pre­sen­tó ante la Jus­ti­cia y se des­li­gó rotun­da­men­te de las acu­sa­cio­nes. En pre­sen­cia de la abo­ga­da del Moca­se, Rosa Gra­ma­jo, y acom­pa­ña­do por su defen­sor, Fran­cis­co Cava­llo­ti, el empre­sa­rio reco­no­ció que su emplea­do Lachi Leto­nai y una ban­da arma­da de hom­bres ata­có a las fami­lias de la comu­ni­dad del Lote 5, pero ase­gu­ró que él no dio “nin­gu­na ins­truc­ción” y con­si­de­ró que esas per­so­nas habrían actua­do “por su cuenta”.

“La Jus­ti­cia de San­tia­go del Este­ro por aho­ra no da res­pues­tas. Tenien­do todos los ele­men­tos —videos, fil­ma­cio­nes, fotos— no avan­za en las deten­cio­nes ni en medi­das con­cre­tas”, denun­cia Pau­lo Aran­da, miem­bro del pue­blo Guay­cu­rú e inte­gran­te del Con­se­jo de Par­ti­ci­pa­ción Indí­ge­na. Lo que más com­pli­ca a Cani­do, sin embar­go, son sus decla­ra­cio­nes en una entre­vis­ta con­ce­di­da el 30 de sep­tiem­bre al dia­rio El Libe­ral de San­tia­go del Este­ro. El perio­dis­ta le pre­gun­tó: “¿Usted actuó tam­bién con gru­pos arma­dos?” La res­pues­ta es comprometedora:

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Ima­gen: Pablo Ares

—No actué. Sí ten­go gen­te capa­ci­ta­da que me pro­te­ge. Pien­se un poco, si a usted le usur­pan su casa y se que­dan a vivir allí, le pre­gun­to si usted va a ir solo a su casa. ¿Hará eso si sabe que aden­tro hay gru­pos arma­dos que agre­die­ron a sus pues­te­ros? No señor, usted tam­bién va a ir de la mis­ma mane­ra. Si duran­te un año la Jus­ti­cia no le da nin­gu­na solu­ción, ¿qué hace señor usted? Para ir a mi cam­po ten­go que hacer­lo con gen­te que me pro­te­ja por­que ellos, los usur­pa­do­res, no son tipos que dicen ‘bueno tene­mos una dife­ren­cia por un cam­po, lo vamos a dis­cu­tir’. No, ellos accio­nan, se mane­jan con la vio­len­cia, con la pato­ta, te pato­tean. No es lógi­co enton­ces que yo vaya solo a mi cam­po, que expon­ga mi vida. Tal como dije en la denun­cia pre­sen­ta­da, lo úni­co que fal­ta es que me maten. Cla­ro, enton­ces para pro­te­ger­me ten­go que tener gen­te capa­ci­ta­da, no ten­go alter­na­ti­va. Yo no pue­do andar solo por­que mi vida corre peli­gro, debo andar con gen­te alre­de­dor por pro­tec­ción, soy un inver­sor impor­tan­te en San­tia­go del Este­ro; lle­vo inver­ti­dos millo­nes de dóla­res solo este año y voy a seguir invir­tien­do más allá de que me han defe­nes­tra­do en todos lados.

Des­de el movi­mien­to cam­pe­sino denun­cian dis­tin­tas for­mas de hos­ti­ga­mien­to a los miem­bros de las comu­ni­da­des, lo que pro­vo­ca que muchas fami­lias opten por ale­jar­se de los terri­to­rios. Según un rele­va­mien­to del Moca­se, pre­vio al ini­cio del con­flic­to eran más de 60 fami­lias las que vivían en la comu­ni­dad, hoy son 42. “El mie­do comien­za a ins­ta­lar­se y no es fácil que uno sopor­te. Tie­ne que estar muy deci­di­do de lo que que­re­mos: la tie­rra”, dice Aranda.

Situa­cio­nes de vio­len­cia y per­se­cu­ción se dan cada vez con más fre­cuen­cia en la zona. Vale­ria cuen­ta que “hace más de dos meses los chi­cos no pue­den ir a la escue­la por­que las camio­ne­tas con gen­te enca­pu­cha­da y arma­da andan por el pue­blo y si los ven, les pegan y los ame­na­zan”. Los miem­bros de la comu­ni­dad sufren en car­ne pro­pia no poder vivir tran­qui­los: “El 18 de agos­to pasa­do, a la noche, cuan­do unos com­pa­ñe­ros se diri­gían al pobla­do vecino de Pozo del Toba a bus­car mer­ca­de­ría fue­ron inter­cep­ta­dos por dos camio­ne­tas de los enca­pu­cha­dos de Orlan­do Cani­do. A los tres com­pa­ñe­ros los obli­ga­ron a bajar­se del vehícu­lo a pun­ta de pis­to­la y a tirar­se cuer­po a tie­rra. Al más joven le hicie­ron arro­di­llar y le pre­gun­ta­ron si era del Moca­se. A cula­ta­zos y a pata­das les decían que se tenían que ir de las tierras”.

El gobierno de San­tia­go del Este­ro y la Jus­ti­cia por aho­ra no ofre­cen res­pues­tas. “Hemos hecho todas las denun­cias ante el juez Alar­cón, ante Jefa­tu­ra de Gabi­ne­te y ante el minis­tro de Jus­ti­cia (Ricar­do Dai­ves). Se entre­gó toda la docu­men­ta­ción soli­ci­ta­da —inclu­so pape­les que dan cuen­ta que las camio­ne­tas uti­li­za­das en el ata­que al para­je Bajo Hon­do per­te­ne­cen a un dis­tri­bui­dor de gaseo­sas Manaos del depar­ta­men­to de Moreno — , pero no se ha hecho nada. Las ban­das arma­das siguen aden­tro”, sos­tie­nen con bron­ca des­de el Mocase.

***

Cani­do fue duran­te años dis­tri­bui­dor de Coca-Cola en gran par­te del Gran Bue­nos Aires y estu­vo aso­cia­do con otra embo­te­lla­do­ra, Sir­sa, que pro­du­cía las gaseo­sas Sao y Beach. Los pri­me­ros nego­cios de la fami­lia en aquel gal­pón de Puen­te La Noria die­ron el sal­to con la fun­da­ción, en 2004, de una plan­ta embo­te­lla­do­ra en Virrey del Pino. A par­tir de ahí, el pro­yec­to empre­sa­rial empe­zó a cre­cer y la empre­sa Refres Now se posi­cio­nó en el mer­ca­do con la pro­duc­ción de 2,7 millo­nes de bote­llas dia­rias “made in Argentina”.

El nego­cio fami­liar fue tan bien que Cáni­do amplió sus hori­zon­tes y lle­gó a pre­sen­tar un plan gana­de­ro, que fue apro­ba­do por la Direc­ción de Bos­ques de San­tia­go del Este­ro. Su inten­ción: des­mon­tar miles de hec­tá­reas para meter­se de lleno en el nego­cio de la soja. En 2014, des­pués de las denun­cias del Moca­se, el gobierno pro­vin­cial tuvo que dar mar­cha atrás con su auto­ri­za­ción, pero las topa­do­ras ya habían arra­sa­do con más de 500 hec­tá­reas de monte.

Gus­ta­vo Vasa­llo, miem­bro del Moca­se, expli­ca cómo es la estra­te­gia de avan­za­da del empre­sa­rio en la región: “Empre­sa­rios como Cani­do apro­ve­chan una situa­ción legal con­fu­sa para meter­se en el mon­te y alam­brar dicién­do­le a las fami­lias que están en des­obe­dien­cia judi­cial. Sin embar­go, allí viven segun­das y has­ta ter­ce­ras gene­ra­cio­nes de cam­pe­si­nos indí­ge­nas, que ade­más de habi­tar las tie­rras, viven de la pro­duc­ción que rea­li­zan allí; y si no tie­nen las escri­tu­ras es por­que nun­ca pudie­ron com­ple­tar los trá­mi­tes por fal­ta de recursos”.

Cani­do tie­ne otra lec­tu­ra de la situa­ción y así jus­ti­fi­có su accio­nar en la entre­vis­ta con el dia­rio El Libe­ral: “Soy un inver­sor en la pro­vin­cia de San­tia­go del Este­ro. Vine a inver­tir, a pro­du­cir y a dar fuen­tes de tra­ba­jo. No nece­si­to robar­le una hec­tá­rea a nadie. De los cam­pos de Bajo Hon­do, por ejem­plo, ten­go toda la docu­men­ta­ción y sin embar­go, se me metió gen­te, gol­pea­ron a mis pues­te­ros, des­tru­ye­ron los hor­nos de car­bón, se que­da­ron aden­tro de mis tie­rras y a pesar de que todo el pue­blo lo denun­ció, toda­vía no ten­go res­pues­ta de la Justicia”.

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Mien­tras Cani­do dice que lle­gó a San­tia­go del Este­ro para «dar fuen­tes de tra­ba­jo», el Moca­se denun­cia vio­len­tos ata­ques en sus comu­ni­da­des. Foto­gra­fía: Gen­ti­le­za Mocase.

La comu­ni­dad no coin­ci­de con la ver­sión de Cani­do, quien sos­tie­ne que cuan­do com­pró en 2012 la tie­rra esta­ba “vacía” y lue­go se le “metió gen­te”. La prue­ba de que esas tie­rras están habi­ta­das, des­de hace al menos 12 años, se encuen­tra en una cédu­la de ley del Juz­ga­do Civil y Comer­cial de VI Nomi­na­ción a car­go de la jue­za María Andrea Suá­rez de julio de 2004, en la que ins­ta a las 42 fami­lias de la comu­ni­dad a aban­do­nar el lugar para lue­go ser reubicadas.

Así y todo Cani­do insis­te: “En este cam­po que tan­to pro­ble­ma hay, yo com­pré a los habi­tan­tes ori­gi­na­rios, a los que habían lle­ga­do ahí para for­mar el pue­blo de Bajo Hon­do hace 80 años. Com­pré títu­los y com­pré la pose­sión de la for­ma más legal y com­ple­ta que se pue­de com­prar un cam­po acá. Les com­pré a las fami­lias de Juan Gómez, Legui­za­món, Pavón y los Aran­da que son ori­gi­na­rios. El res­to, el señor Cris­tó­bal Torres y su her­mano César no me qui­sie­ron ven­der y per­fec­to, tie­nen más de 150 hec­tá­reas cada uno. Son mis veci­nos y no ten­go nin­gún pro­ble­ma con ellos. (…) Soy que­ri­do por todo el pue­blo por­que les doy tra­ba­jo a todos ellos, todos tra­ba­jan en mis cam­pos por­que ya no hay tra­ba­jo para nadie en las demás estancias”.

Télam, 06/10/2016 Buenos Aires - Una delegación del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (MOCASE VC) realizó una conferencia de prensa en el Anexo de la Cámara de Diputados, para denunciar los hechos de hostigamiento vividos por la comunidad Iacu Cachi.
Una dele­ga­ción del Moca­se denun­ció en el Ane­xo de la Cáma­ra de Dipu­tados los repe­ti­dos ata­ques que sufre la comu­ni­dad Iaku Cachi. Foto­gra­fía: Télam.

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En el para­je Bajo Hon­do, las fami­lias cam­pe­si­nas se dedi­can a criar chan­chos, galli­nas, cabras y vacas y a sem­brar san­día, zapa­llo, maíz, ver­du­ra, melo­nes y fru­ta. Lo que pro­du­cen lo usan prin­ci­pal­men­te para el con­su­mo per­so­nal y el res­to lo ven­den a pobla­do­res de la región.

Vale­ria Ara­ya vive jun­to con su mari­do y sus sie­te hijos; el más chi­co tie­ne ape­nas sie­te meses. Ante esta situa­ción que está vivien­do des­de hace tiem­po solo pide una cosa: “Que­re­mos vivir tran­qui­los. Esta­mos can­sa­dos de esta cla­se de atro­pe­llos. Noso­tros no le hici­mos mal a nadie. Esta vez nos hemos sal­va­do de mila­gro, pero qué pasa­ría si lle­ga a haber otro ata­que de estos, lo pode­mos pagar con nues­tras vidas. Por eso es nece­sa­rio tener una res­pues­ta, una solu­ción, cuan­to antes, de inmediato”.

Itu­rria /​Fuen­te

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