Inter­na­cio­nal. Jea­ne Belli­ni: “El acuer­do entre la Unión Euro­pea y Mer­co­sur impac­ta­rá direc­ta­men­te en la sub­sis­ten­cia y en la eco­no­mía de las fami­lias campesinas”

Por Izas­kun Aro­ca Sán­chez y Mar­ta Gar­cía Palla­rés. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de mar­zo de 2021.

Habla­mos con Jea­ne Belli­ni, coor­di­na­do­ra de la orga­ni­za­ción bra­si­le­ña Comis­são Pas­to­ral da Terra, sobre la situa­ción de los pue­blos ori­gi­na­rios de Bra­sil, los impac­tos del agro­ne­go­cio en la Ama­zo­nía, el Gobierno de Bol­so­na­ro y las con­se­cuen­cias del Acuer­do comer­cial entre la Unión Euro­pea y los paí­ses del Mer­co­sur entre otros temas.

Belli­ni habla des­pa­cio, en un por­tu­gués repo­sa­do, para que poda­mos com­pren­der­la. Char­la­mos, como no, vía inter­net, tras una de sus visi­tas a las comu­ni­da­des rura­les. La situa­ción en Bra­sil con la pan­de­mia “cada vez es peor”, y es que “llue­ve sobre moja­do”. En 2019, duran­te el pri­mer año de gobierno de Jair Bol­so­na­ro, las ocu­pa­cio­nes de tie­rras indí­ge­nas en Bra­sil se incre­men­ta­ron un 135%. El 60% de estos con­flic­tos por la tie­rra tuvie­ron lugar en la Ama­zo­nía, que tam­bién con­cen­tró la mayor vio­len­cia con el 84,4% de las 32 per­so­nas asesinadas

Nació en Esta­dos Uni­dos pero lle­va casi medio siglo en Bra­sil. Jea­ne Belli­ni coor­di­na des­de 2015 la Comis­são Pas­to­ral da Terra (CPT), una orga­ni­za­ción de apo­yo a la lucha cam­pe­si­na, que ofre­ce ase­so­ría jurí­di­ca y docu­men­ta y denun­cia las vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos y los ase­si­na­tos. La CPT nació en 1975, en ple­na dic­ta­du­ra mili­tar de Cas­te­lo Bran­co, como res­pues­ta a la gra­ve situa­ción del cam­pe­si­na­do y de las y los tra­ba­ja­do­res rura­les, espe­cial­men­te en la Ama­zo­nía. Aun­que su ori­gen estu­vo muy liga­do a la igle­sia cató­li­ca, poco des­pués adqui­rió carác­ter ecuménico.

Char­la­mos con Belli­ni sobre la situa­ción de los pue­blos ori­gi­na­rios de Bra­sil, el Gobierno de Bol­so­na­ro y el impac­to del Acuer­do comer­cial entre la Unión Euro­pea y los paí­ses del Mer­co­sur (Bra­sil, Para­guay, Uru­guay y Argen­ti­na) que está impul­san­do el Gobierno de España.

¿Cua­les son las mayo­res ame­na­zas en la Ama­zo­nía en este momento?

-Hay muchas, y varían en fun­ción de los Esta­dos. Por ejem­plo, en Rorai­ma la mayor ame­na­za son los 20.000 garim­pei­ros (bus­ca­do­res ile­ga­les de oro) den­tro del área del pue­blo Yano­ma­mi. Pero sin duda algu­na, uno de los gran­des retos que enfren­tan los pue­blos y las comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les, sobre todo des­de el gol­pe de Esta­do con­tra Dil­ma en 2016 y que se ha vis­to mul­ti­pli­ca­do expo­nen­cial­men­te con la lle­ga­da de Bol­so­na­ro, es lo que se deno­mi­na el gri­la­gem de tie­rras. Es decir, el aca­pa­ra­mien­to ile­gal de tie­rras públi­cas a tra­vés de docu­men­tos falsificados. 

Des­de el Gobierno se está hacien­do todo lo posi­ble para fle­xi­bi­li­zar cada vez más las leyes que exis­ten para posi­bi­li­tar el reco­no­ci­mien­to o la regu­la­ri­za­ción de los títu­los de pro­pie­dad de la tie­rra. Son tie­rras públi­cas, pero se está faci­li­tan­do que sean aca­pa­ra­das y adqui­ri­das de for­ma pri­va­da. Ahí viven los pue­blos indí­ge­nas y las comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les, son áreas de con­ser­va­ción y de desa­rro­llo sos­te­ni­ble, pero el Gobierno, en vez de reco­no­cer sus dere­chos y pre­ser­var estas tie­rras, ins­ti­tu­cio­na­li­za el aca­pa­ra­mien­to para que esas tie­rras pasen al mercado.

¿Qué valor tie­ne el terri­to­rio para los pue­blos originarios?

-Para los pue­blos nati­vos de la Ama­zo­nía, la tie­rra es un espa­cio de vida. Por otro lado, las fami­lias cau­che­ras, ribe­re­ñas, reco­lec­to­ras de coco y cas­ta­ñas de cajú, for­man comu­ni­da­des que viven del extrac­ti­vis­mo, pero es un extrac­ti­vis­mo que res­pe­ta y man­tie­ne la bio­di­ver­si­dad y el equi­li­brio natu­ral del eco­sis­te­ma. Tan­to unos como otros se enfren­tan a las empre­sas e inva­so­res de tie­rra que talan sus árbo­les para crear pas­tos o que arra­san la tie­rra para ganar espa­cio para otros pro­yec­tos. Para los pue­blos y comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les el terri­to­rio es su espa­cio vital y su iden­ti­dad se cons­tru­ye en torno al espa­cio geo­grá­fi­co que ocupan.

¿Cuál es el papel de las muje­res en la defen­sa del territorio?

-En un momen­to en que las gran­des empre­sas domi­nan las paten­tes de semi­llas, las muje­res cose­chan y guar­dan las semi­llas. Son ellas las que direc­ta­men­te o jun­to con sus hijas e hijos, cui­dan del gana­do, de los ani­ma­les, los semi­lle­ros, los plan­to­nes y la reco­gi­da de fru­tos. Están en la pri­me­ra línea de lucha.

¿Y por qué es tan impor­tan­te la Ama­zo­nía para la agroindustria?

-La Ama­zo­nía es la últi­ma fron­te­ra agrí­co­la. Es don­de más espa­cio que­da para que se extien­da la agro­in­dus­tria. Des­gra­cia­da­men­te, en Bra­sil toda­vía pre­do­mi­na el mode­lo lati­fun­dis­ta. Es un mode­lo que se expan­de cons­tan­te­men­te y que en vez de bus­car nue­vas for­mas de cul­ti­var y de criar a los ani­ma­les para aumen­tar la pro­duc­ti­vi­dad, bus­ca más y más tie­rra. Yo viví mucho tiem­po en el Nor­des­te del Esta­do de Mato Gros­so, en el mar­gen sur de la Amazonía. 

En aque­lla épo­ca, empe­za­ron a apa­re­cer algu­nas empre­sas de soja en la región, pero en nin­gún momen­to pen­sa­mos que fue­ran a lle­gar a la Ama­zo­nía. Por­que de hecho, la maqui­na­ria que se usa en los cam­pos es tan pesa­da que, en la épo­ca de llu­via, se hun­de en la tie­rra. Por esta razón creía­mos que la Ama­zo­nía esta­ba segu­ra de la indus­tria soje­ra. Pero des­gra­cia­da­men­te lo que hemos pre­sen­cia­do en los últi­mos diez años es lo con­tra­rio. Cada vez hay más defo­res­ta­ción en la sel­va. De hecho, el cli­ma está cam­bian­do. La tem­po­ra­da de llu­vias ya no es tan lar­ga ni tan inten­sa como antes. Los mono­cul­ti­vos de soja y de otros pro­duc­tos con­ti­núan expan­dién­do­se y avan­zan­do en el mapa. A esto hay que sumar los pas­tos para cría de gana­do, que tam­bién se han exten­di­do mucho y que al fin y al cabo, son otra for­ma de monocultivo.

¿A qué se des­ti­na la pro­duc­ción de los monocultivos?

-Como decía, los mono­cul­ti­vos soje­ros y los pas­tos para gana­do han aumen­ta­do mucho en los últi­mos años en la Ama­zo­nía. Estos pro­duc­tos se des­ti­nan sobre todo a la expor­ta­ción. En los mer­ca­dos finan­cie­ros, la soja es con­si­de­ra­da un com­mo­dity, es decir, coti­za en bol­sa. Des­gra­cia­da­men­te, a lo lar­go de la his­to­ria, Bra­sil y otros paí­ses con­si­de­ra­dos “en desa­rro­llo” han sido rele­ga­dos a la pro­duc­ción de mate­rias pri­mas como la soja o los mine­ra­les. Y mien­tras se incen­ti­va­ba este tipo de pro­duc­ción, al mis­mo tiem­po se aban­do­na­ba todo el pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción. Esta es la lógi­ca en la que se basa y en la que pro­fun­di­za el Acuer­do comer­cial entre los paí­ses del Mer­co­sur y la Unión Euro­pea. En la rela­ción bila­te­ral, Mer­co­sur cum­ple la fun­ción de pro­vee­dor de mate­rias primas.

¿Qué impac­to crees que va a tener para Bra­sil la fir­ma del Acuer­do UE-Mercosur?

-El Acuer­do entre el Mer­co­sur y la UE refle­ja a la per­fec­ción el rol tra­di­cio­nal de Amé­ri­ca Lati­na, rele­ga­da a la pro­duc­ción de com­mo­di­ties o mer­can­cías para la expor­ta­ción. Los com­mo­di­ties siem­pre nece­si­tan más tie­rras para expan­dir­se, como es el caso de la soja, y esto tie­ne unas impli­ca­cio­nes cla­ras. Los terri­to­rios de los pue­blos ori­gi­na­rios y las comu­ni­da­des tra­di­cio­na­les se ven cada vez más inva­di­dos, lo que pro­vo­ca más defo­res­ta­ción y des­pla­za a per­so­nas que hoy son auto­su­fi­cien­tes. Al que­dar­se sin tie­rra, estas pobla­cio­nes tie­nen que tras­la­dar­se a las peri­fe­rias de las ciu­da­des y depen­der de la com­pra de ali­men­tos. Tam­bién son des­pla­za­das aque­llas fami­lias cam­pe­si­nas que pro­du­cían ali­men­tos para el mer­ca­do regio­nal o local. El Acuer­do de la UE-Mer­co­sur va a tener un impac­to direc­to en la sub­sis­ten­cia, en la ali­men­ta­ción y en la eco­no­mía de la agri­cul­tu­ra fami­liar cam­pe­si­na y de los pue­blos tra­di­cio­na­les, sin duda. No se pue­de incre­men­tar la can­ti­dad de tie­rras dedi­ca­das a la pro­duc­ción de mate­rias pri­mas sin des­pla­zar a las per­so­nas que viven en ese territorio.

¿Quién se bene­fi­cia­rá del Acuer­do UE-Mercosur?

Todo indi­ca que se van a bene­fi­ciar las gran­des empre­sas del agro­ne­go­cio, de gra­nos y de car­ne, como tam­bién las mine­ras. Estas indus­trias se están exten­dien­do no solo en la región de la Ama­zo­nía, sino en todo el país. 

¿Por qué crees que la socie­dad civil en Euro­pa debe luchar para que este tra­ta­do no se firme?

-La pan­de­mia nos ha ense­ña­do que somos inter­de­pen­dien­tes. Lo que suce­de en un país tie­ne impli­ca­cio­nes para otros. Y este acuer­do pue­de favo­re­cer la eco­no­mía de la UE pero a un gran cos­te, no solo de la eco­no­mía, sino de la cali­dad de vida de los pue­blos de los paí­ses de Mer­co­sur. Un acuer­do que apa­ren­te­men­te favo­re­ce mucho a un lado y que per­ju­di­ca pro­por­cio­nal­men­te al otro, no es un buen acuer­do. La mayo­ría de los pue­blos en Euro­pa reco­no­cen y desean jus­ti­cia social. 

Fuen­te: El Salto

Itu­rria /​Fuen­te

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