Cos­ta Rica. Salud men­tal en Gua­na­cas­te: un pacien­te invi­si­ble al final de la fila

Por Mar­ce­la Can­te­ro V. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de diciem­bre de 2020.

La fal­ta de pro­mo­ción de los ser­vi­cios de salud men­tal, los tiem­pos de espe­ra en el área de Psi­co­lo­gía de los hos­pi­ta­les y una pobre cul­tu­ra de auto­cui­da­do levan­tan muros para quie­nes requie­ren apo­yo ante una crisis.

Sar­di­nal y Belén de Carri­llo, Gua­na­cas­te. Fren­te a la cáma­ra, con una serie de ins­truc­cio­nes y tres extra­ños con quie­nes solo había com­par­ti­do unas dos horas; afe­rra­do a su bebé, quien se movía con los ojos bien des­pier­tos, y con su padre cer­ca, como un cus­to­dio del momen­to, Michael per­ma­ne­ció sen­ta­do y, dócil­men­te, comen­zó a sol­tar ese nudo de emociones.

“Mi nom­bre es Michael Her­nán­dez Zam­bra­na, vivo en Sar­di­nal de Carri­llo, Gua­na­cas­te; ten­go 32 años, dos hijos: mi niño, Michael, tie­ne ocho años; mi niña, Shiary, un año y dos meses. Eeeehhhh… Fui padre a los 24 años con mi niño, yo….”.

Un res­pi­ro pro­fun­do y la for­ma en la cual movía sus manos bas­ta­ron para com­pren­der la nece­si­dad de pau­sar la gra­ba­ción; ape­nas, este 29 agos­to, Michael había dado sepul­tu­ra a su pare­ja de tan solo 19 años, Ingris Cana­les Alta­mi­rano, quien luchó por su vida por cer­ca de dos meses, en el Hos­pi­tal Méxi­co, en la capi­tal cos­ta­rri­cen­se de San José.

Para Michael Her­nán­dez Zam­bra­na, sus hijos ‑Shiary y Michael- son el mayor sopor­te lue­go del falle­ci­mien­to de su com­pa­ñe­ra, Ingris Cana­les, quien pasó casi dos meses en la Uni­dad de Cui­da­dos Inten­si­vos del Hos­pi­tal Méxi­co, en la capi­tal de San José, Cos­ta Rica. Michael recla­ma la esca­sa infor­ma­ción reci­bi­da sobre el cua­dro de su espo­sa, quien sufrió una seve­ra infla­ma­ción en su cerebro.

Eba­nis­ta de ofi­cio, Michael cons­tru­yó su fami­lia con una joven recor­da­da por una radian­te son­ri­sa, sus esfuer­zos por sacar un diplo­ma­do téc­ni­co y la entre­ga en las labo­res del hogar. En tan solo ocho días, Ingris pre­sen­tó un inex­pli­ca­ble dete­rio­ro de salud que cul­mi­nó con su ingre­so a la Uni­dad de Cui­da­dos Inten­si­vos (UCI), a media­dos de julio.

En la UCI del Hos­pi­tal Méxi­co, estu­vo un mes y una sema­na, bajo coma indu­ci­do, entu­ba­da, suje­ta a dece­nas de exá­me­nes sin que nin­guno arro­ja­ra una res­pues­ta cla­ra sobre su con­di­ción crítica.

“Los doc­to­res nun­ca supie­ron decir­me qué tenía, creían que era una enfer­me­dad en el cere­bro, que se infla­ma­ba y man­da­ba a des­truir todos los órga­nos, una enfer­me­dad auto­in­mu­ne. Le hicie­ron un mon­tón de TAC, la saca­ron del Hos­pi­tal Méxi­co para hacer­le una reso­nan­cia —en el Cen­tro de Reso­nan­cia Mag­né­ti­ca del segu­ro social, en San José — ; pero, no le encon­tra­ron nada: nun­ca, nun­ca, supie­ron decir cuál era la enfer­me­dad”, dijo, olvi­dán­do­se unos segun­dos de la cámara.

Por un cor­to tiem­po, la salud de Ingris mejo­ró y abrió los ojos, al pun­to de que apre­ta­ba con fuer­za las manos de Michael cuan­do esta­ba jun­to a su cama. Sin embar­go, en los siguien­tes 15 días, una nue­va cri­sis cobró su vida.

Median­te una lla­ma­da tele­fó­ni­ca, su fami­lia reci­bió la noti­cia de que la joven era posi­ti­va por COVID-19. Nin­guno pudo visi­tar­la más, ni logró con­tac­to con algún médi­co has­ta cuan­do lle­gó otra lla­ma­da infor­man­do sobre su deceso.

“En el hos­pi­tal, con­tra­jo COVID; pero, yo dudo mucho de todo eso por­que el cer­ti­fi­ca­do de defun­ción no men­cio­na nada. Mi sue­gra fue la últi­ma que estu­vo con ella, pero nun­ca le die­ron orden de ais­la­mien­to y, en el cemen­te­rio, no tuvi­mos nin­gu­na limi­ta­ción para las tres horas que pasa­mos con su fére­tro jun­to a fami­lia y ami­gos —el ataúd iba sella­do — .”, expli­có Michael.

“Esto ha sido difí­cil, no crea, decaí­das; hay veces que uno no quie­re ver a nadie (…) Casi no duer­mo. Antes, cuan­do Ingris esta­ba, yo ni oía, a la bebé, cuan­do llo­ra­ba. Aho­ra, estoy al pen­dien­te de cada movi­mien­to de la niña. A veces, son la una o dos de la maña­na y estoy des­pier­to; comer, casi tam­po­co; a veces, no ceno, ni almuer­zo: la vida cam­bió com­ple­ta­men­te. Des­de que ella se fue todo cam­bió”, añadió.

Michael Her­nán­dez apren­dió de su padre el ofi­cio de la eba­nis­te­ría, actual­men­te, se gana la vida con tra­ba­jos oca­sio­na­les que ela­bo­ra en su taller, ubi­ca­do en el barrio Arto­li­ta de la comu­ni­dad cos­te­ra de Sar­di­nal, en Gua­na­cas­te. Michael ase­gu­ra que el tra­ba­jo es su vál­vu­la de esca­pe tras la recien­te muer­te de su com­pa­ñe­ra, Ingris Cana­les, de tan solo 19 años.

Si Michael y sus dos hijos cuen­tan con segu­ro social y, en su moto, se encuen­tran a tan solo 10 minu­tos del con­sul­to­rio del Equi­po Bási­co de Aten­ción Inte­gral en Salud (EBAIS), asig­na­do a su barrio, ¿por qué sopor­ta ese cua­dro de ansie­dad, insom­nio y fal­ta de ape­ti­to sin bus­car ayu­da profesional?

“La ver­dad yo no tenía ni la menor idea de eso —sobre la exis­ten­cia de ser­vi­cios de salud men­tal para él y sus niños — ; yo no he bus­ca­do ayu­da de nada de esas cosas. Ahí, he ido sobre­lle­van­do esto solo; nada más con el apo­yo de mi papá, quien me ha hecho levan­tar­me por­que ha sido bien difí­cil”, res­pon­dió sor­pren­di­do, mien­tras evi­ta­ba que su hija se le esca­pa­ra de las manos.

Inver­sión en salud,
Cos­ta Rica 2015 – 2019 (Millo­nes de dólares)
Inver­sión en salud con res­pec­to al PIB,
Cos­ta Rica 2015 – 2019
2015 3.485.071.963 2015 6,77%
2016 3.914.951.077 2016 7,21%
2017 3.776.219.667 2017 6,69%
2018 4.170.287.174 2018 7,27%
2019 4.430.532.992 2019 7,43%

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia con datos oficiales.

La pri­ma pobre de la salud

Como par­te de un infor­me espe­cial para Otras Mira­das, sobre las barre­ras de acce­so a los ser­vi­cios de salud en Cen­troa­mé­ri­ca, ela­bo­ra­do por cin­co medios del ist­mo; La Voz de Gua­na­cas­te cen­tró su repor­ta­je en la salud men­tal de los can­to­nes cos­te­ros de Nico­ya, San­ta Cruz, Carri­llo y Libe­ria de la pro­vin­cia de Gua­na­cas­te; don­de casos, como el de Michael, mar­can el camino pendiente.

Este eba­nis­ta nun­ca había escu­cha­do sobre la posi­bi­li­dad de tocar la puer­ta de un con­sul­to­rio para algo dife­ren­te a una dolen­cia físi­ca; una his­to­ria que saca a flo­te cómo la fal­ta de pro­mo­ción de los ser­vi­cios de salud men­tal —sec­tor que mane­ja redu­ci­dos pre­su­pues­tos— y la esca­sa inte­rio­ri­za­ción de que el auto­cui­da­do es inte­gral —men­te y cuer­po— cons­ti­tu­yen dos barre­ras de acce­so a estos ser­vi­cios, en las comunidades.

El pro­pio jefe de la Secre­ta­ría Téc­ni­ca de la Salud Men­tal del Minis­te­rio de Salud, el psi­quia­tra Fran­cis­co Gól­cher, afir­ma que la salud men­tal es “la pri­ma pobre de la salud”.

“No se le ha dado la impor­tan­cia sufi­cien­te por­que no es algo que usted pue­da ver, pal­par, tocar; como un acci­den­te, un infar­to, un derra­me o una úlce­ra: los tras­tor­nos men­ta­les y del com­por­ta­mien­to entran más en la sub­je­ti­vi­dad de las per­so­nas y los vemos cuan­do están ya des­com­pen­sa­dos, con alu­ci­na­cio­nes o come­ten sui­ci­dios por­que una depre­sión seve­ra pue­de lle­var a eso”, dijo el experto.

Tras la muer­te de su com­pa­ñe­ra, Ingris Cana­les (en la ima­gen del celu­lar), Michael Her­nán­dez ase­gu­ra que sus dos hijos, Shiary y Michael, le brin­dan la fuer­za nece­sa­ria para levan­tar­se, cada maña­na; lue­go de noches de insom­nio y tristeza.

De hecho, en Gua­na­cas­te, 13 hom­bres de cada 100.000 habi­tan­tes opta­ron por qui­tar­se la vida, en pro­me­dio, para los años 2014 al 2018; con­vir­tién­do­se en la pro­vin­cia don­de ocu­rrie­ron más sui­ci­dios de varo­nes, en Cos­ta Rica, según el Esta­do del Sui­ci­dio en Cos­ta Rica (2014−2018), de la Comi­sión Téc­ni­ca Inter­ins­ti­tu­cio­nal sobre Esta­dís­ti­cas de Con­vi­ven­cia y Segu­ri­dad Ciudadana.

Los aten­ta­dos con­tra la vida son la par­te más visi­ble de los tras­tor­nos que gol­pean a la pobla­ción gua­na­cas­te­ca; don­de, como ocu­rre en el res­to de Cos­ta Rica, la quin­ta cau­sa de inca­pa­ci­da­des médi­cas son los tras­tor­nos neu­ró­ti­cos, los rela­cio­na­dos con el estrés y los tras­tor­nos soma­to­mor­fos —dolen­cias físi­cas con ori­gen psi­co­ló­gi­co — , los cua­les envían a estos pacien­tes 11 días, en pro­me­dio, fue­ra de sus tra­ba­jos y demás acti­vi­da­des, según los datos, para el 2019, de la Caja Cos­ta­rri­cen­se del Segu­ro Social (CCSS).

Pre­si­den­te tam­bién de la Aso­cia­ción Cos­ta­rri­cen­se de Psi­quia­tría, el doc­tor Gól­cher reco­no­ció que los núme­ros sobre sui­ci­dios e inca­pa­ci­da­des por tras­tor­nos men­ta­les son la pun­ta del ice­berg de las cri­sis que arras­tran a muchos sin que sean cap­ta­dos por el sis­te­ma sanitario.

Gua­na­cas­te es tie­rra de suicidios

Pro­vin­cia Hom­bre Mujer
San José 10,0 2,3
Ala­jue­la 10,4 1,7
Car­ta­go 9,5 1,8
Here­dia 10,3 2,7
Gua­na­cas­te 13,1 1,8
Pun­ta­re­nas 12,9 1,9
Limón 9,3 2,4
Fuen­te: Esta­do del Sui­ci­dio en Cos­ta Rica, 2014 – 2018

“En una situa­ción emo­cio­nal fuer­te, pocos con­tem­plan la posi­bi­li­dad de ir al EBAIS, de bus­car ayu­da. Resuel­ven sus pro­ble­mas, solos, mal o bien, pero los resuel­ven; no es un tema de dis­tan­cia, ni de dine­ro, eso no mar­ca tan­to; real­men­te, no está inte­rio­ri­za­do bus­car a los pro­fe­sio­na­les en salud men­tal”, seña­ló el psi­quia­tra, al refe­rir­se a barre­ras de acceso.

Para Gól­cher, cuan­do el asis­ten­te téc­ni­co de aten­ción pri­ma­ria visi­ta los hoga­res para cam­pa­ñas en salud, debe hablar tam­bién sobre el cui­da­do de las emo­cio­nes y, si detec­ta algún pro­ble­ma, refe­rir el pacien­te al EBAIS; ahí, el médi­co de aten­ción pri­ma­ria debe estar bien capa­ci­ta­do en las guías de abor­da­je de tras­tor­nos men­ta­les, como depre­sión, psi­co­sis e inten­tos de sui­ci­dios, entre otros, a fin de brin­dar un abor­da­je adecuado.

“La prin­ci­pal barre­ra que yo veo es que no hay pro­mo­ción de la salud men­tal. Al fal­tar esto, no hay cono­ci­mien­to, no se sen­si­bi­li­za a las per­so­nas; debe­mos hacer edu­ca­ción por­que, muchas veces, por pre­jui­cios, estig­mas y/​o dis­cri­mi­na­ción, no se acce­de a los ser­vi­cios”, agre­gó el voce­ro del Minis­te­rio de Salud sobre salud mental.

Shiary ape­nas comien­za a cami­nar y ya reco­rre los cami­nos de su barrio en la moto de su padre, Michael Her­nán­dez; su her­mano de ocho años, Michael, se suma siem­pre a las sali­das, un momen­to don­de todo pare­ce per­fec­to para esta fami­lia que per­dió a su espo­sa y madre.

Pala­bras a la medi­da para la his­to­ria de Michael; quien, corre con su moto para lle­var a sus hijos ante cual­quier calen­tu­ra, cua­dro de tos o dolo­res repen­ti­nos; pero, aho­ra, cuan­do el dolor toca sus fibras más sen­si­bles, la posi­bi­li­dad de bus­car apo­yo pro­fe­sio­nal le resul­ta total­men­te desconocida.

“Aquí estoy, espe­ran­do la cita”

Del otro lado de la mone­da, con­tar con una cul­tu­ra de auto­cui­da­do inte­gral y cono­cer bien cuá­les puer­tas tocar, en los cen­tros médi­cos, tam­po­co ase­gu­ra que los muros cai­gan cuan­do se tra­ta de salud mental.

La refe­ren­cia tar­día a los ser­vi­cios de psi­co­lo­gía y/​o psi­quia­tría; el lar­go tiem­po de espe­ra por las citas y el débil empo­de­ra­mien­to del pacien­te, en sus dere­chos, son tres obs­tácu­los más que limi­tan el acce­so a los ser­vi­cios de salud men­tal, en la cos­ta guanacasteca.

Así, lo evi­den­cia la his­to­ria de la cruz­ro­jis­ta, Johan­na Ríos Alfa­ro, una madre de 41 años, quien nun­ca ima­gi­nó cam­biar su rol de aten­der emer­gen­cias a con­ver­tir­se en la pro­ta­go­nis­ta de la escena.

Entre enero y febre­ro del 2018, esta veci­na de Car­ta­ge­na de San­ta Cruz pre­sen­tó san­gra­dos en su sis­te­ma intes­ti­nal que le die­ron el cam­pa­na­zo de aler­ta: “Nun­ca tuve dolor, nin­gu­na moles­tia; sí, tenía coli­tis fre­cuen­tes e iba a la clí­ni­ca —de Car­ta­ge­na — , don­de me ponían Bus­ca­pi­na, en vena, con sue­ro. Eso me qui­ta­ba el dolor; pero, era una coli­tis recu­rren­te”, deta­lló Johan­na, quien suma 11 años en la Cruz Roja Cos­ta­rri­cen­se, cin­co de ellos dan­do ser­vi­cio en Belén de Carri­llo, loca­li­dad a 20 minu­tos de su casa.

Echan­do mano de sus con­tac­tos, bus­có una doc­to­ra en el EBAIS de Belén quien, al escu­char los sín­to­mas, le soli­ci­tó un examen de colon con el sello de “urgen­te” al Hos­pi­tal Dr. Enri­que Bal­to­dano de Libe­ria, uno de los dos hos­pi­ta­les de Gua­na­cas­te; sin embar­go, en ese cen­tro médi­co, quien revi­só sus pape­les con­si­de­ró que su caso podía espe­rar y pro­gra­mó la prue­ba has­ta tres meses más tarde.

Final­men­te, el día del examen, los aná­li­sis con­fir­ma­ron las sos­pe­chas: “La doc­to­ra que me prac­ti­có el examen se preo­cu­pó mucho, corrió a bus­car a la oncó­lo­ga y le dijo que tenía a una mujer joven con un tumor”, con­tó Johan­na, quien com­par­tió su his­to­ria, sen­ta­da en la par­te tra­se­ra de su ambu­lan­cia, lue­go de las 7 p.m., tras aca­bar su turno.

Con lujo de deta­lles, recor­dó cómo la oncó­lo­ga le habló de la alta pro­ba­bi­li­dad de que se tra­ta­se de un cán­cer y de los esce­na­rios que exis­tían para ella; poco tiem­po des­pués, el resul­ta­do posi­ti­vo de la biop­sia la colo­có ofi­cial­men­te en el gru­po de pacien­tes con cán­cer de colon, el 31 de mayo de 2018.

En Cos­ta Rica, el pro­to­co­lo ofi­cial de aten­ción de pacien­tes onco­ló­gi­cos debe incluir un abor­da­je inte­gral; ade­más de las citas con los espe­cia­lis­tas y de los tra­ta­mien­tos, como qui­mio­te­ra­pia y/​o radio­lo­gía, entre otras inter­ven­cio­nes; se les refie­re a un equi­po que inclu­ye, nutri­cio­nis­tas, tera­peu­tas y, por supues­to, psi­co­lo­gía y/​o psiquiatría.

Johan­na reci­bió la abru­ma­do­ra noti­cia de su cán­cer, pasó por los exá­me­nes, una ciru­gía de colon, las sesio­nes de qui­mio­te­ra­pia y radio­te­ra­pia, la recu­pe­ra­ción y el segui­mien­to de una pacien­te osto­mi­za­da —se abre un ori­fi­cio en el abdo­men para la sali­da de la ori­na o las heces a una bol­sa adap­ta­da al cuer­po, tras extir­par par­te del colon — , sin nin­gún apo­yo pro­fe­sio­nal en salud men­tal, al con­tra­rio de lo que indi­ca el protocolo.

Apo­yo gra­tui­to: En estos enla­ces y líneas tele­fó­ni­cas, pue­de encon­trar ayu­da en caso de una crisis

Jun­tos nos pode­mos cui­dar: psi​co​lo​giacr​.com

Aso­cia­ción Cos­ta­rri­cen­se de Estu­dio y Pre­ven­ción del Sui­ci­dio: 4081- 9326. Línea 13 – 22 y 9−1−1: apo­yo psi­co­ló­gi­co en torno al COVID-19. 

Línea “Aquí estoy”, 2272 – 3774: aten­ción psi­co­ló­gi­ca a estu­dian­tes y sus familias. 

Con­se­jos para man­te­ner su salud men­tal: ccss​.sa​.cr/​s​a​l​u​d​-​m​e​n​tal

Solo en una oca­sión, cuan­do se negó a dejar el hos­pi­tal, lue­go de un duro tra­ta­mien­to, una psi­có­lo­ga se acer­có a su cama: “Lle­gó a decir­me que yo esta­ría mejor en mi casa por­que, ahí, podía con­traer una infec­ción; solo me habló de eso”, recor­dó indignada.

Para esta cruz­ro­jis­ta, hubie­se sido ideal una sesión de aten­ción psi­co­ló­gi­ca para saber cómo debía hablar con sus mucha­chos, César y Este­ban, sobre su cán­cer: “Para mí, ese fue el momen­to más duro: cómo le voy a decir a mis hijos que la mamá tie­ne cán­cer”, afirmó.

Una cita pos­ter­ga­da para el 2021

Gra­cias a que el cán­cer fue detec­ta­do a tiem­po, los espe­cia­lis­tas extir­pa­ron todo el tumor del colon de Johan­na, sin hallar rami­fi­ca­cio­nes; una ciru­gía exi­to­sa rea­li­za­da el 26 de octu­bre de 2018.

A fina­les del 2019, antes de vol­ver a su tra­ba­jo, le asal­ta­ron muchas dudas e inquie­tu­des; así, en una cita con la oncó­lo­ga, hizo lo que nun­ca se había atre­vi­do: recla­mar su dere­cho de aten­ción en salud mental.

“La ciru­ja­na oncó­lo­ga —del hos­pi­tal de Libe­ria— me pasó al ser­vi­cio de Psi­quia­tría del hos­pi­tal de Nico­ya (…) Tuve dos citas —en enero de 2020 — ; a la ter­ce­ra cita, me die­ron de alta por­que psi­quiá­tri­ca­men­te no esta­ba mal: lo mío era un tema de apo­yo psi­co­ló­gi­co, algo emo­cio­nal, no físi­co”, expli­có, Johanna.

Ahí, comen­zó la pere­gri­na­ción por el calendario.

Johan­na Ríos con­clu­yó su tra­ta­mien­to con­tra un cán­cer, en el 2019, y reto­mó sus labo­res, como cruz­ro­jis­ta; sin embar­go, has­ta el 2021, ten­drá cita en el ser­vi­cio de Psi­co­lo­gía del hos­pi­tal de Nico­ya, un apo­yo que debe dar­se a todos los pacien­tes onco­ló­gi­cos, des­de un ini­cio. Ella man­tie­ne una acti­tud posi­ti­va pese a todas estas pruebas.

En el ser­vi­cio de Psi­co­lo­gía de ese cen­tro médi­co, la cita­ron para el 20 de octu­bre de 2020. Dos años, cua­tro meses y 20 días des­pués del resul­ta­do posi­ti­vo de su biop­sia, esta cruz­ro­jis­ta espe­ra­ba con­ver­sar con un espe­cia­lis­ta en salud mental.

Lle­ga­do el día, Johan­na reci­bió la noti­cia de que su con­sul­ta había sido repro­gra­ma­da para el 27 de agos­to de 2021: ¡10 meses más en la fila!

Ese es el pano­ra­ma en los dos hos­pi­ta­les de Gua­na­cas­te, don­de los tiem­pos de espe­ra de los ser­vi­cios de Psi­co­lo­gía tri­pli­can los regis­tra­dos en Psi­quia­tría, según los datos de la Uni­dad de Lis­tas de Espe­ra, al 14 de octu­bre, soli­ci­ta­dos vía correo electrónico.

En el Hos­pi­tal La Ane­xión, en Nico­ya, se deben aguar­dar 252 días para entrar al con­sul­to­rio de un psi­có­lo­go y 71, en el caso de un psi­quia­tra. En el Hos­pi­tal Dr. Enri­que Bal­to­dano, en Libe­ria, la espe­ra suma 122 días, en el ser­vi­cio de Psi­co­lo­gía, y 48, en el caso de Psiquiatría.

“Vale que estoy muy bien de áni­mo por­que si estu­vie­ra con depre­sión y con pocas ganas de vivir, ¡ima­gí­ne­se!”, dijo la cruzrojista.

Sus pala­bras están lejos de ser recla­mos al vacío. En Gua­na­cas­te, 1,8 muje­res por cada 100.000 habi­tan­tes opta­ron por qui­tar­se la vida, en pro­me­dio, para el perío­do 2014 al 2018; ubi­cán­do­se como la sex­ta pro­vin­cia don­de ocu­rren más sui­ci­dios de fémi­nas de las sie­te del país, según el Esta­do del Sui­ci­dio en Cos­ta Rica (2014−2018).
El obs­tácu­lo eterno: fal­ta dinero

Gól­cher expli­có que solo un 2% del mon­to esta­tal para el sec­tor salud lle­ga al rubro de salud men­tal; de ese mon­to, un 80% va para con­sul­tas y aten­ción hos­pi­ta­la­ria —psi­co­lo­gía y psi­quia­tría — ; así, solo que­da un 20% para aten­ción en las comunidades.

“Es muy poco, si pen­sa­mos que nues­tra Polí­ti­ca Nacio­nal de Salud Men­tal 2012 – 2021 hace énfa­sis en tra­ba­jar en la comu­ni­dad, en los fac­to­res de pro­tec­ción y de ries­go que tie­nen las enfer­me­da­des men­ta­les”, reco­no­ció el espe­cia­lis­ta, para quien esti­mar cuán­to gas­ta el segu­ro social y la medi­ci­na pri­va­da en la aten­ción de tras­tor­nos emo­cio­na­les resul­ta indis­pen­sa­ble para mejo­rar la asig­na­ción presupuestaria.

Pre­ci­sa­men­te, el pasa­do 10 de octu­bre, en el Día Mun­dial de la Salud Men­tal, la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud cen­tró sus men­sa­jes en el lema: “Acción a favor de la salud men­tal: invir­ta­mos en ella”, a fin de que los gobier­nos pon­de­ren la nece­si­dad de robus­te­cer este cam­po, más aho­ra, cuan­do la pan­de­mia de COVID-19 ele­va los tras­tor­nos emo­cio­na­les en un esce­na­rio en el que muchos cen­tros de salud están abarrotados.

De hecho, la actual cri­sis sani­ta­ria dilu­ye avan­ces, seña­la­dos por Gól­cher, como la capa­ci­ta­ción dada a los edu­ca­do­res para detec­tar a estu­dian­tes en ries­go de sui­ci­dio, debi­do a que los alum­nos pasa­ron a un sis­te­ma de cla­ses vir­tua­les, des­de sus casas.

El espe­cia­lis­ta resal­tó que el Minis­te­rio de Salud cuen­ta con un encar­ga­do en temas de salud men­tal para cada una de las 82 Áreas de Salud del país, un núme­ro corres­pon­dien­te a cada can­tón de Cos­ta Rica; ade­más, exis­te un per­so­nal de enla­ce en sus nue­ves regio­nes, una de ellas, la Cho­ro­te­ga —Gua­na­cas­te — .

“Hay que tra­ba­jar en un pro­ce­so de par­ti­ci­pa­ción comu­ni­ta­ria don­de todo sur­ja des­de ella; no algo que ven­ga impues­to des­de arri­ba, eso no fun­cio­na. La mis­ma comu­ni­dad debe ver lo que ocu­rre y decir qué se pue­de hacer; enton­ces, nues­tro per­so­nal lle­ga a apo­yar: ese es el nor­te que se tie­ne aho­ra”, recal­có el psiquiatra.

A la pre­gun­ta de dón­de se sigue ese mode­lo, Gól­cher men­cio­nó pocos ejem­plos: “En San Ramón, Pal­ma­res y algu­nos can­to­nes de la zona sur del país tie­nen esa expe­rien­cia; pero, hay que for­ta­le­cer esto más”, dijo.

“Yo he teni­do un carác­ter fuer­te, para todo: En vez de que el cán­cer arre­me­tie­ra en mi con­tra, yo arre­me­tí con­tra el cán­cer”, sos­tie­ne con acti­tud posi­ti­va, Johan­na Ríos, una mujer con voca­ción de ayu­da humanitaria.

De vuel­ta con Johan­na, una pre­gun­ta final era necesaria: 

¿Cómo mane­jó su angus­tia por el cán­cer, en tan­tos meses de citas, tera­pias, ciru­gías y con­tro­les de especialistas?

— En los momen­tos cuan­do estu­ve que­bran­ta­da, que­ría pedir ayu­da; pero, sen­tía que no iba a ser inme­dia­ta, de hecho, no es inme­dia­ta, aquí estoy espe­ran­do la cita.

#Mesien­to­so­la

#MeSien­to es un pro­yec­to que nace de la can­ción, Me Sien­to Alo­ne, de la artis­ta cos­ta­rri­cen­se, Raqe, el cual bus­ca reco­ger tes­ti­mo­nios sobre el impac­to de la pan­de­mia de COVID-19, en la salud men­tal de los jóvenes.

Usan­do el hash­tag #MeSien­to, las his­to­rias com­par­ti­das en redes socia­les serán entre­ga­das a líde­res polí­ti­cos de Cos­ta Rica, a fin de urgir más recur­sos eco­nó­mi­cos para la aten­ción del impac­to a la salud men­tal en tiem­pos de pandemia. 

Fuen­te: Radio Progreso

Itu­rria /​Fuen­te

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