Argen­ti­na. Fósi­les de dino­sau­rios encon­tra­dos per­te­ne­ce­rían a la cria­tu­ra más gran­de de la his­to­ria de la Tierra

Por Harry Cock­burn, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de enero de 2021.

En la pro­vin­cia de Neu­quén fue­ron halla­dos hue­sos per­te­ne­cien­tes a un espé­ci­men de la fami­lia de los saurópodos

En Argen­ti­na se está des­en­te­rran­do un nue­vo y gigan­tes­co dino­sau­rio que podría riva­li­zar con la espe­cie más gran­de conocida.

Una colec­ción de hue­sos encon­tra­dos en la pro­vin­cia de Neu­quén, en el noroes­te de la Pata­go­nia, ha sido iden­ti­fi­ca­da como per­te­ne­cien­te a la fami­lia de los dino­sau­rios sau­ró­po­dos, que tenían cue­llos y colas inmen­sa­men­te lar­gos, patas en for­ma de pila­res e inclu­ye espe­cies que cre­cie­ron has­ta alcan­zar el tama­ño más gran­de cono­ci­do para un ani­mal terrestre.

Sin embar­go, los res­tos no son un esque­le­to com­ple­to, y con­sis­ten prin­ci­pal­men­te en hue­sos pél­vi­cos y vér­te­bras, lo que solo da una indi­ca­ción de la enor­me esca­la del animal.

Los auto­res de un artícu­lo que pre­sen­ta la inves­ti­ga­ción sobre el hallaz­go publi­ca­do en la revis­ta Cre­ta­ceous Research sugie­ren que el ani­mal podría pro­ve­nir de una pobla­ción pre­via­men­te des­co­no­ci­da de sau­ró­po­dos patagónicos.

El parien­te más cer­cano es Ande­sau­rus, un tipo de «tita­no­sau­rio de gran tama­ño» que exis­tió duran­te la mitad del perío­do Cre­tá­ci­co en Amé­ri­ca del Sur. Estos gran­des sau­ró­po­dos lle­ga­ron a medir 18 metros de largo.

Sin embar­go, los frag­men­tos de hue­sos fosi­li­za­dos indi­can que el nue­vo tita­no­sau­rio era mucho más gran­de, superan­do fácil­men­te en tama­ño al Ande­sau­rus y pro­ba­ble­men­te hacién­do­lo más gran­de que los ani­ma­les terres­tres cono­ci­dos, el Pata­go­ti­tan y el Argen­ti­no­sau­rus, ambos tipos de saurópodos.

El nue­vo espé­ci­men es «con­si­de­ra­do uno de los sau­ró­po­dos más gran­des jamás encon­tra­dos, pro­ba­ble­men­te superan­do el tama­ño de Pata­go­ti­tan», decla­ra­ron los autores.El Pata­go­ti­tan fue anun­cia­do por paleon­tó­lo­gos en 2014, lue­go de que se des­cu­brie­ron los pri­me­ros hue­sos en la Pata­go­nia en 2013. Se cree que pesa­ba casi 60 tone­la­das, alcan­za­ba lon­gi­tu­des de más de 31 metros y en ese momen­to los exper­tos dije­ron: “Dado el tama­ño de estos hue­sos, que supe­ran a cual­quie­ra de los ani­ma­les gigan­tes cono­ci­dos ante­rior­men­te, el nue­vo dino­sau­rio es el ani­mal más gran­de cono­ci­do que cami­nó sobre la Tierra».

«El regis­tro de sau­ró­po­dos tita­no­sau­rios de gran tama­ño ha sido tra­di­cio­nal­men­te extre­ma­da­men­te frag­men­ta­rio, aun­que los des­cu­bri­mien­tos recien­tes de taxo­nes más com­ple­tos han reve­la­do infor­ma­ción ana­tó­mi­ca sig­ni­fi­ca­ti­va que antes no esta­ba dis­po­ni­ble debi­do a ses­gos de conservación».

El hallaz­go pro­por­cio­na a los paleon­tó­lo­gos una mayor com­pren­sión de la apa­ri­ción de dino­sau­rios sau­ró­po­dos gigan­tes, de cómo evo­lu­cio­na­ron y cómo vivieron.

Pare­ce que nume­ro­sas espe­cies de sau­ró­po­dos vivían una jun­to a la otra, lo que sugie­re que ocu­pa­ron dife­ren­tes roles en la red ali­men­ta­ria, dije­ron los científicos.

«El espé­ci­men aquí repor­ta­do sugie­re fuer­te­men­te la coexis­ten­cia de los tita­no­sau­rios más gran­des y media­nos con reba­qui­sáu­ri­dos de tama­ño peque­ño (una fami­lia de dino­sau­rios sau­ró­po­dos) al comien­zo del Cre­tá­ci­co Supe­rior en la pro­vin­cia de Neu­quén, lo que indi­ca una supues­ta par­ti­ción del nicho».

Los dino­sau­rios sau­ró­po­dos algu­na vez estu­vie­ron muy exten­di­dos, y se han encon­tra­do res­tos fosi­li­za­dos en todos los con­ti­nen­tes de la Tie­rra, inclui­da la Antártida.

Cuan­do los pri­me­ros paleon­tó­lo­gos estu­dia­ron por pri­me­ra vez los hue­sos de estos enor­mes dino­sau­rios duran­te el perío­do vic­to­riano, común­men­te se pen­sa­ba que debi­do a su tama­ño, las espe­cies de sau­ró­po­dos eran en gran par­te ani­ma­les que vivían en el agua; sin embar­go, inves­ti­ga­cio­nes pos­te­rio­res reve­la­ron las adap­ta­cio­nes que per­mi­tie­ron que estas enor­mes cria­tu­ras vivie­ran en la tie­rra. Estos inclu­yen un sis­te­ma de sacos de aire, cuya exis­ten­cia se indi­ca median­te hen­di­du­ras y cavi­da­des en la mayor par­te de las vér­te­bras, y hue­sos neu­má­ti­cos, hue­cos, simi­la­res a los de las aves actua­les, que ali­ge­ra­ban sus enor­mes extremidades.

El ani­mal más gran­de que jamás haya exis­ti­do sigue sien­do la balle­na azul, que pue­de alcan­zar un tama­ño máxi­mo de 33.5 metros de lar­go y pesar 173 toneladas.

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