Vene­zue­la. Ter­mi­na otro año de ten­sas rela­cio­nes con Colombia

Por María Fer­nan­da Barre­to. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de diciem­bre de 2020.

Ter­mi­na un año de pro­fun­das ten­sio­nes entre Colom­bia y Vene­zue­la, por supues­to ins­ti­ga­das por los Esta­dos Uni­dos con la venia de un gobierno uri­bis­ta dis­pues­to a supe­di­tar los intere­ses de Colom­bia a los de la poten­cia del Norte.

Vene­zue­la cie­rra 2020 en ple­na resis­ten­cia popu­lar a la cri­sis eco­nó­mi­ca, des­man­te­lan­do accio­nes terro­ris­tas en su con­tra y en medio de una pan­de­mia que ha sabi­do enfren­tar has­ta con­ver­tir­se en uno de los paí­ses con menos muer­tes por covid-19 de la región y, por supues­to, con el pre­si­den­te Nico­lás Madu­ro en el poder.

Sin embar­go, Esta­dos Uni­dos y el sec­tor más subor­di­na­do a sus deci­sio­nes de la dere­cha vene­zo­la­na con la com­pli­ci­dad del Esta­do colom­biano insis­ten en sumar a sus ata­ques mediá­ti­cos, psi­co­ló­gi­cos, polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos con­tra la Revo­lu­ción Boli­va­ria­na, accio­nes mili­ta­res de tipo irre­gu­lar en la que los cuer­pos de inte­li­gen­cia de la OTAN coor­di­nan con gru­pos para­mi­li­ta­res colom­bia­nos, con­tra­tis­tas mili­ta­res pri­va­das —sobre todo de ori­gen esta­dou­ni­den­se— y gru­pos terro­ris­tas loca­les en los que se mez­clan jóve­nes acti­vis­tas de la dere­cha en Vene­zue­la y mili­ta­res reti­ra­dos con delin­cuen­cia común.

Si algo se pue­de decir de la situa­ción geo­po­lí­ti­ca vene­zo­la­na actual, sin temor a equi­vo­car­nos, es que en este momen­to está sien­do ase­dia­da como nin­gún otro país de la región, aun­que le sigan en la lis­ta de víc­ti­mas de este accio­nar impe­ria­lis­ta Cuba y Nica­ra­gua, más los pue­blos del res­to de los paí­ses del con­ti­nen­te con gobier­nos subordinados.

A pesar de los múl­ti­ples ata­ques a la eco­no­mía vene­zo­la­na, entre ellas las medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les para que­brar la capa­ci­dad de impor­ta­ción y expor­ta­ción de Vene­zue­la, legi­ti­mar ante la opi­nión públi­ca inter­na­cio­nal el robo de acti­vos vene­zo­la­nos e incre­men­tar el poder del dólar en la eco­no­mía nacio­nal; el sabo­ta­je direc­to a los ser­vi­cios públi­cos y accio­nes terro­ris­tas con­tra ins­ta­la­cio­nes pro­duc­ti­vas, todo esto con un gran impac­to direc­to en las corre­la­cio­nes de fuer­zas socia­les, que pue­de medir­se más en el cre­ci­mien­to de la des­po­li­ti­za­ción y la apa­tía por sobre el apo­yo popu­lar a sus acto­res loca­les; y aún con­tan­do con los equi­pos de cien­cias socia­les al ser­vi­cio del Pen­tá­gono, múl­ti­ples apa­ra­tos de inte­li­gen­cia de la OTAN ope­ran­do en el terreno, la expe­rien­cia en gue­rra irre­gu­lar de las fuer­zas mili­ta­res colom­bia­nas y sus gru­pos para­mi­li­ta­res, el accio­nar de sus con­tra­tis­tas mili­ta­res pri­va­das des­de Colom­bia, y con el gobierno uri­bis­ta dis­pues­to a todo por cum­plir sus órde­nes, Esta­dos Uni­dos no ha logra­do tor­cer a su favor la reali­dad vene­zo­la­na y se ha atra­pa­do a sí mis­mo en sus pro­pias men­ti­ras de gobier­nos y emba­ja­das virtuales.

Su fra­ca­sa­do «pro­yec­to Guai­dó», que ya venía en un decli­ve sos­te­ni­do, lle­ga a su fin con la toma de pose­sión de la nue­va Asam­blea Nacio­nal el 5 de enero de 2021, cuan­do ya no osten­ta­rá ni siquie­ra el car­go de dipu­tado (suplen­te). Es decir, Esta­dos Uni­dos ha fra­ca­sa­do rotun­da­men­te en su inten­to de cam­biar las corre­la­cio­nes polí­ti­cas direc­ta­men­te a su favor y en sus accio­nes militares.

Empe­ro, los lla­ma­dos a la des­es­ta­bi­li­za­ción con­ti­núan y en cual­quier momen­to es de espe­rar­se que retor­nen las accio­nes terro­ris­tas de con­trol terri­to­rial cono­ci­das como «gua­rim­bas», que con­ti­núen inten­tan­do gol­pes de Esta­do, ope­ra­cio­nes tipo coman­do, y pro­cu­ran­do esta­ble­cer zonas de con­trol terri­to­rial del para­mi­li­ta­ris­mo colom­biano y ban­das terro­ris­tas loca­les en Venezuela.

Obvia­men­te tam­bién es pre­vi­si­ble que con­ti­núen los aten­ta­dos con­tra las ins­ta­la­cio­nes pro­duc­ti­vas del país, los robos y, por supues­to, con­ti­núa sobre la mesa la pro­mo­ción de un con­flic­to entre Colom­bia y Vene­zue­la como ins­tru­men­to de una gue­rra impe­ria­lis­ta de apro­xi­ma­ción indi­rec­ta, cosa que afor­tu­na­da­men­te ha encon­tra­do, has­ta el momen­to, mucha opo­si­ción en la opi­nión públi­ca, las orga­ni­za­cio­nes socia­les, par­ti­dos de izquier­da y cen­tro izquier­da, e inclu­so en algu­nos sec­to­res empre­sa­ria­les y polí­ti­cos de la dere­cha colombiana.

En suma, Vene­zue­la está a pun­to de ter­mi­nar el año 2020 en paz para for­tu­na del pue­blo y para des­en­can­to de quie­nes han hecho todo lo posi­ble por con­du­cir­la a la guerra.

Colom­bia, por su par­te, cie­rra el año 2020 con un con­flic­to social y arma­do sin resol­ver y que, por el con­tra­rio, se encuen­tra en uno de los peo­res años de esta déca­da. El balan­ce de las muer­tes lo deja cla­ro: Colom­bia es un país en gue­rra en el que entre el 1° de enero y el 14 de diciem­bre de este año se han regis­tra­do 84 masa­cres; has­ta esa mis­ma fecha habían sido ase­si­na­dos 292 líde­res y lide­re­sas socia­les en los terri­to­rios, 12 per­so­nas por ser sus fami­lia­res y 60 excom­ba­tien­tes de las FARC-EP fir­man­tes del acuer­do de paz; y el 2020 aún no termina.

Esta cifra no inclu­ye muer­tes en com­ba­te ni tan­tas otras víc­ti­mas del con­flic­to, como las ase­si­na­das por la repre­sión del Esta­do a la pro­tes­ta social, por ejem­plo. En pro­me­dio se ase­si­nan tres líde­res y lide­re­sas socia­les cada dos días, y se come­te un pro­me­dio de dos masa­cres sema­na­les, todo esto con pre­su­mi­ble com­pli­ci­dad del gobierno y que, por muchos ele­men­tos en los que nos hemos aden­tra­do en otros aná­li­sis, con­fi­gu­ra un geno­ci­dio en mar­cha, que inclu­ye el etno­ci­dio de las comu­ni­da­des indí­ge­nas y negras de Colom­bia y fomen­ta la vio­len­cia de géne­ro, por­que tam­bién hay que men­cio­nar que han aumen­ta­do las denun­cias de abu­so sexual a muje­res, sobre todo niñas y ado­les­cen­tes, por par­te de la fuer­za públi­ca colombiana.

El aumen­to de las masa­cres en Colom­bia oca­sio­nó una pro­tes­ta masi­va en con­tra de este tipo de ase­si­na­to, en Bogo­tá, el 21 de agos­to de 2020 (Foto: Lui­sa Gon­zá­lez, Reuters)

Este terri­ble balan­ce no inclu­ye, tam­po­co, las per­so­nas muer­tas por des­nu­tri­ción, fal­ta de agua pota­ble o por no tener acce­so al sis­te­ma de salud, todos estos fac­to­res que con­for­man cau­sa de ese mis­mo conflicto.

Lo que sí se pue­de agre­gar es que es uno de los paí­ses con más muer­tes por covid-19 en la región (39 mil 195) para el 15 de diciem­bre, y eso, como ya se sabe, tam­bién tie­ne que ver con los altos nive­les de exclu­sión social que posee.

Colom­bia es la peor de la región (qui­zás segui­da de Hai­tí) y una de las peo­res del mun­do en este últi­mo apar­ta­do, aun­que no encien­da alar­mas de los orga­nis­mos mul­ti­la­te­ra­les ni obten­ga la con­de­na que ame­ri­ta de la opi­nión públi­ca mun­dial. Dolo­ro­so silen­cio que aca­ba por ser corresponsable.

El con­flic­to arma­do no cesa, la dele­ga­ción de paz del ELN con­ti­núa vara­da en La Haba­na sin inter­lo­cu­ción con el gobierno uri­bis­ta, y mien­tras tan­to la orga­ni­za­ción gue­rri­lle­ra con­ti­núa acti­va en el país, qui­zás inclu­so en crecimiento.

La segun­da Mar­que­ta­lia, y otros sec­to­res de las ex FARC-EP con­ti­núan tam­bién activos.

Por supues­to, tam­bién con­ti­núan ope­ran­do el EPL y un sin­fín de gru­pos paramilitares.

En resu­men, aun­que la inten­si­dad del com­ba­te haya dis­mi­nui­do en algu­nas regio­nes, Colom­bia es hoy como hace diez años: un país en guerra.

En diciem­bre de 2019, Trump lan­zó su ini­cia­ti­va «Amé­ri­ca Cre­ce«, cuyo nom­bre ori­gi­nal en inglés es «Growth in the Ame­ri­cas», lo que lite­ral­men­te tra­du­ce como «Cre­ci­mien­to en las Amé­ri­cas». En agos­to pasa­do se anun­ció la expre­sión bila­te­ral de este plan, bajo el nom­bre de «Colom­bia Cre­ce», con la pre­sen­cia de tres altos fun­cio­na­rios del gobierno de la Casa Blan­ca, quie­nes bau­ti­za­ron a esta ini­cia­ti­va como un «Nue­vo Plan Colombia».

Duque hizo énfa­sis en que los ejes del «Nue­vo Plan Colom­bia» serán la lucha con­tra el nar­co­trá­fi­co, la con­tra­in­sur­gen­cia y, como era de espe­rar­se, insis­tió en las accio­nes con­tra Venezuela.

La ubi­ca­ción de Colom­bia en el mapa es geo­es­tra­té­gi­ca, posee cos­ta de los océa­nos Atlán­ti­co y Pací­fi­co, une la región meso­ame­ri­ca­na con el sur, es la entra­da al Ama­zo­nas y com­par­te 2 mil 219 kiló­me­tros de fron­te­ra con Vene­zue­la, obje­ti­vo prio­ri­ta­rio para Washington.

En terri­to­rio colom­biano se entre­nan fuer­zas mili­ta­res y poli­cia­les de otros paí­ses, se desa­rro­llan doc­tri­nas y manua­les, se pla­ni­fi­ca y has­ta se lan­zan ope­ra­cio­nes mili­ta­res inter­na­cio­na­les, como la «Ope­ra­ción Gedeón» en la que un gru­po de vene­zo­la­nos diri­gi­dos por dos mer­ce­na­rios esta­dou­ni­den­ses de la empre­sa Sil­ver­Corp se entre­na­ron y a prin­ci­pios de mayo de este año par­tie­ron en lan­cha des­de las cos­tas colom­bia­nas para ingre­sar clan­des­ti­na­men­te a Vene­zue­la, don­de fue­ron cap­tu­ra­dos por la acción con­jun­ta de la Mili­cia y la Poli­cía Nacio­nal Boli­va­ria­na jun­to a sec­to­res del Poder Popular.

Cin­co meses des­pués se detu­vo a un ciu­da­dano esta­dou­ni­den­se que pro­ve­nía de la Gua­ji­ra colom­bia­na y con­ta­ba con el apo­yo de cons­pi­ra­do­res vene­zo­la­nos con la infor­ma­ción y las armas nece­sa­rias para eje­cu­tar un sabo­ta­je a las ins­ta­la­cio­nes de la refi­ne­ría de Amuay. Lue­go de un mes se cap­tu­ra a otro mer­ce­na­rio esta­dou­ni­den­se y el pre­si­den­te Madu­ro afir­mó que «Iván Duque y Álva­ro Uri­be Vélez están detrás de este ata­que, jun­to a los orga­nis­mos de inte­li­gen­cia de Esta­dos Unidos».

El uri­bis­mo está en su peor momen­to, inclu­so las gran­des encues­ta­do­ras así lo seña­lan. El pue­blo colom­biano se ha man­te­ni­do resis­tien­do en las zonas rura­les, enfren­tan­do un geno­ci­dio con­tra sus líde­res y lide­re­sas y ha vuel­to a pro­tes­tar en las calles de las prin­ci­pa­les ciu­da­des a pesar de las medi­das de aislamiento.

En sep­tiem­bre, un levan­ta­mien­to popu­lar con­tra la bru­ta­li­dad poli­cial que solo encon­tró más repre­sión como res­pues­ta cau­só la más gran­de masa­cre ocu­rri­da en Bogo­tá en este siglo. Lue­go, la Min­ga indí­ge­na que par­tió del suroc­ci­den­te lle­gó has­ta la capi­tal con­ver­ti­da en la Min­ga indí­ge­na y popu­lar nacio­nal, y fue reci­bi­da por una gran mul­ti­tud. Para ter­mi­nar el año se cele­bró el pri­mer ani­ver­sa­rio del paro nacio­nal de noviem­bre de 2019 y, en suma en este 2020, el pue­blo colom­biano con­ti­nuó resis­tien­do a la oli­gar­quía más vio­len­ta del con­ti­nen­te y la paz sigue lejana.

Sin embar­go, Iván Duque con­ti­núa cen­tran­do su polí­ti­ca en ata­car a Vene­zue­la y res­pal­dar a la opo­si­ción vene­zo­la­na más vio­len­ta, enca­be­za­da por Leo­pol­do López y subor­di­nan­do los intere­ses de Colom­bia a los de Esta­dos Uni­dos, man­te­nien­do a Colom­bia como cabe­za de pla­ya de las agre­sio­nes con­tra Venezuela.

Duque con­ti­núa dan­do prio­ri­dad a una supues­ta lucha por la «libe­ra­ción de Vene­zue­la», ame­na­za con la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal, reci­be a Leo­pol­do López, lo invi­ta a su pro­gra­ma, le per­mi­te reco­rrer la fron­te­ra y rea­li­zar una serie de actos para hacer pro­pa­gan­da sobre la lla­ma­da con­sul­ta de Guai­dó y, por supues­to, López no podía dejar de reu­nir­se con el patrón del ubé­rri­mo que pre­ten­de creer que Colom­bia ente­ra es su fin­ca, Álva­ro Uri­be Vélez, y con la Alcal­de­sa de Bogotá.

Álva­ro Uri­be Vélez jun­to a Leo­pol­do López en Colom­bia (Foto: Archivo)

En medio de la ten­sión geo­po­lí­ti­ca mun­dial, Esta­dos Uni­dos es un actor deci­si­vo en las ten­sio­nes entre Colom­bia y Vene­zue­la y sabe que está per­dien­do su hege­mo­nía polí­ti­ca mun­dial, pro­duc­to de la apa­ri­ción de nue­vas poten­cias polí­ti­cas, pero tam­bién eco­nó­mi­cas y mili­ta­res que poco a poco irán minan­do el poder abso­lu­to que osten­ta­ba des­de fina­les de la déca­da de los 80 y prin­ci­pios de los 90, cuan­do ter­mi­nó la lla­ma­da Gue­rra Fría.

Esa hege­mo­nía que hizo al mun­do uni­po­lar segu­ra­men­te cam­bia­rá, inclu­so antes de que pier­da su pri­ma­cía eco­nó­mi­ca y mili­tar. Es por ello que ha relan­za­do su Doc­tri­na Mon­roe y, si bien los gobier­nos de Vene­zue­la, Cuba y Nica­ra­gua se le resis­ten, solo la pri­me­ra cuen­ta con los recur­sos eco­nó­mi­cos y la posi­ción geo­es­tra­té­gi­ca que la ele­va al ran­go de prio­ri­dad para sus planes.

Vene­zue­la, por su par­te, ha sabi­do jugar en el table­ro mun­dial y ha movi­do la corre­la­ción de fuer­zas inter­na­cio­na­les a favor de esa resistencia.

En ese con­tex­to, el pasa­do 27 de mayo, arri­bó una nue­va bri­ga­da nor­te­ame­ri­ca­na de Asis­ten­cia de Fuer­za de Segu­ri­dad (SFAB, por sus siglas en inglés), que lle­ga­ría a Colom­bia para supues­ta­men­te ayu­dar en la lucha anti­nar­có­ti­cos. Por lo que este año ha aumen­ta­do la pre­sen­cia mili­tar esta­dou­ni­den­se en el terri­to­rio colombiano.

El gobierno colom­biano, tan­to el actual como los ante­rio­res, ha logra­do siem­pre eva­dir cual­quier con­trol polí­ti­co sobre esta pre­sen­cia, y el ingre­so a la OTAN como pri­mer socio glo­bal de Amé­ri­ca Lati­na solo agra­va la subor­di­na­ción de la tro­pa colom­bia­na a los pla­nes impe­ria­lis­tas en la región. Fuer­zas Mili­ta­res, por cier­to, que se encuen­tra actual­men­te muy divi­di­das en torno a los nego­cios, las visio­nes sobre la gue­rra y su papel en la geo­po­lí­ti­ca imperialista.

El recien­te triun­fo de Biden pue­de sig­ni­fi­car un cam­bio de dis­cur­so des­de la Casa Blan­ca sobre estas rela­cio­nes bina­cio­na­les, inclu­so pue­de lle­gar a fre­nar la has­ta aho­ra cla­ra inten­ción de gene­rar un con­flic­to arma­do fra­tri­ci­da entre ambas nacio­nes fron­te­ri­zas, pro­cu­rar la reto­ma de los acuer­dos de paz fir­ma­dos entre el Esta­do colom­biano y las FARC-EP, inclu­so obli­gar a una reva­lo­ra­ción del gobierno uri­bis­ta sobre la nece­si­dad de reto­mar el diá­lo­go con el ELN, pero gros­so modo su estra­te­gia inter­na­cio­nal no cam­bia. Con­ti­nua­rá tra­tan­do de con­so­li­dar su hege­mo­nía sobre la región, avan­zan­do en la con­so­li­da­ción de Colom­bia como su encla­ve y, por supues­to, tra­tan­do de recon­quis­tar Venezuela.

En resu­men, lue­go de este año de ten­sio­nes, nos espe­ra un 2021 de lucha por nues­tra sobe­ra­nía vene­zo­la­na, por la unión de nues­tros pue­blos y por la defen­sa de nues­tro sagra­do dere­cho de vivir en paz.

Fuen­te: Misión Verdad

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