Argen­ti­na: «Ya tene­mos ley»: Ver­de esta­lli­do ver­de, para que se esu­che en el mundo

Por María Danie­la Yac­car, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de diciem­bre de 2020.

Una ver­da­de­ra explo­sión de ale­gría, abra­zos y llan­tos fue pro­ta­go­ni­za­da por miles y miles de muje­res en el momen­to en que escu­cha­ron el núme­ro 38 que garan­ti­za­ba la san­ción del proyecto.

Ima­gen: Lean­dro Teysseire

El resul­ta­do toda­vía no está, pero Mai­ra Fer­nán­dez (29) ya llo­ra: “Esto se lo vamos a con­tar a nues­tros hijos, a nues­tros nie­tos”. Bai­la con su gru­po de ami­gas; alza una foto de Nés­tor, Cris­ti­na y Mara­do­na; gri­ta eufó­ri­ca toda vez que la vice­pre­si­den­ta apa­re­ce en la pan­ta­lla. “Esto es his­to­ria”, com­ple­ta una de sus ami­gas. Esa es la evi­den­te sen­sa­ción colec­ti­va. Esta noche de luna lle­na, esta madru­ga­da es his­to­ria. Minu­tos des­pués, los ojos de Mai­ra y los de la mul­ti­tud cla­va­dos en las pan­ta­llas ubi­ca­das cada dos cua­dras en los alre­de­do­res del Con­gre­so, abu­cheos a José Mayans –“fue­ra macho fue­ra”, le can­tan – , y a las 4.12 los abra­zos y más lágrimas.

Por pri­me­ra vez, el clá­si­co cán­ti­co «abor­to legal en el hos­pi­tal» no sue­na a recla­mo sino a rei­vin­di­ca­ción. Unos pocos fue­gos arti­fi­cia­les y el humo ver­de de ben­ga­las ador­nan el fes­te­jo de un resul­ta­do que aun­que se sabía posi­ti­vo de ante­mano no res­ta inten­si­dad al momen­to. Ade­más, no se espe­ra­ba seme­jan­te dife­ren­cia. Las muje­res con sus pañue­los ver­des en la cabe­za, en el cue­llo, en las muñe­cas, con el glit­ter ver­de en los pár­pa­dos, con ropa ver­de, jóve­nes sobre todo, se fun­den en múl­ti­ples abra­zos que pare­cen uno solo. Ense­gui­da, el fon­do de las pan­ta­llas se tor­na ver­de tam­bién y anun­cia: “Lo con­quis­ta­mos, ¡es ley! El abor­to es un dere­cho des­de hoy».

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“Qui­sié­ra­mos haber pro­nun­cia­do estas pala­bras muchí­si­mo antes. Muchas vidas de muje­res y otras per­so­nas con capa­ci­dad de abor­tar se hubie­ran sal­va­do. La ley de Inte­rrup­ción Volun­ta­ria del Emba­ra­zo vie­ne a resol­ver una injus­ti­cia. La de los emba­ra­zos for­za­dos, la de las niñas obli­ga­das a parir, la de la impo­si­bi­li­dad de deci­dir sobre nues­tros cuer­pos. Ahí don­de había una injus­ti­cia hubo orga­ni­za­ción femi­nis­ta. Des­de hoy pode­mos final­men­te deci­dir. Es el pri­mer paso para ejer­cer nues­tra auto­no­mía, ser sobe­ra­nas y vivir libres de vio­len­cia”, expre­san refe­ren­tes de la Cam­pa­ña Nacio­nal por el Abor­to Legal Segu­ro y Gra­tui­to des­de el esce­na­rio prin­ci­pal del sec­tor ver­de, del cual cuel­ga una ban­de­ra que dice: “Ni una muer­te más por abor­to clandestino”.

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Las ora­do­ras recuer­dan a Dora Cole­desky, fun­da­do­ra de la Cam­pa­ña, y dicen que esta nue­va nor­ma es la “ley Dora”. “Logra­mos tor­cer el bra­zo de una his­to­ria que nos impu­so el man­da­to de la mater­ni­dad. Esta ley es el reco­no­ci­mien­to de que hay otras deci­sio­nes, reali­da­des y deseos, y que nin­gu­na de noso­tras va a morir, ser juz­ga­da o encar­ce­la­da por no que­rer con­ti­nuar un emba­ra­zo. Y si así fue­ra esta­mos para dar­lo vuel­ta. Este avan­ce de los femi­nis­mos de nues­tro país resue­na en el mun­do como un augu­rio de liber­tad y eman­ci­pa­ción”, cele­bran. 

La esce­na noc­tur­na de la pre­via de la vota­ción fue muy simi­lar a la del día de la media san­ción, inclu­so por el calor ago­bian­te. En el sec­tor ver­de, esta vez hubo mucha más gen­te. “No estu­ve en Dipu­tados por la pan­de­mia, pero creía que hoy tenía que estar”, cuen­ta Fer­nan­da Rome­ro, de la Coor­di­na­do­ra Fút­bol sin Fron­te­ras, una agru­pa­ción de hin­chas de dife­ren­tes clu­bes uni­das por el femi­nis­mo. “Somos de Racing, Inde­pen­dien­te, Boca, River, Gim­na­sia, Estu­dian­tes. Defen­de­mos el mis­mo color: el ver­de.” En Riva­da­via habían colo­ca­do unas cin­tas a su alre­de­dor, deli­mi­tan­do el perí­me­tro de la agru­pa­ción, algo que tam­bién habían hecho otras organizaciones.

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Callao, mucho más pobla­da, pre­sen­ta­ba un cli­ma que osci­la­ba entre mani­fes­ta­ción, feria y boli­che. Se ven­día de todo: más allá de comi­da –muchí­si­mos pues­tos de cho­ri­pa­nes y ham­bur­gue­sas- y bebi­da –los ven­de­do­res de cer­ve­zas, de nue­vo mayo­ría, esqui­va­ban a la mul­ti­tud car­gan­do sus hela­de­ras – , había todo tipo de acce­so­rios de color ver­de. Tam­bién cua­dros arte­sa­na­les, car­te­ras, tops, cal­cos, pren­de­do­res, lla­ve­ros, ima­nes, sham­poo sóli­do, sahu­me­rios. Se hacían tren­zas y ras­tas; se maqui­lla­ba “a cola­bo­ra­ción”. Se ofre­cían has­ta brow­nies locos. De nue­vo, cum­bia y reg­gae­tón a todo volu­men, cuer­pos trans­pi­ra­dos con poca ropa dan­zan­do por horas, chi­cas sin cor­pi­ño. Un cli­ma de fies­ta que alcan­za­ba su clí­max en la esqui­na de Mitre, don­de esta­ba el Movi­mien­to Evi­ta con sus par­lan­tes y vola­ba la espu­ma. Tam­bién había cien­tos de per­so­nas más tran­qui­las, sen­ta­das sobre man­tas siguien­do con aten­ción las inter­ven­cio­nes de los sena­do­res por las pan­ta­llas. La fila de car­pas de agru­pa­cio­nes era interminable.

Del lado celes­te, alre­de­dor de las 2, el bebé gigan­te man­cha­do de san­gre seguía estoi­co, pero ya se veían algu­nas caras de derro­ta. Dos muje­res des­de el esce­na­rio aren­ga­ban: “La vida es esto. Ale­gría, músi­ca, bai­le”. “Usan a la pobre­za como una herra­mien­ta de no sé qué”, dijo una, impre­ci­sa. La otra com­ple­tó: “Como una excu­sa para la muer­te”. Se veía bas­tan­te más gen­te que el día de la media san­ción, aun­que nota­ble­men­te menos que del otro lado. Fla­mea­ban ban­de­ras nacio­na­les y había mon­jas y sacer­do­tes. Eran invi­ta­das muje­res al esce­na­rio a dar su tes­ti­mo­nio. Mari­sa, por ejem­plo, con­tó que ella se vol­vió abo­ga­da, que tener un hijo no se lo impi­dió. Que, al con­tra­rio, la “empo­de­ró”.

Cer­ca del hora­rio de la vota­ción, del lado ver­de, Susa­na Gamón obser­va­ba cómo maqui­lla­ban a su hija de 16 años. “Es mara­vi­llo­sa esta gene­ra­ción. Tie­ne una fuer­za a la que noso­tras ni nos aso­má­ba­mos. Hoy sale esto, pero des­pués tra­ba­ja­re­mos sobre otra cosa. La pros­ti­tu­ción, la tra­ta. No des­can­san. Siem­pre hay algo más”, elo­gia­ba la mujer. Veró­ni­ca agi­ta­ba sobre Riva­da­via una enor­me ban­de­ra ver­de. “Es todo o nada. Pasé por una expe­rien­cia difí­cil de mi vida, pero a veces no hace fal­ta pasar por esto. Sim­ple­men­te ser mujer es difí­cil en esta vida. No estoy a favor de la ley por mí, sino por los que vie­nen, por mis hijos y bis­nie­tos.” Como ase­gu­ra­ron des­de la Cam­pa­ña, esta noche los femi­nis­mos tor­cie­ron el bra­zo de la his­to­ria impues­ta para escri­bir la pro­pia, y así fue como se sin­tió en la calle.

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