Pen­sa­mien­to crí­ti­co. «Las vidas se con­vier­ten en resi­duos, las voces en rui­do y no en dis­cur­so, las pro­tes­tas en asun­tos de trá­fi­co o en delitos»

Por Vijay Prashad*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de junio de 2021.

Ima­gen: Fai­sal Lai­bi Sahi (Irak), Cafe 2, 2014.

Cada mes, la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das para la Ali­men­ta­ción y la Agri­cul­tu­ra (FAO por sus siglas en inglés) publi­ca un Índi­ce de pre­cios de los ali­men­tos. El índi­ce publi­ca­do el 3 de junio mues­tra que los pre­cios han aumen­ta­do un 40%, el mayor aumen­to des­de 2011. El impac­to de esta subi­da gol­pea­rá muy dura­men­te a los paí­ses en desa­rro­llo, la mayo­ría de los cua­les son gran­des impor­ta­do­res de ali­men­tos básicos.

Los pre­cios aumen­tan por una serie de razo­nes, y este aumen­to en par­ti­cu­lar res­pon­de prin­ci­pal­men­te al colap­so de gran­des sec­to­res de la eco­no­mía mun­dial duran­te la pan­de­mia. Las adver­ten­cias de una infla­ción gene­ra­li­za­da debi­do a la deman­da repri­mi­da rela­cio­na­da con el con­fi­na­mien­to, los cue­llos de bote­lla en el trans­por­te marí­ti­mo y el aumen­to del pre­cio del petró­leo se cier­nen sobre los Esta­dos más ricos —que debi­do al poder de los ricos tene­do­res de bonos tie­nen pocas herra­mien­tas para ges­tio­nar la infla­ción— y sobre los Esta­dos más pobres, que se pre­ci­pi­tan en una cri­sis de deu­da catastrófica.

Las subi­das de los pre­cios de los ali­men­tos lle­gan en un momen­to en que las tasas de des­em­pleo se han dis­pa­ra­do en muchas par­tes del mun­do. El 2 de junio, la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT) publi­có su infor­me anual Pers­pec­ti­vas Socia­les y del Empleo en el Mun­do: Ten­den­cias 2021, que demues­tra, como se espe­ra­ba, que el colap­so eco­nó­mi­co rela­cio­na­do con la pan­de­mia ha sig­ni­fi­ca­do la pér­di­da de cien­tos de millo­nes de tra­ba­jos y de horas labo­ra­les. La OIT mues­tra que este colap­so —ace­le­ra­do por el COVID-19— ha traí­do un “empeo­ra­mien­to de los desa­fíos estruc­tu­ra­les y des­igual­da­des de lar­ga data en el mun­do del tra­ba­jo, soca­van­do el recien­te pro­gre­so en la reduc­ción de la pobre­za, la igual­dad de géne­ro y el tra­ba­jo digno”.

Los efec­tos del colap­so son “muy des­igua­les”, exa­cer­ban­do aún más lo que hemos lla­ma­do “los tres apartheids de nues­tra épo­ca (dine­ro, medi­ci­nas y ali­men­tos)”. El estan­ca­mien­to de los pro­gra­mas de vacu­na­ción en paí­ses como India —que pro­du­ce el 60% de las vacu­nas del mun­do— y los gran­des pro­ble­mas de endeu­da­mien­to que enfren­tan paí­ses como Argen­ti­na —que no logra que los ricos tene­do­res de bonos le den un perio­do de gra­cia para el pago del ser­vi­cio de la deu­da— impi­den la recu­pe­ra­ción y pro­fun­di­zan los fenó­me­nos del ham­bre y la desesperación.

Way­ne Cahill Bar­ker (Sudá­fri­ca), In God We Trust (‘En Dios con­fia­mos’), 2018.

Al equi­po edi­tor de New Fra­me (Johan­nes­bur­go, Sudá­fri­ca) le impre­sio­nó el hecho de que el des­em­pleo juve­nil en su país haya alcan­za­do el 74,5% (el des­em­pleo gene­ral está en un 42,3%, una cifra impac­tan­te por sí sola). Más y más per­so­nas deben luchar por sobre­vi­vir. Vale la pena dete­ner­nos en las pala­bras de la edi­to­rial de New Fra­me

Millo­nes de per­so­nas enfren­tan vidas blo­quea­das, pasan­do el tiem­po en una inmo­vi­li­dad mar­ca­da por círcu­los cada vez más estre­chos de ver­güen­za, fra­ca­so, mie­do y deses­pe­ra­ción. Algu­nas per­so­nas empie­zan a dor­mir gran par­te del día. Algu­nas se vuel­can a las tran­sac­cio­nes de cier­tas for­mas de reli­gión, ofre­cien­do sumi­sión con la espe­ran­za de una recom­pen­sa. Hay quie­nes sucum­ben a la ten­ta­ción de cal­mar su dolor con heroí­na bara­ta. Otrxs toman lo que pue­den de quien pue­dan, cómo pue­dan. Algunxs, a menu­do con el apo­yo de su fami­lia, amis­ta­des y comu­ni­dad, logran encon­trar un camino para afe­rrar­se a sufi­cien­te espe­ran­za para seguir adelante.

El peso de lo que todo esto sig­ni­fi­ca para estas per­so­nas y sus fami­lias, el des­per­di­cio enor­me de sus capa­ci­da­des y posi­bi­li­da­des, no son con­si­de­ra­dos como una cri­sis por nues­tro Esta­do, las per­so­nas que lo gobier­nan o la mayor par­te de nues­tra eli­tis­ta esfe­ra pública.

Las vidas se con­vier­ten en resi­duos, las voces en rui­do y no en dis­cur­so, las pro­tes­tas en asun­tos de trá­fi­co o en deli­tos. A la gen­te le dicen que su sufri­mien­to es pro­duc­to de su fra­ca­so per­so­nal, y que sus inten­tos de lidiar con su situa­ción son con­se­cuen­cia de su deca­den­cia moral. Pue­den ser ase­si­nadxs por el Esta­do duran­te una pro­tes­ta o un des­alo­jo sin nin­gu­na consecuencia.

Nada de esto será extra­ño para quie­nes nos leen en Lati­noa­mé­ri­ca o Asia del Sur, en Papúa Nue­va Gui­nea o en Gui­nea Ecuatorial.Xul Solar (Argentina), Casas en alto, 1922.

Xul Solar (Argen­ti­na), Casas en alto, 1922.

El infor­me de la OIT seña­la que “las más afec­ta­das de las regio­nes en la pri­me­ra mitad de 2021 han sido Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, Euro­pa y Asia cen­tral”. Esta es una de esas fra­ses —“las regio­nes más afec­ta­das”— que sig­ni­fi­ca poco. Todas las regio­nes del mun­do son la más afec­ta­da, cada una lle­na de sufrimiento.

Sin embar­go, Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be ha sido la más afec­ta­da por el COVID-19, con un 8,9% de la pobla­ción mun­dial y un 27,8% de las muer­tes pro­duc­to de la pan­de­mia (aun­que estas cifras no son pre­ci­sas, dado el colap­so de la medi­ción en India). El aumen­to de los con­ta­gios de COVID-19 sigue su cur­so por Lati­noa­mé­ri­ca y el Cari­be, y las muer­tes sobre­pa­sa­ron el millón a fines de mayo de 2021. Pro­duc­to de las vul­ne­ra­bi­li­da­des estruc­tu­ra­les de la región y de los con­fi­na­mien­to errá­ti­cos, las tasas de des­em­pleo están muy altas y el ser­vi­cio de la deu­da exter­na en pro­por­ción con la expor­ta­ción de bie­nes y ser­vi­cios es debi­li­tan­te (sobre 59%).

Un pro­ble­ma cla­ve en los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos es el aumen­to de la pobre­za en la cla­se tra­ba­ja­do­ra, que inclu­ye tan­to a las per­so­nas emplea­das como a las des­em­plea­das. Quie­nes están empleadxs —que en su mayo­ría tra­ba­jan menos horas que antes y en con­di­cio­nes más pre­ca­rias— tie­nen tan­tas posi­bi­li­da­des de enfren­tar el ham­bre y la indig­ni­dad como quie­nes han caí­do en las filas de per­so­nas en situa­ción casi per­ma­nen­te de des­em­pleo. Las polí­ti­cas de gene­ra­ción de empleo “deben estar en el cen­tro de la recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca”, dijo el direc­tor para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be de la OIT, Viní­cius Pinhei­ro, aun­que el con­trol de las finan­zas inter­na­cio­na­les hace difí­cil a los gobier­nos adop­tar este tipo de políticas.

Anthony Oke­llo (Kenia), Order from Abo­ve (‘El orden des­de arri­ba’), 2012.

Es pre­ci­sa­men­te por eso que el Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal de Inves­ti­ga­ción Social —en diá­lo­go con una red de ins­ti­tu­tos de inves­ti­ga­ción afi­nes— ha comen­za­do el borra­dor de un Plan para el mun­do post­pan­de­mia, diri­gi­do por la Alian­za Boli­va­ria­na para los Pue­blos de Nues­tra Amé­ri­ca – Tra­ta­do de Comer­cio de los Pue­blos (ALBA ‑TCP). El borra­dor con­sis­te en un plan de cin­co pun­tos que espe­ra­mos que sir­van para incen­ti­var la dis­cu­sión y el debate:

  1. Aumen­tar el nivel de los bie­nes y ser­vi­cios socia­les como la salud públi­ca, la edu­ca­ción públi­ca y el ocio públi­co, para dis­mi­nuir la pre­sión sobre los salarios.
  2. For­ta­le­cer los sin­di­ca­tos y la cul­tu­ra sin­di­cal para que las per­so­nas dejen de ver­se como indi­vi­duos ais­la­dos en deses­pe­ra­ción inten­tan­do encon­trar tra­ba­jo o mejo­rar sus con­di­cio­nes labo­ra­les por sí solos.
  3. Crear cen­tros de empleo con finan­cia­mien­to públi­co, para asis­tir a las per­so­nas des­em­plea­das en su bús­que­da de tra­ba­jo. Estos cen­tros deben tener una base en una red de sin­di­ca­tos de desempleadxs.
  4. Pro­por­cio­nar sis­te­mas de segu­ri­dad social robus­tos y con un finan­cia­mien­to públi­co, sin prue­bas de recur­sos ni reque­ri­mien­tos de trabajo.
  5. Comen­zar un pro­ce­so para redu­cir la sema­na labo­ral, ase­gu­ran­do un sala­rio digno para todas las personas.

Agra­de­ce­mos sus comen­ta­rios sobre estos pun­tos, que serán par­te de un plan inte­gra­do que inclu­ye una pro­pues­ta para levan­tar finan­cia­mien­to para imple­men­tar­lo. Si tie­nen algu­na suge­ren­cia, no duden en escri­bir a plan@​thetricontinental.​org

El Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal de Inves­ti­ga­ción Social es una red des­cen­tra­li­za­da de cen­tros de inves­ti­ga­ción y pro­yec­tos con sede en los con­ti­nen­tes de Áfri­ca, Asia y Lati­noa­mé­ri­ca. Uno de estos cen­tros está en Bue­nos Aires, don­de el Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal ha esta­do estu­dian­do de cer­ca la cri­sis de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, pero tam­bién ana­li­zan­do con aten­ción los posi­bles modos de salir de la cri­sis. Un infor­me, por ejem­plo, obser­va en deta­lle la situa­ción de lxs tra­ba­ja­dorxs más pre­ca­ri­zadxs de Argen­ti­na, lxs tra­ba­ja­dorxs excluidxs cuyo tra­ba­jo man­tie­ne uni­da a la socie­dad. En este infor­me, el equi­po de inves­ti­ga­ción des­ta­ca que el Movi­mien­to de Tra­ba­ja­do­res Exclui­dos (MTE) no solo lide­ra el sec­tor con luchas con­tra sus terri­bles con­di­cio­nes labo­ra­les, sino que tam­bién han sido par­te de la ela­bo­ra­ción de un plan para la recons­truc­ción eco­nó­mi­ca de Argen­ti­na. Otro infor­me del Colec­ti­vo de tra­ba­jo de Argen­ti­na exa­mi­na el aumen­to de la des­igual­dad entre las nacio­nes más ricas y las más pobres, así como al inte­rior de las nacio­nes más pobres. Este equi­po está cons­tru­yen­do un diag­nós­ti­co robus­to de la repro­duc­ción social de la pobre­za, con un énfa­sis espe­cial en la divi­sión sexual del tra­ba­jo, para con­tri­buir a los deba­tes públi­cos sobre los cami­nos no solo para salir de la cri­sis de la pan­de­mia, sino para salir de la cri­sis del capitalismo.

En 2019, el equi­po de Bue­nos Aires creó el Obser­va­to­rio de la Coyun­tu­ra en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (OBSAL) para ela­bo­rar aná­li­sis de las estra­te­gias y polí­ti­cas que con­fi­gu­ran la región. Los infor­mes del OBSAL se publi­can cada dos meses. En el infor­me nº 12 (mayo de 2021), por ejem­plo, abor­dan des­de las masi­vas pro­tes­tas y la repre­sión en Colom­bia has­ta las elec­cio­nes de nuevxs cons­ti­tu­yen­tes en Chi­le. No hay mejor lugar para hacer­se una idea de la den­si­dad de los even­tos que reve­lan —tras su aná­li­sis— las ten­den­cias estruc­tu­ra­les que se des­plie­gan en el continente.

Gerar­do Chá­vez (Perú), La jus­ti­cia en su labe­rin­to, 2009.

Duran­te su pre­sen­ta­ción del 2 de junio en el Comi­té de Alto Nivel sobre la Coope­ra­ción Sur-Sur de la ONU, Ali­cia Bár­ce­na, secre­ta­ria eje­cu­ti­va de la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (CEPAL), dijo que el con­ti­nen­te nece­si­ta erra­di­car la pobre­za, avan­zar hacia la igual­dad, y revi­ta­li­zar los pro­ce­sos de inte­gra­ción regio­nal. Esta eva­lua­ción es correc­ta, aun­que mode­ra­da por la intru­sión de Esta­dos Uni­dos y los ricos tene­do­res de bonos, los pri­me­ros tra­tan­do de enfren­tar a los paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na entre sí y los últi­mos impi­dien­do una sana rene­go­cia­ción de la deu­da regio­nal. Nues­tro equi­po de inves­ti­ga­ción está reu­nien­do evi­den­cia no solo de los pro­ble­mas, sino tam­bién para arti­cu­lar los ele­men­tos para dar solu­ción a las cri­sis estruc­tu­ra­les. Nues­tros paí­ses nece­si­tan un plan de lar­go pla­zo para salir del régi­men neo­li­be­ral. Ayú­den­nos a desa­rro­llar esa agenda.

*Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal de Inves­ti­ga­ción Social

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