Femi­nis­mos. «Sin mover o soca­var algo esta estruc­tu­ra, dado que el Esta­do es patriar­cal, no vamos a nin­gún sitio»

Por Bego­ña Zaba­la, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de diciem­bre de 2020.

Entre­vis­ta con Itziar Gan­da­riaz Goicoetxea.

Itziar Gan­da­rias Goi­koetxea. Mili­tan­te femi­nis­ta, nació en Bil­bao, estu­dió psi­co­lo­gía y actual­men­te es docen­te uni­ver­si­ta­ria en la Facul­tad de Psi­co­lo­gía y Edu­ca­ción de la uni­ver­si­dad de Deus­to. Sus temas de inves­ti­ga­ción son la exclu­sión social y el géne­ro, las meto­do­lo­gías femi­nis­tas y la teo­ría y prác­ti­ca de la inter­sec­cio­na­li­dad, don­de es rese­ña­ble su artícu­lo: ¿Un neo­lo­gis­mo a la moda?: Repen­sar la inter­sec­cio­na­li­dad como herra­mien­ta para la arti­cu­la­ción polí­ti­ca. Comen­zó su anda­du­ra mili­tan­te en Amé­ri­ca Lati­na, con­cre­ta­men­te par­ti­ci­pan­do en gru­pos femi­nis­tas en Para­guay. Es por ello, que a su vuel­ta a Eus­kal Herria reali­zó su tesis sobre las posi­bi­li­da­des, ten­sio­nes y retos para la arti­cu­la­ción entre colec­ti­vos de muje­res migra­das y vascas.

Estás orga­ni­za­da en un gru­po femi­nis­ta, de tra­yec­to­ria lar­ga en el tiem­po y acti­vis­mo impor­tan­te. Dado que es menos cono­ci­do más allá de las fron­te­ras vas­cas, me gus­ta­ría que nos acer­ca­ses a vues­tra reali­dad, que es des­de don­de par­ti­cu­lar­men­te me intere­sa que nos hables. Entien­do que tenéis un pro­ta­go­nis­mo y una situa­ción excep­cio­nal para afron­tar temas que apa­re­cie­ron de for­ma impac­tan­te en las V Jor­na­das de Duran­go, como es todo lo rela­cio­na­do con las pos­tu­ras anti­co­lo­nia­lis­tas, la intro­duc­ción del con­cep­to de racia­li­za­das, la for­ma­ción de orga­ni­za­cio­nes mix­tas y no mix­tas, des­de la pers­pec­ti­va de la racia­li­za­ción, las migra­cio­nes, la blan­qui­tud y la negritud,…

Itziar. Mi gru­po de refe­ren­cia aquí es Muje­res del mun­do Babel. Mun­du­ko ema­ku­meak. Es un gru­po que nace en 1999 y está com­pues­to, como tan­tas veces deci­mos, por muje­res diver­sas, y veci­nas, sobre todo de Bil­bao-Biz­kaia que pro­ce­de­mos de diver­sas cul­tu­ras y con­ti­nen­tes. Muje­res de acá y de allá.

Es una orga­ni­za­ción que tie­ne como refe­ren­cia fun­da­men­tal su asam­blea de los lunes, que es una asam­blea abier­ta a cual­quier mujer. Esta es una herra­mien­ta que tene­mos de orga­ni­za­ción y de tra­ba­jo. Hemos teni­do, como todas las orga­ni­za­cio­nes, un pro­ce­so. Yo des­ta­ca­ría sobre todo que es, en pri­mer lugar, una orga­ni­za­ción de aco­gi­da para las muje­res migra­das que lle­gan. Es una orga­ni­za­ción que orien­ta a estas muje­res, pues para noso­tras es muy impor­tan­te aten­der estas nece­si­da­des y empa­ti­zar con la escu­cha. Des­de nues­tro pun­to de vis­ta lo pri­mor­dial está en la escu­cha: cuan­do lle­ga una mujer que quie­re hablar, se para toda la asam­blea, y escu­chas su his­to­ria, escu­chas su rela­to y des­de ahí, acom­pa­ña­mos y apoyamos.

Creo tam­bién que Muje­res del mun­do ha hecho un pro­ce­so y un empo­de­ra­mien­to femi­nis­ta en estos 20 años que es rese­ña­ble. Es una orga­ni­za­ción que al prin­ci­pio no se til­da­ba tan­to de femi­nis­ta, es decir, que no uti­li­za­ba esta pala­bra, aun­que yo creo que las accio­nes eran femi­nis­tas. Pero aho­ra en la actua­li­dad es una orga­ni­za­ción refe­ren­te en el movi­mien­to femi­nis­ta vas­co. Y par­ti­ci­pa de muchas pla­ta­for­mas, por ejem­plo, Bil­bo Femi­nis­ta Saretzen, el gru­po motor de orga­ni­za­ción de las Jor­na­das Femi­nis­tas de Duran­go, la Pla­ta­for­ma de la Mar­cha Mun­dial de Muje­res entre otras. En este sen­ti­do ha habi­do todo un pro­ce­so de poli­ti­za­ción. Y para dar un dato, que es rele­van­te, nos jun­ta­mos cada lunes alre­de­dor de 20 muje­res o más, lo que creo que para los tiem­pos que hay, pues está muy bien. Hay muje­res que lle­van des­de los ini­cios, otras lle­va­mos menos tiem­po, pero con un gra­do de incor­po­ra­ción e iden­ti­fi­ca­ción grande.

Otra de las cosas bue­nas que tie­ne Muje­res del Mun­do es la adap­ta­ción a la reali­dad de las muje­res que vie­nen. Por ejem­plo, hay muje­res que lle­gan y en algún momen­to tie­nen que dejar de venir, por­que han encon­tra­do tra­ba­jo o por diver­sas razo­nes. Y des­pués de algún tiem­po, vuel­ven otra vez y son aco­gi­das igual­men­te. No hay una exi­gen­cia rígi­da en cuan­to a la par­ti­ci­pa­ción, cada una da des­de sus posi­bi­li­da­des. Por ejem­plo, es mi caso, que aho­ra estoy de mater­ni­dad recien­te y he podi­do des­col­gar­me un rato.

Tam­bién quie­ro seña­lar que esta­mos tenien­do a lo interno un deba­te sobre deco­lo­nia­li­dad y sobre las dife­ren­cias y des­igual­da­des que hay entre noso­tras. Noso­tras somos un gru­po mix­to, que apues­ta por el tra­ba­jo y por la arti­cu­la­ción mix­ta, pero que tam­bién ve impor­tan­te la pos­tu­ra de que haya espa­cios pro­pios y gru­pos no mix­tos, en este caso de muje­res racia­li­za­das e inmigradas.

Aho­ra el tema impor­tan­te para mi sería ¿qué pasa con el movi­mien­to femi­nis­ta? Y en esta pre­gun­ta no nos refe­ri­mos al momen­to con­cre­to en el que se ha des­ata­do la pan­de­mia covid19 y todas las con­se­cuen­cias que van apa­re­cien­do, sino des­de que visi­bi­li­za­mos que se está pro­du­cien­do una explo­sión en el movi­mien­to y en la movi­li­za­ción, que pue­de ser des­de las mani­fes­ta­cio­nes nacio­na­les de abor­to y agre­sio­nes, o des­de las huel­gas femi­nis­tas de 8 de mar­zo, o des­de don­de sitúes un nue­vo pun­to de infle­xión. Más que el momen­to lo que impor­ta, creo, es lo nue­vo que apa­re­ce, las carac­te­rís­ti­cas y la dimen­sión de este movi­mien­to. Los nue­vos hitos, y tam­bién los vie­jos, por supues­to y cómo se están re-enten­dien­do.

Itziar. De entra­da quie­ro mati­zar un poco para seña­lar que esto de la covid-19 nos ha remo­vi­do a todas un poco, pues ha pro­fun­di­za­do nues­tros males­ta­res. Pero real­men­te la explo­sión del movi­mien­to femi­nis­ta en Eus­kal Herria, todo este tsu­ma­ni femi­nis­ta como algu­nas lo han deno­mi­na­do, esta espe­cie de esta­lli­do que se está mani­fes­tan­do vie­ne de una acu­mu­la­ción de fuer­zas de atrás, y de un pro­ce­so de tra­ba­jo de hor­mi­gui­ta de años de orga­ni­za­cio­nes femi­nis­tas, en el que va habien­do varios hitos.

Mien­tras deba­tía­mos para el libro que se va a publi­car aho­ra de las IV Jor­na­das Femi­nis­tas de Eus­kal Herria que se cele­bra­ron en Duran­go, reco­gía­mos los hitos impor­tan­tes des­de las últi­mas Jor­na­das de Eus­kal Herria, en 2008. Des­ta­cá­ba­mos en pri­mer lugar, la movi­li­za­ción en Iru­ñea con­tra la refor­ma de la Ley del Abor­to en 2014. Un dere­cho que creía­mos que ya esta­ba logra­do, pues de repen­te, se empie­za a ver como que se pue­de per­der. Lue­go, en todo el tema de la vio­len­cia, se empie­za a con­cep­tua­li­zar y a abrir más el sen­ti­do de la mis­ma, con la movi­li­za­ción de “Femi­nis­tok Prest, 11 era­so, 12 eran­tzun” (Femi­nis­tas pre­pa­ra­das. Once agre­sio­nes, doce res­pues­tas). Enton­ces esta­mos hablan­do de que no sola­men­te las vio­len­cias hay que tomar­las como algo que suce­de en el momen­to de la agre­sión, como algo ais­la­do, sino que que­re­mos ver toda la com­ple­ji­dad de las vio­len­cias. Así en plu­ral, esce­ni­fi­ca­do en los blo­ques de la mani­fes­ta­ción: racia­li­za­das, migran­tes, pre­sas, pre­ca­rias, enca­pu­cha­das, vio­len­cias sexua­les,… En el 2015 la IV Acción Inter­na­cio­nal de la Mar­cha Mun­dial de Muje­res y el paso la Cara­va­na Femi­nis­ta movi­li­zó a muchas muje­res y nos posi­bi­li­tó un tra­ba­jo des­cen­tra­li­za­do por pue­blos, que lue­go lo vere­mos tam­bién en las huelgas.

A todo eso se le suman los nue­vos ele­men­tos de la huel­ga femi­nis­ta. Ahí acer­ta­mos cuan­do rei­vin­di­cá­ba­mos que la huel­ga no se limi­ta­ba solo al 8 de mar­zo sino que era todo el pro­ce­so. Y en ese pro­ce­so cons­trui­mos una huel­ga que ade­más des­bor­da­ba el con­cep­to de huel­ga tra­di­cio­nal al que está­ba­mos acos­tum­bra­das; no nos limi­ta­mos exclu­si­va­men­te al tra­ba­jo asa­la­ria­do sino que tam­bién era una huel­ga de cui­da­dos, de con­su­mo y de estudiantes.

Aho­ra hay que ana­li­zar qué es lo que pasa ahí, en esas movi­li­za­cio­nes masi­vas de las huel­gas. Yo creo que hay una sen­si­bi­li­dad que va mucho más allá de las que esta­mos en el movi­mien­to femi­nis­ta. Hay una inter­pe­la­ción a la socie­dad y, sobre todo, yo diría, que el dis­cur­so femi­nis­ta conec­ta per­fec­ta­men­te con la expe­rien­cia de muje­res jóve­nes, muje­res tra­ba­ja­do­ras, que igual no mili­tan, ni se dicen que son femi­nis­tas, pero ense­gui­da dicen que esto que dicen estas muje­res a mi tam­bién me pasa: me pasa en el tra­ba­jo, en la cua­dri­lla, con mi pare­ja, etc. Y así se ven con­vo­ca­das a salir y a movilizarse.

Ade­más la pre­sen­cia del femi­nis­mo se ve. Yo creo que el femi­nis­mo ha ido per­mean­do en muchos luga­res: vemos la escue­la, vemos los medios de comu­ni­ca­ción. Enton­ces tene­mos muchos sec­to­res de alia­das en dife­ren­tes sitios: gen­te que está en la polí­ti­ca hacien­do sus tareas e inten­tan­do cam­biar las cosas des­de las ins­ti­tu­cio­nes, en las escue­las, las uni­ver­si­da­des, con los estu­dios femi­nis­tas y de géne­ro, las téc­ni­cas de igual­dad inten­tan­do des­de lo local… Ahí hay un cúmu­lo de situa­cio­nes que ayu­dan a este desborde.

Y lue­go para mí algo impor­tan­te es tam­bién ver cómo el femi­nis­mo se ha ido abrien­do y enton­ces se habla ya de que el femi­nis­mo empie­za a decli­nar­se en plu­ral. Esta plu­ra­li­dad de cuer­pos que empie­zan a tener voz pro­pia y que se rebe­lan de mane­ra dife­ren­te es nues­tra fuer­za por­que amplía y enri­que­ce el feminismo.

Y res­pec­to a la estruc­tu­ra orga­ni­za­ti­va, es un tema bien difí­cil. Por ejem­plo, des­pués de las Jor­na­das de Duran­go hemos deba­ti­do sobre si nece­si­ta­mos estruc­tu­ras per­ma­nen­tes o no. Es el clá­si­co deba­te sobre la tira­nía de la fal­ta de estruc­tu­ras del femi­nis­mo que ya apun­ta­ba Jo Free­man. Ahí lo que está de fon­do es la dispu­ta por el poder, quie­nes va a estar lide­ran­do y con­for­man­do esas estruc­tu­ras per­ma­nen­tes don­de se toman deci­sio­nes sobre las estra­te­gias del movi­mien­to. Y ahí entra el deba­te de las libe­ra­das y de quién pue­de dedi­car­se a la mili­tan­cia. Muchas muje­res racia­li­za­das, migra­das y pre­ca­ri­za­das no pue­den dedi­car­se a estas tareas. Esto es un lujo, como quien dice. Enton­ces el asun­to es cómo crea­mos espa­cios con dis­tin­tos nive­les de par­ti­ci­pa­ción pero don­de todas ten­ga­mos acce­so a la toma de deci­sio­nes; y eso impli­ca deba­tir y con­sen­suar los hora­rios de la reu­nión, cada cuán­to tiem­po, cómo garan­ti­zar la par­ti­ci­pa­ción de todas, etc.

Tam­po­co es que ten­ga cla­ro que sea una estruc­tu­ra per­ma­nen­te. Por­que si vamos a mon­tar algo en don­de vamos a estar las de siem­pre, no creo que eso me moti­ve. Por otro lado, en los últi­mos años nos hemos orga­ni­za­do por pro­yec­tos, la orga­ni­za­ción de las huel­gas o de las jor­na­das femi­nis­tas por ejem­plo. Lo que tie­ne esta mane­ra de fun­cio­nar es que son pro­yec­tos con una fina­li­dad y dura­ción con­cre­ta don­de lo damos todo por un tiem­po, pero lue­go es ver­dad que se pier­de toda esa fuer­za has­ta una nue­va movilización.

Bien has seña­la­do los hitos, más bien tem­po­ra­les, que incor­po­ran ele­men­tos nue­vos. Yo creo que tam­bién hay una incor­po­ra­ción de nue­vas for­mas, que son polé­mi­cas, impor­tan­tes y trans­cen­den­tes. Aun­que hay tam­bién, por supues­to, nue­vos retos con­cep­tua­les o teó­ri­cos, como ya has seña­la­do, por ejem­plo, el tema de los femi­nis­mos, de los suje­tos, de las voces pro­pias. Des­de lue­go si ya nos situa­mos en Duran­go y en la últi­ma huel­ga femi­nis­ta se ve que apa­re­cen nue­vas for­mas orga­ni­za­ti­vas. Me inte­re­sa­ría aho­ra hablar de lo orga­ni­za­ti­vo y casi tam­bién en un sen­ti­do buro­crá­ti­co, del apa­ra­to, de la estruc­tu­ra que se monta.

Itziar. Está bien que hable­mos de orga­ni­za­ción. Con esto habla­mos de que el movi­mien­to ha cam­bia­do, pues sí, hay que ver estas nue­vas for­mas de mili­tan­cia. Con este des­bor­de del que habla­mos vemos que hay cosas muy posi­ti­vas en el sen­ti­do de que el femi­nis­mo nun­ca ha teni­do tan­ta movi­li­za­ción. Pero por otro lado, lue­go no hay un tras­va­se de per­so­nas que par­ti­ci­pan en las movi­li­za­cio­nes pun­tua­les a los gru­pos femi­nis­tas orga­ni­za­dos autó­no­mos. Es decir por un lado, sí está habien­do una serie de nue­vos gru­pos, que antes no exis­tían. Tie­nes gru­pos femi­nis­tas en cual­quier lado, hay gru­pos femi­nis­tas loca­les que han irrum­pi­do con fuer­za. Otra cosa, es la mili­tan­cia más con­ti­nua en esos grupos.

A la vez tene­mos que refle­jar todo el tema de cómo la tec­no­lo­gía y las redes nos ponen en con­tac­to y nos ayu­dan a difun­dir y a lograr ese movi­mien­to de masas. Pero tam­bién creo que tene­mos que hablar que hay ese acti­vis­mo a tra­vés de las redes socia­les sin mover­me del me gus­ta, del clik. Y vemos cómo se hace des­de el orde­na­dor o el telé­fono. Esto a algu­nas nos preo­cu­pa, pues el femi­nis­mo, si algo tie­ne impor­tan­te, es lo colec­ti­vo, la calle. Esto tam­bién pasa a veces con el exper­tis­mo, ¿no? Cada vez vemos más cómo se asig­na el femi­nis­mo a las exper­tas, y así las refe­ren­cias se con­vier­ten en indi­vi­dua­li­da­des, y es que la socie­dad está cam­bian­do y fomen­ta el indi­vi­dua­lis­mo. Enton­ces ¿dón­de que­da el tra­ba­jo hor­mi­gui­ta, dón­de que­da el tra­ba­jo de la asam­blea semanal?

Tam­bién des­de Duran­go refle­xio­na­mos sobre este fenó­meno. Nos jun­ta­mos más de 3000 muje­res, pero ¿dón­de están estas muje­res des­pués?, ¿dón­de están las miles de muje­res movi­li­za­das des­pués de cada 8 de marzo?

Cuan­do esta­mos en la orga­ni­za­ción con­cre­ta, no se ve tan­ta gen­te. Siem­pre me acuer­do de la pri­me­ra asam­blea para la orga­ni­za­ción de la pri­me­ra huel­ga del 2018, don­de está­ba­mos las dos. Está­ba­mos cua­tro gatas y esto me impre­sio­na mucho.

Vale, pues esto es un reto que tene­mos. Y está cla­ro que esto del femi­nis­mo a tra­vés de las redes socia­les cada vez va a tener más fuer­za. Y nues­tra apues­ta es cómo no per­der lo colec­ti­vo, cómo no per­der los deba­tes de la asam­bleas, cómo no per­der el tra­ba­jo local, cómo no per­der la calle,… Estos es todo un reto. Por un lado las redes nos per­mi­ten lle­gar a muchos sitios y gen­tes don­de noso­tras no lle­ga­mos, pero por otro lado nos preo­cu­pa ver el múscu­lo dón­de está, el múscu­lo que sos­ten­ga todo esto.

Ade­más de los temas de las movi­li­za­cio­nes y del movi­mien­to femi­nis­ta, asis­ti­mos a intere­san­tes y nue­vos deba­tes; algu­nos nue­vos en las refor­mu­la­cio­nes, pero tan vie­jos como, por ejem­plo, la rela­ción clase/​feminismo. Y por supues­to nue­vos en las per­so­nas que los deba­ten y en las cir­cuns­tan­cias en las que se hace. En Duran­go vimos una pues­ta en esce­na impac­tan­te con la mesa de la deco­lo­nia­li­dad, inmi­gra­ción, racia­li­za­das y todo lo que con­lle­va esto. Temas, por cier­to, en los que vues­tra orga­ni­za­ción está ahí muy pre­sen­te y muy viva. Algu­nos temas des­con­cier­tan, como la tran­se­xua­li­dad, el no bina­ris­mo, lo trans, en gene­ral, y par­ti­cu­lar­men­te las reac­cio­nes vis­ce­ra­les nega­cio­nis­tas y con­ser­va­do­ras. Pero tam­bién hay otros temas, más vie­jos que el ofi­cio más anti­guo del mun­do, como se deno­mi­na a la pros­ti­tu­ción, que reapa­re­cen des­de las filas ins­ti­tu­cio­na­les y del femi­nis­mo libe­ral. Y si bien en posi­ti­vo no dicen mucho, en nega­ti­vo está la pena­li­za­ción, la exclu­sión, la mar­gi­na­li­za­ción y la vic­ti­mi­za­ción como resul­ta­do. Y ade­más, todo esto, ¿cómo lo tra­ta­mos en el movi­mien­to femi­nis­ta y con las dife­ren­tes orga­ni­za­cio­nes? ¿Hay que poner ya barre­ras y topes a acti­tu­des y accio­nes que expul­san, exclu­yen y criminalizan?

Itziar. Estu­ve escu­chan­do las jor­na­das orga­ni­za­das por Femi­nis­tas en acción, el pasa­do mes de octu­bre, en las que estu­vis­teis varias de voso­tras y quie­ro recor­dar aho­ra a Sil­via López Gil, que me pare­ce muy cla­ra. Ella plan­tea que lo que está aho­ra en dispu­ta es el sen­ti­do del femi­nis­mo. Habla de una cri­sis del sen­ti­do. Y enton­ces, como está en dispu­ta, lo que pue­de pasar y está pasan­do es que se nos pue­den colar cosas. Esta­mos en un momen­to en el que pue­den apa­re­cer dis­cur­sos reac­cio­na­rios que pare­cen femi­nis­tas, pero que por deba­jo hay todo un poso de refor­zar el bina­ris­mo, refor­zar los roles de géne­ro, etc. Esto es vol­ver a atrás, sin irnos por supues­to a los dis­cur­sos de extre­ma dere­cha. Ade­más que el femi­nis­mo aho­ra está de moda y esto es impor­tan­te pues nos pue­de des­ca­fei­nar nues­tra lucha.

Así, en esta cri­sis de sen­ti­do yo creo que el tema del deba­te de las dife­ren­cias es fun­da­men­tal. Y efec­ti­va­men­te estos deba­tes, como dices, en el femi­nis­mo no son nue­vos. El femi­nis­mo siem­pre se ha esta­do repen­san­do, por ejem­plo, sobre quién es el suje­to del movi­mien­to femi­nis­ta. Y aho­ra algu­nas quie­ren pen­sar que hay que defi­nir­lo, que si no lo defi­ni­mos nos per­de­mos. Como si se fue­ra a borrar a las muje­res, a per­der el femi­nis­mo y enton­ces nos frac­tu­ra­mos. Y yo pien­so que pre­ci­sa­men­te una de las carac­te­rís­ti­cas de la cate­go­ría mujer es que es polí­ti­ca, es decir cons­trui­da his­tó­ri­ca­men­te, inves­ti­da cul­tu­ral­men­te y por lo tan­to transformable.

Y creo que esto es la fuer­za que enri­que­ce el femi­nis­mo, que no somos algo defi­ni­to­rio. La duda es femi­nis­ta, dice a menu­do Hai­zea Migue­la. Lo que siem­pre ha hecho el femi­nis­mo es cues­tio­nar. Y en esto se nos pre­sen­ta que hay que deli­mi­tar un suje­to ver­da­de­ro, que exis­te la ver­dad con mayús­cu­la, ¿qué es esto?, ¿quién la tie­ne? El femi­nis­mo siem­pre ha esta­do ponien­do en duda muchas ver­da­des. Y menos mal que hemos pues­to en duda.

Es más, yo creo que en este momen­to, en el que el poder está jerar­qui­zan­do vidas y, en base a ello, res­trin­gien­do dere­chos, aho­ra es cuan­do hay que ver cómo noso­tras nos arti­cu­la­mos sin negar las dife­ren­cias y las des­igual­da­des entre nosotras.

Es muy posi­ti­vo el que las pro­pias voces de las muje­res racia­li­za­das, inmi­gra­das, estén ahí. No tene­mos que hablar por ellas, sino que ellas ya nos inter­pe­lan y esa inter­pe­la­ción es muy nece­sa­ria. Lo que sí sien­to es que aho­ra nece­si­ta­mos arti­cu­lar las dife­ren­tes luchas.

Segui­mos dicien­do que no prio­ri­za­mos una lucha sobre otra, que noso­tras par­ti­ci­pa­mos de un femi­nis­mo inter­sec­cio­nal en el que no jerar­qui­za­mos las opre­sio­nes, pero sien­to que eso toda­vía nos cues­ta. Nos cues­ta en el sen­ti­do de pen­sar que mi opre­sión es más impor­tan­te que la tuya, por­que más que com­pa­rar las opre­sio­nes, com­pa­ra­mos el dolor. Y des­de el dolor pro­pio es difí­cil ver la opre­sión de la otra y reco­no­cer­la. Ade­más, cen­trar­nos en lo que lla­ma­mos la carre­ra de las opre­sio­nes no nos lle­va a nin­gún lado. Por­que mien­tras noso­tras dis­cu­ti­mos sobre quién está más opri­mi­da los sis­te­mas de opre­sión siguen ope­ran­do y opri­mién­do­nos. Com­pa­rar las opre­sio­nes no hace más que refor­zar la lógi­ca jerár­qui­ca y estra­ti­fi­ca­do­ra domi­nan­te. Es nece­sa­rio poner el foco en los meca­nis­mos por los cua­les los sis­te­mas de domi­na­ción se repro­du­cen y ahí vamos a ver que los meca­nis­mos que uti­li­zan para opri­mir­nos son simi­la­res. Otra cosa es que en esa estra­ti­fi­ca­ción y jerar­quía no todas ocu­pa­mos las mis­mas posi­cio­nes, hay algu­nas que tene­mos un mejor posi­cio­na­mien­to, mayo­res pri­vi­le­gios y es por tan­to a noso­tras a las que nos toca hacer un mayor tra­ba­jo a la hora de cons­truir e impul­sar esas alian­zas. Y por otro lado, está el tema del con­tex­to. No pode­mos ver todas las opre­sio­nes a la vez de mane­ra uní­vo­ca, siem­pre están con­tex­tua­li­za­das, en un lugar y en un tiem­po con­cre­to que le otor­ga un sig­ni­fi­ca­do. Lo que en un con­tex­to pue­de supo­ner una opre­sión, en otro con­tex­to no lo es. Y eso es algo que ade­más tú decías con res­pec­to a las vio­len­cias sexua­les, ¿no? No solo hay que mirar el rela­to de los hechos, sino el rela­to del contexto.

Ade­más yo creo que nece­si­ta­mos herra­mien­tas para irnos encon­tran­do y des­en­con­tran­do. Raquel Gutié­rrez decía una fra­se que me encan­ta: “Cul­ti­var las cer­ca­nías y ges­tio­nar las dis­tan­cias”. Es decir, vamos a tener que estar en momen­tos en los que cul­ti­va­mos las cer­ca­nías, que creo que tie­ne que ser escu­chán­do­nos con sin­ce­ri­dad, por­que muchas veces escu­cha­mos para defen­der­nos y no para enten­der a la otra. Y enten­der no quie­re decir estar de acuer­do. Y otros momen­tos, en los que este­mos sepa­ra­das en espa­cio pro­pios no mixtos.

El otro tema es que a noso­tras las blan­cas nos toca tra­ba­jar nues­tra blan­qui­tud, nues­tros pri­vi­le­gios, y todo esto nos revuel­ve un mon­tón. Noso­tras, que hemos sido las opri­mi­das, aho­ra nos están ata­can­do como pri­vi­le­gia­das, y esto due­le. Esto es algo que tene­mos que hablar­lo y colec­ti­vi­zar­lo. En defi­ni­ti­va, qué hace­mos con esos males­ta­res. Y así empe­zar a hablar tam­bién de cómo no refor­zar los pri­vi­le­gios, no tan­to des­de la cul­pa, sino des­de la res­pon­sa­bi­li­dad. Sobre todo para ver qué pode­mos hacer, en lo con­cre­to. Qué pue­do hacer yo en lo con­cre­to en mi barrio, en mi colec­ti­vo. O qué no vamos a hacer, por­que sim­ple­men­te el silen­cio pue­de ser algo muy acti­vo. A veces nos va a tocar callar­nos, a veces nos va a tocar echar un paso para atrás. Aho­ra mis­mo esta­mos en la Pla­ta­for­ma de la Mar­cha Mun­dial de Muje­res de Eus­kal Herria tra­ba­jan­do en la pró­xi­ma acción inter­na­cio­nal que es sobre fron­te­ras, trans­na­cio­na­les y migra­cio­nes, y las pro­pias muje­res migra­das y racia­li­za­das están hacien­do un dos­sier que está sien­do muy cañe­ro para inter­pe­lar­nos con todo el tema del racis­mo. Pues nos toca revi­sar­nos, y nos toca pen­sar que a veces cosas que creía­mos que tenía­mos tra­ba­ja­das y pen­sa­das, pues no lo tene­mos tan­to. O lo sigo repro­du­cien­do, o me cuesta.

Creo enton­ces que es impor­tan­te no per­der esa hete­ro­ge­nei­dad, que no nos dé mie­do por no tener un suje­to cerra­do. Esto, al revés, siem­pre nos man­tie­ne vivas, en movimiento.

Entre todos los temas que vamos seña­lan­do, en esta situa­ción con­cre­ta, inclu­so tenien­do en cuen­ta algu­nas cosas de las deri­vas del coro­na­vi­rus, ¿te atre­ve­rías a prio­ri­zar algo o seña­lar algo que te parez­ca espe­cial­men­te urgen­te y a la vez impor­tan­te, con resul­ta­dos de fon­do que miren a lo estructural?

Itziar. Yo creo que sí que tene­mos un reto que nos urge aho­ra mis­mo. A ver qué te pare­ce. En el 2008 con la cri­sis el movi­mien­to femi­nis­ta dio en la cla­ve con los aná­li­sis que hizo al afir­mar que la cri­sis no solo era eco­nó­mi­ca sino de todo el sis­te­ma, cuan­do denun­ciá­ba­mos un sis­te­ma que prio­ri­za el capi­tal por enci­ma de las vidas (lo que se ha vis­to, por cier­to per­fec­ta­men­te con la pan­de­mia). Pues bien, para mí aho­ra todo el deba­te de la orga­ni­za­ción de los cui­da­dos y de la repro­duc­ción de la vida es don­de nos la vamos a jugar. Va a depen­der mucho el aná­li­sis que haga­mos a la hora de bus­car salidas.

Con­si­de­ro que el sis­te­ma de los cui­da­dos y la repro­duc­ción de la vida no debe que­dar en que sola­men­te sea una cues­tión indi­vi­dual, de cómo resuel­ve la mujer sus his­to­rias, o en una cues­tión éti­ca, sino que tene­mos que ver­lo como una cues­tión más polí­ti­ca y colec­ti­va. Y aquí, por ejem­plo, hay muchos temas, pero una de las cosas que ya está vinien­do es toda la recon­fi­gu­ra­ción de nue­vas for­mas de empleo, en la que no creo que el tele­tra­ba­jo vaya a ser algo momen­tá­neo, sino que de repen­te qui­zá se va a ins­ta­lar, por­que van a ver la can­ti­dad de aho­rro que sig­ni­fi­ca, y no solo en dine­ro. Todo el fenó­meno que supo­ne que en las pro­pias casas se hace todo: tra­ba­jar cui­dar, orga­ni­zar,… Me pare­ce que en todo esto sali­mos per­dien­do otra vez las muje­res. Pero lue­go, ade­más, están todas esas muje­res que ni siquie­ra tie­nen hogar, ni empleo, que ya esta­ban vien­do sus dere­chos nega­dos antes de la pan­de­mia, que tie­ne que ver con todas las muje­res migra­das, pre­ca­rias, las muje­res tra­ba­ja­do­ras sexua­les, tra­ba­ja­do­ras del hogar,… que yo creo que va a traer una mayor exclu­sión. Y ahí si va a ser un fenó­meno en tie­rra de nadie.

O sea que la prio­ri­dad la cen­tra­rías mucho en el tema de cui­da­dos, pero diga­mos que en rela­ción con otros para­dig­mas y repo­li­ti­zan­do el con­cep­to. Bien, me gus­ta­ría com­ple­ji­zar un poco más el deba­te. La vida en el cen­tro apa­re­ce como un para­dig­ma impor­tan­te, pero a veces fun­cio­na como un man­tra y nada más. A mí se me ocu­rre plan­tear­te que podías ana­li­zar un poco los sis­te­mas por las cua­les, pre­ci­sa­men­te, se repro­du­cen de nue­vo todas las estruc­tu­ras de domi­na­ción y patriar­ca­les. Y no pue­do por lo menos dejar de citar dos clá­si­cos del femi­nis­mo que fun­cio­nan, a mi modo de ver con mucha ambi­va­len­cia y con­tra­dic­ción, como son la fami­lia y el Esta­do. Sola­men­te seña­la­ré que exis­te una con­fu­sión gran­de entre lo públi­co y el Esta­do, y en ese sen­ti­do hay un refor­za­mien­to del Esta­do impre­sio­nan­te, con todas las fun­cio­nes que con­lle­va, entre otras una intro­mi­sión y con­trol inso­por­ta­ble en la vida pri­va­da y en las con­di­cio­nes de vida. Y, por otro lado, hay un embe­lle­ci­mien­to gigan­te de la fami­lia. Tan­to que ya se sub­su­me a las per­so­nas den­tro de una fami­lia para todo, inclu­so para las esta­dís­ti­cas de con­su­mo, de nivel de vida, de gas­to, etc. Las polí­ti­cas públi­cas son cada vez más fami­lis­tas. Y no quie­ro obviar lo que supo­ne para las per­so­nas en con­cre­to y para las muje­res espe­cial­men­te, los lazos fami­lia­res con­cre­tos en estas épo­cas, cuan­do menos con­fu­sas. Ni mucho menos lo que supo­nen las ayu­das esta­ta­les y de las Administraciones.

Itziar. Estoy muy de acuer­do con­ti­go; y creo que estos para­dig­mas, que me pare­cen impor­tan­tes, como el poner la vida en el cen­tro son el prin­ci­pio. Lue­go ahí tene­mos que empe­zar a agrie­tar, sobre todo a sacu­dir; a la fami­lia, por ejem­plo. Es ver­dad que habla­mos de diver­si­dad de fami­lias, y empe­za­mos a hablar de todo esto, pero no lle­ga­mos a entrar al fondo.

Y lue­go está todo el tema del Esta­do. Aquí en Eus­kal Herria las com­pa­ñe­ras de Bil­gu­ne Femi­nis­ta vie­nen tra­ba­jan­do des­de hace años el tema de la sobe­ra­nía femi­nis­ta, de ir asen­tan­do unas bases hacia una tran­si­ción femi­nis­ta. Recuer­do cómo algu­nas nos que­da­mos un poco extra­ña­das, en con­cre­to, en los Encuen­tros de las muje­res aber­tza­les de 2014, en Onda­rroa, cuan­do se plan­teó la idea de un Esta­do Femi­nis­ta, pues pare­ce casi un oxi­mo­rón: Esta­do y Feminista.

Des­de lue­go, yo sí creo que sin mover o soca­var algo esta estruc­tu­ra, dado que el Esta­do es patriar­cal, no vamos a nin­gún sitio. Y por eso creo que la lucha va en dos pla­nos. Por un lado no pode­mos dejar estos deba­tes que tú estás plan­tean­do que son fun­da­men­ta­les, sobre las ins­ti­tu­cio­nes de la moder­ni­dad, el Esta­do y la fami­lia, que nos per­mi­tan mirar más allá. Pero lue­go tam­bién a la vez esta­mos pidien­do al Esta­do y las ins­ti­tu­cio­nes, dere­chos bási­cos: por ejem­plo, que se equi­pa­ren los dere­chos de las tra­ba­ja­do­ras del hogar al con­jun­to de tra­ba­ja­do­res; por ejem­plo, en el reco­no­ci­mien­to de su dere­cho a paro, o que se reco­noz­can los dere­chos para las muje­res mono­ma­ren­ta­les. El otro día, por ejem­plo, un tri­bu­nal reco­no­ció por pri­me­ra vez el dere­cho de una madre mono­pa­ren­tal a las mis­mas sema­nas de per­mi­so de mater­ni­dad que los hoga­res de dos progenitores.

A mi me pare­ce tam­bién, y estoy con­ti­go, que ten­dría­mos que meter­le más tiem­po a este tema de la dife­ren­cia entre lo públi­co y lo del Esta­do. Des­de Amé­ri­ca Lati­na vie­nen tra­ba­jan­do bas­tan­te algu­nas femi­nis­tas el tema de los comu­nes. Y ade­más, una de las cosas que a mí tam­bién me gus­ta, es cómo están res­ca­tan­do ele­men­tos que tene­mos des­de el femi­nis­mo para lle­var­los a la polí­ti­ca. Hablan así de una poli­ti­ci­dad femi­nis­ta, una nue­va for­ma de poli­ti­ci­dad más allá del Esta­do. Res­ca­tan qué ele­men­tos esta­mos apor­tan­do des­de el femi­nis­mo para sacu­dir a estos esta­men­tos como el Esta­do que son patriar­ca­les, colo­nia­lis­tas, racistas….y que siem­pre nos traicionan.

Y lue­go por otro lado, y ahí no sé si tú vas a estar de acuer­do, vuel­vo a la fami­lia, a la mater­ni­dad. Acla­ro que hablo des­de mi situa­ción actual, a mis 38 años, recién estre­na­da mi mater­ni­dad. Yo creo que tam­bién el femi­nis­mo tie­ne que dar cabi­da a estos temas y a estas realidades.

Es decir, el tema que tene­mos que agra­de­cer es que el femi­nis­mo ha lucha­do y sigue luchan­do con­tra la obli­ga­to­rie­dad de ser madre y nos ha libe­ra­do de la mater­ni­dad impues­ta, y esto es así y está muy bien, pues no tene­mos la obli­ga­ción de ser madres, ni de toda esa basu­ri­lla de rea­li­zar­nos a tra­vés de la mater­ni­dad. Pero cla­ro, dicho esto, ana­li­ce­mos qué pasa aho­ra con el tema de las mater­ni­da­des desea­das o más bien las mater­ni­da­des por elec­ción. Yo creo que este tema es impor­tan­te. Por­que ade­más creo que está liga­do con todo el deba­te sobre el empleo y los cui­da­dos. ¿Por qué digo esto? Por­que a veces se nos dice, o se les dice crí­ti­ca­men­te, a esas muje­res que se dedi­can de lleno a los cui­da­dos y no vuel­ven a sus empleos, que están per­dien­do su opor­tu­ni­dad, como si el empleo fue­se el úni­co lugar don­de te rea­li­zas, don­de apor­tas; y más hoy en día, don­de cada vez son más pre­ca­rios. Creo que eso es un pen­sa­mien­to muy liga­do al neo­li­be­ra­lis­mo que lo tene­mos muy inser­ta­do cuan­do vemos con horror que las muje­res por elec­ción pro­pia se dedi­quen aho­ra a los cui­da­dos de sus criaturas.

Así que tene­mos que meter­nos al tema de las mater­ni­da­des desea­das por elec­ción. Ade­más, tene­mos muchos ele­men­tos por­que cada vez más los suje­tos no hete­ro­nor­ma­ti­vos están tam­bién tra­ba­jan­do otro tipo de mater­ni­da­des. Y yo creo que ahí pode­mos tener algu­nas cues­tio­nes y ele­men­tos para repen­sar la fami­lia nuclear hete­ro­pa­triar­cal, repen­sar la crian­za, etc. Habla­mos mucho de la tri­bu, pero lue­go en la vida prác­ti­ca no apa­re­ce. Yo ten­go muchas ami­gas que que­rrían ser madres, pero lue­go en la reali­dad aun­que habla­mos de la tri­bu y de colec­ti­vi­zar los cui­da­dos, esto no es así. Nos due­le un poco, a todas, pero es así. Este es un tema que yo creo que toda­vía va a dar mucho de sí. Pero sí me pare­ce que al tema de la mater­ni­dad ele­gi­da y desea­da habría que dar­le unas vuel­tas, jus­to esta­mos aho­ra varias femi­nis­tas de nues­tros entorno en esta situa­ción. Inclu­so que­re­mos hablar de que somos madres y que­re­mos seguir mili­tan­do en espa­cios femi­nis­tas. De la tri­ple pre­sen­cia, de lo que habla en su libro recien­te Mari­na Sagas­ti­za­bal, de las posi­bi­li­da­des de com­pa­gi­nar tra­ba­jo domés­ti­co, empleo y militancia.

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