Cul­tu­ra. Libros: La vida y lega­do de Gre­go­rio Sel­ser se agi­gan­ta en monu­men­tal tex­to de Julio Ferrer y logra ven­cer todo tipo de polé­mi­ca aci­ca­tea­da por sus herederas

Por Oriol Mallo, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano* /​12 de diciem­bre de 2020.

foto: Gre­go­rio Sel­ser en su mesa de tra­ba­jo de su casa de Méxi­co. 1990 /​Ima­gen: cor­te­sía de Julio Ferrer.

¿A quién per­te­ne­ce la memo­ria de los muer­tos? La recu­rren­te dispu­ta por el lega­do de los inte­lec­tua­les, sin­te­ti­za­da en el caso Bola­ño, o la que­re­lla entre una viu­da, una aman­te y un edi­tor por los manus­cri­tos y los afec­tos del con­sa­gra­do cadá­ver, se repi­te, a menu­do, en estam­pas des­ga­rra­do­ras que reba­san el ámbi­to ínti­mo y esta­llan en plei­to fatal, tal cual suce­dió, por ejem­plo, entre las hijas de José Luís Cue­vas y la últi­ma espo­sa del pin­tor, Car­men Bazán, cuyo refle­jo es esa fra­se de Xime­na Cue­vas que bien podría expli­car la pul­sión de otros vás­ta­gos: “Ella no tie­ne nin­gún dere­cho sobre la memo­ria que yo pue­da tener de mi padre”.

Las bue­nas fami­lias evi­tan lle­var el cis­ma des­ga­rra­dor a la esfe­ra públi­ca, pero a veces lo incó­mo­do se hace libro y la hija dís­co­la de Car­los Fuen­tes deci­de con­tar la his­to­ria de su madre, Rita Mace­do, pri­me­ra espo­sa del nove­lis­ta rom­pien­do, no sin cier­to temor, la ver­ja de san­ti­dad que Sil­via Lemus cons­tru­yó sobre los cemen­te­rios pri­va­dos de aquel cenácu­lo fami­liar cer­ce­na­do por la tra­ge­dia y la muerte.

Gre­go­rio en su mesa de tra­ba­jo de su casa de Méxi­co. 1990 /​Ima­gen: cor­te­sía de Julio Ferrer

En este pri­mer círcu­lo de legi­ti­mi­dad la lucha esca­la cuan­do el recuer­do del falle­ci­do se com­bi­na con con­tra­tos, heren­cias y lega­dos que se fijan en uni­da­des mone­ta­rias. Y todo se com­pli­ca más cuan­do se lle­ga al segun­do círcu­lo: los obser­va­do­res, tes­ti­gos y aca­rrea­dos de la cor­te fami­liar. Esos bió­gra­fos o cro­nis­tas que deben acce­der a los archi­vos de la memo­ria y se enfren­tan casi siem­pre, al pre­vi­si­ble dile­ma: el acce­so se con­di­cio­na a la lealtad.

No es tema menor. Los archi­vos cus­to­dia­dos por los lega­ta­rios del héroe se miden en fun­ción de la fide­li­dad del pedi­güe­ño. Sé de lo que hablo: en 2001, yo fui el pri­vi­le­gia­do gana­dor del bole­to de acce­so al Archi­vo Mon­tse­rrat Tarra­de­llas i Macià (AMTM) don­de su padre, Josep Tarra­de­llas Joan (1899−1988), pre­si­den­te del gobierno cata­lán en el exi­lio y la tran­si­ción, res­guar­dó todas las car­tas, die­ta­rios, notas y docu­men­tos que escri­bió con la cru­de­za, sin­ce­ri­dad y exal­ta­ción del momen­to a sabien­das que algún día cual­quie­ra podría leerlo.

Así que, para evi­tar fis­go­nes indis­cre­tos que pudie­ran malin­ter­pre­tar las pala­bras del pró­cer, solo se con­ce­día acce­so a inves­ti­ga­do­res de pro­ba­do tarra­de­llis­mo que no se enfo­ca­ran en los aspec­tos más dudo­sos y polé­mi­cos de su accio­nar. La bio­gra­fía se publi­có en Pla­ne­ta el año 2003 y, pese a sus limi­tan­tes, sigo cre­yen­do que es uno de mis mejo­res, y más acu­cio­sos, tra­ba­jos, fru­to de dos años de cla­va­do en las ama­ri­llen­tas car­pe­tas res­guar­da­das en el monas­te­rio de Poblet. Pero mi per­mi­so de entra­da fue, ante todo, el debi­do pre­mio a uno de los suyos.

Gregorio Selser, Julio Ferrer y la cruzada de dos canallas Por Oriol Mallo | La Jornada de Oriente, México

Gre­go­rio Sel­ser y la dispu­ta por el presente

Pero ¿qué suce­de cuan­do el cadá­ver debe tomar par­ti­do años des­pués de su entie­rro? En vez de satis­fa­cer los deseos de los cus­to­dios del héroe, la publi­ca­ción de una exten­sa bio­gra­fía de perio­dis­ta e inves­ti­ga­dor Julio Ferrer –Gre­go­rio Sel­ser. Una leyen­da del perio­dis­mo lati­no­ame­ri­cano (UNLP, 2018)- sus­ci­tó una cade­na de even­tos que con­vir­tió el rela­to auto­ri­za­do por las dos hijas del perio­dis­ta argen­tino exi­lia­do en Méxi­co en libe­lo des­au­to­ri­za­do por ambas en una cam­pa­ña de medios que esta­lló en 2019.

Median­te car­tas abier­tas publi­ca­das en varios medios, las her­ma­nas Sel­ser denun­cia­ron que el autor con­ser­vó “en el libro tex­tos inexac­tos para mani­pu­lar el pen­sa­mien­to de nues­tro padre” y se per­mi­tió cen­su­rar “una decla­ra­ción de Ire­ne sobre la deri­va auto­ri­ta­ria de la lla­ma­da izquier­da en Amé­ri­ca Lati­na”, moti­vo por el cual Gabrie­la e Ire­ne hacían expli­ci­ta su volun­tad de impe­dir, a toda cos­ta, que cual­quier edi­to­rial publi­ca­ra “nues­tra ver­sión corre­gi­da y ade­cen­ta­da” ya que, en caso con­tra­rio, Ferrer enfren­ta­ría “un pro­ce­so penal”.

El pun­to de fric­ción que­da explí­ci­to en su pri­me­ra car­ta de junio de 2019. Resul­ta “inmo­ral que alguien pre­ten­da hacer­lo apa­re­cer aho­ra apo­yan­do cau­sas polí­ti­cas o con­tex­tos his­tó­ri­cos que no exis­tían al momen­to de su dece­so”, insis­tían Gabrie­la e Ire­ne Sel­ser. Algo que la últi­ma rema­ta­ba en la inser­ción que Julio Ferrer se negó a publi­car en su bio­gra­fía don­de remar­ca­ba la colum­nis­ta de Mile­nio que “ya en 1990 él cri­ti­ca­ba la deri­va auto­ri­ta­ria del Fren­te San­di­nis­ta, con Daniel Orte­ga como su ros­tro más visi­ble”, razón por lo cual “aho­ra mis­mo con­de­na­ría sin tapu­jos la bru­tal repre­sión de Orte­ga y su espo­sa Rosa­rio Muri­llo con­tra el legí­ti­mo movi­mien­to estu­dian­til y popular”

La dispu­ta por el lega­do de Gre­go­rio Sel­ser inclu­ye, pues, dos ejes pre­sun­ta­men­te opues­tos de su pro­pia vida. La pos­tu­ra anti­im­pe­ria­lis­ta que el más per­sis­ten­te crí­ti­co del inter­ven­cio­nis­mo esta­dou­ni­den­se reco­gió en 47 libros y miles de artícu­los, pre­ser­va­dos en el Archi­vo Gre­go­rio y Mar­ta Sel­ser de la UACM, y la posi­ción crí­ti­ca que el his­to­ria­dor-perio­dis­ta guar­dó para su entorno ínti­mo, al mar­gen o en con­tra de sus expre­sio­nes públi­cas de soli­da­ri­dad con par­ti­dos, movi­mien­tos y regí­me­nes que, des­de Cuba a Nica­ra­gua, pasan­do por Chi­le, encar­na­ron la resis­ten­cia al imperio.

Y esa supues­ta con­fron­ta­ción de los dos Ses­ler se tor­nó más viru­len­ta en sus vás­ta­gos. El san­di­nis­mo que la fami­lia Sel­ser abra­zó con entre­ga abso­lu­ta en los seten­ta entró en una lar­ga fron­da tras la derro­ta elec­to­ral de febre­ro de 1990 que no solo rom­pió la uni­dad del Fren­te San­di­nis­ta de Libe­ra­ción Nacio­nal, sino que pre­ci­pi­tó una serie de rup­tu­ras cada vez más viru­len­tas que años des­pués colo­ca­rían a vie­jos com­pa­ñe­ros en barri­ca­das opues­tas con sus res­pec­ti­vas trin­che­ras mediá­ti­cas que requie­ren, para la gue­rra y su pro­pa­gan­da, que has­ta los difun­tos hablen de aque­lla revo­lu­ción trai­cio­na­da. Pero Gre­go­rio Sel­ser murió en 1991 cuan­do la refrie­ga ape­nas empezaba.

Libro sobre Gre­go­rio Sel­ser de Julio Ferrer

La pri­me­ra bio­gra­fía de Gre­go­rio Selser

No es este el lugar para narrar la fron­da del san­di­nis­mo y sus efec­tos en la inte­li­gen­cia mexi­ca­na, pero sir­va esta pre­via para plan­tear el iró­ni­co giro de los lega­ta­rios cuan­do la memo­ria del padre está irre­me­dia­ble­men­te enrai­za­da en el san­di­nis­mo mili­tan­te que sus des­cen­dien­tes ter­mi­nan por rechazar.

Esta sutil varia­ción en la memo­ria de los deu­dos guar­dia­nes, o la resurrección/​rectificación del difun­to para ganar las que­re­llas del pre­sen­te, tuvo con­se­cuen­cias prác­ti­cas cuan­do Julio Ferrer deci­dió hacer aque­llo que el soció­lo­go de la UAM Stephen Aus­tin Hasam Leng­yel, dis­cí­pu­lo y ami­go de Goyo Sel­ser, enten­día como la natu­ra­le­za de un tra­ba­jo biográfico:

Cada escri­tor es un crea­dor, y tra­tán­do­se de una bio­gra­fía, lo indis­pen­sa­ble es que los datos que el autor selec­cio­ne sobre el per­so­na­je bio­gra­fia­do sean, den­tro de lo huma­na­men­te posi­ble, fác­ti­cos, colo­ca­dos den­tro del con­tex­to en que ocu­rrie­ron y lo más pre­ci­sos posi­bles. Todo lo demás acer­ca de la figu­ra bio­gra­fia­da, y su mane­jo de ésta, es mate­ria inter­pre­ta­ti­va y res­pon­sa­bi­li­dad exclu­si­va del autor de la obra, don­de entran en jue­go su inte­gri­dad, éti­ca pro­fe­sio­nal, talen­to y cono­ci­mien­tos, todo esto que esta­rá suje­to a dis­cu­sión, deba­te y crí­ti­ca en el ágo­ra en el pre­sen­te y en el futu­ro. (Correo elec­tró­ni­co de Hasam Leng­yel a Ferrer, 29 de abril del 2019)

De las dis­cu­sio­nes se pasó al explí­ci­to blo­queo a la bio­gra­fía de Sel­ser. De esa for­ma, un libro de casi 500 pági­nas no podrá publi­car­se en Méxi­co por­que, según recor­da­ba el pro­pio Ferrer, los edi­to­res del Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca “me lle­ga­ron a decir que el libro vale la pena pero no quie­ren meter­se en pro­ble­mas con las hijas de Selser”.

Los muer­tos no gozan de cabal liber­tad. Todo lo con­tra­rio. Los vigías de la memo­ria cons­tru­yen cer­cas de honor para pro­te­ger, escon­der o rever­tir, si hace fal­ta, la vida de sus ama­dos o de sus pro­ge­ni­to­res. Tie­nen, casi siem­pre, la fuer­za legal para ello. Pero las secue­las de este dik­tat podrían ace­le­rar, en el caso de Gre­go­rio Sel­ser, la des­apa­ri­ción final de un nom­bre que se eva­po­ra, a pasos agi­gan­ta­dos, del ima­gi­na­rio nacio­nal, sien­do que el jun­ta-pape­les de Amé­ri­ca Lati­na creó en Ciu­dad de Méxi­co obras esen­cia­les para com­pren­der el labe­rin­to del colonialismo.

Así que bus­qué a Julio Ferrer. Tras algu­nas lla­ma­das por WhatsApp acor­da­mos que le envia­ría unas pre­gun­tas para que los lec­to­res des­ubi­ca­dos cono­cie­ran la ver­sión del autor. Este es el resul­ta­do, con la nece­sa­ria edi­ción para una lec­tu­ra más ágil.

Las hijas de Sel­ser han empren­di­do una “cru­za­da cana­lles­ca” con­tra mi libro: Julio Ferrer

– ¿Por qué recu­pe­rar la olvi­da­da figu­ra de Gre­go­rio Selser?

– Por­que inves­ti­go la reali­dad y las luchas de los pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, dan­do vida y vigor a los hom­bres y muje­res des­te­rra­dos de la memo­ria por la his­to­ria ofi­cial. Ade­más Sel­ser era un obse­si­vo del aná­li­sis de los medios masi­vos grá­fi­cos, radia­les, tele­vi­si­vos, elec­tró­ni­cos y de las “noti­cias falsas”.

Todos los tra­ba­jos de inves­ti­ga­ción de Sel­ser que fue­ron trans­for­mán­do­se en artícu­los perio­dís­ti­cos, ensa­yos o libros pro­cu­ra­ron reve­lar las dis­tin­tas herra­mien­tas de pene­tra­ción y domi­na­ción polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be como los gol­pes de Esta­do, los pla­nes de la Agen­cia Cen­tral de Inte­li­gen­cia (CIA) y el Pen­tá­gono, las alian­zas entre las dis­tin­tas admi­nis­tra­cio­nes esta­du­ni­den­ses con las oli­gar­quías y bur­gue­sías loca­les entre­guis­tas que pro­fun­di­za­ban las con­di­cio­nes de depen­den­cia. Nada deja­ba al azar, todo lo con­den­sa­ba de una mane­ra que atra­pa­ba al lec­tor para que este no per­die­ra su capa­ci­dad de asom­bro, con reve­la­cio­nes difí­ci­les de encon­trar en la pren­sa diaria.

Gre­go­rio Sel­ser con Daniel Orte­ga. Entre­vis­ta de Gre­go­rio Sel­ser a Daniel Orte­ga en la déca­da de 1980 /​Ima­gen cor­te­sía de Julio Ferrer

Gre­go­rio Sel­ser cono­ció a la mayo­ría de los pro­ta­go­nis­tas que fue­ron cons­tru­yen­do la his­to­ria del siglo XX y han sido expre­sión de las artes y la polí­ti­ca en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be: Juan Domin­go Perón, Artu­ro Fron­di­zi, Artu­ro Illia, Ernes­to Che Gue­va­ra, Julio Cor­tá­zar, Raúl Alfon­sín (Argen­ti­na); Juan José Aré­va­lo y Jaco­bo Arbenz (Gua­te­ma­la); Fidel Cas­tro (Cuba), Sal­va­dor Allen­de (Chi­le), Omar Torri­jos y José de Jesús “Chu­chú” Mar­tí­nez (Pana­má); Daniel Orte­ga, Tomás Bor­ge, Ser­gio Ramí­rez, (Nica­ra­gua); Luis Eche­ve­rría (Méxi­co), José María Velas­co Iba­rra, Oswal­do Gua­ya­sa­mín (Ecua­dor), Juan José Torres (Boli­via), Juan Velas­co Alva­ra­do (Perú), Juan Bosch (Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na); Gabriel Gar­cía Már­quez (Colom­bia), Líber Sereg­ni, Eduar­do Galeano (Uru­guay), entre otros.

La narra­ti­va y la pro­sa de Sel­ser eran sen­ci­llas y direc­tas, es decir, com­pren­si­bles y sin medias tin­tas. Esto se pue­de apre­ciar en la vas­ta obra sel­se­ria­na por la sim­ple razón de que su escri­tu­ra tenía que lle­gar –de la for­ma más cla­ra y urgen­te– a los dis­tin­tos sec­to­res socia­les en paí­ses como Argen­ti­na, Chi­le, Méxi­co, Gua­te­ma­la, Pana­má, El Sal­va­dor, Cuba, Nica­ra­gua, Hon­du­ras o Boli­via, entre otros.

Sel­ser no escri­bía para reci­bir pre­mios ni men­cio­nes, escri­bía para que los pue­blos de Amé­ri­ca com­pren­die­ran que su depen­den­cia his­tó­ri­ca del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano no tenía que ser eter­na. Que la jus­ta libe­ra­ción de los con­de­na­dos de la tie­rra era posi­ble y nece­sa­ria, pero a par­tir de los hechos his­tó­ri­cos y sin olvi­dar la siem­pre pos­ter­ga­da uni­dad latinoamericana.

Sel­ser, hom­bre hones­to y de una éti­ca inso­bor­na­ble, abra­zó la cau­sa anti­im­pe­ria­lis­ta y anti­co­lo­nia­lis­ta y la enfren­tó con toda su fuer­za y pasión con una máqui­na de escri­bir y el perio­dis­mo como arma de com­ba­te, para des­cu­brir lo que él deno­mi­na­ba “la his­to­ria ame­ri­ca­na de la infa­mia”, y des­per­tar y libe­rar con­cien­cias atur­di­das por tan­tos años de sometimientos.

– ¿Cómo fue el pro­ce­so de inves­ti­ga­ción y aco­pio de datos y qué pro­ble­mas pen­sas­te encon­trar en este tra­ba­jo de memo­ria histórica?

– El tra­ba­jo me lle­vo alre­de­dor de 5 años y con­té con la ayu­da de pres­ti­gio­sos cole­gas argen­ti­nos como Ste­lla Callo­ni, Osval­do Bayer, Roge­lio Gar­cía Lupo, Oscar Galle­go Gon­zá­lez, Car­los Azná­rez, entre otros que me abrie­ron sus archi­vos y biblio­te­cas y sus memo­rias. Tam­bién con­té con el apo­yo ines­ti­ma­ble del Cen­tro Aca­dé­mi­co de la Memo­ria de Nues­tra Amé­ri­ca (CAMe­NA), ads­cri­to al Cole­gio de Huma­ni­da­des y Cien­cias Socia­les de la Uni­ver­si­dad Autó­no­ma de la Ciu­dad de Méxi­co (UACM). El Archi­vo Gre­go­rio y Mar­ta Sel­ser, con más de dos millo­nes y medio de docu­men­tos aco­pia­dos duran­te medio siglo por el maes­tro; un mate­rial impres­cin­di­ble que el CAMe­NA ha garan­ti­za­do sea de acce­so gra­tui­to a todos los intere­sa­dos y que, bajo la direc­ción de Bea­triz Torres, está a car­go de la docu­men­ta­lis­ta Bet­ti­na Gómez Oli­ver, quien sopor­tó estoi­ca­men­te la infi­ni­dad de mis pedi­dos, con­sul­tas y suge­ren­cias. El archi­vo es la colum­na ver­te­bral de este libro.

– Ya antes tra­ba­jas­te la gene­ra­ción de Callo­ni, Bayer o Azna­res. ¿Qué ras­gos los defi­ni­rían en el uni­ver­so del perio­dis­mo de izquier­das que des­pe­gó en los sesen­ta en Argen­ti­na y en toda Amé­ri­ca Latina?

–Hace muchos años que estu­dio sobre dis­tin­tos perio­dis­tas argen­ti­nos y de dis­tin­tas par­tes de Lati­noa­mé­ri­ca y que lue­go se han trans­for­ma­do en libros como El Ofi­cio de Perio­dis­ta, don­de entre­vis­to a Osval­do Bayer, Ste­lla Callo­ni, Roge­lio Gar­cía Lupo, Hora­cio Ver­bitsky, Rober­to Tito Cos­sa, Eduar­do Joza­mi, Rodol­fo Bra­ce­li, Car­los Azná­rez, Alber­to Szpun­berg, Her­man Schi­ller, Vicen­te Zito Lema, Car­los Gabet­ta. O el que hicie­ra jun­to al cole­ga y ami­go Héc­tor Ber­na­do, Ste­lla Callo­ni Ínti­ma. Una cro­nis­ta de la His­to­ria, con pró­lo­go de Fidel Castro.

En cual­quier coyun­tu­ra socio-polí­ti­ca-cul­tu­ral, la pren­sa vuel­ve a estar en el cen­tro del deba­te y se dis­cu­te qué es y para qué sir­ve el perio­dis­mo; la liber­tad de pren­sa o empre­sa, los mono­po­lios infor­ma­ti­vos, si el perio­dis­mo es una herra­mien­ta de con­cien­ti­za­ción o de mani­pu­la­ción de la sub­je­ti­vi­dad de la pobla­ción, entre otras cues­tio­nes. Ante estas inquie­tu­des, es fun­da­men­tal cono­cer a perio­dis­tas que acom­pa­ña­ron, con sus plu­mas y mili­tan­cia, los pro­ce­sos de trans­for­ma­ción polí­ti­co­cul­tu­ra­les que se iban pro­du­cien­do no sólo en el país, sino en toda Amé­ri­ca Lati­na a par­tir de mitad del siglo XX has­ta la actua­li­dad, dejan­do tex­tos sobre dis­tin­tos acon­te­ci­mien­tos que hoy pue­den con­si­de­rar­se “docu­men­tos perio­dís­ti­cos históricos”

Julio Ferrer ha escri­to libros sobre perio­dis­tas argen­ti­nos como Ste­lla Can­to­ni o Osval­do Bayer.

Sin duda, uno de los prin­ci­pa­les prin­ci­pios de estos perio­dis­tas fue ejer­cer el ofi­cio con éti­ca y rigor pro­fe­sio­nal, aún en épo­cas y cir­cuns­tan­cias polí­ti­cas en don­de la cen­su­ra podía ser sinó­ni­mo de ‘aprie­tes’, exi­lio for­za­do u muer­te. Sus mun­dos perio­dís­ti­cos son nece­sa­rios para ana­li­zar y com­pren­der por qué en la actua­li­dad hace fal­ta un perio­dis­mo dis­tin­to, com­pro­me­ti­do con la ver­dad, y no que des­in­for­me y mani­pu­le a la socie­dad. Un ver­da­de­ro perio­dis­mo que empie­ce a com­pro­me­ter­se en la bata­lla cul­tu­ral y de ideas para alcan­zar la liber­tad y la crí­ti­ca de pensamiento.

– ¿La uni­dad lati­no­ame­ri­ca­na, la defen­sa de la sobe­ra­nía nacio­nal y el socia­lis­mo como meta defi­nen un mis­mo cor­pus ideo­ló­gi­co com­par­ti­do por Sel­ser y la gene­ra­ción de la revis­ta Marcha?

– Abso­lu­ta­men­te. Recor­de­mos que Sel­ser en 1955 comen­zó a tra­ba­jar como corres­pon­sal en Argen­ti­na del sema­na­rio uru­gua­yo Mar­cha fun­da­do y diri­gi­do por Car­los Qui­jano. En esta publi­ca­ción, Sel­ser gene­ró bue­na par­te de los artícu­los perio­dís­ti­cos que lo hicie­ron cono­ci­do entre la pren­sa y los lec­to­res latinoamericanos.

La revis­ta fue uno de los acon­te­ci­mien­tos perio­dís­ti­cos más impor­tan­tes de la región, por su inno­va­do­ra mane­ra de ana­li­zar los dis­tin­tos acon­te­ci­mien­tos del mun­do duran­te gran par­te del siglo XX como la Segun­da Gue­rra Mun­dial, el nazis­mo, la dic­ta­du­ra fran­quis­ta en Espa­ña, la URSS, el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano, la Chi­na de Mao Tse – Tung, los movi­mien­tos de libe­ra­ción en Amé­ri­ca Lati­na como la revo­lu­ción cuba­na y los pro­ble­mas en Asia y África.

Por su redac­ción pasa­ron figu­ras que lue­go se con­ver­ti­rían en nota­bles perio­dis­tas y escri­to­res como los uru­gua­yos Juan Car­los Onet­ti, Eduar­do Galeano, Home­ro Alsi­na The­ve­net, Hugo Alfa­ro y Mario Bene­det­ti, entre otros. Tam­bién cola­bo­ra­ban figu­ras como los argen­ti­nos Rodol­fo Walsh, Julio Cor­tá­zar, Roge­lio Gar­cía Lupo, Manuel Puig, Rodol­fo Terragno, los her­ma­nos David e Ismael Viñas, el para­gua­yo Augus­to Roa Bas­tos, el mexi­cano Car­los Fuen­tes, el chi­leno Anto­nio Skár­me­ta, el colom­biano Gabriel Gar­cía Már­quez, el fran­cés Jean Paul Sar­tre y el esta­du­ni­den­se Wal­do Frank.

Mar­cha, que fue clau­su­ra­do por la dic­ta­du­ra de Juan María Bor­da­berry y dejó de apa­re­cer el 22 de noviem­bre de 1974, se pue­de encon­trar en dis­tin­tas biblio­te­cas como las de Nue­va York, Washing­ton, Roma, París o Lon­dres y las prin­ci­pa­les uni­ver­si­da­des de Espa­ña, Fran­cia, Ale­ma­nia, Gran Bre­ta­ña y Esta­dos Uni­dos que con­ser­van colec­cio­nes de la his­tó­ri­ca revis­ta para com­pren­der mejor el tema latinoamericano.

– ¿Cómo fue la comu­ni­ca­ción y el tra­ba­jo con Ire­ne y Gabrie­la Sel­ser en el trans­cur­so de la inves­ti­ga­ción, inclui­do el tiem­po que estu­vis­te en México?

–Cono­cía las posi­cio­nes anti­san­di­nis­tas de las hijas de Sel­ser, tam­bién con­tra los gobier­nos revo­lu­cio­na­rios de Cuba de Fidel Cas­tro, la de Nico­lás Madu­ro de Vene­zue­la, la Boli­via de Evo Mora­les o la de Cris­ti­na Fer­nán­dez como pre­si­den­ta de Argen­ti­na. Sus posi­cio­nes polí­ti­cas sobre Lati­noa­mé­ri­ca se pare­cen a las de la social­de­mo­cra­cia euro­pea. Eso no impi­dió que me pusie­ra en con­tac­to con ellas para decir­les que esta­ba tra­ba­jan­do una bio­gra­fía de su padre.

Con Ire­ne nos cono­ci­mos en noviem­bre del 2015 en Bue­nos Aires y a Gabrie­la la reci­bí en mi casa de la ciu­dad de La Pla­ta en julio del 2017 cuan­do vino a pre­sen­tar a la Argen­ti­na su libro de cró­ni­cas de la revo­lu­ción san­di­nis­ta Ban­de­ras y harapos.

En su momen­to me desig­na­ron “cus­to­dio de honor” de la pri­me­ra máqui­na de escri­bir de Gre­go­rio, una Smith Pre­mier des­de la cual había escri­to nada menos que el San­dino, gene­ral de hom­bres libres.

– ¿Te exi­gie­ron, en algún momen­to, que el libro asu­mie­ra una posi­ción explí­ci­ta con­tra el gobierno san­di­nis­ta o con­tra otros gobier­nos latinoamericanos?

–Exi­gir no es la pala­bra, aun­que yo sabía que algu­nas “suge­ren­cias” harían cuan­do leye­ran el tra­ba­jo. Pero, como deje en cla­ro, el libro sería la voz de los docu­men­tos de Gre­go­rio Sel­ser y algu­nas impre­sio­nes y aná­li­sis de coyun­tu­ra actual sería, obvia­men­te, bajo mi mira­da polí­ti­ca. Creo que es un dere­cho de autor, ¿no? Ade­más, así lo enten­die­ron los casi 50 tes­ti­mo­nios de perio­dis­tas, soció­lo­gos y polí­ti­cos de dis­tin­tas par­tes del mun­do a los que pude entrevistar.

– ¿En tu con­tac­to con cola­bo­ra­do­res y ami­gos de Sel­ser, hoy a la con­tra del san­di­nis­mo, como Ser­gio Ramí­rez o Gio­con­da Belli, alguien te men­cio­nó cuál sería la posi­ción de Sel­ser hoy en día o la nece­si­dad de un enfo­que crí­ti­co con­tra Nicaragua?

– Por medio de Ire­ne y Gabrie­la pude dar con algu­nos per­so­na­jes, entre los que esta­ban los nicas Ser­gio Ramí­rez, que me sugi­rió trans­cri­bir un tex­to suyo escri­to con ante­rio­ri­dad, y lo mis­mo con Gio­con­da Belli. Ellos tam­bién enten­die­ron que bus­ca­ba un tes­ti­mo­nio sobre el valor y el lega­do his­tó­ri­co de la figu­ra de Gre­go­rio Sel­ser, y no uti­li­za­ron mi libro como tri­bu­na para cri­ti­car al gobierno san­di­nis­ta de Orte­ga y Murillo

Ima­gen: En la redac­ción del dia­rio La Pren­sa, Bue­nos Aires, 1958

– ¿Por qué fir­mas­te el 25 de febre­ro de 2019 una car­ta com­pro­mi­so que otor­ga­ba a Gabrie­la e Ire­ne el dere­cho a apro­bar todo cam­bio al manus­cri­to ori­gi­nal entre­ga­do por ti y revi­sa­do por ellas?

– Fir­mé ese 25 de febre­ro de 2019 una car­ta com­pro­mi­so con Ire­ne y Gabrie­la por­que esta­ba con­ven­ci­do de que el tra­ba­jo había que­da­do muy bien. Debo acla­rar que esa car­ta no fue fir­ma­da por las hijas de Gre­go­rio ni rubri­ca­da por algún nota­rio. Era una car­ta de bue­na fe.

Ire­ne ofi­ció de correc­to­ra de esti­lo (pun­tua­cio­nes y entre­co­mi­lla­dos) y algu­na que otra apre­cia­ción his­tó­ri­ca y en nin­gún momen­to me dijo que el libro fun­cio­na­ba como pro­pa­gan­da polí­ti­ca de los gobier­nos actua­les de izquier­da. En nues­tras con­ver­sa­cio­nes, des­pués de publi­ca­do el libro en Argen­ti­na (diciem­bre 2018), en oca­sio­nes le pre­gun­ta­ba si esta­ba con­for­me con mi tra­ba­jo, a lo que ella siem­pre me des­ta­ca­ba el valor de este libro, el pri­me­ro que se hacía de su padre.

Has­ta ese momen­to, las hijas de Sel­ser jamás me dije­ron que “mani­pu­la­ba el lega­do de su padre” o “que fal­sea­ba a la ver­dad his­tó­ri­ca”. Es más, en noviem­bre del 2017 le entre­gue algu­nos capí­tu­los a Gabrie­la y ella me res­pon­dió el 3 de noviem­bre de ese año con estos párra­fos que aquí reproduzco:

“Ayyy Julio, her­ma­ni­tooo, qué belle­za de libro!! Te escri­bo con lágri­mas en los ojos y un “toro­zón” en la gar­gan­ta. Me encan­ta y te feli­ci­to. Y te agra­dez­co, sobre todo!!

Es un libro tan bien escri­to que es impo­si­ble no inte­re­sar­se en la vida de ese hom­bre, al pun­to que hay deta­lles que yo des­co­no­cía, como su pri­mer encuen­tro con Pala­cios y lue­go el hecho de que fue fun­da­dor de la edi­to­rial Trián­gu­lo! Yo no lo sabía, o no lo recordaba…

Bueno, aho­ra a cru­zar has­ta los dedos de los pies para que pron­to se publi­que. Te ase­gu­ro que si lo pre­sen­tás en Mana­gua ten­drá un gran éxito (…)”

Has­ta ahí todos feli­ces. La cues­tión se fue emba­rran­do cuan­do ellas qui­sie­ron agre­gar algu­nos párra­fos a una futu­ra edi­ción amplia­da en otros paí­ses. Por ejem­plo, según la ver­sión de Ire­ne, estan­do con su padre en Cuba en 1978, en una de las jor­na­das de Casa de las Amé­ri­cas, el gobierno revo­lu­cio­na­rio de Fidel Cas­tro dio una decla­ra­ción de apo­yo polí­ti­co a la dic­ta­du­ra cívi­co mili­tar argen­ti­na de Jor­ge Rafael Vide­la (1976 83), a lo que Gre­go­rio se opu­so. Y el otro tema refe­ri­do a la isla rebel­de fue (tam­bién según Ire­ne) cuan­do en 1989, Goyo Sel­ser se opu­so al fusi­la­mien­to de cua­tro mili­ta­res cuba­nos acu­sa­dos de nar­co­trá­fi­cos, entre ellos el gene­ral Arnal­do Ochoa.

Como autor de esta monu­men­tal obra que me lle­vó 5 años de tra­ba­jo, le dije que ante esas denun­cias con­tra Cuba, país que uno admi­ra y res­pe­ta, nece­si­ta­ba docu­men­tos his­tó­ri­cos, prue­bas que cer­ti­fi­quen tales acu­sa­cio­nes. De los cua­les, de mi par­te no pude encon­trar alguno que sos­tu­vie­ra la ver­sión de Ire­ne. En este caso, al no con­tar con esa docu­men­ta­ción que pusie­ra en tela de jui­cio la moral revo­lu­cio­na­ria de un país que sigue sien­do ejem­plo de dig­ni­dad y huma­nis­mo, opté por defen­der mi mane­ra de tra­ba­jar y la estruc­tu­ra del libro.

– Dos días des­pués, el miér­co­les 27 de febre­ro del 2019, Ire­ne Sel­ser te man­dó un correo para pedir­te la inclu­sión de un párra­fo espe­cí­fi­co. ¿Qué decía este párra­fo, por qué te negas­te a publi­car­lo y por qué pro­du­jo tal reac­ción de encono en sus dos hijas?

– La nue­va ver­sión del libro (corre­gi­da y aumen­ta­da), que acor­dé con las hijas de Sel­ser, fue la del 25 de febre­ro. Pero Ire­ne, dos días des­pués qui­so corre­gir un tes­ti­mo­nio suyo que esta­ba en la edi­ción impre­sa y agre­gar lo siguien­te: que des­pués de las elec­cio­nes per­di­das en 1990 por el Fren­te San­di­nis­ta, Gre­go­rio mani­fes­ta­ba que eran con­se­cuen­cias de la corrup­ción de algu­nos de sus altos diri­gen­tes y de su auto­ri­ta­ris­mo. O que Sel­ser, en la actua­li­dad esta­ría en con­tra del gobierno nica­ra­güen­se de Daniel Orte­ga y Rosa­rio Murillo.

Ante esta situa­ción, opte por recha­zar esos agre­ga­dos y le dije que yo podía enten­der su posi­ción polí­ti­ca, que leía sus artícu­los, pero mi libro no sería uti­li­za­do como tri­bu­na para expo­ner sus posi­cio­nes polí­ti­cas con­tra pro­ce­sos de izquier­da (del pasa­do y el pre­sen­te). El espí­ri­tu del libro tenía que res­pi­rar la sabi­du­ría y las ense­ñan­zas de Sel­ser. A par­tir de enton­ces, las hijas de Sel­ser comen­za­ron una cru­za­da cana­lles­ca con­tra mi libro y mi per­so­na. Publi­can­do car­tas abier­tas y otros escri­tos en dis­tin­tos medios don­de dicen que fal­te a la ver­dad his­tó­ri­ca, que soy agen­te cubano y nica­ra­güen­se, que quie­ro ensu­ciar el lega­do de su padre, que Ste­lla Callo­ni es mi men­to­ra, y que el libro tie­ne como obje­ti­vo ser uti­li­za­do por los gobier­nos pro­gre­sis­tas, a los que ellas defi­nen como “popu­lis­tas”.

– ¿Cuá­les son estos “tex­tos inexac­tos” que con­ser­vas­te en el libro “para mani­pu­lar el pen­sa­mien­to de nues­tro padre” y por qué dis­cu­ten su inclu­sión las here­de­ras de Selser?

– No sé cuá­les son esos “tex­tos inexac­tos”. Habría que pre­gun­tar­les a las hijas de Gregorio.

– ¿Su explí­ci­ta peti­ción de ape­lar a las “casa edi­to­ria­les de Amé­ri­ca Lati­na” para que no publi­quen tu obra sobre Sel­ser ha supues­to algu­na can­ce­la­ción, blo­queo o mar­cha atrás en la difu­sión de Gre­go­rio Sel­ser, una leyen­da del perio­dis­mo latinoamericano?

– Cuan­do exis­ten polé­mi­cas sobre una bio­gra­fía, y más cuan­do es sobre un per­so­na­je cen­tral, tie­ne sus ven­ta­jas y des­ven­ta­jas. Mi libro, por su valor his­tó­ri­co ha teni­do muy bue­nas crí­ti­cas. Por suer­te he sido entre­vis­ta­do por dis­tin­tos dia­rios argen­ti­nos, mexi­ca­nos, cuba­nos, pana­me­ños y otros por­ta­les y agen­cia de noti­cias. Pero lo que refie­re a una nue­va edi­ción (ya que la pri­me­ra está ago­ta­da), no ha corri­do con la mis­ma suer­te. Es más, cuan­do estu­ve hacien­do ges­tio­nes con el Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca (FCE) en Méxi­co, me lle­ga­ron a decir que el libro vale la pena pero no quie­ren meter­se en pro­ble­mas con las hijas de Selser.

En estos casos, me gus­ta­ría pro­po­ner un con­gre­so, colo­quio, mesa redon­da o semi­na­rio que deba­ta las ideas y el lega­do de Gre­go­rio Sel­ser. Podría ser sede Méxi­co. Invi­tar a muchos de los que entre­vis­te para el libro como los argen­ti­nos Ste­lla Callo­ni, Ati­lio Borón, Rober­to Bar­di­ni, Car­los Azná­rez, Alci­ra Argu­me­do, José Steins­le­ger, Oscar Gon­zá­lez, Noam Chomsky (Esta­dos Uni­dos), Blan­che Petrich, Stephan A. Hasam, Bet­ti­na Gómez, Hum­ber­to Musac­chio, Fer­nan­do Buen Abad Domín­guez (Méxi­co), Eduar­do Con­tre­ras, Fer­nan­do Reyes Mat­ta, (Chi­le), Car­los Fazio (Uru­guay), Juan Marre­ro, Pedro Pablo Rodrí­guez (Cuba), Nils Cas­tro, Mora­via Ochoa, Julio Yao Villa­laz (Pana­má), Ricar­do Napu­rí, Rafael Ron­ca­glio­lo, Juan Luis Gar­gu­re­vich (Perú), Blan­ca Sego­via San­dino, Aldo Díaz Laca­yo, John Saxe Fer­nán­dez (Cos­ta Rica) y Eric Nepo­mu­ceno (Bra­sil). Sería muy interesante.

Y yo podría deba­tir con mi libro y mis docu­men­tos his­tó­ri­cos, y podría pre­gun­tar dón­de ter­gi­ver­sé las ideas y el pen­sa­mien­to del maes­tro Sel­ser. Sería jus­to y nece­sa­rio. A nadie le gus­ta que lo insul­ten y cri­ti­quen de una mane­ra tan canallesca.

– Qui­sie­ra cerrar con dos temas ane­xos a la polé­mi­ca. Y abor­dar el tema más allá del cule­brón. Pla­ti­can­do con Blanch Petrich (perio­dis­ta mexi­ca­na), ella me comen­tó lo que qui­zás tú mis­mo des­cu­bris­te en la inves­ti­ga­ción, es decir, que Gre­go­rio Sel­ser era de una “dis­cre­ción admi­ra­ble” y que los con­flic­tos, divi­sio­nes o corrup­te­las del cam­po anti­im­pe­ria­lis­ta se los guar­da­ba para la dis­cu­sión ínti­ma o inter­na y que, por lo tan­to, sus dife­ren­cias con el fusi­la­mien­to de Ochoa o sus des­en­cuen­tros con el jura­do de Casa de las Amé­ri­cas no eran par­te de su tra­yec­to­ria públi­ca. Enton­ces, ¿su pos­tu­ra de no ven­ta­near los pro­ble­mas del cam­po anti­im­pe­ria­lis­ta la seguis­te en tu pro­pio enfo­que biográfico?

– Te reite­ro que la úni­ca fuen­te de estos hechos es Ire­ne Sel­ser. No he encon­tra­do nin­gún docu­men­to o per­so­na que me de esa ver­sión. Las crí­ti­cas y los aná­li­sis inter­nos sobre las polí­ti­cas del cam­po popu­lar son nece­sa­rias y ayu­dan, pero siem­pre en un mar­co anti­co­lo­nia­lis­ta y anti­im­pe­ria­lis­ta. Y nun­ca dejar de ana­li­zar la geo­po­lí­ti­ca mun­dial por­que allí segui­re­mos vien­do y encon­tran­do al mis­mo enemi­go de siem­pre para los que bus­ca­mos la liber­tad de los opri­mi­dos: los Esta­dos Uni­dos y sus herra­mien­tas de diplo­ma­cia y garro­te en toda Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. Este aná­li­sis se pue­de encon­trar en todos los docu­men­tos y libros del maes­tro Selser.

– En segun­do lugar, está la cues­tión del cri­te­rio del autor y de su liber­tad crea­ti­va. ¿Debe un escri­tor ate­ner­se a la ver­sión que vás­ta­gos o cón­yu­ges de per­so­na­jes his­tó­ri­cos quie­ren que se haga públi­ca o debe pre­va­le­cer el dere­cho del autor a dar su pro­pia visión de los hechos a par­tir de unos mate­ria­les, entre­vis­tas y docu­men­tos que son de domi­nio público?

– El autor debe dar con todos los mate­ria­les y docu­men­tos posi­bles, más otras fuen­tes ora­les, entre otras. Y lue­go, con su cri­te­rio y liber­tad, inten­tar escri­bir un buen libro sin nun­ca fal­sear la esen­cia del bio­gra­fia­do. Si les gus­ta a los here­de­ros (que muchas veces per­si­guen otros intere­ses) muy bien, y si no están a gus­to, tam­bién. Así es la vida de una biografía.

– Tras esta rís­pi­da polé­mi­ca, ¿cuál es tu inter­pre­ta­ción de la obra y el lega­do de Sel­ser en la que tú mis­mo deno­mi­nas como “Bata­lla Cul­tu­ral y de Ideas” que divi­de, actual­men­te, al continente?

– La inter­pre­ta­ción de la obra y el lega­do del Goyo Sel­ser lo resu­mo en que duran­te déca­das, dejó reta­zos –que hoy pue­den con­si­de­rar­se “docu­men­tos perio­dís­ti­cos his­tó­ri­cos”– sobre dis­tin­tos acon­te­ci­mien­tos polí­ti­cos cul­tu­ra­les de tras­cen­den­cia en el ámbi­to local e inter­na­cio­nal. Todo vis­to y ana­li­za­do por medio del ojo crí­ti­co de un perio­dis­ta que ha ejer­ci­do la pro­fe­sión con éti­ca y rigor profesional.

Como me con­ta­ba su ami­go y cole­ga argen­tino Roge­lio Gar­cía Lupo, Sel­ser es uno de los his­to­ria­do­res argen­ti­nos más cita­dos en la biblio­gra­fía de auto­res de muy diver­sa pro­ce­den­cia, por lo que uno de los obje­ti­vos de este tra­ba­jo es poder res­ca­tar su figu­ra legen­da­ria para que las dis­tin­tas gene­ra­cio­nes de perio­dis­tas, his­to­ria­do­res, soció­lo­gos y de otras dis­ci­pli­nas conoz­can esta vida ejem­plar. Por esta razón, nece­si­ta­mos miles o millo­nes de Gre­go­rio Sel­ser, para que el perio­dis­mo siga alum­bran­do y des­cu­brien­do la ver­dad histórica.

– Para ter­mi­nar, ¿podría­mos decir no les gus­tó el libro por­que las hijas de Sel­ser se encuen­tran, hoy en día, en las antí­po­das del antim­pe­ria­lis­mo de su padre y tú te sien­tes here­de­ro inte­lec­tual de aque­lla corriente?

– A ver, la acti­tud macar­tis­ta de las hijas de Gre­go­rio con­tra mi libro y mi per­so­na se debe a sus posi­cio­nes polí­ti­cas actua­les. Yo defien­do y cri­ti­co lo que ten­ga que cri­ti­car de los movi­mien­tos nacio­na­les y popu­la­res de Amé­ri­ca Lati­na, con sus dis­tin­tas carac­te­rís­ti­cas e idio­sin­cra­sias. Las revo­lu­cio­nes y las trans­for­ma­cio­nes socia­les están cabal­gan­do con­tra el gran jine­te del apo­ca­lip­sis, que es el capi­ta­lis­mo repre­sen­ta­do por el poder de los Esta­dos Uni­dos y sus alia­dos euro­peos. Yo lucho con­tra todo ese orden injus­to que sigue sem­bran­do ham­bre y muer­te en el mun­do. Si ellas eli­gie­ron estar en la vere­da de enfren­te, allá ellas. Ade­más no me con­si­de­ro para nada here­de­ro inte­lec­tual de Gre­go­rio Sel­ser, sola­men­te un perio­dis­ta que admi­ra pro­fun­da­men­te a este leyen­da del perio­dis­mo latinoamericano.

– Y una pre­gun­ta final sobre los cos­tos de la con­tro­ver­sia. ¿Es legí­ti­mo que el acce­so a los mate­ria­les de Gre­go­rio Sel­ser depo­si­ta­dos en el Cen­tro Aca­dé­mi­co de la Memo­ria de Nues­tra Amé­ri­ca de la UACM depen­da de la bue­na volun­tad de unos des­cen­dien­tes que pue­den ejer­cer cen­su­ra ideo­ló­gi­ca con­tra his­to­ria­do­res o perio­dis­tas que no com­par­tan su ver­sión del presente?

– El acce­so a los docu­men­tos del Cen­tro Aca­dé­mi­co de la Memo­ria de Nues­tra Amé­ri­ca de la UACM es públi­co y pue­de con­sul­tar­se sin pro­ble­mas. Lo demás, son gajes del ofi­cio y bata­llas con­tra los mer­ca­de­res de la hipocresía.

*fuen­tes: La Jor­na­da de Orien­te, Méxi­co /​Radio La Primerísima

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