Argen­ti­na. A 53 años del Cor­do­ba­zo: Un des­te­llo en la oscuridad

Por Juan Car­los Giu­lia­ni*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de mayo de 2021.

1966.- El pue­blo sopor­ta la dic­ta­du­ra de las botas y los mono­po­lios. En su vien­tre se van ges­tan­do res­pues­tas cada vez más auda­ces y masi­vas. La nue­va inte­rrup­ción del orden ins­ti­tu­cio­nal clau­su­ra los cana­les de par­ti­ci­pa­ción a una juven­tud har­ta del auto­ri­ta­ris­mo y ham­brien­ta por expre­sar­se políticamente.

1969.- Esta­lla el «Cor­do­ba­zo». Tiem­po des­pués otras pue­bla­das incen­dian la Patria. La his­to­ria reve­la­rá que en la Argen­ti­na se esta­ba coci­nan­do por esos días el cal­do de cul­ti­vo nutrien­te de la lucha arma­da. Están a pun­to de parir las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­co-mili­ta­res que sig­na­ron la déca­da del 70. Los jóve­nes con­mo­vi­dos por la rebe­lión popu­lar con­tra el Onga­nia­to ascen­de­rán ‑a san­gre y metra­lla- has­ta los esca­lo­nes más ele­va­dos de la lucha revolucionaria.

Se abre una nue­va eta­pa en el enfren­ta­mien­to incon­clu­so que vie­ne des­de el fon­do de nues­tra his­to­ria entre el Pue­blos y las mino­rías oli­gár­qui­cas. Se reanu­da una gue­rra que nun­ca había ter­mi­na­do, que vol­vía de anti­guas eda­des de la Nación, cuan­do otros hom­bres se desan­gra­ron por el mis­mo sueño.

Es tiem­po de pie­dra y barri­ca­da, de bron­ca con­te­ni­da y dien­tes apre­ta­dos. Explo­ta la furia popu­lar que vie­ne de la lar­ga Resis­ten­cia Pero­nis­ta ini­cia­da en 1955. La Revo­lu­ción Cuba­na es una luz que per­sis­te. Cami­lo Torres en Colom­bia y la heroi­ca muer­te del Che en Boli­via, se suman como seña­les de un camino de Libe­ra­ción de Lati­noa­mé­ri­ca. Rena­cen los paí­ses del Ter­cer Mun­do mien­tras el Mayo Fran­cés, la epo­pe­ya de Mao y Viet­nam dejan una hue­lla indeleble.

El pue­blo se va alzan­do en la pro­tes­ta y se agu­di­za el enfren­ta­mien­to con el Gobierno Mili­tar. Gana la calle y demues­tra su for­ta­le­za en la movi­li­za­ción. En las con­sig­nas uni­ta­rias y con­vo­can­tes. Exhi­be, tam­bién, la fal­ta de una orga­ni­za­ción efi­cien­te para lide­rar la resis­ten­cia. El gigan­te inver­te­bra­do es vul­ne­ra­ble y corre el ries­go de que la lucha se des­hi­la­che con el tiempo.

Todo o nada

Se tra­ta de tomar el poder. De cues­tio­nar los pri­vi­le­gios de las cla­ses domi­nan­tes y esta­ble­cer una estra­te­gia de lucha inte­gral para res­ti­tuir la Sobe­ra­nía en manos del Pueblo.

La dis­cu­sión afie­bró a toda una gene­ra­ción. Del deba­te se pasa­rá casi de inme­dia­to a la acción. La espi­ral de vio­len­cia con­tra el régi­men alcan­za­rá los picos más altos del Siglo XX. Los pro­yec­tos del con­ti­nuis­mo mili­tar encuen­tran en el pue­blo la últi­ma fron­te­ra. Ha lle­ga­do el tiem­po del «caño» y el fusil. Ya no que­da espa­cio para la indiferencia.

1970.- No es casual que el «Aram­bu­ra­zo» con el que hizo su apa­ri­ción públi­ca Mon­to­ne­ros haya sido jus­ta­men­te en el pri­mer ani­ver­sa­rio del «Cor­do­ba­zo». Ni que varios de los diri­gen­tes del PRT-ERP hayan abre­va­do en esta expe­rien­cia de masas antes de lan­zar­se a la guerrilla.

La cues­tión es unir: La lucha rei­vin­di­ca­ti­va con la polí­ti­ca; la teo­ría con la prác­ti­ca; los fren­tes de masas con la estruc­tu­ra mili­tar clandestina.

La lucha arma­da, el par­ti­do de cua­dros, la vio­len­cia orga­ni­za­da, fue­ron asu­mi­dos por una amplia fran­ja de la mili­tan­cia como un sal­to cua­li­ta­ti­vo en la con­fron­ta­ción con la Dic­ta­du­ra. La gue­rri­lla des­pier­ta sim­pa­tías y adhe­sio­nes en las fábri­cas, la uni­ver­si­dad y los barrios ensan­chan­do su hori­zon­te político.

Mien­tras las buro­cra­cias pac­tan y con­ci­lian con los mili­ta­res y los tra­ba­ja­do­res jue­gan sus car­tas bra­vas en cada huel­gas, el con­flic­to arma­do se extien­de como una man­cha de aceite.

En la Argen­ti­na se apren­de en car­ne pro­pia que en la revo­lu­ción se triun­fa o se muere.

1973.- El «Cor­do­ba­zo» tuvo una indu­da­ble influen­cia en la apa­ri­ción de las agru­pa­cio­nes arma­das. Des­alo­ja­da la Dic­ta­du­ra del poder y cele­bra­das las elec­cio­nes del 11 de mar­zo, algu­nas orga­ni­za­cio­nes deja­ron las armas y se inser­ta­ron en el nue­vo pro­ce­so de masas. Otras, en cam­bio, con­ti­nua­ron enfren­tan­do a los repre­sen­tan­tes del poder eco­nó­mi­co y mili­tar. Des­pués de la «Masa­cre de Ezei­za» se clau­su­ró la eta­pa de ofen­si­va popu­lar que per­mi­tió el regre­so de Perón al país tras 18 años de exi­lio y abrió el camino a la reac­ción del enemi­go en todos los fren­tes. Así las cosas, la «Pri­ma­ve­ra Cam­po­ris­ta» duró lo que la luz de un fósforo.

La ago­nía y el éxtasis

1976.-La muer­te de Perón, la entro­ni­za­ción del terro­ris­mo de Esta­do de la mano del Lopez­re­guis­mo, la des­com­po­si­ción del Gobierno de Isa­bel y el gol­pe del 24 de mar­zo ope­ran como fata­les dis­pa­ra­do­res de la tra­ge­dia. La res­tau­ra­ción oli­gár­qui­ca, ya se sabe, fue impiadosa.

El Gobierno de Macri pug­nó, sin éxi­to, por des­mon­tar la lucha en defen­sa de los dere­chos huma­nos y con­de­na de la tira­nía oli­gár­qui­co-mili­tar que abra­za la mayo­ría de nues­tro pue­blo. A medi­da que trans­cu­rre el tiem­po y que no se con­si­guen remo­ver los obs­tácu­los para cons­truir una socie­dad más jus­ta, libre y soli­da­ria, el ori­gen, des­en­vol­vi­mien­to y epí­lo­go de aque­lla lucha son mere­ce­do­res de una mira­da más com­pren­si­va. Sobre todo por par­te de los jóve­nes. A esta altu­ra del par­ti­do, nadie nie­ga que son 30.000 y que fue un genocidio.

2021.- Ha corri­do mucha agua bajo el puen­te. Sin embar­go, la demo­cra­cia for­mal que se recon­quis­tó en 1983 no ha resuel­to los pro­ble­mas fun­da­men­ta­les de nues­tro Pue­blo. No se ha hora­da­do el poder oli­gár­qui­co ni se ha logra­do cons­ti­tuir la fuer­za social capaz de rever­tir la fal­ta de Jus­ti­cia, Igual­dad y Soberanía.

A 51 años del «Cor­do­ba­zo» que­da una cer­te­za: Con­tra quie­nes toda­vía enar­bo­lan la «Teo­ría de los dos Demo­nios», está demos­tra­do que pro­tes­ta social y lucha arma­da no son anta­gó­ni­cos. Y que en un espa­cio y tiem­po his­tó­ri­co deter­mi­na­dos con­fi­gu­ran las dos caras de una mis­ma mone­da. Sin el «Cor­do­ba­zo» resul­ta difí­cil ima­gi­nar la diná­mi­ca de la vio­len­cia en aque­llos cru­cia­les, exci­tan­tes y dra­má­ti­cos años. Tan fuga­ces y estruen­do­sos como un relám­pa­go en la noche.

*Perio­dis­ta y escritor.

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