Bra­sil. En docu­men­to envia­do a la CIDH, MST res­pon­de a acu­sa­cio­nes rea­li­za­das por el gobierno federal

Por Fer­nan­da Alcân­ta­ra. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de mar­zo de 2021.

La res­pues­ta se refie­re a las acu­sa­cio­nes rea­li­za­das por repre­sen­tan­tes del gobierno fede­ral en una audien­cia cele­bra­da en diciem­bre de 2020.

En esa opor­tu­ni­dad, la Comi­sión Inter­ame­ri­ca­na de Dere­chos Huma­nos de la Orga­ni­za­ción de los Esta­dos Ame­ri­ca­nos (CIDH /​OEA) sos­tu­vo una audien­cia con el Movi­mien­to de Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra (MST) para com­par­tir la situa­ción bajo el gobierno de Jair Bol­so­na­ro en Brasil.

La reu­nión tuvo lugar des­pués de la comi­sión, el 30 de noviem­bre, para noti­fi­car al Esta­do bra­si­le­ño para que se le pre­sen­ta­ran expli­ca­cio­nes sobre el bru­tal des­alo­jo del Cam­pa­men­to Qui­lom­bo Cam­po Gran­de, en Minas Gerais, ocu­rri­do en medio de la pan­de­mia. Las fami­lias son pro­duc­to­ras de Café Gua­yí y un refe­ren­te en pro­duc­ción agro­eco­ló­gi­ca en la región.

En la res­pues­ta envia­da la sema­na pasa­da, el MST seña­la que en medio de una pan­de­mia, con amplia reper­cu­sión en la pren­sa nacio­nal e inter­na­cio­nal, con uso des­pro­por­cio­na­do de la fuer­za (armas, bom­bas, heli­cóp­te­ro), la Poli­cía Mili­tar de Minas Gerais expul­só a 14 fami­lias de sus hoga­res, y des­tru­yó por com­ple­to la Escue­la Eduar­do Galeano que ser­vía como espa­cio de alfa­be­ti­za­ción para niños, jóve­nes, adul­tos y ancia­nos de esa comu­ni­dad. Cabe men­cio­nar que aún está pen­dien­te una deci­sión sobre el des­alo­jo de otras 450 (cua­tro­cien­tas cin­cuen­ta) fami­lias que con­ti­núan vivien­do y resis­tien­do en la zona.

El docu­men­to tam­bién enfa­ti­za que la pro­pie­dad obje­to de la dispu­ta tie­ne su ori­gen en la anti­gua Plan­ta Ariad­nó­po­lis, que que­bró hace más de tres déca­das, y que por el impa­go de los dere­chos labo­ra­les a sus emplea­dos, vio ocu­pa­da par­te de la fin­ca. por ex emplea­dos y tra­ba­ja­do­res rura­les de la región duran­te más de 20 años.

El MST reite­ra que, solo con una pro­fun­da insen­si­bi­li­dad social y huma­na, es posi­ble no reco­no­cer que el caso en cues­tión tra­ta de dere­chos fun­da­men­ta­les bási­cos de vida y salud de las personas.

A día de hoy, la situa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad de las fami­lias bene­fi­cia­rias se man­tie­ne en un esta­do de gra­ve­dad per­ma­nen­te, con ten­sio­nes y ame­na­zas crecientes.

Final­men­te, mien­tras la negli­gen­cia del Esta­do en la defen­sa del dere­cho de las fami­lias que recla­man el dere­cho a la tie­rra, la vivien­da, el tra­ba­jo, la salud y la vida haya esta­do vigen­te duran­te tan­tos años, des­cui­dan­do la res­pon­sa­bi­li­dad de su com­pe­ten­cia cons­ti­tu­cio­nal, los agri­cul­to­res sin tie­rra esta­rán suje­tos a el poder de la mili­cia pri­va­da local.

Sin regu­la­ri­za­ción, las fami­lias siguen sien­do invia­bles para acce­der a polí­ti­cas públi­cas, cré­di­to rural y bene­fi­cios guber­na­men­ta­les para ampliar su capa­ci­dad de pro­duc­ción y mejo­rar las con­di­cio­nes de vida.

Fuen­te: MST

Tra­duc­ción: Resu­men Latinoamericano

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